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contexto
Uno de los objetivos de la ONU a largo plazo es mejorar las condiciones de vida de la mujer, así como darle una mayor autonomía. Durante la Década Internacional de la Mujer (los 90) se estableció una agenda para potenciar sus derechos. El Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (INSTRAW) han apoyado programas y proyectos en más de 100 países, entre ellos los de América Latina: cursos de capacitación, acceso a nuevas tecnologías de producción de alimentos y oportunidades de mercadotecnia, así como sistemas para promocionar el trabajo de las mujeres, y la diversificación laboral según su cualificación profesional. Por su parte la OEI, que se centra en América Latina y en las cuestiones educativas, tiene como objetivos erradicar el analfabetismo y el abandono escolar antes de los 12 años y universalizar los Estudios Universitarios: en 2008 las mujeres son mayoría en la Universidad, salvo en Chile y México. La OEI ha diseñado el programa Metas Educativas 2021 que será ratificada en la Cumbre Iberoamericana de diciembre de 2010 en Argentina. Se ha acordado crear un Fondo Internacional Solidario para la Cohesión Educativa de 2.000 millones de euros y un plan de acción hasta 2021. Los países más ricos financiarán hasta un 40% de las necesidades educativas de los más pobres. En América Latina -según datos del 2008- hay 100 millones de personas en situación de pobreza extrema y 34 millones de analfabetos. La escolarización primaria está casi conseguida al 100% pero, según la UNESCO debe mejorar la calidad de ésta. El informe PISA 2006 aseguraba que entre el 40% y el 60% de los iberoamericanos no alcanza los niveles de rendimiento exigidos. Además, existe el problema de las diferencias de tasa entre los distintos países: en Guatemala y Nicaragua finalizan la primaria un 68% de los niños, frente al 95% de Ecuador y Cuba. En Guatemala sólo llega a secundaria el 33,7%, frente al 87,2 de los cubanos. Tan sólo un 0,3% de los panameños de 20 años de familia con escasos recursos termina el bachillerato a diferencia del 93,1% de sus compatriotas veinteañeros acomodados. De media, el 8,7% de los estudiantes desfavorecidos es bachiller frente al 94% de los adinerados. Gráfico Las mayores desproporciones se encuentran al analizar los datos de la educación universitaria y secundaria superior. Cuba destaca con un 87,9% de población matriculada en estos estudios superiores. Por encima del 50% está la media de Argentina (como España y Portugal) y algo por debajo, entre el 40% y el 45%, Chile, Uruguay, Panamá, Bolivia y Venezuela. De nuevo Centroamérica es la zona con más necesidades, con menos de un 20% en estos niveles. Respecto a las mujeres, no se aprecian grandes diferencias con los hombres en cuanto al acceso, pero sí en su permanencia en el sistema educativo a lo largo de las distintas etapas. En general, las mujeres que siguen, se empeñan con fuerza. Son mayoría en las facultades, salvo en México y Chile. En Panamá, Cuba y Uruguay, las diferencias a favor de las mujeres superan el 60%.
fuente
Desde finales de la I Guerra Mundial, la propaganda es utilizada con fines políticos y militares por casi todos los Estados, actuación favorecida por el desarrollo de medios de comunicación de masas como el cine o la radio. La llegada al poder de Hitler estimuló el uso de la propaganda a favor del III Reich, de la que hizo un uso intensivo el ministerio encabezado por Goebbels. Con el objetivo de contribuir a la victoria alemana, la propaganda nazi intentaba elaborar y difundir la imagen de una Alemania invencible -el Reich de los 1.000 años- basada en una Wehrmacht todopoderosa, al mismo tiempo que se mostraba la debilidad de sus enemigos, sumidos en el caos, el anarquismo y racialmente inferiores. Las técnicas y procedimientos utilizados fueron muy diversos. En algunas ocasiones, como sucedió contra belgas y holandeses, la propaganda alemana se esforzó en crear la confusión entre sus tropas, cosechando un gran éxito. Para minar la moral de los soldados franceses de la Línea Maginot se utilizaron emisiones de radio en onda corta, en las que, en francés, se les hablaba de la invencibilidad de los Ejércitos alemanes. El objetivo se cumplió a la perfección, pues el ataque alemán sobre Francia encontró escasa resistencia. También la radio fue empleada para intentar desmoralizar a la población británica, sometida ya de por sí a intentos bombardeos. Sin embargo, los efectos no fueron los deseados por las autoridades nazis, pues las informaciones apenas fueron tenidas en cuenta por los oyentes. Además, la labor de contra-propaganda obtuvo excelentes resultados. En sentido contrario, también los británicos recurrieron a la propaganda como arma psicológica de guerra. Encomendadas a expertos periodistas, comenzaron a radiarse una serie de "emisiones negras" en las que se daban, para ganar credibilidad, informaciones muy precisas sobre el Ejército alemán, al tiempo que se daban detalles ficticios sobre la vida privada de los jefes del Ejército y del partido nazi que contribuían a desacreditarles y a sembrar la desconfianza de la tropa hacia sus superiores. También se narraban relatos en los que se contaba a los soldados alemanes establecidos en Francia cómo sus mujeres en Alemania mantenían relaciones con los trabajadores allí deportados. La propaganda americana estuvo más dirigida a convencer a la población de la necesidad de inmiscuirse en una guerra que creía lejana y ajena que a minar la moral del enemigo. Así, los informativos se esforzaron en mostrar al público norteamericano la realidad de la guerra en Europa, al tiempo que, ya en guerra, la propaganda pretendía reforzar la moral de las tropas y la población y lograr la contribución individual y colectiva al esfuerzo de guerra. La propaganda japonesa tenía tintes nacionalistas y un alcance limitado al Sureste asiático, área denominada por los nipones como "esfera de co-prosperidad" y sobre la que creían tener derecho de expansión. El elemento más destacado en esta labor fue la llamada Rosa de Tokio, una locutora norteamericana de origen japonés que trabajó al servicio del gobierno nipón. Mucho más eficaces en el uso de la propaganda fueron los soviéticos, imbuidos del carácter internacionalista propugnado por la doctrina marxista y del carácter "exportable" de la revolución de octubre de 1.917. Uno de los mayores triunfos del régimen de Stalin con respecto a la propaganda bélica fue la acuñación del término "gran guerra patriótica", que implicaba a todos los soviéticos en la lucha contra el invasor nazi y que movilizó a la práctica totalidad de la población.