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obra
El arte oficial mexica se inclinó claramente por la escultura en piedra realizada en bulto redondo como medio de comunicación, de manera que los artistas de Tenochtitlan retomaron y llevaron a sus últimas consecuencias una antigua tradición iniciada por la civilización olmeca. En este sentido, la escultura pública mexica constituye una síntesis, aportando soluciones nuevas, pero también manteniendo técnicas, formas y temas ya experimentados con éxito en varios niveles claramente diferenciados. El grupo más importante es el de las esculturas colosales confeccionadas para decorar los templos. Por lo general, manifiestan un carácter religioso, y por medio de ellas se narran cualidades o acciones de carácter mítico, y escenas de dioses o de reyes contenidas en grandes bloques de piedra; por ejemplo, la impresionante estatua de Coatlicue, la madre de los dioses, la tierra y el hombre; la Coyolxauhqui, hermana de Huitzilopochtli y patrona de la luna, o esta Piedra del Sol o Piedra del Calendario.
obra
Piedra en granito negro de 30 cm. de altura hallada en Rosetta, cerca de Alejandría en 1799 por los zapadores de Napoleón. Es un decreto de Ptolomeo V Epífanes referente a los templos de los dioses que se representa en letra jeroglífica, demótica y griega. Ya a raíz de su aparición se comprendió que en ella estaba la clave para el desciframiento de los jeroglíficos egipcios que desde el Renacimiento eran considerados por la mayoría de los estudiosos, no como una escritura, sino como símbolos incomprensibles de una sabiduría mística (res intellectuales et difficiles captu). El desciframiento resultó mucho más difícil de lo que al principio se creía. Hicieron falta veintitrés años y un genio como el de Champollion.
lugar
Muy posiblemente la villa está emplazada sobre un primitivo asentamiento prerromano. Hacia el siglo IX comienza a surgir allí un refugio para peregrinos, aunque no será hasta 1072 cuando Alfonso VI ordene construir allí un hospital, que será regentado por los monjes de la abadía de San Gerard d'Aurillac. A partir de este hecho comienza su momento de auge, acogiendo a gran cantidad de romeros, a los que presta asistencia física y espiritual. Más tarde esta abadía es anexionada a Cluny, pasando a partir de 1487 de depender de los benedictinos de Valladolid. Finalmente, los monjes son expulsados del lugar en 1854 debido a la Desamortización. Se cuenta que en la localidad tuvo lugar, en el siglo XIV, un hecho milagroso. Un vecino de la cercana Barxamaior se allegó hasta O Cebreiro para oír misa, desafiando una fuerte nevada. El oficiante, un fraile de Aurillac de quien se dice que no debía ser muy devoto, puso en duda el sacrificio del labriego, diciendo: "cual viene este otro con una tan gran tempestad, y fatigado, a ver un poco de pan y vino".. El milagro sucedió cuando se estaba procediendo a la consagración, convirtiéndose la hostia en carne y el vino en sangre. En 1486 pasan por la localidad los Reyes Católicos quienes, al serles relatado el milagro, ofrecen al templo un relicario, que es el que actualmente se exhibe en la iglesia junto al cáliz milagroso.
obra
El pontífice Pío II, asesorado por Alberti, decidió construir esta ciudad según diseño de Rossellino. En el plano vemos la plaza con la catedral y los tres palacios (Piccolomini, episcopal y público) que la forman. La forma trapezoidal de la plaza, que se abre al campo por los lados de la catedral, contribuye a lograr un efecto de perspectiva que agranda el espacio al alejar visualmente los edificios si nos colocamos en la puerta de la iglesia. Ese efecto resulta acentuado por el dibujo del pavimento.
obra
Pier Luigi Farnese (1503-1547) era hijo del pontífice Paulo III y padre del cardenal Alejandro, de Octavio y de otros tres hijos más. Nombrado en 1545 duque de Parma y de Piacenza, fue asesinado en su palacio de esta última ciudad el 10 de septiembre de 1547, víctima de una conjura tramada por el gobernador de Milán, Ferrante de Gonzaga, con la complicidad del emperador Carlos V.Este espectacular retrato fue realizado por Tiziano en la primavera de 1546, durante su viaje de regreso desde Roma a Venecia. El duque se nos muestra en primer plano, acompañado de un abanderado, recibiendo un foco de luz que resalta los brillos de su armadura y la expresión de satisfacción en su rostro. La cabeza, elemento principal de la composición, se recorta ante la enseña encarnada, transmitiendo toda su fuerza y energía a través de su gesto y su mirada. El resultado es una muestra más de la capacidad del maestro de Cadore para plasmar la psicología de los personajes a los que retrata. Todo ello sin renunciar a su admiración por los efectos de luz y color.