En este sensacional estudio preparatorio encontramos a las figuras de la zona izquierda de la Escuela de Atenas que preside la Estancia de la Signatura, presididas por Pitágoras que escribe rodeado de sus alumnos. El dibujo firme, preciso, que muestra Rafael en este trabajo será un constante en su producción, existiendo un amplio número de estudios que indican su maestría y su particular manera de trabajar.
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Personaje
Militar
Las campañas militares de Alejandro Magno supusieron una orientalización de Grecia. Hubo griegos que, sin embargo, esto no lo vieron bien algunos griegos, produciéndose levantamientos como el llevado a cabo por Filotas, hijo de uno de los generales más estimados de Alejandro, Parmenión; tramó una conjura contra la vida del macedonio. Sin embargo, la conjura fue descubierta a tiempo, pereciendo los conspiradores e, incluso, el propio Parmenión (330 a.C.).
Personaje
Pintor
Por las fuentes antiguas sabemos que fue el autor de La Batalla de Alejandro y Darío, una obra que sirvió de inspiración para el fabuloso mosaico de encontrado en Pompeya y conservado en el Museo Nacional de Nápoles. También se le atribuye el original que copia el mosaico hallado en Piazza Bonanno de Palermo con escenas de caza.
Personaje
Militar
Entre los más estrechos colaboradores de Mario encontramos a Cayo Flavio Fimbria. El cónsul le encargó la dirección de los ejércitos de Asia en el momento que estallaron las guerras contra el rey Mitrídates del Ponto. Durante el período de las Guerras Civiles entre Mario y Sila, Cayo Flavio se suicidó.
obra
Las frecuentes visitas de Degas al Teatro de la Opera para deleitarse con el espectáculo de la danza motivarán la realización de un numeroso grupo de imágenes protagonizadas por bailarinas o por la orquesta. De esta manera, el pintor nos ofrece una visión de la sociedad burguesa decimonónica, visión cargada de modernidad, entroncando directamente con las teorías impresionistas. Bien es cierto que Degas realizó todas estas escenas de memoria, tomando algunos bocetos in situ y recomponiendo dicha escena en su estudio, gracias a su fecunda imaginación. Sin embargo, el aspecto general de este grupo de obras es que el observador se encuentra contemplando la función, como un espectador más. El deseo de captar el movimiento de las jóvenes bailarinas ha motivado el marcado escorzo de esta figura, realizando un ejercicio para agradecer al público sus aplausos y sus obsequios florales. Degas se ha situado en uno de los palcos y desde allí nos ofrece el momento. La perspectiva alzada que caracteriza la escena es muy frecuente en el pintor, quien llegó a pensar en construir unas gradas en su estudio para poder obtener mejor estos efectos. Al fondo podemos contemplar un nutrido grupo de bailarinas en diferentes posturas, sirviendo como punto de fuga de la composición. Las tonalidades blancas se adueñan de la imagen, reforzadas por amarillos y azules. Estos tonos claros contrastan con la oscuridad del escenario y de la tramoya. La luz de las candilejas ilumina profundamente a la estrella, aumentando este efecto de contrastes. También es destacable la delicadeza del dibujo en el artista, el mejor del grupo impresionista a la hora de mostrar el espectáculo de la danza.
contexto
El poder de Graciano en Occidente descansaba sobre bases bastante frágiles. Los hombres que en esta época parecen influir más decididamente sobre él son el obispo de Roma, Dámaso, y Ambrosio de Milán. De hecho, el emperador se traslada de Tréveris a Milán. La supremacía del obispo de Roma como Papa de toda la Cristiandad es el gran objetivo en esta época y, paulatinamente, va recibiendo un contenido efectivo con la costumbre de los obispos occidentales de requerir la opinión del Papa sobre litigios o problemas religiosos. Graciano, imbuido de celo religioso, renuncia al título pagano de Pontifex Maximus que había asumido al comenzar su gobierno, confisca los bienes de las Vestales y otros antiguos templos de Roma y prohibe que los antiguos colegios sacerdotales puedan recibir cualquier legado o donación, después de haberlos despojado de todas sus pertenencias. Graciano se convierte en un instrumento de la Iglesia, mientras ésta va acentuando progresivamente su propia independencia respecto al poder temporal. Pero a diferencia de Constantinopla, en Roma la mayor parte de los senadores eran paganos. Una comisión de senadores solicita al emperador la revocación de tales decisiones, pero Dámaso y Ambrosio, a través de Graciano, rechazan cualquier tipo de concesión. Sin el apoyo del Senado y relegado el ejército y las cuestiones militares por Graciano, en el 383 el español Magno Máximo fue proclamado emperador por las tropas de Britania, donde éste había combatido contra los pictos y escotos. Graciano, que se dirigió hacia París para combatir con Maximo, pudo ver como gran parte de su ejército se pasaba al bando de Máximo. En su huida fue detenido y, poco después, asesinado. Máximo se dirigió a Tréveris y, mientras esperaba la reacción de Teodosio, elaboró una política que implicaba fundamentalmente la adhesión del ejército a su persona. Avivó el sentimiento de romanidad frente a los bárbaros y procedió a la fortificación del limes del Rin. Ante el temor de que Máximo se hiciera con Italia, Ambrosio de Milán, sorprendentemente, se convirtió en valido y mentor de Valentiniano II que, junto con su hábil y experimentada madre, Justina, observaba desde Sirmium el desarrollo de los acontecimientos. Era Justina arriana y, hasta entonces, había favorecido abiertamente a los arrianos. No obstante, durante los últimos años de Graciano y por contraposición a éste, había elaborado una política de favor hacia los senadores paganos que continuó hasta la caída de Máximo. Ambrosio negoció con Máximo y fue tal vez quien decidió la intervención de Teodosio que, en el 384, se dirigió a Italia. Pero su decisión no fue la que esperaba Justina, ni tal vez el propio Ambrosio quien, poco después, cuando excomulgó a Máximo, se pronunciaba a favor de la guerra contra éste. Teodosio prefirió negociar: España, las Galias y Britania quedarían bajo poder de Máximo en tanto que Africa, Italia e Iliria Occidental pasaban a depender de Valentiniano II. Éste trasladó su corte a Milán. Es entonces cuando se producen dos acontecimientos de orden diverso, pero significativos: la evacuación romana del muro de Adriano y la zona norte de Britania, que había quedado casi desguarnecida, al trasladar Máximo parte del ejército de Britania a las Galias. La evacuación de esta zona será ya definitiva. El segundo acontecimiento hace referencia a la secta de Prisciliano. Era éste un hispano de Galaecia que había sido nombrado obispo de Avila. La secta que encabezaba era de carácter rigorista y ascética con influencias maniqueas. El conflicto entre los priscilianistas y la Iglesia ortodoxa había traspasado Hispania cuando Prisciliano intentó ganarse el favor de Martín de Tours y de Ambrosio. Un concilio, celebrado en Burdeos en el año 384, condenó a Prisciliano y sus seguidores como maniqueos. Como Prisciliano apelara al emperador, Máximo encargó a Evodio, su prefecto del pretorio, que condujera el proceso. El resultado fue la ejecución de Prisciliano y de cuatro seguidores suyos. Se ha querido ver en esta ejecución un antecedente de la futura Inquisición y ciertamente es el primer caso en el que el poder secular actuó como brazo ejecutor, contemplando la pena capital, de las decisiones puramente doctrinales adoptadas en un concilio. En el 387 los sármatas atravesaron el Danubio en dirección a Sirmium. La amenaza fue tan grande que Valentiniano II solicitó a Máximo tropas de refuerzo para liberar Panonia. Pero los soldados que Máximo le procuró no se dirigieron a Panonia, sino hacia Milán. Valentiniano y su familia lograron huir hacia Tesalónica. Máximo ocupó Italia. El único apoyo que podía esperar Valentiniano II era el de Teodosio. Este permanecía indeciso o tal vez renuente como de costumbre a emprender una guerra. Fue Justina quien rompió su resistencia. Cuando Teodosio solicita desposar a su hija Gala, Justina le pone como condición iniciar la guerra contra Máximo. Pese a la amplia actividad diplomática desplegada por Máximo, que había conseguido incluso la detección de una parte de las tropas bárbaras de Teodosio, Máximo fue derrotado en el 388 en Aquitania. La historiografía actual ha revalorizado la importancia de este emperador-usurpador hasta el punto de considerar su muerte una nueva torpeza de Teodosio.
contexto
Detenido ya el empuje sobre territorio soviético, e iniciada la contraofensiva del Ejército Rojo, la situación de una Hungría estrechamente atada a los intereses del Reich mostraba signos de un alto riesgo. Así, durante el invierno de 1943 a 1944, el primer ministro Kallay, de acuerdo con el Regente Horthy, había iniciado un doble juego de naturaleza especialmente peligrosa. Por una parte mantenía de forma aparente su alianza con Alemania; por otra trataba de establecer un acuerdo con la Unión Soviética, a quien correspondería de entre los aliados la realización de la futura ocupación de Hungría. Enterado de estos hechos, Hitler decidió la ocupación total del país. Para poder realizarla de la mejor forma posible, convocó a Horthy en territorio alemán para el día 17 de marzo de 1944. Mientras tanto, las fuerzas de la Wehrmacht procedían a ejecutar la denominada Operación Margerethe, que a lo largo de dos jornadas ocupó los centros neurálgicos de Hungría sin hallar resistencia alguna. Con ello, el país quedaba definitivamente unido al destino final del Reich, que ya por entonces se mostraba desastroso. El almirante Horthy conservaba la titularidad del poder supremo, pero le fue impuesto como jefe del Gobierno un elemento declaradamente progermano, el general Sztojay. Sin embargo -y cada vez más- seguía demostrándose la urgente necesidad de alcanzar una paz con los soviéticos en evitación de los grandes males que se anunciaban. Así, en agosto de 1944, el nuevo gobierno envía en secreto a Moscú una delegación encargada del establecimiento de las conversaciones de paz. En el siguiente mes de octubre, los representantes húngaros firman en la capital soviética un armisticio que debía entrar en vigor el día 16. Pero en los momentos en que Horthy anunciaba por radio a la población estos hechos, fuerzas alemanas ocupaban el Palacio Real de Budapest y proceden a su detención y a la de sus elementos más próximos. Farenc Szalasi, dirigente del partido nazi de las Cruces Flechadas, es impuesto entonces por los alemanes en el poder máximo del país. Se instaura así un régimen de terror de Estado, que intensifica la deportación de judíos, persigue con extrema dureza a la resistencia interior y decide la continuación de la guerra al lado del Eje. Por otra parte, la opinión pública húngara se encuentra profundamente dividida, e incluso enfrentada, ante la situación planteada. Por una parte va incrementándose el número de los partidarios de la resistencia, dirigida a debilitar desde el interior la presencia alemana. Por otra, existen muchos partidarios de la continuación de la lucha; pero no como apoyo al Reich, sino para evitar la tan temida invasión soviética. Estos amplios sectores consideraban esta posibilidad como altamente funesta para el futuro del país, ya que no debe olvidarse el generalizado sentimiento conservador y anticomunista dominante en la arcaica Hungría de entonces. Sin embargo, estaba claro el hecho de que la situación no podría prolongarse por más tiempo, ante el iniciado avance del Ejército Rojo por la planicie húngara, empujando hacia el oeste a decenas de millares de refugiados procedentes de las regiones ya liberadas. La Iglesia Católica, que gozaba de una tradicional influencia entre la población, realiza repetidas llamadas a la paz. El Gobierno Szalasi, decidido a mantener una resistencia a ultranza, ordena entonces la detención del arzobispo Mindszenty, el más prestigioso representante de estas posiciones pacifistas. El día 25 de diciembre de 1944 da comienzo el asedio de Budapest, que no terminará hasta el siguiente 13 de febrero con la caída de la ciudad. Durante las jornadas en que duraron los violentos combates, la capital se vio gravemente dañada por el uso masivo de la artillería soviética, que destruyó sus zonas históricas y artísticas más valiosas. Para entonces, más hacia el oeste, a orillas del lago Balatón, el avance soviético y rumano no puede ser contenido por húngaros y alemanes. El 2 de abril de 1945, Szalasi y su Gobierno abandonan el país; cuarenta y ocho horas después, la totalidad del territorio magiar está en manos del Ejército Rojo. En el plano político, durante el mes de noviembre anterior se había formado en la ya liberada ciudad de Szeged un Comité Nacional, que reunía a socialistas, comunistas, sindicalistas y resistentes de toda índole. Más adelante, trasladado a la ciudad de Debreczen, se transformaría en un Parlamento provisional, a la espera de la liberación de la capital. El 21 de diciembre de ese año de 1944, el Frente Nacional había organizado un Gobierno provisional. Este integraba tanto a personalidades del anterior régimen pero de naturaleza antialemana como a miembros de los partidos socialistas, comunista, nacional-agrario y de los pequeños propietarios. Tres días más tarde, este Gobierno había declarado la guerra a Alemania y, llegado el 20 de enero de 1945, sus representantes firmaban en Moscú un armisticio con la Unión Soviética. Para entonces, comienza a organizarse una rápida operación de reforma agraria sobre los territorios liberados. Mientras, las tropas soviéticas se lanzan a realizar actos del más desenfrenado pillaje y vandalismo sobre los bienes del país. Asimismo se produce la directa eliminación física de las personas sospechosas de connivencia con el anterior régimen o simplemente de mero anticomunismo. La presencia del Ejército Rojo anunciaba ya la futura implantación en Hungría de las formas soviéticas de organización en todos los órdenes. Sería preciso el plazo de tres años solamente para que esto se llevase a efecto.
contexto
El siglo XIII es un tiempo bifaz. Se piensa que ya desde mediados de la centuria las esperanzas del crecimiento continuado comenzaron a truncarse, si bien es a partir de 1270 cuando los síntomas de la parálisis de dicho crecimiento se manifestaron con claridad. El progreso se detuvo, y a pesar de que el retroceso no fue por igual en toda Europa, hubo regiones afectadas desde finales del siglo en cuestión por una recesión sin precedentes desde el siglo X. En general el esfuerzo roturador se retrajo ostensiblemente y el desarrollo agrario aminoró tanto en extensión cuanto en intensidad. Sólo de forma esporádica continuaron las roturaciones, pero en los suelos periféricos, de peor calidad y apresuradamente dispuestos anteriormente para el cultivo, el declive fue mayor, con el consiguiente abandono de asentamientos que, en muchos casos, originaron despoblados que ya no se volvieron a recuperar. En lugares en los que se había exigido a la tierra un esfuerzo continuado, con aplicación de técnicas e instrumentos a mansalva, el agotamiento de los suelos llegó a ser más acusado que en donde se había proseguido una agricultura elemental. La deforestación también contribuyó a la desprotección de algunos suelos que, tras intensas lluvias, perdían por arrastre buena parte de sus elementos nutritivos; a lo que el ganado aportó igualmente su papel depredador del suelo, así como la propia rivalidad en su alimentación respecto de la del campesino. En cuanto a las comunidades campesinas, se advierte una queja generalizada por las dificultades en el aprovechamiento de bienes comunales; el progreso del individualismo amenazó dicho disfrute y favoreció la incorporación de las pequeñas propiedades a los grandes dominios. Muy significativo es al respecto el hecho de que muchas "bastidas" diseñadas en el apogeo del crecimiento no pasaran de ser meros proyectos que no se desarrollaron después; al igual que se paralizaron construcciones eclesiales aldeanas, conventuales o catedralicias. A todo ello se sumó la parálisis de la ocupación de tierras más allá de las fronteras de Europa, quedando detenidos los grandes fenómenos expansionistas que habían permitido colonizar grandes espacios incorporados al esfuerzo roturador: la Reconquista hispánica y el Dran gnach Osten. Incluso las migraciones interiores también se aminoraron. Como final de la parálisis del crecimiento y del auge de la prosperidad, el hambre volvió a aparecer en Occidente desde comienzos del siglo XIV, los despoblados crecieron en Inglaterra y centro de Alemania (los llamados wüstungen), surgió el fenómeno de los cerramientos o cercados, que aparecen en el estatuto ingles de Merton desde 1236 y la reutilización de suelos de cultivo como tierras para el ganado menor a tenor de la demanda de lana, retrocediendo el suelo arable y cerrando el bosque como lugar de estabulación controlada. Finalmente, una sucesión de malas cosechas a partir de 1315 acabó por arruinar a campesinos, familias y señoríos. Todo ello debilitó la resistencia de los menos favorecidos y de los colectivos rurales ante las grandes crisis desencadenadas a partir del segundo tercio del siglo XIV.
contexto
El descubrimiento de Balboa dio nuevos bríos al rey Fernando en su obsesión por descubrir un estrecho que comunicara ambos océanos. Apenas supo la noticia, firmó capitulación (24 de noviembre de 1514) con Juan Díaz de Solís, pero cambiando algo el objetivo anteriormente proyectado, pues ahora se especificaba que "vos, el dicho Juan de Solís, seáis obligado de ir a las espaldas de la tierra, donde ahora está Pedro Arias ...y de allí adelante ir descubriendo por las dichas espaldas de Castilla del Oro mil e setecientas leguas", es decir, a la parte trasera (litoral pacífico) de Panamá. Debía dirigirse a Suramérica y costearla hacia el sur hasta encontrar el estrecho que le permitiera acceder a la Mar del Sur, subiendo entonces por su costa hasta situarse en la latitud de Castilla del Oro. Se prepararon tres naves, que salieron de Sanlúcar de Barrameda el 8 de octubre de 1515. Solís hizo la ruta acostumbrada y llegó a Brasil, desde donde comenzó a costear con dirección sur hasta encontrar un mar dulce, que era la desembocadura del Río de la Plata. Era el mes de febrero de 1516 y Solís desembarcó en una isleta con varios compañeros para rescatar con los indios, que exhibían objetos de oro. Los naturales cayeron entonces sobre los españoles y les mataron, procediendo luego a su deglución. Los marineros presenciaron horrorizados la ceremonia desde sus naves. Tras esto regresaron a España, a donde arribaron el 4 de septiembre de 1516, meses después de la muerte del Rey Fernando y cuando era ya regente Cisneros. Del intento de hallar el paso quedó el descubrimiento del Río de la Plata, última región americana que se configuró durante la regencia de Fernando el Católico. En espera de la llegada del príncipe Carlos y ante la incapacidad de la reina doña Juana, fue nombrado regente de Castilla el cardenal Cisneros, quien había ejercido ya dicho cargo unos meses a la muerte de Felipe el Hermoso. El Cardenal fue regente 20 meses, los transcurridos entre el 23-I-1516, en que murió Fernando en Madrigalejo, hasta el 17-IX-1517, en que llegó el Príncipe. Durante ellos se ocupó del gravísimo problema moral de las Indias denunciado por los dominicos y nombró Gobernadores de la Española a cuatro religiosos jerónimos (Bernardino de Manzanedo, Luis de Figueroa, Alonso de Santo Domingo y Juan de Salvatierra) a quienes ordenó evitar la explotación de los indios y reducir éstos a poblados, cosas que procuraron hacer, aunque con poco éxito. Durante esta Regencia se efectuó también el descubrimiento de la costa mexicana. Lo promovió en realidad el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, quien envió una expedición de descubrimiento y rescate en 1517 hacia las costas de Tierra Firme situadas al occidente de Cuba. Se la encargó a Francisco Hernández de Córdoba, quien se asoció con Lope de Ochoa y Cristóbal Morante. Como piloto de la misma fue Antón de Alaminos, que había estado con Colón en el cuarto viaje. Se fletaron tres naves que partieron de Santiago el 8 de febrero de 1517. Tras 21 días de navegar, arribaron a la isla de Cozumel, frente a la costa yucateca. Pasaron luego a la costa de Yucatán, cuya parte oriental descubrieron a partir de Cabo Catoche. Continuaron por Campeche y siguieron hasta el río Champotón. Aquí fueron atacados por una disciplinada hueste indígena que les causó muchas bajas y heridos. Entre los últimos estaba el propio Hernández de Córdoba. Decidieron abandonar entonces aquel litoral. Las corrientes y el piloto Alaminos les condujeron a la Florida (costa suroccidental), donde tuvieron un nuevo descalabro. Finalmente regresaron a Santiago. Hernández de Córdoba murió a causa de las heridas. México estaba descubierto y su conquista no tardaría en ponerse en marcha. En cuanto a la búsqueda del paso que podría existir entre las dos penínsulas de Yucatán y la Florida fue realizada inútilmente por las expediciones de Antonio Sedeño, que salió de Puerto Rico (1518), Juan de Grijalba, que zarpó de Cuba (1518) y unas naves enviadas por el gobernador Garay desde Jamaica (1519).
contexto
A comienzos del siglo XVI, la Hansa comenzaba a evidenciar síntomas de decadencia. Las rivalidades entre sus ciudades la debilitaron y mantuvieron un proceso de continua centrifugación, en el que se rechazó el sometimiento a directrices comunes. En 1518 la Dieta hanseática aprobó la salida definitiva de 31 ciudades, y poco después la Reforma proporcionará más motivos de división. Simultáneamente, las nuevas potencias económicas que surgieron en el ámbito de sus operaciones eran cada vez más capaces de defender sus propias posiciones. En 1494, la conquista de la República de Novgorod, donde existía una factoría de la Hansa, por el zar Iván III, supuso un duro golpe para el conjunto de la Liga, que fue expulsada, aunque benefició a algunas de sus ciudades -como Riga o Reval- y al comercio holandés. A pesar del esplendor de Lübeck, la capital de hecho, y de que Hamburgo y Danzig alcanzasen en el siglo XVI su mejor momento, la Hansa ocupaba cada vez posiciones más secundarias. Por otro lado, la Unión de Kalmar mantenía desde 1397 en unas mismas manos las tres Coronas de Noruega, Suecia y Dinamarca, que tenía la posición dominante. El control de los pasos del Sund daba a esta formación política una envidiable posición estratégica frente a los demás rivales de la zona; y los fuertes peajes le permitían mantener una gran flota con la que enfrentarse a la Hansa. Gracias al ataque victorioso a Lübeck, la Unión fue capaz de imponer a la Liga hanseática, por la paz de Malmó de 1512, el pago de una importante indemnización de guerra y la promesa de no intervenir en los asuntos internos. Sin embargo, los síntomas de descomposición se multiplicaban. El poder del rey era más nominal que real frente a la nobleza y la Iglesia, y las Coronas de Noruega y Suecia aceptaban mal la hegemonía danesa. Mientras que aquélla resultaba relativamente fácil de dominar, Suecia mantenía fuertes posiciones autonomistas y no aceptaba más que ser gobernada por autoridades locales. Pese a todos sus compromisos, la Hansa apoyaba a Suecia en su deseo de debilitar todo lo posible la Unión y no permitir un gobierno conjunto fuerte que controlase los estrechos del Sund, cuyo paso libre era vital para su desarrollo comercial. En tal situación, los intentos del rey Cristian II (1513-1523) de fortalecer su poder, someter a nobleza e Iglesia con el apoyo de los sectores campesinos y burgueses y eliminar la autonomía sueca, provocaron una sublevación general que terminará con la Unión de Kalmar. Las aspiraciones autonomistas de Suecia fueron vencidas por el rey Cristian, siguiéndoles en noviembre de 1520 las terribles represalias conocidas como "el baño de sangre de Estocolmo", que provocaron al año siguiente la sublevación sueca, acaudillada por Gustavo Vasa. Mientras, en Dinamarca las reformas políticas, económicas y sociales de Cristian II, que pretendía hacer tributar a la nobleza y a la Iglesia, originaron una revuelta nobiliaria que terminó en 1523 con la deposición del rey, pese al apoyo de su cuñado Carlos V, y la sustitución por su tío Federico I de Oldenburgo. El nuevo monarca concedió la independencia a Suecia y reconoció a Gustavo Vasa como su rey. Sin embargo, la Escania, al Mediodía de la península escandinava, continuará siendo danesa, por lo que Dinamarca continuará manteniendo el control de los estrechos del Sund, con los beneficios económicos y militares consecuentes. Estos hechos tendrán una serie de consecuencias en la Europa septentrional. Por una parte, el rey exiliado intentará por todos los medios la recuperación del trono perdido. Contará para ello con ayuda holandesa, que de ninguna manera quería facilidades para la Hansa, a la que pretendía sustituir. La derrota final de Cristian, en 1532, supuso la de sus aliados, a quienes en 1523 ya se les había prohibido el paso por el Sund en represalia, mientras la gobernadora de los Países Bajos, María de Habsburgo, firmaba con Dinamarca en 1533 el Tratado de Gante, por el que se añadía al nuevo permiso de circulación por los estrechos una alianza frente a la Hansa, enemiga común. Desde entonces, la Hansa languidecerá hasta su desaparición. Los nuevos reyes, Gustavo de Suecia y Cristian III de Dinamarca, recurrirán a los bienes de la Iglesia para fortalecer sus posiciones frente a una nobleza levantisca que no aceptaba un poder efectivo del monarca. El fortalecimiento del Estado se une así a la Reforma luterana en los países escandinavos, donde previamente ya existía un caldo de cultivo, sobre todo entre los comerciantes que habían frecuentado los puertos hanseáticos. En la Dieta de Västeras de 1527 Suecia adoptó el luteranismo como religión oficial, y lo mismo hizo Dinamarca en la de Copenhague de 1536. En el mismo año acogieron el mismo credo Islandia y Noruega. El conflicto báltico entró en conexión con las rivalidades continentales, y, en 1541, Cristian III de Dinamarca firmó en Fontainebleau un tratado de alianza con Francisco I, de resultas del cual surgió un ataque conjunto a los Países Bajos. El resultado fue la imposición por Carlos V, en el Tratado de Spira de 1544, de la internacionalización del paso por el Sund y la fijación de una tabla de tarifas para los navíos de cada potencia.