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El Gewehr 43 fue el único fusil semiautomático alemán de la Segunda Guerra Mundial que fue producido en grandes cantidades. Robustez, fiabilidad y precisión eran sus características más importantes. Entró en servicio demasiado tarde, siendo superado por otros fusiles de asalto menos potentes pero más prácticos, preparados para cartuchos intermedios, con menor alcance, pero que provocaban un menor retroceso en el arma. Al comienzo de la Operación Barbarroja, el armamento básico de la infantería alemana estaba formado por fusiles de obturador manual y movimiento giratorio-corredero Mauser Kar 98k, por pistolas ametralladoras MP 38 y MP 40, entregadas en dotación a los suboficiales, y ametralladoras MG 34. Los técnicos soviéticos (e incluso los alemanes, aunque un poco con retraso) habían llegado a la conclusión de que los fusiles con obturador giratorio-corredero, aun siendo intrínsecamente más precisos que los semiautomáticos, resultaban menos eficaces a la hora de repetir rápidamente el disparo (cosa que en combate era normal), ya que había que abandonar la posición de tiro para accionar manualmente el obturador, expulsar el casquillo y cargar un nuevo cartucho. En 1936, en la Unión Soviética se distribuyeron a las tropas los primeros fusiles semiautomáticos de recuperación de gas (los Simonov AVS36), a los que siguieron, en 1938 y en 1940, versiones cada vez más perfeccionadas proyectadas por Tokarev. En Alemania, sin embargo, los trabajos fueron más lentos y sólo en 1940 (poco antes de la invasión de la URSS), tres empresas, Carl Walther, Mauser y Krieghoff, recibieron de la Oficina para el Armamento del Ejército (HWaA) la petición de presentar fusiles de funcionamiento semiautomático. Las empresas Walther y Mauser respondieron inmediatamente, desempolvando los proyectos elaborados a mediados de los años treinta, mientras que Krieghoff (probablemente ocupada trabajando y desarrollando su versión del FG 42 para los paracaidistas en competencia con Rheinmetall, que al final resultó vencedora) renunció a participar en la competición. En el transcurso del año se produjeron varios miles de ejemplares de este fusil, conocido como Gewehr 41 (M) y Gewehr 41 (W), que fueron rápidamente distribuidos a las tropas que se encontraban en el frente oriental. Ambos modelos de arma funcionaban según el principio de la sustracción de los gases, los cuales se recogían en el vuelo del arma y accionaban un pistón coaxial colocado en el cañón. Este sistema, derivado del estudiado por el danés Soren H. Bang en los primeros años del siglo, se reveló inmediatamente demasiado delicado y difícil de limpiar, por lo que, después de una producción piloto de unos cuantos millares de ejemplares (del modelo Walther se construyeron, por lo que parece, unos 70.000 ejemplares, mientras que del Mauser no se llegó a las 10.000 unidades); ambos fusiles, en cuanto apareció otro más moderno, fueron retirados y distribuidos a las tropas de segunda línea (en efecto, en 1944, parte de las tropas de la R.S.I. de las Divisiones San Marcos, Monterrojo, Littorio e Italia recibieron los Gewehr 41). De los dos modelos, el de Walther fue considerado mejor: especialmente el obturador -conceptualmente parecido al que proyectó Kjellman Frijberg y derivado del que se utilizó en la ametralladora soviética Degtyarev-, se reveló robusto y capaz de soportar sin problemas las presiones ejercidas por el potente cartucho calibre 7,92 x 57, munición de ordenanza del ejército alemán. La necesidad de disponer de un fusil semiautomático se fue haciendo cada vez más urgente: después de los primeros éxitos de la campaña de Rusia (en la primavera de 1942, después de haber ocupado Crimea y haber atravesado el Don, los alemanes llegaron al Cáucaso), las tropas alemanas se encontraron rápidamente con la necesidad de tener que repeler las continuas contraofensivas soviéticas. Incluso la relación numérica fue siempre en desventaja para los alemanes; sólo el aumento del volumen de fuego podía contener el ímpetu de los soldados del Ejército Rojo, que disponían de ametralladoras MG 42 con la respetable cadencia de tiro de 1.200 disparos por minuto, mientras que los alemanes, en espera de recibir un gran número de pistolas ametralladoras, de forma transitoria utilizaban los Gewehr 43. Durante los primeros meses de guerra, las tropas del Tercer Reich se hicieron con un ingente botín de material bélico. Por lo que se refiere a las armas ligeras, la atención de los expertos nazis se dirigió enseguida hacia los fusiles semiautomáticos modelo Tokarev 1940, armas robustas de recuperación de gas distribuidas en grandes cantidades a los militares del Ejército Rojo, utilizadas incluso en el tiro de precisión, especialidad en la que los soviéticos eran verdaderos maestros. Combinando el sistema de recuperación de los gases y el cargador de paquete extraíble de la parte baja del Tokarev 1940, el obturador del Gewehr 41 (W) fue finalmente presentado y adoptado el 30 de abril de 1943. El Gewehr 43, primer fusil semiautomático realmente moderno y funcional producido en Alemania (para los apasionados recordamos que la pistola Mauser, ya durante los primeros años del siglo, fabricó y vendió a México los fusiles Mondragón, utilizados también por los pilotos de los aviones alemanes durante los primeros meses de la Gran Guerra, aunque fueron rápidamente sustituidos por las ametralladoras. Dicho fusil resultaba demasiado costoso y sobre todo, sensible a la suciedad, por lo que no volvió a ser distribuido a gran escala entre las tropas de tierra). Del Gewehr 43 se realizaron casi 500.000 unidades en las siguientes fábricas: Carl Walther (código "ac" y "qve"), Bwerlin-Lubecker Maschinanfabrik (código "duv") y Gustloff Werke de Weimar (código "bcd"). Fue distribuido en grandes cantidades a partir de los últimos meses de 1943, principalmente a las tropas implicadas en Rusia (aunque el arma estuvo presente en todos los frentes, equipada con óptica de tiro). El Gewehr 43 era un fusil más fácil de realizar que sus predecesores, tanto que 1944 se entregaron 324.000 ejemplares. Muchos componentes se fabricaban en pequeños talleres subcontratados y la terminación exterior dejaba mucho que desear (en compensación, la parte mecánica estaba muy bien terminada, por lo que el arma resultó muy fiable a pesar de su aspecto un poco basto). La culata era de láminas de madera, y hacia el final de la guerra, el cubrecañón se realizó en plástico. Veamos ahora brevemente cómo funciona la parte mecánica del Gewehr 43: como ya hemos dicho, el arma funciona por recuperación de gas, absorbido a 32 cm de distancia del vuelo y recogido en un cilindro que pasa por dentro del asta, encima del cañón. El sistema de cierre, basado en un obturador dotado de dos aletas móviles, constituye probablemente el elemento mecánico más interesante del arma. Después de que los gases de disparo accionan el pistón, éste actúa sobre el asta de armamento empujándola hacia atrás de forma que transmita su movimiento al portaobturador, el cual, a su vez, después de realizar un breve recorrido hacia atrás, golpea contra un saliente del percutor que, al moverse hacia atrás desbloquea las dos aletas de cierre lateral situadas en dos cavidades que hay en la carcasa. En este momento, el obturador está libre para retirarse y engancharse al portaobturador, realizando las operaciones de expulsión del casquillo y recarga de un nuevo cartucho. En cuanto el conjunto portaobturador-obturador vuelve hacia adelante, el muelle de recuperación empuja el percutor de forma que, con su apéndice posterior, empuja hacia afuera las dos aletas móviles realizando el cierre del arma. Sólo al llegar a este punto se engancha el gatillo a la cadena de disparo (recordemos que el cartucho no puede salir mientras el arma esté en posición de cierre). La alimentación se realiza mediante un cargador de paquete extraíble con capacidad para 10 cartuchos, el cual puede ser cargado mediante las comunes plataformas de cinco cartuchos del Kar 98k, sin que sea necesario quitar el cargador del arma. A pesar de sus buenas cualidades, este fusil ha tenido siempre una fama inferior a la del Garand M1 estadounidense, debido a la introducción de fusiles de asalto de calibre 8 Kurz, conceptualmente mucho más modernos y dotados de una mayor volumen de fuego, hecho que se produjo en el mismo período en el que el Gewehr 43 comenzaba a ser distribuido a la tropa. En la inmediata posguerra, el fusil siguió estando en dotación en el ejército checoslovaco, que lo utilizaba como arma para tiradores de élite.
Personaje
Político
El sexto Secretario General de la ONU desde el 1 de enero de 1992, proveniente de una rica familia de cristianos coptos, se formó en París y EE.UU. Ha sido durante catorce años ministro de Asuntos Exteriores de su país, participando en eventos de importancia como el viaje del presidente Sadat a Israel (1977) o los acuerdos de Camp David (1978-1979). Fuera de Egipto usó de su influencia para resolver varios conflictos en Africa y ayudó a Nelson Mandela a recobrar su libertad en 1990. Desde 1991 ocupaba el cargo de viceprimer ministro. En noviembre de 1991 fue elegido Secretario General, y como africano, cristiano de un país musulmán y casado con una judía, se planteó importantes retos que afrontar. En junio de 1992 presentó su Programa de Paz, atendiendo al encargo que se le hizo por los máximos representantes de los Estados integrantes del Consejo de Seguridad reunidos por vez primera en enero de 1992, constituyendo un preciso plan para revitalizar el papel de la ONU a través de la diplomacia preventiva, y el establecimiento y mantenimiento de la paz por medio de las fuerzas de protección. En la "Memoria" sobre la labor de la Organización presentada a la Asamblea en septiembre de 1992, ha confirmado su plan de paz, así como el conjunto de reformas que desde su perspectiva son necesarias realizar para que la ONU adquiera un papel central en el denominado Nuevo Orden Mundial. riticó a los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por estar más preocupados de los países desarrollados que del tercer mundo. En 1996 le sucedió Kofi Annan.
contexto
Fue en la franja sudanesa, a occidente, entre el Sahara y la selva tropical, donde a raíz de la expansión bantú logró configurarse el más antiguo reino-Estado negro que no dependía de legados ni asiáticos ni clásicos. Se trata del reino de Ghana, que aparece en la terminal de una ruta caravanera, que coincide en parte de su trazado con la ya aludida ruta de los carros, así denominada por presentarse jalonada por grabados rupestres representando carros y que lleva a evocar una noticia de Herodoto, en torno a los Garamantes -saharauis blancos- que realizaban incursiones en el país de los Etíopes -en este caso, los negros del ámbito subsahariano- utilizando carros tirados por cuatro corceles. A la existencia de tales rutas quizá se deba la aparición más tardía del reino de Songhai, al que llegaba la que va de Trípoli a Gao, a través del valle de Tilemsi. También, cuando ya se ha impuesto el Islam en el África del Norte, el reino-Estado de Kanem, situado en la terminal de las rutas que desde Fezzan y Egipto llegarían hasta el Chad. Ghana no tiene nada que ver con la actual República de Ghana, que surgiría en 1955 al independizarse la antigua colonia británica de Gold Coast, y adoptar un nombre, caro a las tradiciones culturales africanas: el de Ghana, país del oro, que empezó a ser conocido en el siglo III y que no tiene relación alguna con el Estado actual. La primera mención conocida de Ghana se debe al astrónomo árabe AI-Zazari, quien al hablar de un país del oro, al que llama Ghana -voz árabe que se pronuncia aspirada con un sonido más cerca de rana ó grana que Ghana-, se refiere al Gangaran y Bambuko, en la cuenca media y alta del Senegal, de notable producción aurífera. En el 903, el compilador islámico Ibn al-Faquih, escribe que en el país de Ghana el oro se da entre las arenas como los melones y se recoge con el sol naciente. Hacia el 975, otro árabe, Ibn Hawkal, que describe sus largos viajes, detalla cómo la ruta sahariana de Egipto a Ghana fue abandonada en su momento por la ruta marroquí, dada su inseguridad y las tempestades de arena. Es decir, que a fines del siglo X, cuando en el África menor se ha impuesto el reino de los Ibaditas de Tahert, podría viajarse desde el África Menor a Ghana desde el sur de Marruecos y atravesando el desierto. Numerosos autores árabes seguirán hablándonos de Ghana. Entre ellos Al-Bakri, que escribe desde España (1086), Al-Idrisi (1054) e Ibn Jaldun (1394), dándonos pie para pensar en la larga vida del reino, del que, sin embargo, la tradición oral africana apenas conserva noticias de su existencia. La excepción sería quizás alguna conseja sobre Ghana, que hoy bajo un enfoque etnohistórico hace aleatoria toda reconstrucción histórica de este Estado. Ello aunque sepamos que llegó a tener veintidós monarcas y aunque conocidos antropólogos lo hayan situado en parajes que más tarde ocuparían otros reinos. Fundamentalmente hay una noticia, por la que el reino fue fundado por beréberes Zenaga, introductores del camello al sudeste del Sahara. Ahí está asimismo una actividad económica harto antigua, que ya pudieron conocer las gentes de Ghana: la extracción con trabajo esclavista de las salinas saharianas de Idjil, de Tagaza o de Taudeni, estas últimas, medio milenio después, explotadas por los Songhai. Ahí están también el oro que llega del sur, del legendario Bambuk, a localizar en Guinea en el alto valle del Faleme. Claro que es dudoso que la inaferrable Ghana haya podido controlar el Bambuk, pero ahí estaban sus mercaderes, comprando polvo de oro a hurtadillas, en un comercio silencioso en que se cambiaba por sal, que alcanzaba un alto precio. Este tráfico hacía de la misteriosa Ghana, en el confín del sur sahariano, un país próspero y rico al que la historiografía árabe le da casi la fama de un El Dorado negro, y cuyo soberano vive en una especie de kasbah, decorada y con ventanales de vidrio emplomado, con toda clase de servicios y una curiosa parafernalia, lo que le obliga a sujetarse a determinado ceremonial y a quien, tras unas suntuosas exequias, habría de sucederle su sobrino, hijo de su hermana. Una tradición recogida en el siglo XVII por Es-Sadi recuerda que los primeros soberanos de Ghana fueron de raza blanca. Posiblemente descendientes de beréberes llegados desde el Sahara. No obstante, en el 790 un negro, Kaya Magan Cisse, para vengar el asesinato de su padre, dio muerte al soberano blanco y ocupó el cargo, adoptando el nombre de Cisse Turkara, es decir, el rey, fundando una dinastía de color que habría de durar tres siglos. Sería precisamente bajo esta dinastía que va del siglo IX al XI cuando Ghana llega a su cenit, al lograr expandirse hacia el este llegando a Tombuctú, al oeste hasta el Senegal y al sur hasta el río Baule. Fronteras realmente harto difusas por lo que cabe preguntarse qué tipo de autoridad se podría ejercer a través de la distancia, dado que lo que hoy venimos conociendo como reinos o Imperios son más bien núcleos de autoridad que alcanzan más o menos lejos según la época, autoridad y dinamismo de los príncipes. Hacia el norte sabemos, sin embargo, que Ghana hubo de enfrentarse incesantemente con las correrías de los nómadas beréberes, lemtes y sanhadjas. Estos últimos terminarían por disputarse el control de la ruta sahariana que, desde Marruecos, pasa por Sidjilmasa y Audoghast. De Sidjilmasa a Audoghast hay dos meses de viaje y de Audoghast a Ghana, apenas quince días. Cabría recordar aquí también otro reino subsahariano, Audoghast, posiblemente de origen beréber, cuya capitalidad la asumía la ciudad terminal de una ruta caravanera utilizada en el tráfico de la sal y del oro. Es posible que este lugar fuera Tegdaust, en la actual Mauritania. A finales del siglo X, el viajero árabe Ibn Hawkal escribiría sobre dicho lugar algo que se le antoja insólito: que había podido ver una especie de reconocimiento de deuda de un mercader de Audoghast que vivía en Sidjilmasa por un importe de unos 40.000 dinares, friolera que viene a equivaler hoy a algo más del millón de dólares. Por su parte, el andalusí Al-Bakri (1088) habla de la capital de Audoghast de oídas, describiéndola como una ciudad grande y muy poblada, dotada de buenos aljibes y circundada de huertos y palmares. En el 977, el mismo Ibn-Haukal, arriba citado, habla en su itinerario de la existencia, más allá de Ghana, de una pista que tras treinta días de viaje llegaba a un reino que llama Kugha, cuyo soberano es amigo del rey de Ghana. Ambos viven en paz con los reyes de Audoghast que les envía la sal necesaria para subsistir. Los arqueólogos han identificado a Kugha con Kukkia, en el Níger, a 150 kilómetros al sur de Gao. Los auténticos dueños del Níger eran por entonces los pescadores sorkos, pertenecientes al grupo étnico songhai, carente de pureza étnica y unidad. Una conseja tribal cuenta que cierto día -fue en el siglo VII- llegaron desde el desierto dos vagabundos desarrapados, posiblemente blancos y nómadas beréberes. Curtidos por el infortunio y por la experiencia, fueron adoptados por los negros songhai, que les proporcionaron una choza y mujeres, de las que tuvieron numerosos descendientes, que resultaron hombres audaces y enérgicos, a la vez que valientes y corpulentos. La leyenda cuenta que fueron nombrados reyes. Tal es el origen de la dinastía de los Día, que floreció entre los siglos VII y XIV. El rey de Kugha o Kukkia, a quien recuerda Ibn Haukal, fue uno de estos Día. Al parecer, su autoridad sólo fue reconocida en un principio por los songhai sedentarios, y los pescadores sorkos volvieron la espalda a su Estado, durante siglos, hasta que ante la presión de los sedentarios se impuso que relegasen su autoridad remontando el río, para instalarse en ámbitos en que no escasease la pesca. De aquí, la fundación de Gao y Bumba tras la instalación también en Djenné, a la vera de sus competidores, los pescadores sorkos. Sin embargo, los sedentarios, acaudillados por un monarca Día, los rodearon rechazándolos poco a poco hacia las fuentes del río. Finalmente, un monarca Día, al parecer el decimoquinto, terminaría abandonando el animismo tribal, para convertirse al Islam, trasladando ya, a principios del siglo XXI, su capital a Gao, en medio de pescadores sorko. Pues Gao tenía la ventaja, aparte de ser una villa ribereña, de estar enclavada en la terminal de la ruta transahariana que llegaba del norte, de Trípoli y El Cairo. Precisamente es el mismo sitio en que hoy, en nuestros días, termina la primera auto-ruta transahariana construida por europeos, la llamada Argel-Gao por Bidon.
acepcion
Campana china ritual que se empleaba en las ceremonias del budismo Vajraya y propagaba el sonido de la ley budista, simbolizando así la sabiduría.
acepcion
Nombre dado a la religión y a las instituciones del pueblo hebreo a partir del destierro a Babilonia, época en la cual se desarrolló una nueva espiritualidad, centrada especialmente en el culto de la Palabra de Dios, conservada en la Escritura y, sobre todo, en la Ley (Torá) y en la plegaria.