La primavera de 1887 supone para Van Gogh una absorción clara de las influencias del Impresionismo y de los artistas "independientes" que trabajaban en París. Quizá sea este momento su única experiencia con el Puntillismo, siguiendo al joven Signac con quien mantenía una estrecha amistad. Los contrastes cromáticos son en esta ocasión tremendamente pronunciados, interesándose por encontrar los colores complementarios, alejándose de las tonalidades originales de los edificios. El color es aplicado a través de pequeños toques de pincel, como si se tratasen de puntos o comas. Vincent va experimentando hasta encontrar un estilo totalmente personal.
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Las vistas urbanas tienen especial atractivo para los impresionistas, sobre todo los atardeceres de días lluviosos o encapotados como éste que muestra Monet. Su interés se centra en ofrecernos el ambiente del Boulevard des Capucines tomado directamente del natural, con sus carruajes, sus árboles y los parisinos paseando, todo envuelto en una atmósfera fría e invernal. Las tristes luces crean sombras coloreadas en tonos malvas, como observamos en los techos de los carruajes o los tejados de los edificios. La pincelada empleada es suelta, con pequeñas comas que no detallan pero ofrecen sensaciones, impresiones de la ciudad en un momento determinado del día.
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Las vistas urbanas serán muy atractivas para Monet, en diferentes momentos del día para apreciar el efecto de la luz. En este caso, el boulevard des Capucins se nos presenta al anochecer, recibiendo las primeras luces artificiales que crean una tonalidad anaranjada. Multitud de personas pasean por sus aceras y numerosos carruajes ocupan la calle; los elevados árboles que engalanan el paseo impiden contemplar los edificios del fondo, creando un aparente desorden que se despeja tras una contemplación más pausada. De esta manera, Monet nos intenta transmitir el ajetreo de su ciudad en un momento determinado del día, al que le corresponde una luz concreta. Esta filosofía del Impresionismo es puesta de manifiesto a la perfección por su máximo representante. Con rápidos y empastados toques de pincel organiza la composición, abundando las tonalidades oscuras, que contrastan con los naranjas de la zona central. Con este tipo de obras Monet ganará la admiración de buena parte de la crítica y del público.
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Toulouse-Lautrec será el "fotógrafo" de su tiempo, lo que le ha llevado a ser considerado por algunos especialistas como el "paparazzi de la Belle Epoque". En 1889 se planteó elaborar una serie sobre el mundo que le rodeaba bajo el título "Boulevard Extérieur" realizando numerosos estudios como éste que contemplamos. La protagonista es Carmen Gaudin, una de las modelos favoritas de Lautrec en sus primeros momentos artísticos, bella joven pelirroja que se dedicaba a trabajos serviles, posando en algunos momentos para aumentar sus ganancias, llegando a ejercer de manera esporádica la prostitución. Esta chica de la calle rehuye la mirada del espectador, cubriéndose parte del rostro con el mechón de cabello. Las líneas dominan el conjunto, demostrando una vez más Henri su facilidad para dibujar y obtener excelentes resultados no solo otorgando volumen a la figura sino creando sensación espacial gracias a los trazos que se observan en el fondo.
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Los últimos rayos del sol del atardecer es el momento elegido por Pissarro para esta escena, completando la serie con la mañana invernal, la mañana grisácea o el efecto nocturno. Animado por el mejor tiempo el boulevard se llena de transeúntes y carruajes, creando un atractivo efecto de movimiento urbano. Algunos de los edificios de la derecha quedan en sombra mientras que los de la izquierda están más iluminados, jugando de esta manera con los contrastes lumínicos que también empleaba Monet. La sensación de gentío se consigue a través de pequeños y rápidos toques del magistral pincel que exhibe Pissarro en esta serie y en todos sus trabajos.
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Los impresionistas se preocuparon por representar la misma escena a diferentes horas del día; surgen así series de gran belleza como la dedicada por Monet a la Catedral de Rouen o ésta en la que Pissarro se interesó por el Boulevard Montmartre. Por la mañana con tiempo gris es la vista que muestra en esta ocasión. La imagen es siempre la misma, pero cambian los efectos atmosféricos y las iluminaciones, así como el trasiego de la gente. La perspectiva creada es sensacional, desde una posición elevada que provoca el corte de planos, como si estuviéramos ante una ventana, muy del gusto de Degas. La pincelada ágil recrea perfectamente la frenética vida parisina, sin olvidar los elegantes edificios, con sus tejados de pizarra y sus bosques de chimeneas. Cuando el espectador contempla esta impactante imagen parece trasladarse al París del siglo XIX.
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La noche ha caído sobre el boulevard que Pissarro había mostrado al atardecer, por la mañana invernal o con tiempo gris, conformando una serie de inigualable belleza. Las lámparas de gas se han encendido y las luces de los comercios crean bellos reflejos amarillos en la acera y en el pavimento, desapareciendo buena parte de los viandantes mientras que los carruajes estacionados encienden sus luces. Los edificios se envuelven en una sombra malva típica del Impresionismo, creando un atractivo juego de contrastes con el amarillo de las lámparas. La pincelada empleada por el pintor es rápida, sin apenas preocuparse por el dibujo, apareciendo abundantes manchas. Con esta imagen que finaliza la serie, Pissarro demuestra que los efectos lumínicos y ambientales son su principal preocupación, situándose a la altura de Monet.
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Pisarro presenta en esta escena el Boulevard Montmartre en una fría mañana de invierno en la que el sol intenta salir para calentar a transeúntes y casas. La visión es la misma que la empleada para mostrar la mañana grisácea, interesándose el pintor por los diferentes efectos atmosféricos según el momento elegido. El aire difumina los contornos de los edificios, sin perder el dibujo, aunque predominan los toques rápidos de color oscuro abundando los marrones, verdes y sienas del invierno. La sensación de perspectiva es destacada, eliminando las referencias del fondo con manchas grisáceas. La diagonal que organiza la composición sirve para acentuar esa perspectiva.
Personaje
Arquitecto
Son dignos de mención los diseños que realiza para ilustrar el manuscrito "Arquitectura, Ensayo sobre el arte". En esta obra aparecen edificios de enormes dimensiones, donde juega con formas geométricas repletas de elementos simbólicos, entre los que destaca el Cenotafio a Newton.