Propaganda de guerra
Compartir
Datos principales
Tipo
Táctica
Categoría
Terrestre
Desarrollo
Desde finales de la I Guerra Mundial, la propaganda es utilizada con fines políticos y militares por casi todos los Estados, actuación favorecida por el desarrollo de medios de comunicación de masas como el cine o la radio. La llegada al poder de Hitler estimuló el uso de la propaganda a favor del III Reich, de la que hizo un uso intensivo el ministerio encabezado por Goebbels . Con el objetivo de contribuir a la victoria alemana, la propaganda nazi intentaba elaborar y difundir la imagen de una Alemania invencible -el Reich de los 1.000 años- basada en una Wehrmacht todopoderosa, al mismo tiempo que se mostraba la debilidad de sus enemigos, sumidos en el caos, el anarquismo y racialmente inferiores. Las técnicas y procedimientos utilizados fueron muy diversos. En algunas ocasiones, como sucedió contra belgas y holandeses, la propaganda alemana se esforzó en crear la confusión entre sus tropas, cosechando un gran éxito. Para minar la moral de los soldados franceses de la Línea Maginot se utilizaron emisiones de radio en onda corta, en las que, en francés, se les hablaba de la invencibilidad de los Ejércitos alemanes. El objetivo se cumplió a la perfección, pues el ataque alemán sobre Francia encontró escasa resistencia. También la radio fue empleada para intentar desmoralizar a la población británica, sometida ya de por sí a intentos bombardeos. Sin embargo, los efectos no fueron los deseados por las autoridades nazis, pues las informaciones apenas fueron tenidas en cuenta por los oyentes.
Además, la labor de contra-propaganda obtuvo excelentes resultados. En sentido contrario, también los británicos recurrieron a la propaganda como arma psicológica de guerra. Encomendadas a expertos periodistas, comenzaron a radiarse una serie de "emisiones negras" en las que se daban, para ganar credibilidad, informaciones muy precisas sobre el Ejército alemán, al tiempo que se daban detalles ficticios sobre la vida privada de los jefes del Ejército y del partido nazi que contribuían a desacreditarles y a sembrar la desconfianza de la tropa hacia sus superiores. También se narraban relatos en los que se contaba a los soldados alemanes establecidos en Francia cómo sus mujeres en Alemania mantenían relaciones con los trabajadores allí deportados. La propaganda americana estuvo más dirigida a convencer a la población de la necesidad de inmiscuirse en una guerra que creía lejana y ajena que a minar la moral del enemigo. Así, los informativos se esforzaron en mostrar al público norteamericano la realidad de la guerra en Europa, al tiempo que, ya en guerra, la propaganda pretendía reforzar la moral de las tropas y la población y lograr la contribución individual y colectiva al esfuerzo de guerra. La propaganda japonesa tenía tintes nacionalistas y un alcance limitado al Sureste asiático, área denominada por los nipones como "esfera de co-prosperidad" y sobre la que creían tener derecho de expansión. El elemento más destacado en esta labor fue la llamada Rosa de Tokio , una locutora norteamericana de origen japonés que trabajó al servicio del gobierno nipón. Mucho más eficaces en el uso de la propaganda fueron los soviéticos, imbuidos del carácter internacionalista propugnado por la doctrina marxista y del carácter "exportable" de la revolución de octubre de 1.917. Uno de los mayores triunfos del régimen de Stalin con respecto a la propaganda bélica fue la acuñación del término "gran guerra patriótica", que implicaba a todos los soviéticos en la lucha contra el invasor nazi y que movilizó a la práctica totalidad de la población.
Además, la labor de contra-propaganda obtuvo excelentes resultados. En sentido contrario, también los británicos recurrieron a la propaganda como arma psicológica de guerra. Encomendadas a expertos periodistas, comenzaron a radiarse una serie de "emisiones negras" en las que se daban, para ganar credibilidad, informaciones muy precisas sobre el Ejército alemán, al tiempo que se daban detalles ficticios sobre la vida privada de los jefes del Ejército y del partido nazi que contribuían a desacreditarles y a sembrar la desconfianza de la tropa hacia sus superiores. También se narraban relatos en los que se contaba a los soldados alemanes establecidos en Francia cómo sus mujeres en Alemania mantenían relaciones con los trabajadores allí deportados. La propaganda americana estuvo más dirigida a convencer a la población de la necesidad de inmiscuirse en una guerra que creía lejana y ajena que a minar la moral del enemigo. Así, los informativos se esforzaron en mostrar al público norteamericano la realidad de la guerra en Europa, al tiempo que, ya en guerra, la propaganda pretendía reforzar la moral de las tropas y la población y lograr la contribución individual y colectiva al esfuerzo de guerra. La propaganda japonesa tenía tintes nacionalistas y un alcance limitado al Sureste asiático, área denominada por los nipones como "esfera de co-prosperidad" y sobre la que creían tener derecho de expansión. El elemento más destacado en esta labor fue la llamada Rosa de Tokio , una locutora norteamericana de origen japonés que trabajó al servicio del gobierno nipón. Mucho más eficaces en el uso de la propaganda fueron los soviéticos, imbuidos del carácter internacionalista propugnado por la doctrina marxista y del carácter "exportable" de la revolución de octubre de 1.917. Uno de los mayores triunfos del régimen de Stalin con respecto a la propaganda bélica fue la acuñación del término "gran guerra patriótica", que implicaba a todos los soviéticos en la lucha contra el invasor nazi y que movilizó a la práctica totalidad de la población.