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Personaje Político
Cuando García Sánchez I recibe la corona tras la muerte de Sancho Garcés tenía muy pocos años por lo que se impone un periodo de regencia. El encargado será en un primer momento su tío Jimeno, siendo sucedido después por la reina madre Toda, emparentada con el califa cordobés Abd al-Rahman III. La fortaleza de Toda se pone de manifiesto en los primeros momentos de su regencia, poniendo en marcha un calculado plan para reforzar la posición exterior del reino -a través de enlaces matrimoniales- y extender su influencia sobre las regiones circundantes. León, Alava, Aragón y Castilla serán sus principales objetivos. En este programa de alianzas se inscribe el matrimonio de García con Andregoto Galíndez, hija de Galindo Aznárez y heredera del condado aragonés. Con este enlace Navarra recuperaba las zonas de Bailo y San Juan de la Peña por el este mientras que por el sur alcanzaba el río Onsella. La reina Toda también aprovechó los enfrentamientos internos del reino de León en su propio beneficio. Los conflictos con el conde castellano Fernán González se deberán a cuestiones fronterizas en la zona alavesa. En cuanto a los asuntos internos destaca el fortalecimiento del poder monárquico gracias a la creación de un poderoso grupo nobiliario vinculado al rey a través de la fidelidad, los llamados barones. A cambio de servicios militares, los barones recibían la jurisdicción de un territorio cuya propiedad seguía siendo real. La repoblación en la zona de La Rioja será otro de los hitos de este reinado, contando con la estrecha colaboración de la Iglesia a través de los monasterios de San Millán de la Cogolla y San Martín de Albelda.
Personaje Político
La política de sumisión a Córdoba inaugurada por Sancho Garcés II será cambiada por su sucesor, García Sánchez II. Este cambio de actitud motivará la intervención de Almanzor que saqueará el monasterio de San Millán de la Cogolla en el año 1002. Le sucederá Sancho Garcés III el Mayor.
Personaje Político
Rey de Navarra entre 1035 y 1054, es hijo de Sancho III el Mayor de Navarra. Apodado "el de Nájera" por haber fundado el monasterio de Santa María la Real, luchó contra los árabes, a quienes logró tomar Calahorra. Su hermano Fernando de Castilla ocupó parte de las tierras de García en Alava, Vizcaya, Santander y Burgos, que habían sido incorporadas por su padre a Navarra. En respuesta, García emprendió una guerra contra Fernando, teniendo como resultado la muerte del primero en la batalla de Atapuerca (Burgos). Le sucedió su hijo Sancho Garcés IV, con quince años de edad, quien se reconoció vasallo de Fernando I de Castilla.
Personaje Político
Los ataques de Almanzor a tierras castellanas continúan cuando Sancho García se hace con el condado, tras la guerra civil en la que falleció su padre García Fernández. Para frenar las campañas cordobesas Sancho lidera una coalición cristiana que será derrotada por el caudillo musulmán en Medinaceli, saqueando la región de Burgos. La actitud del castellano cambiará al firmar un pacto con Abd al-Malik y participar en la razzia de León del año 1005. Dos años después cambiaba de aliado y formaba parte de una nueva coalición cristiana que ahora sí derrota a los cordobeses. El territorio perdido entre el Duero y Somosierra será rápidamente recuperado y se intensifica la labor de repoblación. Los campesinos y concejos que participan en la guerra se ven beneficiados con privilegios y exenciones lo que le lleva a ser denominado "el conde de los buenos fueros". Le sucede su hijo García Sánchez.
Personaje Militar
Descendiente de una familia de militares, intervino en el frente marroquí y gracias a sus méritos recibió la Medalla Militar Individual. Cuando regresó a España, ingresó en el Escuela Superior de Guerra. Al estallar la guerra civil, se puso al servicio del general Mola y éste le colocó al frente del Tercio de Montejurra. Participó en los frentes de Bilbao, Santander y Asturias. Continuó su carrera militar con gran éxito hasta llegar a general. Después de la guerra fue jefe del Estado Mayor del Ejército. Se hizo cargo del alto comisionado de Marruecos en 1947 y luego fue director de la Escuela Superior del Ejército. A lo largo de su trayectoria continuó ascendiendo posiciones hasta ser nombrado consejero del Reino y procurador en corte. En 1949 publicó "Guerra de Liberación española".
obra
Entre 1885 y 1887 Cézanne estuvo en varias ocasiones en la localidad de Gardanne, tanto solo como con su esposa Hortense y su hijo Paul. Durante estas estancias realizó varias vistas del pueblo, siendo ésta que contemplamos una de las más interesantes. El pintor ha abandonado totalmente su vínculo con el impresionismo -establecido gracias a su contacto con Pissarro- y camina hacia una pintura personal, en la que el color y la forma volumétrica se conviertan en los elementos principales, rompiendo con el abocetamiento y la desestructuración de los cuadros de Monet. Así, observamos como Cézanne no se interesa por aspectos lumínicos o atmosféricos para centrar su atención en la construcción volumétrica de los edificios, acentuando sus siluetas a través de líneas negras que enlazan con el sintetismo de Gauguin. Las edificaciones se escalonan en torno a la montaña, predominando las líneas verticales que se ven reafirmadas por los árboles. El color es aplicado de manera independiente, a base de rápidas y empastadas pinceladas que paulatinamente adquieren autonomía, convirtiéndose pronto en facetas con las que se estructura el lienzo de forma cubista. Con estos trabajos, el maestro de Provenza se sitúa a un paso de la vanguardia y como tal será considerado el padre de la pintura contemporánea.
contexto
Los ejércitos de Luis XII avanzaban una vez más hacia Nápoles, en esta ocasión al mando de Louis de la Tremoïlle, mientras que en Roma agonizaba el papa Alejandro VI, víctima de la malaria. El 18 de agosto llegó el fatal momento, casi al mismo tiempo que Gonzalo fortificaba la región. Abandonó Mola y Castellone y se retiró al otro lado del río Garellano, situando su cuartel general en San Germano. Eso le obligó a controlar las tres fortalezas que defienden el río: Rocasecca, Aquino y Montecassino. El choque se hacía esperar, pero era inevitable. Lo que se ha dado en denominar la Batalla del Garellano fue en realidad la larga, y pesada, campaña del otoño-invierno de 1503. El renovado ejército francés, con más de cinco mil suizos y un tren de artillería como nunca antes se viera, se había desplegado sobre aquel fondo de fortalezas duramente defendidas por las tropas españolas. Lo mandaba Giovanni Francesco Gonzaga, marqués de Mantua, al haber enfermado Louis de La Tremoïlle. Era un cambio importante. Gonzalo tenía ante sus ojos al hombre que, años atrás, se había enfrentado a Carlos VIII en la llanura de Fornovo, y lo tenía al frente de un ejército moderno, bien pertrechado y convencido de su superioridad. Más adelante, los cronistas franceses insistirían en el hermosísimo despliegue táctico del marqués de Mantua, una obra maestra de exaltación patriótica. Gonzalo, siempre apegado a la realidad y lejos de esas efusiones sentimentales, llegó muy cansado al Garellano, sabiendo que tendría que pasar allí el crudo otoño de aquella zona: lluvioso y frío, a veces hasta lo desagradable. Inquietos por su actitud defensiva o por sus respuestas demasiado prudentes -en contadas ocasiones se atrevía a cruzar el río hacia la zona francesa-, sus colaboradores más próximos, incluido Próspero Colonna, que mandaba la caballería ligera, hicieron el esfuerzo de seguirle en sus constantes movimientos desde Roccasecca, Montecassino y Aquino hasta Sessa, mientras Gonzaga se fortificaba en Pontecorvo, Roca Guíllerma y Castelforte; y todo ello a través de infranqueables barrizales, poniendo a prueba el valor y la disciplina de unos hombres ateridos por el frío y la humedad. Todo estrategia, todo planificación, nada de espectáculo caballeresco, sólo calculados movimientos para obtener un triunfo con el menor número de bajas posible. No debe sorprender que Gonzaga, poco avezado a esa táctica, se viera totalmente desbordado y decidiera dejar el mando en manos del marqués de Saluzzo. Gonzalo, para quien el éxito, la carrera militar e incluso el triunfo en la batalla no constituían una meta o, por lo menos, su meta propia, era de esa clase de hombres excepcionales que buscan hacer su trabajo de la mejor manera posible, y esa consistía en conducir sanos y salvos a sus hombres de regreso a Nápoles. Las semanas, corriendo de un lado a otro a través del Garellano, estaban dando el resultado apetecido. El marqués de Saluzzo estaba cada vez más confuso, y Gonzalo contaba con un nuevo aliado, Bartolomeo de Alviano, jefe de la familia Orsini. En la noche del 27 de diciembre, las tropas cruzan el Garellano. A Bartolomeo de Alviano le envía al norte, a Suio, mientras que Fernando de Andrade lo manda al sur, directamente a Traietto. El grueso del ejército atravesaría el río con él. Se ha discutido mucho si el marqués de Saluzzo se dio cuenta alguna vez de la estrategia ideada por Gonzalo; si el marqués hubiera podido prever que el ataque de Alviano era simplemente una estratagema, las cosas hubieran sido diferentes. Pero nunca lo tuvo claro. El nerviosismo de su gente embarcando a toda prisa los cañones para la defensa de Gaeta -muchos fueron a parar al fondo del río y los demás, a manos de los españoles-, mostraba que el ataque les había cogido por sorpresa. Aún así, Gonzalo pasó un momento de verdadero peligro cuando Próspero Colonna fue rechazado y él tuvo que dirigir personalmente a los lansquenetes bávaros hasta que llegó Bartolomeo de Alviano con la infantería desplegada. El éxito fue total. Unos días después se rendía Gaeta y con ello se ponía fin a la presencia francesa en el Reino de Nápoles. Eso es lo que ocurrió en el Garellano, que no fue una batalla en el sentido clásico de la palabra, aunque en su ejecución se observan muchos rasgos de lo que fueron las batallas de las guerras modernas. Gonzalo se adelantó a su tiempo y por eso mismo venció en aquellas largas jornadas de sangre, sudor y lodo.
Personaje Escultor
Su educación discurre en Barcelona, donde se va a vivir con su familia. Su primer maestro fue Eusebio Arnau, uno de los artistas más destacados de su tiempo. Antes de cumplir los veinte años se inscribe en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja, donde Venancio Vallmitjana es su profesor de escultura. Fuera de las clases, canaliza sus inquietudes culturales en el café "Els Quatre Gats", donde conoce a Nonell, Canals y Picasso. En un primer momento sigue las pautas del realismo. A comienzos de siglo, se instala en París durante un año gracias a una beca que le otorga la Escuela de Bellas Artes. La obra de Rodin le causa gran impresión por aquel entonces. En la Ciudad de las Luces entra en contacto con Max Jacob. Su estancia en la capital gala provoca un giro en su arte, que se decanta por las formas del cubismo. Estando en Madrid trabajó como medallista al igual que Querol. Por esta época otro de los trabajos que le asignan es la realización de las esculturas que decoran el Hospital de Sant Pau i Santa Creu de Barcelona. En 1907 vuelve a París y experimenta por primera vez con el metal recortado en la ejecución de una obra que titula Pequeña máscara con mechón. Desde entonces esta técnica se convierte en una referencia constante en su obra. Cinco años después regresa a París y vuelve a encontrarse con Picasso, además de entrar en contacto con otros autores como Manolo Hugué, Gris y Apollinaire, entre otros. En estos años, debido a sus problemas de salud realiza obras de formato pequeño como joyas. Además de su labor como escultor, llevó su arte a las aulas. Sin embargo, en 1923 abandona su faceta docente al secundar a unos profesores que habían sido despedidos. Desde entonces su actividad artística es prolífica. El uso del metal fue fundamental en su obra, así como la concepción del espacio. En este sentido, evita los volúmenes, y se decanta por los huecos, al igual que por las formas cóncavas. La iluminación adquiere un sentido especial en su obra. De Julio González aprendió la técnica de la soldadura autógena. Zaragoza cuenta con uno de los mejores exponentes de su obra: el Museo de Pablo Gargallo, abierto en 1985.