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El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia ocupa una superficie útil de 37.330 m2. Inaugurado en el año 2000, cuenta con una superficie acristalada de 18.590 m2 y una altura de 54 m.
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El edificio se configura como una gran cubierta soportada por una fachada vidriada y transparente al norte y por una fachada sur convenientemente opaca, ambas adaptadas a las particulares condiciones de la luz valenciana.
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El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, de Valencia, obra de Santiago Calatrava, ocupa una superficie útil de 37.330 m2. Inaugurado en el año 2000, cuenta con una superficie acristalada de 18.590 m2 y una altura de 54 m. El edificio se configura como una gran cubierta soportada por una fachada vidriada y transparente al norte y por una fachada sur convenientemente opaca, ambas adaptadas a las particulares condiciones de la luz valenciana. Calatrava, diseñó el Museu de les Ciencies "Príncipe Felipe" con un concepto espacial completamente innovador, realizando planos en sección, es decir, que permiten tener una visión general y longitudinal de todas las plantas que completan este gran edificio. La principal característica de esta obra arquitectónica son sus espacios abiertos y su gran cortina de cristal plegada, situada en la fachada norte, que inunda de luz el edificio y abre visualmente el espacio interior al paisaje urbano tamizándolo. La fachada sur, con su silueta dentada, recoge los pliegues de la cubierta. Funciona como un fuelle sin juntas de dilatación, esto es, la estructura se dilata y se encoge con el calor como un acordeón. La fachada se articula sobre una compleja combinación de formas romboidales quebradas. El resultado es un grandioso fuelle de hormigón y cristal que recoge los pliegues de la cubierta y los transmite a lo largo de toda la fachada en zigzag. Por ello se tiene la sensación de estar ante un edificio que se abre y se cierra ante nosotros de manera continua. Está compuesta por estructuras en forma de nudos que tienen una gran complejidad geométrica y de construcción. Una de las piezas arquitectónicas que caracterizan al museo son los llamados árboles, denominados de este modo, por estar compuestos por un tronco principal que se ramifica en dos direcciones - sus ramas -.Tanto el tronco como sus ramas principales, son huecos y se han construido en hormigón, anteriormente, montándolos en la obra. Situados en el interior del museo, son el núcleo de comunicación vertical de las instalaciones y de circulación de las personas, y actúan de apoyo de un extremo de la cubierta y de la parte superior de la fachada norte. Calatrava transforma la fachada norte del museo en una inmensa metáfora orgánica basada en la Naturaleza misma. Por un lado, crea una cascada de cristal que dialoga con fenómenos atmosféricos como la lluvia desde la verticalidad, o los vientos desde la horizontalidad. Por otro, genera un gigantesco esqueleto formado por tubos metálicos en forma de arco, costillas y vidrio. Toda esta dinámica ascendente se transmite a la cubierta de manera espectacular a través del movimiento de giro que realizan algunas de las ramas de los cinco árboles que conforman el edificio. El resultado es todavía más impactante si observamos el conjunto acristalado desde el exterior, situándonos sobre el voladizo que hace de mirador. En la cubierta del Museu vuelven a encontrarse citas de autor referidas al mundo de las formas y estructuras que podemos encontrar en la Naturaleza. La resolución de la misma desafía la imaginación, al lograr el efecto en nosotros de estar ante un edificio rodeado de agua...¡por todas partes!. Por arriba ¡también! desde el momento en que la cubierta asemeja una gran lámina de agua rizada por el viento. Podemos disfrutar contemplando el juego geométrico descrito por estas ondas acuáticas de 45 metros de longitud, generadas por celosías de acero en forma de arco inclinado. El Museo es una inmensa escultura modelada en hormigón, cristal y acero. Con ellos Calatrava, más que construir, modela formas. El sentido escultórico que el autor le da a la construcción lo consigue trabajando el material in situ, empleando encofrados hechos "a medida", o bien montando, como si se tratara de un mecano, pieza a pieza, los componentes de las estructuras móviles. De esta manera, se han hecho los remates en forma de picos de pato con los que acaba la cubierta del edificio por su lado Sur, o las "costillas" y "vértebras" que articulan la cascada de cristal de la fachada Norte.
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Creado en el año 1951 por iniciativa de la Dirección General de Bellas Artes, se encuentra en la Casa Gótica o Palacio de Don Pedro, junto a la iglesia de San Miguel dos Agros, ocupando una torre gótica y un edificio moderno. El museo abrió sólo esporádicamente durante mucho tiempo, con motivo de algunas exposiciones temporales. Transferido a la Comunidad Autónoma gallega en 1995, un año más tarde abrió sus puertas definitivamente. El Museo muestra en sus valiosas colecciones una exhaustiva reconstrucción de la historia del Camino de Santiago, que incluyen piezas de arte sacro, documentos, esculturas, pinturas y objetos de orfebrería y arte popular. Es notable también su colección de azabaches.
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La Stazione Termini (central) de Roma figura entre las mayores y más modernas de Europa. Frente a su fachada pueden verse todavía restos de la «muralla serviana» (s. IV a de C, antiguo límite de la Roma republicana). A unos pocos pasos de aquí se encuentra la Piazza della Republica, llamada antiguamente Piazza Esedra, en la que se encuentran la fuente de los Najades, las termas de Diocleciano (s. III d de C), el Museo de las Termas, donde se conserva una importantísima colección de antigüedades. Una de las obras más emblemáticas de la escultura arcaica griega es el llamado Trono Ludovisi, descubierto en el año 1887, en Roma, al derribar la antigua villa de Ludovisi con objeto de urbanizarla. Luego pasó a formar parte de la colección Ludovisi-Buoncompagni y hoy se conserva en este Museo de las Termas de Roma.
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El edificio que ahora guarda el museo fue el Palacio arzobispal desde el año XI al XIV. Fue restaurado en el año 1987-1989. Su colección ilustra la historia de Lausanne por medio de las exhibiciones permanentes y las temporales. Se exhiben en sus salas obras prehistóricas, griegas, romanas, muebles, pinturas y plata de este lugar. También algunas salas las ocupa algunas habitaciones interiores reconstruidas que nos muestran estilos de la vida en los siglos XVII y XIX.
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El convento de los Agustinos de Toulouse fue tradicionalmente un importante centro escultórico del sudoeste francés. Tanto es así, que desde el siglo XVI había sido objeto de numerosos expolios. Durante la Revolución Francesa se decidió convertirlo en museo y se introdujeron en su arquitectura ciertos cambios: una estructura neoclásica obstruía la iglesia, fingiendo ser un templo de las artes. En el siglo XX se desmontó esta estructura y se trató de recuperar el carácter original del edificio. Sus fondos más importantes lo constituyeron desde antiguo sus esculturas de la Edad Media. Tras su conversión en museo, se añadieron fondos de pintura de la región y del resto de Europa. Así, en su interior podemos admirar obras del español Bartolomé Murillo, Van Dyck, Rubens, Guercino y otros. Entre los artistas franceses más destacados podemos nombrar a Simon Vouet, Bourdon, Nicolas Tournier, Philippe de Champaigne, Mignard, Ingres, Delacroix y Corot.
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Museo inaugurado en 1963 y ubicado en el Palacio Episcopal de Astorga o Palacio Gaudí. El museo reúne una colección de esculturas medievales de madera policromada, y orfebrería renacentista y barroca. Las piezas proceden en gran parte de la Diócesis, llevadas allí para protegerlas y conservarlas. El museo trata de simbolizar la riqueza material y cultural del Camino de Santiago y de las diócesis más antiguas de España. En las distintas salas de la galería, como el comedor, capilla o el gran vestíbulo se encuentran piezas de gran valor artístico, como tallas románicas, retablos u orfebrería, que abarca desde el siglo XV hasta los siglos XVII - XVIII; ésta se sitúa en la planta noble, donde también se puede disfrutar de pinturas. El resto de la planta noble mantiene la estructura original, como el despacho del obispo, el salón del trono con el baldaquino diseñado por Gaudí o el comedor privado. El último piso acoge una exposición de artistas leoneses contemporáneos, tanto pintores como escultores.
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El Museo de los Concilios de Toledo y la Cultura Visigoda se encuentra instalado en la iglesia de San Román. Este edificio del siglo XIII es uno de los mejores ejemplos del mudéjar toledano. Su interior muestra las principales manifestaciones artísticas de toda una época. La iglesia de planta basilical se divide en tres naves, separadas entre sí por arcos de herradura califal. Estos se apoyan sobre pilares adosados a columnas que sustentan capiteles reutilizados, algunos de ellos del periodo visigodo. La capilla absidal y su esbelta torre constituyen otro de los atractivos de este edificio. Para completar el recorrido arquitectónico, merece la pena destacar la cúpula del ábside, proyectada por Alonso de Covarrubias. Los frescos que cubren sus muros románicos de influencia hispano-árabe, cuya antigüedad data del siglo XIII, y el retablo de Diego Velasco, son la estrella de las manifestaciones pictóricas de este museo. En el apartado dedicado a arqueología, recoge vestigios correspondientes a los siglos VI, VII y VIII, identificados con la época de esplendor visigoda, siendo Toledo capital del Estado. Entre otras muestras es posible contemplar cimacios, capiteles, relieves y muestras epigráficas. Los ajuares encontrados en la necrópolis de Carpio de Tajo también aparecen expuestos en este museo. Uno de los tesoros más importantes, dentro de las exhibiciones dedicadas a orfebrería son las excelentes reproducciones del tesoro de Guarrazar.