En bastantes casos los poblados talayóticos están cerrados por una muralla, con una o más puertas de acceso, que rodea el conjunto de habitaciones. La técnica constructiva de estas murallas sigue, en líneas generales, la misma de los talaiots, a base de grandes bloques colocados en seco, por lo que el aspecto del muro suele ser el de una pared muy ordenada. También es habitual el uso de grandes bloques paralelepipédicos, que frecuentemente exceden el metro de longitud y se colocan sobre un pequeño zócalo que les sirve de cimentación. La diversidad formal de estos poblados es notable, si bien dominan las plantas circulares o paracirculares. Unas veces se alzan en lugares en los que el terreno contribuye a destacar su posición estratégica y control visual, pero otras están en medio de llanuras o en laderas de pequeñas elevaciones, sin que exista una relación clara entre terreno y construcciones. Del análisis de la distribución de los edificios no se deduce organización urbanística. Da la sensación de que se trata de conjuntos de crecimiento irregular que solamente respetan, y no siempre, la idea de un talaiot central al que se le van añadiendo construcciones, o la de habitaciones distribuidas a lo largo de un eje principal.
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La diversidad formal de los poblados talayóticos es notable, si bien dominan las plantas circulares o paracirculares. Unas veces se alzan en lugares en los que el terreno contribuye a destacar su posición estratégica y control visual, pero otras están en medio de llanuras o en laderas de pequeñas elevaciones, sin que exista una relación clara entre terreno y construcciones. Del análisis de la distribución de los edificios no se deduce organización urbanística. Da la sensación de que se trata de conjuntos de crecimiento irregular que solamente respetan, y no siempre, la idea de un talaiot central al que se le van añadiendo construcciones, o la de habitaciones distribuidas a lo largo de un eje principal. En bastantes casos los poblados están cerrados por una muralla, con una o más puertas de acceso, que rodea el conjunto de habitaciones. La técnica constructiva de estas murallas sigue, en líneas generales, la misma de los talaiots, a base de grandes bloques colocados en seco, por lo que el aspecto del muro suele ser el de una pared muy ordenada. También es habitual el uso de grandes bloques paralelepipédicos, que frecuentemente exceden el metro de longitud y se colocan sobre un pequeño zócalo que les sirve de cimentación.
monumento
Poblados como Torre d'en Gaumés o Torralba d'en Salort, ambos en el término municipal de Alaior, reproducen una concentración de monumentos singulares, como talaiots, recintos de taula y salas hipóstilas, que domina al resto del poblado y se convierte en la zona principal de la aldea. Si el talaiot representa el lugar fortificado, o residencia del jefe con sus habitaciones adosadas, el recinto de taula es el lugar de culto colectivo y la sala hipóstila probablemente un almacén o depósito de alimentos de utilización común. La arquitectura parece mostrar en esos casos la existencia de un centro social o político disgregado que tal vez refleja el modelo de organización de la comunidad que vive en cada poblado, unas quinientas personas en los de mayores dimensiones.
obra
La disposición de construcciones ocupando el lugar central del poblado está muy clara en la isla de Menorca. Poblados como Torre d'en Gaumés o Torralba d'en Salort, ambos en el término municipal de Alaior, reproducen una concentración de monumentos singulares -talaiots, recintos de taula y salas hipóstilas- que domina al resto del poblado y se convierte en la zona principal de la aldea. Si el talaiot representa el lugar fortificado, o residencia del jefe con sus habitaciones adosadas, el recinto de taula es el lugar de culto colectivo y la sala hipóstila probablemente un almacén o depósito de alimentos de utilización común. La arquitectura parece mostrar en esos casos la existencia de un centro social o político disgregado que tal vez refleja el modelo de organización de la comunidad que vive en cada poblado, unas quinientas personas en los de mayores dimensiones.
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Escena representando a un conjunto de población cristiana medieval. Este tipo de representaciones aporta una excelente información no sólo artística e iconográfica sino también documental. A través de estos documentos se pueden apreciar aspectos de la vida cotidiana de las poblaciones medievales. Es significativo el tratamiento de los ojos, exageradamente abiertos y expectantes. Esta Biblia mozárabe, ilustrada, de mediados del siglo X y copiada doscientos años más tarde, se halla en la Biblioteca de San Isidoro de León.
contexto
La evolución arquitectónica y las características de la utilización del espacio por parte de las sociedades agrícolas, muestran una renovación tanto desde el punto de vista tecnológico como sociológico, respecto a las sociedades de cazadores-recolectores. La morfología y distribución de los asentamientos están relacionadas, entre otros factores, con las nuevas formas económicas, quizá con mayor evidencia que en los períodos anteriores debido a la importancia de la estabilidad y sedentarismo de la población para la práctica de la agricultura y ganadería. El sedentarismo es el elemento más novedoso y significativo que conlleva el hábitat agro-pastoril. Aunque no se excluye la probable existencia de poblaciones sedentarias entre los cazadores-recolectores, la verdadera consolidación de la sedentarización de los asentamientos se produce con la aparición y el desarrollo de las nuevas fuerzas productivas. Para la zona del Oriente Próximo se mantiene la hipótesis de una sedentarización de las poblaciones mesolíticas, evidenciada por campamentos base o poblados de mayores dimensiones y con la documentación de un mayor esfuerzo arquitectónico en la construcción de las unidades de habitación, e incluso, de estructuras domésticas de importancia decisiva como ámbitos de almacenamiento u hogares. En la misma zona oriental, con las primeras evidencias de una manipulación de vegetales (cereales y leguminosas) el poblado ya constituye la unidad de asentamiento básico. Esta primera fase, a finales del IX milenio y primera mitad del siguiente, significa la consolidación de las técnicas de construcción (aparición de verdaderos muros con un uso importante de la tierra como material de construcción) y el cambio en la concepción del hábitat, que comporta el paso de la planta de tipo circular simple a pluricelular y los primeros ensayos de construcciones de planta rectangular o cuadrangular (Beidha, Mureybet). Asimismo aparecen, en alguno de ellos, las primeras evidencias que implican una cierta organización comunitaria (torre y muralla de Jericó). A partir de la segunda mitad del VIII milenio y a lo largo de todo el VII, coincidiendo con la primera generalización y diversificación de las prácticas agrícolas y los primeros signos de una domesticación de los ovicápridos, se aprecia lo que podríamos denominar el desarrollo de los poblados. La concepción del hábitat viene caracterizada por una duplicidad en los modelos de construcción. Un primer tipo de construcción es el monocelular, caracterizado por una sola habitación, de amplias dimensiones y de utilización multifuncional. El segundo tipo es el pluricelular, es decir, se efectúa una división del espacio construido, bien sea a partir del desarrollo del nivel horizontal, con la aparición de habitaciones pluricelulares, o bien en el nivel vertical con construcciones a dos niveles. Destaca asimismo y como novedad importante esta división del espacio, que inicia una funcionalidad diferenciada. En el continente europeo, durante esta primera fase que cubriría, en términos generales, desde el VII al V milenios, se observa asimismo la estabilización de los asentamientos agrícolas, vinculándose en algunas zonas con influencias orientales, mientras en otras se relaciona con una notable continuidad del substrato autóctono mesolítico. Así, en el sureste europeo aparecen establecimientos estables (Karanovo, Argissa), situados esencialmente en las zonas bajas de los valles y con una arquitectura simple, utilizando la madera y la arcilla como materiales básicos: son construcciones simples y principalmente rectangulares. La arquitectura balcánica se distingue de la oriental por un uso del tejado a doble vertiente, conocido de manera detallada por maquetas en arcilla, y por una distribución de las viviendas de tipo aislado y en ningún caso aglutinante. En la zona de Europa central y noroccidental el tipo de hábitat es similar, si bien con una distribución de los asentamientos más dispersa aprovechando una instalación preferencial en las zonas de loess (ejemplos de Elslou y de Sitlard, Holanda, o de Bylany, Checoslovaquia). Se puede distinguir entre el hábitat danubiano y el de las estaciones litorales de Europa central. El primero se caracteriza por un uso casi exclusivo de la madera. Las evidencias de las mismas lo constituyen las alineaciones de agujeros excavados en la arcilla, donde se clavaban los postes de madera que constituían el armazón de la construcción, con paredes también en materiales vegetales recubiertas de arcilla. Su planta es siempre rectangular y de dimensiones variables, que potencien una interpretación de utilización por familias individuales para las de menor longitud, y para las de mayores dimensiones su utilización por varias familias con estabulación de animales y almacenamiento. Este tipo de construcción está perfectamente adaptado a un medio boscoso y de fuerte pluviosidad, hecho que incluso se observa en la misma orientación de las edificaciones, que siempre es paralela a los vientos dominantes. Este tipo de construcción conoce una extensión muy amplia, cubriendo desde Ucrania hasta Francia septentrional, pasando por Rumania, Checoslovaquia, Alemania, Países Bajos y Bélgica. En las regiones de Europa central se halla una forma de hábitat caracterizado por su ubicación cerca de los lagos o en las zonas de turba. Este tipo de hábitat, denominado tradicionalmente palafítico, había sido interpretado como poblados flotantes, es decir, habitaciones construidas sobre plataformas de madera sustentadas por postes encima de las aguas en los bordes de los lagos. Las recientes investigaciones han matizado la visión romántica de estas estaciones litorales, indicando que se trata de pequeños poblados edificados sobre las orillas del lago, con construcciones instaladas bien sobre el mismo suelo, bien sobre plataformas elevadas; variación que se observa incluso en una sola unidad de habitación que puede presentar una extremidad instalada directamente en el suelo mientras que las demás lo están sobre una plataforma elevada por postes. En las regiones meridionales del Mediterráneo occidental, las recientes investigaciones han corregido lo que se creía un modelo de asentamiento de tipo disperso con una ocupación preferencial de abrigos y cuevas en los valles próximos a la costa, por una ocupación de tipo más complejo, donde los asentamientos al aire libre, formados por pequeñas agrupaciones de cabañas, se complementan con ocupaciones especializadas en abrigos y cuevas. Los dos tipos de asentamientos tienen una distribución esencialmente costera, ocupando los primeros el fondo de valles de terrenos fértiles y aptos para el desarrollo agrícola. La perduración del substrato mesolítico autóctono parece evidente en este tipo de hábitat.