La sinfonía cromática del verano mediterráneo supondrá para Vincent un importante motivo de inspiración, llenando sus cuadros de los colores vivos y brillantes que contempla en los prados, trigales, huertos y jardines de los alrededores de Arles. A diferencia de París donde se relacionó con el mayor número de personas posible, en el sur apenas tendrá contactos con la gente, dedicándose a los paisajes. En esta ocasión nos encontramos con una de sus obras más características en la que las tonalidades de la naturaleza son resaltadas por efecto de la potente luz estival, formando sombras malvas que recuerdan al Impresionismo. El estilo de Monet y Pissarro también será una importante influencia al encontrarnos ante la paulatina desaparición de la forma, primando la luz y el color en la mayor parte de sus trabajos. Para no caer en la abstracción, coloca en la parte posterior del jardín las casas que sirven de referencia espacial. Las pinceladas son rápidas y vibrantes, organizando con diversos toques de color la composición; así en algunas zonas son puntitos mientras que en otras los brochazos son más que evidentes, dependiendo siempre de qué se está pintando. Este estilo es atribuible exclusivamente a Van Gogh.
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En el verano de 1880 Émile Ambre alquila una casa en Bellevue para Manet, donde se repondrá de su enfermedad. Durante ese tiempo realiza algunas imágenes del jardín de la casa tomadas directamente del natural, en las que la luz y el color ocupan un papel destacado. La pincelada fragmentada empleada, típica del Impresionismo, acerca esta obra a Monet y Renoir.
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Mientras que el dibujo titulado Jardín con flores es una magnífica muestra de la maestría de Van Gogh con la línea, en este lienzo pone de manifiesto su atracción hacia el color, verdadero baremo de sus sentimientos y del estado de ánimo que manifiesta el artista. Las tonalidades son aplicadas con ligeros toques de pincel, recordando al Puntillismo con el que flirteó gracias al contacto con Seurat y Signac. Las visiones tomadas directamente del natural recogen la naturaleza en todo su esplendor, manifestando una amplia gama cromática tomada de la naturaleza, donde Vincent recoge su inspiración. Las edificaciones y los árboles del fondo son las únicas referencias espaciales existentes, recordando a los trabajos que realizaban Monet y Pissarro donde la forma era paulatinamente perdida, acercándose a la abstracción.
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Una de las principales preocupaciones entre los jóvenes impresionistas era la inserción de la figura en el paisaje, tomando el conjunto directamente del natural. Por eso en los primeros años de la década de 1870 todos los cuadros incorporan alguna figura en el paisaje; más adelante se decantarán por el paisaje puro, especialmente Monet y Pissarro. Renoir muestra en esta escena a la esposa de Charles Le Coeur en el jardín de su casa, escogiendo un momento en el que el sol incide con toda su fuerza en la naturaleza. Los colores de plantas y flores son exaltados por la luz, creando sombras coloreadas en sintonía con la filosofía del grupo. Las figuritas quedan en un segundo plano, destacando por sus trajes oscuros. La pincelada empleada es muy suelta, con rápidos toques de color que configuran una especie de puzzle. Los colores utilizados se inspiran en la teoría de los complementarios, tomada de Delacroix, según la cual el pintor no mezcla en la paleta sino que yuxtapone colores en el lienzo que se mezclan en nuestra retina. Los avances ópticos y científicos serán definitivos para la evolución del arte a partir de ese movimiento.
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En esta bella imagen, Gauguin trata de mostrar la felicidad de la familia en estas fechas, representando en el jardín de la casa a su esposa Mette junto a sus tres hijos en una soleada tarde de verano. Igual que su maestro Pissarro, Gauguin también tiene dificultades para realizar las figuras al aire libre, pintándolas igual que el paisaje de alrededor, obteniendo un excelente efecto en la vegetación mientras en las figuras se crea una sorprendente sensación de cuadro inacabado. Dejando esta circunstancia al margen, Paul demuestra su asimilación de la técnica impresionista al interesarse por la luz de cada momento, empleando una pincelada menuda a base de pequeñas comitas, demostrando que la sombra no es la ausencia de luz sino una iluminación diferente como observamos en la que proyecta el árbol con toques de color gris y malva, toques que también se producen en el cielo. De esta manera, Gauguin se sitúa en la órbita impresionista asimilando las características más importantes.
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Renoir alquiló un estudio en el número 12 de la rue Cortot, en el barrio de Montmartre, entre 1875 y 1876. El taller tenía un pequeño jardín que será muy utilizado por el joven artista para realizar escenas al aire libre; el famoso Desnudo al sol y esta escena que contemplamos fueron pintadas en este jardín de espesa vegetación, en el que las figuras de Monet y Sisley que aparecen al fondo parecen fundirse con las plantas y la hierba. Nos encontramos ante una típica escena impresionista en la que la luz se convierte en la protagonista indiscutible, provocando el dominio de determinadas tonalidades, las verdes en este caso, salpicadas de los rojos, amarillos, naranjas y blancos de las flores. Las pinceladas son rápidas y empastadas para captar el momento lumínico y el efecto atmosférico que rodea la escena, tomando un aspecto abocetado que se identifica con el apelativo impresionista, ya que se trata de la impresión que ha causado esta visión en el pintor.
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Vétheuil será, después de Argenteuil, el segundo punto de inspiración para Monet. Situado junto al Sena, a unos 50 kilómetros al norte de París, ofrecía motivos muy aprovechables para los pinceles del artista, especialmente los paisajes de una zona eminentemente rural. Los Monet se instalaron junto a la familia Hoschedé, sus nuevos protectores, en una gran casa debido a la enfermedad de Camille Monet. Esa casa y su jardín son los protagonistas de este lienzo en el que también aparece Jean, el hijo del pintor, con varios personajes irreconocibles tras él. De nuevo Claude se interesa por los efectos lumínicos tomados directamente del natural, representando un atardecer con sus excepcionales juegos de luz y sombra. Observamos que las sombras toman tonalidades malvas y que recurre al contraste de colores complementarios - verde y naranja -. El dibujo va perdiendo importancia con respecto al color lo que provoca la desaparición de la forma. El empleo de una pincelada rápida, en forma de pequeñas comas y puntos, crea una sensación de mosaico en un conjunto dominado por el color.
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Sckell se inspiró en diversos modelos ingleses para el diseño de este gran jardín paisajista ciudadano, que se fue completando a lo largo del XIX. A los primeros planos con diferenciaciones zonales y con la famosa torre china (1789) al estilo de la de los Kew Gardens, sucedió un planeamiento más concienzudo en los años diez, basado en las ideas de Capability Brown sobre la relación equilibrada de las superficies libres y el arbolado en un terreno con suaves modulaciones. La escenificación ideal de la naturaleza era la principal aspiración de Sckell. Leo von Klenze diseñó en 1836 el Monopteros que se ve en la fotografía y que sustituyó al deteriorado Templo de Apolo, que se había construido ya en 1790.