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El valle y el río de Asuka están coronados por las Tres Montañas de Yamato. La ciudad, que lleva el mismo nombre del valle, fue cuna de la historia japonesa y se extiende sobre un llano tachonado de colinas bajas, y rodeada de escarpadas montañas. En ellas, se han encontrado restos de más de 50 templos, palacios y túmulos; de ellos, el más imponente es el de Asukadera, hoy restaurado y originariamente construido en el 596. Asuka comenzó a destacar a partir de finales del siglo VI, pasando a ser, a partir del siglo VII, el corazón de la autoridad política y de la cultura budista. Rica en templos, palacios y monumentos funerarios, fue el sitio elegido por la emperatriz Suiko y su regente Shotoku para establecer su corte. La ciudad dio nombre a un periodo histórico, pues los diferentes gobiernos estuvieron asentados en el valle desde el 593 hasta el 710. En los campos de Asuka se han encontrado montículos funerarios, templos, cimientos palaciegos y también enigmáticas rocas, que representan curiosas tallas, entre cómicas y fantásticas, creadas para proteger campos y caminos. Eran, asimismo, utilizadas para delimitar los territorios y como símbolo de fertilidad.
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termino
obra
La Asunción que Tiziano pintó para la iglesia de Santa María dei Frari en Venecia es una de sus obras más espectaculares. Supone el primer encargo de importancia para el artista en un año en el que es nombrado pintor oficial de la Serenísima República de Venecia (1516), poniéndose en contacto, además, con el duque de Ferrara, su primer cliente importante. En la iglesia veneciana, Tiziano desarrolla una de sus obras más sorprendentes y revolucionarias. Sus fuentes de inspiración serían Mantegna y Giovanni Bellini, aunque el maestro las perfecciona abandonando el realismo para otorgar al asunto la sobrenaturalidad necesaria. La composición se divide en tres espacios: la zona superior, con Dios Padre esperando a recibir a María en su seno; la central, con la Virgen María siendo ascendida por una gran corte de querubines; y la inferior, donde los apóstoles contemplan el episodio. Pero Tiziano ha conseguido unir las tres zonas de manera espectacular a través de diferentes elementos como son el color rojo que afecta a las tres zonas; la luz, al iluminar de igual manera la zona terrenal y la celestial, sin hacer variaciones entre ambas; los gestos de las figuras, que ponen en contacto los diferentes planos -el brazo levantado del apóstol de espaldas, el querubín que aparece a su lado, la mirada hacia arriba de la Virgen o Dios Padre mirando hacia abajo-; la unidad compositiva, al recurrir a una pirámide para la zona terrenal y un círculo en la celestial, participando la Virgen en ambos mundos lo que indica su calidad de intercesora para el ser humano en su salvación. Las figuras empleadas por el maestro son de gran tamaño, destacando las posturas movidas que otorgan mayor veracidad. Recurre a una doble perspectiva de gran originalidad al mirar de arriba a abajo en los apóstoles y de abajo a arriba en la Virgen y Dios Padre. La intensidad del colorido y el brillo de la luz dorada forman parte de la cuidadosa puesta en escena seguida por Tiziano, quien había calculado hasta los más mínimos detalles de emplazamiento ya que el lienzo se sitúa al final de un gran altar gótico y en un difícil contraluz, contrarrestado por la maravillosa luminosidad que emana de la obra. De esta manera se pone de manifiesto el deseo del maestro por agradar a sus clientes.
obra
El pintor genovés Alejandro Semino fue el elegido por el Ayuntamiento de Toledo para decorar el retablo de la Capilla Oballe en la iglesia toledana de San Vicente, fundada por doña Isabel de Oballe. Al fallecer el artista sin haber iniciado los trabajos, se pensó en El Greco como el maestro idóneo para dicho encargo, produciéndose algunas alteraciones con respecto al diseño de Semino. El pago se concertó en 1.200 ducados y Doménikos debía acabar en un plazo de ocho meses, a contar desde diciembre de 1607. Como era costumbre en el cretense, no cumplió el plazo de entrega, acabándolo en 1613 por lo que el Ayuntamiento no pagó todo lo acordado al candiota ya que éste falleció en abril de 1614. El retablo de la Capilla Oballe está presidido por la Asunción, considerada en algunas ocasiones como Inmaculada Concepción. Un ángel parece elevar a la Virgen llevándola hasta el Espíritu Santo, que aparece en la parte superior; sin embargo, encontramos símbolos marianos - las rosas y los lirios que simbolizan el amor y la pureza respectivamente - mientras María coloca sus brazos en la típica postura de la Inmaculada. La duda está servida. La figura de María preside la escena al situarse en el centro de la composición, organizada a través de una espiral ascendente que refuerza los escorzos de algunas de las figuras. De esta manera muestra su influencia manierista. Alrededor de María se distribuyen diversos ángeles y querubines, conformando una especie de óvalo. En la zona baja encontramos una nueva visión de la ciudad de Toledo, de la misma manera que en San José o San Martín de años anteriores. Toledo se presenta con una luz sobrenatural, abundando los tonos verdes y grises azulados. La luz y el color de la Escuela veneciana protagonizan esta delicada imagen, añadiéndose tonalidades manieristas; los rojos, azules, amarillos y verdes se distribuyen por el lienzo acentuados por los focos de luz. Allí donde incide la iluminación, el color en cuestión se convierte en blanco. Las figuras, excesivamente alargadas, muestran el tradicional canon flamígero de El Greco. Sus cuerpos apenas se perciben bajo los ropajes, convirtiendo su materia en espíritu. Las cabezas se hacen pequeñas, los cuerpos se acortan y las piernas se estiran para crear la sensación de que estamos alejados de la realidad y nos acercamos al mundo celestial. En la misma Capilla se colocaría la escena de la Visitación, aunque no estaba colocada cuando se dio por concluido el conjunto en 1613, quizá por alguna variación en el programa decorativo.
acepcion
Festividad cristiana que se celebra el 15 de agosto para conmemorar la subida de la Virgen a los cielos.
obra
En relación con los lienzos realizados por Ribera para la iglesia del Convento de Agustinas Recoletas de Monterrey en Salamanca -véase la Inmaculada o San Genaro en gloria- encontramos esta sensacional Asunción de la Magdalena, que seguramente estaría en El Escorial antes de ser llevado a la Academia tras la guerra napoleónica. La santa aparece en el centro de la composición, vestida con harapientos ropajes -que indican su penitencia en el desierto- y un flotante manto rojo, llevando sus manos al pecho en señal de penitencia y dirigiendo su mirada hacia arriba. Un dinámico grupo de angelitos procede a ascenderla, al tiempo que portan sus atributos: el tarro de los afeites con el que ungió a Cristo, las disciplinas y la calavera. Una vista de una bahía -posiblemente relacionada con Nápoles o con Marsella, si seguimos la "Leyenda Dorada" ya que fue éste el lugar donde ascendió la santa- completa la composición en su zona baja. La escena se estructura a través de acentuadas diagonales que dotan de dinamismo al conjunto, sin renunciar por ello a la espiritualidad que se consigue con el gesto de la santa. La obra puede ser considerada como una de muestras más espectaculares del barroquismo de Ribera, abandonando el tenebrismo de Caravaggio para interesarse por las luces y las tonalidades tomadas de la escuela veneciana, aplicando el color de manera que se crean efectos de atmósfera. La belleza de la santa sí continua siendo un claro ejemplo de naturalismo, al igual que las calidades de las telas o los gestos y expresiones. Se ha considerado que como modelo pudo emplear a una de sus hijas.
obra
Annibale Carracci fue, junto a su primo y su hermano, el fundador de la corriente barroca llamada Clasicismo. Menos dramática que la pintura tenebrista, trataba de ofrecer una opción elegante y colorida frente a la oscuridad de los caravaggistas. Esta obra muestra sus teorías clasicistas, que no por ello dejan de ser artificiosas al estilo barroco. La escena está concebida con gran teatralidad. Los apóstoles, visitantes del sepulcro de la Virgen, son testigos de cómo ésta ya no se encuentra en su interior, sino que su cuerpo es arrebatado entre nubes por los ángeles, para conducirlo directamente al cielo. Los apóstoles representan una galería de posibles reacciones, desde los que no pueden creer que el cuerpo de María haya desaparecido y remueven la mortaja tratando de encontrar pistas, pasando por los que han descubierto su Ascensión y han caído al suelo incapaces de reaccionar. También ofrece el grupo una amplia variedad de tipos humanos con diferentes complexiones. La Virgen, rejuvenecida por el amor divino, flota con los vestidos al viento, frente a una stoa de columnas corintias, elemento clásico por excelencia, así como el sepulcro de mármol que la contenía.
obra
La lección aprendida por Egid Quirin Asam durante su estancia en Roma en 1711 con su hermano Cosmas Damián, es bien patente. Es este retablo una impresionante puesta en escena cuyo más directo punto de referencia es el altar de Santa Teresa de Bernini. También hay focos ocultos, expresividad en los personajes, movidas composiciones. La Virgen parece que realmente está en el aire, mientras los apóstoles, sorprendidos ante la tumba vacía, se despliegan por todo el altar como si de un escenario se tratara.
obra
Para el altar mayor de la catedral de Amberes Rubens pintó una gran tabla con el tema de la Asunción de la Virgen, la interpretación más interesante de las realizadas por el maestro. Su concepción se remonta a 1611, momento en el que Rubens, al igual que su maestro Otto van Veen, es invitado por el cabildo de la catedral a presentar dos modelos para una pintura de altar en la que se asociara la Asunción y la Coronación de la Virgen. Las dificultades financieras atravesadas por el cabildo catedralicio provocaron la suspensión de los trabajos. En 1618 Rubens es de nuevo invitado a presentar dos nuevos modelos a las autoridades eclesiásticas y un año después firma un contrato con el deán Johannes del Rio. En el proyecto se planteaba la realización de un altar donde se integrarían la escultura y la pintura, ya que Dios Padre estaría esculpido sobre el cuadro. Jan y Robert de Nole fueron los encargados de la ejecución del marco escultórico. Rubens se puso a trabajar en el cuadro hacia 1624 pero, con motivo de la epidemia de peste que asoló Amberes, abandonó la ciudad en agosto del año siguiente, regresando en febrero de 1826. En este momento fue autorizado a pintar su obra in situ, finalizándola un año más tarde.Tomando como referencia la magnífica Asunción pintada por Tiziano para la iglesia de Santa Maria dei Frari de Venecia, el maestro flamenco crea una obra maestra protagonizada por el momento de la asunción de María, rodeada de una amplia corte de ángeles agrupados de manera rítmica. Dos de ellos proceden a coronarla con flores, destacando sus escorzadas posturas. En la zona terrenal, formando un grupo compacto, dos mujeres examinan el sarcófago vació mientras que algunos de los apóstoles dirigen su mirada al cielo, especialmente la figura de San Juan que ocupa la zona izquierda de la composición, sirviendo de enlace entre el mundo terrenal y el celestial al tocar con su brazo una de las piernas del querubín; otros discípulos se abalanzan sobre el sarcófago para comprobar el milagro.Las tonalidades rojas, doradas y azules de los ropajes de los discípulos se reflejan en el grupo de ángeles y en la túnica de la Virgen, anticipando el estilo rococó de Tiepolo o Boucher. Las pinceladas son más rápidas y fluidas, creando un efecto atmosférico de clara inspiración veneciana.