Busqueda de contenidos

obra
Las necrópolis ampuritanas han sido ricas en materiales griegos -especialmente cerámica y algunas terracotas y marfiles- que vemos hoy expuestos en los Museos Arqueológicos de Barcelona y de Ampurias. Diversos conjuntos, como los excavados por Martín Almagro en los años 40 del siglo XX, reflejan a través del ámbito simbólico y en el espejo de la muerte el universo del allí enterrado: ajuares alusivos al simposio del varón con jarras de vino -enócoes- kìlikes o copas de cerámica ática, tanto de Figuras Negras como, sobre todo, en Figuras Rojas, que se decoran con escenas míticas o con idealizados motivos de palestra o de la vida ateniense. Estos vasos tendrían tal vez para el ampuritano un sentido similar al de la misma lengua. Serían una lejana e ideal referencia modélica, un signo más de su identidad griega. Pero esta cerámica del siglo V testimonia sobre todo una especial riqueza del asentamiento ampuritano en esos años. Refleja las vivas relaciones comerciales entre el extremo occidente y la ciudad de Atenas, que durante ese siglo alcanzó su más plena expansión comercial por el Mediterráneo.
obra
La cultura ibérica mostró un gran interés por la alfarería y la producción en cerámica, lo que se explica por el conocimiento de la técnica desde culturas anteriores. Además, hay que tener en cuenta, que la cerámica se conserva magníficamente a lo largo de los siglos, por lo que es de suponer que además de utensilios en barro se empleaban otros de diferentes materiales que no han llegado hasta nosotros. Son especialmente destacadas las vasijas que proceden de la Alcudia (Elche), como este jarra, pintada antes de la cocción con pigmentos minerales.
obra
Junto con los platos decorados con escenas de caza, las jarras de plata con una iconografía intrasdencente merecieron el interés de de la nobleza sasánida. Se conservan varias piezas como esta, en las que se adosan o directamente se repujan o cincelan elementos ornamentales.
obra
Se calcula que en la necrópolis del Puig des Molins puede haber unas cuatro mil tumbas, ya que fue utilizada ininterrumpidamente desde el siglo VII a. J.C. hasta la mitad del siglo III de nuestra eraEl cerro de Puig des Molins está totalmente perforado en la roca viva para abrir espacio a las tumbas, muy bien disimuladas por bancales y olivos. Este cementerio, con restos de un intervalo de al menos mil años, ofrece datos sobre los cultos y las creencias de ultratumba, así como su evolución en el tiempo, siendo un sitio de importancia universal. Entre los numerosos restos de ajuar encontrados en la necrópolis destacan estas jarras.
obra
Este conjunto visigodo de objetos litúrgicos está constituido por una patena y un jarrito de bronce que, seguramente, se emplearon en la ceremonia de la Eucaristía. La patena tiene un umbo o resalte semiesférico en el fondo y un asa o mango, que adopta la forma de columna rematada con un capitel por el que se une al plato. Por el otro extremo, el asa se remata con una cabeza de ofidio y en el centro se decora con una cruz. El jarrito tuvo originalmente un asa, que ha perdido. Se decora con franjas de líneas horizontales grabadas. El conjunto ingresó en el Museo Arqueológico Nacional en 1976, procedente de una excavación clandestina y tras ser adquirido a un anticuario. El interés del hallazgo llevó a un conservador del Museo, Luis Caballero, a averiguar el lugar exacto del yacimiento, localizándolo en el caserío de El Gatillo de Arriba (Cáceres). La excavación sistemática descubrió una iglesia visigoda muy sencilla, de una sola nave y ábside, a la que se habían hecho sucesivas ampliaciones y reformas antes de ser abandonada. A finales del siglo VI se le había añadido una capilla funeraria con una sepultura centrada con el eje de la iglesia y con la entrada. De ella podían proceder los objetos litúrgicos, que constituirían el ajuar funerario de una persona prestigiosa y preeminente dentro de la comunidad religiosa.