Busqueda de contenidos

monumento
A un kilómetro del Monasterio de Yuso, hacia arriba, encontramos el monasterio de Suso -del latín sursum, arriba-. Su origen se remonta a las cuevas próximas al pueblo, donde se retiró san Millán como eremita. En el año 550 se levanta el primer cenobio, verdadero núcleo del monasterio que se irá ampliado en numerosas ocasiones hasta el siglo XI. Se trata de una iglesia de dos naves separadas por tres arcos de herradura sobre capiteles corintios visigóticos. En este monasterio se creó una importante biblioteca y un famoso scriptorium, siendo aquí donde se escribieron las primeras palabras en castellano y vascuence, procedentes de las "Glosas Emilenses", del siglo X. También en Suso Gonzalo de Berceo escribió los primeros versos en castellano tres siglos después. En el claustro se pueden contemplar los sepulcros de los Siete Infantes de Lara y de varias reinas navarras. Desde 1997 estos dos monasterios son considerados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
obra
Una de las actuaciones arquitectónicas más importantes del clasicismo francés estuvo en la construcción del monasterio del Val-de-Grâce, erigido por la reina Ana de Austria en acción de gracias porque, tras veintitrés años de matrimonio con Luis XIII sin haber tenido descendencia, finalmente en 1638 nació un heredero, el futuro Luis XIV.
obra
El primer día del mes de abril de 1645 el propio Luis XIV colocaba la primera piedra del edificio que había sido proyectado por François Mansart. Este lo planeó según un esquema que puede remontarse hasta el monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
monumento
Una de las actuaciones arquitectónicas más importantes del clasicismo francés estuvo en la construcción del monasterio del Val-de-Grâce, erigido por la reina Ana de Austria en acción de gracias porque, tras veintitrés años de matrimonio con Luis XIII sin haber tenido descendencia, finalmente en 1638 nació un heredero, el futuro Luis XIV. El primer día del mes de abril de 1645 e1 propio Luis XIV colocaba la primera piedra del edificio que había sido proyectado por François Mansart. Este lo planeó según un esquema que puede remontarse hasta el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, con un eje dominante marcado por la iglesia que dejaba a un lado un convento y al otro un palacio. Pero el carácter desagradable de Mansart, sus pocos cuidados con los gastos y la tendencia a ir variando los planos hacían de él un arquitecto problemático, lo que motivó que, al año siguiente, fuese sustituido por Jacques Lemercier, que ya estaba en el final de su carrera. De todas formas, y a tenor de lo construido, Anthony Blunt considera que la planta de la iglesia, así como los muros hasta la altura del entablamento y la parte inferior de la fachada, se deben a François Mansart, correspondiendo el resto a Lemercier. La iglesia, con un esquema general muy italianizante semejante al de los templos romanos de la Madonna dei Monti y Sant'Andrea della Valle, tiene una planta de cruz latina, en la que ante todo domina el gran espacio del crucero cubierto con una cúpula. A este espacio central se abren las cuatro grandes aberturas de los brazos de la cruz y otras cuatro capillas secundarias situadas en los ejes diagonales. El acceso a estas capillas diagonales también resulta interesante, por cuanto se hace a través de unos pequeños arcos de medio punto situados en la parte inferior de los grandes machones que soportan el peso de la cúpula, disponiéndose por encima de ellos unos pequeños balcones. Y esta es, más o menos, la articulación empleada para el mismo lugar en la basílica de San Pedro del Vaticano, donde únicamente cambia el que en lugar de arcos de comunicación hay nichos con estatuas. Por otra parte, la composición del cuerpo de la iglesia con un orden principal de pilastras corintias que soportan un entablamento muy sobrio, sirve de base a la hipótesis de Blunt de que esta zona de la iglesia haya sido construida por Mansart, o de que, al menos, no se alterara su proyecto. Bajo la cúpula se situó el altar mayor, que se cobijó con un baldaquino al estilo del que hizo Bernini para San Pedro del Vaticano, pero del que, sin embargo, hay la constancia de que no era del agrado del artista italiano. En el exterior, la fachada responde a un modelo italianizante. Elevada sobre una alta escalinata tiene, sin embargo, en la parte central del cuerpo inferior un pórtico sobre columnas rematadas por un frontón triangular que da una nota de clasicismo al conjunto, y que bien pudiera ser una adaptación del que aparecía en la fachada del patio del Colegio de la Sorbona. Y es este elemento el que en este caso sirve a Anthony Blunt para considerar que la parte inferior de la fachada pudo haber sido hecha por François Mansart, a pesar de que en el fondo sea algo original en su obra. Por contra, el piso superior resulta mucho más ligero y delicado. La cúpula es, sin embargo, de Lemercier. En ella este arquitecto dio muestras de una marcada evolución desde la Sorbona, aunque ésta sólo sea anterior en unos pocos años. Destaca, sobre todo, en ella la nueva sensación ascendente que viene determinada por la duplicación del número de contrafuertes del tambor, remarcados además por medio de una pilastra en resalte. Pero, además, reforzó la verticalidad al rematar estos contrafuertes, ya en la base de la media naranja, con estatuas y pináculos.
obra
El claustro es una imitación del de las Claustrillas y el de Arroyo. Arcos de medio punto voltean sobre columnas geminadas, con capiteles vegetales donde abundan los crochets. Aunque la disposición sea la de un románico inercial, sin embargo, la ornamentación responde a las fórmulas del gótico pleno.
obra
La planta es una réplica de la de San Andrés del Arroyo: ábside central poligonal, precedido de un tramo recto y dos capillas laterales de testero plano.