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fuente
Personaje notorio de la comunidad hispano-musulmana y mozarabe que ejercía como un gobernador civil actual.
obra
El 26 de enero de 1778 Goya entregaba la segunda serie de cartones para los tapices que iban a decorar el comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo, serie formada por cuatro escenas entre las que destacan la Cometa, los Jugadores de naipes y Niños inflando una vejiga. Por este cartón , el artista pedía 7.000 reales de vellón, cantidad similar a la que había recibido por otros encargos para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.Goya representa en sus cartones el mundo de los majos y majas madrileños, captado con tal naturalismo que provoca que el espectador se "introduzca" en la imagen y participe en la escena. Las figuras están colocadas en una estructura piramidal en primer plano, mientras en un segundo plano los majos y la mujer están más difuminados por efecto de la luz y el polvo del lugar. El colorido es muy vivo e intenso, aplicado con pinceladas rápidas y certeras, interesándose por todos los detalles de los trajes de los majos, que han pasado en la actualidad a llamarse "goyescos".El hombre fumando del primer plano y el gesto del embozado, que mira descaradamente el escote de la mujer aprovechando que ella eleva la mirada, son dos elementos que definen el carácter descriptivo de las escenas del genial aragonés.
termino
acepcion
Durante el Imperio Romano se convocaban estas reuniones a fin de tratar asuntos de negocios o discutir las propuestas de los magistrados. Con el tiempo su uso se ha extendido al ámbito de la política y a la celebración de elecciones.
obra
En los meses finales de 1792, Goya sufre una enigmática enfermedad que le dejará sordo para el resto de sus días y hará mucho más ácido su carácter. Se puede hablar de un antes y un después de la enfermedad del maestro. Durante su larga convalecencia, que duró casi un año, aunque estaba muy limitado, sí pintó algunas "cosillas" como el propio pintor las definía. Entre ellas, destacan unas pequeñas pinturas sobre hojalata que fueron presentadas a la Academia de San Fernando en enero de 1794, entre las que sobresale Cómicos Ambulantes. Las obras fueron muy celebradas por los académicos y van a señalar el nuevo camino que tomará la obra de Goya. Nos situaríamos como espectadores ante una representación de la "Commedia dell´arte" al aire libre, en la que Arlequín hace juegos malabares en un extremo, aludiendo a la inestabilidad del triángulo amoroso entre Colombina, Pierrot y Don Pantaleón. Delante de ellos, un enano baila con una botella y una copa en las manos para reforzar la idea de inestabilidad. En primer término, unas figuras grotescas sujetan una cartela en la que se lee "Alg. Men.", refiriéndose a la Alegoría Menandrea que da el subtítulo al cuadro. Algunos especialistas consideran que la alusión al triángulo amoroso vendría en relación a Godoy, María Luisa y Carlos IV. El estilo de Goya ha sufrido un cambio al emplear una pincelada suelta y empastada, situándose muy cerca de los Caprichos.
obra
Vasili Perov, discípulo de la Escuela de Pintura y Escultura de Moscú, fue el promotor de la pintura costumbrista de contenido crítico y social en Rusia. A lo largo de la década de 1860 se inclinó por temas que denunciaban la crueldad e indiferencia egoísta de los ricos y de los representantes de la Iglesia ante los pobres. Comida en el monasterio es un determinante ejemplo de esa crítica.
obra
En sintonía con Aún dicen que el pescado es caro pintó Sorolla este lienzo. El maestro exalta el trabajo de las clases populares valencianas, especialmente la dura labor de los pescadores, aunque están captados en uno de los pocos momentos de reposo en su faena: cuando comen en la barca. Todas las figuras están pintadas reuniéndose alrededor del cuenco de comida común, trabajadas de manera rápida y empastada, anteponiendo Sorolla el color al dibujo. Las tonalidades terrosas y ocres dominan la composición aunque también aparecen tonos azules o verdosos.
contexto
En cuanto a las comidas y hábitos culinarios también se modifican de forma significativa en varios aspectos. Aquéllas se realizan en el salón, estando precedidas por discusiones, plenas de pedantería, que se continúan durante su desarrollo. La idea de limpieza llega también a ellas, imponiendo el uso de platos, vasos y cubiertos individuales. La convivencia jerárquica de comensales de distinto origen social que permitía la mesa con distintas calidades de comida usual hasta entonces, se rompe en favor de una buscada igualdad socio-cultural entre los asistentes, lo cual no hizo sino incrementar el abismo entre elites y pueblo. Respecto a la evolución de los gustos, se va a caracterizar por: un menor uso de las especias, sustituidas en gran medida por plantas aromáticas y condimentos autóctonos; la distinción de un mayor número de trozos de carne, los mejores de los cuales se reservan para la nobleza y la burguesía; lo salado se separa de lo dulce; los buenos cocineros tratan de cocinar los alimentos de manera natural, lo que significaba darles su punto, no pasarse en la cocción o el asado y desterrar el uso de salsas superfluas que encubren el sabor original. También se generaliza el uso de la mantequilla como grasa y en la disposición de las mesas se prefiere rendir culto al gusto antes que al espectáculo. El número de manjares es similar al de antes, o si cabe mayor, pero a la hora de seleccionarlos, siguiendo el espíritu del siglo, se prefieren los valores nutritivos a los meramente ópticos y, así, las grandes aves de vistosos colores pero poco alimenticias se sustituyen por otras pequeñas, menos llamativas si bien más ricas. Además, la variedad de platos se incrementa para intentar atender a toda la diversidad de gustos posibles. Atrás ha quedado la vieja idea de que al corresponder éstos a diferentes temperamentos, los cuales se consideraban enfermedades, era preciso controlarlos, no darles satisfacción a fin de conseguir el equilibrio de los humores corporales. Ahora, antes por hedonismo que por conciencia de la falsedad de tales ideas, se preconiza lo contrario y el que se conocía como servicio a la francesa suponía una mesa en la que se servían distintos platos simultáneamente.
contexto
De los puertos norteamericanos de Portland y Norfolk había partido ya la escuadra con las fuerzas que invadirían Marruecos y, mientras cruzaba el Atlántico, en Gibraltar se concentraba la flota encargada de tomar Argelia. La base británica era un hervidero de hombres, armas y pertrechos. Las grúas trabajaban día y noche en los muelles. Lejos del bullicio del puerto, Eisenhower se reunía con Giraud para exponerle las características de Torch y la misión que se le asignaba. Giraud quedó decepcionado, pues esperaba el mando supremo de la operación en vez de la jefatura de las fuerzas francesas que lograse subordinar. Tampoco se entusiasmó ante los objetivos de Torch, pues había esperado que se tratara de un desembarco en el sur de Francia. Pero un acontecimiento fortuito iba a minimizar el papel de Giraud en Torch y a poner en grave peligro los planes aliados: un hijo del almirante Darlan, jefe del Ejército de Vichy, se hallaba gravemente enfermo en Argel. El almirante fue a visitar a su hijo moribundo y encontró que había grandes esperanzas de recuperación, por lo que resolvió quedarse unos días. Giraud, subordinado de Darlan, se hallaría ante una misión imposible. El día 7, de madrugada, la escuadra aliada de Gibraltar puso proa al Mediterráneo. Los rumores de invasión a las colonias francesas circulaban por todo el norte de África. El jefe militar de Argelia, general Juin, ordenó aumentar la vigilancia de los puertos de Argel y Orán y, en la noche del día 7 se reunió en su residencia con Darlan para valorar la situación. A esas horas los grupos de la resistencia francesa -que no pudieron reunir más de 200 hombres armados- recibieron la consigna de entrar en acción. A las 1.18 horas del 8 de noviembre, un grupo de comandos británicos llegó sigilosamente a la costa argelina y asaltó una batería de cañones de largo alcance. Los sorprendidos franceses intentaron resistir y allí se produjeron los primeros muertos de Torch. Minutos después, otros grupos de comandos intentaron tomar las instalaciones portuarias de Argel y Orán, siendo rechazados con graves pérdidas. Mientras el rugido de los cañones y la fusilería atronaban la capital argelina, los miembros de la resistencia tomaban el palacio donde estaban reunidos Juin y Darlan, pero pronto fueron reducidos por fuerzas militares. Entre tanto, en media docena de playas a lo largo de la costa argelina comenzaron los desembarcos previstos. La confusión resultó enorme entre las fuerzas francesas, algunos de cuyos jefes no acataron la orden de resistir y permitieron los desembarcos. Pero el panorama aliado tampoco resultó halagüeño en esas primeras horas. La 1? División de Infantería norteamericana era frenada en Arzev; el 503 Regimiento de paracaidistas se dispersó durante el lanzamiento, tardando 24 horas en alcanzar sus objetivos (algunos tomaron tierra en el Protectorado español, siendo internados). En Marruecos tampoco se produjo un triunfo inmediato. El general Bethouard, comprometido con Torch, fracasó en su intento de anular al general Nogués, jefe militar de Marruecos, que ordenó resistir. En Port Lyautey, al norte de Casablanca, la 9? División de Infantería USA pudo desembarcar, pero fue paralizada cerca de la costa, sufriendo más de 300 muertos... Al llegar el día se fue clarificando la situación. Pese a la oposición francesa, se recibió de Pétain la orden de combatir (20), sus posibilidades de éxito eran nulas. La aviación francesa, que en sus salidas derribó más de una docena de aviones aliados sobre Argelia, pronto quedó anulada. La marina, sorprendida en los puertos, combatió contra toda esperanza hasta quedar pulverizada. En Marruecos, la aviación también combatió con denuedo, causando y sufriendo cuantiosas bajas, hasta ser neutralizada. La marina, lo mismo que en los puertos argelinos, no pudo salir a la mar y se defendió con su artillería, padeciendo cuantiosas destrucciones y unos 500 muertos. Los aliados no tuvieron una recepción cordial, pero su neta superioridad aérea y marítima no pudo ser contrarrestada. A las 5 de la tarde del 8 de noviembre, Darlan (21) pidió un alto el fuego en la zona de Argel para entablar negociaciones con los aliados. Al conocerse esto, las guarniciones francesas se rindieron una tras otra, concluyendo totalmente las hostilidades el día 11.