Desconocemos la identidad de la modelo que posó para este retrato al pastel en relación con los ejecutados en los años finales de la década de 1870, como Madame Jacob o Madame Michel Levy. Se trata de un busto en tres cuartos bastante abocetado que perteneció a Renoir, único de los impresionistas amigos de Manet que continuó con la técnica de retratos femeninos al pastel.
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La identidad de la modelo que posó para este rápido trabajo ha podido ser establecida por la cantidad de retratos que Manet le realizó. Se trata de Isabelle Lemonier, miembro de una de las familias joyeras más importantes de París. Este rápido boceto realizado en la hoja cuadriculada de un cuaderno de dibujo ilustra perfectamente cómo el estilo conciso y satisfactorio de Manet estaba en su momento más álgido.
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En 1886 Monet realizó dos estudios de gran formato al aire libre para los que posó su compañera Alice Hoschedé. La mujer se sitúa en un promontorio y el artista la contempla desde abajo, recortando su silueta sobre un fondo nuboso. Alice sostiene una sombrilla de color verde que proyecta una sombra malva sobre el vestido blanco de la dama, sombras coloreadas tradicionales en el Impresionismo. La fuerte luz solar acentúa el colorido de las flores y la hierba del suelo. La pincelada utilizada por Monet es rápida y organiza la composición como si se tratara de un puzzle. Estas obras - su compañera es Mujer con sombrilla de perfil - serán las últimas de gran formato en las que aparece una figura de cuerpo entero realizadas por el maestro.
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Interesado por encontrar nuevas temáticas, Monet se preocupó por situar a su compañera Alice Hoschedé al aire libre, en una especie de promontorio, y realizar sendas obras donde estudiar de diferente manera el impacto de la luz solar sobre la figura. Eligió dos grandes lienzos para su ejecución, obteniendo como resultado estos dos bellos trabajos - Mujer con sombrilla es su compañera -. La figura vestida de blanco tiene como fondo el cielo azul con unas nubes en movimiento. La luz del sol procedente de la derecha impacta sobre la dama y crea una sombra malva típica del Impresionismo. Los colores de la hierba se acentúan por la iluminación en un conjunto cromáticamente perfecto. La pincelada es rápida, elimina paulatinamente las formas hasta llegar a la abstracción de los Nenúfares.
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Este estudio resulta una curiosidad en la obra de Ingres, tan correcto en sus anatomías. Se debe a que fue el estudio previo para la figura del extremo izquierdo del Baño turco, a la que cambió la posición tras decidir la composición definitiva. Ingres reserva para sus estudios preparatorios toda la ligereza de su arte, que en las grandes composiciones camufla de perfección ideal, pesada, artificial. En el esbozo de la figura está presente la misma sensualidad y abandono de la figura final del lienzo, pero el erotismo resulta más evidente por el propio realismo de la mujer, que se nos aparece real, cercana, auténtica. Probablemente se trate de la segunda esposa de Ingres, Delphine Ramel, que tenía cuarenta y tres años cuando se casó con el artista.
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El año 1880 será el primero en el que Renoir empiece a manifestar dudas respecto a su forma de trabajar. La admiración por la luz y el color que implicaba el impresionismo estaba conduciendo a la paulatina desaparición del volumen y la forma por lo que algunos artistas reaccionan ante la tendencia a la abstracción al que se abocaba el nuevo estilo. Renoir, y especialmente tras su viaje a Italia de 1881 en el que se interesa especialmente por Rafael, recuperará el dibujo y el modelado para dotar de cierta "monumentalidad" a sus figuras como bien podemos comprobar en este anónimo retrato de una bella mujer, a pesar de no ser una de las jovencitas que posan habitualmente para el artista. No olvida el maestro el empleo de una pincelada rápida y empastada, como bien podemos comprobar en el "jabot", la rosa o el vestido; sin embargo, sí observamos un mayor efecto de modelado en la cabeza, interesándose Renoir por captar los diferentes rasgos del rostro, incidiendo en la personalidad de la retratada, especialmente en los expresivos ojos. El fondo neutro y la iluminación que recibe la mujer recuerdan a los retratos clasicistas realizados por Tiziano, Rubens o Velázquez que el pintor francés admiró en sus frecuentes visitas al Louvre.
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Está basado en un dibujo de 1801, recogido en su cuaderno de Mannheim, en concreto para la figura de la mujer. Al igual que Mujer con tela de araña entre árboles desnudos, esta xilografía fue realizada junto a su hermano Christian para ilustrar algún libro que no llegó a publicarse. Este dibujo, con su interpretación sombría de la vida, está lleno de sentimiento, de tensión anímica, de la característica rebeldía del Sturm und Drang. Se ha relacionado, como los demás, con algunas crisis personal del artista, incluso de algún desengaño amoroso. Representa al ser humano al borde del abismo de la vida. El árbol seco con el cuervo refuerza esta idea con la de la muerte. El más allá, y también la liberación de toda atadura, se encuentra a lo lejos plasmado en las montañas inalcanzables. El abeto se refiere al cristiano creyente, enraizado en la roca. Parte de esta simbología es relacionable con la de otras obras de 1808-1810, como Bruma matinal en la montaña y Amanecer en el Riesengebirge.
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Foucart considera esta obra como "el más elaborado, el más complejo de los desnudos de Courbet". La figura de la joven repite la postura de Psique en la obra, desgraciadamente destruida, de Venus persiguiendo a Psique que conocemos por una fotografía. La muchacha aparece tumbada sobre unas sábanas blancas que impiden parcialmente contemplar su sexo, en una postura escorzada que acentúa su belleza. El cabello negro alborotado refuerza el erotismo de la composición en la que el fondo queda en penumbra para no despistar a los espectadores. La luz resbala por el cuerpo de la muchacha marcando el contraste con el fondo; la obra fue expuesta en el Salón de 1866 obteniendo bastante éxito quizá al no alejarse de los desnudos académicos y del erotismo idealizado de la muestra como se aprecia en el Nacimiento de Venus de Cabanel o las Bañistas de Bouguereau.
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Renoir inició su carrera artística como decorador de porcelanas antes de acudir al taller de Gleyre. Esa formación artesanal le permitió adquirir unas excelentes dotes como dibujante que mantendrá a lo largo de toda su vida, interesándose especialmente por las figuras femeninas que protagonizan la mayor parte de sus escenas. Se trata de mujeres ataviadas a la moda de la época, interesándose los maestros impresionistas en representar escenas de la vida moderna, alejándose de asuntos históricos o mitológicos que tanto interesaban a los miembros de la Academia o del Salón. Los firmes y seguros trazos indican la maestría de Renoir en esta técnica, interesándose en captar el gesto de la modelo ya que sus retratos siempre gozan de una intensa personalidad.