Ramsés II La tierra de los faraones

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Datos principales


Personaje relacionado

Ramsés II

Monumento relacionado

Pirámide de Kheops

Lugar relacionado

El Cairo

Desarrollo


La historia del hombre es un largo camino que se remonta a muchos cientos de miles de años. Desde el surgimiento en Africa de los primeros homínidos hasta el ser humano de nuestro tiempo, se ha producido una larga evolución en la que el hombre no sólo ha visto modificados sus rasgos físicos sino, lo que es más importante, ha aprendido a desarrollar aptitudes cada vez más eficaces, mejor adaptadas a los distintos medios que ha conocido, más útiles para su supervivencia y desarrollo. Desde Africa, el ser humano se expande por nuevos territorios, como Asia y Europa, un proceso largo e imparable que dura millones de años y a través del cual intensifica sus conocimientos técnicos y artísticos. Hace aproximadamente unos 10.000 años, en las ricas y fértiles llanuras del Antiguo Oriente Medio y Mesopotamia se produjo la transición fundamental desde las formas de vida basadas en la caza y la recolección hacia la agricultura. En este periodo, llamado revolución neolítica, los pequeños grupos nómadas que viven de la caza, la pesca y la recogida de frutos y semillas silvestres comienzan a experimentar con nuevas formas de subsistencia, a conocer el ciclo de las plantas y a domesticar animales, un proceso acumulativo que está en el origen de la civilización. Muy probablemente, la mejora de las condiciones de vida gracias al control sobre la producción de plantas y animales produjo fuertes incrementos de población en las zonas más fértiles, fundamentalmente las irrigadas por grandes caudales de agua como el Tigris y el Eufrates en Mesopotamia, el Nilo en Africa o el Yang-Tse en China.

Consecuencia de la agricultura y la ganadería fue la sedentarización, la creación de poblados estables y con ello el nacimiento de las primeras comunidades. La vida sedentaria y el conocimiento de nuevos técnicas y actividades, como la piedra pulimentada, la cerámica, la metalurgia o el comercio, sientan las bases de la organización social, dando así origen al poblado y más tarde a la comunidad urbana. Corresponde a Mesopotamia el honor de ser uno de los primeros lugares, si no el único, donde por primera vez son levantados templos y ciudades, donde primero se trabajó el metal, donde apareció la escritura y donde surgieron los primeros grandes reinos e imperios. Los sumerios, el imperio acadio, el grandioso estado de Ur o los míticos asirios preparan culturalmente el terreno para la que será una de las más grandes civilizaciones de la Historia universal, la egipcia. Hacia el 3100 a.C., Narmer logra unificar el Alto y Bajo Egipto en un solar corona, dando comienzo una historia de 3.000 años. La primera etapa, entre los siglos XXVII y XXII a.C., es conocida como Imperio Antiguo, y en ella se establecen las bases para la construcción de un país próspero, lo que permite el asentamiento de los faraones y la construcción de las gigantescas pirámides, como las de Saqqara o Gizeh. El segundo gran periodo en importancia es el Imperio Medio, que se desarrolla entre los siglos XXI y XVIII a.C. Mentuhotep fue su primer faraón, logrando reunificar Egipto tras la caída del Imperio Antiguo y el periodo de agitación que le siguió.

Otros faraones de este periodo emprendieron expediciones comerciales y militares, consiguiendo conquistar Nubia. Este periodo de tranquilidad declinó finalmente con la invasión de los hicsos. Durante el Imperio Medio, entre los siglos XVI y XI a.C., la capital se traslada a Tebas, cuyos templos son ampliados y reformados. Unos cuantos faraones guerreros llevaron a cabo importantes conquistas, construyendo un imperio que se extendía entre Nubia y Siria. Los faraones, sus esposas y los nobles se hicieron enterrar en tumbas bellísimamente decoradas, excavadas en las rocas del valle de los Reyes o el de las Reinas. El más poderoso de todos los faraones, Ramsés II, fue el responsable de la erección de muchos monumentos, como el templo de Abu Simbel. Otro acontecimiento importante del Imperio Nuevo tendrá como protagonista a un faraón, Amenofis IV, que proclamará una herejía al declarar como dios único al dios solar Atón y cambiar su nombre por el de Akenatón, desplazando la capital a el-Amarna en claro desafío al poderoso clero tebano. Tras su muerte, Tutankamón abole el culto y devuelve la capital a Tebas. El esplendor del Imperio Nuevo toca a su fin cuando Egipto fue invadido por pueblos extranjeros como los persas, los griegos y, más tarde, los romanos, que gobernaron hasta el siglo VII d.C. En el antiguo Egipto, la tierra y el río estaban inextricablemente unidas, ya que sin la crecida anual que regaba y fertilizaba el suelo no hubiera podido existir una economía próspera.

La población del antiguo Egipto vivía agrupada en las muchas ciudades que fueron desarrollándose, a intervalos regulares, a lo largo del Nilo, aprovechando las fértiles llanuras que dejaban sus crecidas. También habitaron los egipcios en multitud de pequeños pueblos que se fueron apiñando en las proximidades de los centros urbanos, atraídos por los servicios que éstos les brindaban. Las más importantes fueron las ciudades reales, las elegidas por los faraones para que fueran su capital y centro gubernamental de la nación. A lo largo de la historia de Egipto disfrutaron sucesivamente de este honor diversas ciudades, como Menfis, Tebas, El-Amarna, Pi-Ramese, Tanis, Bubastis, Xais o Alejandría. Los egipcios adoraban a cerca de un centenar de dioses. Algunos eran exclusivos de un solo lugar, mientras que otros eran venerados en todo el país. Los dioses solían ser identificados con un animal, siendo representados mitad hombre, mitad animal. También eran numerosos los mitos relacionados con los dioses y el origen del mundo, así como la creencia en una vida tras la muerte, para la que el cuerpo debía ser conservado eternamente. La morada del difunto recibirá un cuidado especial, haciéndose construir los faraones suntuosas residencias para la otra vida, como las monumentales pirámides. Muchas de éstas estaban rodeadas por un recinto amurallado y contaban con una larga rampa que la comunicaba con el templo del valle, así como diversas estructuras, vestíbulos y patios con columnas. Los restos de esta civilización milenaria han atraído y despertado la curiosidad de generaciones de estudiosos y aventureros, deseosos por desentrañar sus misterios, que han sido guardados celosamente de las miradas indiscretas. Pero lo más sorprendente de este antiguo país, el verdadero significado de su cultura, no es lo poco conocido, sino lo mucho que permanece aún sin descifrar. Quizás sólo el tiempo pueda ayudar a desvelar el misterio de la tierra de los faraones.

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