Primera capital de la dinastía Chalukya, su historia se remonta a la primera mitad de siglo V, en tiempos del fundador Jayasimha. Centro de numerosos templos, uno de los más antiguos es el de Durga que data de 550. Es en Aihole donde se gesta la arquitectura Chaluka. Prueba de ello es el templo de Lad Khan (hacia el 450), que a pesar de su nombre de origen musulmán, está consagrado a Surya. Otro de los lugares de interés es el nagara Hucchapaya, que se asemeja a los primeros templos de Bhubaneswar.
Busqueda de contenidos
lugar
Ain Karen o Ein Karem (entre otras maneras en que se encuentra escrito) está situada al oeste de Jerusalén. Se trata de una tranquila ciudad en la que tradicionalmente se piensa que nació san Juan Bautista, habiéndose identificado la casa en la que vivió su familia. La población contiene un buen número de iglesias, que conmemoran la visitación de la Virgen a Isabel y el nacimiento de san Juan. Ain Karen es un tradicional lugar de peregrinaje para la comunidad cristiana, que acostumbra a seguir la ruta de la Virgen María, entre esta ciudad y Belén. Su monumento más importantes la Iglesia de la Visitación de la Virgen.
lugar
<p>Ain Hanech es un yacimiento paleoantropológico situado a unos cien kilómetros del litoral de Argelia, en el altiplano de su región oriental. Es una cuenca sedimentaria que contiene los indicios arqueológicos más antiguos de la presencia de habitantes en el norte de África. <br> </p>
acepcion
Antiguos habitantes del archipiélago japonés, descendientes del tronco caucásico del NE. de Asia. Su llegada a Japón se remonta al periodo en que se formó la masa continental. Con el tiempo fueron desplazados hacia el N. por los malayos de Insulindia. De este modo, comenzaron a ocupar las islas de Hokkaido, Kuriles y Sajalín. Su actividad económica se centraba en la pesca y la caza, además de la recolección. De este pueblo hoy, tan sólo, se contabilizan 15.000 habitantes. Su lengua se caracteriza por no pertenecer a ningún grupo, aunque muestra similitudes con el japonés.
museo
Buena parte de las esculturas creadas por los artistas han sido planteadas para estar al aire libre, decorando los paseos y las calles de las diversas ciudades del mundo, exaltando a las personas que han sido representadas con los más atractivos materiales. De esta manera, las estatuas pueden ser contempladas de manera libre por los espectadores y conforman así, uno de los "museos" más grandes del mundo.
contexto
Entre los meses de enero y marzo de 1415 se había negociado una entrevista entre Segismundo, Fernando de Antequera y Benedicto XIII, finalmente fijada para finales de junio en las proximidades de Niza; para ello fue preciso superar la inesperada dificultad planteada por la fuga de Juan XXIII y por el debate sobre el tiranicidio, con las complejas repercusiones que tal cuestión tenía sobre la política francesa y la conducta del duque de Borgoña. Ya en viaje, Segismundo hubo de dirigirse hacia Perpiñán a ruegos de Fernando, cuya grave enfermedad le impedía un desplazamiento mayor. Las entrevistas comenzaron a mediados de septiembre, en medio de un complejo panorama internacional; las propuestas de Benedicto XIII, irreprochables jurídica y teológicamente, fueron rechazadas: se alaba muy certeramente el peligro que encerraba el conciliarismo, pero nadie quería aceptar que, en último caso, siendo él el único cardenal anterior a 1378, por tanto de legitimidad indiscutible para cualquier obediencia, le correspondiese elegir un nuevo Papa, a pesar de que aseguró no elegirse a sí mismo. A pesar de lo mucho que Fernando debía a Benedicto XIII, el monarca hubo de ir distanciándose del anciano Pontífice; cautelosamente, Castilla, Aragón, Navarra y el condado de Foix fueron cediendo hasta acordar retirar obediencia a su Pontífice tras un triple requerimiento para que abdicase. El 14 de noviembre, Benedicto XIII hizo pública su decisión de no abdicar jamás: un mes después, los Reinos mencionados se comprometían a hacer efectiva la sustracción de obediencia y a incorporarse al concilio. Todo ello por el bien de la Iglesia; nunca se dudó de la legitimidad de Benedicto XIII. Aragón retiró obediencia el día 6 de enero de 1416, pero amplios sectores del clero apoyaban al Papa refugiado en Peñíscola; el panorama en Castilla, plagado de benedictistas, era todavía menos claro. La muerte de Fernando vino a complicar todavía más la cuestión. Portugal envió sus representantes a Constanza en el mes de junio de este año; Navarra sustrajo obediencia el 10 de julio y, tres semanas después, el condado de Foix, aunque sus respectivos representantes tardaran varios meses en incorporarse al concilio. La incorporación de Castilla habría de exigir todavía complejas negociaciones. Durante estos meses el Concilio había abordado las posibles medidas de reforma, poniéndose de relieve las diferencias existentes en su seno. Sectores extremistas deseaban una modificación tal de los ingresos de la Curia que, con el argumento de devolver a la Iglesia su primitiva pobreza, quebrantaba el poder económico del Pontificado, reducido al papel que le reservaban los conciliaristas en una Iglesia más horizontal; otros sectores deseaban una reforma, pero rechazaban tan revolucionarios postulados. La esencial diferencia en la concepción de la reforma se complicaba todavía más en los medios para la ejecución de la misma; era casi imposible avanzar. Para entender la atonía del concilio hemos de añadir a esos problemas los enfrentamientos entre las naciones y en el seno de cada una de ellas: entre franceses e ingleses -recordemos que la batalla de Azincourt tiene lugar el 25 de octubre de 1415-; en el seno de la nación francesa, por la hostilidad entre borgoñones y armagnacs; en la nación inglesa donde convivían obligadamente ingleses, escoceses y galeses; en la nación alemana, donde tenían lugar frecuentes tensiones entre los polacos y los representantes de la Orden Teutónica. Fricciones entre Segismundo y los italianos, entre los conciliares laicos y eclesiásticos, y entre los cardenales y el resto de conciliares. Lograr la incorporación de la nación española se convirtió en el gran objetivo; todos pensaban obtener un refuerzo de sus posturas con las nuevas incorporaciones. Sólo en octubre de 1416 se incorporaron los representantes aragoneses, casi al tiempo que Castilla nombraba a los suyos; en diciembre se incorporaban los navarros y los de Foix, mientras los embajadores castellanos instaban en Peñíscola al Papa para que se hiciese representar en Constanza. A finales de noviembre, el concilio ponía en marcha, con la citación del Pontífice, el proceso que iba a conducir a su deposición en la sesión 37, de 26 de julio de 1417. Entonces, ya se habían incorporado al concilio los castellanos a pesar de lo cual, y de haber sustraído obediencia, no asistieron a la lectura publica del documento de deposición, lo que demuestra lo inestable de la situación. La cuestión esencial para el concilio no era ésta, con ser importante, sino la realización de la reforma y, en especial, si ésta tenía lugar, o no, antes de la elección de Papa. Elección o reforma, esa era la cuestión; la preferencia por una u otra ocultaba antagónicas concepciones de la Iglesia. Los partidarios de la reforma previa concebían la Iglesia como una suma de naciones, reunidas periódicamente en concilios, presidida por el Papa, y en la que las decisiones se tomarían mediante votaciones; la elección previa a la reforma era reclamada por quienes concebían el Pontificado como la suprema autoridad de una Iglesia jerárquica, entre ellos todos los cardenales. Las naciones alemana e inglesa sostenían la demanda de una previa reforma; Italia y Francia, esta última más por oposición a Inglaterra que por defensa de la posición jerárquica, defendían la postura opuesta. De los Reinos de la nación española, Portugal y Aragón se alineaban con los primeros; Navarra deseaba una elección previa. Castilla se convertía en el fiel de la balanza en el seno de la nación española y, en consecuencia, en el concilio. A finales de marzo de 1417 llegó a Constanza la delegación castellana; reclamados por ambos grupos, los castellanos exigieron garantías respecto al procedimiento de elección del nuevo Papa y, sobre todo, al modo en que se iba a proceder contra Benedicto XIII en el proceso que se le seguía, y que se hallaba casi concluido. Estaba claro que Castilla no suscribiría una reforma hecha sin el Papa, porque este Reino hacia tiempo que venia abordando una reforma de su Iglesia, y en ella había tenido sustancial importancia, precisamente, Benedicto XIII. La delegación castellana condicionó su incorporación al concilio a la aceptación de una elección pontificia anterior a la reforma, y de un procedimiento que, excepcionalmente, atribuía aquella a un cuerpo electoral integrado por un número de representantes de las naciones igual al de cardenales. Era imposible pensar que sólo estos podrían, en esta ocasión, designar al indubitado Papa. Las naciones francesa e italiana aceptaron la propuesta castellana, a cambio de una inmediata incorporación; Inglaterra y Alemania la rechazaron. La nación española debía deshacer el empate; en su seno, Castilla contaba con el apoyo de Navarra, frente a Portugal y Aragón. En una oscura lucha diplomática, los cardenales lograron captar el voto aragonés para la propuesta castellana, lo que significaba la mayoría en la nación española y, en consecuencia, también en el concilio. El 15 de junio de 1417 se incorpora al concilio la delegación castellana; tres día después hicieron pública la sustracción de obediencia de su Reino: es el impulso final al proceso contra Benedicto XIII que concluye a finales de julio.
contexto
Tras la rendición de Francia propuso Hitler la operación León Marino, que nunca pasó de un mero nombre y la acumulación de algunos miserables medios navales para atravesar el Canal de la Mancha. La inmensa superioridad de la Royal Navy sobre los restos de la flota de Hitler impidió cualquier plan serio de atravesar el Canal. La única posibilidad alemana radicaba en conseguir la superioridad aérea y dominar el mar con sus aviones. Como ya se sabe, la RAF, nunca perdió el control de su espacio aéreo y las fuertes pérdidas de la Luftwaffe impidieron que Berlín pudiera seguir planeando la invasión de las islas. Y puesto que no podía tomarlas, pensó rendirlas por hombre y agotamiento. Comenzó así, en el segundo semestre de 1940, la guerra por las comunicaciones, la guerra por los suministros. En el primer semestre del año, la guerra submarina alemana no inquietó gran cosa a los anglo-franceses. En seis meses hundieron los U-boote de Doenitz 343.610 toneladas brutas de buques, al precio de perder 7 submarinos. Un tonelaje inferior a la producción de buques de los países perjudicados. Mayor angustia produjeron las minas magnéticas recién estrenadas por Alemania, pero tras lograr más éxitos que los submarinos, los británicos lograron hallar su secreto y los buques fueron desmagnetizados. Mayor fortuna tuvieron los buques alemanes en el segundo semestre de 1940, en que lograron sembrar la inquietud en el almirantazgo británico. Pese a que Doenitz no logró tener nunca más de 10-15 submarinos en el mar durante el segundo semestre de 1940, los éxitos de sus tiburones fueron elevados: 285 buques hundidos con un registro bruto de 1.470.386 toneladas. Varios factores contribuyeron a este éxito destructivo: la nueva posición estratégica alemana; dominio de toda la costa atlántica del continente, exceptuando España -donde también hubieran sido acogidos- y Portugal; perfeccionamiento de sus torpedos, muy fallones en los primeros meses de la guerra; mejora de la táctica de ataque a los convoyes: reunión de varios submarinos en torno a un grupo de buques mercantes; persecución en inmersión durante el día y ataque nocturno en superficie... Todos los tratadistas de la batalla del Atlántico se preguntan en este punto ¿qué hubiera ocurrido si Doenitz, en vez de contar con unos 50 submarinos operativos en ese segundo semestre, hubiera tenido los 250-300 que fueron previstos a mediados de 1939? y, también, ¿qué hubiera sucedido si la aviación, acaparada por Goering y manejada a su antojo, hubiese contribuido a la lucha en el mar tal como deseaba Raeder? Los alemanes emplearon sus bombarderos Stuka en la guerra contra el tráfico en el Canal de la Mancha y prácticamente terminaron con él. Para acciones más lejanas usaron su cuatrimotor Focke Wulf FW-200 Kondor, bombardero de gran radio de acción que, avisado por submarinos de la presencia de convoyes, acudía para bombardearlos o que en sus largos vuelos de retorno, si veía buques británicos avisaba a los submarinos que lograron muchas presas por este sistema. Tal colaboración, sin embargo, nunca fue intensa: dos vuelos diarios de Kondor cuando el tiempo lo permitía, en vez de los doce que pedía la Marina. También los buques de superfice participaron en esta tremenda guerra de desgaste. Los barcos de guerra que quedaron indemnes tras la batalla de Noruega y los que, averiados o dañados en ella, fueron reparados, comenzaron importantes batidas que, en general, fueron afortunadas entre 1940-41: hicieron muchas presas y bajas a Gran Bretaña y se escabulleron del acoso de la flota británica. Pero aún son más dignos de mención los buques mercantes armados y enmascarados que se dedicaron a una terrible y eficaz guerra contra el tráfico del Reino Unido. Especial recuerdo dejaron el Atlántis (capitán Rooge), Orion (Weyher), Thor (Kähler)... nueve de estos buques piratas hundieron 134 mercantes británicos entre la primavera de 1940 y la de 1941, con un total de 736.000 toneladas al precio de dos buques perdidos.
obra
En 1893 Gauguin siente deseos de regresar a París para comprobar el grado de aceptación de su pintura y realizar una exposición antológica. En estos momentos mantiene una estrecha relación con Annah, la joven que vemos aquí representada. Era su vecina, hija de William Molard, y acompañará al pintor en su viaje a Europa. Tras el fracaso de la exposición, Gauguin se retiró a Bretaña dejando en su estudio de París a Annah. La javanesa le robó sus pertenencias y se fugó, dejando al artista totalmente sorprendido y hundido. En este retrato la encontramos desnuda, sentada en un elegante sillón azul, apoyando sus pies en un escabel. La figura es plana, creando la sensación de levantarse, provocando un juego de volumetrías con la planitud de Annah y el volumen del sillón. El fondo es neutro, en colores cálidos, apreciándose los restos de un bodegón en la pared y una cenefa oriental en la parte baja. Un pequeño mono acompaña a la joven, destacando su colorido rojo junto a una intensa mancha amarilla de gran planitud. Los contornos de la muchacha están delimitados con una línea más oscura, siguiendo la técnica del "cloisonné" aprendida en Bretaña. En el título se alude a la virginidad de la joven, mostrándola desnuda para incrementar su pureza o para provocar al espectador, en una ambigüedad muy característica de Gauguin. El arbitrario y estridente colorido empleado surge de la imaginación del pintor para resaltar el exótico desnudo de esta joven.
lugar
<p>Fundada en el año 122 a.C. por los romanos, originalmente conocida como Aquae Sextiae (aguas del Sextius), la ciudad surgió para asegurar la protección del comercio entre Roma y Marsella. Experimentó un rápido crecimiento y se erigió como un destacado símbolo de la cultura romana en la región de la Galia. La evidencia de su importancia perdura en la presencia de un teatro y murallas históricas. En 1189, los Condes de Provenza optaron por establecerse en la ciudad, designándola como su nueva residencia, lo que le valió el título de "Capital de Provenza" y catalizó su expansión. El traslado del rey René en el siglo XV marcó el punto culminante de la ciudad, que ha mantenido el honorífico título de "ciudad del rey René" a lo largo del tiempo. La figura histórica de René sigue siendo ampliamente reconocida y celebrada en la actualidad en Aix en Provence. En la actualidad, la ciudad se destaca como uno de los pueblos más hermosos de Provenza.</p>