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Personaje Pintor
Hijo del poeta escocés del mismo nombre, inició sus estudios artísticos en la Academy of Saint Luke de Edimburgo pero pronto se trasladó a Londres. En 1736 viaja por vez primera a Italia, visitando Roma y Nápoles donde trabajará con Imperiali y Solimena, respectivamente, también asistiendo a la Academia Francesa. Dos años después regresó a Londres para establecerse como exitoso retratista. En los veranos regresaba a Escocia y en una de esas visitas conoció a su esposa, Margaret Lindsay, viajando de nuevo a Italia en 1754 para realizar en Roma dibujos y acuarelas de monumentos antiguos, familiarizándose en esta época con la obra de artistas como Nattier, Van Loo o Quentin de la Tour. En 1757 regresó a Londres, rivalizando con Reynolds. Tras el acceso al trono de Jorge III en 1760 será Ramsay quien consiga el cargo de pintor oficial. A finales de esta década de 1760 abandonará la pintura debido a una lesión y se dedicará a la arqueología y a la literatura.
Personaje Militar Político
Ramsés I es el fundador de la Dinastía XIX al ser nombrado faraón por Horemheb, por no disponer éste de descendencia. Desconocemos la existencia de vínculos familiares entre ambos personajes, aunque no podemos afirmar que no existieran. Ramsés I era miembro de una poderosa familia posiblemente originaria de Tanis. Su padre se llamaba Sethi y había hecho carrera como militar, llegando a alcanzar el título de jefe de arqueros. Ramsés sucederá a su padre en el cargo, poniéndose en contacto desde ese momento con Horemheb, quien le colmará de honores y nombramientos, llegando a visir. El nombramiento de Ramsés I como faraón se produjo cuando ya tenía una edad avanzada, por lo que su reinado sólo duró un año y cuatro meses. En este breve espacio de tiempo apenas tuvo oportunidad de establecer una política exterior propia ni edificar ningún monumento, pero sí es destacable que el cambio de dinastía no provocó ningún disturbio.
Personaje
<p>El reinado de Ramsés II posiblemente sea el más prestigioso de la historia egipcia tanto en el aspecto económico, administrativo, cultural o militar. No en balde fue el vencedor de la batalla de Qadesh, siempre según las fuentes egipcias. Ramsés nace hacia el año 1326 a.C., accede al trono imperial hacia 1301 a.C. y muere alrededor de 1234 a.C. por lo que se trata también de uno de los reinados más largos. Gobernó sobre un mundo en plena transformación lo que hace más interesante este momento histórico. Su abuelo es el faraón Ramsés I, general del ejército y visir, elegido rey de Egipto por Horemheb al no tener éste descendencia. Su padre fue Sethi I, maestro político y militar, siendo su madre la reina Tui, miembro de una ilustre familia de militares. Ramsés II pasó su infancia en Luxor en compañía de sus dos hermanos y sus dos hermanas. Desde pequeño fue educado para heredar la doble corona; un preceptor le enseñaría a escribir e interpretar las imágenes escritas (leer), a conocer los astros, matemáticas y geometría rudimentarias así como profundizar en materia religiosa. Hacia los diez años fue nombrado heredero y comandante en jefe del ejército como primogénito que era; desde ese momento tuvo un harén a su disposición y acompañó a las tropas en algunas campañas contra los hititas y los libios. A los 16 años fue asociado al trono imperial por Sethi, continuando con su educación política. El visir de Sethi, Paser, posiblemente participó en esta educación, manteniéndose durante veinte años en el cargo tras el fallecimiento de Sethi. Por estas fechas Ramsés participaría en la supervisión de las construcciones de Abidos, iniciándose su afición a las edificaciones. Su primera esposa será una joven de noble familia llamada Nefertari. Tenía 17 años Ramsés cuando casó por primera vez; fruto de este matrimonio nació su hijo primogénito llamado Amonherunemef. Paralelamente tomó una segunda esposa, Isetnefret, quien también le dio un hijo llamado Ramsés. Las dos mujeres continuaron procreando, asegurándose así el futuro de la dinastía. La tercera esposa será Hentmire, la propia hermana de Ramsés, siguiendo la tradición faraónica para conservar la pureza de la sangre. Como cuarta esposa eligió a su propia hija, Merytamón, fruto de su matrimonio con Nefertari, casándose también con una de las hijas de Isetnefret, Bentanat. A finales del mes de junio del año 1301 a.C. fallece Seti I y Ramsés II sube al trono como rey del Alto y Bajo Egipto y Sol de los Nueve Arcos. Tenía 25 años. Sus primeros esfuerzos están encaminados a mantener la paz interior alcanzada en los reinados anteriores, manifestando a los sacerdotes de Amón su deseo de ejercer todos los poderes, evitando en la medida de lo posible influencias del poderoso clero. Para ello elegirá como sumo sacerdote a Nebumenef, persona de su absoluta confianza. Desde ese momento pondrá en marcha un faraónico plan para recuperar las fronteras del Imperio en la época de los Tutmosis y asegurar la paz interior, al tiempo que iniciaba su programa constructivo, símbolo evidente de poder en la época. Ordenó la construcción de un gran templo en Luxor consagrado a Amón-Ra, formando un conjunto con el construido por Amenhotep. También inició la edificación del Ramesseum, en la colina de Sheij abd el Gurnah, junto al que se levantaría un palacio donde supervisar las obras. Para llevar a cabo estas empresas arquitectónicas era necesario un abundante flujo de oro, procedente en su mayoría de la zona sur del país. Uno de los problemas con los que contaba esta vía aurífera era la escasez de zonas de avituallamiento, especialmente de agua, dedicándose Ramsés a la perforación de pozos para solucionar el problema hidráulico. De esta manera pudo aumentar la llegada de oro para mantener su programa arquitectónico, con el que se congratulaba con los dioses. La recuperación del antiguo imperio provocaría el enfrentamiento con Muwattali, rey de Hatti, conflicto que se prolongaría por un periodo de 17 años. Con el objetivo de concentrar todas sus fuerzas en este frente, Ramsés se apresuró en instaurar con firmeza su hegemonía en Libia y Nubia. En el cuarto año de su reinado inició la expedición contra los hititas, llegando hasta Biblos con el fin de establecer bases marítimas de avituallamiento. Mientras Muwattali había establecido una alianza con los príncipes del Asia Menor y Siria para enfrentarse a los egipcios. El enfrentamiento de ambos ejércitos será en Qadesh, desarrollándose una importantes batalla (hacia 1295 a.C.). La batalla no tiene un vencedor claro, aunque Ramsés II se autoproclamó como el gran triunfador, según se desprende de las inscripciones encontradas en los templos de Luxor, Karnak y Abidos. La reacción de Muwattali será establecer una poderosa alianza contra Egipto, involucrando especialmente a Benteshina de Amurru, tradicional aliado egipcio. Durante doce años Ramsés se dedicará a reconquistar el imperio asiático y africano. Las revueltas de Canaan, Moab y Edom fueron rápidamente sofocadas, recuperando Egipto la soberanía sobre estos lugares, logrando preservar el imperio asiático hasta el río Orontes. El siguiente paso dado por Ramsés será aprovechar el momento de debilidad de los hititas, tras el fallecimiento de Muwattali y el enfrentamiento sucesorio entre Mursil y Hattusil. Ramsés atravesó Canaan, tomando el puerto de Ascalón y la ciudad de Jaffa. Reafirmó el control sobre los puertos fenicios del Mediterráneo y penetró en la zona sur de Siria, tomando la ciudadela de Dapur, en el reino de Amurru. Tras asentar en cada una de las plazas tomadas una potente guarnición armada, Ramsés decidió ocuparse de sus posesiones en Africa. Estableció una serie de colonias en las costas de Libia y construyó un amplio frente de fortalezas con el fin de tener vigilada a la población y evitar revueltas. En el décimo año de reinado surgen nuevos incidentes en Asia por lo que Ramsés vuelve hacia Fenicia, recuperando algunas plazas que habían caído bajo soberanía hitita. Para evitar entrar en un conflicto mayor, Ramsés regresó a su capital, para vivir un breve periodo de paz y prosperidad económica. Tras algunos años de tensa paz en Asia, surge un nuevo conflicto entre Egipto y Hatti. Babilonia se alía con los hititas y rompe relaciones con Egipto. Ramsés se colocó de nuevo al frente del ejército y partió en dirección al sur de Siria donde tuvieron lugar duros enfrentamientos que se decantaron del lado egipcio. La solución a estas constantes luchas vendrá de la mano de un tratado de paz firmado entre Ramsés II de Egipto y Hattusil de Hatti (hacia 1280 a. C.), uno de los mayores éxitos del reinado, inaugurando un periodo de paz y prosperidad económica y Cultural. La frontera de ambos países quedaba limitada por el Orontes, mientras Hatti mantenía su soberanía sobre Qadesh y Amurru y Egipto dominaba los puertos fenicios. El tratado incluía ayuda militar recíproca, asumiendo la lucha contra enemigos comunes. Desde ese momento, Ramsés dedicará su tiempo al mantenimiento de su Imperio, un imperio que abarcaba desde Sudán en el sur hasta el Mediterráneo en el norte, desde Libia en el oeste hasta el Orontes en el este. La supremacía de este amplio territorio estaría en Egipto y en manos de su faraón. Para controlar todo este territorio ordenó la construcción de una nueva ciudad llamada Per-Ramsés en la región de Tanis, en el delta del Nilo, y la convirtió en la capital del Imperio al tiempo que se engrandecía y embellecía Menfis gracias a la labor llevada a cabo por Jaemuaset, segundo de los hijos de Isetnefret. Tebas quedaba así alejada del poder político. De esta manera se pretendía alejar del gobierno del país, en la medida de lo posible, a los pretensiosos sacerdotes de Amón, cuyo centro de poder era la ciudad de Tebas. Otra de las importantes empresas llevadas a cabo por Ramsés será la construcción de dos templos excavados en la roca de Abu-Simbel: uno dedicado a Ptah, Ptahtatenen, Hathor y el propio Ramsés mientras que el otro se dedica a Hathor y Nefertari. Con el fin de mantener la paz entre Egipto y el reino de Hatti, Ramsés contraerá matrimonio con una princesa hitita a finales del año 33 de su reinado. Ya había celebrado sus dos primeros jubileos, fiesta que se realizaba después de 30 años de reinado y posteriormente cada tres, llegando a celebrar hasta 11 jubileos. La primogénita del rey Hattusil se convertía en la quinta Gran Esposa Real con el nombre de Mathorneferure, al margen de las numerosas concubinas que tenía el faraón, hablando algunas fuentes del nacimiento de más cien hijos en el harén de Ramsés. El matrimonio con la hija de Hattusil sirvió para fortalecer la paz, impulsando el comercio y las relaciones culturales entre ambos países. Con el fin de reforzar la amistad entre Hatti y Egipto, Hattusil ofreció otra segunda hija en matrimonio a Ramsés, convirtiéndose ésta en una concubina. El periodo de paz será aprovechado por Ramsés para favorecer la prosperidad económica y cultural de Egipto, al tiempo que estrechaba la vigilancia sobre los instrumentos de gobierno de su reino. Para ello se rodeó de un amplio grupo de estrechos colaboradores, miembros de las familias más cercanas a su persona, creando una élite burocrática. En los últimos años de su reinado, Ramsés pudo apreciar como se iniciaban las presiones de los pueblos procedentes de Europa, pueblos que llegarán a tomar Egipto en el año 1200 a. C. Dentro de estos movimientos demográficos encontramos la huida de la población judía de Egipto, liderada por Aarón y Moisés. Tras 67 años de reinado y a la edad de 92 años, Ramsés II fallecía a causa, según el egiptólogo Esteban Llagostera, de una caries del maxilar inferior que le provocó una infección sanguínea definitiva. En el trono de Egipto dejó a su hijo Mineptah, fruto del matrimonio con Isetnefret, nombrado heredero tras el fallecimiento de algunos de sus hermanos mayores.</p>
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La historia del hombre es un largo camino que se remonta a muchos cientos de miles de años. Desde el surgimiento en Africa de los primeros homínidos hasta el ser humano de nuestro tiempo, se ha producido una larga evolución en la que el hombre no sólo ha visto modificados sus rasgos físicos sino, lo que es más importante, ha aprendido a desarrollar aptitudes cada vez más eficaces, mejor adaptadas a los distintos medios que ha conocido, más útiles para su supervivencia y desarrollo. Desde Africa, el ser humano se expande por nuevos territorios, como Asia y Europa, un proceso largo e imparable que dura millones de años y a través del cual intensifica sus conocimientos técnicos y artísticos. Hace aproximadamente unos 10.000 años, en las ricas y fértiles llanuras del Antiguo Oriente Medio y Mesopotamia se produjo la transición fundamental desde las formas de vida basadas en la caza y la recolección hacia la agricultura. En este periodo, llamado revolución neolítica, los pequeños grupos nómadas que viven de la caza, la pesca y la recogida de frutos y semillas silvestres comienzan a experimentar con nuevas formas de subsistencia, a conocer el ciclo de las plantas y a domesticar animales, un proceso acumulativo que está en el origen de la civilización. Muy probablemente, la mejora de las condiciones de vida gracias al control sobre la producción de plantas y animales produjo fuertes incrementos de población en las zonas más fértiles, fundamentalmente las irrigadas por grandes caudales de agua como el Tigris y el Eufrates en Mesopotamia, el Nilo en Africa o el Yang-Tse en China. Consecuencia de la agricultura y la ganadería fue la sedentarización, la creación de poblados estables y con ello el nacimiento de las primeras comunidades. La vida sedentaria y el conocimiento de nuevos técnicas y actividades, como la piedra pulimentada, la cerámica, la metalurgia o el comercio, sientan las bases de la organización social, dando así origen al poblado y más tarde a la comunidad urbana. Corresponde a Mesopotamia el honor de ser uno de los primeros lugares, si no el único, donde por primera vez son levantados templos y ciudades, donde primero se trabajó el metal, donde apareció la escritura y donde surgieron los primeros grandes reinos e imperios. Los sumerios, el imperio acadio, el grandioso estado de Ur o los míticos asirios preparan culturalmente el terreno para la que será una de las más grandes civilizaciones de la Historia universal, la egipcia. Hacia el 3100 a.C., Narmer logra unificar el Alto y Bajo Egipto en un solar corona, dando comienzo una historia de 3.000 años. La primera etapa, entre los siglos XXVII y XXII a.C., es conocida como Imperio Antiguo, y en ella se establecen las bases para la construcción de un país próspero, lo que permite el asentamiento de los faraones y la construcción de las gigantescas pirámides, como las de Saqqara o Gizeh. El segundo gran periodo en importancia es el Imperio Medio, que se desarrolla entre los siglos XXI y XVIII a.C. Mentuhotep fue su primer faraón, logrando reunificar Egipto tras la caída del Imperio Antiguo y el periodo de agitación que le siguió. Otros faraones de este periodo emprendieron expediciones comerciales y militares, consiguiendo conquistar Nubia. Este periodo de tranquilidad declinó finalmente con la invasión de los hicsos. Durante el Imperio Medio, entre los siglos XVI y XI a.C., la capital se traslada a Tebas, cuyos templos son ampliados y reformados. Unos cuantos faraones guerreros llevaron a cabo importantes conquistas, construyendo un imperio que se extendía entre Nubia y Siria. Los faraones, sus esposas y los nobles se hicieron enterrar en tumbas bellísimamente decoradas, excavadas en las rocas del valle de los Reyes o el de las Reinas. El más poderoso de todos los faraones, Ramsés II, fue el responsable de la erección de muchos monumentos, como el templo de Abu Simbel. Otro acontecimiento importante del Imperio Nuevo tendrá como protagonista a un faraón, Amenofis IV, que proclamará una herejía al declarar como dios único al dios solar Atón y cambiar su nombre por el de Akenatón, desplazando la capital a el-Amarna en claro desafío al poderoso clero tebano. Tras su muerte, Tutankamón abole el culto y devuelve la capital a Tebas. El esplendor del Imperio Nuevo toca a su fin cuando Egipto fue invadido por pueblos extranjeros como los persas, los griegos y, más tarde, los romanos, que gobernaron hasta el siglo VII d.C. En el antiguo Egipto, la tierra y el río estaban inextricablemente unidas, ya que sin la crecida anual que regaba y fertilizaba el suelo no hubiera podido existir una economía próspera. La población del antiguo Egipto vivía agrupada en las muchas ciudades que fueron desarrollándose, a intervalos regulares, a lo largo del Nilo, aprovechando las fértiles llanuras que dejaban sus crecidas. También habitaron los egipcios en multitud de pequeños pueblos que se fueron apiñando en las proximidades de los centros urbanos, atraídos por los servicios que éstos les brindaban. Las más importantes fueron las ciudades reales, las elegidas por los faraones para que fueran su capital y centro gubernamental de la nación. A lo largo de la historia de Egipto disfrutaron sucesivamente de este honor diversas ciudades, como Menfis, Tebas, El-Amarna, Pi-Ramese, Tanis, Bubastis, Xais o Alejandría. Los egipcios adoraban a cerca de un centenar de dioses. Algunos eran exclusivos de un solo lugar, mientras que otros eran venerados en todo el país. Los dioses solían ser identificados con un animal, siendo representados mitad hombre, mitad animal. También eran numerosos los mitos relacionados con los dioses y el origen del mundo, así como la creencia en una vida tras la muerte, para la que el cuerpo debía ser conservado eternamente. La morada del difunto recibirá un cuidado especial, haciéndose construir los faraones suntuosas residencias para la otra vida, como las monumentales pirámides. Muchas de éstas estaban rodeadas por un recinto amurallado y contaban con una larga rampa que la comunicaba con el templo del valle, así como diversas estructuras, vestíbulos y patios con columnas. Los restos de esta civilización milenaria han atraído y despertado la curiosidad de generaciones de estudiosos y aventureros, deseosos por desentrañar sus misterios, que han sido guardados celosamente de las miradas indiscretas. Pero lo más sorprendente de este antiguo país, el verdadero significado de su cultura, no es lo poco conocido, sino lo mucho que permanece aún sin descifrar. Quizás sólo el tiempo pueda ayudar a desvelar el misterio de la tierra de los faraones.
Personaje Político
Ramsés III es el último de los grandes faraones de Egipto. Hijo de Sethnakht y casado con la reina Isis, continuó la brillante labor iniciada por su padre años antes, con el objetivo de poner fin a los momentos de anarquía recientemente vividos a la muerte de Ramsés-Siptah. Su papel como reorganizador de la administración será destacable, toda vez que la paz y el restablecimiento del culto ya se habían encaminado. Esta reforma viene determinada por la división administrativa en clases: funcionarios palaciegos, funcionarios provinciales, militares y trabajadores. La economía del país se recuperó rápidamente gracias a la masiva llegada de tributos procedentes de las provincias asiáticas y nubias. El comercio exterior entró en una etapa de plena vitalidad, llegando a tierras egipcias elegantes y caros productos que eran muy demandados por la sociedad, especialmente desde el país de Punt. Este desarrollo económico motivará la recuperación de la fiebre constructiva, levantándose nuevos templos, y enriqueciéndose los santuarios. Una vez llevada a cabo esta labor reformadora, Ramsés III se marcó como objetivo alcanzar la preponderancia de Egipto en la política exterior de su tiempo. La complicada situación que se vivía en Asia exigía una contundente respuesta por parte egipcia. Los pueblos del mar habían acabado con el reino hitita, ocupando también Chipre y el país de Naharina. La provincia egipcia de Palestina recibía continuas amenazas de estos invasores que podían extenderse al mismo Egipto. La frontera libia también era peligrosa tras una reorganización de los pueblos nómadas que habitaban en esa zona. La zona del Delta había recibido una creciente inmigración atraída por una vida menos complicada. Durante los primeros años de su reinado, Ramsés III tuvo que hacer frente a dos grupos de indoeuropeos que se dirigían hacia el Delta. El faraón y su ejército obtuvieron una contundente victoria, eliminando a la flota enemiga. Una vez suprimido este peligro, Ramsés se dirigió hacia Libia donde se había producido una revuelta, posiblemente motivada por la imposición egipcia de un príncipe educado en tierras del Nilo. Las tropas libias serán derrotadas, obteniendo el faraón una gran cantidad de prisioneros. En el año octavo de reinado Ramsés se dirige hacia Asia para hacer frente a los pueblos del mar. Se produjo una batalla naval en la desembocadura del Nilo, siendo aniquilada la flota enemiga. El fortalecimiento de la frontera palestina fue suficiente para evitar la temible invasión de pueblos del mar, invasión de la que difícilmente se hubiera recuperado Egipto, corriendo la misma suerte que el Imperio Hitita. La retirada de los pueblos del mar animó a Ramsés a retomar la colonización asiática emprendida por sus antecesores. Siria es recuperada en parte, tomando cuatro ciudades fortificadas, llegando, posiblemente, hasta la región del Eufrates. Pero la alegría por la victoria durará bastante poco ya que algunos años después de estos hechos, las tierras de Canaán se perderán definitivamente. La presión de los libios, deseosos de asentarse en territorio egipcio, provocará un nuevo conflicto en la frontera occidental. En el año 11 del reinado de Ramsés el ejército libio avanzó hacia Menfis. En las cercanías de la ciudad se produjo la batalla, obteniendo el faraón nuevamente la victoria. Los prisioneros fueron numerosos, convirtiéndose en esclavos de los templos. Durante los últimos años de Ramsés III reina la paz y la prosperidad en el país. Sin embargo, esta tranquilidad se verá frustrada por los complots que se viven en el periodo final de la vida del faraón. Uno de sus visires intentó acabar con su vida en Athribis, consiguiendo Ramsés escapar sano y salvo. Una de las esposas del faraón intentará de nuevo el magnicidio al ver como su hijo, llamado Pentaur, era apartado de la línea de sucesión. A pesar de contar con el apoyo de dos altos funcionarios reales, el complot parece que fracasó. Poco tiempo después falleció Ramsés III, dejando el poderío de Egipto con una gran debilidad.
Personaje Político
El reinado del hijo de Ramsés III es muy poco conocido. Sabemos que reinó seis años y que realizó una campaña en el Sinaí, del que ha quedado un grafito. Le sucederá Ramsés V.
Personaje Político
<p>Entre Ramsés V y Ramsés IX se suceden tres faraones de breve reinado, también llamados Ramsés. Los documentos en estos años son muy escasos, recuperándose ciertas fuentes en época del IX Ramsés, procedentes fundamentalmente de la ciudad de Deir el-Medinah. Allí vivían los trabajadores de las tumbas reales. En estos años se vivirán momentos de necesidad debido a las malas cosechas. El precio del trigo subió considerablemente, llegando a una situación de hambruna. Quizá la crisis económica motivó que en los últimos años del reinado de Ramsés IX se produjeran las primeras violaciones de tumbas reales. Los ladrones violaron las de Sethi I y Ramsés II sin que la justicia castigara de manera ejemplar a algunos de los culpables.</p>
Personaje Político
Hijo de Ramsés IV, gobernará Egipto durante unos cuatro años. En este momento se inicia la decadencia del Imperio Nuevo, apreciándose la separación de las provincias asiáticas. El flujo de impuestos es cada vez menor por lo que el tesoro real está casi vació. Sólo Nubia permanecía fiel a Egipto, si bien los oasis occidentales iban poblándose con un mayor número de extranjeros.