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monumento
Ante la complicada situación política que vive al-Andalus tras la caída del califato, en 1023 el rey Abud-Qasim-Musammad ben Abbad ordena reconstruir todas las murallas de la ciudad de Sevilla, unas murallas que protegerían las trescientas hectáreas de lo que hoy conocemos con la Sevilla intramuros, con una longitud de mas de seis kilómetros. Las murallas se complementaban con unas 150 torres -casi todas de planta cuadrada- que se ubicaban a cuarenta metros de distancia entre sí. El lienzo defensivo contaba con doce puertas. Algunas de estas torres no eran de planta cuadrada como la de la Plata o la del Oro. En 1222 las murallas sevillanas se reforzaron con un antemuro y un foso pero todo el recinto defensivo no fue suficiente para que Fernando III no tomara la ciudad en 1248.
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En 1023 el rey Abud-Qasim-Musammad ben Abbad ordena reconstruir todas las murallas de Sevilla, unas murallas que protegerían las trescientas hectáreas de la ciudad con una longitud de mas de seis kilómetros.
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Las grandes murallas de Tirinto, que se conservan en todo su recorrido, fueron aludidas por Homero para hablar de esta ciudad como "la bien murada Tirinto". Cuentan con escaleras secretas, grandes torres y bastiones de hasta 15 m de altura. En el interior está cubierto por falsas bóvedas realizadas por aproximación de hiladas.
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Las murallas de Tirinto , que se conservan en todo su recorrido, fueron aludidas por Homero para hablar de esta ciudad como "la bien murada Tirinto". Cuenta con escaleras secretas, grandes torres y bastiones de hasta 15 m de altura. En el interior está cubierto por falsas bóvedas realizadas por aproximación de hiladas.
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Para defender los barrios situados en el granadino Cerro de San Cristóbal -el Albaicín y la Albayda- en la segunda mitad del siglo XIV se levantó la muralla que iba desde la puerta de Guadix -en la parte final del actual paseo de los Tristes- pasaba por San Miguel Alto, la puerta de Fajalauza, el postigo de San Lorenzo y llegaba a la puerta de Elvira. En 1983 se redescubrió el Postigo de San Lorenzo o Puerta del Albaicín, hasta entonces enterrado entre escombros.