RESTAURACIÓN Y FIN DE LA MONARQUÍA
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Datos principales
Desarrollo
1.La Restauración . La formación del sistema político . El proyecto político de Cánovas . Las bases del sistema: Constitución y partidos . La Constitución de 1876 . Los partidos de gobierno . El partido conservador . El partido liberal . La Corona y las elecciones . El recurso al fraude electoral . Las fuerzas contrarias al sistema: republicanos . El carlismo . El movimiento obrero . Economía, sociedad y cultura de la Restauración . La población: volumen y distribución . La economía . La agricultura . La industria y la minería . Las infraestructuras . Comercio y relaciones económicas exteriores . La sociedad: clases altas y medias . Clases trabajadoras rurales y urbanas . La educación y la Institución Libre de Enseñanza . Proyección social de la Iglesia católica . Construcción de una identidad nacional española . El espíritu de la época . El sistema en funcionamiento .
Primera experiencia liberal . Paréntesis conservador . El "Parlamento largo" . Giro proteccionista de los conservadores . La difícil unidad de los liberales . Las oposiciones al sistema. Los Republicanos . Carlistas e integristas . El problema anarquista . El Partido Socialista Obrero Español . La crisis de fin de siglo . El problema cubano . La situación internacional de España . La guerra de Cuba . La independencia de Filipinas . Después del 98 . Bibliografía sobre el reinado de Alfonso XII. 2.El reinado de Alfonso XIII . España a comienzos del reinado . El primer regeneracionismo en el poder . Regeneracionismo y movimientos regionalistas . Viejo y nuevo republicanismo . El gobierno de Maura . El gobierno de Canalejas . La movilización de los católicos . Transformación económica y social . El movimiento obrero: socialistas y anarquistas . España y la Primera Guerra Mundial .
Gobiernos de Dato y Romanones . La crisis de la monarquía constitucional . La crisis de 1917 . Los gobiernos de concentración . La crisis social de la posguerra . El turno de los conservadores. El catolicismo . Marruecos y Annual . La crisis del sistema . La generación del 98 . La generación de 1914 y las artes . La dictadura de Primo de Rivera . El golpe de Estado de Primo de Rivera . El dictador regeneracionista . La reforma política . La Unión Patriótica y los colaboradores de la Dictadura . La persecución del catalanismo . Marruecos y la política exterior de la Dictadura . El Gobierno de 1925: el Directorio Civil . La política económica y social . La Dictadura y los movimientos obreros . Los opositores a la Dictadura . El colapso de la Dictadura . El gobierno Berenguer . El Gobierno Aznar y las elecciones de abril de 1931 . La agonía de la Monarquía de Alfonso XIII . Bibliografía sobre el reinado de Alfonso XIII.
La Restauración
Hacia las nueve de la mañana del día 29 de diciembre de 1874, en un campo de olivos de las cercanías de Sagunto (Valencia), el general Arsenio Martínez Campos, ante una brigada del Ejército -1.800 hombres- proclamó rey de España al príncipe Alfonso de Borbón. A pesar de que el pronunciamiento de Martínez Campos no respondía a ningún plan en el que estuvieran comprometidos otros mandos destacados, de que él mismo fuera un general con poco prestigio profesional, de la escasa fuerza que controlaba directamente, y de lo secundario del lugar elegido para la proclamación, el golpe tuvo éxito. A ello contribuyeron la aceptación pasiva por la gran mayoría del Ejército, y el escaso apoyo civil que encontró el gobierno presidido por Sagasta.
Más información La formación del sistema político
La nueva monarquía fue capaz de derrotar, en poco más de un año, al ejército carlista que, al comienzo de 1875, todavía controlaba gran parte de las provincias vascas, Navarra y Cataluña -aunque ninguna de sus grandes ciudades- y extensas zonas de Aragón y Levante. La guerra colonial en Cuba también fue liquidada con éxito en 1878. Aun siendo esto muy importante, el hecho de mayor trascendencia ocurrido en los primeros años de la Restauración fue la formación de un nuevo sistema político.
Más información El proyecto político de Cánovas
Antonio Cánovas no era un teórico, o un filósofo de la política. Pero sobre las cuestiones fundamentales relativas a la nación y el Estado llegó a tener una serie de ideas fundamentales, fruto de la reflexión, el estudio y de su propia experiencia, a las que, no obstante su capacidad de adaptación y de compromiso, se atuvo a lo largo de toda su vida política. Lo que Cánovas pretendía, por tanto, era civilizar la política, excluyendo de ella a los militares, mediante la sustitución del pronunciamiento por el acuerdo entre los partidos para la alternancia en el poder.
Más información Las bases del sistema: Constitución y partidos
La necesidad de una Constitución integradora, que permitiera a los diferentes partidos gobernar de acuerdo con sus propios principios, nos indica, en primer lugar, la existencia de partidos con principios. Frente a la extendida creencia de que las ideas estaban completamente ausentes de la vida política, porque ésta consistía básicamente en el reparto de los beneficios del poder, y de que los partidos liberal y conservador no se distinguían uno de otro porque ambos eran meras redes de influencias políticas, hay que afirmar que, aunque efectivamente existía una componente clientelar muy fuerte y los partidos no eran fundamentalmente partidos de opinión, las ideas sí estaban presentes y desempeñaban un papel importante.
Más información La Constitución de 1876
Aunque escrita por Manuel Alonso Martínez, refleja íntegramente el espíritu de Cánovas. Se trata, en cierta medida, de una síntesis de las anteriores constituciones moderada y democrática, de 1845 y 1869, respectivamente. La Constitución establecía la composición bicameral de las Cortes, integradas por "dos cuerpos colegisladores, iguales en facultades: el Senado y el Congreso".
Más información Los partidos de gobierno
Los partidos monárquicos de la Restauración respondían a un modelo de partido perfectamente definido en los sistemas liberales europeos del siglo XIX, de sufragio restringido. Llamados partidos de notables o parlamentarios, ambas denominaciones reflejan sus características más importantes: el estar dominados por unos pocos individuos, que tenían una base electoral propia y estable, y el hecho de que el Parlamento fuera el espacio fundamental donde se desarrollaba su vida, en torno a la redacción de las leyes y a la actuación del gobierno, y donde los elementos diferenciadores eran básicamente ideológicos.
Más información El partido conservador
Si de Cánovas se dijo en su época que constituía él solo la Restauración, también se afirmó, con razón, que el partido conservador es Cánovas. Y es que el político malagueño no sólo fue el principal inspirador de las instituciones de la nueva monarquía sino el artífice y la personalidad más destacada de uno de los partidos de gobierno de la misma, el partido de la derecha o liberal-conservador.
Más información El partido liberal
En la formación y desarrollo del otro partido de gobierno -que terminaría llamándose partido liberal- también desempeñó un papel fundamental un individuo, en este caso, Práxedes Mateo Sagasta. Pero la naturaleza de su influencia fue distinta a la de Cánovas. Si éste lo era todo -ideas, proyectos y prestigio- en el partido conservador, la fuerza de Sagasta radicaba, por el contrario, en la carencia de planteamientos personales, unida a la capacidad para unir a las distintas personalidades y agrupaciones que terminaron confluyendo en el partido.
Más información La Corona y las elecciones
La Corona era la piedra angular de la arquitectura canovista, en cuanto que era la institución encargada de distribuir el poder a los partidos, y así civilizar y pacificar la vida política; y esta función real tenía la correspondiente cobertura legal en la Constitución.
Más información El recurso al fraude electoral
Al inicio de la Restauración, existía un acuerdo unánime en el hecho de la inexistencia de un electorado independiente en España; igualmente todos estaban conformes en la causa de este hecho: la injerencia gubernamental en las elecciones. En la Constitución de 1876 los legisladores adoptaron un sistema bicameral y trataron de que en el Senado estuvieran representadas grandes fuerzas sociales. Poco después, en 1878, aprobaron una ley electoral para diputados a Cortes en la que se sutituyó el sufragio universal masculino, reconocido en 1868, por un censo electoral del que sólo formaban parte quienes pagaran una determinada contribución o acreditaran unos estudios concretos.
Más información Las fuerzas contrarias al sistema: republicanos
El éxito de la fórmula canovista fue también consecuencia de la debilidad de los grupos políticos que, por sus principios, eran opuestos a la misma: republicanos y carlistas. El gran partido republicano del sexenio democrático, el Federal, comenzó a desintegrarse a raíz de la intervención del general Pavía en el Congreso. Castelar se apartó explícitamente del mismo. Pi y Margall, Figueras y Salmerón se hallaban enfrentados. Ruiz Zorrilla, desde su regreso a España, trató inútilmente de recomponer la unidad sobre nuevas bases.
Más información El carlismo
Para muchos combatientes carlistas -entre quince y veinte mil- la emigración en Francia siguió a la derrota militar que culminó en la primavera de 1876. En los cuadros del partido carlista existía una profunda diferencia de opinión; unos eran partidarios del retraimiento político -con la idea de volver a intentar pronto un levantamiento militar-; otros, por el contrario, defendían la vía legal mediante la integración en el sistema de la Restauración.
Más información El movimiento obrero
Los anarquistas introdujeron cambios en su organización para adaptarse a las nuevas circunstancias y tratar de sortear la persecución policial. Los nuevos estatutos, aprobados en 1875, dividieron el territorio del Estado en nueve comarcas, y crearon comisiones en cada una de ellas, como organismos intermedios entre la comisión federal y las federaciones locales. Todo ello, sin embargo, no impidió que sus efectivos se fueran reduciendo progresivamente a lo largo de estos años. Con relación a los marxistas, en 1879 se fundará el Partido Socialista Obrero Español. Pablo Iglesias fue nombrado secretario de la comisión ejecutiva.
Más información Economía, sociedad y cultura de la Restauración
En España, el último cuarto del siglo XIX no fue un período de grandes transformaciones globales en los ámbitos de la economía, la sociedad y la cultura. No quiere decir esto que no ocurrieran algunas cosas importantes en todos estos campos. La segunda revolución industrial tuvo sus manifestaciones más destacadas en el desarrollo de la minería, en diversos puntos de la geografía española, y en la creación de una moderna siderurgia en Vizcaya. En alguna medida, se extendió una mayor conciencia de los problemas sociales y de la pobreza que afectaba a grandes masas de población. Surgió una iniciativa educativa que habría de ejercer una gran trascendencia: la Institución Libre de Enseñanza. Y los escritores realistas y naturalistas produjeron algunas de las obras más destacadas de la literatura castellana.
Más información La población: volumen y distribución
Entre 1877 y 1900 -años en que se efectuaron censos-, la población española creció algo más de dos millones y medio, situándose, al comenzar el siglo XX, en 18 millones y medio de personas. Este crecimiento neto no es en absoluto despreciable, sobre todo si se tiene en cuenta la importancia de la emigración, especialmente después de 1885. La población urbana era claramente minoritaria. Hubo ciudades que iniciaron o continuaron la construcción de ensanches, que comenzaron a extenderse en barrios residenciales -la Ciudad Lineal, de Arturo Soria, en Madrid, por ejemplo-, cuyo acceso fue facilitado por un nuevo medio de transporte, el tranvía, y en las que la iluminación por gas empezó a ser sustituida por la eléctrica.
Más información La economía
En la actividad económica del último cuarto de siglo cabe distinguir cuatro etapas: una primera de expansión, otra de crisis agrícola y pecuaria, una tercera de cierta recuperación y la última producida por la guerra de Cuba.
Más información La agricultura
El sector primario de la economía continuó siendo el más importante, al aportar más de la mitad de la renta nacional y ocupar a dos tercios de la población activa.
Más información La industria y la minería
Los sectores textil y siderúrgico -máximos exponentes de la primera revolución industrial- representaban todavía, en las últimas décadas del siglo XIX, las principales actividades industriales de Europa. Al mismo tiempo, se estaban sentando las bases -produciéndose los descubrimientos científicos e inventando sus aplicaciones prácticas- de la que se denomina segunda revolución industrial, cuyos principales símbolos son la energía eléctrica y el automóvil.
Más información Las infraestructuras
Las infraestructuras de transportes y comunicaciones experimentaron considerables mejoras a finales del siglo XIX, que redundaron en favor de una mayor integración del territorio nacional. El mayor impulso en la construcción de carreteras del Estado se dio en las de tercer orden, o carreteras de enlace entre las vías principales, que triplicaron su extensión. En cuanto al ferrocarril, de los 5.840 kilómetros de vía normal construidos en 1875, se pasó a 11.040 en 1900. Los entonces tradicionales medios de comunicación -el correo y el telégrafo- estaban en manos del Estado y experimentaron una importante extensión territorial y mejora del servicio. La gran novedad en esta materia fue la invención del teléfono por Graham Bell, en 1876. Al año siguiente ya se realizaron pruebas telefónicas en España.
Más información Comercio y relaciones económicas exteriores
Las mejoras en los transportes y comunicaciones impulsaron, lógicamente, la integración del mercado nacional. El volumen del comercio exterior de España fue relativamente modesto, entre 1.000 y 1.700 millones, en el período 1875-1900. Los países con los que se establecieron la mayor parte de los intercambios fueron Francia y el Reino Unido, seguidos a distancia por los Estados Unidos y Alemania. La balanza comercial, salvo en contadas ocasiones, fue deficitaria para España. Por último, en relación con las finanzas, el último cuarto del siglo XIX contempló la consolidación del Banco de España como un banco nacional al servicio del gobierno. En 1874 el Banco de España había recibido el monopolio de la emisión de billetes.
Más información La sociedad: clases altas y medias
Las transformaciones demográficas y económicas marcan los límites de los cambios en la estructura social de España durante las primeras décadas de la Restauración. En conjunto, la sociedad española siguió siendo una sociedad extremadamente desigual y predominantemente rural, con un gran peso de los valores y jerarquías tradicionales. No obstante, en determinadas regiones, los efectivos urbanos -tanto burgueses como obreros- experimentaron considerables aumentos y, con ellos, la afirmación de nuevas mentalidades.
Más información Clases trabajadoras rurales y urbanas
Los trabajadores agrícolas asalariados eran el grupo social peor parado. El atraso tecnológico implicaba bajos salarios para hacer rentables las explotaciones, pero la situación en Andalucía y Extremadura era escandalosa: las ganancias conseguidas -mediante trabajo a destajo de todos los miembros de la familia, de sol a sol (más de 16 horas al día)- en las temporadas de labor no sumaban lo bastante para asegurar ni siquiera una alimentación suficiente durante todo el año, cuando el trabajo era sólo esporádico. En la industria, o en las minas, el trabajo era igualmente duro y largo, pero el salario era mayor que en las tareas agrícolas. A comienzos de los años 70, la jornada en las fábricas o talleres era con frecuencia de 14 horas.
Más información La educación y la Institución Libre de Enseñanza
Sólo un 28 por 100 de la población española sabía leer y escribir en 1877. La proporción aumentó hasta el 36,2 por 100 a principios de siglo. Las críticas a la calidad de la enseñanza en los diferentes niveles fue constante y, de acuerdo con los testimonios aportados por los protagonistas, completamente justificadas. Una excelente iniciativa fue la Institución Libre de Enseñanza, creada en 1876 por algunos de los profesores expulsados de la Universidad, con motivo de la segunda cuestión universitaria, provocada por la política del marqués de Orovio. El principal promotor de la Institución fue Francisco Giner de los Ríos, padre espiritual de los discípulos de Sanz del Río -los krausistas-.
Más información Proyección social de la Iglesia católica
El último cuarto del siglo XIX fue un período de franca recuperación de la influencia social de la Iglesia en España. Es cierto que fracasó el intento de crear una organización que centralizara y dirigiera todas las iniciativas católicas existentes: el movimiento católico impulsado por los Congresos Católicos, que comenzaron a celebrarse en Madrid en 1889. Pero el hecho fue que a través de esas múltiples iniciativas, dispersas y variadas, los católicos estuvieron presentes e influyeron poderosamente en la sociedad. Los campos más importantes donde se manifestó esta actividad fueron la enseñanza, las publicaciones y la asistencia social.
Más información Construcción de una identidad nacional española
Tanto el partido conservador como el liberal compartieron un intenso sentimiento nacionalista español. El proyecto político de Cánovas -el sistema de la Restauración- puede ser entendido como un proyecto regeneracionista "avant la lettre" de la nación española. La presencia del nacionalismo también fue muy profunda entre los republicanos. Nada tuvo tanta influencia en la construcción de una identidad nacional española como la consolidación de la fiesta y la música más nacionales: los toros y la zarzuela, con nombres como los toreros Lagartijo y Frascuelo o los músicos Barbieri, Chueca, Bretón, Chapí, Albéniz, Granados o Falla.
Más información El espíritu de la época
El positivismo fue el elemento clave de la mentalidad predominante -en España lo mismo que en el resto de Europa- desde mediados de los años setenta hasta fin de siglo. Nadie se libró del impacto positivista y como prueba de ello señala la influencia que el espíritu positivo tuvo sobre dos filosofías idealistas de gran arraigo en el período anterior: el krausismo, y el socialismo proudhoniano y federalista de Pi y Margall. El realismo y, más tarde, el naturalismo, fueron las estéticas del positivismo, y la novela su principal forma de expresión literaria. En este caso, las mejores manifestaciones españolas son las obras de Benito Pérez Galdós, José María de Pereda, Emilia Pardo Bazán y Leopoldo Alas, Clarín.
Más información El sistema en funcionamiento
Entre el comienzo de la alternancia de los partidos en el poder, en 1881, y el inicio de la guerra de Cuba, en 1895 -hecho que abrió un nuevo período en la vida española-, el sistema político funcionó de acuerdo con las previsiones de Cánovas. La muerte de Alfonso XII en noviembre de 1885 sembró la alarma, pero nada ocurrió. María Cristina de Austria, la segunda esposa de Alfonso XII, ocuparía la regencia durante la minoría de edad de Alfonso XIII -nacido rey en mayo de 1886- cumpliendo escrupulosamente las funciones de la Corona.
Más información Primera experiencia liberal
Primera experiencia liberal
En los tres años comprendidos entre febrero de 1881 -llamada de los fusionistas al poder- y enero de 1884 -fin del gobierno de la Izquierda Dinástica- tuvo lugar algo fundamental para la monarquía de Alfonso XII: la incorporación a las funciones de gobierno de constitucionales y demócratas, ganados definitivamente para el sistema político de la Restauración. Con ello se hacía realidad el turno pacífico de los partidos.
Más información Paréntesis conservador
En 1884 Alfonso XII optó por llamar de nuevo a los conservadores al poder. Cánovas quiso dejar la presidencia del Consejo de ministros a Romero Robledo, pero ni el partido ni, sobre todo, el rey aceptaron la jubilación anticipada del hombre clave de la Restauración. En el gobierno conservador que se formó en aquella ocasión figuraba Alejandro Pidal y Mon, el hombre más representativo de la Unión Católica. La incorporación de Pidal al gobierno significaba el fin de la identificación entre católicos y carlistas, además de un importante cambio en el partido conservador que, a partir de entonces, contó con una importante nómina de católicos oficiales en sus filas.
Más información El "Parlamento largo"
El primer ministerio formado por Sagasta en la Regencia era una perfecta mezcla de los notables de las distintas ramas que componían el partido: Moret, Montero Ríos, Venancio González, Alonso Martínez, Camacho, Gamazo, Jovellar y Berenguer. Cristino Martos no tenía ninguna cartera pero estaba reservada para él la presidencia del Congreso. A lo largo de los casi cinco años siguientes, las Cortes elegidas en abril de 1886 -las Cortes de más larga duración de la Restauración, las únicas que estuvieron a punto de agotar su vida legal- fueron cumpliendo el programa liberal y consolidando así el partido.
Más información Giro proteccionista de los conservadores
En 1890 nuevamente los conservadores accedieron al poder. El Arancel de 1891 supuso lo que se ha llamado el giro proteccionista de la Restauración, un proteccionismo que no haría sino incrementarse en los siguientes años. El partido conservador terminó adoptando una política proteccionista -y siendo secundado en ella por el liberal- en respuesta a las peticiones de gran parte de agricultores e industriales.
Más información La difícil unidad de los liberales
En 1892 nuevamente los liberales formaron gobierno. El ministerio que Sagasta formó en 1892 fue llamado de notables, porque contenía a la plana mayor del partido liberal. En el ministerio de 1892, además de la presencia de Gamazo (Hacienda) y su cuñado Antonio Maura (Ultramar), y de Moret (Fomento), era importante la incorporación del general López Domínguez (Guerra). El gobierno liberal tuvo que hacer frente en el otoño de 1893 a la llamada guerra de Melilla.
Más información Las oposiciones al sistema. Los Republicanos
Los principales partidos republicanos, en el período que estamos considerando, fueron el progresista de Manuel Ruiz Zorrilla y el federal de Francisco Pi y Margall; además estaban el partido posibilista de Emilio Castelar, que se disolvió a comienzos de los años 90, y el centralista de Nicolás Salmerón, surgido en las mismas fechas. Todos eran partidos interclasistas; sin embargo, en el posibilista era mayor la presencia de elementos de las clases medias acomodadas e, incluso, de la elite comercial y financiera, mientras que el partido federal era el que contaba con mayor arraigo entre las clases populares. Su implantación fue fundamentalmente urbana.
Más información Carlistas e integristas
El carlismo resultó profundamente dañado por la fundación de la Unión Católica y su integración en el partido conservador, en 1884, lo que puso fin a la identificación entre católicos y carlistas existente desde 1868. El enfrentamiento entre quienes pretendían organizarse como partido y luchar en la legalidad, y los que defendían el retraimiento, esperando que la monarquía de Alfonso XII se hundiera por sí sola, data de los comienzos de la Restauración. La escisión integrista supuso, por otra parte, algo muy positivo para el carlismo: soltar el lastre de quienes se oponían a la participación en la vida política.
Más información El problema anarquista
La liberalización política que siguió al primer gobierno de Sagasta en la Restauración, también afectó positivamente al desarrollo de las organizaciones obreras, tanto de carácter anarquista como marxista. La posibilidad de actuar en la legalidad llevó a los anarquistas a la celebración de un congreso en Barcelona, en 1881, en el que adoptaron el nombre de Federación de Trabajadores de la Región Española. El desarrollo de la Federación en el plazo de un año fue extraordinario: los afiliados llegaron a ser 57.934. Pero el desarrollo organizativo del movimiento anarquista fue realmente efímero, inicianado a prtir de entones un doble camino: el intelectualismo y el terrorismo.
Más información El Partido Socialista Obrero Español
Respecto al Partido Socialista Obrero Español, creado en 1879, su expansión fue muy lenta. Al amparo de la ley de asociaciones de 1887, en agosto de 1888 tuvo lugar en Barcelona un Congreso nacional obrero que acordó la creación de la Unión General de Trabajadores, la central sindical socialista cuyo primer presidente fue García Quejido. Una semana más tarde se celebró el congreso fundacional del Partido Socialista Obrero Español, que eligió a Pablo Iglesias como presidente del comité central.
Más información La crisis de fin de siglo
El equilibrio conseguido en todos los terrenos se vio profundamente afectado por la guerra que se inició en Cuba, en 1895, y que concluiría en 1898 con la derrota española frente a los Estados Unidos; el Desastre, como lo denominaron los contemporáneos y todavía lo llamamos hoy. La experiencia de la guerra y el espectáculo de otra repatriación, la de los soldados heridos y mutilados en la campaña colonial. estuvo en el origen de un nuevo fenómeno social de trascendencia: la impopularidad del Ejército entre las clases más desfavorecidas -las principales víctimas de la guerra-, por el agravio comparativo que suponía la redención a metálico.
Más información El problema cubano
La Restauración heredó, junto con la guerra carlista, otra guerra en Cuba, iniciada en octubre de 1868, la que sería conocida como guerra de los Diez Años. Ésta -y la guerra chiquita que se libró a continuación, hasta 1880- tuvieron dos consecuencias fundamentales: dieron un gran impulso al nacionalismo cubano, y favorecieron la penetración económica de los capitalistas de Estados Unidos en la isla.
Más información La situación internacional de España
El planteamiento inicial de las relaciones exteriores en la Restauración fue de Cánovas. El partido liberal tuvo un actitud relativamente distinta en esta materia, en el sentido de desplegar una mayor actividad y ambición. En 1887, Moret consiguió efectivamente una vinculación con la Triple Alianza - Italia, Alemania y Austria-Hungría-, que no sirvió de nada a España a la hora de su enfrentamiento con los Estados Unidos.
Más información La guerra de Cuba
En Cuba, la guerra empezó el último domingo de febrero de 1895. Las sublevaciones tuvieron lugar en diversas poblaciones pero sólo triunfaron en el este de la isla. El plan había sido trazado por el Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí. Éste, Máximo Gómez y Antonio Maceo, fueron los máximos líderes. Los intereses norteamericanos en la isla forzaron su intervención, con lo que el conflicto se decantó definitivamente del lado independentista.
Más información La independencia de Filipinas
En la guerra contra Estados Unidos, las islas Filipinas, a pesar de su importancia objetiva, jugaron siempre un papel secundario. La sublevación había comenzado en el archipiélago en 1896, con líderes como José Rizal o Emilio Aguinaldo. o obstante fueron tropas norteamericanas las que tomaron Manila, en agosto de 1898, después de la firma del protocolo de Washington.
Más información Después del 98
La decepción y la tristeza sustituyeron en el ánimo popular al entusiasmo nacionalista predominante en los primeros momentos del conflicto con los Estados Unidos. El sentimiento de frustración, intenso, profundo y duradero, no tuvo, sin embargo, traducción política. Las fuerzas de oposición al sistema -republicanos, socialistas y carlistas- no supieron o no pudieron aprovecharlo.
Más información El reinado de Alfonso XIII
El período que cubre el reinado de Alfonso XIII coincide, aproximadamente, con el primer tercio del siglo XX y en él se produjeron cambios importantísimos en la política y en la sociedad españolas. Resulta, por tanto, falsa la consideración que en otras épocas ha sido habitual en la historiografía de que en este período no hubo auténticos cambios sino que no fue otra cosa que la prolongación del mundo inerte de la Restauración. Por el contrario, la misma modificación del marco institucional, así como el proceso de crecimiento económico y el desarrollo del sindicalismo prueban el dinamismo de la etapa.
Más información España a comienzos del reinado
Con el cambio de siglo España se convirtió casi exclusivamente en una potencia europea cuyo marco intelectual y político se debía vincular con el liberalismo, pero cuya realidad social tenía mucho más que ver en no pocos aspectos con el mundo balcánico o el hispanoamericano. El contraste entre esas dos realidades contribuye a explicar el reinado de Alfonso XIII y sus propósitos de regeneración de España.
Más información El primer regeneracionismo en el poder
La inestabilidad política entre los años 1902 y 1907 ha acuñado la expresión crisis orientales por alusión al palacio de Oriente, como si de él hubiera surgido la iniciativa de la sustitución de unos gobiernos por otros. En efecto, se atribuyó a Alfonso XIII un papel de primera magnitud en el desarrollo de las crisis. Sin negar la intervención del monarca, hay que recordar también que los partidos políticos estaban divididos y en trance de reorganización y eso contribuyó a las continuas crisis de gobierno.
Más información Regeneracionismo y movimientos regionalistas
En el comienzo del reinado de Alfonso XIII se puede apreciar la aparición de ese talante regeneracionista que pretendía la conversión en realidad de unas instituciones caracterizadas por adulterar de manera sistemática la representación política. Los esfuerzos de Francisco Silvela, como luego los posteriores de Antonio Maura y José Canalejas, pretendieron dar respuesta a la necesidad de que el régimen se convirtiera en auténtico desde el ejercicio del poder. De los movimientos regionalistas durante el reinado de Alfonso XIII, sin duda, el que alcanzó mayor relevancia política fue el catalán.
Más información Viejo y nuevo republicanismo
Aunque el republicanismo existía desde los comienzos de la Restauración, para él tuvo el desastre del 98 un efecto galvanizador muy importante aunque tan sólo temporal. El regeneracionismo ambiental supuso la incorporación al republicanismo de los intelectuales, entre ellos Joaquín Costa y Benito Pérez Galdós, a principios del siglo XX, si bien las esperanzas de que España se convirtiera en República con el paso del tiempo y, sobre todo, a partir de la Primera Guerra Mundial, más bien tendieron a disminuir que a acrecentarse.
Más información El gobierno de Maura
En enero de 1907 ascendió al poder el partido conservador con Antonio Maura a la cabeza como jefe indisputado después de la muerte de Fernández Villaverde y Romero Robledo. La labor realizada por Maura desde el poder no tiene parangón con nada de lo intentado o realizado hasta entonces por los políticos del régimen: cuando en 1909 dejó el gobierno se habían aprobado 264 disposiciones, de las que la mitad lo habían sido por las dos Cámaras y el resto sólo por el Congreso. Hasta junio de 1909 Antonio Maura apenas había tenido que afrontar dificultades importantes en su gestión de gobierno, pero a partir de ese verano la situación cambió rápidamente a causa de los acontecimientos de la Semana Trágica de Barcelona.
Más información El gobierno de Canalejas
En el mes de febrero de 1910, José Canalejas sustituyó a Moret en la jefatura del gobierno. Era un regeneracionista a la manera de Maura. Por otro lado, si éste no había experimentado dificultades en su gestión hasta casi el final de su mandato, Canalejas tuvo frecuentes problemas relacionados sobre todo con el orden público. La labor legislativa de Canalejas, comparada con la de Maura, resulta mucho más discreta pero también muy efectiva. Su labor de gobierno concluyó de manera trágica cuando fue asesinado el día 12 de noviembre de 1912 en la Puerta del Sol a manos de un anarquista que no pretendía acabar con él sino con Alfonso XIII.
Más información La movilización de los católicos
El papel de la Iglesia en la sociedad española constituyó una de las cuestiones más relevantes en la discusión política desde comienzos de siglo. Pero en una época regeneracionista, se puede decir que el regeneracionismo llegó también al catolicismo. Esto supuso, por un lado, una movilización y, por otro, una actuación utilizando unos procedimientos de una mayor modernidad.
Más información Transformación económica y social
La década final del XIX supuso en España, como en el conjunto de Europa, una etapa de crisis económica. En nuestro caso se podría pensar que esta situación estaría agravada por el hecho del desastre del 98 pero, en realidad, éste tuvo unas consecuencias económicas que pueden calificarse de netamente positivas en cuanto que produjo una importante repatriación de capitales. La crisis económica, sin embargo, produjo una creciente tendencia hacia el establecimiento de barreras proteccionistas. De los cambios sociales acontecidos en estos años de comienzo de siglo el más importante es el que se refiere a la movilidad de la población, con un fuerte incremento de la migración interior y exterior.
Más información El movimiento obrero: socialistas y anarquistas
Pese a que se ha solido atribuir una gran conflictividad a la sociedad española a comienzos del siglo XX, la realidad es que ésta resulta inferior a lo que es habitual admitir y ello no por la ausencia de diferencia entre los poderosos y los humildes sino por el carácter tradicional de la sociedad. El impacto del movimiento huelguístico fue reducido hasta la segunda década de siglo.
Más información España y la Primera Guerra Mundial
España era una potencia europea que en este marco geográfico desempeñaba un papel de segundo rango. Carecía de la potencia económica y militar suficiente como para presentarse como un aliado deseable a cualquiera de las grandes potencias europeas. Cuando se produjo el conflicto nuestra postura hubo de ser necesariamente de neutralidad, fundamentalmente por pura impotencia. Si la política española se vio gravemente afectada por la guerra no fue menos importante el modo en que la sociedad nacional sufrió el impacto del conflicto bélico, hasta el punto de que ha llegado a afirmarse que éste tuvo una entidad y trascendencia capitales para el desarrollo del capitalismo español.
Más información Gobiernos de Dato y Romanones
Gobiernos de Dato y Romanones
Eduardo Dato se convirtió en el sucesor de Antonio Maura en la jefatura del partido conservador. Hábil y dúctil ante las circunstancias, fue uno de los introductores de la legislación social en España, pero sin embargo fue acusado por los mauristas de aplazar los problemas más graves. Sucedió a Dato el Conde de Romanones, jefe de los liberales, con un gobierno que agrupaba a lo mejor de ese partido como expresión misma de su reconstrucción.
Más información La crisis de la monarquía constitucional
El impacto de la Primera Guerra Mundial en España tuvo un efecto decisivo sobre su evolución histórica. Esa España que había permanecido en el marco de las estructuras políticas de la Restauración ahora experimentó un cambio decisivo cuyos motivos deben encontrarse en el crecimiento económico, el desarrollo del sindicalismo obrero, la reivindicación de los nacionalismos y, más en general, una efervescencia provocada en la vida pública por todas esas circunstancias.
Más información La crisis de 1917
La cuestión social experimentó un cambio sustancial a partir de la Primera Guerra Mundial. Por vez primera los sindicatos fueron de masas y pudieron pretender hacer una huelga general efectiva. Pero si la gravedad de la situación económica afectaba a las clases humildes también puede decirse lo mismo de las clases medias profesionales vinculadas con la administración. Entre ellos, por descontado, le correspondió un papel de primera importancia al Ejército. La protesta militar la protagonizó el burocratizado ejército peninsular, por medio de las Juntas de Defensa.
Más información Los gobiernos de concentración
La crisis de 1917, lejos de resolverse, tuvo consecuencias graves. En el mes de marzo de 1918 se produjo la crisis del gobierno de García Prieto que resultó aún más grave que la anterior, porque daba la sensación de que nadie estaba dispuesto a hacerse con el poder y quien lo estaba no era aceptado por el resto de las fuerzas políticas. Ante la amenaza de una abdicación de Alfonso XIII, finalmente se logró formar un Gobierno Nacional que fue recibido con fervorosas muestras de entusiasmo patriótico. En él figuraron los políticos más importantes: estuvo presidido por Antonio Maura y formaron parte del mismo Cambó, Romanones, Dato, García Prieto, Alba... etc.
Más información La crisis social de la posguerra
Los años de la posguerra mundial fueron de grave crisis social en todo el mundo y también en España. Como en el resto del mundo, la agitación social alcanzó su punto culminante en 1919 y fue acompañada por el ejercicio de la violencia. Los sindicatos españoles que habían tenido una escasa importancia hasta el año 1914, crecieron de una forma muy considerable hasta llegar a desempeñar un papel político importante. Se constituyó un fuerte movimiento obrero anarcosindicalista que, aunque había tenido su origen con anterioridad, logró ahora la plenitud de su desarrollo y constituyó el vehículo fundamental de la protesta obrera.
Más información El turno de los conservadores. El catolicismo
Desde el momento de la caída del gobierno Romanones en relación con los desórdenes sociales de Barcelona, éste fue el tema central de la política española hasta que apareció en ella el tema del desastre de Marruecos. De 1919 a 1921 fueron los conservadores quienes se hicieron cargo del poder dando una unidad al período, aunque la política seguida por cada uno de los gobiernos fuera a veces divergente.
Más información Marruecos y Annual
Tras 1898 la acción colonial española se redujo tan sólo a África y en ella su presencia fue decreciente y escasamente remuneradora. La clase política optó por permanecer en el norte de África por una mezcla entre el orgullo nacional y la necesidad de aceptar la responsabilidad atribuida por el resto de las potencias. En 1919 el general Berenguer siguió una política de penetración lenta pero resuelta, con una utilización sólo circunstancial de la fuerza. Esta estrategia triunfó ampliamente en la zona occidental pero en la oriental, el mucho menos prudente general Silvestre actuaba con imprudencia y excesivos riesgos. En esa zona oriental Abd-el-Krim acaudilló la reacción de los rifeños y, a mediados del mes de julio de 1921, fueron atacados los puestos españoles de Annual e Igueriben.
Más información La crisis del sistema
El sistema político de la Restauración estaba en plena crisis a la altura del año 1923. Aunque se había producido algún cambio en su seno lo cierto es que éste había sido muy insuficiente y sólo había contribuido a multiplicar la inestabilidad. En el período comprendido entre 1917 y 1923 hubo veintitrés crisis totales y treinta parciales. No puede extrañar que la opinión pública pensara que el Estado iba a la deriva en manos de unos incapaces. Por otro lado, apenas si se puede decir que hubiera una verdadera oposición capaz de convertirse en auténtica alternativa al sistema de la Restauración.
Más información La generación del 98
La llamada generación del 98 debería ser llamada finisecular. La crítica al sistema de la Restauración fue anterior a su aparición y, además, tuvo muchos puntos de contacto con la generación que actuó al mismo tiempo en la vecina Francia. Su estética literaria supone ante todo un alejamiento respecto del modelo realista y más aún del naturalismo. Fueron hombres de periódico más que de dedicación universitaria, salvo en el caso de Miguel de Unamuno. En general, también resultaron mucho más cercanos al republicanismo o al anarquismo, aunque sólo algún tiempo, que al socialismo. Su actitud crítica generalizada respecto de las realidades españolas no excluía la aceptación de una peculiaridad española defendida incluso a ultranza frente a una posible intromisión europea.
Más información La generación de 1914 y las artes
Si la llamada generación del 98 inicia una Edad de Plata de la literatura española, las artes brillaron a una altura semejante. Aunque hubo una arquitectura que trataba de reintroducir estilos considerados como nacionales (desde el plateresco al mudéjar), lo que convirtió a Barcelona en capital de la arquitectura europea fue el modernismo de Gaudí y de Domenech i Muntaner, que vinculó de una manera que pareció definitiva a la capital catalana con un estilo. Sin Barcelona no se entiende a Picasso, pero además, a un nivel más convencional, Casas y Anglada Camarasa, Sorolla y Zuloaga figuraron entre los grandes pintores internacionales del final de siglo, aunque luego debieron adecuarse a las limitaciones de un mercado como el español.
Más información La dictadura de Primo de Rivera
A comienzos del año 1923 el problema de Marruecos había exacerbado las tensiones del sistema político mientras que los partidos que lo protagonizaban se mostraban incapaces de llevar a cabo una renovación, hundiéndolo en el desprestigio y la radical inestabilidad. El golpe de Estado del general Primo de Rivera no fue provocado por el temor a la revolución, sino por la incapacidad del propio sistema parlamentario en un momento en que la derrota de Marruecos daba una especialísima relevancia al Ejército.
Más información El golpe de Estado de Primo de Rivera
En 1923 el clima de crisis y descomposición del sistema era evidente. El gobierno de Concentración Nacional no ea capaz de solucionar los múltiples frentes abiertos. En este contexto, se produce el golpe de Estado de Primo de Rivera, el 13 de septiembre.
Más información El dictador regeneracionista
El general Primo de Rivera preconizaba una regeneración de la vida política española, algo que no era ajeno al propio sistema de la Restauración sino que, por el contrario, toda la sociedad española de su tiempo la propugnaba, tanto los políticos como los intelectuales e incluso los mismos conspiradores militares que habían tomado parte en el golpe de Estado del 13 de septiembre.
Más información La reforma política
El tema de la regeneración política era uno de los principales propósitos que habían llevado al general Primo de Rivera a hacerse cargo del gobierno del país y a ello se dedicó desde el primer momento, centrándose, sobre todo, en la persecución del caciquismo. Para ello, el general utilizó fundamentalmente dos métodos: por un lado, la intervención del Gobierno a nivel local y, por otro, una serie de medidas legislativas de carácter nacional.
Más información La Unión Patriótica y los colaboradores de la Dictadura
Dentro de la mentalidad política regeneracionista, la labor de un cirujano de hierro, como se denominaba a sí mismo Primo de Rivera, no sólo tenía que destruir la política corrupta sino que también debía promocionar una política nueva. A ello respondió la creación de la Unión Patriótica como un partido único. Durante la Dictadura hubo ya entre los intelectuales defensores de ésta como un régimen estable y permanente; así sucedió con Ramiro de Maeztu o Eugenio D'Ors.
Más información La persecución del catalanismo
La postura de Primo de Rivera respecto al tema de los nacionalismos es difícil de comprender si no es dentro de su programa regeneracionista. Existía un punto de contacto importante entre los movimientos de tipo nacionalista y la Dictadura que derivaba de un común regeneracionismo. Pero muy pronto Primo de Rivera olvidó estos propósitos regionalistas, y se puede decir que los años de su gobierno constituyen una marcha progresiva hacia el centralismo.
Más información Marruecos y la política exterior de la Dictadura
En relación con Marruecos, el general Primo de Rivera siempre se había declarado abandonista y era consciente de la impopularidad del tema marroquí entre las clases populares. Pero la ofensiva de Abd-el Krim sobre españoles y franceses forzó la colaboración de ambos, que se tradujo en la vistoria de Alhucemas. Durante este período la política exterior española se mantuvo dentro del marco tradicional de lo que había sido la posición española en el contexto internacional, basada en una dependencia de Francia y de Gran Bretaña debida a la situación geográfica de nuestro país. También se produjo un acercamiento a la Italia de Mussolini.
Más información El Gobierno de 1925: el Directorio Civil
En el Manifiesto que Primo de Rivera publicó el día mismo del golpe de Estado del 13 de septiembre comunicaba que el gobierno sería encomendado a los militares o a algunos civiles que estarían colocados bajo su patrocinio. En diciembre de 1925, cuando el tema de Marruecos parecía en vías de pronta solución, Primo de Rivera nombró un gobierno formado por personas que no pertenecían a la carrera militar, en un intento de volver a un régimen de normalidad. En una carta a José Calvo Sotelo le expuso sus propósitos: se trataba de formar un nuevo gobierno a base de hombres civiles que durante un plazo de un año sería radical y expedito en el procedimiento, no convocaría elecciones y mantendría la censura.
Más información La política económica y social
A diferencia de lo que les sucedió a sus predecesores y a quienes le siguieron en los años treinta, Primo de Rivera se benefició ampliamente de una situación de auge económico que era común a todas las latitudes y que él mismo no había contribuido a crear: eran los felices años veinte. La Dictadura centró su propaganda en sus logros económicos que, junto con la solución del problema de Marruecos, constituyeron el aspecto más positivo de su gestión.
Más información La Dictadura y los movimientos obreros
Para los opositores a la Dictadura constituyeron un continuo motivo de asombro las escasas dificultades que Primo de Rivera encontró frente a los movimientos obreros, cuando éstas habían sido tan grandes durante la monarquía constitucional. A partir del año 1923, el número de huelgas disminuyó de una manera vertiginosa y sólo se produjo un aumento en la fase final de la Dictadura. Es cierto también que la situación económica mejoró y lo mismo la asistencia social, pero, vistos los antecedentes, el hecho causa perplejidad.
Más información Los opositores a la Dictadura
La oposición a Primo de Rivera estuvo compuesta por los viejos partidos del turno, los republicanos, determinados sectores del Ejército, la casi totalidad de los intelectuales, comunistas y anarquistas.
Más información El colapso de la Dictadura
Mediado el año 1928, el régimen de Primo de Rivera comenzó su decadencia que se acentuó de manera considerable en el siguiente. Varios factores confluían en este hecho. En primer lugar Primo de Rivera estuvo enfermo, durante todo el período, de la diabetes que al final le llevaría a la muerte. Ya estaban lejanos los éxitos de su política y se demostraba su evidente incapacidad de crear un régimen político nuevo. El papel de la oposición era creciente y, además, existía un ambiente de murmuración crítica en contra del sistema político vigente. Al mismo tiempo, se hicieron cada vez más frecuentes las conspiraciones armadas en contra del régimen. El Dictador abandonó el poder y acabó por salir de España.
Más información El gobierno Berenguer
Tras el abandono del poder de Primo de Rivera sucedió uno de los procesos políticos más complicados que cabe imaginar: el tránsito de una dictadura a la normalidad constitucional de 1876. Primo de Rivera no sólo no fue capaz de imaginar un nuevo sistema político sino que deterioró a la Monarquía y al limitado sistema liberal existente. Pero el colapso de la Monarquía, que sorprendió tanto a sus partidarios como a sus adversarios, no fue consecuencia tan sólo de la dictadura precedente sino también de la forma que tuvo Berenguer de enfocar el proceso transicional.
Más información El Gobierno Aznar y las elecciones de abril de 1931
Ante una crisis política de difícil solución, el Almirante Aznar formó un Gobierno de concentración monárquica con la colaboración de los regionalistas, prometió convocar elecciones, empezando por las municipales, y dar a las nuevas Cortes el carácter de Constituyentes. También incluía en su programa de gobierno la revisión de la Constitución y la autonomía de Cataluña. La convocatoria de elecciones municipales la llevó a cabo rápidamente. Se celebraron el 12 de abril y la jornada electoral fue concebida por los republicanos como un plebiscito a favor o en contra de la Monarquía.
Más información La agonía de la Monarquía de Alfonso XIII
Los resultados electorales fueron una sorpresa: los monárquicos a lo sumo consideraban la situación difícil, y la mayoría de los republicanos no esperaban ganar. El propio desarrollo de los acontecimientos convenció a los miembros del Gobierno Provisional republicano para tomar inmediatamente el poder. De acuerdo con sus consejeros, Alfonso XIII pensó en un principio en el abandono temporal del trono hasta la celebración de las elecciones legislativas, pero, ante el desarrollo de los acontecimientos, abandonó el país y suspendió el ejercicio de la potestad real. Había comenzado la II República.
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