Capítulo décimo De otros oficiales, como son sastres y texedores El sastre sabe cortar, proporcionar y coser bien la. ropa. El buen sastre es buen oficial, entendido, hábil y fiel en su oficio, el cual sabe muy bien coser, juntar los pedaços, repulgar y echar ribetes, y hazer vestidos conforme a la proporción del cuerpo, y echar alamares y caireles; al fin, haze todo su poder por dar contento a los dueños de las ropas. El mal sastre usa engaño y fraude en el oficio; hurta lo que puede, y lo que sobra del pafio todo lo toma para sí; y cose mal y da. puntadas largas; y pide más de lo que es justo por el trabajo. Ni sabe hazer cortesía, sino que es muy tirano. El hilador de torno o de huso en su oficio suele usar del torno y el huso, y sabe destexer lo viejo. El buen hilador, lo que hila va parejo y delgado y bien torcido, y ansí hilado, lo compone en maçorca y lo devana, haziendo ovillos y haziendo madejuelas; y al fin, en su oficio es perseverante y diligente. El mal hilador, por el contrario, lo que hila es tosco y grueso, ni va parejo, ni bien torcido, ni va igual, sino atramojado, floxo; nada curioso en su oficio, sino descuidado, pesado y desmaçalado. El texedor o la texedora urde y pone en el telar la ordiambre, y moeve las primideras con los pies; y juega de la lançadera y pone la tela en los lizos. La buena texedora suele apretar y golpear lo que texe, y aderecar lo mal texido con espina o con alfiler, y tupir muy bien o hazer ralo lo que va tupido. Sabe también poner en el telar la tela y estirarla con la medida, que es una caña que estira la tela para texerla igual; sabe hazer también la trama de la dicha tela. El mal texedor es pereçoso, descuidado, mal oficial, y daña cuanto texe, y lo que texe va ralo.
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Capítulo décimo De otras cosas provechosas que se crían en la tierra, como esmeril, margaxita El esmeril házese en las provincias de Anáuac y Tototépec. Son unas pedrezuelas pequeñuelas, unas coloradas, otras açules, otras pardas. Traídas acá a estas partes, cómpranlas los lapidarios y muélenlas, y la arena que de ellas sale es el esmeril con que labren y pulen las piedras preciosas. Temetztlalli. La escoria que sale de los metales cuando se pulen o se labran, y también la vena o piedra de donde se sacan estos metales. Temetztlalli. Una manera de margaxita que sale del metal cuando se laba, después de molido. Apetztli. Una manera de margaxita negra que se haze en muchas partes, que se usan en lugar de salvados para enjugar las escrituras. Tezcatlalli . Es el arena que sale de los espejos cuando se pulen o se labran, que es como margaxita. Tecpaxalli . Esta manera de esmeril de pedernales molidos son unos pedernales o piedras recias que se hazen hazia Uastépec, en los arroyos. Traídas por acá, moélenlas, y con aquéllas desbastan las piedras preciosas, para después purificarlas con el otro esmeril arriba dichas.
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Capítulo dezinueve De las cerimonias que hazían los que quedavan por el que iva, si vivía, y otras cuando oían que era muerto Haviéndose partido el mercader que se havía despedido de sus parientes y de su casa, o padre o madre o muger o los hijos, todo aquel tiempo que estava ausente no lavavan la cabeça ni la cara sino de ochenta a ochenta días. En esto davan a entender que hazían penitencia por su hijo o por su marido o por su padre que estava ausente; bien se lavavan el cuerpo en este tiempo, pero no la cabeça hasta la venida de aquel que esperavan. Y si por ventura muría alla, primero lo sabían los mercaderes viejos, y ellos lo ivan a dezir a la casa del muerto, para que le llorassen y para que le hiziessen sus obsequias y honras como ellos acostumbravan. Y entonces ivan todos los parientes del muerto a visitar y a consolar a la muger o padre o madre del muerto. Y después de cuatro días, hechas las obsequias, lavavan la cara y xabonavan la cabeça; dezían que quitaría la tristeza. Y si por ventura aquel mercader le havían muerto sus enemigos, en sabiéndolo los de su casa hazían su estatua de teas atadas unas con otras y adereçávanla con los atavíos del muerto, con que le havían de adereçar a él si muriera en su casa, que eran diversas maneras de papeles con que acostumbravan a adereçar a los muertos, y ofrecíanle delante otros papeles, y llevavan la estatua, así compuesta, al calpulco -era la iglesia de aquel barrio- y allí estava un día. Y delante de la estatua lloravan al muerto, y a la medianoche llevavan la estatua al patio del cu, y allí la quemavan en un lugar del patio que llamavan Cuauhxicalco o Tzompantitlan. Y si el tal mercader murta de su enfermedad, hazíanle la estatua como ya está dicho, pero su estatua quemávanla en el patio de su casa a la puesta del sol. También dezían que era éste próspero signo para partirse para la guerra los soldados. Dezían que los que nacían en este signo tendrían buena fortuna y serían ricos, si hiziessen penitencia por reverencia de su signo; y si fuessen descuidados en hazer penitencia, perderían la ventura que havían de haver. Y el que nacía en este signo no le baptizavan luego sino al tercero día, que era la casa de ei máçatl, y entonces le ponían el nombre; porque, cómo está dicho, que todas las terceras casas de todos los signos son bien afortunadas. La segunda casa de este signo se llama ume miquiztli. Dezían que era casa mal afortunada. La tercera casa se llamava ei máçatl, y era casa bien afortunada, por la causa arriba dicha. La cuarta casa de este signo se llamava naui tochtli; era casa mal afortunada, porque dezían que todas las cuartas casas de todos los signos eran mal afortunadas. La quinta casa de este signo se llamava macuilli atl, y era mal afortunada, porque dezían que todas las quintas casas de todos los signos eran mal afortunadas. Y ansí que los que nacían en la cuarta y quinta casas eran mal acondicionados. Pero dezían que los que nacían en la quinta casa, si tenían cuidado de criarlos bien, venían a ser bien acondicionados y prósperos, y dezían que esto les venía por haverse llegado a los consejos de los viejos.
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Capítulo dezinueve Que en acabando el padre de exhortar a la hija, luego delante de él toma la madre la mano, y con muy amorosas palabras la dize que tenga en mucho lo que su padre la ha dicho y lo guarde en su coraçón como cosa muy preciosa. Y luego comiença ella a disciplinalla de los atavíos que ha de usar y de cómo ha de hablar y mirar y andar, y que no cure de saber vidas agenas, y el mal que de otros oyere nunca lo diga. Más aprovecharían estas dos pláticas dichas en el púlpito por el lenguaje y estilo que están, mutatis mutandis, que muchos sermones a los moços y moças Hija mía muy amada, muy querida palomita, ya has oído y notado las palabras de tu señor padre. Has oído las palabras preciosas y que raramente se dizen ni se oyen, las cuales han procedido de las entrañas y coraçón en que estavan atesoradas. Y tu muy amado padre bien sabe que eres su hija, engendrada de él; eres su sangre y su carne. Y sabe dios nuestro señor que es assí, aunque eres muger, imagen de tu padre. ¿Qué más te puedo dezir, hija mía, de lo que está dicho? ¿Qué más puedes oír de lo que has oído de tu señor y padre? El cual te ha dicho copiosamente lo que te cumple hazer y guardar. Ni ninguna cosa ha quedado de lo que te cumple que no la haya tocado. Pero por hazer lo que estoy obligada para contigo, quiérote dezir algunas palabras. Lo primero es que te encargo mucho que guardes y que no olvides lo que tu señor padre ya dixo, porque son todas cosas muy preciosas. Porque las personas de manera como él raramente publican tales cosas, y que son palabras de señores y principales y sabios, preciosas como piedras preciosas muy bien labradas. Mira que las tomes y las guardes en tu coraçón y las escribas en tus entrañas. Si dios te diere vida, con aquellas mismas palabras has de doctrinar a tus hijos y hijas, si dios te los diere. Lo segundo es que mires que te amo mucho, que eres mi querida hija. Acuérdate que te truxe en mi vientre nueve meses, y desque nacieste criástete en mis braços; yo te ponía en la cuna y de allí en mi regalo, y con mi leche te crié. Esto te digo porque sepas que yo y tu padre somos los que te engendramos, madre y padre, y agora te hablamos doctrinándote. Mira que tomes nuestras palabras y las guardes en tu pecho. Mira que tus vestidos sean honestos y como conviene; mira que no te atavíes con cosas curiosas y muy labradas, porque esto significa fantassaría y poco seso y locura. Tampoco es menester que tus atavíos sean muy viles o suzios o rotos, como son los de la gente baxa, porque estos atavíos son señal de gente vil y de quien se haze burla. Tus vestidos sean honestos y limpios, de manera que ni parezcas fantástica ni vil. Y cuando hablares, no te apresurarás en el hablar, no con desasosiego sino poco a poco y asosegadamente. Cuando hablares, no algaras la boz ni hablarás muy baxo sino con mediano sonido. No aldelgazarás mucho tu voz cuando hablares o cuando saludares, ni hablarás por las narizes, sino que tus palabras sean honestas y de buen sonido, y la voz mediana; no seas curiosa en tus palabras. Mira, hija mía, que en el andar has de ser honesta; no andes con apresuramiento ni con demasiado espacio, porque es señal de pompa andar despacio, y el andar deprisa tiene resabio de desasosiego y poco asiento. Andando llevarás un medio, que ni andes muy deprisa ni muy despacio, y cuando fuere necessario andar deprisa, hazerlo has assí; por esso tienes discreción. Para cuando fuere menester saltar algún arroyo, saltarás honestamente de manera que ni parezcas pesada y torpe, ni liviana. Cuando fueres por la calle o por el camino no lleves inclinada mucho la cabeça o encorvado el cuerpo, ni tampoco vayas muy levantada la cabeça y muy erguida, porque es señal de mala criança. Irás derecha y la cabeça poco inclinada. No lleves la boca cubierta o la cara con vergüença; no vayas mirando a manera de cegajosa; no hagas con los pies meneos de fantasía por el camino; anda con assiego y con honestidad por la calle. Lo otro que deves notar, hija mía, es que cuando fueres por la calle, no vayas mirando acá ni acullá, ni bolviendo la cabeça a mirar a una parte y a otra; ni irás mirando al cielo, ni tampoco irás mirando a la tierra. A los que topares, no los mires con ojos de persona enojada, ni hagas semblante de persona enojada. Mira a todos con cara serena. Haziendo esto no darás a nadie ocasión de enojarse contra ti. Muestra tu cara y tu disposición como conviene y de la manera que conviene, de manera que ni lleves el semblante como enojada ni tampoco como risueña. Mira también, hija, que no te des nada por las palabras que oyeres yendo por el camino, ni hagas cuenta de ellas, digan lo que dixeren los que van o vienen. No cures de responder ni cures de hablar, mas haze como que no lo oyes ni lo entiendes, porque haziendo de esta manera nadie podrá dezir con verdad: "dixiste tal o tal cosa". Mira también, hija, que nunca te acontezca afeitar la cara o poner colores en ella, o en la boca, por parecer bien, porque esto es señal de mugeres mundanas, carnales. Los afeites y colores son cosas que las malas mugeres y carnales lo usan, y las desvergunçadas que ya han perdido la vergüença y aun el seso, y andan como locas y borrachas; éstas se llaman rameras. Y para que tu marido no te aborrezca, atavíate, lávate y lava tus ropas, y esto sea con regla y con discreción, porque si cada día te lavas y lavas tus ropas, decirse ha de ti que eres limpia y que eres demasiado regalada; llamarte han tapepetzton, tinemáxoch. Hija mía, éste es el camino que has de llevar, porque de esta manera nos criaron tus señoras antepasadas de donde vienes. Las señoras nobles, ancianas y canas y abuelas, etc., no nos dixeron tantas cosas como yo te he dicho; no nos dezían sino algunas pocas palabras. Dezían de esta manera: "Oíd hijas nuestras, en este mundo es menester vivir con mucho aviso y recato. Oye esta cumparación que agora diré, y guárdala, y de ella toma exemplo y dechado para vivir. Acá en este mundo vamos por un camino muy angosto y muy alto y muy peligroso, que es como una loma muy alta y que por lo alto de ella va un camino muy angosto, y a la una mano y a la otra está gran profundidad, hondura sin suelo, y si te desviares del camino hazia la una mano o hazia la otra, cayerás en aquel profundo; por tanto conviene con mucho tiento seguir el camino". Hija mía muy tiernamente amada, palomita mía, guarda este exemplo en tu coraçón, y mira que no te olvides que éste te será como candela y como lumbre todo el tiempo que vivieres en este mundo. Sólo una cosa, hija mía, me resta por dezirte para acabar mi plática. Si dios te diere vida, si vivieres algunos años sobre la tierra, mira hija mía muy amada, palomita mía, que no des tu cuerpo a alguno; mira que te guardes mucho que nadie llegue a ti, que nadie tome tu cuerpo. Si perdieres tu virginidad, y después de esto te demandare por muger alguno y te casares con él, nunca se havrá bien contigo ni te tendrá verdadero amor, siempre se acordará de que no te halló virgen, y esto te será causa de gran aflicción y trabajo. Nunca estarás en paz; siempre estará tu marido sospechoso de ti. ¡Oh, hija mía muy amada, mi palomita! Si vivieres sobre la tierra, mira que ninguna manera te conozca más que un varón. Y esto que agora te quiero dezir, guárdalo como mandamiento estrecho. Cuando fuere dios servido de que tomes marido, estando ya en su poder, mira que no te altivezcas; mira que no te ensubervezcas; mira que no le menosprecies; mira que no des licencia a tu coraçón para que se incline a otra parte; mira que no te atrevas a tu marido; mira que en ningún tiempo ni en ningún lugar le hagas traición, que se llama adulterio; mira que no des tu cuerpo a otro, porque esto, hija mía, muy querida y muy amada, es una caída en una sima sin suelo, que no tiene remedio ni jamás se puede sanar, según el estilo del mundo. Si fuere sabido y si fueres vista en este delicto, matarte han, echarte han en una calle para exemplo de toda la gente donde serás por justicia machucada la cabeça y arrastrada. De éstas se dize un refrán: "Provarás la piedra y serás arrastrada, y tomarán exemplo de tu muerte". De aquí sucederá infamia y deshonra a nuestros antepasados, señores y senadores, de donde venimos, de donde naciste, y ensuziarás su ilustre fama y su gloria con la suziedad y polvo de tu pecado. Assimismo perderás tu fama y tu nobleça y tu generosidad; tu nombre será olvidado y aborrescido. De ti se dirá el refrán que fueste enterrada en el polvo de tus pecados. Y mira bien, hija mía, que aunque nadie te vea, ni tu marido sepa de lo que passa, vete dios, que está en todo lugar. Enojarse ha contra ti, y despertará la indignación del pueblo contra ti, y se vengará como él quisiere, o te tullirás por su mandado, o cegarás, o se te podrirá el cuerpo, o vendrás a la última pobreza, porque te atreviste y te arrojaste contra tu marido. O por ventura te dará la muerte y te pondrá debaxo de sus pies, embiándote al infierno. Nuestro señor misericordioso es; pero si hizieres traición a tu marido, aunque no se sepa, aunque no se publique, dios que está en todo lugar, él hará en vengança de tu pecado que nunca tengas contento ni reposo ni tengas vida asosegada, y él provocará a tu marido que siempre esté enojado contra ti y siempre te hable con enojo. Mira, hija mía, muy amada, a quien amo tiernamente, mira que vivas en el mundo con paz y con reposo, con contento, essos días que bivieres; mira que no te infames; mira que no amanzilles tu honra; mira que no ensuzies la honra y fama de nuestros señores antepasados de los cuales vienes; mira que a mí y a tu padre nos honres y nos des fama con tu buena vida. Hágate dios muy bienaventurada, hija mía primogénita, y llégate a dios, el cual está en todo lugar.
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Capítulo dezinueve De la fiesta que los oficiales de la pluma hazían a sus dioses Hazían fiesta a estos dioses dos vezes cada año: una vez en el mes que se llama panquetzaliztli, y otra vez en el mes que se llama tlaxuchimaco. En el mes de panquetzaliztli matavan a la imagen de Cóyotl Indoal. Si en está fiesta no se ofrecía quién matasse algunos esclavos, que se llamavan tlaaltiltin, estos amantecas se juntavan todos y compravan un esclavo para matar a honra de este dios. Comprávanle con mantas que se llamavan cuachtli, que eran allegadas como de tributo. Empero, si alguno de estos amantecas hazía fiesta por sí y matava algunos esclavos, de éstos matavan uno a honra de este dios Cóyotl Indoal. Componianle a éste con todos atavíos de aquel dios, como arriba se dixeron. Y si era alguna persona de caudal este que hazía fiesta, matava dos o tres o mis esclavos que se llamavan tlaltiltin a honra de aquellos dioses. Y si no era persona de caudal, matava uno a honra de aquel dios que se llama Cóyotl Indoal. Cuando se hazía la fiesta, todos los viejos amantecas se juntavan en el barrio de Amantlan; allí cantavan y hazían velar a todos los que havían de morir a honra de aquellos dioses. Y tenían costumbre para quitar el miedo a los que havían de morir: para que no temiessen la muerte, dávanles a bever un brebaje que llaman itzpactli. Este brebaje desatinava o emborrachava, para que cuando les cortassen los pechos estuviessen sin sentido. Havía algunos de estos esclavos alocados que ellos mismos, corriendo, se subían a lo alto del cu, deseando que los matassen de presto, deseando de acabar presto la vida. La segunda vez cuando hazían fiesta a estos dioses, que se llamava tlaxuchimaco, no matavan a ningún esclavo. Hazían entonces la fiesta a honra de las dos diosas, que la una se llamava Xiuhtlatli y la otra Xilo; también está honra la endereçavan a honra de los otros cinco dioses. En está fiesta todas las mugeres amantecas se juntavan en el barrio de Amantlan, y todas se componian de los afeites y atavios de estás dos diosas, como arriba se dixo; pero los hombres solamente se emplumavan las piernas con pluma colorada. Y entonce ofrecían sus hijos e hijas estos amantecas a estos dioses y diosas. Si era varón el que se ofrecia, prometían de meterle en el calmécac para que allí se criasse; y después cuando venían años de discreciónn, enseñávanle para que deprendiesse el oficio de tultecáyotl con la ayuda de aquellos dioses. Y si era muger la que se ofrecía, demandavan a aquellos dioses que le ayudasse para que fuesse gran labrandera y buena tinturera de tochómitl en todas las colores, assi para pluma como para tochómitl. El barrio de los amantecas y el barrio de los puchtecas estavan juntos. Y también los dioses de los amantecas y de los puchtecas estavan pareados. El uno se llamava Yiacatecutli, que es el dios de los mercaderes; y el otro se llamava Cóyolt Indoal, que es el dios de los amantecas. Por está causa los mercaderes y los oficiales de la pluma honrávanse los unos a los otros. Y cuando se sentavan en los combites, de una parte se sentavan los mercaderes, de la otra parte los oficiales de la pluma. Eran casi iguales en las haziendas y en las hazer de las fiestas o banquetes, porque los mercaderes traian de lexas tierras las plumas ricas, y los amantecas las labravan y componían, y hazían armas y divisas y rodelas de ellas, de que usavan los señores y principales, que eran de muchas maneras y de muchos nombres, como en la letra está explicado. Y antes que tuviessen noticia de las plumas ricas de que se hazen las divisas y armas arriba dichas, estos tultecas labravan plumajes para bailar, de plumas blancas y negras, de gallinas y de garçotas y de ánades. No sabían entonce aún los primores de este oficio que agora se usan; toscamente componían la pluma y la cortavan con navajas de itztli, enzima de tablas de auéuetl. Las plumas ricas parecieron en tiempo del señor que se llamava Auítzotl, y truxerónlas los mercaderes que llamavan tecunenenque, cuando conquistaron a las provincias de Anáoac. Entonce començaron los amantecas a labrar cosas primas y delicadas.
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Capítulo deziocho De otro razonamiento que los mesmos hazían a los que ya otras vezes havían ido lexos a mercadear También los mercaderes viejos hazían algunas exhortaciones a los mancebos que ivan a mercadear, que tenían ya experiencia de los caminos y trabajos. Con brevedad les hablavan de las cosas que se siguen. Dezíanles: "Mancebo que aquí estáis presente, no sois niño. Ya tenéis experiencia de los caminos y de los trabajos de caminar, y de los peligros que hay en este oficio de andar de pueblo en pueblo mercadeando, y ya havéis andado los caminos, y ya havéis andado por los pueblos donde agora queréis ir otra vez. No sabemos lo que sucederá; no sabemos si os veremos más, ni sabéis si nos veréis más. Por ventura allá se os acabará la vida en alguno de esos pueblos y de esos caminos. Acordaros heis, cualquiera cosa que os acontezca, de los avisos y lágrimas de nosotros vuestros padres que os amamos como a hijo. Deseamos merecer de gozar de vuestra buelta y de veros acá con salud y prosperidad. Agora, hijo, esforçaos y id en hora buena en vuestro camino. Bien sabemos que no os han de faltar trabajos, que el camino de suyo es trabajoso y fatigoso. Tened cuidado de los que van con vos; no los dexéis, ni desamparéis, ni os apartéis de su compañía; teneldos y trataldos como a hermanos menores; avisaldos en lo que han de hazer cuando llegardes a los descansaderos para que cojan heno y hagan asentaderos para que se asienten los más viejos. Ya hemos avisado a esos vuestros compañeros que no han ido otra vez a mercadear y andar esos caminos a que ahora vais, etc. Y por eso, no es menester alargarnos en palabras; esto, hijo mío, os hemos dicho con brevedad. Idos en paz a hazer vuestro oficio y esforçaos". En haviendo acabado de hablar los viejos, el mancebo respondía brevemente, diziendo: "En merced tengo señores la consolación que se me ha dado sin ser yo digno de ella. Havéis hecho como padres y madres, y como si fuera salido de vuestras entrañas; havéis os desentrañado conmigo; havéisme dicho palabras sacadas del tesoro que tenéis guardado en vuestro coraçón, que son preciosas como oro, y piedras preciosas y plumas ricas. Y por tales las recibo y estimo; no me olvidaré de estas palabras tan preciosas; en mi coraçón y mis entrañas yo las llevaré atesoradas. Lo que os ruego es que en mi ausencia no haya falta en mi casa de quien barra y haga. fuego; en ella queda mi padre, o madre, o mi hermana, o mi tía. Ruégoos que tengáis cargo de favorecerlos para que nadie les haga algún agravio. Y si nuestro señor tuviere por bien de acabar mi vida en este camino, lo dicho, y con esto voy consolado, cualquiera cosa que acontezca". Acabadas estas palabras, todos los que estavan presentes començavan a llorar, así hombres como mugeres, despediéndose el que se partía, y después comían y bevían todos.
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Capítulo deziocho Del lenguaje y afectos que los señores usavan, hablando y doctrinando a sus hijas cuando ya havían llegado a los años de discreción, exhortándolas a toda disciplina y honestidad interior y exterior y a la consideración de su nobleza, para que ninguna cosa hagan por donde afrenten a su linaje. Háblanlas con muy tiernas palabras y en cosas muy particulares Tú, hija mía, preciosa como cuenta de oro y como pluma rica salida de mis entrañas, a quien yo engendré, que eres mi sangre y mi imagen, que estás aquí presente, oye con atención lo que te quiero dezir, porque ya tienes edad de discreción. Dios criador te ha dado uso de razón y de habilidad para entender, el cual está en todo lugar y es criador de todos. Y pues que es assí que ya entiendes y tienes uso de razón para saber y entender cómo son las cosas del mundo, y que en este mundo na hay verdadero plazer ni verdadero descanso, mas antes hay trabajos y aflicciones y cansancios estremados, y abundancia de miserias, pobrezas. ¡Oh, hija mía, que en este mundo es lugar de lloros y aflicciones y de descontentos, donde hay fríos y destemplanças de aire y grandes calores del sol, que nos aflige, y es lugar de hambre y de sed! Esto es muy gran verdad y por experiencia lo sabemos. Nota bien lo que te digo, hija mía, que este mundo es malo, penoso, donde no hay plazeres sino descontentos. Hay un refrán que dizen que no hay plazer sin que no esté junto con mucha tristeza, que no hay descanso que no esté junto con mucha aflición acá en este mundo. Este es dicho de los antiguos que nos dexaron para que nadie se aflige con demasiados lloros y con demasiada tristeza. Nuestro señor nos dio la risa y el sueño, y el comer y el bever con que nos criamos y bivimos. Dionos también el oficio de la generación con que nos multiplicamos en el mundo. Todas estas cosas dan algún contento a nuestra vida por poco espacio para que nos aflijamos con continuos lloros y tristezas. Y aunque esto es assí y éste es el estilo del mundo, que están algunos plazeres mezclados con muchas fatigas, no se echa de ver ni aun se teme, ni aun se llora, porque vivimos en este mundo, y hay reinos y señoríos y dignidades y oficios de honra, unos cerca de los señoríos y reinos, otros cerca de las cosas de la milicia. Esto que está dicho es muy gran verdad, que passa assí en el mundo, mas nadie lo considera, nadie piensa en la muerte, solamente se considera lo presente que es el ganar de comer y bever y buscar la vida, edificar casas, y trabajar para vivir, y buscar mugeres para casarse; y las mugeres cásanse, passando del estado de la mocedad al estado de casado. Esto, hija mía, es assí como he dicho. Pues nota agora y oye con asosiego que aquí está tu madre y señora de cuyo vientre saliste como una piedra que se corta de otra, y te engendró como una yerva que engendra a otra; assí tú brotaste y naciste de tu madre. Has estado hasta aquí como durmida; agora ya has despertado. Mira y oye y sábete que el negocio de este mundo es como te tengo dicho. Ruego a dios que bivas muchos días. Es menester que sepas cómo has de bivir y cómo has de andar tu camino, porque el camino de este mundo es muy dificultoso. Y mira, hija mía, palomita mía, que el camino de este mundo no es poco dificultoso, sino es espantablemente dificultoso. Ten entendido, hija mía primogénita, que bienes de gente noble, de hidalgos y generosos; eres de sangre de señores y senadores que ha ya muchos años que murieron y reinaron y puseyeron el trono y el estrado del reino, y dexaron fama y honra a las dignidades que tuvieron, y engrandescieron su nobleza. Nota, hija mía, quiérote declarar lo que digo: sábete que eres noble y generosa; considérate y conócete como tal; aunque eres donzellita, eres preciosa como un chalchíuitl, como un zafiro, y fueste labrada y esculpida de noble sangre, de generosos parientes; vienes de parientes muy principales y ilustres. Esto que te digo, hija mía, bien lo entiendes, porque ya no andas amontonando la tierra y burlando con las texuelas y con la tierra con otras niñas, que ya entiendes y tienes discreción y usas de razón. Mira que no te deshonres a ti misma; mira que no te avergüences a ti misma; mira que no avergüences y afrentes a nuestros antepassados señores y senadores; mira que no hagas alguna vileza; mira que no te hagas persona vil, pues que eres noble y generosa. Ves aquí la regla que has de guardar para bivir bien en este mundo, entre la gente que en él vive; mira que eres muger; nota lo que has de hazer de noche y de día. Deves orar muchas vezes y suspirar al dios invisible y impalpable que se llama Yoalli Ehécatl. Demándale con clamores y puesta en cruz en el secreto de tu cama y de tu recogimiento. Mira que no seas dormidora; despierta y levántate a la medianoche, y póstrate de rodillas y de codos delante de él, y inclínate y cruza los braços; llama con clamores de tu coraçón a nuestro señor dios, invisible y impalpable, porque de noche se regocija con los que le llaman. Entonce te oirá; entonce hará misericordia contigo; entonce te dará lo que te conviene y aquello de que fueres digna. Y si por ventura ante del principio del mundo te fue dada alguna siniestra ventura, algún hado contrario en que naciste, orando y haziendo penitencia como está dicho se mejorará y nuestro señor dios lo abonará. Mira, hija, que de noche te levantes y veles y te pongas en cruz; echa de presto de ti la ropa; lávate la cara; lávate las manos; lávate la boca; toma de presto la escoba para barrer; barre con diligencia; no te estés perezosa en la cama; levántate a lavar las bocas a los dioses y a ofrecerlos encienso, y mira no dexes esto por pereza, que con estas cosas demandamos a dios para que nos dé lo que cumple. Hecho esto, comiença luego a hazer lo que es de tu oficio, o hazer cacao, o a muler el maíz, o ahilar o a texer. Mira que deprendas muy bien en cómo se haze la comida y bevida para que sea bien hecha. Deprende muy bien a hazer la buena comida y buena bevida, que se llama comer y bever delicado para los señores, y a solos ellos se da, y por esto se llama tetónal tlatocatlacualli tlatocáatl, que quiere dezir "comida y bevida delicada que a solos los señores y generosos les conviene". Y mira que con mucha diligencia y con toda curiosidad y aviso deprendas cómo se haze esta comida y bevida, que por esta vía serás honrada y amada y enriquezida, donde quiera que dios te dé la suerte de tu casamiento. Y si por ventura venieres a necessidad de pobreza, mira, deprende muy bien y con gran advertencia el oficio de las mugeres, que es hilar y texer. Abre bien los ojos, ver cómo hazen delicada manera de texer y de labrar, y de hazer las pinturas en las telas, y cómo ponen las colores, y cómo juntan las unas con las otras para que digan bien, las que son señoras y hábiles en esta arte. Deprende bien cómo se urde la tela y cómo se ponen los lizos en la tela, cómo se ponen las cañas entre la una tela y la otra para que passe por el medio la lançadera. Mira que seas en esto muy avisada y muy mirada y muy diligente; mira que no dexes de saber esto por negligencia o por pereza, porque agora que eres moçuela tienes buen tiempo para entender en esto, porque tu coraçón está simple y hábil y es como chalchíuitl fino y como zafiro, y tiene habilidad porque aún no está amanzillado de algún pecado; está puro y simple y limpio sin mezcla de alguna mala afección. Y también porque aún vivimos los que te engendrarnos, porque tú no te heziste a ti, ni te formaste; yo y tu madre tuvimos este cuidado y te hezimos, porque ésta es la costumbre del mundo. No es invención de alguno; es ordenación de nuestro señor dios que haya generación por vía de hombre y de muger para hazer multiplicación y generación. Y entre tanto que somos, bivimos, y en nuestra presencia y antes que muramos, antes que nos llame nuestro señor, conviénete mucho, hija mía muy amada, mi paloma, mi primogénita, que entiendas en estas cosas dichas y las sepas muy bien para que después de nuestra muerte puedas vivir honrada y entre personas honradas, porque andar a coger yervas y a vender leña o a vender axí verde, o sal, o salitre a los cantones de las calles, esto en ninguna manera te conviene, porque eres generosa y desciendes de gente noble y hidalga. Por ventura acontescerá lo que no pensamos y lo que nadie piensa, que alguno se aficionará a ti y te demandará, y si no estás esperta en las cosas de tu oficio mugeril, ¿qué será entonce? ¿No nos darán con ello en la cara, y no nos çaherirán, que no te enseñamos lo que era menester que supieses? Y si por ventura entonce ya fuéremos muertos, yo y tu madre, murmurarán de nosotros, porque no te enseñamos cuando vibíamos, y dirán: "Mal siglo hayan porque no enseñaron a su hija". Y tú provocarás contra ti riñas y maldiciones; tú serás causa de tu mal. Y si ya fueres diestra en lo que has de hazer, no havrá ocasión entonce de que nadie dé riña; no tendrá lugar la reprehensión; entonce con razón serás loada y honrada, y tendrás presumpción, y te estimarás como si estuvieses en los estrados de los que por sus hazañas en la guerra merecieron honra; presumirás de la rodela como los buenos soldados. Y si por ventura ya fueres diestra en tu oficio, como el soldado en el exercicio de la guerra, entonce, donde estuvieres, acordarse han de nosotros, y nos bendicirán y honrarán por tu causa. Y si por ventura no hizieres nada bien de lo que has de hazer, maltratarte han, apalearte han, y por ti se dirá que con dificultad te labarás, o que no tendrás tiempo para rascar la cabeça. De estas dos cosa sólo dios sabe cuál te ha de caber y para cuál de ellas te tiene: o que, siendo diligente y sabia en tu oficio, seas amada y tenida; o que, siendo perezosa y negligente y boba, seas maltratada y aborrecida. Mira, hija mía, que notes muy bien lo que agora te quiero dezir; mira que no deshonres a tus passados, ni siembres estiércol y polvo encima de sus pinturas, que significan sus buenas obras y fama; mira que no los infames; mira que no te des al deleite carnal; mira que no te arrojes sobre el estiércol y hediondez de la luxuria. Y si has de venir a esto, más valdría que te muriesses luego. Mira, hija mía, que muy poco a poco vayas aprovechando en las cosas que te tengo dicho, porque si pluguiere a nuestro señor que alguno te quisiere y te pida, no le deseches, no menosprecies la voluntad de nuestro señor, porque él le embía. Recíbele, tómale, no te escuses, no deseches, no menosprecies, no esperes a tres vezes que te lo digan, no te hurtes, no te escabullas burlando. Aunque eres nuestra hija, aunque vienes de parientes nobles y generosos, no te jactes de ello, porque ofenderás a nuestro señor y apedrearte ha con piedras de estiércol y de suziedad. Quiero dezir que permitirá que cayas en vergüença y confusión por tu mala vida, y también él se burlará de ti, y dirán: "Ya quiere; ya no quiere". Mira que no escojas entre los hombres el que mejor te parece como hazen los que van a comprar las mantas al tiánquez o mercado. Recibe al que te demanda, y mira que no hagas como se haze cuando se crían las maçorcas verdes, que son xilotes o elotes, que se buscan las mejores y más sabrosas. Mira que no dessees a algún hombre por ser mejor dispuesto; mira que no te enamores de él apasionadamente. Si fuere bien dispuesto el que te demandare, rescíbele; y si fuere mal dispuesto y feo, no le deseches. Toma aquél porque te le embía dios, y si no lo quisieres rescebir, él burlará de ti. Deshonrarte ha, trabajando haver tu cuerpo por mala vía, y después te pregonará por mala muger. Mira, hija mía, que te esfuerçes, y mira muy bien quién es tu enemigo; mira que nadie burle de ti; mira que no te des a quien no conoces, que es como un viandante que anda vellaqueando y es vellaco. Mira, hija, que no te juntes con otro sino con sólo aquel que te demandó. Persevera con él hasta que muera. No lo dexes, aunque él te quiera dexar, aunque sea pobrecito labrador, o oficial, o algún hombre común de baxo linaje. Aunque no tenga qué comer, no le menosprecies, no le dexes, porque poderoso es nuestro señor de proveeros y honraros, porque es sabidor de todas las cosas y haze mercedes a quien quiere. Esto que he dicho, hija mía, te doy para tu doctrina, para que te sepas valer. Y con esto hago contigo lo que devo delante dios. Y si lo perdieres y lo olvidares, sea a tu cargo, que yo ta hize mi dever. ¡Oh, hija mía muy amada, primogénita, palomita, seas bienaventurada y nuestro señor te tenga en su paz y reposo!
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Capítulo deziocho De los oficiales que labran pluma, que hazían plumajes y otras cosas de pluma Según que los viejos antiguos dexaron por memoria de la etimología de este vocablo amantéca, es que los primeros publadores de está tierra truxeron consigo a un dios que se llamava Cóyotl Ináoal. De las partes de donde vinieron lo truxeron consigo y siempre le adoraron. A éstos llamaron econi y tlacapixoani mexiti, que quiere dezir los que primero publaron que se llamaron mexiti, de donde vino este vocablo músico. Estos, desque asentaron en está tierra y se començaron a multiplicar sus nietos y hijos, hizieron una estatua de madero labrado y edificáronla un cu. Y el barrio donde se edificó llamáronle Amantlan. En este barrio honravan y ofrecían a este dios que llamavan Cóyotl Indoal. Y por razón del nombre del barrio, que es Amantlan, tomaron los vezinos de allí este nombre amantéca. Los atavíos y ornamentos con que componían a este dios en sus fiestas era un pellejo de Cóyotl labrado; componíanle amantecas, vezinos de este barrio de Amantlan. Aquel pellejo teníase la cabeça del Cóyotl con una carátula de persona; y los colmillos teníalos de oro; tenía los dientes muy largos, como ponçones; tenía en la mano un báculo con que se sustentava, labrado con piedras negras de itztli, y una rodela labrada de cañas maziças, que tenía por la orilla un círculo de açul claro. Tenía a cuestas un cántaro o jarro de cuya boca salían muchos quetzales, a manera de bojas de espadañas. Poníanle en las gargantas de los pies unas calçuelas con muchos caracolillos blancos, a manera de cascabeles. Poníanle unas cotaras texidas o hechas de hojas de un árbol que llaman fceotl, porque cuando llegaron a está. tierra usavan aquellas cotaras; componíanle siempre con ellas para dar a entender que ellos eran los primeros publadores chichimecas que havían publado en está tierra de México. Y no solamente adoravan a este dios en este barrio de Amantlan, pero también a otros siete ídolos. A los cinco de ellos componían como varones, y a los dos como mugeres; pero este Cóyotl Indoal era el principal de todos. El segundo de él se llamava Tigaoa; el tercero se llamava Macuilocglutl; el cuarto se llamava Macuiltochtli; en el quinto lugar ponían a las dos mugeres: la una se llamava Xiuhtlati y la otra se llamava Xilo; el séptimo estava frontero de los ya dichos, mirando hazía ellos, el cual se llamava Tepuzdcatl. La manera con que ataviavan estos dioses arriba dichos, los que eran varones todos llevavan a cuestas aquella divisa que llevava Cóyotl Indoal; solamente el dios que se llamava Tiçaoa no le componían de pellejo de Cóyotl, solamente llevava a cuestas el jarro con los quetzales y unas orejeras de concha de mariscos; llevava también su báculo y su rodela y sus caracolitos en las piernas, y unas cotaras blancas. El dios que se llamava Macuilocólutl tenía vestido el pellejo de Cóyotl, con su cabeça metida en la cabeca del cuyotl muerto, como celada, y por la boca vía. Y también llevava a cuestas el. jarro con sus quetzales y su báculo, con su rodela y sus cotaras blancas. De la misma manera componían al dios Macuiltochtli. De las dos mugeres, la una se llamava Xiuhtlati; ésta iva ataviada con un huipil aquí, y la otra, que se llamava Xilo, que era la menor, iva vestida con un huipil colorado, teñido con grana. Estás ambas tenían los huipiles sembrados de plumas ricas de todo género de aves que crían plumas ricas. La orilla del uipilli estava bordada con plumas de diversas maneras, como arriba se dixo. Tenían éstas en las manos cañas de maíz verdes, por báculos, y llevavan también un aventadero de plumas ricas en la otra mano, y un juel de oro hecho a manera de comal. También llevavan orejeras de oro muy polidas y muy resplandecientes. Ninguna cosa llevavan a cuestas. Llevavan por cabellos papeles; llevavan las muñecas de ambos braços adornadas con plumas ricas de todas maneras; también llevavan las piernas de está manera emplumadas, desde las rodillas hasta los tobillos. Tenían también cotaras texidas de hojas del árbol que se llama icçotl, para dar a entender que eran chichimecas venidas a publar a esta tierra.
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Capítulo deziocho De los que venden cacao y maíz y frixoles El que trata en cacao suele tener gran copia de ello y tener heredades de cacao, y lo lleva fuera a vender, o lo compra junto para vender por menudo. El que es buen tratante en está mercaduría, las almendras que vende todas son gordas, maciças y escogidas. Cada cosa por sí vende: aparte las que son gordas y maciças, y aparte las que son menudas y como huesos o quebradas, y aparte el ripio de ellas, y cada género por sí las de Tochtépec, las de Anáoac, las de Cuatimala, las de Coatulco, las de Xoloteco, ora sean blanquiscas o cenizientas, ora coloradas. El mal tratante véndelas falsas, porque las cueze y aun las tosta para que parezcan buenas. Y a las vezes échalas en el agua para que se paren gordas, e házelas como cenizientas o pardas, que son las mejores almendras, para engañar. Tiene también este modo para adovallas, que las que son nuevas, para que parezcan gordas, suélelas tostar en la ceniza caliente, y después las embuelve con greda o con tierra húmeda, para que las que parecían menudas parezcan gordas y nuevas. Otro modo tiene para engañar, que en las cáscaras de las almendras mete una masa negra o cera negra que parece ser semejante al meollo de ellas, y algunas vezes los cuescos de aguacates los hazen pedaços y redondeados, y ansí redondeados, los meten en las cáscaras vazías de las almendras, y las que son menuditas o pequeñitas todas las mezcla o las embuelven con las otras almendras que son cenizientas o frescas, y ansí con las otras bastardas. que parecen ser también cacaos que tienen por nombre cuauhpatiachtli, lo cual haze para engañar a los que compran. El que vende maíz suele ser labrador o lo compra de los labradores para tornallo a vender. El que es buen tratante en este oficio, el maíz que vende es limpio, gordo, sin alguna falla, recio y maciço y duro. Y cada género de maíz véndelo por sí el blanco, el prieto, o el embuelto uno con otro, el blando, el amarillo; y por sí el maíz del valle de Tulucan, y el maíz de otros pueblo, ora sea en grano que sea blando, que sea maciço, cada cosa por sí vende. El mal tratante engaña vendiendo su maíz, y el maíz que es bueno embuélvelo con el maíz comido de corgojo, o con el maíz menudo, o con el maíz pudrido o dañado; y el maíz que es nuevo mézclalo con el maíz de dos o de tres años y aun con el de diez años o con el que está ya dañado o pudrido, o con el que todavía tiene gusano o corgojos, o con el maíz comido de ratones, o con el que se desgrana en la troxe, o con el que está ya muy dañado, que huele mal; al fin, con el que es bien ruin y vellaco. En vendiéndolo, alábalo mucho y tiénelo en gran estima, poniendo encima el mejor maíz y encubriendo el ruin o el dañado o el que está gordo por haver estado en agua y lleno de granças. El que vende frixoles, si es buen tratante de ellos, vende cada género de ellos por sí y los aprecia según su valor sin engaño. Y los frixoles que vende son los que son nuevos, limpios, gordos, que no están dañados, sino tales que como cosa preciosa se pueden guardar o en el arca o en la troxe, como son los frixoles amarillos, colorados, blancos, y los menuditos, y los que están como jaspeados y de otras diversas colores, y los que son muy gordos, que son como havas, que se dizen en la lengua ayecotli. El que es mal tratante de ellos engaña a los comprantes en vendérselos, porque siempre miente; y más, los que son buenos embuffivelos con los que están daftados o pudridos y cornidos de corgojos. El que vende las semillas de ceniços vende las que son nuevas o las que son de dos o tres años, y las que vende son de muchos y de diversos géneros, como las que van aquí nombradas. El que es mal tratante en esto, las que son buenas mézclalas con las que están dañadas, pudridas y con las que amargan, y con otros que aparentes y no verdaderas. El que vende las semillas que parecen linaça, que se dize chían, vende las que son blancas, o las que están pintaditas como jaspeadas, o las que no estuvieron bien sazonadas por causa del hielo, cada una por sí. El que es mal tratante de éstas, las que son buenas embuélvelas con las que son aparentes y dañadas, que se dizen polócatl y coçolli, que son unas semillas de que no se puede sacar óleo. El que vende o es tratante en axí, que es la pimienta de está tierra, vende el axí de todos géneros que van aquí nombrados, como son los que son largos o anchos, y los que no son tales, grandes y menuditos, verdes y secos, y los que son del verano, y los del estío, y todos los que se hazen en diversos pies; y los venden cada un género por sí, y los que se cogen después de tocados del hielo. El que es mal tratante en está mercaduría, los que venden son los que están dañados y hediondos, y los redruejos, y los que no están aún bien sazonados, sino muy verdes y chiquitos, y tales que aún no están acabados de hazer. El que trata en tomates suele vender los que son gruesos y también los menudillos, y todos los que son de muchos y diversos géneros, según se trata en el texto, como son los tomates amarillos, colorados y los que están bien maduros. El que es mal tratante en esto vende los que están pudridos y machucados, y los que están aún azedos. Vende también los que aún no están bien maduros sino muy verdes, y cuando se comen rebuelven el estómago, ni dan sabor alguno, sino que provocan las reumas. El que vende pepitas de calabaças tiene de oficio vender todas las que son de diversas especies, y las que se tuestan y se embuelven con alguna masa mezclada con sal, por lo cual son apetitosas de comer. El mal tratante en esto vende las que están pudridas y dañadas, y las que amargan, y las que están tostadas y demasiado saladas.
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Capítulo deziséis Del noveno signo, llamado ce cóatl, y de su buena fortuna, si los que nacían en él no la perdiessen por su floxura. Los mercaderes tenían a este signo por muy propicio para su oficio El noveno signo se llama ce cóatl. Dezían que era bien afortunado y próspero. Los que nacían en esta primera casa eran felices y prósperos; dezían que sería dichoso o venturoso en riquezas, y también las cosas de guerra sería señalado. Y si fuesse muger, sería rica y honrada. Pero, si como ya está dicho, fuesse negligente en hazer penitencia y no tomasse bien los consejos de sus mayores, perdería su ventura, y sería perezoso y dormilón, y desaprovechado, y pobre y mal aventurado. Este signo era muy favorable a los mercaderes y tratantes, y ellos eran muy devotos de este signo. Cuando havían de partírse a provincias remotas para entender en sus tratos y mercaderías, aguardavan a que reinasse este signo, y entonces se partían. Y antes que se partiessen, ya que tenían a punto sus cargas, hazían un combite a los mercaderes viejos y a sus parientes, haziéndoles saber a las provincias a donde ivan, y a qué ivan. Y esto hazían para cobrar fama entre los mercaderes porque supiessen que, estando ausente de ellos, andavan ganando de comer por diversas provincias.