No son muy numerosas las naturalezas muertas en la producción de Monet, si exceptuamos las que realizó durante sus años de aprendizaje. En estos trabajos parece contestar a las críticas sobre la rapidez a la hora de realizar sus obras y el abocetamiento generalizado de estas. Es posible que la delicada situación económica por la que atravesaba el artista y sus deseos de vender le llevaran a emplear esa pincelada rápida y empastada que aquí parece serenarse para captar los volúmenes de las frutas. La sensación atmosférica que envuelve la mesa donde se disponen las diferentes frutas y la cesta no impide dotar de cierta calidad a cada una de ellas, apreciándose claramente los reflejos del potente foco de luz que las ilumina. Como viene siendo habitual entre los impresionistas, la sombra es coloreada, especialmente malva, tal y como observamos en el blanco mantel. La composición está estructurada de manera convencional, disponiendo los elementos en diagonal y en profundidad, resaltados ante un fondo neutro que dota de volumetría al conjunto. Los colores son vivos, utilizando los complementarios de la misma manera que ya sugería Delacroix.
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Bien es cierto que Renoir es el gran pintor de figuras dentro del impresionismo pero no renunció a realizar algunas naturalezas muertas como estos melocotones en un elegante frutero de Delft que el pintor contempló en casa de Paul Bérard, en Wargemont. Esta obra es una clara muestra de cómo la tendencia impresionista se dirige hacia la pérdida de la forma, como bien podemos observar en la zona del fondo, utilizando el maestro una pincelada arremolinada que anticipa al estilo de Van Gogh. De la misma manera, el mantel recibe las sombras coloreadas habituales en el impresionismo. Sólo las frutas gozan de la volumetría necesaria, en sintonía con las obras que Cézanne está realizando por estas fechas. Las brillantes tonalidades son aplicadas con una pincelada rápida y empastada, significativa en el estilo personal del maestro.
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Mucho se ha escrito sobre la enfermedad de Van Gogh. El psicólogo Eckhard Neumann ha recogido diversos diagnósticos procedentes de 93 publicaciones en las que se trata de encontrar el origen de la locura de Vincent. La esquizofrenia es la causa apuntada en 13 ocasiones, la epilepsia en igual cantidad mientras que también se apunta la sífilis, el consumo abusivo del alcohol o una desconocida causa. La intensa convivencia con Gauguin aumentó el grado de tensión en Vincent y consiguió llegar a la saturación la famosa noche del 23 de diciembre cuando se cortó el lóbulo de la oreja. Recuperado de la crisis sufrida, regresa a la casa amarilla y se enzarza en la elaboración de una serie de naturalezas muertas donde recupera el intenso color del verano anterior. Vincent dice en una carta su hermano Theo: "Lo reconozco todo - en alusión a su abusivo consumo de alcohol, café y tabaco que le reprochan las enfermeras del hospital - pero para volver a lograr el tono amarillo intenso que conseguí este verano me he tenido que estimular bastante". De esta manera, Van Gogh reconoce su dependencia a las tres drogas "legales" con las que crea obras tan bellas como ésta que contemplamos.
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La literatura será una de las más fieles compañeras de Van Gogh en sus largas jornadas provenzales, cuando abandonaba la pintura. En Arles apenas se relacionó con la gente por lo que se dedicó a leer obras de los hermanos Goncourt, Zola u otros autores contemporáneos franceses. Una vez leídas esas novelas se dedicó a pintarlas en alguna ocasión como este bodegón que contemplamos donde una pila de libros se ubican sobre un espacio indefinido similar a una mesa. Cada uno de los libros está determinado por su contorno definido o por su posición desequilibrada. El color amarillo domina el conjunto jugando con tonalidades rosas en primer plano aplicadas con mayor soltura mientras las cubiertas de los libros destacan por su planitud, siguiendo la estampa japonesa al igual que el aspecto decorativo del conjunto.
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El contacto con Signac llevará a Van Gogh a realizar durante el verano y el otoño de 1887 una serie de obras dentro del estilo puntillista, definido por el empleo del color a través de pequeños puntos que organizan la composición a modo de mosaico. Para evitar la excitación en el espectador, se utilizan algunos elementos ajenos a los puntos como en este caso las novelas francesas que pueblan la mesa mientras que la pared se llena de toques de color. La paleta ha visto un aclaramiento significativo respecto al periodo de Nuenen, anticipando las obras de Arles.
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Una vez más las patatas se convierten en las protagonistas de un lienzo de Van Gogh de la misma manera que en los Campesinos comiendo patatas o Campesinos sembrando patatas. Vincent parece hacer un canto al alimento que eliminó numerosas hambrunas desde su llegada de América en el siglo XVI. Los tubérculos se disponen en el lienzo de manera acertada, iluminados con un potente foco de luz que resalta todas sus deformidades. Colocadas sobre un paño, se elimina la tradicional representación de objetos de lujo tradicionales en el Barroco para dar paso a elementos cotidianos, lo que supone una importante novedad.