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lugar
Localidad situada en el centro de Grecia, en Tesalia, y lugar de enfrentaron entre las tropas de Julio César y las de Pompeyo en el año 48 a.C. por hacerse con el control del Imperio romano.
fuente
El 9 de agosto del año 48 a.C. se enfrentan las legiones de Pompeyo y César sobre el campo de Farsalia, en Grecia, en el contexto de las guerras civiles que asolan Roma. Tras el revés sufrido en Dyrrachium, César logra vencer a su rival, capturando a 20.000 prisioneros y obligando a Pompeyo a refugiarse en Egipto, donde es asesinado. Gracias a la victoria, César obtuvo el control completo sobre Roma.
Personaje
Político
Hijo de Fuad I, le sucede en el trono cuando fallece su padre en 1936. Su gobierno de carácter nacionalista estuvo rodeado por el lujo. Para evitar problemas durante su regencia trató de acabar con el partido el Wafd. En 1952 un golpe de estado en que intervinieron Naguib y Nasser le depuso del trono. Desde entonces se trasladó a Italia, donde pasó los últimos años de su vida.
fuente
En la Roma Antigua este término designaba la insignia que portaban los magistrados o emperadores como símbolo de poder. Era un haz de bastones de madera de abedul, unidos entre sí por una cinta de cuero de color escarlata, y en medio se colocaba un hacha. El abedul simbolizaba el poder de los cónsules para aplicar el castigo. De esta palabra surge en el siglo XX el término fascio, que utilizó Mussolini para la formación del Partido Fascista en 1919.
acepcion
En la Roma Antigua este término designaba la insignia que portaban los magistrados o emperadores como símbolo de poder. Era un haz de bastones de madera de abedul, unidos entre sí por una cinta de cuero de color escarlata, y en medio se colocaba un hacha. El abedul simbolizaba el poder de los cónsules para aplicar el castigo. De esta palabra surge en el siglo XX el término fascio, que utilizó Mussolini para la formación del Partido Fascista en 1919.
contexto
Con el siglo III d. C. iniciamos el descenso real y simbólico de la retratística. Junto con el siglo IV compone el punto de partida de la tardoantigüedad. La tercera centuria arranca con un peculiar continuismo de los patrones precedentes. No destaca este siglo por sus creaciones particulares. Podríamos decir, sin temor a caer en excesivas generalizaciones, que la etapa vive de las rentas. Desde un punto de vista formal siguen los soportes monumentales al uso: estelas con retrato. Además aparece el retrato incorporado al sarcófago decorado. Estilísticamente los retratos inician un proceso de esquematización con respecto a la exageración formal antoniniana. Se observa una vuelta al realismo conciso y seco, reflejado en los peinados de cortos mechones y en los rostros acartonados. La obra exenta disminuye, pareja al decaimiento socioeconómico del momento. Son escasos los retratos particulares en bulto redondo, y si hallamos el porcentaje del montante total las cantidades no variarían demasiado de aquellas proporcionadas en el Corpus de García y Bellido. Este fenómeno no sólo aparece en la Península, sino que es sintomático de transformaciones que acontecen en todo el Imperio. A partir de este siglo y en el próximo va a producirse un cambio en el soporte retratístico. Tímidamente continúa la producción de estelas y relieves, pero hacen acto de presencia nuevas soluciones, como el retrato en los pavimentos de mosaicos. La producción retratística no está a la altura que cabría pensar. La evidencia histórica del resurgimiento del siglo IV no camina paralela al tema que nos ocupa. La explicación podría encontrarse en las destrucciones sistemáticas a que fueron sometidas las piezas y su reutilización. En las primeras líneas del texto revisamos los distintos soportes, mencionando la problemática de cada uno de ellos. Es arriesgado identificar un rostro sobre mosaico con un retrato particular; abundan en el género los estereotipos indeterminados, con la simple intención de ocupar una escena. Es evidente que los clientes de los mosaistas, apreciando la dificultad técnica del oficio en repetir su físico, aplauden la incorporación de cartelas y texto que den personalidad a los rostros musivos. Lo poco que nos ha llegado de esta plástica tardía evidencia una obra que ha olvidado los patrones que conformaron el genuino retrato romano. De la mano de los escasos ejemplos encontrados en la Península iniciamos un camino sin retorno, los nuevos valores plásticos que engendrarán el medievalismo artístico.