Indochina era una colonia francesa desde el siglo XIX, compuesta por territorios como Vietnam, Laos y Camboya. Ocupado el territorio por los japoneses durante la II Guerra Mundial, la guerrilla comunista, dirigida por Ho Chi Minh, proclamó el nacimiento de la República Democrática de Vietnam el 2 de septiembre de 1945, paralelamente a la capitulación nipona. La Francia de De Gaulle respondió enviando tropas al mando del general Leclerc para restaurar la soberanía gala sobre el territorio. La guerra comenzó en 1946, y rápidamente la guerrilla logró controlar grandes zonas. La batalla decisiva se produjo el 7 de mayo de 1954 en Diem Bien Phu. En noviembre de 1953 el ejército francés lanzó a sus paracaidistas en Diem Bien Phu, quienes construyeron una gran base, acondicionando una vieja pista de aterrizaje y levantando diversos bastiones a su alrededor. Los franceses contaban con unos 12.000 hombres, más 10 carros de combate y una cincuentena de cañones. Enfrente, la guerrilla vietnamita dispuso tres divisiones de infantería y otras tantas de artillería. Las fuerzas vietnamitas duplicaban a las francesas. Los asaltos del Vietminh se produjeron en oleadas y desde todas las direcciones, castigando siempre a los defensores con un infernal fuego artillero. En el mes marzo cayeron los dos bastiones franceses situados más al norte, así como el oriental. El refuerzo de los paracaidistas franceses apenas pudo impedir que el cerco se estrechara. En abril cayeron tres nuevos bastiones, tornándose la situación desesperada. En la primera semana de mayo sucumbieron los bastiones centrales y, un día más tarde, se hundió el último bastión francés, el situado más al sur. La derrota francesa en Diem Bien Phu forzó a Francia a negociar. Como resultado, Laos y Camboya accedieron a la independencia y Vietnam quedó dividido en una línea de armisticio en el paralelo 17?. El norte quedaba bajo control del Vietminh y el sur bajo el dominio de nacionalistas anticomunistas. Pero a la guerra en Vietnam aún le quedarían nuevos capítulos por escribir.
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En 1940 la guerra se extiende a los Balcanes. Italia lanza un ataque desde Albania sobre Grecia, y Alemania logra la adhesión de Hungría y Rumania, añadiéndose más tarde Eslovaquia, Bulgaria y Yugoslavia. También en 1940 la guerra se traslada a Africa. En junio de ese año Italia entra en el conflicto y lanza desde Libia un ataque sobre Egipto, provocando la contraofensiva inglesa. Alemania envía refuerzos a Libia al mando del general Rommel. Los tanques de Rommel, el Afrika Korps, ganarán la partida a los aliados hasta la gran batalla, que se producirá en El Alamein en 1942. Los efectivos de Rommel eran, el 1 de julio, dos Divisiones Panzer y la 90 Ligera, además de 9 italianas. Aunque en apariencia imponente, en realidad sólo disponía de 50 carros medios, 18.000 hombres y no más de 400 cañones. Las posiciones defensivas británicas comprendían una gran bolsa en El Alamein, más un buen número de tropas en Deir el Shein, Bab el Qattara y Naqb el Dweis. En total, los ingleses contaban con 40.000 hombres, 150 carros medios y unos 800 cañones, además de una aplastante superioridad aérea. El 23 de octubre de 1942, Montgomery lanzó un ataque contra el flanco izquierdo alemán, muy bien defendido por cientos de miles de minas. Los alemanes contestaron, pero fueron incapaces de rechazar a los atacantes. Rommel mandó entonces reforzar las zonas atacadas, lo que dejó expuestas otras áreas de su línea. Montgomery aprovechó la ocasión para lanzar otro ataque el 1 de noviembre. Rommel, corto de provisiones, comenzó a retirarse. Había perdido la batalla. Tras caer en El Alamein, los alemanes en retirada fueron perseguidos por los británicos a lo largo de la costa. El 7 y 8 de noviembre, el desembarco angloamericano en Marruecos y Argelia supuso la pérdida definitiva de Africa para las potencias del Eje. Entretanto se luchaba también en otros frentes. En Asia, la expansión japonesa le había hecho enfrentarse a China. El ataque sorpresa sobre la base americana de Pearl Harbor es el primer paso para conquistar las Filipinas, las Indias Holandesas, Hong Kong, Singapur y Birmania. En respuesta, Estados Unidos y Gran Bretaña le declaran la guerra, contestando el poder japonés desde Australia, Midway y las Hawaii.
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En 1945 la península de Corea, ocupada por Japón, es tomada por la Unión Soviética y los Estados Unidos, quienes fijan el paralelo 38? como línea de separación. Tres años después se retiran soviéticos y americanos y se forman la República de Corea del Sur, apoyada por EEUU, y la República Popular de Corea del Norte, aliada de la URSS y China. En 1950 tropas del Norte cruzan el paralelo 38?. En consecuencia, Corea del Sur pide ayuda a la ONU, quien envía tropas comandadas por EEUU. Ante el empuje norcoreano, el ejército de la ONU retrocede hasta Pusan. En septiembre, las tropas ONU contraatacan con un desembarco en Inchon y avanzan hasta la frontera china, lo que hace a este país entrar abiertamente en el conflicto. Dos meses más tarde se produce la contraofensiva comunista y el retroceso de las tropas de la ONU. El frente se estabiliza en el paralelo 38?. El 8 de junio de 1951 comienzan las conversaciones de paz, mientras la guerra continúa a bajo nivel. El combate más importante se producirá en El Hook. El Hook era una colina de unos 60 metros, defendida por el regimiento inglés Duque de Wellington, que contaba con apoyo artillero. En las laderas se había excavado una compleja red de pozos de tirador y trincheras, ocupadas por los infantes británicos. Enfrente, los chinos desplegaron a su infantería, fuertemente auxiliada por una poderosa artillería. Durante todo el 28 de mayo se produjo un fantástico duelo de artillería en un frente de 900 metros. Al día siguiente comenzó el asalto chino, que fue pulverizando las trincheras y defensas británicas. La colina estaba siendo machacada por 10.000 proyectiles chinos. Con las trincheras prácticamente tomadas por la infantería china, la llegada de refuerzos consiguió no sólo frenar su avance, sino expulsarles de El Hook. La última gran batalla de la Guerra de Corea había terminado. El 27 de julio de 1953 se firmó el armisticio en Panmunjom, que devolvió la frontera a la misma situación que tres años antes. El conflicto coreano, que estuvo a punto de degenerar en una guerra mundial nuclear, será un capítulo más en las guerras del sudeste asiático, cuyo próximo capítulo se escribirá en Vietnam.
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En el frente occidental la guerra se encontraba estancada. En Verdún el número de bajas era terrible, con 315.000 franceses y 281.000 alemanes muertos. Los aliados decidieron poner fin a este pulso inútil lanzando un ataque de distracción. El lugar elegido fue un frente de 30 km al norte del río Somme. Desde Gommecourt hasta Montauban, los batallones aliados se desplegaron codo con codo, agrupados en el 3?, 5? y 4? Ejércitos británicos y el 6? Francés. Enfrente, los alemanes contaban con el poderoso 2? Ejército de von Below. Los británicos lanzaron un feroz ataque, que, el primer día, el 1? de julio de 1916, se saldó con 58.000 bajas. Los combates más encarnizados se produjeron en Montauban. Montauban se encontraba defendida por cuatro líneas defensivas alemanas, bien parapetadas. Enfrente, los aliados británicos y franceses dispusieron dos líneas de ataque con lo más granado de sus batallones. La ofensiva comenzó con una fuerte preparación artillera. Por el flanco izquierdo aliado, pronto los franceses tomaron las ruinas de Mametz. Todas las líneas aliadas avanzaron en masa, luchando cuerpo a cuerpo con las defensas alemanas, que no tenían más remedio que retroceder. El potente ataque lanzado por la 30 División británica consiguió tomar la línea defensiva alemana y avanzar 900 metros hasta Montauban, que fue ocupada a las 10,30 horas. Los éxitos aliados, sin embargo, apenas produjeron frutos. Tras varios meses de combates, las primeras nevadas de noviembre precipitaron el fin de la ofensiva. A cambio de escasos avances de no más de 12 kilómetros, los británicos tuvieron 420.000 bajas, los franceses 200.000 y los alemanes en torno al medio millón. La batalla del Somme no había valido para nada.
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El 9 de enero del 49 César, procedente de las Galias, tomaba la grave decisión de cruzar el Rubicón, riachuelo que marcaba el límite de su jurisdicción. En poco tiempo conquista Roma y toda la península itálica. Pompeyo y parte de los senadores huyen a Grecia. César se dirige entonces a Hispania, venciendo a los partidarios de Pompeyo en Ilerda. Tras regresar a Roma, se encamina a Epiro donde, después de un primer revés en Dyrrhachium, se encaminó hacia Farsalia. Allí se producirá la gran batalla entre Pompeyo y César. Pompeyo erigió su campamento entre el monte Dogandzis y el río Eunipeo. Formó después una línea de once legiones bastante completas, además de siete cohortes que dejó en el campamento y en la línea fortificada que iba de éste al río. A los flancos situó a las tropas auxiliares y, en su izquierda, a su impresionante caballería. En total, eran unos 66.000 hombres. César contaba con la mitad de efectivos, divididos en nueve legiones incompletas. A la izquierda situó a los auxiliares, mientras que en la derecha dejó a la caballería y a ocho cohortes ocultas. La caballería de Pompeyo se lanzó sobre la de César. Éste respondió enviando a sus legiones hacia delante. Astutamente, la caballería cesariana se replegó a través de la línea de ocho cohortes, quienes cierran después filas formando una sola línea de combate. Detrás de ella se reagrupó la caballería de César. Mientras las ocho cohortes atacan a la caballería de Pompeyo, la de César toma posiciones en el flanco. El empuje de las cohortes de César obliga a la caballería enemiga a huir, atropellando a su propia infantería ligera. Simultáneamente, se produce el colapso de las legiones pompeyanas, que huyen hacia su campamento en completo desorden. En tan sólo dos horas, César ha ganado la batalla y capturado a 20.000 prisioneros. Pompeyo huye a Egipto, adonde se dirige César en una persecución implacable. Asesinado Pompeyo, prosiguen la contienda sus descendientes, siendo derrotados por César en Alejandría, Zela y Tapso. De vuelta a Roma, es nombrado dictador por diez años.
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En su ya larga expedición, Alejandro hará caer a Tiro, Samaria y Gaza bajo sus pies. Pronto se dirige hacia Egipto. Tras fundar Alejandría marcha al oasis de Siwa, donde es proclamado por los sacerdotes como "hijo de Amón". Alejandro no se demoró mucho en Egipto, sino que retrocedió sobre sus pasos para llegar a las costas fenicias, desde donde partió hacia Mesopotamia en el verano del año 331 a.C. Habiendo dejado atrás el Éufrates y después de atravesar el río Tigris, se encontró en Gaugamela con el ejército de Darío, en la que sería la batalla definitiva. Esta vez Darío no quiere sorpresas, así que llega al escenario de la batalla con antelación. Como siempre, dispone a su caballería en los flancos, con la infantería pesada en el centro y la retaguardia. Además cuenta con más de 50 carros de guerra con hoces en las ruedas y unos 15 elefantes. Darío sigue la costumbre persa y vuelve a colocarse en el centro de su ejército. Los macedonios forman de manera habitual. Como es norma, Alejandro se coloca en el ala derecha, comandando la caballería y cerca de la infantería ligera, dejando el grueso de la infantería pesada en la izquierda. Alejandro se lanza al ataque en diagonal y el ala izquierda persa se defiende como puede. Simultáneamente los carros persas se lanzan velozmente sobre los macedonios. Muchos de los conductores perecen por las flechas de los arqueros; el resto pasa de largo al abrirse la infantería macedonia. Esta estrategia se complementa con una segunda línea de infantería pesada que recibe a los carros, a la vez que la primera línea da media vuelta y los ataca por la retaguardia rodeándolos. Abriendo brecha entre las líneas persas, la caballería de Alejandro consigue introducirse en cuña en busca de Darío. Como en Issos, el rey persa se encuentra atascado y sin posibilidad de maniobrar. También como en Issos, no le queda más remedio que huir, produciendo la desbandada de los suyos. La victoria macedonia en Gaugamela es definitiva. Alejandro se encuentra en la cumbre de su poder. Ahora tiene el camino expedito para avanzar hacia el corazón mismo de su enemigo, el debilitado imperio persa.
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Caído el imperio almohade, el último reducto musulmán de la Península es el reino nazarí de Granada, fundado en 1238. Por parte cristiana, Castilla se configura como el reino más poderoso y el mayor enemigo de los nazaríes, mientras Portugal, Navarra y Aragón buscarán objetivos distintos. Desde el principio, el reino de Granada fue un objetivo cristiano. La batalla del Salado, en 1340, supuso un primer revés para los granadinos. La alianza de los reinos de Castilla y Aragón mediante el matrimonio de los Reyes Católicos propició el asalto definitivo sobre el Reino de Granada. El hostigamiento a los nazaríes se produjo en varios frentes. Por mar, fueron atacadas plazas como Marbella, Málaga o Almería. Por tierra, desde Marchena, Córdoba o Ubeda salieron distintas expediciones de conquista. Los ataques nazaríes sobre Tarifa, Utrera o Lucena no evitaron el progresivo debilitamiento del reino del reino. La caída de la capital, Granada, era sólo cuestión de tiempo. En 1491 comenzó el asedio a la ciudad de Granada, que duró casi un año. Tras el incendio del campamento cristiano se reforzó el sitio con la construcción de una ciudad militar, Santa Fe, como centro de operaciones. 50.000 combatientes impusieron un severo cerco alrededor de la ciudad de Granada. Los granadinos, impotentes, realizaron diversas incursiones en campo abierto, que fueron rechazadas por los cristianos. El hambre y las enfermedades minaron su resistencia. Finalmente, la ciudad se rindió el 2 de enero de 1492. La caída del reino de Granada conllevó el destierro para su rey, Boabdil, a quien se concedió el dominio de las Alpujarras. Boabdil se instaló con su familia en Andarax, hoy Laujar, donde vivirá un año. Posteriormente embarcó en Adra con destino a Africa, muriendo en 1493.
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Cuando Alejandro consigue imponer la paz en Grecia emprende la conquista de Asia. Con un ejército de unos 40.000 hombres, Alejandro atravesó el Helesponto en la primavera del año 334 a.C. El primer objetivo es liberar a las ciudades griegas de Asia Menor, pero antes deberá enfrentarse a las tropas persas junto al río Gránico. Frente a frente, a ambos lados del Gránico se dispusieron ambos ejércitos. El ejército persa, unos 20.000 hombres, ocupaba un frente de unos 1.500 metros a lo largo de la ribera del río, colocando su caballería en primera línea. La falange griega mercenaria fue situada más atrás, en reserva. Alejandro, por su parte, puso en su ala izquierda a la caballería, dirigida por Parmenio; a sus falanges en el centro y a la infantería, la caballería pesada y arqueros e infantes ligeros en la derecha. En total sumaban unos 18.000 hombres. El ataque comenzó por el flanco derecho macedonio. Unos 3.000 hombres se lanzaron al río y atacaron el centro-izquierda persa, desordenando las líneas enemigas a costa de numerosas bajas. En ese momento Alejandro lanzó su golpe de martillo: junto con el grueso de la caballería pesada, los Compañeros, avanzó en oblicuo hacia su derecha, rechazando a la caballería persa, hasta que toda el ala derecha macedonia se asentó solidamente al otro lado del río. Fue entonces cuando la falange macedonia comenzó a avanzar sobre el centro persa, como un inmenso erizo lleno de puntas. La presión por ambos lados fue suficiente para que la caballería persa se retirara en desorden. Sólo quedaban los mercenarios griegos, quienes se vieron rodeados por los macedonios, con la falange al frente y la caballería a sus espaldas. En muy poco tiempo fueron masacrados. Alejandro había logrado su primera victoria. La victoria en el Gránico permitió a Alejandro continuar su avance, conquistando ciudades como Mileto o Halicarnaso. Desde Gordion, donde cortará el famoso nudo, sus tropas se pondrán en marcha hacia la costa fenicia, como paso previo hacia el corazón del Imperio persa. A través de Capadocia dirigió su ejército hacia Siria, alcanzando la región en de Cilicia la ciudad de Tarso, donde se vio retenido por una enfermedad.
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La reconquista de Edesa en el año 1144 provocará la Segunda Cruzada, entre 1148 y 1151. Desde París, las tropas cruzadas se dirigirán a Constantinopla, donde se separan para encaminarse a Tierra Santa. Ambos ejércitos serán derrotados, en Dorileo y Laodicea. Unificadas sus fuerzas en Jerusalén en 1148, desde allí organizaron sendas campañas contra Ascalón y Damasco, que acabaron en fracaso. Cuatro décadas más tarde se produjo un nuevo enfrentamiento. Un poderoso soberano musulmán ha surgido en la zona, Saladino. Éste reunifica el Islam bajo el sultanato de Bagdad y domina un área que va desde Damasco hasta El Cairo. La gran batalla con los cristianos se producirá en 1187, en los campos de Hattin. Saladino había conseguido reunir un formidable ejército compuesto por más de 30.000 hombres, 12.000 de ellos de caballería, más un número indeterminado de voluntarios. El 2 de julio tomó la ciudad de Tiberias. Ante este hecho, los cristianos enviaron desde Acre a sus mejores guerreros en dirección a Tiberias. Tan pronto Saladino se enteró de la marcha de los cristianos, mandó al grueso de su ejército al campamento de Cafarsset para cortarles el paso. Una vez que el ejército cristiano avanzó, los musulmanes lanzaron su ataque. Acosados, los cristianos se encaminaron a los altos de Hattin. El ejército musulmán cercó entonces a las fuerzas cristianas, dejándoles montar su campamento defensivo, pues el lugar carecía totalmente de agua. Al día siguiente, los cristianos, agotados y sedientos, intentaron desesperadamente llegar a Hattin, pero Saladino les rodeó, bloqueando el apoyo de la caballería. La infantería, presa de pánico, intentó regresar a los Altos de Hattin pero, nuevamente, Saladino les cortó la retirada. La caballería templaria, encargada de la retaguardia, cayó tras una resistencia encarnizada. Todos fueron muertos o esclavizados, salvo un pequeño grupo de soldados, quienes pudieron cruzar las líneas enemigas y escapar. La derrota de Hattin dejó a Saladino libre el camino de Jerusalén. Rodeada la ciudad, cayó en 1187. Lo que quedaba del reino se trasladó a la franja costera, instalándose en Acre la capital y la corte de un rey cada vez más débil.