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Los impresionistas -y antes que ellos Courbet y el propio Manet- quedaron impresionados cuando contemplaron los retratos pintados por Hals, ya que gracias a su técnica superó el suave modelado renacentista, creando a través de rápidas pinceladas, aplicadas con soltura y desenfado. Para los jóvenes pintores del siglo XIX esta fórmula pictórica rompía con el academicismo imperante y era una fuente de inspiración directa. Esta forma de trabajar la podemos observar claramente en este retrato anónimo de un oficial de las milicias de Haarlem, con las que el artista estaba muy vinculado tanto profesional como socialmente al realizar varios retratos de sus miembros y formar parte de la de San Jorge. La postura empleada será muy utilizada por el maestro ya que de esta manera crea un acertado efecto tridimensional, al proyectar el brazo derecho del oficial hacia el espectador. Como es habitual, la figura se recorta ante un fondo neutro, recibiendo un foco de luz que resalta el expresivo gesto del modelo, convirtiéndose Hals en un especialista a la hora de captar el alma de los modelos que posan para él. La ausencia cada vez más sistemática de detallismo y la falta de nobleza que presentan sus modelos provocará que los burgueses de Haarlem le den la espalda y prefieran ser retratados por Bartolomé van der Helst, con un estilo más reposado y distinguido pero carente de fuerza, sin vitalidad.
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<p>Una buena parte de la producción de Vermeer está relacionada con las tentaciones del amor. Los expertos quieren ver en estas obras una clara intención moralizante o por lo menos crítica con la sociedad de su época, si bien podríamos estar ante meras crónicas de su tiempo. En esta ocasión nos encontramos con un soldado ataviado con un amplio sombrero, sentado en una zona de sombra, en primer plano. Su forzada posición sólo permite contemplar el perfil de su rostro, dirigiendo su mirada hacia la joven con la que conversa. La muchacha se cubre con un pañuelo blanco, recibiendo el intenso foco de luz que penetra por la ventana abierta, destacando su amplia sonrisa hacia el hombre. En sus manos sostiene una copa de vino, aludiendo una vez más a la seducción mediante el vino, que también está presente en Muchacha con vaso de vino o Caballero y dama tomando vino. La pared está decorada por un mapa, motivo frecuente en la producción del maestro de Delft, realizado en 1620 por Balthasar Florisz. van Berckenrode donde se representa a Holanda y Frisia Occidental, tal y como se desprende de la cartela en latín que adorna la parte superior. Algunos expertos piensan que el tamaño del soldado obedece al empleo de la cámara oscura como instrumento para realizar la escena, al igual que en la Vista de Delft y otras escenas salidas de los pinceles de Vermeer. Quizá lo más interesante de la composición, aparte del significado, lo encontremos en la utilización de la luz, una luz clara y fuerte que ilumina la estancia y provoca intensos contrastes, recordando las obras de Caravaggio que fueron tomadas como referencia por buena parte de los maestros del Barroco holandés, entre ellos los propios caravaggistas de Utrecht o el mismo Rembrandt. También debemos advertir el acertado uso del color, destacando las tonalidades amarillas y rojizas, resaltando sus brillos por la luz, la misma luz que provoca la sensación atmosférica que envuelve la escena. El óleo es aplicado utilizando la característica técnica "pointillé" con la que reparte los chispeantes puntos de luz por toda la superficie del lienzo.</p>
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La relación artística de Hals con la milicia cívica de San Jorge de Haarlem se inició en 1616 cuando realizó el Banquete de oficiales, repitiendo la composición en 1627. Doce años después volvió a retratar a los oficiales y suboficiales en esta tela que conserva el Frans Hals Museum, representando al estado mayor de la compañía entre 1636-39. Algunos de los retratados no quedaron satisfechos con su retrato por lo que la obra se prolongó más del tiempo deseado. Partiendo desde la izquierda y considerando en primer lugar a los personajes de segundo plano, los retratados son: el sargento Pieter de Jong; el propio Frans Hals; el alférez Jacob Druyvestein; el teniente Hendrick Gerritsz. Pot; los sargentos Nicolaes Jansz. van Loo y Abraham Cornelisz. van der Schalcke; el teniente Hendrick Coning; en primer plano: el alférez Laambert Wouters; el coronel Johannes Claesz. Loo; el teniente François Wouters; el fiscal Michiel de Wael; el teniente Cornelis Coning; los capitanes Florens van der Hoef y Nicolaes Grauwert; el sargento Lucas van Tetterode; el capitán Quirijn Jansz. Damast; los alférez Dirck Dix y Pieter Scout. El fondo de paisaje se piensa que es de otra mano, apuntándose al pintor Cornelis Symonsz. van der Schalcke. Como suele ser habitual en este tipo de retratos de grupo pintados por Hals, cada una de las figuras ocupa un papel protagonista en la escena ya que el precio era pagado entre todos, por lo que no se podía relegar a nadie a posiciones secundarias. Los oficiales y suboficiales se presentan en varias líneas paralelas con las que se consigue el efecto de perspectiva, destacando sus expresivos rostros y los detalles de sus cuellos, puños y bandas. Las lanzas y estandartes se disponen en diagonal, estableciendo así la estructura compositiva de la tela, en clara alusión a las estructuras barrocas utilizadas por Rubens, uno de los pintores favoritos del maestro de Haarlem.