Sevilla poseía su propio Ayuntamiento antes del siglo XVI, pero el esplendor económico que disfrutó tras el Descubrimiento de América y el hecho de figurar como puerta de Europa frente al Nuevo Mundo incitó al concejo municipal a construir uno nuevo. El nuevo Ayuntamiento debía representar el esplendor económico de la ciudad así como su riqueza cultural. En 1527 se iniciaron las obras, dirigidas por el arquitecto renacentista Diego Riaño, que tan sólo siete años más tarde, en 1534, las remataba. El conjunto está diseñado según las tendencias platerescas, con una fachada profusamente decorada con medallones romanos, grutescos, pilastras, etc. Del interior destaca la Sala Capitular y las obras de arte que alberga.
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monumento
<p>El edificio del cabildo sevillano se inició en los últimos meses de 1526, prolongándose su construcción hasta el último tercio del quinientos. A lo largo de esos años se introdujeron algunos cambios en el proyecto elaborado por Diego de Riaño, debidos a sus sucesores al frente del mismo, habiéndose además transformado sustancialmente la fisonomía del conjunto renacentista durante el siglo XIX. Las Casas Capitulares se proyectaron en lenguaje clásico y cargadas de un alto contenido simbólico. Un amplio repertorio de elementos renacentistas constituye la trama estructural, que fue completada con una rica y delicada ornamentación de grutescos y una selecta iconografía. Las fachadas se articulan en dos pisos mediante pilastras y semicolumnas, contraponiéndose a su sentido vertical la potencia horizontal de los entablamentos. La interrupción de la obra durante cinco años, a partir de 1529, impidió a Riaño concluir su proyecto, ya que falleció en 1534. No obstante, resulta evidente que le corresponden los aspectos fundamentales del edificio, así como buena parte de su ornamentación y programa iconográfico. Entre lo mejor del conjunto se cuenta el basamento en que se apoya el edificio, el rigor de la composición y las cuidadas relaciones proporcionales. El interior ofrece dos ámbitos fundamentales, el Apeadero y la Sala Capitular. El primer recinto posee un innegable aspecto gótico, debido, entre otras cosas, a sus bóvedas nervadas. La Sala Capitular destaca por su soberbia bóveda artesonada, en la que aparecen figuras de reyes. En ella se trabajaba entre 1533 y 1534. Aspecto importante del edificio es su programa iconográfico. La presencia de medallas, motivos sagrados y profanos, temas heráldicos e inscripciones ponen de manifiesto que el Ayuntamiento fue concebido como Templo de la Justicia y como espejo de la historia ciudadana. En el siglo XIX Demetrio de los Ríos y Balbino Marrón realizaron las reformas del edificio consistorial, trazando una nueva fachada, orientada a la plaza Nueva, de corte neoclásico. También serán los responsables de la reorganización del espacio interior.</p>
obra
Los modelos de Juan de Herrera servirán de inspiración al hijo de El Greco para realizar este edificio, su obra maestra.
obra
A Theotocopuli se debe la acentuación de la plasticidad en el tratamiento de las superficies, la sustitución de la arcada del segundo piso por vanos adintelados, la idea de construir unas torres con chapiteles en los ángulos y el pequeño frontón de reminiscencias clásicas situado sobre el eje central del edificio.
obra
Si bien fue Juan de Herrera quien dio las trazas del edificio, el hijo de El Greco incorporará interesantes novedades que otorgan al Ayuntamiento toledano un aire más personal, sin renunciar a la influencia escurialense.
obra
Este edificio, trazado por Juan de Herrera en 1574, fue terminado entre 1612 y 1618 por Jorge Manuel Theotocopuli introduciendo algunas modificaciones en el proyecto original.
obra
Este edificio, trazado por Juan de Herrera en 1574, fue terminado por Jorge Manuel Theotocopuli introduciendo algunas modificaciones en el proyecto original.
monumento
<p>Los trabajos arquitectónicos del hijo de El Greco se inscriben dentro de la corriente posherreriana que imperó en las construcciones toledanas de las primeras décadas del siglo XVII. Este edificio, trazado por Juan de Herrera en 1574, fue terminado entre 1612 y 1618 por Jorge Manuel Theotocopuli introduciendo algunas modificaciones en el proyecto original. A él se debe la acentuación de la plasticidad en el tratamiento de las superficies, la sustitución de la arcada del segundo piso por vanos adintelados, la idea de construir unas torres con chapiteles en los ángulos -construidas en los años finales del siglo por Ardemans- y el pequeño frontón de reminiscencias clásicas situado sobre el eje central del edificio.</p>