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El grupo de "Peintres du Petit Boulevard" estaba integrado por Bernard, Anquetin, Toulouse-Lautrec y Van Gogh, añadiéndose más tarde Gauguin. Esta denominación vino motivada como contraposición a los "Peintres du Grand Boulevard" incluyendo a Monet, Sisley, Pissarro, Degas y Seurat. Posiblemente Vincent en la primavera de 1887 cuando elabora este lienzo ya siente deseos de abandonar París e instalarse en Arles, mostrándose con un amplio sombrero de paja como referencia al Mediterráneo. Las tonalidades azules dominan la composición, contrastando con el amarillo, apareciendo así sus dos colores favoritos que marcarán su producción en periodos posteriores. Una vez más su mirada directa e inquietante es la protagonista.
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Pocos pintores se han autorretratado en tantas ocasiones como Van Gogh. Gracias a tan amplia serie podemos conocer de manera acertada su estado de ánimo, sus sentimientos ante un momento determinado de su existencia. A su llegada a París en la primavera de 1886, sin avisar y cogiendo totalmente desprevenido a su hermano Theo, la relación entre ambos será muy tirante, llenando de preocupación al artista como podemos contemplar en esta imagen. La mirada de Vincent se clava en nuestros ojos, dotando de cierto misterio a su expresión. El oscuro sombrero y el gabán aumentan su aspecto misterioso al igual que la iluminación empleada que resalta su carnación blanquecina. Técnicamente nos encontramos ante un trabajo de elevada calidad al conjugar el dibujo con la pincelada rápida y empastada, obteniendo una volumetría destacable especialmente en la cabeza mientras que en el abrigo podemos encontrar cierta planitud gracias a su conocimiento de las estampas japonesas que ya adquirió en Amberes y que se convertirán en una de sus obsesiones en París.
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Típico del Barroco es este retrato colectivo, al estilo de lo que se usaba en Holanda, Bélgica, Alemania, etc., pero con un rasgo especial: frente al encargo de un grupo gremial o de dirigentes de la ciudad, los retratados son el pintor, Jordaens, y su familia. Tal vez sea esto lo que le dota de esa simpatía de la cual pueden carecer otros retratos colectivos. Por lo demás, los rasgos del Barroco están todos presentes: la iluminación diagonal, polifocal, el colorido y la abundancia de elementos decorativos como los contrastes entre los vestidos, los jarrones con flores, el mobiliario, etc.
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<p>Se trata del primer cuadro de Frida Kahlo, lo pintó durante su estancia en el hospital durante el verano de 1926.</p><p>La inspiración para esta obra provino de su compañero de escuela y novio, Alejandro Gómez Arias. A Kahlo le atrajo el período renacentista italiano por su aire aristocrático. Alejandro quedó fascinado por la pintura "El nacimiento de Venus" de Botticelli, una obra del Renacimiento italiano, la cual inspiró a Kahlo para su propio autorretrato.</p><p>Detrás del cuadro, Kahlo escribió la frase "Hoy es siempre todavía". Kahlo regaló esta obra a Alejandro en septiembre de 1926.</p><p>En marzo de 1927, Alejandro Gómez Arias devolvió la pintura a Kahlo para protegerla, ya que sus padres viajaron a Europa con la intención de separar a Kahlo y Alejandro, pues no aprobaban la relación de Frida. Este cuadro fue una de las cuatro pinturas que Kahlo presentó a Diego Rivera, siendo la favorita de Rivera por ser "la más original".</p><p>Actualmente, el cuadro se encuentra en una colección privada como parte del legado de Alejandro Arias, en la Ciudad de México.<br>&nbsp;</p>
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En este autorretrato Van Dyck realiza una compleja declaración de su posición en la corte del rey Carlos I de Inglaterra, donde ocupaba el puesto de pintor de cámara. El pintor aparece en tres cuartos, mirando al espectador y señalando con su mano derecha al girasol -símbolo de la relación entre súbdito y monarca según los libros ingleses de la época- mientras con la izquierda sujeta una cadena de oro -símbolo de honor y triunfo ya que los mecenas las regalaban a los artistas como prueba de estima-; ambos elementos son una clara señal de la dependencia del buen cortesano de la voluntad de su monarca. Elementos simbólicos aparte, nos encontramos con una excelente muestra de la facilidad de Van Dyck a la hora de realizar retratos, interesándose por captar la personalidad de su modelo, tal y como habían hecho su maestro Rubens y Tiziano. Las tonalidades empleadas y la rápida ejecución indican su estrecha vinculación con la escuela veneciana, manifestada desde su aprendizaje y estrechada con motivo del viaje a Italia.