De las escasas construcciones que conservamos del Bizancio del siglo V, destacan estas cisternas hoy llamadas Yerebatan Sarayi . Están formadas por 336 columnas de mármol, con un tipo de capiteles que serán muy comunes en el arte bizantino. Sobre ellas descansan una serie de bóvedas esféricas de clara influencia oriental .
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La citania del Monte Santa Tecla fue descubierta y comenzada a excavar en 1913. Debió ser un importante poblado minero pre-romano, teniendo además una excelente ubicación estratégica gracias a controlar la desembocadura del río Miño desde sus 200 metros de altura. El apogeo de esta población se prolongó hasta el siglo II de nuestra era, en que cayó en el olvido. El castro estaba fuertemente defendido por una muralla, fosos y torres. En el interior del recinto amurallado, sin apenas espacio entre ellas, se situaban las viviendas, perfectamente distribuidas ya que se han encontrado pequeñas calles y plazas. Se ha calculado que en su interior habitaría una media de 250 individuos. Las viviendas presentan distinta tipología que obedecen a la diferente función que tendría para los habitantes: vivienda, almacén, etc. La mayoría de las casas de los castros eran pequeñas y circulares. La parte baja de la construcción se realizaba a base de piedras irregulares de tamaño medio. Cubiertas de brezo o paja, en el interior de las viviendas se desarrollaba la vida cotidiana, en torno a un fuego central rodeado por bancos corridos. La citania de Santa Tecla fue declarada Monumento histórico-artístico en 1931.
obra
A mediados del siglo VIII a.C., en el noroeste de la Península Ibérica, se aprecia una transformación radical con la aparición de los primeros poblados de carácter estable, denominados castros o citanias, una forma de hábitat no exclusiva de esta zona pero que en ella alcanza su máxima expresión. El esplendor de la cultura castreña se sitúa ya en plena época de la dominación romana, siendo los ejemplos mejor conservados los castros de Coaña, en Asturias, y el de Santa Tecla, en Galicia. Estos nuevos poblados surgen de forma progresiva, imponiéndose como sistema dominante porque su emplazamiento controla los pasos estratégicos y permite el acceso a recursos naturales fácilmente explotables.Su forma de hábitat se caracteriza por núcleos de distinto tamaño, desde los más pequeños, de 23 por 20 m., hasta los mayores, de 391 por 280 metros. Se ha calculado que en su interior habitarían una media de 250 individuos.La citania del Monte Santa Tecla, descubierta y comenzada a excavar en 1913, debió ser un importante poblado minero pre-romano, teniendo además una excelente ubicación estratégica gracias a controlar la desembocadura del río Miño desde sus 200 metros de altura. El apogeo de esta población se prolongó hasta el siglo II de nuestra era, en que cayó en el olvido.Fuertemente defendida por una muralla, fosos y torres, en el interior del recinto amurallado, de forma desordenada y sin apenas espacio entre ellas, se situaban las viviendas. La mayoría de las casas de los castros eran pequeñas y circulares, mientras que otras, de planta cuadrada, podían tener hasta diez metros de longitud.Cubiertas de brezo o paja, en el interior de las viviendas se desarrollaba la vida cotidiana, en torno a un fuego central rodeado por bancos corridos. Al frente de los castros se hallaría un grupo privilegiado, que se beneficiaría de los bienes y objetos suntuarios procurados por actividades como la agricultura, la ganadería, la caza, el marisqueo o el comercio.
obra
La mayoría de las casas de los castros eran pequeñas y circulares, mientras que otras, de planta cuadrada, podían tener hasta diez metros de longitud. Cubiertas de brezo o paja, en el interior de las viviendas se desarrollaba la vida cotidiana, en torno a un fuego central rodeado por bancos corridos.
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A mediados del siglo VIII, en el noroeste de la Península Ibérica, se aprecia una transformación radical con la aparición de los primeros poblados de carácter estable, denominados castros o citanias, una forma de hábitat no exclusiva de esta zona pero que en ella alcanza su máxima expresión. El esplendor de la cultura castreña se sitúa ya en plena época de la dominación romana, siendo los ejemplos mejor conservados los castros de Coaña, en Asturias, y el de Santa Tecla, en Galicia. Estos nuevos poblados surgen de forma progresiva, imponiéndose como sistema dominante porque su emplazamiento controla los pasos estratégicos y permite el acceso a recursos naturales fácilmente explotables. Su forma de hábitat se caracteriza por núcleos de distinto tamaño, desde los más pequeños, de 23 por 20 m., hasta los mayores, de 391 por 280 metros. Se ha calculado que en su interior habitarían una media de 250 individuos. La citania del Monte Santa Tecla, descubierta y comenzada a excavar en 1913, debió ser un importante poblado minero pre-romano, teniendo además una excelente ubicación estratégica gracias a controlar la desembocadura del río Miño desde sus 200 metros de altura. El apogeo de esta población se prolongó hasta el siglo II de nuestra era, en que cayó en el olvido. Fuertemente defendida por una muralla, fosos y torres, en el interior del recinto amurallado, de forma desordenada y sin apenas espacio entre ellas, se situaban las viviendas. La mayoría de las casas de los castros eran pequeñas y circulares, mientras que otras, de planta cuadrada, podían tener hasta diez metros de longitud. Cubiertas de brezo o paja, en el interior de las viviendas se desarrollaba la vida cotidiana, en torno a un fuego central rodeado por bancos corridos. Al frente de los castros se hallaría un grupo privilegiado, que se beneficiaría de los bienes y objetos suntuarios procurados por actividades como la agricultura, la ganadería, la caza, el marisqueo o el comercio.
monumento
El poblado de Santa Tecla, en La Guardia (Pontevedra), es uno de los mejores ejemplos de la llamada cultura castreña. El origen de esta cultura se remonta a mediados del siglo VIII, en el noroeste de la Península Ibérica, cuando aparecen los primeros poblados de carácter estable, denominados castros o citanias, una forma de hábitat no exclusiva de esta zona pero que en ella alcanza su máxima expresión. El esplendor de este horizonte cultural se sitúa ya en plena época de la dominación romana, siendo los ejemplos mejor conservados los castros de Coaña, en Asturias, y este de Santa Tecla. El surgimiento de estos poblados es progresivo, estableciéndose en zonas o lugares de marcado carácter estratégico y de fácil acceso a recursos naturales, en el caso que nos ocupa el río Miño, que domina desde una altura de 200 m., y los yacimientos mineros de su entorno. Comenzado a excavar en fecha muy tardía, en 1913, su forma de hábitat se caracteriza por núcleos de distinto tamaño, desde los más pequeños, de 23 por 20 m., hasta los mayores, de 391 por 280 metros. Diversos estudios han determinado que en su interior habitarían una media de 250 individuos. Fuertemente defendida por una muralla, fosos y torres, en el interior del recinto amurallado, de forma desordenada y sin apenas espacio entre ellas, se situaban las viviendas. La mayoría de las casas de los castros eran pequeñas y circulares, mientras que otras, de planta cuadrada, podían tener hasta diez metros de longitud. Cubiertas de brezo o paja, en el interior de las viviendas se desarrollaba la vida cotidiana, en torno a un fuego central rodeado por bancos corridos. Al frente de los castros se hallaría un grupo privilegiado, que se beneficiaría de los bienes y objetos suntuarios procurados por actividades como la agricultura, la ganadería, la caza, el marisqueo o el comercio. El apogeo de esta población se prolongó hasta el siglo II de nuestra era, en que cayó en el olvido.
obra
Este edificio, destinado a cumplir funciones de asistencia social, constituyó una nueva y magnífica oportunidad para que Le Corbusier diese un paso adelante en su permanente investigación sobre las viviendas colectivas. En este caso debía atender a la disposición de habitaciones y lugares de uso colectivo. Esta espléndida fábrica del bien, como la definía Le Corbusier, también estaba llena de alusiones navales, tan frecuentes durante estos años en su obra.