Busqueda de contenidos
acepcion
Obra formada de hilos de oro y plata, unidos y soldados con mucha perfección y delicadeza.
lugar
Archipiélago del sureste asiático, situado en el océano Pacífico, frente a las costas del sur de China. Conforma la República de Filipinas, con capital en Manila. Descubiertas por Fernando de Magallanes en 1521, quien reclamó las islas para España. La colonización española dió unidad política al archipiélago bajo la institución del Virreinato de la Nueva España. Desde comienzo la población local se opuso una fuerte resistencia al dominio español. En el contexto de la Guerra Hispano Estadounidense, España cede el dominio del archipiélago de Filipinas a los Estados Unidos a cambio de 20 millones de dólares, tal como se recoje en el Tratado de París de 1898. Filipinas proclama la I República y se declara independiente. Estados Unidos no reconoce esta independencia, lo que da lugar a otra serie de conflictos que no se resuelven hasta la Segunda Guerra Munidal, concretamente el día 4 de julio 1946 con la independencia de Filipinas de los Estados Unidos. Con la independencia se inició la reconstrucción del país y aparecen movimientos de oposición al gobierno establecido en Manila que se mantienen activos hasta la actualidad.
contexto
Las islas Filipinas constituyeron el límite oriental del virreinato novohispano. Tras su conquista por Miguel López de Legazpi, quedó vinculada a México por medio del Galeón de Manila, que hacía la ruta descubierta por Urdaneta en 1565. Después de ser conquistada por Legazpi llegó el gobernador Guido de Lavezares, que declaró libres a los naturales, excepto aquellos que se opusieran a la dominación, que fueron esclavizados (moros y negritos). Su libertad se compaginó con el trabajo obligatorio en las obras públicas, en la construcción naval o como bogas de las embarcaciones. Filipinas fue declarada Gobernación y Capitanía General dependiente del virreinato mexicano en 1574. En 1584, se creó la Audiencia de Manila, suprimida en 1590 y restablecida ocho años después. Su presidente era el mismo Gobernador. Manila tenía Caja Real y tres oficiales que administraban la Real Hacienda. El modelo americano se completó con la fundación del obispado de Manila, en 1579, y con la creación de tres obispados sufragáneos de la arquidiócesis de Manila, en 1591 (Cebú, Nueva Segovia y Nueva Cáceres). Los religiosos agustinos, franciscanos, jesuitas y dominicos se encargaron de la evangelización de los naturales. El clero secular era muy escaso. La población filipina fue muy diferente de la de los reinos americanos. No hubo catástrofe demográfica y se mantuvo en torno a los 600.000 habitantes. Estaba formada por etnias como los negritos, los indonesios, malayos, chinos y españoles. Estos últimos apenas sobrepasaban el millar y medio y vivían principalmente en zonas próximas a Manila. Los chinos (unos 21.000 hacia 1632), se ocupaban de los trabajos más duros y protagonizaron tres levantamientos durante el siglo XVII. El mestizaje entre los aborígenes y los españoles fue escaso. No así el de indígenas y chinos. La economía filipina era de base agropecuaria. A las plantas alimenticias de los asiáticos se sumaron las europeas y americanas. La dieta popular seguía centrada en el arroz, pero el maíz tuvo gran aceptación. Las islas producían, además, buen algodón, caña y tabaco. No pudieron aclimatar las especies de las Molucas pese a intentarse varias veces. La ganadería no fue menos importante. A los ganados de carabaos y de cerda ya existentes, se sumaron el mular, caballar, vacuno y ovino. La minería estuvo limitada a algunas extracciones irregulares de hierro en Paracali. No había plata, ni se encontró oro hasta el siglo XVIII. El comercio fue su actividad más importante. Los españoles negociaban con las Molucas, Bengala, China, Japón, Siam, Borneo, Sumatra y Java, enviando las especies, nácar, carey, calaín, diamantes, alcanfor, palo de Cambac, cera, porcelana, sedas, etc. que exportaban a América (México y Perú) a cambio de plata y productos de la dieta mediterránea. Los comerciantes sevillanos se alarmaron de la fuga de plata hacia Asia y, en 1593, se ordenó que Manila negociase sólo con Acapulco y por un valor máximo de 250.000 pesos, retornando a cambio un máximo de medio millón de pesos en plata. La situación geopolítica filipina originó su intrusión en la guerra de mercados que sostenía el comercio internacional a comienzos del siglo XVII. Los holandeses iniciaron sus campañas para apoderarse de las Molucas, desalojando de ellas a los portugueses y la Corona española tuvo que intervenir en el conflicto. Al principio, para defender los intereses portugueses, luego con ánimo de desplazar a los holandeses. La contrapartida de ello fueron los numerosos intentos holandeses por apoderarse de las Filipinas, que no cesaron hasta la Paz de Westfalia. En 1662, los españoles abandonaron sus pretensiones en las Molucas y los holandeses en Filipinas, restableciéndose un status quo que perduró ya hasta fines de siglo.
contexto
La Capitanía General de Filipinas fue una de las más pobladas. A mediados del siglo XVIII contaba ya con medio millón de habitantes, que ascendieron a 1.391.523 en 1792. Esta población se dividía en los tres grandes grupos de españoles (y criollos), chinos e indios, pero integraba en realidad numerosas etnias, como ya anotamos. Los españoles (y criollos) eran apenas unos 3.500 y se concentraban en Manila. Se ocupaban de la administración, el comercio y la religión. Los chinos fueron muy activos desde el punto de vista comercial y plantearon infinidad de problemas. En 1754 se expulsó a 406 chinos infieles, que eran poco menos de la mitad de los existentes, pero siguieron aumentando en años posteriores, llegando a sobrepasar los seis mil en Manila. Los indios cargaban con la producción. Todavía existía la encomienda, aunque en plena decadencia. Desde el punto de vista administrativo Filipinas tuvo pocas innovaciones. La Capitanía contaba con 17 alcaldías mayores y cuatro corregimientos. La Audiencia funcionaba en Manila y tenía jurisdicción sobre las islas Marianas. El reformismo borbónico no se hizo sentir hasta la época de Carlos III, cuando se realizó la organización fiscal (se introdujo la alcabala y se crearon las rentas del tabaco y de la pólvora) y se dividió el archipiélago en intendencias (1784). La administración religiosa se realizaba desde el Arzobispado de Manila, del que dependían los tres obispados sufragáneos en Cebú, Nueva Cáceres y Nueva Segovia. El gobierno atendió los problemas seculares de conflictos con los malayo-mahometanos de Mindanao y Joló, contener a los holandeses (que intentaron nuevamente tomar Mindanao en 1747) y enfrentarse a los ingleses que conquistaron la capital en 1762, cerrando su puerto. Manila fue devuelta por la Paz de París de 1763, y la Corona empezó a preocuparse más por el archipiélago a partir de entonces, sobre todo en lo relativo a los aspectos económicos y comerciales. La economía progresó lentamente por su dependencia comercial. Filipinas era un mercado de compraventa de productos asiáticos, americanos y europeos. Contaba con buenos suelos agrícolas y con abundante mano de obra, pero faltaba inversión de capital y técnica. Producía arroz y maíz para subsistencia de su población y algunos productos exportables entre los que sobresalía el azúcar. Durante la segunda mitad de la centuria empezó a cultivarse el tabaco, que llegó a ser su mejor renglón de exportación, y el algodón. Se hicieron, además, experimentos con toda clase de cultivos. Los únicos que cuajaron fueron la canela, de la que se hizo su primera exportación en 1792 (293 libras) y el añil (se produjo a partir de 1776 y se exportó desde 1792). La Compañía de Filipinas fomentó el cultivo de morera para el desarrollo de una industria sedera que no pudo competir con la china. Filipinas contaba también con una ganadería apreciable de vacuno en Luzón y Panay, de porcino en Mindanao y de ovino y caprino en diversas islas. La minería se quedó en proyectos y posibilidades. Había oro aluvial en Paracale y abundancia de hierro en Luzón (minas de Mambulao), además de algo de cobre. En el apartado industrial, contó con algunas fábricas de hilados de algodón que se crearon a fines de siglo y en las que se hacían manteles, toallas, ropa interior, colchas, etc. El comercio fue su mejor sector económico. Empezó el siglo con buen pie pues la Corona autorizó, en 1702, que se aumentara el cupo establecido con Nueva España (250.000 pesos en mercancías en el viaje de ida y medio millón de pesos en plata en el retorno) a 300.000 pesos en mercancías y 600.000 de retorno. Se efectuaría, además, en dos barcos de 500 toneladas construidos en Filipinas. Aún así, era insuficiente y muchas veces las naves zarpaban con mucho más de los 600.000 pesos en géneros y volvían con más de dos millones en plata. Esto indujo a ampliar nuevamente el cupo en 1734: medio millón de pesos a la ida y un millón a la vuelta de México. Tras la Paz de París, empezaron las grandes mejoras comerciales: se abrió la ruta de comercio directo con Cádiz, vía Cabo de Hornos; se autorizó a la casa Uztáriz y a la Compañía de los Cinco Gremios Mayores de Madrid a comerciar con Filipinas; se creó el Consulado de Manila (1769); se fundó la Compañía de Filipinas (1785) y, finalmente, se autorizó a Manila a comerciar con las naciones asiáticas. El comercio exterior filipino decayó hasta 1785, se recuperó luego hasta 1789 y entró en una etapa de auge a partir de entonces. Filipinas contó asimismo con una buena infraestructura educacional para lo exiguo de su población española. Tenía varios colegios, como el de Santa Potenciana, para hijas de soldados distinguidos, el de San Juan de Letrán, para huérfanos españoles, y las universidades jesuita y dominica (San José y Santo Tomás), a las que se añadió la universidad regia en 1717.
contexto
A comienzos de 1942 los japoneses conquistan Filipinas, semicolonia estadounidense. Sobre la marcha, los invasores tratan de atraerse a los filipinos: altos funcionarios, burgueses y propietarios colaborarán con ellos, bajo promesa de independencia. Los japoneses crean el Kalibapi -Kapisanan sa Paglilingkod sa Bagong, Asociación para el Servicio del Nuevo País (filipino)-, basado en la ideología del panasiatismo. En octubre de 1943 proclaman la República independiente, con José Laurel como presidente, y se prevé la colaboración militar y política nipofilipina, -a la que se adhieren viejos luchadores contra los españoles, como E. Aguinaldo. La población, sin embargo, se mostró reacia al proyecto y totalmente hostil al ocupante, que sólo sabrá imponerse por el terror y el hambre. Por estas fechas subsisten algunos focos guerrilleros creados por oficiales norteamericanos tras la derrota y retirada de MacArthur, y han surgido otras de mayor entidad que pronto controlarán zonas liberadas. La más importante de todas ellas será la formada por el Hukbalahap (31), frente formado por socialistas y comunistas, con predominio de estos últimos, fundado en Luzón en marzo de 1942 por V. Lava, socialista, y L. Taruc, comunista. Los huks, como son llamados, desean expulsar también al colonialismo estadounidense e instaurar un régimen socialista. En un primer momento apenas serán 4.000 armados, pero acabarán siendo unos 30.000. Llevan a cabo atentados y sabotajes; impiden que los japoneses se apoderen de las cosechas del centro de Luzón; apoyan a los prisioneros o pilotos norteamericanos evadidos; distribuyen tierras entre los campesinos, y realizan una amplia labor de propaganda antijaponesa y de adoctrinamiento ideológico. Serán muy populares. El gobierno en el exilio del presidente Quezón, desde Washington, lanza llamamientos por radio; los Estados Unidos lo asociarán al Consejo Supremo de la Guerra en el Pacífico, y le prometen la independencia para su país en 1946. Finalmente, en octubre de 1944 los estadounidenses inician los desembarcos en el archipiélago, mientras que las guerrillas colaboran activamente con ellos. En enero de 1945 los últimos japoneses son cercados por norteamericanos y filipinos. Mientras las tropas de MacArthur se acercan a Manila, los ocupantes se lanzan a feroces represalias y destrucciones. Sólo en febrero es liberada la capital, y en septiembre se rinden los últimos japoneses. MacArthur, que temía a los guerrilleros, en particular a los huks, decide desarmarlos: se producen choques y unos 10.000 se refugiarán en los montes. Formarán el núcleo de las guerrillas de la posguerra. Con respecto a Singapur y Malasia, el 15 de febrero de 1942 los japoneses ocupan la primera y, por los mismos días, el resto de Malasia y el Borneo británicos. Los japoneses tratarán de utilizar a los malayos contra la minoría china, mal vista porque acapara el comercio y es extranjera, pero muy activa y organizada, dotada de verdaderos partidos políticos -una rama del Guo-min-dang y el partido comunista malayo; la colaboración entre ambos se remonta a 1937. Los comunistas crean una escuela de guerrilla y ya en marzo los primeros grupos luchan contra el invasor. También surgirán grupos armados dirigidos por británicos y por malayos, de importancia mucho menor. Así, pues, son dos organizaciones chinas las que van a llevar el peso de la resistencia a los japoneses, el Ejército Antijaponés del Pueblo -MPAJA-, que tiene más de 3.000 hombres en 1944, y 7.000 en 1945, y la Unión Antijaponesa del Pueblo -MPAJU-, cuya misión es la de aportar suministros a la guerrilla. En 1945, ésta ha liberado extensas zonas, y en su programa se incluye la liberación de los japoneses y de los británicos. Con todo, estos últimos les proporcionarán armas desde 1943. Cuando liberan el país en agosto de 1945 son bien acogidos, pese a que con ellos retorna el colonialismo.
Personaje
Militar
Político
Cuando falleció Amistas III se produjo un duro enfrentamiento entre diversos pretendientes, imponiéndose Filipo, hermano del rey muerto. El joven monarca había pasado algunos años en Tebas ya que cuando contaba 9 años fue llevado como rehén a la ciudad por Epaminondas. En casa de este estadista tebano fue educado y posiblemente allí concibió la idea de hacer de su patria una potencia. Una vez en el poder, Filipo inició una serie de reformas en el ejército -haciendo obligatorio el servicio militar- que le permitieron vencer a ilirios, tesalios, peonios y tracios, ampliando la extensión de Macedonia. Con esta actitud provocó la enemistad de Atenas que caracterizará su reinado. Su primera intervención en la política griega será con motivo de la Tercera Guerra Sagrada (354 a.C.) luchando contra los focios e invadiendo la Calcidia, aunque fue detenido por los atenienses en las Termópilas. El conflicto acabó con la firma de una paz con Atenas (paz de Filócrates) y el nombramiento de Filipo como arconte perpetuo en Tesalia. La firma de un tratado con el rey persa permitió a Filipo extender su territorio al Epiro -se casó con Olimpia, hija de Neoptolemo y madre de Alejandro- y Tracia pero provocó el enfrentamiento con Atenas y Esparta, unificadas contra el enemigo común. Tras tres años de dura lucha Filipo venció a los aliados en la batalla de Queronea (338 a.C.) convirtiéndose en el dueño absoluto de toda Grecia. Al año siguiente reunió a las ciudades griegas en una asamblea general en Corinto con el fin de fundar la Liga Panhelénica bajo soberanía macedonia. Con el apoyo de la Liga, Parmenión partió hacia Asia con el objetivo de provocar un levantamiento de las ciudades griegas contra los persas y poner en marcha el plan más importante de Filipo: acabar con el Imperio Persa. Mientras Parmenión se dirigía a Asia, Filipo repudió a su esposa y se casó con Cleopatra, la sobrina de uno de sus generales, naciendo un hijo de ese enlace. Alejandro y su madre se exiliaron y al año siguiente regresaron a Pella. Durante la boda de una de sus hijas, Filipo fue asesinado por un noble llamado Pausanias.
obra
Tras la victoria de Queronea en el 338 a. C., Filipo II trata de implantar una imagen helénica en todos los ámbitos y muy especialmente en el artístico, donde se le plantaeba el problema de la iconografía del rey, algo que aun no había resuelto el arte griego. Se conocía el modo de representación de los reyes persas, sin embargo presentar al monarca entronizado no era lo más apropiado para un gran guerrero como Filipo II. Esta representación, muchos años después de su muerte, nos muestra un rostro barbado de expresión muy sobria.