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monumento
Durante el Helenismo temprano podemos observar una significativa tendencia hacia lo grandioso en la arquitectura sacra, tal y como se manifiesta en el templo mayor de Dídima, cuyas obras serán tan ambiciosas que durarán siglos. El templo está dedicado a Apolo y destinado a su oráculo; es hoy, sin duda, el monumento griego más impresionante de cuantos se visitan en Turquía: sustituto de un templo menor, es como un gran recinto rodeado por un bosque de columnas jónicas, todo él hípetro (sin techo) y con el templete del dios en el centro. Pese a todos los trabajos y esfuerzos, incluso durante el imperio romano, no se pudo concluir.
obra
Durante el Helenismo temprano podemos observar una significativa tendencia hacia lo grandioso en la arquitectura sacra, tal y como se manifiesta en el templo mayor de Dídima, cuyas obras serán tan ambiciosas que durarán siglos. El templo está dedicado a Apolo y destinado a su oráculo; es hoy, sin duda, el monumento griego más impresionante de cuantos se visitan en Turquía: sustituto de un templo menor, es como un gran recinto rodeado por un bosque de columnas jónicas, todo él hípetro (sin techo) y con el templete del dios en el centro. Pese a todos los trabajos y esfuerzos, incluso durante el imperio romano, no se pudo concluir.
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Contiguo al Teatro de Marcelo en el Campo de Marte, y recuperado también enteramente en las excavaciones arqueológicas iniciadas en los años veinte del siglo pasado, se encuentran el podio y tres columnas de algo más de 14 metros de alto del primer templo de Apolo que tuvo Roma. Fue construido a comienzos del principado de Augusto en sustitución de otro que, iniciado a partir de un altar, el llamado Apollinar, se remontaba al siglo V a. C., cuando Apollo Medicus, primer dios griego introducido en Roma, libró a la población de los efectos calamitosos de la peste.
monumento
El Templo de Asklepio en Emporion fue construido en la primera mitad del siglo IV, superpuesto a un primer templo -posiblemente dedicado a Artemis-, siendo utilizado hasta la época imperial romana. Este nuevo santuario contaba con elementos fundamentales como el oikos, o morada de la divinidad, dedicado al dios de la Medicina, del que aún se conserva intacto el podio sobre el cual, en 1909, apareció el torso de la estatua de Asklepio y el altar que se levanta frente a aquél. Ambos edificios fueron construidos en la primera mitad del siglo IV y su creación fue contemporánea a la elevación de la nueva muralla meridional de la ciudad que alcanzó a encerrar por primera vez el área sacra en el interior del casco urbano.La estructura arquitectónica y urbanística del santuario se mantuvo inalterada hasta mediados del siglo II a. C., momento en que se llevó a cabo la transformación radical del acceso meridional a la ciudad para lo cual desmontaron la muralla del siglo IV, llevando la primera línea defensiva a unos 25 m por delante de aquella, con lo cual se obtuvo un espacio rectangular, cuyos lados largos se orientaban de este a oeste, ubicado entre ambos muros, en el que se edificó un ábaton -es decir, el lugar donde los enfermos hallaban refugio y donde experimentaban el íncubo, o sueño sagrado inspirado por el dios- el cual estaba constituido por una galería porticada que rodeaba la plaza central y al pie de la cual corría una canalización, aún hoy conservada en parte, por la que discurría el agua lustral destinada a las prácticas terapéuticas inherentes a las actividades curativas del santuario. Asimismo, el aspecto del núcleo fundamental del santuario también fue modificado, de tal forma que junto al costado meridional del oikos de Asklepio se edificó un templo gemelo cuya pronaos se situó por encima del antiguo pozo, lo cual obligó a fin de no cegarlo por causa del aterrazamiento, a disponer un tubo vertical y una nueva boca sobreelevada, asegurando así que la accesibilidad al agua quedara garantizada.La nueva sistematización permaneció estable durante un siglo y no fue, pues, hasta la época cesariana o poco más tarde que el santuario sería consagrado a Serapis.
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En la primera mitad del siglo IV, y en el mismo solar que el primer templo -posiblemente dedicado a Artemis- ocupaba, se levantó en Emporion un santuario dedicado a Asklepio cuya vida se prolongó hasta la época imperial romana.Elementos fundamentales de este nuevo santuario fueron el oikos, o morada de la divinidad, dedicado al dios de la Medicina, del que aún se conserva intacto el podio sobre el cual, en 1909, apareció el torso de la estatua de Asklepio y el altar que se levanta frente a aquél. Ambos edificios fueron construidos en la primera mitad del siglo IV y su creación fue contemporánea a la elevación de la nueva muralla meridional de la ciudad que alcanzó a encerrar por primera vez el área sacra en el interior del casco urbano.La estructura arquitectónica y urbanística del santuario se mantuvo inalterada hasta mediados del siglo II a. C., momento en que se llevó a cabo la transformación radical del acceso meridional a la ciudad para lo cual desmontaron la muralla del siglo IV, llevando la primera línea defensiva a unos 25 m por delante de aquella, con lo cual se obtuvo un espacio rectangular, cuyos lados largos se orientaban de este a oeste, ubicado entre ambos muros, en el que se edificó un ábaton -es decir, el lugar donde los enfermos hallaban refugio y donde experimentaban el íncubo, o sueño sagrado inspirado por el dios- el cual estaba constituido por una galería porticada que rodeaba la plaza central y al pie de la cual corría una canalización, aún hoy conservada en parte, por la que discurría el agua lustral destinada a las prácticas terapéuticas inherentes a las actividades curativas del santuario. Asimismo, el aspecto del núcleo fundamental del santuario también fue modificado, de tal forma que junto al costado meridional del oikos de Asklepio se edificó un templo gemelo cuya pronaos se situó por encima del antiguo pozo, lo cual obligó a fin de no cegarlo por causa del aterrazamiento, a disponer un tubo vertical y una nueva boca sobreelevada, asegurando así que la accesibilidad al agua quedara garantizada.La nueva sistematización permaneció estable durante un siglo y no fue, pues, hasta la época cesariana o poco más tarde que el santuario sería consagrado a Serapis.
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El templo de Astarté en Kition (Chipre) era una gran construcción dividida en tres naves separadas por dobles columnatas, que fueron reemplazadas luego por pilares. La entrada estaba situada en el lado este, precedido de un propileo por el que se accedía a un gran patio. Se mantuvo hasta el siglo IX a. C., fecha en la que contaba hasta con cinco naves.
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Situado en la ciudad de Asuka, fue construido a instancia de Soga-no-Umako a finales del siglo VI (596), en conmemoración por su victoria sobre los Mononobe. El clan Soga y el clan Mononobe se enfrentaron durante varios años por la aceptación o negación del budismo. Cuando el primero de éstos venció, Sogano Umako construyó el templo. Las excavaciones llevadas a cabo en la zona han demostrado que, en sus orígenes, fue un gran templo que cubría un área de unos 200 m., teniendo en su parte central los denominados "tres pasillos de oro". En su interior se situó una de las estatuas de Buda más antiguas de Japón, llamada Asuka Daibutsu. Desgraciadamente, ésta ha sido cambiada varias veces después del 606.
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Hacia el año 490 a.C. se construye el templo de Atenea Afaya en la isla de Egina. A pesar de su deficiente estado de conservación, las estatuas que nos han llegado permiten realizar un esquema bastante aproximado de su ubicación en el frontón, existiendo también un dibujo del siglo XIX que sirve para situar a las figuras en el espacio. En este frontón se representan las luchas de los eginetas, dirigidos por Telamón y Ayax, contra los troyanos. Al tratarse de un espacio triangular, las figuras se adaptan a esta superficie. En el centro aparece Palas en pie, presidiendo la escena. A su lado varios guerreros flexionan sus piernas mientras a continuación observamos dos arqueros arrodillados, seguidos de unos lanceros que se agachan aún más. En las esquinas se encuentran los soldados heridos, ubicándose en los ángulos laterales. La gran novedad de este conjunto será el dinamismo existente. El autor se preocupa por la interpretación de las actitudes violentas, interesándose por la musculatura. Sin embargo, aún mantiene rasgos arcaicos como la estereotipada sonrisa de los guerreros moribundos que intentan arrancarse la flecha del pecho.