Cursó en San Sebastián sus estudios primarios y de bachiller hasta su ingreso en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1921, finalizando la carrera en junio de 1927. Su vida profesional fue fugaz, de 1927 a 1936, lo que no impide que sea catalogado como "#nuestro más grande arquitecto racionalista,# y quizás, el más importante arquitecto vasco de toda nuestra historia". (Editorial Nueva Forma, 1969). A pesar de que su trayectoria profesional sea escasa, no se puede decir lo mismo de su producción durante dicho periodo. Tras finalizar la carrera se presenta a los concursos para la construcción del monumento a la Civilización (1927) o el Ateneo Mercantil de Valencia (1929). Sólo dos años después de terminar su carrera (1929-30) construirá la obra maestra del racionalismo español, el Club Náutico de San Sebastián. Tras esta gran obra construyó algunos edificios de viviendas en Fuenterrabía y diseñó varios cafés en Madrid (Madrid, Yacaré y Sácha). Continúa presentándose a numerosos concursos, obteniendo los primeros premios con proyectos que nunca se llegaron a realizar como el Museo de Arte Moderno en Madrid (1933), Grupo Escolar (1930) y viviendas Económicas en Bilbao, el Instituto de Segunda Enseñanza en Cartagena (1932), el Nuevo Hospital y el ensanche de Amara (1935) en San Sebastián y la Escuela de Ingenieros de Montes en Madrid (1935).Hombre muy vinculado a la vanguardia española de su tiempo, fue miembro del GATEPAC y socio fundador de la Sociedad de Artistas Ibéricos, junto a Victorio Macho, Vázquez Díaz, Oscar Esplá o Federico García Lorca. También en esa línea vanguardista encontramos su manifiesto, "Cuando habrá Arquitectura" publicado en 1930. Sin embargo, su militancia política le acarreó al principio muchos sinsabores, más tarde intransigencia e incomprensión, y finalmente le costó la vida. Ingresó en Falange Española y pertenecía a la Junta Nacional desde 1934 como delegado nacional de Prensa y Propaganda, cargo del que cesaría en marzo de 1936. Probablemente suyo sea el diseño de la cabecera del periódico "Arriba" por expreso encargo de José Antonio Primo de Rivera. Fue asesinado en las tapias del cementerio de San Sebastián, el 6 de septiembre de 1936.El crítico Santiago Amón escribe en 1969 estas líneas que recogen los principios del arquitecto: "Aizpúrua es uno de los arquitectos contemporáneos que ha plasmado con mayor lucidez un lenguaje verdaderamente arquitectónico, fundamentado necesariamente en el pensamiento y en la abstracción. Un edificio de Aizpúrua es, ciertamente, bello de ver y amable de habitar: la elegancia del trazo manifiesto. La simple contemplación de un diseño de Aizpúrua es verdadero espectáculo de unidad y de lucidez. Todo allí se torna claridad, armonía y coherencia. José Manuel Aizpúrua es el príncipe del racionalismo de la arquitectura española y la mengua de su universalidad sólo es imputable a su prematura y trágica desaparición.".
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Personaje
Político
La alianza entre Fenicia e Israel trajo consigo el matrimonio de Ajad, hijo de Omri, con Jezabel. Cuando Ajad ascendió al trono israelí sufrió un ataque dirigido por Ben Hadad de Damasco, al frente de una coalición de 32 reyes. Ajad se quedó bloqueado en Samaria pero actuó con habilidad; salió de forma repentina de la ciudad, sorprendiendo a sus adversarios que estaban comiendo en ese instante. El resultado fue la dispersión de la coalición. Al año siguiente Ben Hadad retomó la lucha, sufriendo una contundente derrota y hecho prisionero. Ajad le concedió la libertad, posiblemente porque consideró que con este gesto podría atraerse la amistad de Ben Hadad frente al nuevo peligro que amenazaba en el horizonte: Salmanasar III de Asiria.
lugar
Conjunto rupestre situado en el acantilado del río Vaghora, al noreste de Aurangabad, en el estado de Maharashtra (India). Consta de una treintena de cuevas excavadas en roca basáltica entre los años 150-50 a.C., cinco de ellas chaityas y veinticinco viharas. Las cuevas más antiguas son las centrales, entre la 8ª y la 15ª, patrocinadas por la dinastía shatavahana. Utilizadas como santuarios budistas, las cuevas alcanzan su esplendor entre los años 290-490 d.C., bajo el mecenazgo de los príncipes gupta y vakataka, quienes ordenan completar el conjunto con esculturas y pinturas. La ocupación del lugar continuó durante las tres décadas siguientes, comenzando después su decadencia y olvido. En 1819, John Smith, un soldado británico, las descubrió de manera casual y, una vez acabada su restauración en 1922, se convirtieron en un auténtico museo natural, que muestra magníficas pinturas.
contexto
Ajanta tuvo también un papel protagonista en el campo político y fue uno de los principales objetivos de la reivindicación nacionalista, pues sirvió para afianzar la confianza que el pueblo y los dirigentes indios tenían en su tradición cultural. Coincidiendo con la campaña de No Cooperación (Satyagraha) promulgada por Mahatma Gandhi (1920), los estudiantes de las escuelas de arte se negaron a copiar las obras occidentales, prefiriendo ejercitarse en las pinturas y esculturas de Ajanta, alegando que este gran ejemplo representa la más completa documentación orgánica sobre arte indio. En esta revolución cultural, a la que se entregaron múltiples personalidades de la cultura india, destacan las voces de Abanindranath Ta ore (hermano del famoso premio Nobel), pintor y director de la Escuela de Arte de Calcuta, y Ananda Coomaraswamy, el primer gran historiador del arte indio, cuyas obras, inspiradas en la tradición y los antiguos tratados estéticos, siguen estando vigentes y, felizmente, empiezan a traducirse a nuestro idioma. Cualquier texto actual, incluso occidental, sobre pintura mural asiática lo cita y hace continuas referencias a Ajanta, pues su impronta en el subsiguiente desarrollo del arte budista a lo largo de la Ruta de la Seda es hoy incuestionable; tal es el caso de los murales de Barniyan y Fondukistan (Afganistán), de Kyzil y Turfan (Turquestán ruso), Dunhuang (en el Gansu chino) y, más remotamente, de los templos de Horyuji en Nara (Japón). Esta influencia de Ajanta sobre la pintura mural de todo Extremo Oriente está también presente en el género profano, de dentro y fuera de India, como muy bien demuestran las pinturas de Sigiriya en Sri Lanka. Respecto a la historia y cronología de las cuevas hay que aclarar que este maravilloso museo natural se empezó a excavar en el siglo II a. C. y se terminó en el siglo VII d. C.; ambos momentos coinciden con el inicio y decadencia del fervor popular por el budismo. En el proceso ininterrumpido de la excavación y decoración de las cuevas (desde el centro del conjunto hacia los extremos) destacan dos grandes fases: la primera desde el siglo I a. C. hasta el siglo II d. C., bajo la protección de la dinastía Andhra Shatavahana (cuevas n.°5 8-9-10-12-13 y15), y la segunda desde los siglos III al VI d. C. controlada por la dinastía Gupta Vakataka (resto de las cuevas, entre las que se encuentran los más interesantes, n.°5 1-2-16-17-19 y 26). De las treinta cuevas, cinco son chaityas o templos (n.? 9-10-19-26 y 29) y veinticinco son viharas o lugares de reunión, enseñanza y habitación. Arquitectónica y escultóricamente se alcanza el esplendor en las chaityas 19 (hacia el año 475) y 26 (hacia el año 510), y desde el punto de vista pictórico (hay restos en 16 cuevas) son justamente famosos los murales de los viharas 1 y 2 (hacia el año 550) y 16 y 17 (hacia el año 510). La idónea ubicación de Ajanta (800 m de altura) en un lugar aislado y protegido de las invasiones pero, al mismo tiempo, bien comunicado por las rutas comerciales que permitían el acceso a los peregrinos y el depósito de las riquísimas donaciones de los comerciantes, facilitó progresivamente su fama hasta encumbrarlo como lugar sacro, centro cultural y ciudad de veraneo. Llegó a tener no sólo prestigio moral sino también político y económico pues, como otros centros monacales, constituyó una gran sociedad capitalista basada en el préstamo con interés a los particulares. Esta situación se prolongará hasta mediados del siglo VI d. C., en que comienza la decadencia del budismo y su éxodo y posterior asentamiento fuera de India. A partir de entonces Ajanta decae, aunque una pobre y escasa comunidad de monjes siga habitándolo, hasta que en el siglo VIII se abandona definitivamente para quedar en la tradición popular como una leyenda. Tras más de diez siglos de olvido Ajanta surge como de la nada. Antes de empezar a desgranar el apartado pictórico, conviene recordar que la pintura (como todo el arte religioso indio) también es anónima. Sabemos por las fuentes literarias que la pintura era una digna ocupación de la nobleza, aunque en realidad el gran trabajo estuviera en manos de agrupaciones de artesanos, cuyo oficio era hereditario, que en equipos itinerantes visitaban los monasterios y palacios. En cualquiera de los casos, vivían bajo la protección de sus anfitriones de los que recibían prestigio y regalos pero nunca salarios. En el género religioso, además, el artesano trabajaba bajo el control de los silpins (sacerdote-artista) que se encargaba de su preparación espiritual y de vigilar la correcta interpretación de los Silpa-Sastras. La técnica, perfectamente estudiada desde la restauración de Cecconi y Orsini, difiere del fresco occidental, pero tiene aspectos concomitantes con la técnica del seco y del temple: el muro rocoso se alisa con un grueso (2-4 cm) mortero a base de tierra ferruginosa y materia orgánica, consistente en estiércol, paja y cerdas de animales. A continuación, se aplica una capa adhesiva de resinas y ceras naturales sobre la que se dispone una fina superficie de yeso y cal tamizados, que será el auténtico soporte pictórico. El artista, entonces, grabará con un punzón las líneas preliminares de la composición, que queda semioculta por la capa de color monotonal que da un fondo material y espiritual a la escena. Después se pincelan los contornos de las figuras con negro humo o rojo cinabrio, y se rellenan las formas de color. Finalmente, se pulimentará toda la superficie con un colmillo de elefante, lo que produce un bruñido especial y consolida todas las capas. A veces se refuerza el dibujo de los contornos. Los pigmentos son minerales locales especialmente seleccionados por su resistencia a la humedad y a la cal, y abarcan una amplia gama de ocres (cinco rojos, múltiples sienas y cuatro amarillos) y verdes; el azul, escaso, se toma del lapislázuli; el blanco, siempre muy luminoso, se consigue del caolín o de concha triturada, y el negro, del carbón. Se diluyen en aglutinantes naturales como clara de huevo o goma vegetal, y deberán producir, según el Silpa-Sastra Vishnudharmottaram, un número ilimitado de colores mezclándolos con la imaginación y la emoción. Hay una constante expresión lineal, una soltura habilísima en lo gestual, en el dominio del trabajo del pincel, que compensa el nulo estudio de la luz y del sombreado. Además, aunque los colores son planos, la forma adquiere una gran plasticidad gracias á un sabio contraste de colores y a un sugerente rayado que alude al volumen, rayado muy leve como líneas de una hoja. Cuando se explica la composición pictórica de los murales de Ajanta, es necesario referirse a su escenografía, porque el mundo del teatro está inmerso en esta pintura que es un reflejo de la cultura Gupta.
acepcion
Expresión hebrea que se traduce como "El fin de los Días". Con ella se hacía referencia a la época del Mesías, o alude a la vida del hombre después de la muerte.
acepcion
Con este término, propio del culto judío, se alude a la última parte de la lectura de la Torá, que se realiza entre la última aliá regular y el maftir. De esta lectura se puede encargar tanto un cohén (sacerdote), como un levita (leví) o cualquier israelita.
obra
Las familias célticas que detentaban el poder y el control serían también las mismas que podrían adquirir, por compra o regalos de intercambio, mayor número de bienes de prestigio. La tumba 350 de La Osera (Chamartín de la Sierra, Ávila), es una de las tumbas célticas que más objetos de ajuar acumuló. Algunos de estos objetos son similares a otros hallados en una necrópolis ibérica del sureste de la Península. La representación de aves, partícipes del paso del espíritu a la otra vida o protectoras del difunto, aparece en las placas de plata repujada del ajuar funerario de la tumba 350 de La Osera.