Desde 1648 hasta 1789
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1648 - 1789
Desarrollo
ÍNDICE DEL CAPÍTULO El fin del siglo XVII . Final de los Austrias: Carlos II . La restauración de Portugal . La restauración inglesa . El auge de Holanda . El surgimiento de Prusia . La hegemonía de Suecia . Monarquía absolutista en Dinamarca . Polonia y sus luchas contra Turquía . El engrandecimiento de Rusia . La hegemonía francesa . El sistema económico colbertista . El esplendor del absolutismo . La expansión territorial . Guerra de Sucesión española . La batalla de Blenheim . Guerras en Europa del Norte y del Este . Auge y decadencia de Suecia . Decadencia otomana y auge de Austria . La expansión de Rusia . Pensamiento religioso y filosofía en el Barroco . Regalismo y galicanismo . Revocación del edicto de Nantes . La Mecánica de Newton . Filosofía política inglesa . Crisis de la conciencia europea . Descartes y Spinoza . El Empirismo .
Crítica a la religión revelada . Europa y el Mundo en 1700 . El lento atardecer del Rey Sol . Las últimas guerras de Luis XIV . Expansión colonial inglesa . España, entre Austrias y Borbones . Provincias Unidas: esplendor y declive . El Portugal de Pedro II . Superioridad europea y dominio del Mundo . Demografía y sociedad . Población en el siglo XVIII . Ciclo demográfico antiguo . Evolución divergente de la fecundidad . Retroceso de la mortalidad . Estructuras por edades y sexo . Población activa . El desarrollo urbano . Movimientos migratorios . Desarrollo de los censos . Tipologías familiares . Familias, solidaridades y clientelas . Sociedad en el siglo XVIII . La nobleza . El estamento clerical . Los no privilegiados . La burguesía . Campesinado y mundo rural . Del artesano al obrero . La conflictividad social .
Economía en el siglo XVIII . Las relaciones comerciales . Expansión de la demanda . Comunicaciones y comercio interior . Comercio exterior . Area atlántica y trata de esclavos . Comercio asiático . Comercio inter-europeo . Moneda, crédito y finanzas . La agricultura . Agricultura del Antiguo Régimen . La producción agraria . Renovación teórica . Continuidad estructural . ¿Revolución agraria? . Industria . La producción industrial . Los avances técnicos . Apoyo e intervención estatal . Formas de organización industrial . Pervivencia y crisis gremial . Pre-industrialización . La industria concentrada . Inicios de la Revolución Industrial . El mosaico europeo . Francia . Reinado de Luis XV . Primeros años de Luis XVI . Gran Bretaña . Dinastía Hannover .
Jorge II . Jorge III . Las Provincias Unidas . Segundo interregno . Guillermo IV . Guillermo V . Suecia . Inicios de la decadencia . El constitucionalismo democrático . Gustavo III y el despotismo ilustrado . Dinamarca . Polonia . La dominación sajona . Ilustración y disgregación del Reino . Prusia . Federico Guillermo I . Federico II el Grande . Federico Guillermo II . España . Felipe V . Fernando VI . Carlos III . Portugal . Juan V . José I . La Península italiana . La Italia de los Habsburgo . Lombardía . Dominios meridionales . La Toscana . La Italia de los Borbones . Reino de las Dos Sicilias . Parma, Piacenza y Guastalla . Estados del Papado .
La república de Génova . La república de Venecia . Reino del Piamonte . Módena . Austria . Carlos VI . María Teresa . José II . Turquía . Período de transición . Inicios de la cuestión de Oriente . Las provincias balcánicas . Rusia . Pedro el Grande . La época de la inestabilidad . Catalina la Grande . Relaciones internacionales . Guerra y sus características . Convencionalismo y guerra defensiva . Las fortificaciones . La Marina . Los hombres . Las tácticas . Diplomacia y relaciones internacionales . El equilibrio de poder . Evolución del Derecho Internacional . La comunidad jurídica internacional . Organización y mecanismos diplomáticos . La guerra del Norte . El fin de la guerra: Nystad . Revisionismo, intrigas y contradicciones diplomáticas .
Desarrollo del conflicto: 1717-1725 . La pacificación . La guerra de Sucesión polaca . El Este y el tratado de Belgrado . La sucesión austriaca . Prusia y las diplomacias francesa y británica . La segunda guerra de Silesia . Rivalidades e intereses ultramarinos . Fin de los conflictos . Tratado de Aquisgrán . Guerra de los Siete Años . La guerra . Las negociaciones . Las paces . Problemas del Este . El Báltico y Gustavo III de Suecia . Repartos y diplomacia . Expansionismo de Catalina II . José II: los Países Bajos y Baviera . Crisis franco-británica . El Este y la guerra ruso-turca . El Mundo diverso . China . La administración manchú . Sociedad y economía . Religión y cultura chinas . Ocaso de la dinastía Manchú . Japón . La administración centralizada . Las reformas Kansei .
Sociedad y dominación social . La estructura económica . Religión y cultura japonesas . La India . Esplendor y decadencia en el siglo XVII . Declive de la dinastía mogola . Organización del imperio mogol . Realidad socio-económica . Religión y cultura indias . Persia . Organización político-administrativa . Aspectos socio-económicos . Cultura . África . Norte de África . Marruecos . Estados berberiscos . Sociedad y economía del Mahgreb . Egipto . Occidente de África . El Sudán occidental . Del Congo al Zambeze . Oriente de África . Región de los Grandes Lagos . Etiopía y Somalia . Madagascar . La cultura en el siglo XVIII . La Ilustración . Los ilustrados . Montesquieu, Voltaire, Diderot . Rousseau, Kant .
Ideología ilustrada . Canales de difusión . El impacto de Las Luces . La Ciencia del XVIII . Matemáticas y Mecánica . La Astronomía . La Geografía . La Geología . Las Ciencias Físicas . La Química . Botánica y Biología . Fisiología, Anatomía y Medicina . La Técnica . Alfabetización y cultura . Las primeras letras . Colegios, academias y escuelas técnicas . Universidades . La educación de las mujeres . Alfabetizados y analfabetos . Escritura y tradición oral . Religión y religiosidad . Mapa religioso europeo . Fe e Ilustración . Movimientos de renovación religiosa . Los dominios del catolicismo . El jansenismo . Supresión de los jesuitas . Catolicismo e individualidad . Actos comunitarios . Arte y literatura en el XVIII .
Patronazgo y demanda . ¿Cultura de élite vs. cultura popular? . Cosmopolitismo . Monopolio y diversidad de las lenguas . Los estilos artísticos . Primera mitad del siglo . Segunda mitad del siglo . Literatura . Goethe y su época . Música y músicos en el siglo XVIII . Música barroca . Del estilo galante al clasicismo . ÍNDICE POR REGIONES ESPAÑA ·Final de los Austrias: Carlos II . ·Cambio dinástico . ·Felipe V . ·Fernando VI . ·Carlos III . FRANCIA ·La hegemonía francesa . ·El sistema económico colbertista . ·El esplendor del absolutismo . ·La expansión territorial . ·Guerra de sucesión española . ·El lento atardecer del Rey Sol . ·Las últimas guerras de Luis XIV . ·Revocación del edicto de Nantes . ·La Francia ilustrada . ·Reinado de Luis XV . ·Primeros años de Luis XV . ·Montesquieu, Voltaire, Diderot . REINO UNIDO ·La restauración inglesa .
·Expansión colonial inglesa . ·Cambio dinástico . ·Dinastía Hannover . ·Jorge II . ·Jorge III . ITALIA ·La Italia de los Habsburgo . ·La Italia de los Borbones . ·Estados del papado . ·La República de Génova . ·La República de Venecia . ·Reino del Piamonte . ·Modena . HOLANDA ·El auge de Holanda . ·Las pronvincias unidas . ·Segundo interregno . ·Guillermo IV . ·Guillermo V . PRUSIA ·El surgimiento de Prusia . ·Reino de Prusia . ·Federico Guillermo I . ·Federico II El Grande . ·Federico Guillermo II . SUECIA ·Hegemonía de Suecia . ·Inicios de la decadencia . ·Constitucionalismo democrático . ·Gustavo III y el despotismo ilustrado . DINAMARCA ·Monarquía absolutista . ·Dinamarca en el siglo XVIII . RUSIA ·Engrandecimiento de Rusia . ·Rusia en el siglo XVIII . ·Pedro el Grande . ·Epoca de inestabilidad . ·Catalina la Grande . PORTUGAL ·La Restauración .
·Pedro II . ·Portugal en el siglo XVIII . ·Juan V . ·José I . POLONIA ·Polonia en el siglo XVIII . ·Dominación de Sajonia . ·Ilustración y disgregación . AUSTRIA ·Decadencia otomana y auge de Austria . ·Austria en el siglo XVIII . ·Carlos VI . ·Maria Teresa . ·Jose II . TURQUIA ·Turquía en el siglo XVIII . ·Periodo de transición . ·Inicios de la cuestión de Oriente . ·Las provincias balcánicas . ASIA ·China . ·Japón . ·La India . ·Persia . AFRICA ·Norte de Africa . ·Occidente . ·Sudán Occidental . ·Del Congo al Zambeze . ·Oriente africano . ·Grandes Lagos . ·Etiopía y Somalia . ·Madagascar . VIDA COTIDIANA ·La vida en familia . ·El matrimonio . ·Nacimiento . ·Infancia . ·Juventud . ·La mujer y su mundo . ·Primeros cambios . ·Usos sociales y convivencia . ·Vivienda y espacios íntimos . ·La ciudad . ·La casa campesina . ·Civilidad y buenas costumbres . ·Higiene personal . ·Comida y hábitos culinarios .
El fin del siglo XVII
El mundo europeo de finales del siglo XVII es un ámbito que va a sufrir profundas transformaciones. La Europa del Renacimiento va a dejar paso a un mapa político, social y cultural radicalmente distinto. El absolutismo de Luis XIV se impone como modelo político.
Más información Final de los Austrias: Carlos II
En 1675 se produjo la mayoría de edad de Carlos II, que por entonces contaba catorce años, acontecimiento que no generó de inmediato cambios importantes en la cúspide del poder, ya que Mariana de Austria siguió en su destacada posición a la muerte de Felipe IV, al igual que Valenzuela. La intervención de don Juan José de Austria culminó con su ascensión al poder. El gobierno del príncipe apenas pudo concretarse ni dejarse notar debido a su prematura muerte. Tras su desaparición el peso político de la nobleza se manifestó de manera rotunda, ocupando el puesto de primer ministro dos destacados miembros nobiliarios: el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa.
Más información La restauración de Portugal
El rey Pedro II afirmará, por un lado, el linaje de los Braganza como dinastía real, y por otro, potenciará de nuevo el Estado portugués en busca de recuperar el pasado esplendor, ya definitivamente perdido. Si bien pudo conseguir ciertos logros en su política interior de corte absolutista, ayudado en su tarea por los acontecimientos favorables que venían desde Brasil y por el importante aporte económico que supuso para las arcas portuguesas el posterior descubrimiento de las minas de oro brasileñas, no pudo impedir sin embargo caer finalmente bajo la tutela de los ingleses, hasta el punto de que, a partir de los años iniciales del siglo XVIII, Portugal pasó a convertirse en una especie de apéndice, económico y político, de Inglaterra y en una avanzadilla del poderío inglés en el occidente atlántico.
Más información La restauración inglesa
El rey Carlos II volverá a tropezar con obstáculos similares a los que sufrieron sus antecesores inmediatos. La tensión entre el Parlamento y el monarca no dejó de crecer durante el reinado, poniéndose de manifiesto repetidas veces en forma de disposiciones parlamentarias que iban en contra de determinadas decisiones regias. A pesar de todos los inconvenientes que existían en su contra, Jacobo II fue proclamado como nuevo soberano. Católico, absolutista y de edad avanzada cuando ocupó el trono, sus formas de gobierno generaron pronto las semillas del levantamiento contra su persona. Guillermo III de Orange, llamado para que interviniera en defensa de la religión protestante y de la libertad del Parlamento, obligó al rey a buscar refugio en la Corte francesa.
Más información El auge de Holanda
La existencia de un gobernante común con Inglaterra, Guillermo III de Orange, no supuso en la práctica la unión de ambos territorios, aunque sí aunar momentáneamente la proyección exterior de los dos.
Más información El surgimiento de Prusia
El acontecimiento más destacado es la conversión del ducado de Prusia en reino, lograda gracias a Federico III, quien pasará a ser rey con el nombre de Federico I, titulo que recibiría desde 1701, con lo que se incrementaba su significación sobre los demás príncipes del Imperio y se reafirmaba la superioridad del electorado de Brandeburgo-Reino de Prusia en la mitad norte del conglomerado imperial.
Más información La hegemonía de Suecia
En las dos últimas décadas del siglo XVII se produjo el triunfo más evidente del absolutismo monárquico en Suecia, sancionado por la Dieta, en la que la nobleza había perdido su dominio y que acordó la supresión del Consejo de regencia y concedió la libertad de legislar a la Corona sin control alguno. Carlos XI mantendrá la potencialidad de Suecia.
Más información Monarquía absolutista en Dinamarca
Durante el reinado de Cristian V se afianzó el poder del monarca sin que esto supusiera profundas transformaciones en la estructura social. La nobleza continuó ostentando su potencial económico y territorial.
Más información Polonia y sus luchas contra Turquía
El monarca Juan III Sobieski destacará sobre todo por su lucha contra los turcos, alcanzando un éxito resonante en toda Europa al lograr salvar a Viena del asedio otomano. Sin embargo, en los asuntos internos este destacado personaje nada pudo hacer para sacar a Polonia del lamentable estado en que se hallaba, ni para superar la profunda crisis política, económica y social en que había caído.
Más información El engrandecimiento de Rusia
Durante varias décadas Rusia estará sumida en constantes luchas intestinas por el poder. La llegada al trono del zar Pedro será de enorme trascendencia para Rusia, alcanzando tanto el soberano como el país una grandeza hasta entonces no conocida.
Más información La hegemonía francesa
La reorganización del ejército por Le Tellier y su hijo Louvois lo convirtió en el más poderoso de Europa, por su número, su armamento y su disciplina. Vauban, comisario de fortificaciones, construyó un cinturón inexpugnable de fortalezas alrededor del Reino. La marina recibió menor atención, pero aun así la mejora de los puertos, la reactivación de los astilleros y el progreso de la formación de los marinos la hicieron susceptible de enfrentarse victoriosamente ante enemigos navales tan peligrosos como ingleses y holandeses.
Más información El sistema económico colbertista
El ministro francés Colbert fue un gran impulsor de iniciativas industriales. Su acción no se limitó solamente a proseguir levantando las barreras proteccionistas clásicas en el mercantilismo de la época sino que creó industrias estatales, cuya explotación y administración puso en manos de mentes oficiales. Otra acción consistió en favorecer mediante privilegios, exenciones, monopolios y pedidos estatales a un amplio conjunto de empresas correspondientes a la iniciativa privada, a las que se distinguió con el título de manufacturas reales.
Más información El esplendor del absolutismo
Como la teoría absolutista indicaba, para poder llegar a su perfección había que someter a los designios de la autoridad real y de su gobierno a los cuerpos representativos, los órganos de administración local o regional y los grupos privilegiados que podían amenazar o cuestionar de alguna manera las prerrogativas supremas del poder soberano. En consecuencia, los Estados Generales no fueron convocados, se controló mejor a los Parlamentos y a los distintos Consejos y Tribunales, se menoscabó a las autoridades municipales, se sometió a la nobleza, se impuso el galicanismo a la Iglesia, las protestas populares continuaron siendo reprimidas.
Más información La expansión territorial
Los primeros veinte años del reinado personal de Luis XIV transcurrieron entre victorias militares y logros territoriales. La Guerra de Devolución y la presión sobre Holanda sirvieron para anexionar grandes territorios, especialmente a costa de las posesiones españolas.
Más información Guerra de Sucesión española
La excesiva acumulación de poder por parte de Francia y alguna de sus actuaciones en política exterior llevaron a continuos enfrentamientos en Europa. Por su parte, el problema de la sucesión al trono de Madrid, ya planteado desde la muerte de Felipe IV, requería una solución cada vez más urgente conforme pasaba el tiempo. Sin embargo, no parecía haber ninguna aceptable para la diplomacia internacional que no pasara por un reparto que evitara la formación de una nueva potencia hegemónica, lo que sucedería inevitablemente si la Corona española quedaba unida a Francia o al emperador.
Más información La batalla de Blenheim
La muerte del rey español Carlos II en 1700 provocó el interés de Luis XIV por controlar la herencia de la monarquía hispánica y los recelos de la alianza formada por ingleses, holandeses y austriacos ante esta posibilidad. La sucesión española fue motivo de discordia durante trece años, llegando la rivalidad al campo de batalla.
Más información Guerras en Europa del Norte y del Este
Tanto la Europa báltica como la danubiana se mantuvieron, durante la segunda mitad de siglo, en estado de guerra permanente. La inexistencia de una hegemonía definitiva permitía la supervivencia de un sistema de equilibrio entre países en un estado de guerra casi perpetua, incapaz de definirse en una u otra dirección.
Más información Auge y decadencia de Suecia
La posición hegemónica de Suecia estaba amenazada por la carencia de una flota a la medida de las necesidades de sus extensos territorios, repartidos alrededor de la costa báltica, mientras sus rivales más inmediatos habían aprendido las innovaciones militares introducidas por Gustavo Adolfo. Suecia decidió en 1675 intervenir junto a Francia en la guerra contra Holanda y Brandeburgo. La potencia militar sueca manifestó ser claramente insuficiente ante el ejército prusiano, que contó con la alianza holandesa y danesa, y sólo se salvó del desastre por la intervención directa francesa, que permitió restaurar la situación inicial y preservarle sus posesiones por el Tratado de Saint Germain (1679).
Más información Decadencia otomana y auge de Austria
El Imperio otomano vivió un nuevo resurgimiento debido a la política reformista de los grandes visires Köprülü, que permitió pasar del absoluto desgobierno al reforzamiento del poder interior y devolvió al ejército y la marina la eficacia perdida. Los acuerdos de Karlowitz serán determinantes para los Habsburgo de Viena y para toda la historia europea posterior. Eliminadas desde Westfalia sus posibilidades como emperadores efectivos en el Sacro imperio, logran ahora convertirse en una gran potencia del sudeste europeo, donde son reconocidos definitivamente como reyes de Hungría y Transilvania. Con propiedad se podría empezar a hablar de Austria-Hungría.
Más información La expansión de Rusia
Al contrario que Polonia o Turquía, el siglo XVII es el del nacimiento de Rusia como una potencia europea, reconocida como tal por las demás y capaz de enfrentarse a ellas en el terreno militar. Es el siglo de la expansión territorial en Europa y del avance por Siberia. El impulso mayor vendrá a fines de siglo con Pedro I el Grande, pero ya desde el establecimiento de los Romanov, una vez superadas las turbulencias internas, se había iniciado una firme trayectoria.
Más información Pensamiento religioso y filosofía en el Barroco
Después de 1660 se produjo en Francia una honda transformación en el terreno religioso. Tal fenómeno está relacionado tanto con la reforma de la espiritualidad, como con la presencia cada vez más importante en las mentalidades del racionalismo cartesiano. La desaparición de la experiencia mística en la vida cristiana y el creciente moralismo espiritual en la literatura edificante son igualmente los factores que contribuyeron a esta profunda transformación.
Más información Regalismo y galicanismo
Según el galicanismo cada Iglesia nacional debía disponer de sus propios ingresos y disfrutar de una amplia autonomía en asuntos disciplinarios, así como de defenderse de las intrusiones reales al afirmar su independencia con respecto al poder temporal. Paralelamente al galicanismo eclesiástico se desarrolló un galicanismo político, que restringía en Francia la autoridad de la Santa Sede, limitando su intervención a lo absolutamente necesario, ampliaban los poderes del monarca en los asuntos religiosos. Otro conflicto entre Francia y el Papado se producirá cuando Luis XIV intente disponer, durante la vacante de una sede episcopal, de los beneficios pertenecientes al obispado, así como de las regalías temporales de éste. En 1673, necesitado de ingresos y animado por Colbert, decidió extender ese derecho de regalía a todas las diócesis.
Más información Revocación del edicto de Nantes
La aplicación restrictiva del edicto de Nantes, según la cual quedaba prohibido todo lo que no estuviese autorizado, se tradujo, sin embargo, en la represión de determinadas prácticas religiosas e incluso laborales de los hugonotes. A partir de 1679 la actitud de Luis XIV se endureció, pues durante la guerra de Holanda el rey chocó con la coalición de las potencias protestantes, a quienes pedían ayuda los hugonotes franceses. Por estas razones, entre 1679 y 1685 se añadieron una serie de decretos al edicto de Nantes con vistas, sobre todo, a vaciarlo de contenido: exclusión de los hugonotes de todos los cargos y del ejercicio de ciertas profesiones liberales, autorización para las conversiones de niños a partir de los siete años y prohibición de los matrimonios mixtos.
Más información La Mecánica de Newton
La culminación de la nueva ciencia de la mecánica y de la revolución científica está representada por la obra de Isaac Newton. Él justificó plenamente la confianza de Galileo y de Kepler en la estructura matemática de la Naturaleza. Por otra parte, la filosofía científica de Newton iba acompañada por una teología: la creación no constituía un acontecimiento en el tiempo, hecho y terminado, ni su creador era una persona histórica. Dios gobierna la existencia de un universo como Providencia (que los cometas no choquen contra el globo terrestre es una señal de la gobernación divina) y sólo lo conocemos por la perfecta estructura de las cosas y por las causas finales.
Más información Filosofía política inglesa
El máximo exponente de la filosofía inglesa en este momento es Locke, un filósofo coherente, un racionalista y un empirista. Para Locke el hombre es un ser razonable y esa capacidad razonadora le hace ver que el fin de toda política es la búsqueda de la felicidad, una felicidad que, según Locke, reside en la paz, la armonía y la seguridad, de tal forma que no hay felicidad sin garantías políticas que aseguren la libertad. Para él, el mejor método de conseguirlos es a través de un estado civil. Su estado de la naturaleza no es espantoso, como el de Hobbes, ni perfecto hasta la utopía, como el de Rousseau. Pero en el estado de naturaleza faltan ventajas que pueden ser realizadas bajo el estado civil.
Más información Crisis de la conciencia europea
Entre 1688 y 1715, desde la revolución inglesa hasta la muerte de Luis XIV, se produjo una honda modificación en la cultura occidental, una agitación que produjo una corriente de heterodoxia política y religiosa, cuyos máximos exponentes fueron el racionalismo y el librepensamiento. La nueva época de la filosofía la inauguran Descartes, Spinoza y Leibniz. El racionalismo es la corriente filosófica del siglo XVII que establece que nuestros conocimientos válidos y verdaderos acerca de la realidad proceden, no de los sentidos tal como mantenían los filósofos empiristas, sino de la razón, del entendimiento mismo.
Más información Descartes y Spinoza
René Descartes buscaba en sí mismo los principios de la ciencia, sintió la necesidad de crear la ciencia universal aplicando el razonamiento matemático a los fenómenos de la naturaleza e intentó reconstruir el sistema verdadero del Universo. Para constituir esa ciencia, Descartes utiliza la duda. El punto de arranque del sistema metafísico de Spinoza descansa en la sustancia, causa inmanente de todas las cosas, es decir, aquello que es en sí (o existe por sí mismo) y se concibe por sí (o es conocido por sí mismo). Spinoza interpreta la realidad como un sistema único en que las partes remiten al todo y encuentran en él su justificación y fundamento.
Más información El Empirismo
Fue durante el siglo XVII cuando se produjo la gran explosión del pensamiento o de la filosofía empirista, por contraste con la otra explosión, la racionalista. Y si geográficamente el racionalismo es continental, el empirismo del siglo XVII se desarrolló en Inglaterra, de tal manera que se habla de empirismo inglés, pues sus máximos representantes lo eran: Francis Bacon, Thomas Hobbes, John Locke, y, en el siglo XVIII, George Berkeley y David Hume.
Más información Crítica a la religión revelada
Crítica a la religión revelada
La heterodoxia en el terreno religioso constituyó también un aspecto de la crisis de la conciencia europea de la segunda mitad del siglo XVII. A los místicos de la primera mitad del siglo les sucedieron los antimísticos, cartesianos y mecanicistas; a los defensores de las creencias tradicionales y a los que discutían inútil y a veces sangrientamente por motivos religioso-dogmáticos se les opusieron los escépticos, los irreligiosos o los que defendían una religión que fuera sencilla, útil y práctica; y, finalmente, si en el terreno científico se había puesto en duda o se había negado la autoridad de los clásicos, en la esfera religiosa se puso en entredicho la de las Sagradas Escrituras.
Más información Europa y el Mundo en 1700
A finales del siglo XVII los soldados, comerciantes y misioneros salidos de las costas atlánticas de Europa habían llevado a todos los continentes el poder, la religión y los intereses económicos de sus metrópolis, salvo a Australia. Por otra parte, es un mundo escasamente habitado; sólo la India, China y Europa están relativamente pobladas y en ellas vive más de la mitad de la población mundial. Y uno de los rasgos distintivos de este proceso de europeización del mundo que se inicia a mediados del XVII y abarca toda la segunda mitad del siglo viene determinado por el hecho de aún no se buscan asentamientos estables para grandes contingentes de colonos, sino asentamientos de carácter comercial.
Más información El lento atardecer del Rey Sol
Son precisamente los grandes triunfos de Luis XIV, simbolizados en la Tregua de Ratisbona de 1684 por la que obtiene Luxemburgo, Estrasburgo y el Hainaut, los que preparan el comienzo de su declive al movilizar en su contra al resto de los europeos atemorizados por el ingente poderío que estaba alcanzando el soberano de Versalles. Más aún, su galicanismo le enfrenta al Papa. El Edicto de Fontainebleau, por el que se revocaba el Edicto de Nantes, supone una medida contra los hugonotes y le convierte en un ser odiado en la Europa protestante.
Más información Las últimas guerras de Luis XIV
Desde 1688 hasta 1715 un estado de guerra casi interminable sacude al occidente europeo y a los mares y territorios coloniales de Francia, España, Holanda e Inglaterra. Tres de cada cuatro de esos veintisiete últimos años del reinado de Luis el Grande son testigos de enfrentamientos de los ejércitos o de las marinas europeas, en las guerras de la Liga de Augsburgo (1688-1697) y en la de Sucesión a la Corona española (1701-1713).
Más información Expansión colonial inglesa
Los reinados de María, Guillermo y Ana van a dar a la Monarquía inglesa una fisonomía que han de conservar en los siglos siguientes, y en ellos se crean las bases doctrinales, los principios del pactismo británico y la mayoría de sus instituciones políticas. Este Reino Unido estará en condiciones de hacer más patente su ya iniciado dominio de las rutas marítimas y de iniciar una sutil pero eficaz forma de hegemonía en el Continente europeo. Con la dinastía hannoveriana -Jorge I, Jorge II y Jorge III- se pasará de la Inglaterra rural, inquieta y enfrascada en luchas internas del siglo XVII, a la Gran Bretaña hegemónica de los siglos siguientes.
Más información España, entre Austrias y Borbones
Al morir Carlos II la Monarquía hispánica seguía siendo, por su extensión, el mayor imperio colonial. Pero la Monarquía que había heredado Carlos II en 1665 había perdido ya la condición de primera potencia europea y mundial, cediendo el testigo de la hegemonía continental a Luis XIV. Las consecuencias de la Guerra de Sucesión a la Corona vienen marcadas por la aplicación de los Decretos de Nueva Planta que modificaron radicalmente el sistema político-administrativo español. De una Monarquía Hispánica de Reinos, entidad supranacional en la que, bajo los reyes de la Casa de Habsburgo, cada uno de sus territorios tenía sus propias cortes, monedas y leyes, se pasa a una Monarquía española borbónica que tendía -si bien es verdad que imperfectamente- hacia un centralismo uniformizador.
Más información Provincias Unidas: esplendor y declive
Aunque el comienzo del fin del apogeo de las Provincias Unidas se había iniciado décadas atrás, precisamente durante su etapa de auge económico y naval, insultante y provocador para una Inglaterra y una Francia, potencias vecinas y competidoras, que sienten celos de la magnitud y poderío de esos pocos neerlandeses que habitaban un reducidísimo país pero cuya flota mercante les permitía extender su despliegue comercial por los océanos. Por eso, en tanto que Luis XIV atacó en varias ocasiones a los holandeses y se enfrentó comercialmente con ellos durante la mayor parte de su reinado; los ingleses, lo mismo bajo la República de Cromwell que bajo la Monarquía de Carlos II, guerrearon contra las Provincias Unidas.
Más información El Portugal de Pedro II
El imperio ultramarino lusitano había sufrido los ataques de los neerlandeses durante la época en que Portugal formó parte de la Monarquía hispánica y la diplomacia portuguesa de la Restauración (desde 1640 hasta 1661) se había visto obligada a hacer dolorosas concesiones a franceses, ingleses y holandeses a cambio de ayuda en su lucha contra España para obtener la independencia. El Tratado de Methuen significará no sólo la ruptura de la alianza de Portugal con Felipe V y Luis XIV (que se había firmado en Lisboa en junio de 1701 y parecía augurar un sólido eje ibérico-francés con enorme proyección en el mundo colonial), sino el paso de Portugal a la esfera de influencia británica.
Más información Superioridad europea y dominio del Mundo
La presencia de enclaves europeos en las costas de todos los continentes es abrumadora. En los litorales de los océanos se suceden las factorías comerciales o los fuertes militares que les permiten, gracias a una enorme superioridad tecnológica naval y militar, dominar el comercio del territorio en cuya costa se asientan. Usando de la fuerza de sus armas o practicando hábil y maquiavélicamente la política del divide y vencerás sobre los pueblos indígenas, los europeos se hacen con materias primas, o esclavos, que transportan en sus cada vez mayores y más rápidos barcos hacia los centros fabriles y comerciales de Europa, y hacia las grandes plantaciones de algodón, tabaco y azúcar de América.
Más información Demografía y sociedad
Dos elementos parecen definitorios e la época: el crecimiento demográfico, posibilitado por factores muy variados, y el mantenimiento de la sociedad estamental, heredada de la Edad Media. La burguesía, parte del Tercer Estado, incrementará su importancia como grupo a medida que alcanza más cotas de autonomía y poder económico.
Más información Población en el siglo XVIII
Durante el siglo XVIII, y especialmente en su segunda mitad, se produjo un notable incremento de la población europea. La búsqueda de una explicación de conjunto no se ha mostrado, sin embargo y por el momento, muy fecunda: únicamente el posible debilitamiento de las epidemias en general, quizá por desconocidos procesos biológicos, o bien modificaciones climáticas, que influirían en la mejora general de las cosechas, podrían afectar a todo el globo. Sin embargo, al final del siglo que estudiamos, en un mundo muy desigualmente ocupado, había continentes enteros prácticamente vacíos.
Más información Ciclo demográfico antiguo
El ciclo demográfico antiguo se caracterizaba, en líneas generales, por unas elevadas tasas de natalidad y mortalidad, periódica y bruscamente elevada esta última por la aparición de mortalidades catastróficas, con el resultado final de un crecimiento vegetativo débil y discontinuo. La elevada mortalidad era motivada básicamente por la generalizada falta de higiene, pública y privada, que favorecía la transmisión de enfermedades infecciosas y por una medicina incapaz de plantear con eficacia la lucha contra la muerte en un contexto socio-económico en el que el muy desigual reparto de la riqueza hacía que no pocos individuos se encontraran al borde de la desnutrición permanente.
Más información Evolución divergente de la fecundidad
Durante el siglo XVIII se mantuvieron, en general, las altas tasas de natalidad-fecundidad, pero no hubo una evolución completamente uniforme. Abundan los países con tendencia a su aumento en relación con un clima económico favorecedor del matrimonio, pero hubo casos de evolución contraria.
Más información Retroceso de la mortalidad
La mortalidad experimentó un ligero descenso, si bien no del todo homogéneo ni simultáneo en los diversos países, motivado, sobre todo, por la menor incidencia de las crisis demográficas y por la atenuación de algunos de los componentes de la mortalidad ordinaria. Muchos médicos intentaron desarraigar viejas creencias y supersticiones y mejorar la atención sanitaria primaria y las condiciones higiénicas privadas y públicas, contribuyendo a popularizar prácticas tan elementales como la necesidad de extremar la limpieza en los partos, lavar frecuentemente a los bebés o ventilar las habitaciones de los enfermos y cambiar sus sábanas con frecuencia.
Más información Estructuras por edades y sexo
Las pirámides de edades tenían la clásica forma triangular de las poblaciones antiguas -base muy ancha, disminución rápida hacia la cúspide - y un perfil habitualmente muy irregular, debido a las alteraciones coyunturales de mortalidad y natalidad. Por sexos, solía haber un ligero predominio femenino.
Más información Población activa
Debido a la baja productividad general y para diluir la pesada carga económica que supondría mantener a una población dependiente tan elevada, se tendía a ampliar la vida laboral todo lo posible, siendo normal la muy temprana y paulatina incorporación de los niños al trabajo y el tardío y también paulatino abandono del mismo, pasando los ancianos (que, probablemente, lo serían antes de los sesenta años) a ocuparse de las actividades que requerían menor esfuerzo físico.
Más información El desarrollo urbano
La Europa del siglo XVIII era todavía un ámbito esencialmente rural. Londres, próxima al millón de habitantes, era ya la mayor ciudad de Europa occidental, seguida por París, con cerca de 600.000 y Nápoles, que no llegaba a 500.000 habitantes. Crecieron especialmente las capitales político-administrativas y las ciudades portuarias e industriales. Las deficientes condiciones higiénico-sanitarias en que vivía gran parte de su población, propiciaban tasas de mortalidad más altas que en el medio rural.
Más información Movimientos migratorios
El sedentarismo era la nota dominante en la sociedad europea del siglo XVIII. Abundaban, es cierto, los matrimonios entre miembros de localidades vecinas, se acudía con frecuencia (al mercado y a otros asuntos) a las ciudades o villas cabecera de comarca más próximas, se iba en romería o se visitaba en fechas señaladas algún santuario..., pero nada de ello, por lo general, implicaba salir de un puñado de kilómetros cuadrados y la vida de muchos hombres transcurría en ese reducido espacio. Los movimientos de colonización de tierras originaron también corrientes migratorias de diversa importancia, como la repoblación de Sierra Morena por Carlos III.
Más información Desarrollo de los censos
El interés de los poderes públicos por conocer el volumen de la población fue constante durante la Edad Moderna, pero estuvo motivado más por preocupaciones fiscales o militares que por las puramente demográficas, teniendo como uno de sus resultados la habitual oposición, pasiva o activa, a los recuentos. En España los primeros censos modernos fueron los denominados Censos de Aranda (1768-1769), Floridablanca (1786-1787) y Godoy (1797).
Más información Tipologías familiares
La perspectiva cultural permite discernir tres tipos de estructuras familiares: Familia comunitaria, en la que conviven diversos núcleos matrimoniales, de padres e hijos u otras combinaciones de parentesco, como las hermandades (varios hermanos casados); Familia troncal, en la que los padres conviven con el matrimonio de uno de sus hijos -el heredero de todos los bienes-; los demás permanecerán solteros en la misma casa, se integrarán, casados, en otra o bien emigrarán; o Familia nuclear, conyugal o simple, compuesta exclusivamente por la pareja y sus hijos solteros, quienes al contraer matrimonio abandonaban el hogar paterno constituyendo el suyo propio (neolocalismo).
Más información Familias, solidaridades y clientelas
En el pasado la inserción social del individuo se producía por medio de una serie de estructuras, consideradas naturales, que constituían su horizonte inmediato de convivencia y en torno a las que se tejía, como elemento básico de las relaciones sociales, una red de solidaridades y fidelidades. El lugar (la comunidad) de nacimiento y vecindad, la corporación profesional, la parroquia, la cofradía... constituían otras tantas células que obligaban a los individuos afectiva y socialmente de por vida. El tejido social estaba impregnado de múltiples formas de clientelismo que, teniendo como vértice a un personaje o familia notable, proyectaban sobre personas de todas las capas sociales los lazos de asistencia, protección y ayuda mutua.
Más información Sociedad en el siglo XVIII
El ordenamiento social, comúnmente denominado estamental, privilegiaba a nobleza y clero, reconocidos como estamentos jerárquicamente superiores al tercer Estado o Estado general, definido por exclusión y, en principio, amplísimo (todos los que no eran ni clérigos ni nobles), si bien se estimaba limitado en la práctica a sus elementos más destacados, a las profesiones ricas u honorables y a los cuerpos organizados. Se justificaba su preeminencia por la importancia de la función social a ellos encomendada; disfrutaban de determinados privilegios reconocidos legalmente, aunque no de forma exclusiva, ya que había otros cuerpos privilegiados.
Más información La nobleza
La aristocracia desempeñó un papel importantísimo en la vida política y en las instituciones; siguió ocupando el vértice de la pirámide social y disponiendo de unos recursos económicos inmensos y, cada vez más culta, educada y refinada, difundía por toda la sociedad un estilo de vida que perduraría y sería imitado incluso mucho después de su desaparición como estamento privilegiado.
Más información El estamento clerical
El clero compartía con la nobleza su condición de estamento privilegiado y era reconocido, teórica y tradicionalmente, como el primero en rango y honor. Su capacidad de influencia en la sociedad seguirá siendo notable.
Más información Los no privilegiados
Constituía este estamento el más cuantioso, comprendiendo a los que no son nobles ni clérigos. No obstante, su definición laxa hace de este grupo el más heterogéneo.
Más información La burguesía
Podemos definir la burguesía dieciochesca, en un sentido amplio, como una fracción del tercer Estado que, disfrutando de unos recursos económicos, al menos, saneados -la imprecisión es inevitable-, ejercía actividades mercantiles, financieras, industriales -en el más amplio sentido de la palabra-, liberales -destacando abogados y hombres de leyes- o del funcionariado o que, simplemente, vivía de las rentas de sus inversiones -en la tierra o en cualquier tipo de empresa o compañía- o administraba las de otros. Su nivel de vida era acorde a su saneada situación económica.
Más información Campesinado y mundo rural
Era el grupo más numeroso de la sociedad. Su situación social, obviamente muy variada, estaba condicionada en casi toda Europa, aunque también desigualmente, por la subsistencia del régimen señorial. Las medidas que algunos gobiernos ilustrados tomaron para mejorar la agricultura favorecieron, ante todo, a los grandes propietarios.
Más información Del artesano al obrero
El progreso de la industrialización llevó consigo un generalizado, aunque desigual aumento, en cifras absolutas y proporcionales, de la población artesanal y obrera (utilizamos el término en su acepción más genérica), acompañado en ciertos casos de importantes cambios, tanto en las formas y condiciones de trabajo cuanto en el estatus y nivel de vida del trabajador. No desapareció por completo la costumbre de que los salarios incluyeran una parte en especie o determinadas prestaciones -el alojamiento podía ser una de ellas-, pero, poco a poco, tendieron a generalizarse los salarios en metálico como la forma dominante de retribución del trabajo.
Más información La conflictividad social
Hubo revueltas campesinas, que en algunos casos adquirieron especial gravedad; protestas de pequeños consumidores, rurales y urbanos; de los nuevos trabajadores industriales; y, por otra parte, complejos movimientos urbanos (más abundantes en la segunda mitad del siglo) y que con frecuencia presentaban claras connotaciones políticas. No hubo, pues, una sola forma de protesta en el siglo XVIII, en correspondencia con la diversidad de problemas y causas que las motivaron y el medio social en que se produjeron.
Más información Economía en el siglo XVIII
Economía en el siglo XVIII
Prácticamente toda Europa vivía todavía en pleno "antiguo régimen económico" (E. Labrousse), caracterizado por el predominio de la agricultura, el papel secundario de la industria, la fragmentación del espacio económico y la inexistencia de un mercado nacional y el alto grado de autoabastecimiento. Ahora bien, sobre este fondo tradicional, el movimiento existía.
Más información Las relaciones comerciales
La intensificación de las relaciones comerciales en todos los ámbitos, pero muy especialmente en el internacional, fue una de las principales notas distintivas del siglo XVIII económico. Europa se erigió en el gran motor y beneficiario de este comercio. Se afirmó la navegación atlántica y se avanzó en la incorporación de los espacios asiáticos al área de influencia occidental.
Más información Expansión de la demanda
El aumento de la demanda fue motivado por la combinación de diversos factores, entre los que están el aumento de la población -contrarrestado en parte, no obstante, por el deterioro de los salarios reales de algunos sectores sociales- y, más aún, el progreso agrario y el paralelo incremento de las rentas procedentes de la agricultura, la difusión de la industria en el mundo rural, el desarrollo urbano y el crecimiento del aparato estatal (civil y militar) sin olvidar el efecto multiplicador del propio desarrollo económico.
Más información Comunicaciones y comercio interior
Europa conoció una importante mejora de las comunicaciones internas, impulsada casi siempre por los poderes públicos. El proceso, que respondía a necesidades tanto económicas como militares, fue más intenso en la Europa occidental que en la del Centro y Este y, aunque en algún caso se había iniciado ya en el siglo anterior, se aceleró y extendió desde los años treinta y cuarenta del XVIII, siendo el origen del actual sistema de carreteras planificadas, construidas, financiadas y mantenidas por el Estado.
Más información Comercio exterior
El volumen de las flotas se incrementó notablemente, lo que redundó en la construcción en los astilleros y en la expansión del tráfico de mercancías. La posición hegemónica en el comercio mundial fue arrebatada por Inglaterra a las Provincias Unidas. La expansión colonial estableció asentamientos por todos los continentes.
Más información Area atlántica y trata de esclavos
El área comercial más dinámica, aunque no la de mayor volumen de intercambios, fue la atlántica; su base, la explotación de las colonias americanas. La trata de esclavos fue un elemento esencial en los tráficos atlánticos. Armas, textiles, licores y otros artículos europeos eran intercambiados en África por los esclavos, que eran llevados a América, de donde procedían los cargamentos de azúcar con los que se regresaba al Viejo Continente.
Más información Comercio asiático
El comercio con Asia creció espectacularmente y en el último tercio del siglo desplazaba ya en la mente de muchos europeos al americano como símbolo de la riqueza. Una ínfima parte de este comercio se hacía por vía terrestre, siguiendo la tradicional ruta de las caravanas a través de Asia central, o bien por las vías ruso-chinas. El grueso de las transacciones, sin embargo, se hacía por vía marítima y con la intervención de las grandes compañías monopolistas. Su desarrollo iría acompañado de la penetración y dominio territorial por parte de los europeos.
Más información Comercio inter-europeo
El comercio intereuropeo fue el más importante por volumen y valor, pero su peso relativo descendió paulatinamente ante el avance de los intercambios con el resto del mundo. Subsistieron importantes centros comerciales en el interior. Las ferias de Leipzig o Francfort, por ejemplo, fueron puntos de enlace entre la Europa occidental y la central y oriental. Dominaba, sin embargo, el comercio marítimo y, dentro de éste, el protagonizado por los puertos de la fachada atlántica y el norte de Europa, mientras la importancia relativa del Mediterráneo siguió un camino descendente, y puertos como Venecia o Génova quedaron limitados a un papel meramente regional.
Más información Moneda, crédito y finanzas
La expansión comercial del siglo XVIII estuvo sostenida por un importante aumento de la moneda y los medios de pago en general, así como por la aceleración de la velocidad de circulación monetaria, debido al cada vez más frecuente recurso al crédito, favorecido a su vez por unas instituciones financieras en rápida evolución. La evolución de las prácticas bancarias y la creciente utilización del crédito agilizó la disponibilidad de capitales para las operaciones comerciales.
Más información La agricultura
La agricultura fue el sector de la economía en que los cambios, globalmente considerados, fueron menores. Hubo, no obstante, un crecimiento importante de la producción agraria, que permitió mantener la expansión demográfica del siglo. En buena medida, dicho crecimiento se realizó en el marco de las estructuras tradicionales, que en modo alguno impedían el crecimiento. Y también hubo casos, no limitados a Inglaterra -a la que habitualmente se vincula la revolución agraria-, en que la renovación de aquéllas fue la tónica dominante.
Más información Agricultura del Antiguo Régimen
La agricultura tradicional europea presentaba una gran diversidad, pero también ciertos rasgos y problemas comunes. Había, por ejemplo, fuertes contrastes entre las grandes llanuras y mesetas y las áreas altas y montañosas. Dominaba en aquéllas el cultivo de cereales (mayoritario en el conjunto de Europa) en un régimen, muchas veces, de campos abiertos, en que las parcelas cultivadas no estaban cercadas ni valladas como para impedir el libre paso entre ellas. La existencia de huertos (de muy reducida extensión, pero presentes en casi todos los núcleos de población) permitía diversificar algo la producción, complementada en cualquier caso con cultivos comerciales (vid, olivo) e industriales (lino, cáñamo, por ejemplo).
Más información La producción agraria
El aumento de la producción se alcanzó, sobre todo, mediante la ampliación de la superficie cultivada, recuperándose tierras abandonadas durante la depresión del siglo XVII y roturándose otras nuevas, sin olvidar que las estructuras del Antiguo Régimen, como veremos, también permitían el crecimiento y no sólo por la vía extensiva. Pero, ciertamente, las transformaciones estructurales fueron en conjunto escasas.
Más información Renovación teórica
El ambiente dominante en determinados círculos sociales de la época parecía particularmente propicio a la renovación en el campo. La necesidad permanente de aumentar la producción para responder a una demanda en expansión, el alza continua de los precios de los productos agrarios y de la renta de la tierra, acelerada en la segunda mitad del siglo y más aún en las últimas décadas, junto con ese espíritu del siglo amante del progreso y dispuesto (al menos, teóricamente y siempre que no se tocaran determinados privilegios) a la innovación, propiciaron un elevado interés por la agricultura.
Más información Continuidad estructural
El continuismo no fue patrimonio exclusivo de Rusia: persistió, de hecho, en la mayor parte de Europa, desde España a Polonia. Dos de los graneros tradicionales -Sicilia y Polonia- continuaron desempeñando este papel y exportando cereales sin modificar básicamente las formas de cultivo -grandes propiedades, mano de obra servil en el primer caso- ni los rendimientos.
Más información ¿Revolución agraria?
También hubo países y regiones en que, casi siempre por iniciativa privada, y en ocasiones desde mucho antes del siglo XVIII, se estaban produciendo una serie de innovaciones llamadas a cambiar profundamente el panorama agrario europeo. El entorno de las ciudades fue, en toda Europa, un espacio idóneo para la aparición de una agricultura intensiva y de altos rendimientos que, impulsada por la demanda urbana, combinaba el cultivo de una variada gama de productos con la cría de ganado.
Más información Industria
Respondiendo al estímulo de unos mercados, internos y exteriores, en constante expansión y contando en muchos casos con la protección estatal, se produjo, especialmente durante la segunda mitad, un impresionante aumento (se partía de unos niveles muy bajos) de la producción manufacturera, que afectó tanto a las industrias más antiguas como a otras de nueva creación.
Más información La producción industrial
Prácticamente ningún ramo de la actividad industrial quedó al margen de la expansión, pero destacó especialmente en los sectores textil, minero y metalúrgico, los más importantes de la época.
Más información Los avances técnicos
El crecimiento de la producción industrial se vio favorecido por una serie de innovaciones técnicas acaecidas en este siglo. Dichas innovaciones no fueron, en líneas generales, resultado de los avances científicos, sino más bien de los tanteos empíricos, el ingenio, la experiencia de unos inventores que, por otra parte, continuaban una tradición de pequeños perfeccionamientos. Pero a la ciencia correspondería la aportación, nada desdeñable, del método y el afán experimentador.
Más información Apoyo e intervención estatal
En la mayor parte de los países europeos, desde los de la Península Ibérica a Rusia, pasando por Francia, Prusia, Austria, Polonia o los países escandinavos, la industria recibió en este siglo, más que en el pasado, protección estatal. Era una política de clara inspiración mercantilista y sus pretensiones eran aumentar los recursos del Estado por vía fiscal y conseguir los medios para reducir el déficit comercial o invertir su tendencia.
Más información Formas de organización industrial
Durante el siglo XVIII siguieron existiendo los pequeños talleres, característicos de etapas anteriores, así como surgieron nuevas formas de organización industrial, fundamentalmente concentradas.
Más información Pervivencia y crisis gremial
Con la importante excepción de Inglaterra, donde habían entrado en franca decadencia a mediados del Seiscientos y eran ya prácticamente inoperantes (aunque subsistían nominalmente), los gremios siguieron presentes en el siglo XVIII en casi toda Europa. Aparentemente, las corporaciones constituían sólidas estructuras que, además, gozaban del favor de los poderes públicos, ya que resultaban eficaces mecanismos de control fiscal y eran, potencialmente al menos, excelentes instrumentos al servicio de la política intervencionista llevada a cabo en muchos países.
Más información Pre-industrialización
El desarrollo de la industria rural dispersa en el siglo XVIII está en la base de la reciente formulación del concepto de protoindustrialización, que se aplica a un determinado período histórico (no anterior a mediados del siglo XVII), enmarca la producción industrial en un amplio contexto socioeconómico e indaga sobre su evolución futura.
Más información La industria concentrada
Había actividades -minería, metalurgia en algunos casos, construcción naval...- cuyas peculiares características requerían la concentración de mano de obra y la inversión de capitales cuantiosos, muy pocas veces aportados por un solo empresario y formados más frecuentemente mediante la creación de compañías participadas y cuyo papel en el desarrollo del capitalismo industrial, desde los mismos albores de los tiempos modernos, no puede minimizarse. El nivel de concentración que llegaron a alcanzar fue, a veces, considerable. Por otra parte, el siglo XVIII vio desarrollarse, ya que no siempre nacer, otros tipos de empresas concentradas; las manufacturas y fábricas.
Más información Inicios de la Revolución Industrial
En las últimas décadas del siglo XVIII se puso en marcha en Inglaterra la denominada revolución industrial, esto es, un proceso de crecimiento de la producción y de transformaciones estructurales que en un lapso de tiempo relativamente corto (no más de dos generaciones) daría lugar a una nueva sociedad en la que el capitalismo industrial estaba plenamente asentado. Las características del proceso serán el afianzamiento del sistema fabril, el crecimiento autosostenido de la producción y, con ello, la ruptura de los viejos y rígidos topes que impedían el crecimiento de la población, la consagración definitiva de la figura del empresario industrial y la generalización del trabajo asalariado, formándose una nueva clase social, el proletariado, ajena a la propiedad de los medios de producción.
Más información El mosaico europeo
En la Europa del siglo XVIII el rey seguía siendo el personaje más representativo de los Estados y el sistema monárquico la referencia natural y también la más eficaz a los ojos de los europeos, dada su identificación con él. Sin embargo, el poder absoluto del monarca contradecía los postulados del derecho natural y aunque todavía no se creyera en la necesidad de unas leyes capaces de garantizar las libertades según ese mismo derecho, sí pareció imponerse la idea de que el rey tenía legitimidad sólo cuando gobernara buscando el bien común, en beneficio de la comunidad. Locke, Montesquieu, Rousseau, etc. elaborarán nuevas ideologías políticas y sociales.
Más información Francia
La Francia de Luis XIV aparecía en el contexto europeo como el paradigma de Estado absoluto, ya que el monarca había sabido fortalecer su autoridad por encima de las demás instancias, logrando con ello una cierta uniformización social, con el sometimiento de la nobleza y la Iglesia tras la desaparición del peligro frondista, religiosa por la revocación del Edicto de Nantes y política mediante la creación de un aparato administrativo donde el rey, investido de los tres poderes y con una autoridad sólo limitada por el respeto a las leyes del reino, asume personalmente el gobierno.
Más información Reinado de Luis XV
A la muerte del Rey Sol se instala en el trono francés Luis XV, un monarca débil y enfermizo. La debilidad de la institución real fue aprovechada por fuerzas opuestas a la centralización que desencadenan una permanente oposición para salvaguardar sus antiguos privilegios, fundamentalmente miembros de la alta nobleza y los parlamentos. Esta actitud obstruccionista por parte de los grupos conservadores mantuvo a la Monarquía francesa en un estado de conflicto latente a lo largo de toda la centuria que nos ayuda a entender cómo, tras la irrupción de nuevas fuerzas sociales, se inicia un proceso revolucionario que acabaría derrumbando el Antiguo Régimen.
Más información Primeros años de Luis XVI
Al morir Luis XV, le sucede su nieto, el duque de Berry, en 1774. Luis XVI, influenciado por el partido devoto, cesó al equipo gubernamental anterior y escogió como secretarios a personajes ilustrados. La situación era difícil, a los problemas políticos se unía la enorme deuda pública y la permanente crisis económica, agudizado todo ello por la crítica al absolutismo.
Más información Gran Bretaña
El reinado de Ana Estuardo puede ser considerado como un período de transición hacia la consolidación de un modelo político singular que hará alejarse a Inglaterra del absolutismo imperante en el Continente, propiciando una larga época de estabilidad que no se romperá hasta el estallido de la revolución americana.
Más información Dinastía Hannover
La llegada de la casa Hannover al trono inglés se hizo pacíficamente, con la subida al trono de Jorge I. Desde el principio se apoya en el partido whig, que había propiciado su sucesión. Destituyó a Bolingbroke, por sus simpatías jacobitas, y nombró un equipo ministerial con mayoría whig, donde destacaban lord Townshend, como presidente; Stanhope, Sunderland, Marlborough, Nottingham, Walpole y Pulteney.
Más información Jorge II
Jorge II
Diferentes ministros de Jorge II, como Walpole, Carteret o Newcastle, entre otros, habrán de enfrentarse a problemas como la presión de los Borbones en el continente o el enfrentamiento de partidos en el ámbito interior.
Más información Jorge III
El nuevo rey era nieto del anterior monarca, Jorge II, y había recibido una educación esmerada de su madre, Augusta de Sajonia, y de su preceptor escocés J. Bute, adscrito al partido tory, quien no sólo le familiarizó con los asuntos de gobierno sino que le aconsejó aumentar las prerrogativas reales y cumplir con sus deberes políticos. Firmemente imbuido de esa idea, Jorge III, poco interesado por los problemas continentales, decide volcarse en los asuntos internos.
Más información Las Provincias Unidas
El siglo XVIII representa un período de retroceso y significativa decadencia en todos los sentidos; su economía abandonó el dinamismo que le había caracterizado en la centuria anterior y de esta manera la producción agraria e industrial en el interior del país se fue estancando, al tiempo que perdía sus puestos influyentes en los mercados internacionales ante la pujanza de nuevos países. A nivel político, los principios básicos de la república se vieron alterados al restablecerse el Estatuderato, ahora con carácter hereditario, lo que sembrará nuevos elementos de discordia entre los grupos políticos -conservadores y renovadores- a los que hay que sumar la influencia de la Ilustración y, más tarde, el impacto de la revolución francesa.
Más información Segundo interregno
Tras la muerte de Guillermo III, los Estados Generales se apresuraron a volver a la vida política según las antiguas constituciones, y los regentes y el gran pensionario se convierten de nuevo en el verdadero Gobierno de la nación. A. Heynsius fue el encargado de dirigir la acción exterior durante la Guerra de Sucesión española, y su sucesor, S. Slingelandt, en pleno proceso de pacificación, trataría de introducir algunas reformas, sobre todo eliminar el trámite de someter todas las decisiones a los Estados provinciales antes de ser aprobadas en los Estados Generales, lo que contribuía a la inoperatividad gubernamental.
Más información Guillermo IV
El rey Guillermo IV hubo de enfrentarse a una delicada situación económica y política, que provocó a su vez un clima de fuerte contestación social.
Más información Guillermo V
El estallido de la Guerra de los Siete Años (1756-1763) no arrastró a la república, a pesar de las presiones ejercidas desde Francia e Inglaterra; incluso fue un buen momento para la recuperación económica (tras la dislocación del mercado monetario de Amsterdam), ya que permitió a la banca y a las compañías de seguros hacer grandes negocios. Finalmente, la crisis estalló en los años ochenta, a propósito de la rebelión de los colonos ingleses contra Jorge III.
Más información Suecia
Suecia vivirá un período de decadencia, especialmente durante el reinado de Carlos XII quien, a pesar de intentar emular a su predecesor en el trono Gustavo Adolfo, no conseguirá sino la pérdida de peso en el conjunto de las relaciones internacionales europeas.
Más información Inicios de la decadencia
A la muerte de Carlos XI le sucede el joven Carlos XII. Como ferviente admirador del rey Gustavo Adolfo, al que pretendía emular en todos los aspectos, intentaría recuperar para su país el poderío perdido. No obstante, la coincidencia de intereses entre sus enemigos tradicionales con otras potencias que querían crecer a costa del suelo sueco -Rusia-, determinará que Carlos XII se vuelque con todas sus energías sobre los asuntos externos, abandonando hasta cierto punto los problemas internos y creando un vacío de poder que, a la larga, sería perjudicial para la Monarquía y para el conjunto del país.
Más información El constitucionalismo democrático
Tras abdicar la reina Ulrica Leonor, sube al trono su esposo Federico I, quien inaugura un sistema de constitucionalismo democrático que acabó con la autocracia de la Monarquía. El rey fue perdiendo sus prerrogativas progresivamente, su actuación era fiscalizada por el Parlamento y sólo tenia poder para nombrar a los oficiales del reino, conceder títulos nobiliarios y dirigir el Ejército; las decisiones gubernativas eran adoptadas conjuntamente con un Gobierno compuesto de 16 personas.
Más información Gustavo III y el despotismo ilustrado
Gracias a la acción del rey Gustavo III Suecia consigue superar la decadencia y mostrarse a la comunidad europea como una Monarquía ilustrada donde se podían introducir reformas avanzadas en las estructuras de la sociedad, donde la cultura llegaba al florecimiento gracias a la colaboración de importantes intelectuales y de esta manera el país se encaminó hacia el progreso, abandonando el estancamiento y volviendo a encontrar confianza en sí misma y en su clase dirigente. Su gran baza política fue la superación de la anarquía reinante, provocada por las irreconciliables posturas entre los estamentos, con la creación de una Monarquía fuerte y centralizada, de carácter absolutista.
Más información Dinamarca
En Dinamarca la agricultura era el pilar básico de la economía pero en la centuria que nos ocupa se advierten profundos y renovadores cambios en todos los sectores productivos. Federico IV, Cristian VI, Federico V y Cristian VII serán los monarcas de este período. Al mantenerse ajena a los conflictos internacionales pudo seguir su empresa modernizadora, por lo que al llegar el siglo XIX este país era uno de los más avanzados del Continente y que más tempranamente habían consumado la desaparición del régimen feudal.
Más información Polonia
A pesar de que nunca había tenido un papel dirigente en las relaciones internacionales, su identidad nacional había cristalizado tiempo atrás y gracias a sus excedentes agrícolas había tenido una función destacada en el comercio hanseático. Sin embargo, la escasa vitalidad de sus instituciones, dominadas por una oligarquía de magnates y de rancios grupos nobiliarios, junto con una debilidad de la Monarquía, electiva y no hereditaria, que nunca pudo jugar un papel rector en la vida política del país hacen posible la dominación extranjera, a través de la dinastía sajona reinante, y la permanente intromisión de las potencias vecinas como Rusia o, cada vez en menor medida, Suecia.
Más información La dominación sajona
Tras morir Jean Sobieski en 1696 se inaugura un período de anarquía y confusión. Dado el carácter electivo de la Monarquía, aparecen numerosos candidatos, siendo finalmente impuesto Federico Augusto de Sajonia, quien ocupará el trono como Augusto II. El nuevo monarca inaugurará una época de control de Sajonia sobre el territorio polaco.
Más información Ilustración y disgregación del Reino
La elección del nuevo rey, Estanislao Augusto Poniatowski se había debido a las exigencias rusas (había sido modelado a la medida de la propia Catalina II) contando con el beneplácito de Prusia con la que se estaba negociando ya una repartición del territorio polaco. Con él, las Luces llegan y se difunden por Polonia, aceptándose presupuestos y postulados del pensamiento ilustrado. Sin embargo, en 1795 se suscribe un acuerdo entre las potencia extranjeras por el que, además de ocupar todo el territorio (los prusianos se instalaron en Varsovia, los austriacos en Cracovia y los rusos en el resto) obligaron a Estanislao a dimitir.
Más información Prusia
El gran elector de Brandeburgo, Federico Guillermo, fue el verdadero artífice del poderío prusiano. Desde el primer momento se esforzó en romper definitivamente los lazos que le ataban a la soberanía imperial para crear una Monarquía de derecho divino basada en una estructura absolutista de corte feudal, en la que los objetivos básicos serían fortalecer la economía, aumentar la población, impulsar la obra colonizadora y dotarse de un aparato militar poderoso. El Ejército, controlado permanentemente por el rey, aumentó paulatinamente sus efectivos humanos y comenzó su transformación hacia lo que sería el modelo militar del siglo XVIII.
Más información Federico Guillermo I
El artífice de Prusia como reino independiente es Federico Guillermo. Además, creó el ejército más poderoso de Europa, con un oficial de origen noble en los mandos, sometido a una férrea disciplina, y con una estricta jerarquización interna.
Más información Federico II el Grande
El rey Federico el Grande fue ante todo un político práctico que supo proseguir la tarea de sus predecesores perfeccionándola cada vez más, logrando hacer de Prusia una de las potencias más poderosas de Europa, modelo de Estado centralizado con un déspota ilustrado a su frente que llegó a ser elogiado por los grandes intelectuales de la época. La política exterior fue claramente expansionista e intervencionista en los asuntos europeos.
Más información Federico Guillermo II
El sucesor de Federico II el Grande, Federico Guillermo II, representa la anulación paulatina de las medidas del anterior rey, sobre todo en el terreno económico y cultural. Su política económica acabó con los monopolios del Estado, redujo los impuestos, aumentó los salarios públicos -civiles y militares- y fomentó la industria nacional y el comercio, pudiendo llevar a cabo estas medidas gracias al superávit de la hacienda heredado, lo que permitió financiar las guerras con el erario público sin tener que recurrir a gravámenes extraordinarios, logrando, además, cierta prosperidad económica. A nivel cultural se despliega una política anti-ilustrada. De nuevo se impone la censura y se amenaza la libertad de pensamiento.
Más información España
La sucesión en el trono español plantea un grave conflicto de alcance europeo. El nuevo monarca, Felipe V, nieto de Luis XIV, supone la constatación de la influencia francesa sobre los asuntos españoles. Tras el mandato pacifista de Fernando VI, el monarca ilustrado Carlos III emprenderá un programa reformista y racionalizador de las estructuras del país.
Más información Felipe V
Durante la Guerra de Sucesión el Gobierno de Felipe V llevó a cabo importantes reformas de carácter administrativo, la más importante de las cuales fue la supresión de la Corona de Aragón como conjunto orgánico-administrativo procedente de la Edad Media (Decretos de Nueva Planta). La llegada a España de una nueva reina, Isabel de Farnesio, propició la subida al poder del cardenal Alberoni, quien emprendió una política reformista. En 1726, el nombramiento de Patiño acentuó este proceso de reconstrucción nacional en todos los aspectos y la realización de una política exterior realista. Supo rodearse de colaboradores eficaces y competentes como J. del Campillo o el marqués de la Ensenada.
Más información Fernando VI
La muerte de Felipe V en julio de 1746 facilitó el acceso al trono de su hijo Fernando. Con él suben al poder dos personajes, Carvajal, como secretario de Estado, y el marqués de la Ensenada, como titular de Hacienda, Guerra, Marina e Indias, que diseñarán una política de equilibrio debido a la contraposición o complementariedad de sus puntos de vista, encauzando la política exterior bajo nuevos presupuestos y volcándose en la reconstrucción nacional.
Más información Carlos III
El nuevo monarca, Carlos III, sucesor de Fernando VI, es el prototipo del rey ilustrado. Ser rodeó de ministros reformadores, que, con mayor o menor fortuna, emprendieron profundos cambios estructurales encaminados a lograr la regeneración del país. Los cambios afectarona todos los ámbitos: se fomentarón la agricultura y la industria, las artes, la educación, se regularon las relaciones con la Iglesia, etc., todo ello para modernizar los reinos y hacerlos progresar.
Más información Portugal
En los primeros años del siglo XVIII Pedro II continuará las directrices políticas marcadas por su padre, Juan IV, y su hermano Alfonso VI: conservación, mantenimiento y defensa del imperio ultramarino y vinculación estrecha con Inglaterra, reforzada en 1703 al firmarse los denominados Tratados de Methuen, que significarían una alianza duradera entre ambos países.
Más información Juan V
Hijo de Pedro II, Juan V, será el verdadero artífice de uno de los reinados más largos del "Portugal restaurado". Tras los problemas iniciales, emprendió una política de acercamiento a España mediante el intercambio de princesas, casando a doña Bárbara de Braganza con el futuro rey español Fernando VI. La alianza con Portugal, más política que económica, continuó durante su reinado.
Más información José I
Tercer hijo de Juan V y María Ana de Austria, José I, se rodeó de colaboradores expertos y fieles a la Corona. Para las Secretarías prefirió a personajes relativamente oscuros, pero con experiencia gubernamental, y ajenos a los grandes clanes nobiliarios: Diego de Mendoça Corte Real, como secretario de Estado, y Sebastián José Carvalho e Melo, posterior marqués de Pombal, como secretario de Exteriores y Guerra.
Más información La Península italiana
A comienzos del siglo XVIII la península italiana era un territorio fragmentado en unidades políticas independientes, cada una de ellas con un discurrir propio y con particularidades específicas a todos los niveles, donde la ausencia de una estructura institucional centralizada a nivel nacional las deja a merced de su propia historia, al tiempo que les proporciona una indudable debilidad.
Más información La Italia de los Habsburgo
Los Habsburgo mantienen aun en esta etapa posesiones en Italia. En el norte, la rica región lombarda alcanza un alto grado de desarrollo tanto económico como cultural. En el sur, Nápoles conoce el reinado de Carlos de Borbón, primogénito de Isabel de Farnesio. Leopoldo I, en la Toscana, seguirá la política reformista característica del despotismo ilustrado, convirtiéndola en un Estado moderno y desarrollado.
Más información Lombardía
Recibió una enorme influencia de la corte vienesa en todo este período a través de las profundas reformas que se acometen desde el principio, como la revisión sistemática del Catastro, la supresión de las aduanas internas, el intervencionismo del Estado para estimular el crecimiento económico y la reforma del sistema impositivo. Asimismo, la ebullición intelectual que haría de la Universidad de Pavía uno de los grandes centros culturales de Italia, fue estimulada por los dirigentes austriacos, lo que convirtió al Milanesado en foco de irradiación de la Ilustración y el progreso. Destacan los gobiernos de Carlos VI, María Teresa y el reformador de José II.
Más información Dominios meridionales
Nápoles, situado en el sur de la península, era el mayor de los Estados italianos a comienzos del siglo XVIII, habitado por unos 6 millones de habitantes. Mediante la Paz de Rastatt fue cedido a Austria y en 1720, tras la crisis provocada por España, fue ratificada tal cesión pero, tras la Guerra de Sucesión polaca, la Paz de Viena (1738) puso este territorio en manos de don Carlos de Borbón, primogénito de Isabel de Farnesio.
Más información La Toscana
A la muerte de Juan Gastón (1737) fue incorporado al patrimonio del duque de Lorena, esposo de María Teresa de Austria. A su muerte, lo heredaría su segundo hijo, Leopoldo I, que seguirá la política reformista característica del despotismo ilustrado, convirtiéndola en un Estado moderno y desarrollado donde se combinaba el respeto a una cierta libertad individual con los métodos absolutistas, y que lo gobernaría hasta 1790 cuando muere su hermano el emperador José II y en él recae la Corona austríaca.
Más información La Italia de los Borbones
Los Borbones conservan su control sobre algunos territorios italianos. En el Reino de las Dos Sicilias se instalará en el trono Carlos VII, futuro Carlos III de España. Parma, Piacenza y Guastalla verán alternar su control entre España y Austria.
Más información Reino de las Dos Sicilias
El monarca Carlos VII quiso afianzar su poder con solidez y para ello llevó a cabo una política continuadora. Pasados los primeros años, inicia su labor reformadora en una triple vía: delimitar las relaciones con la Iglesia en el plano económico y político; introducir cambios en el organigrama institucional para dotarlo de mayor eficacia y controlado por el Estado, fuera de influencia baronal, y la reforma económico-fiscal, introduciendo un cierto igualitarismo en el sistema impositivo. En 1759, a la muerte de su hermano Fernando VI, Carlos abandona Nápoles para recibir la Corona española como Carlos III, dejando el gobierno en manos de un Consejo de Regencia, dada la minoría de edad de su hijo y heredero, Fernando IV.
Más información Parma, Piacenza y Guastalla
Propiedad de la familia Farnesio, la reina de España, Isabel, adujo sus derechos familiares y consiguió hacer recaer esta herencia en su primogénito Carlos. Pero en 1738, al firmarse la Paz de Viena, este infante obtuvo el reino de las Dos Sicilias, teniendo que ceder estos territorios a Austria. Diez años más tarde la suerte volvió a cambiar y el Tratado de Aquisgrán (1748) estipuló que el ducado y las plazas fueron para el segundogénito de Isabel, don Felipe de Borbón.
Más información Estados del Papado
Situados en el centro de la península, se gobernaban por un sistema muy peculiar, parecido a una monarquía teocrática donde el sistema electivo permitía la aparición de facciones y grupos dentro de la Iglesia, así como interferencias de las naciones católicas europeas en los cónclaves. La administración estaba muy centralizada y burocratizada. Destacan los papas Clemente XIII, Benedicto XIV y Pío VI.
Más información La república de Génova
La república de Génova
Su propia posición geográfica, punto estratégico fundamental, le hacía adoptar la neutralidad internacional aunque, en la práctica, todas las guerras de la época le afectaron. Así pues, participó en la Guerra de Sucesión austríaca contra el Piamonte y Austria, por su dependencia hacia Francia. En la Guerra de los Siete Años intervino en el bloque antifrancés, lo que le condujo a la ruptura diplomática con España, asestando un duro golpe a su comercio. Su principal gobernante es el dux Agostino Lomellini.
Más información La república de Venecia
Gobernada por un sistema oligárquico-ciudadano cuyos miembros estaban inscritos en el Libro de oro de la ciudad, seguía estando viva a comienzos de la centuria gracias a su activo comercio, aunque sus iniciativas expansionistas quedarán abandonadas en 1718 con la pérdida de Morea y conservando únicamente sus enclaves en la costa yugoslava, donde ebullía ya un cierto nacionalismo antiveneciano. El período que nos ocupa está marcado por la estabilidad, y por un cierto retroceso en el comercio mediterráneo, en parte por la concentración de la propiedad agraria, la vigencia de una agricultura tradicional y la decadencia de la clase dirigente.
Más información Reino del Piamonte
El antiguo ducado de Saboya aparece en la escena internacional transformado en reino independiente tras las paces de Utrecht, en cuyo organigrama europeo se concebía como Estado-tapón o barrera capaz de frenar el expansionismo existente entre Austrias y Borbones. La capital, establecida en Turín, acabó convirtiéndose en una de las más modernas de Europa, y sus monarcas transformaron lo que era un antiguo feudo familiar en una Monarquía absoluta, plenamente integrada en la comunidad europea.
Más información Módena
Este pequeño ducado, controlado por la familia Este, es el único Estado patrimonial existente en Italia en el siglo XVIII. Los acontecimientos bélicos ocurridos en el norte de la península con las guerras dinásticas europeas influyeron negativamente en su economía, pero la crisis mayor se dio en 1733-1736 ante una invasión francesa.
Más información Austria
La configuración de los Estados patrimoniales de los Habsburgo como una monarquía multinacional, multiconfesional y confederal era una realidad en el siglo XVIII. En ella coexistían varias nacionalidades formando, en la práctica, tres grandes unidades: los países austriacos, la Corona de Bohemia y el Reino de Hungría. Cada grupo poseía su propia lengua, su cultura y también instituciones locales, así como representantes en los órganos de la Administración central. La emperatriz María Teresa será una de las figuras principales.
Más información Carlos VI
El rey Carlos VI se dedicó principalmente a impulsar el desarrollo económico del país y a lograr una participación en el comercio extraeuropeo, así como a legitimar la descendencia de su hija María Teresa. La Pragmática Sanción, dictada en abril de 1713, proclama la indivisibilidad de los territorios de la Monarquía, y el principio de primogenitura, primero por vía masculina y, en su ausencia, por vía femenina, lo que suponía sancionar la asimilación de la Corona de Bohemia y de Hungría, y la desheredación de sus sobrinas.
Más información María Teresa
Nada más acabar la guerra que le proporcionó el reino, María Teresa se volcó en conseguir un Estado fuerte y centralizado. Tras su muerte, en octubre de 1780, Austria ha conocido un cierto esplendor, a pesar de las guerras que asolaron su territorio y de la aguda crisis económica de 1771; se ha convertido en una potencia de primer orden, ha aumentado sus territorios y ha llevado a cabo una política progresista y moderna, digna de una reina ilustrada como había sido ella.
Más información José II
Tras morir María Teresa, le sucede José II. Como ella, estaba firmemente convencido del papel que debía jugar el monarca, como primer servidor del Estado, imponiendo unas directrices gubernamentales que posibilitarán la modernización de las estructuras de la sociedad, sin que ningún obstáculo -tradición, nacionalismo, privilegios...- se interpusiera en su camino. Tratar de conseguir un Estado fuerte y poderoso sólo era posible consiguiendo una centralización institucional y un reforzamiento de su poder personal.
Más información Turquía
El declive turco, ya iniciado en décadas anteriores, será lento pero constante, convulsionado internamente y haciendo al Imperio otomano incapaz de hacer frente a la nueva situación internacional y exponiéndole permanentemente a las pérdidas territoriales a manos de los europeos. Sin embargo, este proceso no fue rápido, gracias a la aparición de singulares estadistas y gobernantes como Mustafá II o Ahmed III, que intentaron adoptar la renovación y la reforma como alternativas a la decadencia, iniciando la apertura a las modernas potencias europeas que estaban protagonizando innovaciones científicas y culturales.
Más información Período de transición
La revuelta del líder jenízaro, Patrona Khalil, origina un corto período de confusión, mostrando de nuevo la debilidad del sultanato, pero permite también el acceso del sultán Mahmud I, que desplazó del poder a los jenízaros restaurando el orden tradicional. Mustafá III, que aparece como la gran alternativa al anterior, firme partidario de una política pacifista con Europa como medida indispensable para la solución de los problemas internos.
Más información Inicios de la cuestión de Oriente
Cuestión de Oriente es un conjunto de hechos que se desarrollan entre 1774 y 1823 que supusieron el resquebrajamiento del Imperio turco y la rapiña de las grandes potencias europeas: rusos, ingleses, franceses y austriacos.
Más información Las provincias balcánicas
Los desastres militares del ejército otomano ante sus vecinos harán constantes rectificaciones de fronteras entre las potencias europeas y las zonas dominadas revelándose así la impotencia del Estado turco para hacer frente a la nueva situación. La pérdida de prestigio del poder central generó condiciones de anarquía local que motivaron descontentos locales, a veces con connotaciones autonomistas o independentistas, y el aumento creciente de atribuciones, incluso en el terreno fiscal, de las autoridades locales.
Más información Rusia
Rusia conocerá una etapa de gran desarrollo tanto económico como político y cultural. Pasará de ser una nación secundaria en el conjunto europeo a desarrollar un papel hegemónico en las relaciones internacionales, gracias sobre todo al papel de dos monarcas: Pedro I y Catalina II.
Más información Pedro el Grande
El zar Pedro I, uno de los hijos menores del zar Alexis, creó una monarquía burocrático-militar que hará de Rusia una gran potencia. Para ello deberá acometer un plan urgente y profundo de reformas que producirá importantes transformaciones en la estructura social y económica.
Más información La época de la inestabilidad
A pesar de haberse reservado el derecho a nombrar su sucesor, Pedro I no tuvo tiempo de elegirlo ni tampoco de establecer un sistema sucesorio determinado, lo que genera un largo período histórico caracterizado por las conspiraciones palaciegas y la ausencia de personalidades relevantes, a excepción de la zarina Isabel, que terminan siendo meros instrumentos de dominación de la nobleza, que recupera y amplia sus tradicionales privilegios en detrimento de la Monarquía absoluta y centralizada.
Más información Catalina la Grande
Podemos señalar tres períodos en su política interior: la primera (1762-1773) caracterizada por el impulso a la economía bajo postulados mercantilistas y colonizadores. Es también la época en que la Ilustración y el pensamiento enciclopedista alcanzó una gran difusión, apareciendo intelectuales y pensadores que apoyarían el progreso y las innovaciones y la propia Catalina se convierte en protectora de las Luces. Tras la rebelión de Putgachov se abre una segunda etapa (1774-1789) donde se establece una nueva planta del Estado en sentido centralista y autocrático. Una última (1789-1796) mediatizada por el impacto de la Revolución Francesa y el temor a las ideas ilustradas que la habían generado.
Más información Relaciones internacionales
La guerra y la diplomacia serán las dos herramientas utilizadas por los estados en su intervencionismo exterior. El derecho internacional evoluciona para dar lugar a una comunidad jurídica que regula las relaciones entre estados. La intromisión de los gobiernos en asuntos exteriores harán que apenas existan conflictos que no sean de alcance internacional.
Más información Guerra y sus características
Las modificaciones en las organizaciones militar, naval y administrativa no influyeron decisivamente sobre las prácticas bélicas y la corrupción y arbitrariedades de la carrera castrense, el mal funcionamiento de la intendencia y sanidad, las deficiencias en el adiestramiento y disciplina, el arcaico armamento y la inercia en la estrategia estuvieron presentes en Europa. Sólo interesaban los objetivos políticos concretos y todos los esfuerzos se centraban en su obtención, sin que se prestara demasiada atención al modo de conseguirlos.
Más información Convencionalismo y guerra defensiva
La oficialidad pretendía el menor número de pérdidas en hombres y material, por ello los objetivos primordiales fueron evitar violentos encuentros entre las partes contendientes y la realización de maniobras convencionales y se eludía la acción cuando no existía deshonor en el procedimiento. En no pocas ocasiones, los ataques frontales se sustituyeron por pequeñas escaramuzas para despistar o confundir al enemigo. El mantenimiento de las fuerzas armadas, en especial la marina, resultaba demasiado costoso a los Estados.
Más información Las fortificaciones
A mediados de la centuria, todavía se edificaban fortalezas a lo largo de vías naturales, que servían para las invasiones, en las rutas históricas y en torno a las villas y ciudades importantes o de carácter estratégico. Su posesión era considerada más importante que una victoria campal porque, además de las ventajas en cuanto a alimentos y armas requisados, siempre se utilizaban en las negociaciones diplomáticas.
Más información La Marina
Protagonistas en la política nacional e internacional, las fuerzas navales adquirieron cada vez mayor importancia en Rusia, Gran Bretaña y Francia. Mientras Pedro I se esforzaba por ocupar un lugar en el Báltico hacia 1720, a finales del Setecientos Rusia aparecía como una nueva potencia por sus guerras con los turcos y Suecia. El protagonismo británico se debió, en gran medida, al retraso marítimo del resto de los países, pues Londres aplicaba los mismos fundamentos tácticos y estratégicos en todos los escenarios y situaciones con resultados desfavorables.
Más información Los hombres
Una de las justificaciones de la guerra al viejo estilo se basaba en la creencia de que oficiales y tropa eran cobardes y necios y huirían a la menor oportunidad. Reflejo de la estructura social, todavía los nobles ocupaban un lugar destacado en las fuerzas armadas, tanto en los altos cargos como en la oficialidad, aunque no faltaban aquellos que seguían la carrera militar sin grado, siendo su mayor recompensa los honores. Sin embargo, se tendió hacia una distribución más equitativa de los puestos y aumentó el número de personas procedentes de la clase media, en especial en los países donde se vendían empleos o cargos.
Más información Las tácticas
Hubo pocos cambios tácticos y estratégicos en el siglo XVIII. Como hemos explicado, los ejércitos formaban todavía una masa única e ininterrumpida en el frente, carecían de homogeneidad organizativa, estaban compuestos por elementos nacionales y extranjeros, apenas existía espíritu combativo y existían numerosos motivos de deserción. La decadencia de la maquinaria militar se debía a inadecuados recursos financieros y materiales, a la especial composición social de los mandos, soldados y marineros y, en especial, a la permanencia de los convencionalismos.
Más información Diplomacia y relaciones internacionales
El siglo XVIII vió profundos cambios en las relaciones de poder. En Occidente, las antiguas potencias coloniales de Portugal y España perdieron, definitivamente, su posición protagonista, al igual que Holanda. Francia mantuvo su primacía, pero ahora tenía un peligroso enemigo, Gran Bretaña, cuyo poderío había aumentado constantemente por las posesiones ultramarinas, las victorias bélicas y la superación de las diferencias y problemas interiores. Austria triplicó sus propiedades con las conquistas danubianas y la adquisición de las posesiones españolas, hasta reunir numerosos países en un estado conjunto por medio de una ley sucesoria válida para todos.
Más información El equilibrio de poder
Suponía que ningún Estado alcanzaba un poderío superior al de los otros que pusiera en peligro la independencia de los demás. Para el siglo XVIII, los antecedentes inmediatos del concepto hay que buscarlos en la segunda mitad del Seiscientos, pero no entre los postulados políticos de Luis XIV, aunque hablaba de igualdad de poder o condominio en la distribución de la herencia española, sino entre los principios esgrimidos por Guillermo III de Orange.
Más información Evolución del Derecho Internacional
Multitud de cuestiones de carácter internacional se discuten en este momento: la libertad de los mares, la libertad de pesca, el libre comercio de los neutrales en tiempo de guerra marítima, la confiscación de la propiedad privada enemiga en el mar, el derecho de visita, el contrabando de guerra, derecho y condiciones del bloqueo, la prohibición en momentos bélicos del comercio colonial, los peajes en los estrechos, el derecho de intervención, las condiciones de los beligerantes, la inviolabilidad y prerrogativas de los embajadores, la extensión del sistema de embajadas permanentes, las mediciones o los derechos de la población civil no beligerante. Destacan pensadores como Montesquieu, Grocio, Bentham o Boullenois.
Más información La comunidad jurídica internacional
La comunidad internacional se dividía en grandes potencias, de segundo rango y menores. En el primer bloque estaban Austria, Gran Bretaña, Francia, Prusia, Rusia, España y Turquía. Las potencias de segundo rango variaban según la escala de las normas adoptadas y las consideraciones del contexto político; aquí podemos incluir a las Provincias Unidas, el Palatinado, Portugal, Saboya, Nápoles, Lorena, Baviera, Hannover, Sajonia, Dinamarca o Suecia. Si tomamos como pauta la debilidad militar y política, las potencias menores incluirían las ciudades libres imperiales, los principados eclesiásticos, Suiza, Polonia, la mayoría de los territorios alemanes e italianos, Crimea, Moldavia, Valaquia, Transilvania, Hungría o Ucrania.
Más información Organización y mecanismos diplomáticos
La especial concepción de las relaciones internacionales en el Setecientos dio lugar a una actividad sin precedentes, tanto por el número de convenciones y negociaciones como por el perfeccionamiento de los mecanismos. Muchos directores de las relaciones internacionales eran diplomáticos experimentados, como Pombal o Kaunitz. Ciertos soberanos, como Felipe V o Federico Guillermo I, tuvieron fama de intratables y, con frecuencia, no era suficiente llegar a un acuerdo con sus ministros por el riesgo de una negativa real.
Más información La guerra del Norte
El Imperio sueco, forjado a raíz de los acuerdos de Westfalia, chocaba en su escenario geopolítico con los intereses de Polonia, Rusia, Dinamarca y Brandeburgo, e incluso se había inmiscuido en los asuntos continentales por los compromisos y ventajas adquiridas en el siglo XVII. No sólo intervenía en el área comercial báltica, sino que con su ejército y marina, reorganizados con Carlos XI, presionaba sobre Brandeburgo y manipulaba el equilibrio de poder en perjuicio de Dinamarca por medio de las posesiones de Bremen, Verden y Wismar y la alianza dinástica con el duque de Holstein-Gottorp.
Más información El fin de la guerra: Nystad
El 30 de agosto de 1721 se firmaba el Tratado de Nystad. Junto a la oferta de mediación de Pedro I entre Federico I y Augusto II y la confirmación de los tratados de 1719 y 1720, se estipuló que Suecia recuperaba Finlandia y conservaba partes de Pomerania y los puertos de Wismar y Stralsund, mientras que Rusia recibía Carelia, Ingria, Estonia, Livonia y varias islas bálticas. Nystad significaba, sin lugar a dudas, el fin del Imperio sueco y la pérdida definitiva de prestigio en Europa.
Más información Revisionismo, intrigas y contradicciones diplomáticas
En La Haya, Holanda, Francia e Inglaterra firmaban la Triple Alianza, por la cual Versalles reconocía a los Hannover en la Corona británica, apoyaba la expulsión del Estuardo y prometía el desmantelamiento de las fortificaciones construidas después de Utrecht; Holanda conservaba las guarniciones fronterizas y Gran Bretaña aseguraba el respaldo moral y material al duque de Orleans en caso de una crisis sucesoria.
Más información Desarrollo del conflicto: 1717-1725
Desarrollo del conflicto: 1717-1725
La difícil política de equilibrio entre las diversas naciones europeas pasó por altibajos entre 1717 y 1725. Sucesivas negociaciones y tratados alteraron las alianzas y suscitaron nuevos conflictos.
Más información La pacificación
Obsesionados por el fantasma de la guerra, Fleury y Walpole reunieron de nuevo a los plenipotenciarios, cuyas negociaciones cuajaron en el segundo Tratado de Viena, de marzo de 1731, al que, finalmente, se sumó España, que, junto con Holanda y Gran Bretaña, reconocieron la Pragmática Sanción. La paz se había logrado gracias a la cooperación franco-británica, aunque favorecía principalmente a los intereses de Londres porque permitía su arbitraje en Europa, la conservación de sus prerrogativas comerciales y su protagonismo en los mares. A medida que aumentaban los odios hacia Gran Bretaña y Austria, se reafirmaban las relaciones entre Francia y España, convertida ahora en una potencia de segunda fila.
Más información La guerra de Sucesión polaca
La muerte de Augusto II, el 1 de febrero de 1733, precipitó los acontecimientos. Numerosos países tomaron la sucesión como pretexto para dilucidar cuestiones particulares. Pronto quedaron destacados dos candidatos, Estanislao Leszczynsky, apoyado por Francia, y Augusto de Sajonia, propuesto por Austria y Rusia.
Más información El Este y el tratado de Belgrado
Los turcos, tras la victoria de Krotzka, en el verano de 1739, sitiaron Belgrado y los ejércitos rusos entraron en Moldavia, con el consiguiente temor vienés. La disputa en los Balcanes parecía que iba a convertirse en una pugna entre antiguos coaligados, cuando el embajador francés Villeneuve, por propia iniciativa de su cancillería, abrió negociaciones en el campo turco y logró la firma del Tratado de Belgrado. El éxito diplomático de Villeneuve colocó a Francia en una posición privilegiada en los foros internacionales frente a Gran Bretaña y otorgaban a Francia el título de nación más favorecida en los asuntos sobre los católicos en el Imperio otomano.
Más información La sucesión austriaca
En 1739-1740 existían múltiples intereses y desacuerdos, que desembocarían en una guerra casi general, donde destacaban los objetivos prusianos, las rivalidades coloniales franco-británicas, los problemas italianos y la enemistad anglo-española de 1739, provocada por la respuesta de Madrid al contrabando de los navíos británicos en América. Alemania se convirtió en el eje de la diplomacia del momento por la prematura muerte de Carlos VI y la crisis sucesoria, que afectaba a numerosos países interrelacionados por una red de alianzas.
Más información Prusia y las diplomacias francesa y británica
La invasión prusiana de Silesia hizo detonar las hostilidades. Ante las indecisiones francesas y sin declaración previa, Federico II entró en el territorio en diciembre de 1740 con los pretextos de ciertos derechos sobre cuatro ducados silesios y librar a la población de la conquista sajona.
Más información La segunda guerra de Silesia
Los conflictos comenzaron con la formación de la Unión de Frankfort, en mayo de 1744, compuesta por Francia, Prusia, Carlos VII y algunos príncipes alemanes. El objetivo principal era la defensa de las libertades germánicas con el rescate de Baviera y la proclamación como emperador de Carlos VII. No cabía duda de que tales acontecimientos suponían el gran fracaso de la política de Carteret, destituido en noviembre, sustituido por Henry Pelham. Por su parte, Luis XV designaba secretario de Estado para los negocios extranjeros al marqués D´Argenson, enemigo acérrimo de los Habsburgo y defensor a ultranza de las libertades italianas.
Más información Rivalidades e intereses ultramarinos
La rivalidad entre Francia y Gran Bretaña tendrá en las colonias un nuevo escenario. Ninguno de los oponentes perseguía la suplantación absoluta, pues supondría el aumento de la oferta y la caída de los precios, pero sí querían la reducción del número de plantaciones y el deterioro de los circuitos enemigos.
Más información Fin de los conflictos
Durante su mandato, D`Argenson complicó la política francesa en Italia y no favoreció nada la coalición antiaustríaca, triunfante en el Milanesado, pero en 1746 fueron derrotados en Piacenza y las tropas enemigas entraron en Provenza. La guerra terminó con el gran fracaso francés en el puerto de Exilles, en 1747. Retomando las estrategias de anteriores campañas, Versalles volvió de nuevo sus miras hacia los Países Bajos con el fin de ganar posiciones en la contienda. Un ejército francés al mando de Mauricio de Sajonia conquistaba los Países Bajos.
Más información Tratado de Aquisgrán
El 28 de octubre de 1748 se firmó el Tratado de Aquisgrán, tras ocho años de guerra, por Gran Bretaña, Francia, Austria y las Provincias Unidas. No resolvió los graves problemas continentales, ni las diferencias ultramarinas, y, por ello, provocó profundos resentimientos, que tendrán su continuidad en los años siguientes.
Más información Guerra de los Siete Años
Pronto se vio que el Tratado de Aquisgrán había sido una simple pausa. Mientras María Teresa, muy descontenta por las cesiones, pretendía recobrar Silesia, la pugna colonial continuaba sin descanso. Francia constituía una pieza clave en este juego de intereses; su amistad con Austria desaconsejable, pues las cortes de Viena, Berlín y Londres mermaron su influencia en las redes diplomáticas. Ante tal situación debía parar el expansionismo ruso, recortar el prestigio de los Habsburgo en el Imperio y relegar al segundo plano el papel de Gran Bretaña en Europa y Ultramar.
Más información La guerra
A pesar del acuerdo británico-prusiano, Federico II se sentía en una posición de inferioridad y quiso anticiparse a un ataque combinado ruso-austriaco e invadió Sajonia en agosto de 1756, tomó Dresde, sitió Pirna e incorporó a su ejército las fuerzas sajonas cuando Augusto III pasó a Polonia. En el entramado diplomático, Italia y España quedaban relegadas a un segundo plano, mientras había dos bandos bélicos bien diferentes: el franco-británico en las colonias y Alemania occidental y el de Federico y sus enemigos en Alemania oriental, Silesia, Bohemia y Polonia.
Más información Las negociaciones
Vista la ambigüedad de los resultados bélicos en Europa y los desastres coloniales, Choiseul buscó una paz que confirmase lo obtenido. No obstante, las conversaciones no dieron el resultado deseado, y los conflictos continuaron. Contra todo pronóstico, ciertos acontecimientos inesperados favorecieron la consecución de la paz. Suecia, analizado su aislamiento, firmó un pacto con Federico y restituyó la Pomerania prusiana. Catalina II se declaró neutral en el conflicto austro-prusiano. María Teresa pidió la paz a Berlín y Versalles presionó a Carlos III para que aceptase las condiciones británicas tras las graves derrotas navales, y hasta ofreció compensaciones para su entrada en las negociaciones. Gran Bretaña, agotada, sin aliados y regida por el pacifista Jorge III, firmó con Francia los Preliminares de Fontainebleau.
Más información Las paces
En 1763 se puso fin a la Guerra de los Siete Años. El 10 de febrero concluyó el Tratado de París entre Gran Bretaña, Francia, España y Portugal. Gran Bretaña fue la indiscutible vencedora y confirmaba la consideración de potencia gracias a sus posesiones ultramarinas; Francia fue la gran derrotada y contemplaba su declive marítimo y colonial, aunque conservaba enclaves comerciales esenciales. En tercer lugar, se ratificaban los puntos básicos del Tratado de Aquisgrán. En cuarto lugar, España no quedó completamente aniquilada y vislumbraba una aproximación a Francia con el fin de detentar el protagonismo colonial frente a Londres. En quinto lugar, el tratado era la evidencia de que Prusia había vencido a los Habsburgo.
Más información Problemas del Este
A la muerte de Augusto III, la sucesión al trono de Polonia fue fuente de conflictos. El resultado será, años más tarde, la división y reparto del país a manos de sus rivales Austria, Prusia y Rusia. Otro motivo de inestabilidad será ahora la nula influencia francesa, siempre mediadora, centrada en este momento en sus discrepancias con Gran Bretaña, y al resentimiento de muchos países que temían la conversión de Rusia en una potencia terrestre y naval con la formación de una gran flota en el mar Negro y la conquista de los extensos territorios del Imperio otomano.
Más información El Báltico y Gustavo III de Suecia
El rey Gustavo III se convirtió en el verdadero defensor de las libertades suecas, mientras que los magnates se presentaron como un peligro para la unidad del país y los causantes de los anteriores disturbios en su propio beneficio. Después de tales logros, Gustavo III se propuso terminar con los peligros que amenazaban su país desde el exterior y acabar con el fantasma del reparto. En 1790 venció a su principal enemigo, Catalina II. De nuevo parecía que se iba a reconstruir el Imperio sueco de la segunda mitad del Seiscientos, pero había sido más una victoria personal que real y las potencias circundantes nunca olvidaron el escenario báltico cuando dibujaron sus políticas.
Más información Repartos y diplomacia
Tras la muerte de Maximiliano José de Baviera sin descendientes, se planteó el problema de la sucesión bávara, lo que planteó el conflicto entre Austria y Prusia, principalmente, con el arbitraje de Francia y el interés de estados como Gran Bretaña y Rusia. Finalmente, el gran vencedor fue Federico II: confirmaba su poder de estadista al lograr la ampliación sucesoria a los margraviatos franconios y aparecía como el defensor del equilibrio europeo y de las libertades germánicas. Francia y Rusia garantizaron el nuevo orden fijado en Teschen y se convirtieron en los árbitros de los conflictos europeos.
Más información Expansionismo de Catalina II
La potente Rusia de Catalina II no cesaba de hostigar a la Sublime Puerta. No cabía duda de que los planes rusos incluían al Imperio otomano, con graves problemas sociales, económicos y políticos, en sus proyectos de reparto.
Más información José II: los Países Bajos y Baviera
El emperador José II volvió a preocuparse por sus dominios en Europa occidental y, en concreto, por los Países Bajos. De nuevo se alteraba el orden europeo y era necesaria la actuación diplomática. El cierre del Escalda se había convertido en un principio de derecho internacional en Westfalia y tanto Francia como Prusia optaron por respaldar las reivindicaciones holandesas antes de que participase Gran Bretaña; evidentemente, ambas potencias ignoraron los acuerdos con Austria.
Más información Crisis franco-británica
Finalizada la Guerra de los Siete Años, tanto Francia como Gran Bretaña centraron su atención en las colonias y escenarios de Ultramar. Jorge III hizo partícipes de las deudas de la metrópoli a las colonias y fijó impuestos destinados a sufragar tales deficiencias, provocando el descontento generalizado, sobre todo en Norteamérica, donde desembocó en sublevaciones armadas. Francia fue el único país que atendió las reclamaciones de los colonos británicos, por motivos políticos y diplomáticos, y firmaron un pacto en febrero de 1778 para la entrada en la guerra terrestre y marítima, el apoyo militar y la entrega de subsidios.
Más información El Este y la guerra ruso-turca
La pérdida de prestigio francés conllevó que desde Rusia se manejasen las intrigas europeas y obligaron a Luis XVI a la renuncia de las promesas militares a los otomanos, con la consiguiente ruptura de relaciones diplomáticas. Favorable en un principio a los turcos, la guerra contó con victorias y derrotas en ambos bandos y al igual que en otras ocasiones supuso la excusa para la intervención de las potencias ajenas al conflicto. Federico Guillermo II se alió con Turquía y Polonia en 1790, con promesas de aportaciones militares. También Leopoldo II comprendió pronto la grave posición de los Habsburgo por la presión prusiana en el Imperio otomano y en los Países Bajos.
Más información El Mundo diverso
El principal problema que encontramos cuando aludimos al mundo extraeuropeo es su heterogeneidad. En el Setecientos se continúa la tradición descubridora de las centurias precedentes y nuevas expediciones exploratorias y comerciales, terrestres y marítimas, pusieron en contacto a los europeos con otros territorios y continentes, apenas conocidos o totalmente inexplorados. Cook, La Perouse, Bougainville, Mungo Park, etc. son viajeros y colonizadores destacados. China, Japón, la India y los territorios africanos serán cada vez más y mejor conocidos, preludiando la época de las grandes colonizaciones que no tardará en llegar.
Más información China
Durante el siglo XVIII, China vivió una de sus épocas más prósperas, bajo los emperadores manchúes. Los manchúes habían penetrado en China a principios del siglo XVII y establecido una de las dinastías más brillantes y duraderas de la historia, la dinastía Ta Ch´ing. Descendientes de los jefes nómadas que habían arrebatado China a los Ming entre 1640 y 1651, harán evolucionar al Imperio aceleradamente en política, administración, economía, sabiduría y arte, hasta el momento de su desaparición en 1912.
Más información La administración manchú
Los manchúes adoptaron casi totalmente el aparato administrativo de la época Ming, pero impusieron un mayor control y lucharon contra la corrupción burocrática. La figura del emperador participa tanto de lo temporal como de lo sagrado. Esta doble participación se explica porque vigila, de hecho, tanto el orden sobrenatural como el natural del mundo. Dentro de la filosofía política china, el emperador es verdaderamente Hijo del Cielo, debido a que gobierna en virtud de un mandato del cielo, de un contrato que, según los teóricos chinos, sólo es recompensa a la virtud.
Más información Sociedad y economía
La sociedad china del siglo XVIII experimenta un rápido crecimiento de la población que pasa de 143.500.000 habitantes en 1741 a 296 millones de habitantes en 1800. Este empuje demográfico, explicado por la prosperidad económica y las anexiones territoriales, va a tener como contrapartida una consecuencia negativa: el bloqueo del progreso técnico, innecesario por la extraordinaria abundancia de recursos humanos.
Más información Religión y cultura chinas
La religión china admitía varios sistemas que no se excluían totalmente entre sí puesto que al implantarse el confucionismo, el taoísmo y el budismo no se destruyeron a pesar de sus divergencias, ni tampoco se distinguieron siempre entre ellos. Como consecuencia de la prosperidad material, prosperó sobre todas las artes la cerámica. Sin embargo, los europeos de la Ilustración se dejaron deslumbrar por el mundo chino y por las representaciones idealizadas de los funcionarios y letrados confucianos y su posición en el Estado.
Más información Ocaso de la dinastía Manchú
Factores de descomposición interna son el visible grado de corrupción administrativa, la proliferación de sociedades secretas de talante anti-manchú y las numerosas sublevaciones causadas por disconformidad de las minorías étnicas y religiosas. El sistema en su conjunto se debilita progresivamente. Con Ch´ien-Lung, la dinastía Ching alcanzó el cenit de su desarrollo, pero la burocracia, ideológicamente conservadora y basada económicamente en la propiedad territorial, resultó incapaz de hacer frente a las necesidades que la rápida reforma exigía. Las mismas fuerzas que habían garantizado el ascenso de los Ching contribuyeron también a su ocaso.
Más información Japón
La historia del Japón había atravesado en la segunda mitad del siglo XVI una fase de profundas transformaciones que culminaron en 1600-1603 con la ascensión a shogun del daimio Tokugawa Ieyasu. Estas transformaciones rompían con la dinámica tradicional de fragmentación del poder en Japón y su consiguiente anarquía; los grandes daimios unificadores Nobunaga, Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu lograron poner fin a una tendencia disgregadora que parecía inevitable. El período Tokugawa alcanzó gracias a ellos su madurez hacia 1650, y la culminación de un proceso de búsqueda del orden en el interior y defensa frente al exterior.
Más información La administración centralizada
El objetivo de los Tokugawa era perpetuar su dominación. Si lo consiguieron fue gracias al establecimiento del sistema político de los baku-han, basado en el equilibrio e interacción del shogunado (bakufu), convertido en una autoridad nacional, y los señoríos (han) de los daimios, con el papel de gobernadores regionales. Unidos por lazos feudales apoyados en juramentos de fidelidad, dentro de sus territorios ejercían su autoridad a través de un cuerpo de burócratas.
Más información Las reformas Kansei
El daimio Matsudaira Sadanobu fue el introductor de las denominadas reformas Kansei. Uno de sus objetivos consistió en aliviar a las aldeas devastadas por el hambre y la indigencia. Otro, quitar el excesivo peso de los impuestos que agobiaban a los empobrecidos samurais. Un tercer objetivo, organizar la incipiente clase mercante.
Más información Sociedad y dominación social
Sociedad y dominación social
La tendencia a la urbanización es indicativa del alto grado de evolución de la sociedad Tokugawa. Cerca de un 10 por 100 de la población japonesa vivía en las ciudades, algunas de las cuales, como Osaka, habían alcanzado a mediados del siglo XVIII la cifra de 400.000 habitantes, mientras Edo sobrepasaba en la misma fecha el millón de habitantes, por delante, pues, de las principales ciudades europeas. Todas las tendencias apuntan a una importante similitud entre las tendencias de la población japonesa y las de la Europa preindustrial; es decir, altas tasas de natalidad y, salvo excepciones, unas tasas de mortalidad ligeramente inferiores.
Más información La estructura económica
A pesar del estrangulamiento a que se encontraba sometido el comercio exterior y el horizonte escasamente promisorio del ámbito doméstico, el período Edo experimentó un notable crecimiento económico, tanto rural como urbano, al que contribuyeron sin duda la paz, el aumento de la productividad agrícola, la desmedida demanda urbana, las diversas mejoras tecnológicas, el servicio alterno de los daimios en la capital y el crecimiento demográfico.
Más información Religión y cultura japonesas
La sociedad Tokugawa se basaba en la equilibrada utilización de tres sistemas espirituales -budismo, shintoísmo y confucionismo-, aunque con fines prácticos. Las diferentes condiciones de vida comportaron diferentes estilos culturales. Los samurais representaban a las clases elevadas y a la cultura oficial. En las artes plásticas y en el drama perduraron los rasgos tradicionales, el formalismo, la pesadez y la ornamentación. Fue en el campo de la ciencia y de la filosofía donde los samurais mostraron sus facultades creadoras y su gran capacidad de trabajo.
Más información La India
A principios del siglo XVIII todavía dominaban los mogoles, cuyo jefe, el gran mogol Aurangzeb, poseía todo el norte de la India y la parte septentrional de Dekán y además había impuesto señorío a la mitad meridional.
Más información Esplendor y decadencia en el siglo XVII
El reinado de Aurangzeb puso fin a la lucha por la sucesión, característica del período anterior. Con él ganó el poder la facción más integrista de la religión musulmana. Con él se endureció la situación de los hindúes, a los que se les prohibió el proselitismo y se les destruyeron muchos de sus templos.
Más información Declive mogol y ocupación inglesa
Tras la gran época de los mogoles vivida en el siglo XVII, especialmente durante el gobierno de Aurangzeb, la muerte de éste en 1707 inicia un declive y la decadencia de la época de dominación musulmana.
Más información Organización del imperio mogol
En el sistema administrativo mogol prevalecía el principio de la división de la autoridad. La interdependencia entre los hombres se basaba en lazos de fidelidad tan estrechos que primaban sobre una concepción centralizada del Estado. El buen funcionamiento del aparato del gobierno dependía en gran parte de la fuerza del emperador y de su habilidad para elegir funcionarios leales y con la capacidad necesaria para mantener bajo un efectivo control la administración provincial.
Más información Realidad socio-económica
La población de la India en el siglo XVIII giraba en torno a los 125 millones de habitantes y su organización social se basaba en un sistema de castas, desde el brahmán hasta la última categoría formada por los intocables, dedicados fundamentalmente al trabajo de la tierra. Por otra parte, ante la inexistencia de una auténtica clase media se produce una polarización social, fenómeno que se observa, sobre todo, en las ciudades, donde contrasta la opulencia de las elites y la miseria de la mayor parte del pueblo.
Más información Religión y cultura indias
Coexisten, de un lado, el Islam, minoritario, pero políticamente preponderante, y de otro el hinduismo tradicional. Esta coexistencia tan fecunda en el terreno de la literatura, de las artes y de la mística, era, sin embargo, fuente de numerosas tensiones sociales y políticas. Por otra parte, se consumó el fracaso de la evangelización cristiana, a pesar de los esfuerzos realizados por los jesuitas.
Más información Persia
Territorio heterogéneo pero bien situado sobre las rutas terrestres y marítimas de Asia, lo cual no dejó de interesar, desde el siglo XVII, a las Provincias Unidas y a Inglaterra, cuyas Compañías de Indias Orientales instalaron representantes; después a Francia, a principios del siglo XVIII, y, finalmente, a la Rusia vecina y conquistadora de Pedro el Grande.
Más información Organización político-administrativa
Los safavíes habían heredado en mayor medida aún que los otomanos la organización puesta en práctica por los turcos selyúcidas a partir del siglo XI. Tomaban de ella los títulos de khan, jefe de tribu, y sultán, mediante los cuales manifestaban a la vez su poder político y el derecho de propiedad sobre las tierras. Añadieron a ellos el de shah, sombra de Dios, que reforzaba el carácter divino de su poder en nombre de la lucha por la defensa del chiísmo. El chiísmo se convirtió en el elemento de unificación y justificación y el emblema de la lucha casi permanente contra los otomanos.
Más información Aspectos socio-económicos
Bajo los primeros safavíes, los jefes turcomanos ocupaban la posición predominante, pero el gobierno central estaba empezando a favorecer con la concesión de altos puestos a los antiguos burócratas de habla persa cuya experiencia y modo de vida hacían de ellos aliados y partidarios más convenientes a una corte centralizadora. Las clases religiosas, tanto los ulama, como los sayyids o descendientes de Mahoma, fueron protegidos con concesiones y subvenciones.
Más información Cultura
Culturalmente, el período safaví ha permanecido en cierta manera como un enigma, ya que hubo una actividad excepcional en las esferas artísticas, filosóficas y teológicas; mientras que la poesía, tradicionalmente el arte principal de los persas, atravesó, uno de los períodos menos creativos. A pesar de persecuciones ocasionales, la filosofía entroncada en Aristóteles, en el neoplatonismo y en la filosofía islámica e iraní floreció bajo los safavíes más eminentes, cuyo pensamiento estaba caracterizado por una mezcla de chiísmo, misticismo y neoplatonismo racionalista y en el que el concepto del mundo neoplatónico, más sistemático, era presentado como el verdadero sentido esotérico del Corán y de los textos chiíes.
Más información África
El África del norte del Sáhara se convirtió en una tierra fronteriza muerta; sin embargo, otras partes del Continente se incorporaron al tráfico de esclavos africanos con destino a Europa, recibiendo a cambio las recientemente inventadas armas de fuego, que iban a producir muchos trastornos en el equilibrio de poder de muchas regiones de África.
Más información Norte de África
La subsistencia de la organización administrativa imperial almohade, con fronteras poco delimitadas entre la administración central y las federaciones tribales descentralizadas, caracterizó la historia de África septentrional desde mediados del siglo XIII hasta los siglos XIX y XX en los que Francia, España e Italia introdujeron, con la colonización, nuevas formas de organización política. El conjunto formado por Marruecos, Argelia, Túnez y Trípoli constituye una importante unidad geográfica y étnica. Los árabes que vivían al Este bautizaron a todos los países al oeste de Egipto como Djezira el Maghreb y a su extremo occidental Maghreb el Aqça.
Más información Marruecos
De 1672 a 1727 gobernó en Marruecos el sultán alauita Mulay Ismail I, contemporáneo de Luis XIV, que pasó a representar un papel importante en el devenir de los acontecimientos históricos en el Mediterráneo. La división étnica y política constituyeron dos graves problemas internos a los que tuvo que hacer frente durante su mandato.
Más información Estados berberiscos
En 1587 los turcos habían dividido el Maghreb en tres provincias, Trípoli, Túnez y Argel, que no eran sino regencias gobernadas por pachás. En el siglo XVIII los representantes del sultán de Turquía en estos territorios tendrán muchos problemas para imponer o hacer respetar su autoridad. El jefe electo de los jenízaros, el dey de Argel, el bey de Túnez y de Trípoli llegarían a prohibir la entrada de todo enviado por la Sublime Puerta a ejercer las funciones de pachá.
Más información Sociedad y economía del Mahgreb
Cualquiera que fuese su régimen de vida, la organización económica y social de estas comunidades estaba marcada por la ausencia o el débil desarrollo de la propiedad privada, la preponderancia de la economía de autosubsistencia, el estancamiento tecnológico y la falta de nitidez de las diferenciaciones internas de base material. Desde el punto de vista cultural, destaca el triunfo de la tradición puramente oral y del morabitismo particularista.
Más información Egipto
El norte de África participa de la decadencia del Imperio otomano. La expedición francesa a Egipto, una de las consecuencias de la rivalidad anglo-francesa, había de marcar el comienzo del interés colonial por esta zona e iluminar de manera dramática el peligro que las potencias occidentales representaban para el Imperio otomano y para el mundo musulmán en general.
Más información Occidente de África
Al observar en conjunto la historia de esta zona destaca claramente el hecho de la existencia de reinos como los de Dahomey, Oyo y Benin que recuerdan, por la importancia política y cultural que a lo largo de su historia han tenido, a los grandes reinos de los países interiores del Sudán. A la salida del valle del Níger y, sobre todo, del amplio corredor por el que discurre su afluente, el Benué, se desarrollaron, en territorio yoruba, las brillantes civilizaciones de Benin, caracterizadas por una elevada densidad de población, por una agricultura de plantaciones basada principalmente en los tubérculos, por la existencia de mercados y un notable desarrollo del comercio, así como por unas organizaciones estatales evolucionadas.
Más información El Sudán occidental
La costa de Senegal y Gambia ha sido siempre una de las metas preferidas y de las más disputadas por los europeos debido a la trata; durante siglos, franceses, portugueses, holandeses e ingleses lucharon por ella. Pero los intentos de instalar establecimientos habían chocado con la hostilidad de los mauros, habitantes árabes o bereberes arabizados del Sahara.
Más información Del Congo al Zambeze
El siglo XVIII es el menos conocido de la historia del Congo; parece que debió aumentar el tráfico de esclavos y precisamente el desarrollo de la trata de esclavos condujo, más que nunca, a la fragmentación del poder en innumerables jefaturas. Las provincias periféricas se separaron, las dinastías rivales lucharon por el trono y se perdieron incluso los contactos misioneros con el mundo exterior; por esto, hacia finales del siglo XVIII, el Cristianismo era sólo un recuerdo y el antiguo reino quedó reducido a unos pocos pueblos alrededor de San Salvador.
Más información Oriente de África
Las informaciones sobre el sudeste africano se centraron en torno al Imperio de Monomotapa, instalado en una zona delimitada por dos grandes ríos, el Zambeze, al Norte, y el Limpopo, al Sur.
Más información Región de los Grandes Lagos
La tradición oral, casi la única fuente de información para el interior del Continente, es muy escasa desde el siglo XVIII. Las genealogías dinásticas, conservadas por los historiadores de las cortes, eran modificadas según las sucesivas crisis, y la tradición oral, aunque destinada a conservar la historia, debía también legitimar los poderes usurpadores. El motor principal en esta región es el grupo Lwo.
Más información Etiopía y Somalia
Entre los siglos XVI y XIX Etiopía, aislada del interior, vivió un terrible cara a cara con los árabes y turcos musulmanes, por un lado, y con los galla no musulmanes, por otro. Iyasu el Grande, que reinó desde 1682 a 1706, llevó a cabo numerosas realizaciones notables; soldado excepcional, tuvo también importancia por la reforma administrativa. Iyasu el Grande consolidó su autoridad sobre la Iglesia copta, en especial en lo que respecta a su prerrogativa a convocar sínodos y varios de éstos se celebraron bajo su patronazgo para tratar sobre las naturalezas de Cristo.
Más información Madagascar
En 1500, dos años después que Vasco de Gama, el capitán portugués Diego Dias descubrió por azar la isla de Madagascar que, al parecer, había sido desconocida por Europa. Hasta comienzos del siglo XVII no establecieron los portugueses algunos puestos temporalmente. Los franceses trataron de establecerse en torno a Port-Dauphin en el tercer cuarto de dicho siglo; pero más tarde abandonaron el lugar y en él se asentaron algunos piratas expulsados de las Antillas. La isla de Madagascar, poco poblada, albergaba elementos de origen indonesio -cuya lengua emparentada con el malayo, acabó por imponerse- y africano, algunos de ellos arabizados, los swahilíes.
Más información La cultura en el siglo XVIII
La Ilustración será el nuevo principio rector de la cultura y el saber en el siglo XVIII. La nueva ideología no pasará desapercibida en ámbitos como la ciencia, la educación, la religiosidad, el arte, la literatura o la música.
Más información La Ilustración
La Ilustración fue el fruto del trabajo de un grupo de personas que se conocían, se admiraban y se leían unas a otras. Provenían de Francia (Montesquieu, Voltaire, Diderot), Inglaterra (Hume, Gibbon), Ginebra (Rousseau), Alemania (Holbach, Kant, Herder), Italia (Vico), América (Franklin). Hay además, psicólogos (La Mettrie, Helvètius), utilitaristas (Bentham), penalistas (Beccaria), economistas (Adam Smith), etc. El lazo que une a todos sus componentes hemos de buscarlo en el ataque que realizan a las vías establecidas de la vida europea, en esa búsqueda de lo que ellos mismos definen como "la mayor felicidad para el mayor número" y en el asentimiento que muestran en torno a una serie de ideas, sobre todo las de tolerancia y razón.
Más información Los ilustrados
Los artífices principales de la Ilustración fueron los filósofos, como gustan de llamarse a sí mismos. Pero su principal herramienta de trabajo ya no es la erudición sino el razonamiento; su imagen de sabio abstraído de la realidad que le envuelve deja paso a la de un hombre abierto a todas las cosas e inmerso en el mundo, al que intenta conocer, entender y transformar. De ahí que muchos de ellos sean, además, periodistas, propagandistas, literatos, activistas. Las mujeres también van a jugar un importante papel en la Ilustración, si no en el momento de gestarse, sí en la etapa de difundirse como salonières, literatas -Mme. Stäel, Mary Wollstonecraft- o como amigas y amantes de los ilustrados. Sin embargo, no obtendrán los mismos beneficios que el hombre.
Más información Montesquieu, Voltaire, Diderot
El barón de Montesquieu es uno de los principales dirigentes de la Ilustración. En "El espíritu de las Leyes" distingue entre su naturaleza y el principio que guía su actuación. De los tres tipos de gobierno que revisa -república, monarquía, despotismo- su conocimiento de la experiencia inglesa y las tradiciones francesas le hacen elegir como el mejor una monarquía moderada con división de poderes: ejecutivo, legislativo, judicial. Voltaire desarrolló un catálogo de reformas concretas que expuso y por las que batalló durante su vida, convirtiéndolo en lo que más tarde se llamaría un filósofo comprometido. Diderot va a ser la personalidad más desbordante de su tiempo. Como buen ilustrado cree en la evolución, el progreso, la posibilidad y el deber de transformar a los hombres, de construir la felicidad en este mundo.
Más información Rousseau, Kant
Para Rousseau, el hombre es un ser naturalmente asocial, pero no antisocial, por lo que los individuos pueden unirse voluntariamente para crear la sociedad y el Estado. Ambos se constituyen con el respeto sacrosanto a dos principios: libertad e igualdad. La igualdad la entiende en un doble sentido: ante la ley y ante la riqueza, todos tienen algo y ninguno demasiado, lo que no es sino una formulación de las ambiciones del Tercer Estado, de la pequeña burguesía en la que encuentra eco. Kant centra su labor intelectual en encontrar las condiciones del verdadero conocimiento y las reglas de la recta actuación. Su filosofía no es trascendente, pues le interesa estudiar la mente humana en su relación con la realidad, pero sí es trascendental.
Más información Ideología ilustrada
Ideología ilustrada
Naturaleza, razón, progreso son tres temas característicos y recurrentes en las obras del período. La Naturaleza es la gran rehabilitada, convirtiéndose en el principio normativo de todas las cosas y en el modelo a imitar. El retorno a ella se hace objetivo prioritario expuesto de todas las formas posibles: literaria, con crudeza moral -Diderot-, o idealizadamente -Rousseau-. La Razón es el gran tema ilustrado y la nueva diosa a que adorar, y en el siglo XVIII va a ser fundamentalmente critica. No atenta a tradición ni autoridades, somete todas las cosas a su examen. En cuanto a la idea de Progreso, referida a la especie humana, plasma el optimismo de la Ilustración tanto como su elevada concepción de aquélla. Su origen está en esa nueva dimensión que da Locke a las posibilidades del hombre cuando niega lo innato y lo hace fruto de las circunstancias que le rodean.
Más información Canales de difusión
Nacida en Inglaterra, reinventada en Francia, la Ilustración no va a tardar en extenderse por toda Europa y llegar a América. Favorecen el movimiento tanto la conversión del francés en la lengua cultural por antonomasia y de París en el punto de encuentro de todos los intelectuales, entre los que existen, además, estrechas relaciones, como los constantes viajes de los escritores ilustrados, unas veces en respuesta a la invitación hecha por las más altas jerarquías de los Estados -Rusia, Prusia- y otras, obligados por avatares políticos. Junto a ello, las nuevas ideas van a contar con importantes canales de difusión: la letra impresa periódicos, libros-, la palabra -cafés, tertulias, salones, clubs- y algunas instituciones -academias, logias masónicas-.
Más información El impacto de Las Luces
La Ilustración representó un momento de ruptura con el sistema espiritual y bíblico de entender al hombre, la sociedad y la Naturaleza. Contribuyó a la secularización del pensamiento europeo y a la aparición de lo que llamaríamos una inteligencia secular capaz, por su amplitud y poder, de sustituir al clero en sus funciones de controlar la enseñanza y la información.
Más información La Ciencia del XVIII
Si la creencia en el progreso indefinido del hombre se encuentra, sin lugar a dudas, favorecida por los avances de la ciencia, no es menos cierto que éstos, a su vez, se veían espoleados por aquélla. Además, muchos filósofos se adentraron en este tipo de estudios: Voltaire introdujo a Newton en Francia e hizo un informe sobre el fuego para la Academia de Ciencias de París; Montesquieu escribió dos para la de Burdeos sobre el eco y la utilización de las glándulas renales; Holbach, estudió química y La Mettrie era médico.
Más información Matemáticas y Mecánica
No cabe duda de que los distintos aspectos de las ciencias del número, las fuerzas, el espacio y la Tierra atraen de manera especial a los hombres de ciencia de la época, siendo dos de estos campos, mecánica y astronomía, los que alcanzan un desarrollo mayor durante el período. Hacia la síntesis del saber mecánico y matemático avanza Laplace con el sistema dinámico que construye y, sobre todo, el conde de Lagrange.
Más información La Astronomía
Su importancia y difusión a lo largo del siglo XVIII fue tal que llegó a convertirse en una auténtica pasión de eruditos y aficionados. En cuanto a las investigaciones realizadas, encontramos en ellas una doble dirección: la que se dirige a comprobar matemáticamente la gravitación universal, cuyo centro estará en el Continente, y la que presta mayor atención a las observaciones, desarrollada sobre todo en Inglaterra. Destacan Laplace, Halley y Buffón, entre otros.
Más información La Geografía
No faltaba preocupación por conocer su forma, medirlo y dibujarlo. Esta tarea se benefició enormemente de la afición por los viajes de los hombres del dieciocho así como de la admiración, la atracción que sienten por el mundo exterior, al que intentan describir con la mayor exactitud posible. En éste ámbito destacan La Condamine, Cook, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Vancouver, Bering, Humboldt, Bougainville o Malaspina.
Más información La Geología
Las sacudidas periódicas que soportaban los habitantes de la Tierra, sobre todo el movimiento sísmico de Lisboa de 1755, que conmovió creencias y generó curiosas teorías, estimuló el interés por conocer el interior del planeta. Además, los avances en este terreno influyeron de manera decisiva en otros ámbitos del pensamiento pues vinieron a arrojar dudas sobre la edad que la Biblia le otorgaba. Figuras destacads son Hutton, Werner o Füchsel.
Más información Las Ciencias Físicas
La evolución de la Física durante la centuria que nos ocupa la podemos caracterizar por dos hechos: los importantes avances realizados en dos terrenos tradicionales: electricidad y calor, y la aparición de un saber nuevo en su seno: la meteorología, ligado hasta ahora a la astronomía. Destacan en este campo figuras como Franklin, Volta, Galvani, Fahrenheit o Celsius.
Más información La Química
Beneficiándose de la preocupación que sienten los gobernantes por la salud de sus súbditos, la investigación química, sensu stricto, se va a ver impulsada y dentro de ella pueden distinguirse varias líneas. Una es ya tradicional, el estudio de la transformación de los sólidos, otras aparecen ahora: la de los gases y la de la combustión. Figuras importantes son Lavoisier, Cavendish, Priestley, Fisher o Stahl.
Más información Botánica y Biología
La Botánica, una de las ciencias más antigua de la Humanidad, se va a beneficiar de las preocupaciones de gobernantes y economistas por la mejora de la agricultura, así como por los procesos de revolución agraria que se llevan a cabo durante el período. También para ella, el siglo XVIII significa el momento en que entra a formar parte de los saberes racionales abandonando el ámbito de los perfumistas y jardineros en los que había estado anclada hasta el momento. El paso se debió, fundamentalmente, a la labor del sueco Linneo. Otra figura destacada será Lamarck.
Más información Fisiología, Anatomía y Medicina
Dentro del campo de la Fisiología son tres los temas que más atraen la atención: el proceso respiratorio, el digestivo y la circulación y composición de la sangre. La Anatomía, por su parte, va a avanzar como resultado de una más intensa observación directa y por las mejoras introducidas en las técnicas de laboratorio. En el terreno de la Medicina los objetivos, coincidentes con los generales del período, van a dirigirse a prolongar y mejorar la vida de la población. La lucha contra las causas fundamentales de mortalidad está en su centro y uno de sus aspectos más importantes es la mejora de los medios para curar enfermedades. Figuras importantes en los tres ámbitos son Jenner, Hales, Hewson, Montagu, Casal o Gimbernat y Arbos, entre otros.
Más información La Técnica
Obsesionados por el aumento de la producción a fin de hacerla suficiente para garantizar el abastecimiento de la población y generar una creciente riqueza, los ilustrados van a encontrar en la máquina el instrumento adecuado a sus objetivos y el aliado imprescindible para la revolución industrial que se ponía en marcha. Pero va a ser algo más, sus espectaculares resultados la convierten en algo así como un talismán que se intenta llevar a otros campos -agricultura, locomoción- con la esperanza de transformarlos igualmente. Watt o los hermanos Montgolfier son figuras destacadas.
Más información Alfabetización y cultura
La alfabetización se concentra en algunos, miembros de la nobleza, el clero y altas capas de la burguesía, como los grandes comerciantes, para quienes era una necesidad profesional. El progreso realizado por los Estados europeos en las tres centurias siguientes hacia su modernización y desarrollo económico se verá acompañado de una expansión considerable de la alfabetización y la cultura.
Más información Las primeras letras
El acceso a la instrucción viene marcado por factores diferentes como son el sexo, el grupo social, las actitudes familiares y también su coste, pues no podemos olvidar que estamos en un mundo de recursos económicos limitados. Todo ello tiene importantes implicaciones a la hora de conocer la estructura interna del alumnado, las enseñanzas que componen los programas y las formas en que se imparten.
Más información Colegios, academias y escuelas técnicas
Supervisado por la Iglesia o el Estado, el nivel educativo que sigue al aprendizaje de las primeras letras se encontraba más estructurado, su plan de estudios era más definido y la admisión de estudiantes más selectiva en razón del origen social y sexo del alumnado. En general puede decirse que era una etapa dominada por los jóvenes de los grupos intermedios y superiores, encontrándose ausentes de él las integrantes femeninas de la población. Su evolución durante el siglo XVIII va a ir en el sentido de hacerlo nacional, secularizado y con carácter práctico.
Más información Universidades
La enseñanza universitaria tenía durante la Edad Moderna dos funciones esenciales: formar al clero, lo que las convierte en firmes defensoras de la ortodoxia religiosa, y preparar a los laicos con una instrucción humanística general o profesional de tipo específico para ejercer ocupaciones liberales o ingresar en la Administración del Estado. Las universidades más importantes contaban con cuatro facultades: artes, teología, medicina y leyes; en las restantes, sólo existían una o dos de ellas.
Más información La educación de las mujeres
Si a comienzos del siglo XVIII, el zar Pedro I aún mantenía que "ser mujer... era ser analfabeta y virtual esclava del padre y del esposo", el desarrollo de la centuria va a matizar estas afirmaciones. Pese a las limitaciones, nunca antes las niñas habían tenido tantas oportunidades de ir a la escuela incluso en Rusia, donde, años después, la zarina Catalina II abogó por la educación femenina como un medio para conseguir ciudadanas útiles.
Más información Alfabetizados y analfabetos
Es evidente que la alfabetización progresa a lo largo del siglo XVIII, siguiendo la tendencia iniciada dos centurias atrás. Ahora bien, el proceso no es ni lineal, ni uniforme ni constante. En ocasiones, incluso, presenta estancamiento o retroceso. Siempre existen diferenciaciones en los niveles alcanzados en razón de factores muy diversos.
Más información Escritura y tradición oral
La revolución de la imprenta y su desarrollo posterior contribuyen a hacer del libro algo común en la Europa occidental de 1700. Los libros eran un signo de diferenciación social, en algunos casos también de ruptura con el orden establecido, y el contacto más cualificado con el mundo de la imprenta. La mayoría de los campesinos y de las capas urbanas inferiores continuaron viviendo en el marco de una cultura oral productora de una sociabilidad en la que lo sentido y experimentado era más importante para la vida social y económica que lo leído y escrito.
Más información Religión y religiosidad
Junto al ataque furibundo de los filósofos a las Iglesias establecidas, origen de una corriente anticlerical de gran éxito en el futuro, nos encontramos movimientos en el seno de esas mismas Iglesias, sobre todo la protestante, que ansían tanto renovar la vivencia de la fe como ser la respuesta a las ideas racionalistas apelando a la sensibilidad y el sentimiento. Tampoco las diatribas en nombre de la razón conseguirán atenuar la fe ni terminar con las devociones populares, de forma que las prácticas religiosas siguen marcando la vida de la mayor parte de las poblaciones. No puede olvidarse que el siglo XVIII fue también época de peregrinaciones, el momento en que Bach crea sus misas y Haëndel sus oratorios.
Más información Mapa religioso europeo
Cuatro eran las confesiones principales: Católica, extendida por las penínsulas Ibérica e Italiana, Francia, Polonia, parte de Suiza, ciertos Estados alemanes y los territorios de los Habsburgo; Protestante (agrupa a luteranos, calvinistas y anglicanos), domina en el resto del Norte, Oeste y Centro del Continente; Ortodoxa, con centro en Rusia, e Islámica, en los Balcanes. Todas ellas muestran una intensa vinculación con las sociedades en que están implantadas, fruto no sólo de la comunión en la fe, sino también de las funciones educativas, asistenciales y económicas que cumplen. Todas ellas viven en estrecha unión con los poderes públicos, salvo que el culto de los gobernantes no coincidiera con la del pueblo, cosa que ocurría algunas veces.
Más información Fe e Ilustración
A la Iglesia se la considera un fraude organizado por los propios eclesiásticos en su exclusivo beneficio. Como institución las acusaciones son múltiples, empezando por la de corrupción interna especialmente referida a Roma y al Papa, quien recibe los más duros calificativos de Voltaire y Hume llega a llamarle mago. Se denuncia su poder sobre la mente de los pueblos, valiéndose para ello de engañosas fábulas y de creencias paganas supersticiosas como la de los malos presagios de los cometas, aprovechándose de la ignorancia mayoritaria y conduciendo a la división de los ciudadanos, a las guerras.
Más información Movimientos de renovación religiosa
La respuesta cristiana a las críticas de los filósofos prefiere seguir, otras veces, vías distintas. Para quienes las eligen, el método analítico y racional no agota en sí mismo todas las posibilidades de saber ni representa la única opción válida para el progreso del hombre. Éste no es sólo fría y objetiva razón; junto a ella, y no con menos importancia, se encuentran también la imaginación, el sentimiento, mejores sendas para llegar al conocimiento de Dios. Partiendo de esta premisa, se exalta frente a la actitud empírica, la necesidad de una intensa vida interior, de la oración, de la meditación sobre los textos sagrados y de la conformidad de nuestras actuaciones con el Evangelio.
Más información Los dominios del catolicismo
Los ataques de la Ilustración no fueron los únicos a los que tuvo que hacer frente la Iglesia católica en sus territorios; además hubo de soportar el de los déspotas ilustrados y el desafío de la división interna. Nacieron así tres temas característicos de la historia europea durante la centuria: regalismo, jansenismo y disolución de los jesuitas.
Más información El jansenismo
Surgido en el siglo XVII de la mano de Jansenius, se encuadra por su contenido teológico en la polémica que, desde una centuria antes, mantienen agustinianos y molinistas sobre el modo de conciliar la libertad y la gracia. El jansenismo opta por la postura de aquéllos, defendiendo que la gracia es sólo un don divino, y se enfrenta a los segundos, entre los que se encuentran los jesuitas. Jansenius consigue en Francia el apoyo de su amigo personal el abad de Saint-Cyran, quien, a su vez, convierte al monasterio de monjas reformado de Port Royal, del que era director espiritual, en el centro jansenista por excelencia.
Más información Supresión de los jesuitas
Al comenzar la centuria, la posición religiosa de los jesuitas se había debilitado al condenar Roma sus métodos evangelizadores en China, donde habían intentado compatibilizar el Cristianismo con algunas prácticas paganas a fin de atraerse a los gobernantes. Más tarde, desde Benedicto XIV, perderían ascendencia cerca del Pontífice mientras que, por el contrario, se incrementaban las filas de opositores temerosos, unos, envidiosos, otros, de su poder e influencia. Entre ellos se contaban miembros del propio clero secular y regular, los jansenistas y las autoridades seculares, de las que van a partir los desafíos más serios y trascendentes.
Más información Catolicismo e individualidad
Para los católicos, las prácticas religiosas individuales son sólo expresiones de la piedad personal. Éste es el sentido que se le da a la oración, realizada también dos veces al día; a la existencia de devociones, entre las que destacan por su difusión y arraigo las de la Eucaristía, el Sagrado Corazón y la Virgen María; a las peregrinaciones que, aun siendo práctica colectiva como veremos, en ocasiones se hacían en solitario.
Más información Actos comunitarios
En parte para contestar a los ataques, en parte para vigilar a los fieles y mantener en toda su fuerza el dogma de la comunión de los santos, las prácticas de religiosidad colectiva fueron recomendadas por el Concilio de Trento, siempre que estuviesen dirigidas por el clero. También acabaron estableciéndolas los mismos Lutero y Calvino, como hijos de su tiempo que eran y buenos conocedores de las exigencias de la vida en sociedad.
Más información Arte y literatura en el XVIII
La evolución artística y literaria del siglo XVIII ha sido vista tradicionalmente como una sucesión de estilos que van desde el Barroco, de sus inicios, al Neoclásico, triunfante en la segunda mitad, pasando por el Rococó, en medio de ambos, y sin olvidar los atisbos de un cierto prerromanticismo con que finaliza. Hoy en día, más que de sucesión estilística se prefiere hablar de coexistencia y la vigencia dada a cada movimiento cultural aparece enormemente dispar en razón de la actividad y la zona geográfica a que nos refiramos. Una idea sí que parece universalmente compartida: la de que tanto la obra de arte como la literaria tienen un propósito didáctico y deben servir para inculcar las nuevas ideas, los nuevos valores emergentes.
Más información Patronazgo y demanda
Patronazgo y demanda
Encontrar un mecenas dispuesto a gastar parte de su fortuna por amor al arte, o para legar a la posteridad su huella, resultaba imprescindible por estrictas razones de supervivencia en todos los casos, pero especialmente en el de los arquitectos, jardineros y músicos dado el elevado coste de sus actividades. Esto va a seguir siendo así durante la época que estudiamos, aunque ahora veremos nacer un nuevo medio de ganancias para ciertos artistas e intelectuales: el floreciente mercado que para sus obras genera la creciente demanda social de bienes culturales.
Más información ¿Cultura de élite vs. cultura popular?
Ciertamente ambas cosas existen, pero también es verdad que esta perspectiva de enfrentamiento cultural sólo pone énfasis en señalar las diferencias. En realidad, el nivel incipiente de las actuales investigaciones, su diversidad, los problemas metodológicos que encuentran y las dificultades de las fuentes obligan a ser muy cautos en las conclusiones sobre el tema. Por todo ello, sería más adecuado referir los términos cultura popular y cultura de elite no a dos realidades enfrentadas, sino a dos formas distintas de expresar problemas y emociones comunes y en ningún caso interiormente uniformes.
Más información Cosmopolitismo
El cosmopolitismo es uno de los rasgos característicos de la cultura del siglo XVIII, facilitado por la activación de los intercambios entre los distintos países producto de una serie diversa de circunstancias. Por un lado, el aumento del comercio de libros y de las traducciones de obras desde y hacia todos los idiomas, especialmente francés. Por otro lado, tenemos el incremento de los viajeros bien por placer, con el único afán de conocer otros pueblos y regiones, bien en busca de empleo o formación, los artistas.
Más información Monopolio y diversidad de las lenguas
La idea heredada del lenguaje como signo de posición social más que de nacionalidad otorga aún una cierta primacía a las lenguas internacionales en el terreno político, administrativo e intelectual. A partir de la segunda mitad de siglo, y especialmente en sus décadas finales, se puede detectar un creciente interés por las lenguas nacionales en detrimento de las internacionales. Así, el inglés sustituye al latín como idioma de la corte inglesa; el alemán se fortalece frente al francés, en la prusiana; Rusia expresa su preocupación de que las expresiones extranjeras acaben con el ruso, y Carlos XII busca palabras suecas para traducir aquéllas.
Más información Los estilos artísticos
El siglo XVIII ve instalarse en su seno una diversidad de estilos artísticos, lo que da idea de pluralismo y heterogeneidad. Barroco, Rococó, Neoclásico, Renacimiento del gótico, sobre todo en arquitectura y escultura, y la aparición de algunos síntomas de temprano romanticismo hacia su final convivirán muchas veces en el tiempo.
Más información Primera mitad del siglo
Las dos primeras décadas del Setecientos son aún momentos de vigencia de los ideales barrocos de la centuria precedente. Sus realizaciones, siempre suntuosas, permiten dividir el Continente en dos zonas atendiendo a las expresiones formales que adoptan. Por un lado, la Europa meridional católica y Austria continúan la tradición de movimiento, riqueza decorativa y fuerza emocional. Por otra parte, Francia e Inglaterra prefieren más la contenida elegancia del Barroco comedido, cortesano y académico, en el que se construyó El Louvre en 1655 o se va a edificar Versalles durante el reinado de Luis XIV.
Más información Segunda mitad del siglo
Los años que transcurren desde la década de los sesenta hasta la Revolución son una etapa estilísticamente complicada en la que resulta difícil, por no decir imposible, establecer una sola categoría. Desde la rigidez y racionalismo neoclásico hasta la exaltación de las emociones individuales, la belleza de las fuerzas naturales y el enfrentamiento con las convenciones sociales y culturales, todo cabe en él. Juan de Villanueva, Mengs, Goya, Reynolds, David, Poussin, Fragonard, Paret... son artistas destacados de este periodo.
Más información Literatura
La literatura va a ser uno de los ámbitos al que la Ilustración llega antes y deja una mayor huella. Escrita en los idiomas nacionales, su producción durante la centuria va a tratar de rendir culto a los principios ilustrados de racionalidad y naturaleza; de cumplir una finalidad didáctica antes que de distracción; de proponer modelos morales para que sean imitados social e individualmente. Figuras destacadas son La Fontaine, Fernández de Moratín, Swift, Defoe, Shelley, Jane Austen, Fenelón o, sobre todos, el alemán Goethe.
Más información Goethe y su época
El movimiento Sturm und Drang (tormenta e ímpetu) aparece como un movimiento de desafección hacia los convencionalismos de todo tipo cuyos protagonistas van a ser los jóvenes, ante la debilidad y conservadurismo que muestra la burguesía germana. Influido por Rousseau, Mac Pherson y las recientes traducciones de Shakespeare, sus lemas son: naturaleza, genio, originalidad. No reconoce ninguna ley por encima de la conciencia individual y su producto más peculiar es el drama. Los estímulos principales provienen de Hamann y de su discípulo Herder, creador de la corriente más importante dentro del movimiento y el maestro de una de sus figuras esenciales: Goethe. La otra gran figura del movimiento será Schiller.
Más información Música y músicos en el siglo XVIII
El Setecientos representa un momento importante tanto por la excepcional personalidad de sus compositores -Vivaldi, Telemann, Bach, Haëndel, Haydn, Mozart...- como por los desarrollos habidos en la instrumentación y la composición. Lo mismo que sucede con la pintura o la literatura, la música se convierte en un potencial cultural conscientemente aceptado. Su conocimiento se hace signo externo de educación desarrollada; su audición sale de la esfera privada del palacio, la iglesia, la casa noble, o del tiempo concreto de las fiestas populares para hacerse pública, doméstica. Los gobernantes construyen grandes teatros para oírla.
Más información Música barroca
Desarrollado en el largo espacio de tiempo que va desde 1580 a 1760, constituye una etapa claramente diferenciada de las anteriores por la variedad de ideas y su denodado afán de comunicación. De sus múltiples logros, tres van a centrar nuestra atención por su resonancia: la ópera, la sonata y el concierto. Figuras destacadas son Bach, Scarlatti, Telemann, Vivaldi o Haëndel.
Más información Del estilo galante al clasicismo
Ocupan la segunda mitad del siglo XVIII y suponen, inicialmente, una reacción a lo barroco. El objetivo que ahora se le marca a la composición musical va a ser la búsqueda de la comunicación, la sencillez y la expresión elegante. El resultado es a veces artificial, pero la contrapartida alemana que representa el estilo sentimental será el lugar de formación de las grandes figuras y de los cambios musicales de la etapa siguiente. P. E. Bach, Haydn y Mozart son los creadores más relevantes.
Más información Final de los Austrias: Carlos II
En 1675 se produjo la mayoría de edad de Carlos II, que por entonces contaba catorce años, acontecimiento que no generó de inmediato cambios importantes en la cúspide del poder, ya que Mariana de Austria siguió en su destacada posición a la muerte de Felipe IV, al igual que Valenzuela. La intervención de don Juan José de Austria culminó con su ascensión al poder. El gobierno del príncipe apenas pudo concretarse ni dejarse notar debido a su prematura muerte. Tras su desaparición el peso político de la nobleza se manifestó de manera rotunda, ocupando el puesto de primer ministro dos destacados miembros nobiliarios: el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa.
Más información España
La sucesión en el trono español plantea un grave conflicto de alcance europeo. El nuevo monarca, Felipe V, nieto de Luis XIV, supone la constatación de la influencia francesa sobre los asuntos españoles. Tras el mandato pacifista de Fernando VI, el monarca ilustrado Carlos III emprenderá un programa reformista y racionalizador de las estructuras del país.
Más información Felipe V
Durante la Guerra de Sucesión el Gobierno de Felipe V llevó a cabo importantes reformas de carácter administrativo, la más importante de las cuales fue la supresión de la Corona de Aragón como conjunto orgánico-administrativo procedente de la Edad Media (Decretos de Nueva Planta). La llegada a España de una nueva reina, Isabel de Farnesio, propició la subida al poder del cardenal Alberoni, quien emprendió una política reformista. En 1726, el nombramiento de Patiño acentuó este proceso de reconstrucción nacional en todos los aspectos y la realización de una política exterior realista. Supo rodearse de colaboradores eficaces y competentes como J. del Campillo o el marqués de la Ensenada.
Más información Fernando VI
La muerte de Felipe V en julio de 1746 facilitó el acceso al trono de su hijo Fernando. Con él suben al poder dos personajes, Carvajal, como secretario de Estado, y el marqués de la Ensenada, como titular de Hacienda, Guerra, Marina e Indias, que diseñarán una política de equilibrio debido a la contraposición o complementariedad de sus puntos de vista, encauzando la política exterior bajo nuevos presupuestos y volcándose en la reconstrucción nacional.
Más información Carlos III
El nuevo monarca, Carlos III, sucesor de Fernando VI, es el prototipo del rey ilustrado. Ser rodeó de ministros reformadores, que, con mayor o menor fortuna, emprendieron profundos cambios estructurales encaminados a lograr la regeneración del país. Los cambios afectarona todos los ámbitos: se fomentarón la agricultura y la industria, las artes, la educación, se regularon las relaciones con la Iglesia, etc., todo ello para modernizar los reinos y hacerlos progresar.
Más información La hegemonía francesa
La reorganización del ejército por Le Tellier y su hijo Louvois lo convirtió en el más poderoso de Europa, por su número, su armamento y su disciplina. Vauban, comisario de fortificaciones, construyó un cinturón inexpugnable de fortalezas alrededor del Reino. La marina recibió menor atención, pero aun así la mejora de los puertos, la reactivación de los astilleros y el progreso de la formación de los marinos la hicieron susceptible de enfrentarse victoriosamente ante enemigos navales tan peligrosos como ingleses y holandeses.
Más información El sistema económico colbertista
El ministro francés Colbert fue un gran impulsor de iniciativas industriales. Su acción no se limitó solamente a proseguir levantando las barreras proteccionistas clásicas en el mercantilismo de la época sino que creó industrias estatales, cuya explotación y administración puso en manos de mentes oficiales. Otra acción consistió en favorecer mediante privilegios, exenciones, monopolios y pedidos estatales a un amplio conjunto de empresas correspondientes a la iniciativa privada, a las que se distinguió con el título de manufacturas reales.
Más información El esplendor del absolutismo
Como la teoría absolutista indicaba, para poder llegar a su perfección había que someter a los designios de la autoridad real y de su gobierno a los cuerpos representativos, los órganos de administración local o regional y los grupos privilegiados que podían amenazar o cuestionar de alguna manera las prerrogativas supremas del poder soberano. En consecuencia, los Estados Generales no fueron convocados, se controló mejor a los Parlamentos y a los distintos Consejos y Tribunales, se menoscabó a las autoridades municipales, se sometió a la nobleza, se impuso el galicanismo a la Iglesia, las protestas populares continuaron siendo reprimidas.
Más información La expansión territorial
Los primeros veinte años del reinado personal de Luis XIV transcurrieron entre victorias militares y logros territoriales. La Guerra de Devolución y la presión sobre Holanda sirvieron para anexionar grandes territorios, especialmente a costa de las posesiones españolas.
Más información Guerra de Sucesión española
La excesiva acumulación de poder por parte de Francia y alguna de sus actuaciones en política exterior llevaron a continuos enfrentamientos en Europa. Por su parte, el problema de la sucesión al trono de Madrid, ya planteado desde la muerte de Felipe IV, requería una solución cada vez más urgente conforme pasaba el tiempo. Sin embargo, no parecía haber ninguna aceptable para la diplomacia internacional que no pasara por un reparto que evitara la formación de una nueva potencia hegemónica, lo que sucedería inevitablemente si la Corona española quedaba unida a Francia o al emperador.
Más información El lento atardecer del Rey Sol
Son precisamente los grandes triunfos de Luis XIV, simbolizados en la Tregua de Ratisbona de 1684 por la que obtiene Luxemburgo, Estrasburgo y el Hainaut, los que preparan el comienzo de su declive al movilizar en su contra al resto de los europeos atemorizados por el ingente poderío que estaba alcanzando el soberano de Versalles. Más aún, su galicanismo le enfrenta al Papa. El Edicto de Fontainebleau, por el que se revocaba el Edicto de Nantes, supone una medida contra los hugonotes y le convierte en un ser odiado en la Europa protestante.
Más información Las últimas guerras de Luis XIV
Desde 1688 hasta 1715 un estado de guerra casi interminable sacude al occidente europeo y a los mares y territorios coloniales de Francia, España, Holanda e Inglaterra. Tres de cada cuatro de esos veintisiete últimos años del reinado de Luis el Grande son testigos de enfrentamientos de los ejércitos o de las marinas europeas, en las guerras de la Liga de Augsburgo (1688-1697) y en la de Sucesión a la Corona española (1701-1713).
Más información Revocación del edicto de Nantes
La aplicación restrictiva del edicto de Nantes, según la cual quedaba prohibido todo lo que no estuviese autorizado, se tradujo, sin embargo, en la represión de determinadas prácticas religiosas e incluso laborales de los hugonotes. A partir de 1679 la actitud de Luis XIV se endureció, pues durante la guerra de Holanda el rey chocó con la coalición de las potencias protestantes, a quienes pedían ayuda los hugonotes franceses. Por estas razones, entre 1679 y 1685 se añadieron una serie de decretos al edicto de Nantes con vistas, sobre todo, a vaciarlo de contenido: exclusión de los hugonotes de todos los cargos y del ejercicio de ciertas profesiones liberales, autorización para las conversiones de niños a partir de los siete años y prohibición de los matrimonios mixtos.
Más información Francia
La Francia de Luis XIV aparecía en el contexto europeo como el paradigma de Estado absoluto, ya que el monarca había sabido fortalecer su autoridad por encima de las demás instancias, logrando con ello una cierta uniformización social, con el sometimiento de la nobleza y la Iglesia tras la desaparición del peligro frondista, religiosa por la revocación del Edicto de Nantes y política mediante la creación de un aparato administrativo donde el rey, investido de los tres poderes y con una autoridad sólo limitada por el respeto a las leyes del reino, asume personalmente el gobierno.
Más información Reinado de Luis XV
A la muerte del Rey Sol se instala en el trono francés Luis XV, un monarca débil y enfermizo. La debilidad de la institución real fue aprovechada por fuerzas opuestas a la centralización que desencadenan una permanente oposición para salvaguardar sus antiguos privilegios, fundamentalmente miembros de la alta nobleza y los parlamentos. Esta actitud obstruccionista por parte de los grupos conservadores mantuvo a la Monarquía francesa en un estado de conflicto latente a lo largo de toda la centuria que nos ayuda a entender cómo, tras la irrupción de nuevas fuerzas sociales, se inicia un proceso revolucionario que acabaría derrumbando el Antiguo Régimen.
Más información Primeros años de Luis XVI
Al morir Luis XV, le sucede su nieto, el duque de Berry, en 1774. Luis XVI, influenciado por el partido devoto, cesó al equipo gubernamental anterior y escogió como secretarios a personajes ilustrados. La situación era difícil, a los problemas políticos se unía la enorme deuda pública y la permanente crisis económica, agudizado todo ello por la crítica al absolutismo.
Más información Montesquieu, Voltaire, Diderot
El barón de Montesquieu es uno de los principales dirigentes de la Ilustración. En "El espíritu de las Leyes" distingue entre su naturaleza y el principio que guía su actuación. De los tres tipos de gobierno que revisa -república, monarquía, despotismo- su conocimiento de la experiencia inglesa y las tradiciones francesas le hacen elegir como el mejor una monarquía moderada con división de poderes: ejecutivo, legislativo, judicial. Voltaire desarrolló un catálogo de reformas concretas que expuso y por las que batalló durante su vida, convirtiéndolo en lo que más tarde se llamaría un filósofo comprometido. Diderot va a ser la personalidad más desbordante de su tiempo. Como buen ilustrado cree en la evolución, el progreso, la posibilidad y el deber de transformar a los hombres, de construir la felicidad en este mundo.
Más información La restauración inglesa
El rey Carlos II volverá a tropezar con obstáculos similares a los que sufrieron sus antecesores inmediatos. La tensión entre el Parlamento y el monarca no dejó de crecer durante el reinado, poniéndose de manifiesto repetidas veces en forma de disposiciones parlamentarias que iban en contra de determinadas decisiones regias. A pesar de todos los inconvenientes que existían en su contra, Jacobo II fue proclamado como nuevo soberano. Católico, absolutista y de edad avanzada cuando ocupó el trono, sus formas de gobierno generaron pronto las semillas del levantamiento contra su persona. Guillermo III de Orange, llamado para que interviniera en defensa de la religión protestante y de la libertad del Parlamento, obligó al rey a buscar refugio en la Corte francesa.
Más información ·Expansión colonial inglesa
Expansión colonial inglesa
Los reinados de María, Guillermo y Ana van a dar a la Monarquía inglesa una fisonomía que han de conservar en los siglos siguientes, y en ellos se crean las bases doctrinales, los principios del pactismo británico y la mayoría de sus instituciones políticas. Este Reino Unido estará en condiciones de hacer más patente su ya iniciado dominio de las rutas marítimas y de iniciar una sutil pero eficaz forma de hegemonía en el Continente europeo. Con la dinastía hannoveriana -Jorge I, Jorge II y Jorge III- se pasará de la Inglaterra rural, inquieta y enfrascada en luchas internas del siglo XVII, a la Gran Bretaña hegemónica de los siglos siguientes.
Más información Gran Bretaña
El reinado de Ana Estuardo puede ser considerado como un período de transición hacia la consolidación de un modelo político singular que hará alejarse a Inglaterra del absolutismo imperante en el Continente, propiciando una larga época de estabilidad que no se romperá hasta el estallido de la revolución americana.
Más información Dinastía Hannover
La llegada de la casa Hannover al trono inglés se hizo pacíficamente, con la subida al trono de Jorge I. Desde el principio se apoya en el partido whig, que había propiciado su sucesión. Destituyó a Bolingbroke, por sus simpatías jacobitas, y nombró un equipo ministerial con mayoría whig, donde destacaban lord Townshend, como presidente; Stanhope, Sunderland, Marlborough, Nottingham, Walpole y Pulteney.
Más información Jorge II
Diferentes ministros de Jorge II, como Walpole, Carteret o Newcastle, entre otros, habrán de enfrentarse a problemas como la presión de los Borbones en el continente o el enfrentamiento de partidos en el ámbito interior.
Más información Jorge III
El nuevo rey era nieto del anterior monarca, Jorge II, y había recibido una educación esmerada de su madre, Augusta de Sajonia, y de su preceptor escocés J. Bute, adscrito al partido tory, quien no sólo le familiarizó con los asuntos de gobierno sino que le aconsejó aumentar las prerrogativas reales y cumplir con sus deberes políticos. Firmemente imbuido de esa idea, Jorge III, poco interesado por los problemas continentales, decide volcarse en los asuntos internos.
Más información La Italia de los Habsburgo
Los Habsburgo mantienen aun en esta etapa posesiones en Italia. En el norte, la rica región lombarda alcanza un alto grado de desarrollo tanto económico como cultural. En el sur, Nápoles conoce el reinado de Carlos de Borbón, primogénito de Isabel de Farnesio. Leopoldo I, en la Toscana, seguirá la política reformista característica del despotismo ilustrado, convirtiéndola en un Estado moderno y desarrollado.
Más información La Italia de los Borbones
Los Borbones conservan su control sobre algunos territorios italianos. En el Reino de las Dos Sicilias se instalará en el trono Carlos VII, futuro Carlos III de España. Parma, Piacenza y Guastalla verán alternar su control entre España y Austria.
Más información Estados del Papado
Situados en el centro de la península, se gobernaban por un sistema muy peculiar, parecido a una monarquía teocrática donde el sistema electivo permitía la aparición de facciones y grupos dentro de la Iglesia, así como interferencias de las naciones católicas europeas en los cónclaves. La administración estaba muy centralizada y burocratizada. Destacan los papas Clemente XIII, Benedicto XIV y Pío VI.
Más información La república de Génova
Su propia posición geográfica, punto estratégico fundamental, le hacía adoptar la neutralidad internacional aunque, en la práctica, todas las guerras de la época le afectaron. Así pues, participó en la Guerra de Sucesión austríaca contra el Piamonte y Austria, por su dependencia hacia Francia. En la Guerra de los Siete Años intervino en el bloque antifrancés, lo que le condujo a la ruptura diplomática con España, asestando un duro golpe a su comercio. Su principal gobernante es el dux Agostino Lomellini.
Más información La república de Venecia
Gobernada por un sistema oligárquico-ciudadano cuyos miembros estaban inscritos en el Libro de oro de la ciudad, seguía estando viva a comienzos de la centuria gracias a su activo comercio, aunque sus iniciativas expansionistas quedarán abandonadas en 1718 con la pérdida de Morea y conservando únicamente sus enclaves en la costa yugoslava, donde ebullía ya un cierto nacionalismo antiveneciano. El período que nos ocupa está marcado por la estabilidad, y por un cierto retroceso en el comercio mediterráneo, en parte por la concentración de la propiedad agraria, la vigencia de una agricultura tradicional y la decadencia de la clase dirigente.
Más información Reino del Piamonte
El antiguo ducado de Saboya aparece en la escena internacional transformado en reino independiente tras las paces de Utrecht, en cuyo organigrama europeo se concebía como Estado-tapón o barrera capaz de frenar el expansionismo existente entre Austrias y Borbones. La capital, establecida en Turín, acabó convirtiéndose en una de las más modernas de Europa, y sus monarcas transformaron lo que era un antiguo feudo familiar en una Monarquía absoluta, plenamente integrada en la comunidad europea.
Más información Módena
Este pequeño ducado, controlado por la familia Este, es el único Estado patrimonial existente en Italia en el siglo XVIII. Los acontecimientos bélicos ocurridos en el norte de la península con las guerras dinásticas europeas influyeron negativamente en su economía, pero la crisis mayor se dio en 1733-1736 ante una invasión francesa.
Más información El auge de Holanda
La existencia de un gobernante común con Inglaterra, Guillermo III de Orange, no supuso en la práctica la unión de ambos territorios, aunque sí aunar momentáneamente la proyección exterior de los dos.
Más información Las Provincias Unidas
El siglo XVIII representa un período de retroceso y significativa decadencia en todos los sentidos; su economía abandonó el dinamismo que le había caracterizado en la centuria anterior y de esta manera la producción agraria e industrial en el interior del país se fue estancando, al tiempo que perdía sus puestos influyentes en los mercados internacionales ante la pujanza de nuevos países. A nivel político, los principios básicos de la república se vieron alterados al restablecerse el Estatuderato, ahora con carácter hereditario, lo que sembrará nuevos elementos de discordia entre los grupos políticos -conservadores y renovadores- a los que hay que sumar la influencia de la Ilustración y, más tarde, el impacto de la revolución francesa.
Más información Segundo interregno
Tras la muerte de Guillermo III, los Estados Generales se apresuraron a volver a la vida política según las antiguas constituciones, y los regentes y el gran pensionario se convierten de nuevo en el verdadero Gobierno de la nación. A. Heynsius fue el encargado de dirigir la acción exterior durante la Guerra de Sucesión española, y su sucesor, S. Slingelandt, en pleno proceso de pacificación, trataría de introducir algunas reformas, sobre todo eliminar el trámite de someter todas las decisiones a los Estados provinciales antes de ser aprobadas en los Estados Generales, lo que contribuía a la inoperatividad gubernamental.
Más información Guillermo IV
El rey Guillermo IV hubo de enfrentarse a una delicada situación económica y política, que provocó a su vez un clima de fuerte contestación social.
Más información Guillermo V
El estallido de la Guerra de los Siete Años (1756-1763) no arrastró a la república, a pesar de las presiones ejercidas desde Francia e Inglaterra; incluso fue un buen momento para la recuperación económica (tras la dislocación del mercado monetario de Amsterdam), ya que permitió a la banca y a las compañías de seguros hacer grandes negocios. Finalmente, la crisis estalló en los años ochenta, a propósito de la rebelión de los colonos ingleses contra Jorge III.
Más información El surgimiento de Prusia
El acontecimiento más destacado es la conversión del ducado de Prusia en reino, lograda gracias a Federico III, quien pasará a ser rey con el nombre de Federico I, titulo que recibiría desde 1701, con lo que se incrementaba su significación sobre los demás príncipes del Imperio y se reafirmaba la superioridad del electorado de Brandeburgo-Reino de Prusia en la mitad norte del conglomerado imperial.
Más información Prusia
El gran elector de Brandeburgo, Federico Guillermo, fue el verdadero artífice del poderío prusiano. Desde el primer momento se esforzó en romper definitivamente los lazos que le ataban a la soberanía imperial para crear una Monarquía de derecho divino basada en una estructura absolutista de corte feudal, en la que los objetivos básicos serían fortalecer la economía, aumentar la población, impulsar la obra colonizadora y dotarse de un aparato militar poderoso. El Ejército, controlado permanentemente por el rey, aumentó paulatinamente sus efectivos humanos y comenzó su transformación hacia lo que sería el modelo militar del siglo XVIII.
Más información Federico Guillermo I
El artífice de Prusia como reino independiente es Federico Guillermo. Además, creó el ejército más poderoso de Europa, con un oficial de origen noble en los mandos, sometido a una férrea disciplina, y con una estricta jerarquización interna.
Más información Federico II el Grande
El rey Federico el Grande fue ante todo un político práctico que supo proseguir la tarea de sus predecesores perfeccionándola cada vez más, logrando hacer de Prusia una de las potencias más poderosas de Europa, modelo de Estado centralizado con un déspota ilustrado a su frente que llegó a ser elogiado por los grandes intelectuales de la época. La política exterior fue claramente expansionista e intervencionista en los asuntos europeos.
Más información Federico Guillermo II
El sucesor de Federico II el Grande, Federico Guillermo II, representa la anulación paulatina de las medidas del anterior rey, sobre todo en el terreno económico y cultural. Su política económica acabó con los monopolios del Estado, redujo los impuestos, aumentó los salarios públicos -civiles y militares- y fomentó la industria nacional y el comercio, pudiendo llevar a cabo estas medidas gracias al superávit de la hacienda heredado, lo que permitió financiar las guerras con el erario público sin tener que recurrir a gravámenes extraordinarios, logrando, además, cierta prosperidad económica. A nivel cultural se despliega una política anti-ilustrada. De nuevo se impone la censura y se amenaza la libertad de pensamiento.
Más información La hegemonía de Suecia
En las dos últimas décadas del siglo XVII se produjo el triunfo más evidente del absolutismo monárquico en Suecia, sancionado por la Dieta, en la que la nobleza había perdido su dominio y que acordó la supresión del Consejo de regencia y concedió la libertad de legislar a la Corona sin control alguno. Carlos XI mantendrá la potencialidad de Suecia.
Más información Inicios de la decadencia
A la muerte de Carlos XI le sucede el joven Carlos XII. Como ferviente admirador del rey Gustavo Adolfo, al que pretendía emular en todos los aspectos, intentaría recuperar para su país el poderío perdido. No obstante, la coincidencia de intereses entre sus enemigos tradicionales con otras potencias que querían crecer a costa del suelo sueco -Rusia-, determinará que Carlos XII se vuelque con todas sus energías sobre los asuntos externos, abandonando hasta cierto punto los problemas internos y creando un vacío de poder que, a la larga, sería perjudicial para la Monarquía y para el conjunto del país.
Más información El constitucionalismo democrático
Tras abdicar la reina Ulrica Leonor, sube al trono su esposo Federico I, quien inaugura un sistema de constitucionalismo democrático que acabó con la autocracia de la Monarquía. El rey fue perdiendo sus prerrogativas progresivamente, su actuación era fiscalizada por el Parlamento y sólo tenia poder para nombrar a los oficiales del reino, conceder títulos nobiliarios y dirigir el Ejército; las decisiones gubernativas eran adoptadas conjuntamente con un Gobierno compuesto de 16 personas.
Más información Gustavo III y el despotismo ilustrado
Gracias a la acción del rey Gustavo III Suecia consigue superar la decadencia y mostrarse a la comunidad europea como una Monarquía ilustrada donde se podían introducir reformas avanzadas en las estructuras de la sociedad, donde la cultura llegaba al florecimiento gracias a la colaboración de importantes intelectuales y de esta manera el país se encaminó hacia el progreso, abandonando el estancamiento y volviendo a encontrar confianza en sí misma y en su clase dirigente. Su gran baza política fue la superación de la anarquía reinante, provocada por las irreconciliables posturas entre los estamentos, con la creación de una Monarquía fuerte y centralizada, de carácter absolutista.
Más información Monarquía absolutista en Dinamarca
Durante el reinado de Cristian V se afianzó el poder del monarca sin que esto supusiera profundas transformaciones en la estructura social. La nobleza continuó ostentando su potencial económico y territorial.
Más información Dinamarca
En Dinamarca la agricultura era el pilar básico de la economía pero en la centuria que nos ocupa se advierten profundos y renovadores cambios en todos los sectores productivos. Federico IV, Cristian VI, Federico V y Cristian VII serán los monarcas de este período. Al mantenerse ajena a los conflictos internacionales pudo seguir su empresa modernizadora, por lo que al llegar el siglo XIX este país era uno de los más avanzados del Continente y que más tempranamente habían consumado la desaparición del régimen feudal.
Más información El engrandecimiento de Rusia
Durante varias décadas Rusia estará sumida en constantes luchas intestinas por el poder. La llegada al trono del zar Pedro será de enorme trascendencia para Rusia, alcanzando tanto el soberano como el país una grandeza hasta entonces no conocida.
Más información Rusia
Rusia conocerá una etapa de gran desarrollo tanto económico como político y cultural. Pasará de ser una nación secundaria en el conjunto europeo a desarrollar un papel hegemónico en las relaciones internacionales, gracias sobre todo al papel de dos monarcas: Pedro I y Catalina II.
Más información Pedro el Grande
El zar Pedro I, uno de los hijos menores del zar Alexis, creó una monarquía burocrático-militar que hará de Rusia una gran potencia. Para ello deberá acometer un plan urgente y profundo de reformas que producirá importantes transformaciones en la estructura social y económica.
Más información La época de la inestabilidad
A pesar de haberse reservado el derecho a nombrar su sucesor, Pedro I no tuvo tiempo de elegirlo ni tampoco de establecer un sistema sucesorio determinado, lo que genera un largo período histórico caracterizado por las conspiraciones palaciegas y la ausencia de personalidades relevantes, a excepción de la zarina Isabel, que terminan siendo meros instrumentos de dominación de la nobleza, que recupera y amplia sus tradicionales privilegios en detrimento de la Monarquía absoluta y centralizada.
Más información Catalina la Grande
Podemos señalar tres períodos en su política interior: la primera (1762-1773) caracterizada por el impulso a la economía bajo postulados mercantilistas y colonizadores. Es también la época en que la Ilustración y el pensamiento enciclopedista alcanzó una gran difusión, apareciendo intelectuales y pensadores que apoyarían el progreso y las innovaciones y la propia Catalina se convierte en protectora de las Luces. Tras la rebelión de Putgachov se abre una segunda etapa (1774-1789) donde se establece una nueva planta del Estado en sentido centralista y autocrático. Una última (1789-1796) mediatizada por el impacto de la Revolución Francesa y el temor a las ideas ilustradas que la habían generado.
Más información La restauración de Portugal
El rey Pedro II afirmará, por un lado, el linaje de los Braganza como dinastía real, y por otro, potenciará de nuevo el Estado portugués en busca de recuperar el pasado esplendor, ya definitivamente perdido. Si bien pudo conseguir ciertos logros en su política interior de corte absolutista, ayudado en su tarea por los acontecimientos favorables que venían desde Brasil y por el importante aporte económico que supuso para las arcas portuguesas el posterior descubrimiento de las minas de oro brasileñas, no pudo impedir sin embargo caer finalmente bajo la tutela de los ingleses, hasta el punto de que, a partir de los años iniciales del siglo XVIII, Portugal pasó a convertirse en una especie de apéndice, económico y político, de Inglaterra y en una avanzadilla del poderío inglés en el occidente atlántico.
Más información ·Pedro II
El Portugal de Pedro II
El imperio ultramarino lusitano había sufrido los ataques de los neerlandeses durante la época en que Portugal formó parte de la Monarquía hispánica y la diplomacia portuguesa de la Restauración (desde 1640 hasta 1661) se había visto obligada a hacer dolorosas concesiones a franceses, ingleses y holandeses a cambio de ayuda en su lucha contra España para obtener la independencia. El Tratado de Methuen significará no sólo la ruptura de la alianza de Portugal con Felipe V y Luis XIV (que se había firmado en Lisboa en junio de 1701 y parecía augurar un sólido eje ibérico-francés con enorme proyección en el mundo colonial), sino el paso de Portugal a la esfera de influencia británica.
Más información Portugal
En los primeros años del siglo XVIII Pedro II continuará las directrices políticas marcadas por su padre, Juan IV, y su hermano Alfonso VI: conservación, mantenimiento y defensa del imperio ultramarino y vinculación estrecha con Inglaterra, reforzada en 1703 al firmarse los denominados Tratados de Methuen, que significarían una alianza duradera entre ambos países.
Más información Juan V
Hijo de Pedro II, Juan V, será el verdadero artífice de uno de los reinados más largos del "Portugal restaurado". Tras los problemas iniciales, emprendió una política de acercamiento a España mediante el intercambio de princesas, casando a doña Bárbara de Braganza con el futuro rey español Fernando VI. La alianza con Portugal, más política que económica, continuó durante su reinado.
Más información José I
Tercer hijo de Juan V y María Ana de Austria, José I, se rodeó de colaboradores expertos y fieles a la Corona. Para las Secretarías prefirió a personajes relativamente oscuros, pero con experiencia gubernamental, y ajenos a los grandes clanes nobiliarios: Diego de Mendoça Corte Real, como secretario de Estado, y Sebastián José Carvalho e Melo, posterior marqués de Pombal, como secretario de Exteriores y Guerra.
Más información Polonia
A pesar de que nunca había tenido un papel dirigente en las relaciones internacionales, su identidad nacional había cristalizado tiempo atrás y gracias a sus excedentes agrícolas había tenido una función destacada en el comercio hanseático. Sin embargo, la escasa vitalidad de sus instituciones, dominadas por una oligarquía de magnates y de rancios grupos nobiliarios, junto con una debilidad de la Monarquía, electiva y no hereditaria, que nunca pudo jugar un papel rector en la vida política del país hacen posible la dominación extranjera, a través de la dinastía sajona reinante, y la permanente intromisión de las potencias vecinas como Rusia o, cada vez en menor medida, Suecia.
Más información La dominación sajona
Tras morir Jean Sobieski en 1696 se inaugura un período de anarquía y confusión. Dado el carácter electivo de la Monarquía, aparecen numerosos candidatos, siendo finalmente impuesto Federico Augusto de Sajonia, quien ocupará el trono como Augusto II. El nuevo monarca inaugurará una época de control de Sajonia sobre el territorio polaco.
Más información Ilustración y disgregación del Reino
La elección del nuevo rey, Estanislao Augusto Poniatowski se había debido a las exigencias rusas (había sido modelado a la medida de la propia Catalina II) contando con el beneplácito de Prusia con la que se estaba negociando ya una repartición del territorio polaco. Con él, las Luces llegan y se difunden por Polonia, aceptándose presupuestos y postulados del pensamiento ilustrado. Sin embargo, en 1795 se suscribe un acuerdo entre las potencia extranjeras por el que, además de ocupar todo el territorio (los prusianos se instalaron en Varsovia, los austriacos en Cracovia y los rusos en el resto) obligaron a Estanislao a dimitir.
Más información Decadencia otomana y auge de Austria
El Imperio otomano vivió un nuevo resurgimiento debido a la política reformista de los grandes visires Köprülü, que permitió pasar del absoluto desgobierno al reforzamiento del poder interior y devolvió al ejército y la marina la eficacia perdida. Los acuerdos de Karlowitz serán determinantes para los Habsburgo de Viena y para toda la historia europea posterior. Eliminadas desde Westfalia sus posibilidades como emperadores efectivos en el Sacro imperio, logran ahora convertirse en una gran potencia del sudeste europeo, donde son reconocidos definitivamente como reyes de Hungría y Transilvania. Con propiedad se podría empezar a hablar de Austria-Hungría.
Más información Austria
La configuración de los Estados patrimoniales de los Habsburgo como una monarquía multinacional, multiconfesional y confederal era una realidad en el siglo XVIII. En ella coexistían varias nacionalidades formando, en la práctica, tres grandes unidades: los países austriacos, la Corona de Bohemia y el Reino de Hungría. Cada grupo poseía su propia lengua, su cultura y también instituciones locales, así como representantes en los órganos de la Administración central. La emperatriz María Teresa será una de las figuras principales.
Más información Carlos VI
El rey Carlos VI se dedicó principalmente a impulsar el desarrollo económico del país y a lograr una participación en el comercio extraeuropeo, así como a legitimar la descendencia de su hija María Teresa. La Pragmática Sanción, dictada en abril de 1713, proclama la indivisibilidad de los territorios de la Monarquía, y el principio de primogenitura, primero por vía masculina y, en su ausencia, por vía femenina, lo que suponía sancionar la asimilación de la Corona de Bohemia y de Hungría, y la desheredación de sus sobrinas.
Más información María Teresa
Nada más acabar la guerra que le proporcionó el reino, María Teresa se volcó en conseguir un Estado fuerte y centralizado. Tras su muerte, en octubre de 1780, Austria ha conocido un cierto esplendor, a pesar de las guerras que asolaron su territorio y de la aguda crisis económica de 1771; se ha convertido en una potencia de primer orden, ha aumentado sus territorios y ha llevado a cabo una política progresista y moderna, digna de una reina ilustrada como había sido ella.
Más información José II
Tras morir María Teresa, le sucede José II. Como ella, estaba firmemente convencido del papel que debía jugar el monarca, como primer servidor del Estado, imponiendo unas directrices gubernamentales que posibilitarán la modernización de las estructuras de la sociedad, sin que ningún obstáculo -tradición, nacionalismo, privilegios...- se interpusiera en su camino. Tratar de conseguir un Estado fuerte y poderoso sólo era posible consiguiendo una centralización institucional y un reforzamiento de su poder personal.
Más información Turquía
El declive turco, ya iniciado en décadas anteriores, será lento pero constante, convulsionado internamente y haciendo al Imperio otomano incapaz de hacer frente a la nueva situación internacional y exponiéndole permanentemente a las pérdidas territoriales a manos de los europeos. Sin embargo, este proceso no fue rápido, gracias a la aparición de singulares estadistas y gobernantes como Mustafá II o Ahmed III, que intentaron adoptar la renovación y la reforma como alternativas a la decadencia, iniciando la apertura a las modernas potencias europeas que estaban protagonizando innovaciones científicas y culturales.
Más información Período de transición
La revuelta del líder jenízaro, Patrona Khalil, origina un corto período de confusión, mostrando de nuevo la debilidad del sultanato, pero permite también el acceso del sultán Mahmud I, que desplazó del poder a los jenízaros restaurando el orden tradicional. Mustafá III, que aparece como la gran alternativa al anterior, firme partidario de una política pacifista con Europa como medida indispensable para la solución de los problemas internos.
Más información Inicios de la cuestión de Oriente
Cuestión de Oriente es un conjunto de hechos que se desarrollan entre 1774 y 1823 que supusieron el resquebrajamiento del Imperio turco y la rapiña de las grandes potencias europeas: rusos, ingleses, franceses y austriacos.
Más información Las provincias balcánicas
Los desastres militares del ejército otomano ante sus vecinos harán constantes rectificaciones de fronteras entre las potencias europeas y las zonas dominadas revelándose así la impotencia del Estado turco para hacer frente a la nueva situación. La pérdida de prestigio del poder central generó condiciones de anarquía local que motivaron descontentos locales, a veces con connotaciones autonomistas o independentistas, y el aumento creciente de atribuciones, incluso en el terreno fiscal, de las autoridades locales.
Más información China
Durante el siglo XVIII, China vivió una de sus épocas más prósperas, bajo los emperadores manchúes. Los manchúes habían penetrado en China a principios del siglo XVII y establecido una de las dinastías más brillantes y duraderas de la historia, la dinastía Ta Ch´ing. Descendientes de los jefes nómadas que habían arrebatado China a los Ming entre 1640 y 1651, harán evolucionar al Imperio aceleradamente en política, administración, economía, sabiduría y arte, hasta el momento de su desaparición en 1912.
Más información Japón
La historia del Japón había atravesado en la segunda mitad del siglo XVI una fase de profundas transformaciones que culminaron en 1600-1603 con la ascensión a shogun del daimio Tokugawa Ieyasu. Estas transformaciones rompían con la dinámica tradicional de fragmentación del poder en Japón y su consiguiente anarquía; los grandes daimios unificadores Nobunaga, Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu lograron poner fin a una tendencia disgregadora que parecía inevitable. El período Tokugawa alcanzó gracias a ellos su madurez hacia 1650, y la culminación de un proceso de búsqueda del orden en el interior y defensa frente al exterior.
Más información La India
A principios del siglo XVIII todavía dominaban los mogoles, cuyo jefe, el gran mogol Aurangzeb, poseía todo el norte de la India y la parte septentrional de Dekán y además había impuesto señorío a la mitad meridional.
Más información Persia
Territorio heterogéneo pero bien situado sobre las rutas terrestres y marítimas de Asia, lo cual no dejó de interesar, desde el siglo XVII, a las Provincias Unidas y a Inglaterra, cuyas Compañías de Indias Orientales instalaron representantes; después a Francia, a principios del siglo XVIII, y, finalmente, a la Rusia vecina y conquistadora de Pedro el Grande.
Más información Norte de África
La subsistencia de la organización administrativa imperial almohade, con fronteras poco delimitadas entre la administración central y las federaciones tribales descentralizadas, caracterizó la historia de África septentrional desde mediados del siglo XIII hasta los siglos XIX y XX en los que Francia, España e Italia introdujeron, con la colonización, nuevas formas de organización política. El conjunto formado por Marruecos, Argelia, Túnez y Trípoli constituye una importante unidad geográfica y étnica. Los árabes que vivían al Este bautizaron a todos los países al oeste de Egipto como Djezira el Maghreb y a su extremo occidental Maghreb el Aqça.
Más información Occidente de África
Al observar en conjunto la historia de esta zona destaca claramente el hecho de la existencia de reinos como los de Dahomey, Oyo y Benin que recuerdan, por la importancia política y cultural que a lo largo de su historia han tenido, a los grandes reinos de los países interiores del Sudán. A la salida del valle del Níger y, sobre todo, del amplio corredor por el que discurre su afluente, el Benué, se desarrollaron, en territorio yoruba, las brillantes civilizaciones de Benin, caracterizadas por una elevada densidad de población, por una agricultura de plantaciones basada principalmente en los tubérculos, por la existencia de mercados y un notable desarrollo del comercio, así como por unas organizaciones estatales evolucionadas.
Más información El Sudán occidental
La costa de Senegal y Gambia ha sido siempre una de las metas preferidas y de las más disputadas por los europeos debido a la trata; durante siglos, franceses, portugueses, holandeses e ingleses lucharon por ella. Pero los intentos de instalar establecimientos habían chocado con la hostilidad de los mauros, habitantes árabes o bereberes arabizados del Sahara.
Más información Del Congo al Zambeze
El siglo XVIII es el menos conocido de la historia del Congo; parece que debió aumentar el tráfico de esclavos y precisamente el desarrollo de la trata de esclavos condujo, más que nunca, a la fragmentación del poder en innumerables jefaturas. Las provincias periféricas se separaron, las dinastías rivales lucharon por el trono y se perdieron incluso los contactos misioneros con el mundo exterior; por esto, hacia finales del siglo XVIII, el Cristianismo era sólo un recuerdo y el antiguo reino quedó reducido a unos pocos pueblos alrededor de San Salvador.
Más información Oriente de África
Las informaciones sobre el sudeste africano se centraron en torno al Imperio de Monomotapa, instalado en una zona delimitada por dos grandes ríos, el Zambeze, al Norte, y el Limpopo, al Sur.
Más información Región de los Grandes Lagos
La tradición oral, casi la única fuente de información para el interior del Continente, es muy escasa desde el siglo XVIII. Las genealogías dinásticas, conservadas por los historiadores de las cortes, eran modificadas según las sucesivas crisis, y la tradición oral, aunque destinada a conservar la historia, debía también legitimar los poderes usurpadores. El motor principal en esta región es el grupo Lwo.
Más información Etiopía y Somalia
Entre los siglos XVI y XIX Etiopía, aislada del interior, vivió un terrible cara a cara con los árabes y turcos musulmanes, por un lado, y con los galla no musulmanes, por otro. Iyasu el Grande, que reinó desde 1682 a 1706, llevó a cabo numerosas realizaciones notables; soldado excepcional, tuvo también importancia por la reforma administrativa. Iyasu el Grande consolidó su autoridad sobre la Iglesia copta, en especial en lo que respecta a su prerrogativa a convocar sínodos y varios de éstos se celebraron bajo su patronazgo para tratar sobre las naturalezas de Cristo.
Más información Madagascar
En 1500, dos años después que Vasco de Gama, el capitán portugués Diego Dias descubrió por azar la isla de Madagascar que, al parecer, había sido desconocida por Europa. Hasta comienzos del siglo XVII no establecieron los portugueses algunos puestos temporalmente. Los franceses trataron de establecerse en torno a Port-Dauphin en el tercer cuarto de dicho siglo; pero más tarde abandonaron el lugar y en él se asentaron algunos piratas expulsados de las Antillas. La isla de Madagascar, poco poblada, albergaba elementos de origen indonesio -cuya lengua emparentada con el malayo, acabó por imponerse- y africano, algunos de ellos arabizados, los swahilíes.
Más información La vida en familia
Desde el punto de vista demográfico, según vimos en el apartado correspondiente, los especialistas parecen aceptar la coexistencia, en la Europa del siglo XVIII, de tres tipos de familia -nuclear, troncal, comunitaria-, diferenciados entre sí por el número de sus componentes, estructura interna, ámbitos geográficos ocupados, etc. Sin embargo, más allá de tales diferencias, todas cumplen, sociológicamente hablando, una misma misión: ser la célula base de las sociedades en que se insertan.
Más información El matrimonio
El matrimonio se ve regulado a un tiempo por la sociedad, la Iglesia y el Estado, que, además, asumen conjuntamente la labor de su defensa. Para los católicos se trata de un sacramento indisoluble, basado en el consentimiento mutuo de los contrayentes, que son sus ministros. En consecuencia, se condena el adulterio y no se admite el divorcio, todo lo más, la separación de cuerpos que no da derecho a nuevas uniones. Su fin está en la procreación de los hijos, sólo ella legitima la relación carnal de los esposos. De ahí, el anatema que cae sobre el aborto, el infanticidio y hasta la mera contracepción, siempre que ésta no sea fruto de la abstinencia.
Más información Nacimiento
La esterilidad era una maldición, un oprobio que recaía siempre sobre la esposa, considerada la única culpable dada la tradicional asociación feminidad-fecundidad. De ahí que en algunas regiones europeas se realicen pruebas a las jóvenes para ver si son o no estériles, como la seguida en Francia de hacerles orinar sobre "la malva durante tres días; si moría, ella(s) era(n) machona(s); si renacía verde y viva, podía(n) concebir" (Laborde).
Más información Infancia
El recién nacido duerme en cuna o en la misma cama de los padres, costumbre ésta condenada por la Iglesia y el Estado dados los riesgos de asfixia que conlleva. La higiene era más que mínima, escasa. No se le lava el pelo para que la grasa proteja la fontanela ni se le despioja totalmente para que los piojos puedan comer la mala sangre; tampoco se le cortan las uñas hasta los uno o dos años. Sólo se le cambia el pañal una o dos veces al día, siendo frecuente volver a colocarle los ya orinados una vez secos pero sin haberlos lavado ya que se cree que la orina es beneficiosa. Sin duda que tales prácticas no podían por menos que contribuir de forma decisiva a las altas tasas de mortalidad infantil, por ello nuestros hombres ilustrados lanzarán una intensa campaña en contra de algunas de ellas.
Más información Juventud
A partir de los siete años el niño deja de ser considerado como tal y una prueba externa de ello la constituye el hecho de que los varones trocan para siempre los vestidos por los calzones. Las funciones educativas dejan de estar en manos de las propias familias. Las parroquias asumen la enseñanza religiosa; la escuela, el colegio, el convento o el preceptor privado, la intelectual.
Más información La mujer y su mundo
El reparto de funciones entre los sexos, realizado por el patriarcado en razón del papel reproductor de los individuos, dejaba a la parte masculina de la población la responsabilidad del mundo exterior, el sustento económico, la defensa de la sociedad, su dirección política; a la femenina, el interior de la casa, la familia, los hijos, los ancianos. Tal división, que responde a unas necesidades comunitarias concretas, se afirma y enraíza en tanto que principio organizativo de la vida en común por medio de una serie de controles transmitidos de generación en generación a través de la costumbre, la ley y la religión.
Más información Primeros cambios
A partir del Setecientos las propias mujeres activan su toma de conciencia y aumenta el número de voces que se elevan para criticar lo anterior, siguiendo el ejemplo de algunas antepasadas -María de Zayas, entre otras-, y pedir un nuevo lugar. Aparecen entonces los primeros periódicos realizados por y para el sexo femenino, como los de madame de Beaumer, Sophie von La Roche o Beatriz de Cienfuegos. Mas, salvo estas excepciones, el tono general es más moderado y su acento no se dirige tanto a pedir transformaciones fundamentales como a reclamar cambios individuales y colectivos. Posición defendida también por otras escritoras, tal es el caso de la española Josefa Amar y Borbón, defensora de las capacidades intelectuales de su sexo, y de la británica Mary Wollstonecraft, precursora del movimiento feminista del siglo XIX.
Más información Usos sociales y convivencia
El siglo XVIII supone la aparición de un nuevo arte de vivir cuyo apogeo llega al mediar la centuria y en el que la corte, junto con el monarca, dan las pautas. No se ensalzan los placeres del hogar, pero sí los de la intimidad que, como hemos visto, trata de preservarse de la mirada general. Persiste la mezcla de edades, sexos y condiciones en la vida social, pero se asiste a una división creciente de papeles y espacios. Dos ámbitos especialmente sensibles a los cambios acaecidos y, al mismo tiempo, fiel reflejo de ellos van a ser el de la vivienda y el de los usos sociales.
Más información Vivienda y espacios íntimos
A partir del Setecientos se produce una importante reorganización del espacio interior de las casas, que empieza, cosa obvia, en las grandes mansiones nobles o burguesas, donde va a ser más notable. El hecho lo encontramos unido en íntima relación mutua causa-efecto con el creciente gusto por la intimidad, la discreción, el aislamiento, origen de la idea de confort que se dice aparece también ahora y del gusto por los jardincitos privados, o closes, lugares de citas amorosas legítimas e ilegítimas.
Más información La ciudad
La ciudad es una mezcla abigarrada de viviendas, divididas en barrios con sus propias leyes y autoridades -los comisarios franceses, los alcaldes de barrio españoles...- para su mejor gobernación. Estas otras construcciones dan aún menos oportunidades a la privacidad.
Más información La casa campesina
La casa campesina, unidad de residencia y producción, es la auténtica domus, término con que se designa a un tiempo el hogar y el conjunto de bienes privados familiares. Ella cobija a la familia, los animales, las reservas de alimentos, las cosechas y los aperos de labranza. Sus dimensiones son variables, encontrándose modificadas en razón de la estructura familiar dominante, por motivos económicos, demográficos, de estrategias matrimoniales, fórmulas de sucesión y reparto de la riqueza, etc.
Más información Civilidad y buenas costumbres
La civilidad se hizo modelo pedagógico y valor seguro, difundido a través de la escuela y los libros, que se traducen a varios idiomas y se venden a precio módico para favorecer su difusión. En cuanto a los escritos cortesanos, fruto de los valores de una elite reconocida, ponen su acento en la ambición, sinónimo del deseo de mejora social, y la reputación, medio para conseguirla. En ellos aparecerá el concepto de "honnéteté".
Más información Higiene personal
Hasta mediados de siglo la limpieza personal se hace en seco, lavándose sólo las manos y la cara, por otra parte, las únicas zonas del cuerpo que se arreglan. El resto, todo lo más se perfuma para encubrir los malos olores y se tapa con el vestido. Los avances de la Medicina lucharán por mejorar las condiciones hgiénico-sanitarias.
Más información Comidas y hábitos culinarios
La evolución de los gustos se va a caracterizar por un menor uso de las especias, sustituidas en gran medida por plantas aromáticas y condimentos autóctonos; la distinción de un mayor número de trozos de carne, los mejores de los cuales se reservan para la nobleza y la burguesía; lo salado se separa de lo dulce; los buenos cocineros tratan de cocinar los alimentos de manera natural, lo que significaba darles su punto, no pasarse en la cocción o el asado y desterrar el uso de salsas superfluas que encubren el sabor original. También se generaliza el uso de la mantequilla como grasa y en la disposición de las mesas se prefiere rendir culto al gusto antes que al espectáculo.
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