Busqueda de contenidos

video
Una de las más destacables consecuencias de la presencia romana en la Península Ibérica a lo largo de seis siglos fue el desarrollo de un amplio programa de obras públicas. Así, crearon una extensa red de carreteras muchas de las cuales aun hoy perviven. También edificaron construcciones para el ocio, como teatros, anfiteatros o circos. Por último, la higiene pública de las ciudades fue atendida por medio de la construcción de redes de alcantarillado, termas o acueductos, que abastecían de agua corriente a las poblaciones. Quizás la más famosa construcción romana en la Península es el Acueducto de Segovia. Perfectamente conservado, la parte más famosa y monumental del acueducto corresponde al muro transparente de arcos sucesivos que lo mantiene airosamente alzado en la vaguada del Azoguejo. Realizado en granito a finales del siglo I después de Cristo, bajo el reinado del emperador Trajano, tiene una altura máxima de 28 metros y medio y 818 metros de largo. Para su construcción se utilizaron 20.400 bloques de piedra unidos sin ningún tipo de argamasa. Su autor hizo un extraordinario alarde de técnica, pues el equilibrio de tan liviana construcción descansa en el conjunto de la obra. De esta forma, el acueducto sólo se mantiene estable si se conserva en su integridad, a diferencia de otros ejemplos como el de los Milagros de Mérida, cuya estabilidad descansa de manera independiente en las columnas.
monumento
Quizás la más famosa construcción romana en la Península es el Acueducto de Segovia. La presencia romana en la Península Ibérica a lo largo de seis siglos dejó un amplio conjunto de obras públicas, entre las que hay que destacar la extensa red de carreteras, muchas de las cuales aun hoy perviven, las construcciones para el ocio, como teatros, anfiteatros o circos, o la construcción de redes de alcantarillado, termas o acueductos, que abastecían de agua corriente a las poblaciones, preocupadas por la higiene pública. Perfectamente conservado, la parte más famosa y monumental del acueducto de Segovia corresponde al muro transparente de arcos sucesivos que lo mantiene airosamente alzado en la vaguada del Azoguejo. Realizado en granito a finales del siglo I después de Cristo, bajo el reinado del emperador Nerva, tiene una altura máxima de 28 metros y medio y 818 metros de largo. Para su construcción se utilizaron 20.400 bloques de piedra unidos sin ningún tipo de argamasa. A diferencia del Pont du Gard, el sistema de construcción que se emplea aquí consiste en levantar enormes pilares unidos a media altura y con arcos de sostén en la parte superior.Su autor hizo un extraordinario alarde de técnica, pues el equilibrio de tan liviana construcción descansa en el conjunto de la obra. De esta forma, el acueducto sólo se mantiene estable si se conserva en su integridad, a diferencia de otros ejemplos como el de los Milagros de Mérida, cuya estabilidad descansa de manera independiente en las columnas. Fue restaurado en el siglo XV por la reina Isabel de Castilla.
monumento
Antiguamente, el agua llegaba a Sevilla a través de un acueducto romano procedente de Carmona. De dicho acueducto se sacó un ramal para llevar agua a la Buhaira. El acueducto estaba situado en el Cerro de las Cabezas y pocos son los restos que se conservan de él. Según algunas descripciones de la época, el acueducto contaba con 390 arcos, algunos duplicados por un cuerpo superior para vencer el desnivel del terreno. El acueducto servía para regar jardines y limpiar calles y viviendas, entre otras funciones. En el siglo XII, los almohades aprovecharon la traza dejada por el acueducto romano para construir la llamada conducción de Caños de Carmona, que traía el agua procedente del manantial de Santa Lucía, localizado en las inmediaciones de Alcalá de Guadaira. El acueducto romano se extendía cuatro kilómetros y estaba construido en piedra y ladrillo, aunque hoy día apenas quedan en pie unos arcos.
obra
Fotografía cedida por la Oficina Nacional Israelí de Turismo. Copyright Ministerio de Turismo de Israel.
monumento
La ciudad romana de Cesarea, en Israel, contaba con uno de los más logrados sistemas de abastecimiento de agua. Sus dos acueductos sumaban cerca de nueve kilómetros de longitud y llevaba a la ciudad el agua desde las fuentes de la cordillera del Carmelo, al norte de la ciudad. La construcción de este sistema de abastecimiento se remonta al reinado de Herodes.
monumento
El nombre de Acueducto del Diablo se debe a una leyenda popular que cuenta cómo el Diablo solicitó una doncella a cambio de levantar la construcción en una noche, antes de que los gallos cantaran. El prometido de la joven despertó a todos los gallos de las granjas vecinas imitando su canto, contestando los gallos antes de la hora prevista. El Diablo, al ver que había perdido la apuesta casi habiendo construido el Acueducto, huyó sin conseguir a la doncella.Esta obra de ingeniería ha sido tradicionalmente fechada en época de Augusto. El suministro de agua al sector residencial de Tarraco estaba garantizado por dos acueductos procedentes de los ríos Francolí y Gaiá. Las aguas del río Francolí llegaban a Tarraco a través de una larga conducción a la que corresponde el llamado Puente del Diablo o Acueducto de les Ferreres, obra con dos órdenes de arcos superpuestos de mampostería- 11 arcos el inferior y 25 el piso superior-, sin más ligazón que la coaxialidad de los pilares, levantada para salvar el desnivel de un barranco, llamado de los Arcos, próximo a la ciudad. El dibujo del ingeniero Josep Boy, fechado en 1713, nos muestra el acueducto principal de Tarraco en alzado y sección, y en un momento de abandono; tiene unos 200 m de longitud y una altura máxima de 26 m y un ancho de bóveda que se aproxima a los dos metros.
contexto
Hasta 1942, el desarrollo de la guerra estuvo marcado por las iniciativas alemana y japonesa. A partir de entonces, Gran Bretaña, Estados Unidos y la URSS procuraron llegar a acuerdos respecto a las operaciones militares y los planes de ayuda. En 1941, Eden visitó a Stalin quien le expuso que, al acabar la guerra Alemania debía ser dividida en varios Estados, Finlandia y los países bálticos regresarían a la situación anterior a la invasión alemana y la frontera rusa debía avanzar, aproximadamente, hasta los límites reconocidos en el pacto germano-soviético, muy parecidos a los que fueron fijados por los aliados en 1919. La entrada en guerra de los Estados Unidos fue previamente estudiada por comisiones políticas y militares de ambos países. En agosto, Roosevelt y Churchill se reunieron a bordo de un buque americano y publicaron la Carta de Atlántico, una declaración de ocho puntos que proclamaba los derechos a la libertad y autodeterminación de los pueblos y apuntaba la paz y colaboración internacional después de la destrucción de la dictadura nazi. En diciembre, una nueva reunión entre Roosevelt y Churchill, creó la junta de Jefes del Estado Mayor Combinado, órgano supremo de coordinación militar, con sede en Washington, formado por ingleses y norteamericanos. El caso de Francia presentaba unos caracteres muy especiales. La derrota y ocupación habían dispersado ideológicamente a sus habitantes hasta el momento del desembarco aliado en Africa. Hasta entonces, la mayoría de la población, aunque odiaba a los invasores, procuraba sobrevivir; la Resistencia aumentaba su poder a medida que se eclipsaba el del Eje; los colaboracionistas medraban protegidos por los nazis o por el Estado profascista de Vichy, cuya cabeza, el mariscal Pétain, maniobraba para no convertirse en satélite de Hitler, aunque había entregado Indochina a los japoneses y permitido que los submarinos alemanes operasen dese Martinica. Su antiguo ministro, el almirante Darlan, de distanció progresivamente de él y, antes del desembarco norteamericano, buscó un pretexto para pasar a Africa y entró en contacto con los aliados. De Gaulle era más independiente, convencido de que la supervivencia de Francia como potencia mundial no podía supeditarse a los americanos ni a los ingleses. Buscaba la soberanía de la Francia libre organizando un ejército propio y sustrayendo a Vichy algunas colonias africanas. Su enfrentamiento con Pétain y la Francia de Vichy, un Estado teóricamente independiente con relaciones diplomáticas con Washington, dificultaba futuros pactos con los militares franceses. Por ello, los norteamericanos, antes que a De Gaulle, preferían al general Giraud, que había huido de Francia en un submarino británico y contaba con predicamento entre grupos relevantes de Africa del Norte. Un nacionalista francés llevado por oscuros móviles asesinó al almirante Darlan en diciembre de 1942, de modo que las opciones se redujeron a la alternativa Giraud-De Gaulle, cuya reconciliación se produjo como consecuencia de la Conferencia de Casablanca. Al organizarse el Comité de Liberación Nacional, De Gaulle se ocupó de la presidencia y los asuntos políticos, mientras Giraud tomó a su cargo las operaciones militares. Los franceses libres dedicaron sus esfuerzos a captar a las autoridades coloniales vichystas. Desde el principio de la guerra controlaban el Chad; más tarde, se hicieron con Madagascar y la Somalia francesa. La operación siguiente consistió en enviar al comandante Leclerc y un grupo de gaullistas al Camerún, donde tomaron Duala y se extendieron a territorios cercanos. Después, Leclerc partió de Libreville con una columna sobre vehículos civiles requisados y marchó, sin ayuda, desde el Ecuador hasta el Mediterraneo, con la intención de que una fuerza de la Francia libre combatiera junto a los aliados, aunque fuera simbólicamente. La tropa de Leclerc atacó a los italianos, tomó algunos oasis, participó luego en la campaña de Túnez contra los alemanes y De Gaulle tuvo que moverse rápidamente para impedir una maniobra británica, que pretendía imponer administradores ingleses a los territorios conquistados.
termino
acepcion
Conjunto de cambios producidos en la cultura original de un grupo cuando entra en contacto directo y continuo con otro.