El conde Alphonse-Charles- Marie de Toulouse-Lautrec-Monfa era un gran aficionado a las actividades al aire libre, destacando como cazador y jinete, incluso como conductor de carruajes a elevada velocidad como contemplamos en este bello lienzo donde el movimiento y la frenética actividad contrastan con la postración a la que se ve obligado el joven Henri debido a su enfermedad. Posiblemente esta imagen la pintara de memoria, durante una de sus convalecencias, tratándose de una evocación. El estilo del joven pintor recuerda a su primer maestro, René Princeteau, especialmente inclinado hacia la temática hípica, recurriendo a una pincelada rápida y empastada que acentúa el dinamismo del conjunto. El dibujo y la línea - características principales del Lautrec maduro - ocupan un segundo plano ante la supremacía del color donde podemos encontrar cierta relación con el mundo impresionista al utilizar tonalidades claras y sombras coloreadas.
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Personaje
Literato
Político
Trabajó al servicio de Felipe III. Su educación discurre de la mano de Jiménez Patón y Luis Tribaldos de Toledo. Su pasión por el juego le costó el exilio, por lo que desde 1608 se instala en Italia. Nueve años después regresó a España, pero en 1621 la ironía que empleaba en sus epigramas le costó de nuevo el exilio. Se dice que trató de conquistar a la mujer de Felipe IV, Isabel de Borbón. Esta leyenda está rodeada de numerosas anécdotas. Mientras permaneció en la corte, su presencia era frecuente en los círculos literarios. En estas tertulias entró en contacto con Lope de Vega y los hermanos Argensola. Una de sus obras más importantes es "La gloria de Niquea", cuyo prólogo escribió Góngora. Fue asesinado en Madrid, cuando iba en compañía de su amigo Luis de Haro. En su estilo poético se aprecia el abandono de las formas renacentistas y la influencia de Góngora como se advierte en sus "Fábulas". Escribió cientos de sonetos, redondillas y cultivó todo tipo de temas. Toda su obra fue publicada de forma póstuma con el título "Obras".
Personaje
Militar
Político
Cabeza del gobierno andaluz, ante los ataques musulmanes siempre defendió la plaza de Ceuta. Sin embargo, con la coronación del rey Rodrigo mostró su apoyo a los descendientes de Witiza, a quienes se les arrebató la corona en el año 709. Al no contar con un contingente y un apoyo lo suficiente poderoso para hacerle frente al nuevo monarca, buscó ayuda en el pueblo musulmán, ofreciendo Ceuta a cambio de su apoyo militar. Cuando tuvo lugar la Batalla de Guadalete en el año 711, tras la victoria árabe, Julián fue encarcelado y despojado de sus bienes. Nunca más se supo de su destino.
obra
Este es uno de los retratos más impactantes de Ingres y hay que atribuirlo, sin duda, a la personalidad del modelo y a la captación que de la misma hizo el artista. El conde Gouriev era un oficial superior ruso, un aristócrata que terminaría por representar al Zar como embajador en La Haya. Su inteligencia y la inquietud interna parecen reprimidas por el propio conde en un gesto imperativo. La lucha interna la ha sacado Ingres a la luz mediante la mirada abierta del rostro, extremadamente pálido, en contraste con el rojo violento del forro de la capa que atraviesa como un rayo el cuerpo del modelo. La personalidad compleja del conde se corresponde con el paisaje, desarrollado bajo un cielo tormentoso de aspecto plenamente romántico. Ingres solía recurrir a este tipo de paisaje exterior, que en el caso de Mr. Granet reforzaba igualmente el carácter impetuoso del artista, mientras que en el plácido Mr. Moltedo ponía aún más de relieve la ordinariez de su rostro.
obra
Los condes da Porto fueron una de las familias más importantes de Vicenza, siendo el más célebre representante el autor del relato en el que Shakespeare se inspiró a la hora de escribir la célebre "Romeo y Julieta". Como mecenas encargaron numerosas obras de arte entre las que destacan los palacios realizados por Andrea Palladio para las diferentes ramas familiares. No dudaron en elegir al gran Veronés para realizar algunos de los retratos familiares como éste que contemplamos, compañero del protagonizado por la Condesa Livia da Porto con su hija, estableciéndose entre los protagonistas -especialmente los niños- un atractivo juego de miradas que aporta una especial frescura a la composición.Las dos figuras se enmarcan en una arquitectura fingida, aplicándose de manera acertada a este trabajo las palabras escritas por Carlo Ridolfi en su volumen "Las maravillas del arte" (1648): "Veronese embelleció la pintura con toda suerte de pompas y ornamentos, gracias a sus majestuosas invenciones, la venustidad de los motivos, el encanto de los rostros, la variedad de los semblantes, la hermosura y los infinitos atractivos que adornan sus obra, a las que confirió esa simetría tan elegante que comúnmente se llama gracia".
obra
David, joven artista que comenzaba a conocer la fama en su profesión, conoció en Roma al igualmente joven conde Potocki, quien despuntaba de manera similar en el panorama político europeo. Ambos personajes debieron de congeniar y Potocki le encargó su retrato a David, quien lo terminó al año siguiente en París. Potocki era un modelo de hombre ilustrado en el Siglo de las Luces dominado por la cultura francesa. Aristócrata de nacimiento, amante de las bellas artes, admiraba a Wincklemann, considerado uno de los primeros historiadores del arte de la época moderna. Tradujo sus obras al polaco y viajó por Italia para completar su educación. Este viaje era muy común entre los jóvenes de buena familia, sobre todo en Francia, donde se lo conocía como el "Grand Tour". En ese viaje fue como conoció a David. El artista lo retrata con un estilo que determinará los posteriores retratos del arte europeo y en especial del británico. Es una mezcla entre la grandiosidad del género histórico y la fidelidad del retrato. El producto será denominado "retrato histórico". David conjuga dos maneras de pintar diferentes y apasionadas: algunas zonas del lienzo están pintadas con premura, a grandes brochazos espontáneos que aportan frescura a la imagen. Otras partes están realizadas, en cambio, con minuciosidad primorosa. El juego de colores es vibrante: un azul "royale" puro, un amarillo limón y el blanco grisáceo que domina el resto de la composición. Los colores de la ropa del conde se hacen eco en los jaeces de su montura, que parece simbolizar el espíritu impetuoso del jinete.
obra
Schad inició este tipo de retratos objetivos después de un viaje por Italia, a principios de la década. Con una factura brillante e impecable y una frialdad no menor, se interesa por personajes al margen, a los que retrata como si utilizara un bisturí en lugar de un pincel. Los mira como objetos que provocan su curiosidad, y que pueden provocar deseo. Su mirada es sobria, sin pasión, aún más fría que la de Sander. Igual que en las fotos de aquél, las personas aparecen como objetos de estudio científico, dignos de interés entomológico; aislados, aunque haya más de uno en el cuadro: solos, fríos y ausentes, sin capacidad para manifestar sentimientos y sin posibilidad de establecer una comunicación con otro, deshumanizados.