Cada uno de los 24 arcos que consta el Claustro de los Caballeros del Monasterio de Santa María la Real de Nájera está sostenido por tres altas y finas columnillas.
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El monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo es uno de los edificios emblemáticos del románico en Castilla. Fundado por el abad Opila en el año 882, a mediados del siglo XII es ya un boyante monasterio, siendo entregado en el año 1169 por el rey Alfonso VIII a los premostratenses, pasando a ser fundación real. El nuevo edificio se empieza a construir en esta centuria, siendo una magnífica muestras del estilo románico de transición, perteneciente al estilo languedociano. La iglesia presenta planta basilical, con tres naves, ábside central semicircular y absidiolos cuadrangulares -hoy sólo se conserva el correspondiente al lado de la Epístola-. Las naves se cubren con bóvedas de crucería, sostenidas por potentes pilares cruciformes. Al exterior destaca la portada abocinada, con tres arquivoltas sustentadas por columnas acodadas, coronándose el conjunto con una espectacular espadaña. Por esta puerta entrarían los fieles al templo. Los monjes accedían a la iglesia a través del claustro, otra de las joyas arquitectónicas del cenobio. Fue levantado en el siglo XIII y consta de dos plantas, la baja formada por arcos de medio punto que descansan sobre columnas con capiteles y cimacios. La Desamortización de Mendizabal supuso la ruina del monasterio, iniciándose ya durante la Segunda República una primera campaña de restauración. La definitiva tuvo lugar entre los años 1978 y 1987, un magnífico trabajo realizado por la Asociación de Amigos del Monasterio de Aguilar que le valió la Medalla de Plata concedida por Europa Nostra -grupo de asociaciones dedicadas a la protección y promoción del patrimonio europeo-. En la actualidad, el restaurado edificio del antiguo monasterio acoge el Instituto de Enseñanza Secundaria de Aguilar de Campoo y el Museo del Románico -situado en la iglesia-, y es la sede de la Fundación Santa María la Real.
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Los orígenes del monasterio de Santa María la Real de Gradefes se deben a doña Teresa Petri, quien al enviudar en 1164 decidió fundar un monasterio para monjas cistercienses en sus tierras de Gradefes. En 1168 llegaron las monjas que forman la primera comunidad, procedentes del monasterio navarro de Tulebras, siendo nombrada abadesa la propia Teresa Petri, quien ocupó el cargo hasta su muerte en 1187. En poco tiempo el monasterio debió alcanzar una importancia considerable, ya que de él salieron religiosas para dos nuevas fundaciones: en 1181, la de Santa Colomba de las Monjas, localidad próxima a Benavente, y en 1245, la de Otero de las Dueñas. Del monasterio primitivo sólo quedan la cabecera de la iglesia, parte de la estructura del claustro y la sala capitular. Desde sus inicios, en 1177, las obras sufrieron varias interrupciones, quizá por motivos económicos, lo que hace que en el monasterio de Gradefes haya varias etapas. A la primera, de finales del siglo XII y principios del siglo XIII, correspondería la cabecera de la iglesia, la sala capitular y parte del claustro; en el siglo XIV se realizó un amplio transepto que preveía una estructura de tres naves para el cuerpo de la iglesia; en época moderna se construyeron dos únicas naves: la sur y la central en la que en el siglo XVII se hizo el coro. La iglesia de Gradefes es una excepción dentro de las tipologías planimétricas de edificios cistercienses femeninos. Su novedad radica en la presencia de una girola. En España la tienen cuatro monasterios, todos ellos masculinos, relacionados cronológica y estructuralmente con Gradefes, aunque con disposiciones espaciales más desarrolladas -Moreruela, Veruela, Fitero y Poblet- que, como ha indicado el profesor Bango, constituyen interpretaciones locales e independientes de lo que fue un modelo a imitar -Claraval II-. A éstos podrían añadirse los gallegos de Osera y Melón, pero matizando diferencias en su origen tipológico. La iglesia de Gradefes, a pesar de tener un planteamiento arquitectónico similar al de las anteriores, sin embargo, no necesitaba un número excesivo de capillas por ser una comunidad femenina, de ahí que éstas se reduzcan a tres. El claustro mantiene la estructura primitiva -arquerías de medio punto volteando sobre pilares- aunque con modificaciones, siendo la panda oeste la única que se transformó por completo en el siglo XVIII. De las dependencias monásticas medievales sólo se conserva la sala capitular en la que destaca, por su originalidad, una entrada constituida por siete vanos, mayor el central, con arcos ligeramente apuntados y apoyados alternativamente en dos o tres columnas. Su construcción debe ser coetánea a la de la cabecera y es quizá la parte del monasterio que tiene mayor unidad.
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Al pie de la sierra de Montejurra, en las cercanías de Estella, se encuentra el monasterio benedictino de Santa María de Irache, fundado en el siglo X. La iglesia es de estilo románico pero ya presenta algunos elementos cistercienses del siglo XII. Este grandioso templo medieval está dominado por la torre de estilo herreriano, inspirada en las torres de la Basílica de El Escorial. Alrededor de tres claustros, uno de ellos de estilo plateresco del siglo XVI, se organizan las diversas dependencias monásticas. El edificio pertenece a la Comunidad Foral de Navarra y será la sede del Museo Etnológico de Navarra.
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Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
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El monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas se funda hacia 1180 por Alfonso VIII y su mujer Leonor Plantagenet, aunque hasta 1187 no se hace carta de dotación, en la que se menciona la observancia cisterciense. El deseo de los monarcas era construir un panteón real que estuviese regido por una comunidad importante. Por ello se quiso distinguir a Las Huelgas de otros monasterios cistercienses, de fundación anterior, y convertir esta abadía en la casa-madre de la Orden Cisterciense en España. Así, todos los monasterios quedarían sujetos a su jurisdicción, lo que acarreó a Alfonso VIII serios problemas durante muchos años. La iglesia de Las Huelgas presenta una planta cruciforme, transepto acusado en planta y alzado; tres naves de ocho tramos separadas por soportes octogonales, con capiteles sin tallar y embutidos en los muros que separan las naves; la norte, dedicada a Santa Catalina y la sur a San Juan. La cabecera se compone de una capilla central con ábside poligonal precedido por un tramo recto. La gran profundidad de esta parte viene determinada por estar reservada al coro de los capellanes. Flanqueando el presbiterio hay cuatro capillas, dos a cada lado, de testero recto y conservando, así, las influencias aquitanas en la cabecera. La tipología de la planta sigue los modelos utilizados en otras construcciones de la Orden, sobre todo en las de hombres. Sin embargo, en ésta el ábside central es poligonal, solución que no nos ha de extrañar dado lo avanzado del inicio de las obras. Al sur de la iglesia se alza el claustro de San Fernando. Sus pandas se abrían al patio interior por arcos apuntados, que volteaban sobre columnas con capiteles de crochets. De todos ellos sólo se conservan tres, ubicados en el ángulo noreste, junto a la capilla de Belén, ya que los demás se macizaron con un muro, por amenazar ruina, en una reforma del siglo XVII. Se cubre con bóvedas de ladrillo de cañón apuntado, dividido por arcos fajones que apoyan en ménsulas de ornamentación vegetal. En los plementos de dichas bóvedas todavía se conservan fragmentos de yeserías, de tradición hispanomusulmana, con decoraciones de lacerías, atauriques, temas vegetales, epigráficos y motivos heráldicos, con restos de la policromía original. La Sala Capitular, una de las mejores construcciones del monasterio, se comunica con el claustro de San Fernando por tres vanos; los laterales, en arco apuntado y de medio punto el central. Cuatro soportes la dividen en tres naves de igual altura, cubiertas por nueve tramos de bóvedas de ojivas. Dichos soportes están constituidos por un núcleo central cilíndrico al que se adosan ocho columnillas, cuyos capiteles, como los de los arcos de la entrada, quedaron sin tallar.
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El monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas se funda hacia 1180 por Alfonso VIII y su mujer Leonor Plantagenet, aunque hasta 1187 no se hace carta de dotación, en la que se menciona la observancia cisterciense.
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Desde su fundación en 1180 hasta la llegada de las religiosas, quizá hacia 1186-1187, las obras que se realizaron en Las Huelgas, a costa de Alfonso VIII, serían el claustro llamado las Claustrillas con sus dependencias y la capilla de la Asunción, que haría las veces de iglesia. Las Claustrillas es de traza todavía románica, con arcos de medio punto que voltean sobre columnas geminadas con capiteles, exclusivamente vegetales, y cubierta de madera. Su autoría se atribuye al maestro Ricardo a la vista de lo que manifiestan los documentos. Todas las dependencias claustrales han desaparecido, aunque en los muros de sus paredes todavía quedan restos de puertas cegadas que serían el acceso a las diversas estancias.