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El retrato florentino tiene en Benedeto da Maiano a uno de sus más importantes representantes. La tradición del retrato romano será fundamental en el desarrollo de esta temática, como ya se puso de manifiesto en Donatello. Así se configura un tipo de retrato de busto con los brazos cortados a la altura del codo y una significativa frontalidad, características que podemos observar en el retrato de Pietro Mellini, cuyo hiperrealista rostro y la calidad táctil de las telas hacen de él una obra maestra.
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Un capítulo importante del saber hacer artístico de los celtíberos y de sus notables avances en la técnica de producción de objetos suntuarios lo componen las artes industriales de metal, con dos grupos sobresalientes por su labor: el armamento y las joyas. Suficientemente conocidas son las citas clásicas (Diodoro, Polibio, Marcial, Justino...) que hacen referencia a las depuradas técnicas metalúrgicas de los celtíberos del área nuclear del Moncayo para el tratamiento del hierro y a la brillantez de sus resultados, en especial las espadas, el conocido gladius hispanienses, adoptado con posterioridad por los romanos en su indumentaria de guerra. Sin embargo, el verdadero valor artístico de estas producciones lo adquirirán cuando sobre ellas (puñales tipo Monte Bernorio, espadas de antenas atrofiadas, vainas...) los artífices ejecuten minuciosas labores de nielado y damasquinado en hilos de plata. El preciso diseño componiendo motivos circulares, dentados, roleos, grecas, o líneas quebradas, convierten ciertos ejemplares en indiscutibles obras de arte. Algunos temas entrelazados, curviformes o radiales apuntan una relación con series ornamentales bien conocidas, por ejemplo, en la arquitectura castreña, o en ciertos grupos prerromanos centroeuropeos, asimismo de vieja cultura céltica. La recuperación de estas piezas, como de buena parte de la producción metálica celtibérica, se realiza en necrópolis, siendo los mejores ejemplares los de los siglos IV-III a. C.
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Los ajuares descubiertos en las tumbas reales de Alaca Hüyük por un grupo de estudiosos turcos en 1935, contaban con objetos variados como jarras, orzas, copas o cálices en oro, material cuya técnica dominaban de una forma sorprendente. Destaca también la elaborada decoración con motivos geométricos o líneas onduladas.