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obra
El Políptico de Gante también es conocido como del Cordero Místico, precisamente a causa de este panel que es el de mayor tamaño de toda la obra y el de mayor importancia iconográfica. El centro de la escena lo protagoniza el Cordero sobre un altar. Su sangre brota del pecho y llena el cáliz, lo que simboliza la figura de Cristo y su sacrificio en la cruz. Además, sobre él se encuentra la paloma del Espíritu Santo. Le rodean varios ángeles, algunos con los instrumentos de la Pasión (la cruz, la columna, los clavos...) mientras otros aromatizan el aire con incensarios. Ante este grupo central, abajo, tenemos una fuente de bronce con un vástago de oro rematado con la escultura de un ángel. Es la fuente de la vida, de la que mana el agua que da la vida eterna. Es la referencia al Bautismo y la conversión al cristianismo, justo bajo la referencia a la Eucaristía que veíamos en el altar y el cáliz lleno de sangre. La fuente está rodeada por dos semicírculos de personajes arrodillados, en actitud de adoración: a la izquierda están los doce profetas y a la derecha, los catorce apóstoles (incluyen a Matías, Pablo y Bernabé, y no está Judas). Tras ellos, a la izquierda tenemos a los Patriarcas, entre los cuales resulta interesante destacar a uno proveniente del mundo pagano: el hombre con barba que viste una túnica blanca sería el poeta Virgilio, muy popular en la cultura medieval. A la derecha, los papas y obispos. Por último, saliendo del bosque tenemos a los dos grupos de santos mártires, hombres y mujeres. Se les distingue porque llevan las palmas del martirio. Entre las mujeres se reconoce a Santa Ursula, Santa Bárbara, Santa Inés y Santa Dorotea.
obra
En 1496, año de esta obra, Durero acababa de llegar de Italia, donde había aprendido nuevas técnicas pictóricas y una nueva estética. Ese mismo año en Nüremberg se recibió la visita de Federico el Prudente, el poderoso príncipe elector de Sajonia. El personaje se convirtió en el mecenas de Durero, a quien encargó como primer trabajo esta obra, junto a su retrato. Durero pone de manifiesto en este cuadro de la Virgen con el Niño todo lo aprendido en Italia. En primer lugar, abandona el tradicional óleo sobre tabla que se empleaba generalmente en Alemania, para realizar la Adoración sobre lienzo, a la italiana.También en la concepción de la pintura encontramos el rastro de lo visto en Italia. Durero nos muestra una Virgen monumental, casi escultórica, con el rostro en delicado escorzo apuntado por el sombreado, muy del estilo de las obras de Mantegna. La construcción espacial de la sala es idéntica a los experimentos de perspectiva de los italianos. Los elementos alemanes, empero, emergen por todas partes: el paisajito que vemos por la ventana es el de Nüremberg, con sus tejados de afiladas vertientes. Los angelillos que coronan a la Virgen y adoran al Niño son de reducido tamaño y tipo físico nórdico. Al fondo de la sala, en una habitación secundaria, observamos a San José embebido en sus tareas de carpintero, completamente ajeno al misterio divino.
obra
En la catedral de El Burgo de Osma destaca la belleza neoclásica de la capilla del venerable Palafox, diseñada por Juan de Villanueva bajo la supervisión de Francesco Sabatini. El altar estaría destinado al virrey Palafox, importante personaje que Carlos III, por mediación de su confesor el padre Eleta, quiso elevar a los altares sin éxito. La media cúpula fue decorada por Maella, eligiéndose como tema la Adoración del nombre de Dios. La figura triangular de la Santísima Trinidad preside el conjunto, de la que parte los rayos que iluminan el espacio. A su alrededor una corte de ángeles músicos y cantores alaban y adoran a Dios. El boceto que contemplamos muestra la traza básica de la obra definitiva, creando una disposición semicircular de figuras que elevan su mirada hacia el triángulo en el que se escribe en hebraico el nombre de Dios. Las disposiciones de los ángeles nos dan un muestrario de variadas posturas en las que encontramos ecos clásicos. El abocetamiento del conjunto responde a la condición de boceto de esta obra, destacando en el fresco definitivo el dibujo excelente y el colorido más brillante, desechando la iluminación anaranjada típicamente barroca.
acepcion
Muy típico entre algunos pueblos primitivos africanos, se trata de un adorno en forma de plato que se introduce en el labio inferior, horadado precisamente para introducirlo. Se utilizan también para orejas y nariz.
contexto
En las sociedades calcolíticas el adorno debió de ser muy frecuente. Abundan sencillos collares con multitud de cuentas en diversos materiales (calaita, barro, pizarra, cristal...). Los colgantes, por lo general lisos, se reducen a placas líticas triangulares (rara vez en forma de animales). Desde el punto de vista de la materia cabe destacar, por una parte, el empleo excepcional de cuentas fabricadas con cáscaras de huevo de avestruz; por otra, el uso del oro y el marfil. Existió un auténtico arte eborario dedicado además de la fabricación de las raras esculturillas a elaborar objetos de carácter personal: peines, numerosas varillas a modo de punzón, agujas de cabeza, espátulas para aplicar colores o ungüentos e incluso pequeños frasquitos y botones. Estos últimos elementos prueban que también se cambió la moda del atuendo, justamente tras una época en que el arte textil del lino debió de alcanzar altas cotas, junto al tejido de esparto, eneas y otras materias vegetales bien documentadas en zapatillas, esteras y cestos de variada morfología, rellenando el vacío de la documentación iconográfica. Finalmente, como colofón, ha de considerarse la orfebrería, distintiva por sí misma y por el estatus que debía conceder a su poseedor. La mayoría de hallazgos insisten en cuentas de collar, tirillas y espirales, así como en algún otro adorno personal. Destacan las láminas muy finas, decoradas por repujado que debieron forrar elementos perecederos, acaso botones. Pero el objeto más destacado es la diadema o cinta, a modo de ceñidor de cabeza. Su asociación a enterramientos individuales marca la crisis de los tiempos, el anuncio del poder acumulado en unos pocos individuos y el punto de partida del nuevo orden ideológico y social que caracterizará la auténtica Edad del Bronce a lo largo del segundo milenio a. C.
contexto
En Europa occidental la costumbre de la inhumación no fue del todo abandonada en la época de las Urnas. Algunas sepulturas de este género, aún ancladas en la tradición local, han brindado, entre los objetos de ajuar, algún adorno de bronce que podría clasificarse de joya de prestigio. Normales son unos alfileres muy largos, con cabeza de pivote, y un número variable de anillos superpuestos, como el de Is-sur-SiIle (Beaune, Côte d´Or). En los más ricos enterramientos del Bronce Final, en la región del valle medio del Sena, los mencionados alfileres acompañan a una joya llamada pectoral o diadema, o pendiente, formada por una rejilla de tiras de bronce con alambre enrollado. Una de estas tumbas es la de Les Grèves (Barbuise-Courtavant, Aube). Del pectoral de Les Grèves penden aros; pero éstos se transforman -en la forma típicamente centroeuropea de la espiral- en la diadema de la sepultura 101 de La Colombine (Champlay, Yonne). La elaboración artesanal de la diadema de La Colombine resulta singular por el rebuscado gusto de haber acoplado placas de colmillo de oso polar a los cuadrantes del enrejado. En el terreno de los adornos personales de bronce, los ajuares de los enterramientos del Bronce Nórdico (períodos IV y V) proporcionan una ingente cantidad de piezas, que, por regla general, entran con dignidad en el apartado de los objetos de arte. La serie de estas piezas se agrupa en los conjuntos típicamente nórdicos: adornos llevados a la cintura; discos y cajas de cinturón; adornos para el cuello; torques y collarines; adornos de las prendas: fíbulas de discos y utensilios de aseo personal (pinzas de depilar y hojas de afeitar). La espiral es la reina de la temática ornamental; ahora bien, es una espiral desfigurada, enlazada, ondulante y cresteada. Las líneas sinuosas tienden a formar profundos lóbulos; a reunirse en esquemas cimbreantes; a derivar en rizos de movimiento disperso, etc. Este formulismo estético, basado en la espiral, se impregna de simbolismo, sugerente, aunque impenetrable, en el grupo danés de las hojas de afeitar. El origen de la afición de Escandinavia por los objetos de adorno con la espiral como tema casi único, radica en Centroeuropa. Numerosos ejemplos podrían ilustrar esta afirmación. Sirvan de prueba algunos representativos de la Edad de Bronce Final. De Hungría procede un tesoro de ornamentos de oro, recuperado en el Danubio (entre Paks y Foldyar), formado íntegramente por cables enroscados en espiral. Un brazalete de bronce de Nitra (Checoslovaquia) se enlazó con dos enormes espirales en el centro, de la misma forma que ciertos torques nórdicos. Una cabeza de alfiler, de procedencia desconocida, pero de Hungría, desenvuelve la decoración en una orla de ondas, muy parecidas a las cintas espiraloides de los ornamentos nórdicos. No cabe duda de que desde el punto de vista estilístico, la conexión entre ambos mundos de broncistas puede sostenerse. Ahora bien, no cabe duda tampoco de que la impronta cultural de la espiral y su teórico significado tuvieron distinta interpretación en Centroeuropa y en Escandinavia. Las navajas de afeitar nórdicas parecen adoptar la forma del casco de un barco. El bajel es, precisamente, el tema favorito de la decoración de las hojas. La popa y la proa de estos barcos se alzan en curvas onduladas hasta terminar en un apéndice enrollado que simula el cuello sinuoso y el pico vuelto de un ave. Las posiciones de este animal fantástico que emerge de la quilla se contraponen. La inspiración marina que asoma en estas composiciones se completa, en ocasiones, con un banda de roleos que trae a la superficie el ritmo de las olas del océano. La espiral crestada, por sí sola, produce el mismo efecto marinero, y, a veces, es ella el único y simple motivo de la hoja de afeitar danesa de fines de la Edad de Bronce. Independientemente de la decoración grabada, este objeto personal, en el ambiente nórdico, tuvo valores plásticos. Las navajas de lujo más antiguas adoptaron prótornos de équidos, cérvidos, cisnes o humanos en el agarradero. Ejemplos de esta clase son los de Gerdrup o Darup. Con posterioridad, cuando las ondas y los barcos campean en la hoja, las asas, a tono con ellos, se convierten en espirales, o en terminales curvas, que parecen reproducir la imagen del pájaro acuático Ahondando en la elucubración respecto del mensaje que la decoración de las paletas de afeitar nórdicas pueden transmitir, he aquí otros temas también muy sugerentes: tondos que aluden al disco solar, peltas que semejan el perfil de las hachas ceremoniales de bronce, figurillas humanas que viajan en los barcos ondulantes, que se balancean y agitan los brazos, etc. Sabemos que el afeitado pudo formar parte de un ritual religioso. Estas navajas decoradas son más que meros utensilios personales de uso cotidiano. Su decoración dice algo de una ideología, y, quizás, de ciertas ceremonias; pero, las imágenes-símbolos se quedan en su formulismo estético, sin pronunciar palabra ante las interrogantes del observador curioso.
lugar
<p><br>Abdera, conocida también como Adra, se presume como una antigua fundación fenicia que experimentó un declive durante la dominación tartesa y posteriormente fue revitalizada por influencia griega, cartaginesa y romana.Los vestigios arqueológicos desenterrados en el Cerro de Montecristo, el emplazamiento original de Abdera, no solo corroboran su presencia púnica desde el siglo IV a.C., sino que sugieren la posibilidad de haber sido una colonia griega en etapas anteriores, indicado por su nombre.</p><p>A finales del siglo II a.C., durante el dominio romano de la costa hispánica, Abdera fue incorporada a la provincia de Hispania Ulterior.En los siglos VI y VII, tanto bizantinos como visigodos dejaron su huella en Adra. En la primavera del año 711, Tariq ben Ziyad lideró la ocupación de la Península Ibérica, cruzando desde el Magreb a la costa española por el Estrecho de Gibraltar con un contingente compuesto principalmente por bereberes, algunos libertos y escasos árabes.</p>