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En 1598 Rubens termina su aprendizaje y establece su propio taller al haber superado el examen de maestro ante la guilda de San Lucas. Antes de marchar a Italia en 1600, realiza algunas obras como ésta que contemplamos. Bien es cierto que el maestro casi se especializa en los desnudos, aportando un canon estético conocido como "rubeniano", pero aún no ha llegado a esas figuras entradas en carnes que le caracterizarán. Tanto la figura de Adán como la de Eva exhiben cierta belleza clásica, inspirada en las obras italianas que conocía el pintor a través de su maestro Otto Venius, que había realizado un viaje a Italia. Venius será quien más influya en las figuras mientras que el paisaje pudo estar inspirado en las obras de Tobias Veraecht, su segundo maestro y especialista en paisajes. Se apunta también una posible influencia de Jan Brueghel. El barroquismo que caracteriza las obras del Rubens maduro aún no está presente, transmitiendo la escena gran serenidad y casi estatismo. Curiosamente, a pesar de no haber cometido todavía el pecado mortal los primeros padres cubren sus partes más íntimas con hojas de los árboles circundantes. El dibujo que exhibe el maestro es de considerable calidad, así como el empleo de la luz, el color y la perspectiva, aunque deje cierto sabor a primitivo, en consonancia con la escuela flamenca.
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Las pinturas de las catacumbas romanas nos ha permitido conocer el primer arte cristiano. Las catacumbas están vinculadas a las persecuciones religiosas sufridas por estos primeros cristianos. Al estar permitido el enterramiento fuera de los muros de la ciudad, las familias excavarán múltiples galerías que se convertirán en verdaderas colmenas subterráneas cuyas paredes aparecen decoradas con pinturas. El auge de estos cementerios subterráneos se produce en el siglo IV, en el momento que la Iglesia desarrolle el culto a los mártires. Los ejemplos más antiguos de pintura cristiana los encontramos a principios del siglo III. En ellos hallamos una tendencia ornamental simple, lineal, sobre fondos amarillos o blancos, abandonando la tendencia pictórica y colorista de los estilos imperiales romanos.
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El 11 de enero de 1918 Gustav Klimt sufrió un ataque de apoplejía que le llevó al hospital, donde falleció el 6 de febrero. En su estudio quedaron algunas obras sin finalizar, entre ellas Adán y Eva en la que, evidentemente, la figura femenina adquiere mayor protagonismo. Eva aparece en primer plano, representada como una joven vienesa de líneas redondeadas y sensuales, retomando el tema de la "femme fatale" que tantas veces Klimt había utilizado en sus composiciones -véase Judith I-. Tras ella contemplamos a Adán, con los ojos cerrados y la cabeza torcida, asumiendo el triunfo de la mujer de líneas sinuosas. Incluso podemos apreciar una diferencia cromática entre ambas figuras ya que Eva tiene una piel más clara, diferencia que Klimt tomó de las cerámicas antiguas.En la zona baja de composición nos encontramos con un ramo de flores, en la línea del decorativismo habitual de esta época, recordando el efecto caleidoscópico que presentan otras obras como La virgen o El bebé. Schiele planteó tras la muerte de Klimt que se conservara su estudio de Hietzing tal y como lo había dejado el pintor fallecido, pero la escasez de viviendas tras la posguerra motivó que el estudio acabara convertido en un bloque de pisos.
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Esta hermosa estampa nos muestra el feliz estadio de la humanidad, en el que la pareja original vivía en el Edén, el paraíso en la tierra. Su felicidad es perfecta, lo cual se traduce en cuerpos perfectos, según el ideal clásico de belleza. Durero había conocido este ideal en Italia, donde lo estudió y se constituyó en su tema preferido en su producción. Le interesaba sobremanera el canon, la proporción y la relación ideal entre el cuerpo humano y la naturaleza.Una de las maneras que Durero encontró para expresar esta preocupación fue el tema bíblico de Adán y Eva. En estas figuras el artista traduce el ideal clásico de belleza masculina, Apolo, y el femenino, Venus, a las figuras cristianas de Adán y Eva. Esta transposición se justificaba en las teorías que pretendían adecuar la filosofía clásica al cristianismo, en una nueva espiritualidad que dio como fruto la "devotio moderna", un intento de racionalizar la religión.
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El tema de los Primeros Padres era una buena excusa para que los artistas pudieran realizar desnudos, especialmente femeninos, tan perseguidos por las autoridades eclesiásticas -en España por la Inquisición-. La preocupación por la anatomía humana es común al Renacimiento y Tiziano no va a alejarse de esta cuestión. Ya lo había hecho en su juventud con la Bacanal y lo hará con Danae en su madurez. Adán y Eva es una obra en la que el maestro continúa con la influencia de Miguel Angel, al emplear figuras atléticas y escultóricas. Sin embargo, mantiene su toque personal al aplicar una pincelada suelta, cercana a la mancha, interesándose por los efectos de la luz sobre el color y por el sentimiento de sus personajes, perfectamente reflejado en sus rostros. La composición se articula a través de los escorzos de las figuras, situadas a ambos lados del árbol que sirve como eje. La serpiente tradicional que entrega la manzana tiene cabeza de niño, lo que supone una innovación iconográfica. El amplio follaje que vemos en la escena sugiere que Adán y Eva están en el Paraíso. Cuando Rubens tuvo la oportunidad de ver esta obra en el Alcázar de Madrid consideró a Tiziano su padre espiritual y decidió hacer una versión libre que se conserva en el Museo del Prado.
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Tanto esta imagen como la del mismo nombre que se conserva en la Galería Albertina merecen un comentario común, puesto que son dos variaciones de la misma idea.Adán y Eva, o La Caída del Hombre, es en realidad una representación ideal del estado del hombre en el Paraíso. Nos muestra los cuatro humores (o pasiones, o temperamentos) a los que se supone sometido el ser humano. Estos temperamentos serían el sanguíneo, el colérico, el linfático y el melancólico (por cierto que a los artistas se les adjudica el temperamento melancólico). Según una creencia, se consideraría que el hombre, antes de la expulsión del paraíso, no estaba sometido a ningún humor sino que se encontraba en un estadio de perfección espiritual. Esta es la imagen que vemos: Adán y Eva, pareja ideal, se abrazan tiernamente rodeados de cuatro animales que simbolizan cada uno de los temperamentos.Sin embago, el Adán y Eva de la Galería Albertina nos presenta una visión diferente, por lo que remitimos a esta imagen.
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El dibujo que ahora nos ocupa está íntimamente relacionado por el Adán y Eva de la "Pequeña Pasión". Estéticamente son muy similares, pero la idea que traduce el dibujo es una variación sobre la idea presentada en la xilografía mencionada.Según explicábamos en el comentario de la imagen anterior, el hombre fue sometido por el pecado original al dominio de los cuatro humores o temperamentos, que manejan su alma y condicionan sus pasiones. Pero la teoría sobre la cual trabaja Durero en este caso es la de que en el Paraíso el hombre sí estaba sometido a un temperamento, el sanguíneo, el más instintivo y pasional. Este humor sería el que le impelió a pecar y el que une a hombre y mujer en amorosa compañía, incluso momentos antes de precipitarse en el pecado. Este humor es el que propicia que hombre y mujer formen una unidad que se mantiene para lo bueno y para lo malo.De esta forma, en este dibujo tan sólo aparecen tres animales, simbolizando el resto de los humores: el león es el colérico, el ciervo el melancólico y la serpiente el linfático.
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En las obras artísticas de la España cristiana, al igual que en algunas de carácter pagano, se observa un fenómeno reiterado que diferencia las piezas de las distintas manifestaciones: junto a las importaciones de buena calidad, traídas directamente de Roma, se registran objetos de factura local, que dependen en sus técnicas y motivos del mundo oriental o del africano. Resulta así que el arte de mejor calidad y más cercano no deja influencia en la producción propia, mientras que se mantiene un intercambio fluido de ideas y experiencias con el otro extremo del Mediterráneo.