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Entre los meses de octubre y noviembre, los generales alemanes que se encontraban bajo las órdenes de Paulus comenzaron a poner de manifiesto sus dudas sobre los planes alemanes en la ciudad. Entre éstos, el general von Schwedler había advertido del peligro de concentrar todas las fuerzas acorazadas en un punto. Las alas del frente alemán eran como un compás abierto de 90 grados, es decir, formaban un ángulo recto al fondo del cual se encontraba Stalingrado: ¿Qué ocurriría -se preguntaba von Schwedler- si los rusos atacaran sobre las alas cerrando de golpe el compás? Sin embargo, puesto que el 20 de julio Hitler había dicho que "los rusos están acabados", von Schwedler fue destituido. Aquél mes de noviembre de 1942 comenzó con mucho frío, nubes, pequeñas tormentas de nieve y el termómetro a 20 grados bajo cero. El 11 de noviembre, los alemanes lanzaron sobre Stalingrado un ataque masivo con cinco divisiones apoyadas por 150 carros, aviones "Stukas" y fuerzas especiales de asaltantes que habían llegado en avión desde Alemania. Se trataba de un esfuerzo concentrado orientado a repeler a los defensores del río. Sin embargo, los rusos estaban bien atrincherados. Los "panzer" alemanes, hechos para espacios abiertos y "maniobrables", avanzaban con dificultad entre los escombros, haciéndose muy vulnerables. Los rusos les dejaron pasar y dispersaron a la infantería atacándola por separado, cambiando así los planes de batalla del enemigo. Los alemanes consiguieron superar el perímetro de la cabeza de puente abriendo en dos las fuerzas de Chuikov, llegando hasta el Volga en un frente de 500 metros. Con muchísimas pérdidas humanas, los soviéticos bandearon la ofensiva y, después de tres días, los alemanes tuvieron que constatar que en realidad no habían conseguido sobrepasar la tupida red extendida entre la colina de Mamaye y las oficinas de"Octubre Rojo". Poco después del amanecer del jueves 9 de noviembre, los soldados rusos escondidos en las trincheras fueron destinados de repente a establecer un rombo entre el sur y el norte. Con un tiempo bien elegido, es decir, entre los primeros hielos, que endurecen el suelo y permiten una gran rapidez de movimiento, y las primeras grandes nevadas que, sin embargo, impiden prácticamente cualquier posibilidad de maniobra, los grupos del Ejército de Rokossovsky, Vatutin y Eremenko se pusieron en marcha para cerrar la tenaza sobre el Volga. En conjunto, las fuerzas lanzadas por los rusos llegaron a 1.500.000 soldados, 900 carros armados, 13.000 cañones y 1.100 aviones. Aunque no había mucha diferencia en relación con el adversario (el mismo número de hombres, 700 panzer, 10.000 cañones y 1.200 aviones), en este momento los soviéticos habían mejorado notablemente la calidad de sus medios acorazados, así como sus "Stormovik", cazabombarderos, los adversarios más peligrosos para los carros y las concentraciones de tropas. Entre el 19 y el 23 de noviembre, la contraofensiva rusa destruyó 15 divisiones alemanas, de las cuales tres eran acorazadas, haciendo 60.000 prisioneros; sus puntas más avanzadas, en el extremo de la tenaza, al terminar el quinto día, se encontraban a 65 km al oeste de Stalingrado, en Kalac. Por allí, por encima del puente que hay sobre el río, pasaron los refuerzos de Paulus. El puente fue minado; los ingenieros alemanes que montaban la guardia recibieron la orden de hacerlo saltar en cuanto apareciese un soldado ruso. A las 16:30 horas del día 23 de noviembre, los alemanes que se encontraban en Kalac avistaron una larga columna de carros armados proveniente del norte: ¿Serían amigos o enemigos? Media hora más tarde, en la desembocadura del puente, aparecieron tres semiorugas "Horch" con el distintivo del 221 Ejército Panzer. Sin embargo, por el torrente apareció un grupo de unos sesenta soviéticos que aniquilaron a los alemanes haciendo pasar la avanzadilla de Rokossovsky. El compás previsto por von Schwedler se cerró: alrededor de los alemanes se dibujó un anillo de unos 35-60 kilómetros que transformó a los asaltantes en asaltados dando un cambio decisivo al curso de la Segunda Guerra Mundial. Paulus, que se encontraba en las cercanías de Kalac, se libró por casualidad de ser capturado; entonces se dio cuenta de que el flanco sur estaba descubierto, que faltaba carburante y que tenían víveres para unos seis días. Igual que se demostró poco razonable a la hora de empujar a sus propias fuerzas hacia el "ángulo muerto" de Stalingrado, Hitler, se mostró ahora igualmente poco razonable no accediendo a morder la presa. Para resistir el asedio, el 6? Ejército necesitaba diariamente 750 toneladas de abastos (municiones, carburante, pienso y víveres); la aviación de transporte afirmaba que un puente aéreo podía abastecer como máximo 350 toneladas; sin embargo, Göring aseguraba a Hitler que la Luftwaffe conseguiría abastecer 500 toneladas diarias. De esta forma, el Führer decidió socorrer directamente al Ejército que se encontraba prisionero, encargando a Manstein que rompiera el cerco ruso sirviéndose del 4° Ejército acorazado de Hoth, así como del 31 y 41 Ejércitos rumanos. Hacia mediados de diciembre fracasó también esta nueva ofensiva. Para el 6? Ejército de Paulus sólo quedaba la posibilidad de aprovechar la cuenca para salir del cerco combatiendo. Paulus temió desobedecer las órdenes del Führer, que le pidió que resistiera en su puesto; Manstein sintió el mismo temor, por lo que las disposiciones que impartieron estaban llenas de reservas. Dos días más tarde, Hoth se vio obligado a suspender el avance hacia Stalingrado y Hitler no tuvo más remedio que ordenar la retirada hacia el Cáucaso si no quería perder un millón de hombres. El 6? Ejército estaba condenado: comenzó una agonía que duró 76 días. La última fase del asedio de Stalingrado está llena de inútiles y vanos intentos por parte de los alemanes de resistir. Convertidos ellos mismos en asediados, repitieron el modelo ruso de la resistencia a ultranza estableciendo plazas fuertes en las casas, en las fábricas, organizando encuentros desesperados por las calles, en las plazas, en los montes. Todo era ya insostenible debido a la rigidez del tiempo invernal. El 8 de enero, los rusos invitaron al enemigo a que se rindiera, pero el ultimatum fue rechazado. La última semana de enero, los soviéticos ocuparon el único aeropuerto que les quedaba a los alemanes, el de Gumrak; el 30 de enero dispusieron su último y horroroso bombardeo contra Stalingrado. Al día siguiente se rindió Paulus. De los 320.000 alemanes que había en Stalingrado, 140.000 murieron a causa de las heridas sufridas durante la batalla, el hambre, el frío y de enfermedades; 20.000 soldados desaparecieron en combate y 70.000 heridos fueron evacuados antes y después del saqueo. Los 90.000 supervivientes dejaron abandonados 750 aviones, 1.550 carros armados, 480 coches blindados, 8.000 cañones y morteros, 60.000 automóviles y 235 depósitos de municiones, siendo evacuados hacia los campos de prisioneros de Siberia. Entre ellos había 2.500 oficiales, 23 generales y un feldmariscal. De todos ellos regresaron sólo 5.000. A las 14:46 horas del día 2 de febrero, un avión alemán de reconocimiento sobrevoló a gran altura la ciudad transmitiendo el siguiente mensaje: "En Stalingrado no hay señales de combate".
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Tras los Ramesidas, Egipto vive un periodo de crisis permanente en el que se suceden las dinastías y los diferentes territorios manifiestan absoluta independencia del poder central. Durante el reinado de Amón, los sacerdotes de Amón adquieren un poder absoluto; a partir de entonces, aunque Amón reina oficialmente en ambos países por mediación de sus vicarios, Egipto se encuentra dividido en dos Estados. Las Dinastías XXII y XXIII corresponden a los Bubástidas, momento en el que el Medio y Bajo Egipto, desde Hermópolis al Delta, llegó a estar dominado por las colonias militares libias. Sheshonk inició un largo reinado, colocó a sus hijos al frente de las plazas militares e inició una importante expansión hacia Palestina. Desde mediados del siglo VIII reinará en Tanis un nuevo linaje, el de Petubastis, fundador de la XXIII Dinastía. Nubia había asimilado a fondo la cultura egipcia del Imperio Nuevo sin renunciar a tradiciones propias que le daban un sello típico e inconfundible. A mediados del siglo VIII, los nubios del rey Kashta anexionasen a Nubia la Tebaida sin encontrar resistencia. Con la anexión de la Tebaida, Nubia entró en contacto con el territorio de Hermópolis. En el reinado de Taharka (690-663), Asaradón inició en 671 la conquista de Egipto, que había de completar Asurbanipal. Aunque breve, la dominación asiria iba a ser sintomática. Posteriormente llegará la Época Saítica en la que primero Neco y después Psamético lograron capear el temporal de la dominación asiria, y salir de ella airoso Psamético en 663. Probablemente es cierto que sus hombres de hierro, los mercenarios griegos, le dieron la fuerza necesaria para imponer su autoridad en el Bajo Egipto sobre las colonias militares libias. Psamético (663-609) llevó a cabo la reforma que dotaba al país de una administración centralizada y pretendía restaurar el sistema del Imperio Antiguo. Los monumentos de estos siglos, no son tantos como quisiéramos porque si de Tanis tenemos pocos, de Sais no tenemos ninguno, destacando el Templo de Khons en Karnak y el Gran Patio de Karnak. En cuanto a la escultura, la gran variedad de tipos escultóricos existentes en el Imperio Nuevo queda limitada, en el caso de los encargos de particulares, a la estatua-cubo y la estatua oferente. También destacan las estatuas de gatos y la de la reina Karomama. El medio siglo en que Egipto estuvo regido por soberanos etíopes se reveló como muy fecundo y original para las artes plásticas. En la escultura en piedra se consolida el movimiento arcaizante iniciado por los Bubástidas, observándose un renacimiento de tipos del Imperio Antiguo.
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Tras el desembarco aliado en Normandía y después de la ofensiva soviética de verano, la guerra estaba vista para sentencia, aunque Hitler se guardase alguna sorpresa en su fértil cabeza de fabulador, como el asunto de Las Ardenas. Pero al llegar 1945, la suerte estaba echada. Este amplio capítulo que narra el ocaso del III Reich, se compone de tres partes: la primera de ellas es la invasión de Alemania por el este y por el oeste, hasta llegarse a los frentes del Oder y el Elba y al cerco de Berlín. La segunda parte trata de los últimos días de Hitler, en los que pondremos una lupa sobre aquellas últimas tres semanas del régimen nazi, tratando de desvelar las grandes incógnitas que clásicamente se han venido cerniendo en torno a Hitler. Finalmente, la tercera es la rendición de Alemania, de la mano del almirante Dönitz, heredero del poder por voluntad de Hitler. El efímero régimen del almirante, que se moverá entre la tragedia y la bufonada, registra un momento de gran angustia en aquel pavoroso conflicto: la marcha hacia el oeste, huyendo ante los ejércitos soviéticos, de millones de civiles y militares, cuyo pánico no pueden comprender ni los soldados ni los generales aliados... Como en todas las guerras de antes y de después ¡Vae Victis!
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La zona continúa siendo mal conocida para esta época. Se mantiene el culto a la muerte manifestado por las tumbas de chimenea, pero quizás de superior interés sea el elevado desarrollo artístico alcanzado en Ixtlán del Río y otros asentamientos de Nayarit, donde sus pobladores se especializaron en la confección en cerámica de figurillas individuales de gran realismo y grupos con escenas narrativas, todos ellos pintados en negro, blanco, rojo y amarillo sobre fondo rojizo. Es curioso cómo en una región donde la arquitectura monumental está ausente hasta bien entrado el período Clásico, estos conjuntos con escenas cotidianas formados en torno a plazas, templos, casas, juegos de pelota y demás motivos colectivos, proporcionan a los arqueólogos informaciones a veces más detalladas que las encontradas en algunos de los centros del sur de Mesoamérica. En ellos, reuniones de consejo, prácticas rituales, músicos, parejas de hombre y mujer y, en definitiva, actividades sociales, rituales y políticas, resultan de gran interés etnográfico. Otra faceta estilística diferente en el arte del Occidente de México se da en Chupícuaro, Estado de Guanajuato, durante el Formativo Tardío. En un yacimiento hoy cubierto por un lago artificial se excavaron cerca de 400 enterramientos con gran cantidad de ofrendas en vasijas cerámicas, figurillas e instrumentos musicales, muchos de ellos asociados con cráneos cortados en sentido horizontal que ponen de relieve un tipo de culto que estuvo muy extendido en la región. Por el contrario, en Guerrero, donde se ha encontrado la cerámica más antigua de Mesoamérica, las manifestaciones artísticas no se centraron en la arcilla como material base, sino que destaca su trabajo en piedras duras (jadeítas, serpentinas, dioritas y nefritas), algunas de cuyas obras recuerdan bastante al estilo desarrollado en el área olmeca. Destaca en este sentido el denominado estilo Mezcala, que realizó sus obras sobre piedra de grano muy fino y tonalidades verde y gris, proporcionando figuras humanas de rasgos muy sencillos trazados con líneas bien acabadas y precisas, y con una abstracción de su forma emulando hachas. También se confeccionaron bellas máscaras y maquetas de templos, tan famosas a lo largo del tiempo que aparecen formando parte de ofrendas en el Templo Mayor de Tenochtitlan a finales del período Postclásico. El río Mezcala parece ser el límite de la expansión olmeca, ya que si bien las influencias llegan hasta la zona, el resto del Occidente de México no tiene manifestaciones de ella. La presencia olmeca en esta zona puede aplicarse por su carácter estratégico con respecto a la obtención de piedras duras para ser talladas por los excelentes artesanos olmecas, y por su condición de frontera ambiental, que hizo que por allí transcurriera un segmento de red comercial de gran importancia para el mantenimiento de esta primera gran cultura. Tal vez esto explique también su tardía adscripción a la vida compleja en Mesoamérica, a la hora de adoptar rasgos como arquitectura y escultura pública, escritura jeroglífica o sistemas calendáricos.
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El Occidente de México es una vasta y heterogénea región que comprende los Estados de Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Colima, Nayarit y Aguascalientes que se incorporó tarde a los principales procesos que caracterizan la civilización mesoamericana. La zona tuvo en el pasado una gran actividad volcánica, de manera que es corriente la formación de cuencas de drenaje interno donde se han concentrado siempre las poblaciones humanas. Las evidencias más antiguas de vida agrícola se han detectado en Puerto Marqués (2.440-140 a.C.), Guerrero, y también existe sedentarismo orientado a la recolección de moluscos en el Complejo Matanchén de Nayarit en el 2.000 a.C. En el 1.450 a.C. surge el Complejo Capacha en la costa de Colima, caracterizado por unas cerámicas que se distribuyen a Jalisco, Michoacán y Nayarit. Algunas de sus formas básicas son tecomates y jarras con asa estribo, que han servido para establecer conexiones con las culturas del Formativo Temprano de la costa de Ecuador. En el 1.300 a.C. se construyen cámaras subterráneas cortadas en el talpetate -ceniza volcánica- de naturaleza funeraria, iniciándose una evolucionada tradición de enterramientos. Las cámaras son ovales y a ellas se accede mediante escaleras, conteniendo abundantes esqueletos, muchos de ellos procedentes de deposiciones secundarias. Más tarde, este complejo funerario se extiende a Etzatlán, El Arenal y otros sitios de Nayarit y Colima. En ellos se depositaron excelentes trabajos en cerámica en los que se representaban aldeas y casas de gran valor etnográfico al incluir escenas de la vida cotidiana y ritual juegos de pelota, rituales, guerras y demás- de los pobladores de Nayarit. Por último, la cultura Chupícuaro manifiesta otra variedad ritual en esta área tan heterogénea. Su conocimiento se basa en la excavación de 390 enterramientos, muchos de los cuales tenían ofrendas de perros sacrificados y un muy variado estilo de figurillas y cerámicas que tendrán una amplia distribución. Muchas culturas del Occidente de México se integran tarde a la tradición clásica mesoamericana. En Colima, el complejo más temprano es Orticles, con cerámicas en rojo y negro sobre crema. Durante la etapa Comala se construyen profundas tumbas de chimenea en las que se colocan como ofrendas figuras huecas de hombres y animales. Estas tumbas, de hasta 4,5 m de profundidad, acogen en su interior entierros secundarios, como venía siendo tradicional desde tiempos formativos. Pero tal vez el rasgo más significativo sea la fabricación de objetos y figurillas en cerámica, en particular aquellos que representan poblados con una variada gama de escenas de vida cotidiana, política y ritual. En Nayarit, existen sitios como Amapa y Las Peñitas que tienen cientos de montículos, juegos de pelota y residencias habitacionales, destacando por su complejidad Ixtlán del Río, con arquitectura pública y una compleja planificación interior. También se ha detectado el empleo de tumbas chimenea y la elaboración en arcilla de muchas actividades de vida de poblado: consejos, juegos de pelota, escenas de vida, maquetas de templos, etc. En cuanto a Jalisco y Michoacán tienen a partir del 200 d.C. influencia de Teotihuacan, según denota la presencia de cerámica Naranja Delgada, de talud-tablero decorando algunos edificios -como en Tingambato-, el uso del juego de pelota y otros elementos procedentes del centro de México. Las laderas orientales de la Sierra Madre Occidental fueron colonizadas desde el 200 d.C. por gentes de Teotihuacan, que llegaron al área para realizar operaciones mineras y se beneficiaron de un régimen de lluvias generoso que permitió aprovechar estas tierras áridas y poco aptas para la agricultura. Estos sitios formaron parte de una amplia red comercial que unió las poblaciones del suroeste de los Estados Unidos y de la Gran Chichimeca con las culturas de Mesoamérica. Son los centros de la Cultura Chalchihuites, como Zacatecas, La Quemada y Zape, que además de ser centros de intercambio y avanzadas de civilización, controlan minas de cinabrio, hematite, turquesa y otros minerales estratégicos. Al final del Clásico, como consecuencia de la caída de Teotihuacan, estos centros languidecen y terminan colapsando y quedando fuera de la frontera de Mesoamérica. Durante el Postclásico la región está dominada por el pueblo tarasco, quien fijó su primer emplazamiento en Pátzcuaro a inicios del siglo X; su procedencia es desconocida, hasta el punto de que su lengua no está relacionada con ninguna otra de Mesoamérica, pero parece que llegó junto a grupos de habla nahua y con otros chichimecas. Poco después de su establecimiento a orillas del lago Pátzcuaro se trasladaron a Ihuatzio, y de aquí a Tzintzuntzan, que a mediados del siglo XIV llegó a tener 25.000 habitantes, donde establecieron su capital definitiva y forjaron un estado que se extendió sobre unos 65.000 km2. El estado tarasco estuvo dirigido por un gobierno centralizado en torno a un rey-sumo sacerdote, y fue administrado por una gran variedad de oficiales y gentes de la nobleza que se encargaron de mantener las fronteras territoriales y de recoger las tasas y tributos de los grupos sometidos, según consta en la "Relación de Michoacán". Por debajo de ellos, se situaban los campesinos que mantuvieron esta estructura estatal y los grupos conquistados, que fueron considerados esclavos. Los principales edificios detectados en los centros tarascos se denominan yácatas, que sirvieron como residencias y templos funerarios de los reyes, y que incluían un santuario dedicado a su principal deidad, Curicaueri. Las yácatas tienen forma rectangular o de T con los extremos redondeados, en cuya parte superior se alternan estructuras circulares con otras rectangulares hasta un total de cinco. Junto a ellas se levantan residencias y palacios, y más allá barrios de especialistas en cerámica, plumería, metalurgia del bronce, cobre y oro y otras de diverso signo. La estructura del asentamiento de este estado se basó en su capital, Tzintzuntzan, centros de segundo orden algunos de ellos fortificados como Ihuatzio, Patzcuaro, Uruapan y Zacapan, y sobre todo, aldeas y poblados campesinos. Este estado se orientó hacia el norte, en contraposición al azteca que fundamentó su expansionismo en regiones del sur. Ambos mantuvieron relaciones fundamentadas en la guerra desde mediados del siglo XV, que fueron detenidas por los tarascos mediante la construcción de fortificaciones fronterizas, hasta que en 1522 el rey Tangaxoan II permitió la anexión pacífica del estado tarasco a la corona española.
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Por lo demás, se mantiene la cultura aldeana en lo que se denomina tradición cultural Mamom de cerámicas monócromas en rojo o anaranjado y de figurillas femeninas, sólidas, decoradas con incisiones y tiras aplicadas de barro para definir los rasgos físicos y también algunas adiciones decorativas. Estos sitios campesinos se combinan con pequeños centros de integración tanto en el Petén como en Yucatán (Komchén, Dzibilchaltún). Es esta una amplia región mal conocida arqueológicamente, y con una diversidad geográfica y cultural que dificulta la reconstrucción de los procesos culturales. En las costas de Nayarit se mantuvo durante los primeros momentos del Formativo un patrón de cultura característico de los recolectores de moluscos y productos marinos ya definido a finales del Arcaico. En la costa de Colima, sin embargo, se optó por un sistema similar al mencionado en la fase Barra de Chiapas, con cerámicas que incluyen tecomates, botellas de asa estribo y jarras de engobe rojo y rojo sobre crema, con fuerte conexión con las confeccionadas en la costa de Ecuador. De gran relevancia son las tumbas de tiro vertical excavadas desde el Formativo Temprano en la roca volcánica -talpetate- por medio de escalones que desembocan en una o varias cámaras de forma ovoide y colocadas a alturas diferentes. Estos recintos, de 3 a 18 metros de profundidad, fueron utilizados en una dilatada secuencia, de manera que en ellas podemos encontrarnos entierros primarios y secundarios, reutilizaciones y, por tanto, ajuares funerarios de muy diferentes períodos. De entre las ofrendas destacan figurillas muy expresivas y variadas, algunas de las cuales forman parte de la tradición iniciada en Tlatilco; pero otras terracotas son más realistas, con mayor detalle y decoradas con colores y diseños muy expresivos. En Colima se inició entonces un modo de hacer figurillas planas con aplicado, posturas animadas y a veces formando grupos. Son comunes también vasijas dobles con pitorro asociadas a animales, en particular perros en muy diversas actitudes: bailando, jugando, durmiendo..., los cuales se han considerado como guías para acompañar a los muertos en su camino por el inframundo. Por el contrario, en Jalisco se elaboró un estilo de figurillas sólidas y huecas con representaciones de seres humanos con vestiduras sencillas, madres con hijos, guerreros armados, etc., que resultan muy informativos para reconstruir la vida en la región.
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Muchas culturas del Occidente de México se integran tarde a la tradición clásica mesoamericana. En Colima, el complejo más temprano es Orticles, con cerámicas en rojo y negro sobre crema. Durante la etapa Comala se construyen profundas tumbas de chimenea en las que se colocan como ofrendas figuras huecas de hombres y animales. Estas tumbas, de hasta 4,5 m de profudidad, acogen en su interior entierros secundarios, como venía siendo tradicional desde tiempos formativos. Pero tal vez el rasgo más significativo sea la fabricación de objetos y figurillas en cerámica, en particular aquellos que representan poblados con una variada gama de escenas de vida cotidiana, política y ritual. En Nayarit, existen sitios como Amapa y Las Peñitas que tienen cientos de montículos, juegos de pelota y residencias habitacionales, destacando por su complejidad Ixtlán del Río, con arquitectura pública y una compleja planificación interior. También se ha detectado el empleo de tumbas chimenea y la elaboración en arcilla de muchas actividades de vida de poblado: consejos, juegos de pelota, escenas de vida, maquetas de templos, etc. En cuanto a Jalisco y Michoacán tienen a partir del 200 d.C. influencia de Teotihuacan, según denota la presencia de cerámica Naranja Delgada, de talud tablero decorando algunos edificios -como en Tingambato-, el uso del juego de pelota y otros elementos procedentes del centro de México. Las laderas orientales de la Sierra Madre Occidental fueron colonizadas desde el 200 d.C. por gentes de Teotihuacan, que llegaron al área para realizar operaciones mineras y se beneficiaron de un regimen de lluvias generoso que permitió aprovechar estas tierras áridas y poco aptas para la agricultura. Estos sitios formaron parte de una amplia red comercial que unió las poblaciones del suroeste de los Estados Unidos y de la Gran Chichimeca con las culturas de Mesoamérica. Son los centros de la Cultura Chalchihuites, como Zacatecas, La Quemada y Zape, que además de ser centros de intercambio y avanzadas de civilización, controlan minas de cinabrio, hematite, turquesa y otros minerales estratégicos. Al final del Clásico, como consecuencia de la caída de Teotihuacan, estos centros languidecen y terminan colapsando y quedando fuera de la frontera de Mesoamérica.
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El norte de México se integra en la civilización mesoamericana durante el Postclásico Temprano, en buena medida debido a la fluidez en sus relaciones con Tula y a la potenciación de la Ruta de la Turquesa, que hizo llegar al centro de México materiales preciosos y objetos raros del suroeste de los Estados Unidos. Estas estrechas conexiones permiten la expansión de centros como Casas Grandes (Paquimé) en la Gran Chichimeca, y La Quemada y otros asentamientos pertenecientes a la Cultura Chalchihuites, y que integran rasgos como pirámides, plataformas, palacios, altares y juegos de pelota de claro origen mesoamericano. Un producto que llega por estas rutas es el metal, cuya demanda por parte de las densas comunidades del sur fue incesante en este período tardío. En el Occidente se instalan desde los últimos momentos del Postclásico Temprano (1250) comunidades tarascas en centros como Ihuatzio y Tzintzuntzan, en las márgenes del lago Patzcuaro. Limitados al norte por los grupos chichimecas y al sureste por los aztecas, supieron mantenerse independientes hasta la llegada de los españoles. Tal vez el elemento tarasco más importante fue la introducción de las llamadas yácatas; inmensas plataformas construidas a base de mampostería y mortero de barro, que tienen forma de T y extremos redondeados; en su cima alternan estructuras circulares con otras de forma rectangular hasta un total de cinco. Estas grandes construcciones cumplieron funciones administrativas junto con otras rituales, como el culto al dios del viento, además de servir como grandes plataformas funerarias. Pipas para fumar, delicados objetos de metal, turquesa, ámbar y otros productos que proceden de comunidades de la frontera norte de Mesoamérica fueron depositados como ofrendas en la base de estas yácatas. La influencia de Tula introdujo el culto al Chac Mool y una preponderancia al culto del coyote que se expresa en esculturas en bulto redondo confeccionadas en estilo muy naturalista, además de otros comportamientos que integraron claramente la región en la tradición cultural mesoamericana.
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El océano Pacífico ocupa casi una cuarta parte del globo terráqueo. Está poblado por miríadas de islas e islotes, cuya superficie emergida apenas dobla el total de la de España. Sin embargo, lo que comúnmente se conoce como Oceanía comprende una tierra principal, Australia, que por sí misma constituye todo un continente, varias islas mayores, como Nueva Guinea y Nueva Zelanda, situadas, al igual que Australia, en la zona occidental del océano, y un conjunto muy disperso de islas menores, que son las que se conocen propiamente como islas oceánicas. Las tierras mayores -Australia, Nueva Zelanda y la mayor parte de las islas melanesias- formaron parte, en su origen, de una masa continental, hoy sumergida. Poseen suelos ricos, ríos, y una gran variedad de vegetación y recursos naturales. Por el contrario, las islas oceánicas son de formación coralina o volcánica: las primeras son las islas bajas, simples atolones de coral, algunos formados en tomo a lagos tranquilos y espejeantes, que constituyen la imagen que la mayor parte de los occidentales tienen sobre las islas del Pacífico. Son islas de tamaño pequeño, de vegetación escasa y con recursos de subsistencia limitados. Las islas altas, de origen volcánico, tienen mayores posibilidades de ocupación, ya que disponen de suelos apropiados para el cultivo. Las islas del Pacífico han sido agrupadas, de manera más o menos arbitraria, en tres conjuntos. Melanesia, Micronesia y Polinesia. Melanesia significa Islas Negras (del griego melanos, negro y nesos, isla); alude al color de la piel de sus habitantes. Nueva Guinea es la isla principal, y de allí debieron de partir las expediciones que colonizaron el resto de los archipiélagos melanesios: Fidji, Salomón y Vanuatu (antes llamado Nuevas Hébridas). Micronesia (de mikros, pequeño), es un conjunto de archipiélagos, formados por islas diminutas, situados al norte de las islas melanesias; y Polinesia, o islas numerosas (de polys, muchas), que comprende todas las islas situadas en un triángulo imaginario, el cual tendría en sus vértices el archipiélago de las Hawaii, al norte; Nueva Zelanda, al sur; y la isla de Pascua en el extremo oriental. Sus habitantes hablan lenguas del tronco austronesio, distintas de las melanesias, y son gentes de piel más clara y rasgos caucasoides. Los distintos pueblos se constituyeron en sociedades diferentes. Los melanesios formaron sociedades igualitarias, sin jefaturas hereditarias, pero con un concepto común entre ellas, el de gran hombre: el líder, un clásico self-made man que por su capacidad de convocatoria, por su bravura, sus conocimientos mágicos y su habilidad para amasar una gran fortuna, generalmente, en cerdos, adquiría un gran prestigio en su clan; con ocasión de alguna ceremonia mataba todos sus cerdos adultos y los repartía generosamente entre sus familiares, amigos y allegados, lo cual aumentaba su prestigio y le garantizaba la adhesión de un número suficiente de clanes para lanzarse a la guerra. Sin embargo, en cualquier momento podía surgir otro líder que le aventajase en cualidades y le sustituyese en el fervor de las gentes. Por el contrario, las sociedades polinésicas se estructuraron en lo que se llamó grandes jefaturas, sociedades jerárquicas y feudales, basadas en una autoridad hereditaria, emparentada, en su origen, con los dioses o con seres ancestrales.
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El Océano, Portugal y Castilla Como la historia no suele ajustarse bien a los saltos en el vacío, lo mismo que un hombre no es analfabeto por la noche y sabio a la mañana siguiente, así tampoco el descubrimiento de América debe ser considerado como un fruto tempranero y casual, o como genialidad exclusiva de un solo individuo, sino algo más metódico, todo un proceso que necesitó hombres capaces, medios, conocimientos y preparación científico-técnica imprescindible para hacerlo posible. Esas condiciones se daban en Portugal25 y Castilla26 mejor que en ningún otro sitio de Europa --no se olvide--; y en esos reinos Colón aprende, conoce, sueña, proyecta y prepara la gran travesía del Atlántico. Dos regiones pertenecientes a coronas distintas: el Algarve portugués y la Andalucía del reino castellano, estaban de antiguo hermanadas por el mar. El golfo de Cádiz era ruta de intereses y actividades comunes. Y los marineros de uno y otro lado del Guadiana apenas conocieron fronteras hasta el siglo XV Pero algo cambió en el sur de la Península cuando Portugal y Castilla se embarcaron en una expansión marítima de horizontes parecidos y alimentada en los puertos del golfo de Cádiz. Portugal tiene un nombre propio (Enrique el Navegante), una ciudad (Ceuta) y una fecha (1415) que fueron verdaderos hitos en sus aventuras oceánicas. Todo cambió para Portugal, y acaso para el mundo entero, cuando el infante don Enrique, hijo tercero del rey don Juan I de Portugal, de la nueva dinastía de Avis, sin corona que ceñir sobre sus sienes, hizo del Océano su feudo, más aún, su imperio, logrando que sus ideas y proyectos fueran asumidos y continuados por el pueblo la monarquía lusitana. En este sentido, la figura del príncipe llamado el Navegante --aunque nunca navegó-- se funde con la grandeza del Portugal marinero. Cuentan que este infante, taciturno y enérgico, entre místico y aventurero y más medieval que renacentista, proyectaba llegar a la India (Asia) siguiendo la ruta africana, es decir, circunvalando el continente negro que se suponía abierto al sur. Y dicen que para más tarde quedaría la exploración del Océano Atlántico por el Oeste (la ruta que siguió Colón). Demostró que no quería competencia de ninguna otra nación, pues lo había imaginado como una empresa exclusivamente lusitana, y nunca regateó esfuerzos ni dinero. La primera fase exigía tomar posiciones en el Estrecho de Gibraltar, llave natural de la navegación europea. Con ese fin se proyectó la conquista de Ceuta, realizada en 1415. La forma de culminar esta empresa merece ser contada, pues contiene enseñanzas para el futuro. El rey lusitano Juan I engañó a todos con embustes y mentiras durante los seis años que duraron los preparativos de la empresa, y disimuló a la perfección los verdaderos objetivos. Y cuenta el cronista portugués Azurara que llegó a declarar públicamente la guerra al duque de Holanda advirtiéndole en secreto que se trataba de una simulación para no sobresaltar a Venecia, que pudiera sentir ya alguna amenaza comercial, ni a Castilla, que aspiraba a una expansión por el Norte de África. Ceuta significaba participar en la ruta económica, cada vez más activa, del Estrecho de Gibraltar. También en la riqueza de oro, esclavos y trigo del Magreb. Estamos ante el primer paso expansionista portugués para penetrar y conquistar la zona norteafricana, al mismo tiempo que se agravará la rivalidad con Castilla durante décadas. Sintiendo que Lisboa quedaba muy lejos, el Navegante abandonó la corte y en 1438 montó sus cuarteles al pie del promontorio de Sagres, junto al cabo de San Vicente, y allí fundó un gran centro de investigación náutica, único en su tiempo. Reunió a sabios de nacionalidades diversas y en él la ciencia de navegar avanzó sin cesar. El arrojo de los marineros lusitanos completó el saber teórico de Sagres y ambos, bien conjuntados, ensancharon el mundo conocido, convirtiendo a Portugal en avanzada del Océano. Después de Ceuta, el punto de mira se dirigió hacia los archipiélagos de Canarias, Madera y Azores. Estos archipiélagos, conocidos desde la antigüedad, redescubiertos durante el siglo XIV, empezaron a conquistarse y colonizarse a mediados del XV Difícil por sus vientos variables, tempestades frecuentes, aguas revueltas, resultaba la mejor escuela de aprendizaje para la navegación de altura. Serán punto de partida y escalas obligadas para expediciones futuras. En lo comercial, el clima tropical de estas islas favorecerá la adaptación de la caña de azúcar, sobre todo en el archipiélago de Madera. Durante los años que preceden al descubrimiento de América el comercio azucarero se convertía en un firme negocio. Los genoveses intervendrán en este tráfico27. También Colón, como veremos. Al comenzar el segundo tercio del siglo XV el infante don Enrique y los científicos de Sagres se hacían esta pregunta: ¿qué hay al sur e las Canarias? De hacer caso al habla popular el mar hacia el sur se teñía de miedos, supersticiones y leyendas. Los árabes de la zona alimentaban aún más esos temores. El cabo Nâo o Nun refleja con su mismo nombre el gran temor a pasar adelante. Sin embargo, el gran obstáculo de esa zona fue el Cabo Bojador o Cabo del Miedo, puerta del Mar Tenebroso. Y cierto es que el paraje resulta singular: peñascos escarpados; fuerte corriente marina que levanta olas gigantescas reventando en los acantilados y arrecifes con ruidos ensordecedores, acrecidos cuando sopla el viento del Oeste; terrible resaca, brumas espesas. Un infierno para cualquier embarcación que se despistara. Aún hoy se evita en lo posible, dicen los hombres e la mar. El año de 1434, fecha trascendental en los descubrimientos del Océano, Gil Eanes salva esta gran barrera. Había fracasado un año antes y ahora por fin lo consigue; pero se da cuenta y comprueba un año después que la ida es fácil y rápida aprovechando la corriente canaria que va hacia el sur lamiendo la costa. Sin embargo, la volta o regreso era factible penetrando en el Océano y desde ahí, en navegación de altura, penetrando más al oeste de las Azores, dibujar un gran arco hasta llegar a Portugal. Gil Eanes acababa no sólo de salvar ese obstáculo natural, sino también de enseñar la ruta que debían seguir las expediciones futuras. De ahí que sea tan importante esta experiencia. En adelante todo irá más rápido. Guinea estaba bien cerca, a un par de meses de navegación. ¿Qué entendían los portugueses por Guinea? Esa indeterminada zona comenzaba al sur de la desembocadura del río Senegal o Río del Oro, y tenía un interés especial para los lusitanos: interés descubridor desvelando África y sus mares adyacentes, como etapas de proyectos más ambiciosos; e interés económico cada vez más tangible. Los navegantes portugueses que harán posibles los avances descubridores desde Río del Oro hasta el corazón del golfo de Guinea, durante casi cuarenta años tendrán que enfrentarse y aprender a evitar las temibles calmas ecuatoriales (el pot au noir de los franceses, el doldrums de los ingleses), verdadera amenaza siempre para un velero. Caer en ellas significa sufrir un calor húmedo y agobiante, lluvias repentinas y torrenciales y, sobre todo, una falta casi total de viento que inmovilizaba cualquier navío. Y si duraba mucho las tripulaciones se veían diezmadas a causa del escorbuto, disentería y fiebres. En 1479, una carabela portuguesa, en plena costa guineana, tardó doce días en recorrer aproximadamente dos leguas (unos 10 kms.), cuando con brisa favorable lo hacía en menos de una hora. Aprenderán también que ese mar está sometido a vientos y corrientes caprichosas y hay que atravesarlo a mucha distancia de la costa. En lo económico, Guinea se convirtió en objetivo prioritario para Portugal (primero para Enrique el Navegante hasta su muerte, en 1460, y después para los reyes lusitanos). La explotación se proyectó en régimen de factoría al estilo italiano. En este sentido, destacarán dos centros: el enclave de Arguim, en la costa del Río del Oro (1443-1461) y la fortaleza de San Jorge de la Mina (1482), en la costa de Oro, actual Cape Coast, en el corazón del golfo de Guinea. Ambos representan dos etapas de la expansión y explotación africana. Desde estas factorías las armadas de rescate entraban en contacto con las comunidades locales a través de operaciones de trueque o cambalache. Los europeos empleaban en los intercambios objetos de cobre y latón, de estaño, quincallerita diversa, tejidos vistosos de calidad o vulgares y sal, tan importante para la ganadería. Se decía que en Mali (1450) se cambiaba la sal por su peso en oro. A cambio, los naturales aportaban oro, obtenido por el procedimiento del lavado en las cuencas altas del Senegal, Níger y costa guineana. A falta de oro vendían hombres, intensificándose así el comercio de esclavos, auténtica sangría ara África. También aportaban especias baratas --las ricas procedían le Asia--, como la malagueta o grana del Paraíso y la pimienta de Benín o pimienta de rabo. Vistas así las cosas, a nadie puede extrañar que se pusiera todo el empeño imaginable en asegurar la exclusiva sobre la ruta de Guinea y en evitar la intromisión extranjera, sobre todo castellana. Con una tenacidad ejemplar, unas veces por la; buenas y otras por las malas, Portugal fue convirtiendo esas aguas en un mare clausum, en un mar cerrado a intereses extraños. Hasta 1480 y durante casi cincuenta años la rivalidad hispano-portuguesa fue una constante. Principalmente, dos problemas habían estado avivando las tensiones entre ambos reinos: Canarias y Guinea; o dicho en otras palabras, las navegaciones atlánticas. Portugal esgrimía como derecho sobre Canarias que las había redescubierto primero, mientras que Castilla desenterraba aquello de ser heredada de los visigodos. A antigüedad, antigüedad doble. Portugal había intentado desde comprarlas hasta el empleo de la fuerza, en una especie de guerra solapada. Pero Castilla no cedió. Tampoco deben olvidarse los intereses privados andaluces en juego, con la nobleza al frente, defendiendo los caladeros de pesca del banco canario sahariano junto a un activo comercio con los naturales de la zona a base de trigo, vino, cueros, armas y esclavos, principalmente. Tal como estaban los tiempos, Canarias era rentable. Pero cuando se descubre Guinea, intrépidos marineros y comerciantes soñarán con esa tierra, después de lo que cuentan de ella. Y para intrépidos --portugueses aparte-- ahí estaban los hombres de Palos, Sanlúcar, Cádiz, Rota y Chipiona, Sevilla o Tarifa. Se creyó que lo más eficaz para defender Canarias era atacar por donde más dolía a Portugal: Guinea. El trueque parecía inminente. En efecto, el 8 de enero de 1455 el papa Nicolás V, en calidad de árbitro, concedía la bula Romanus Pontifex, que confirmaba la exclusiva de Portugal sobre toda la costa africana desde los cabos Nâo y Bojador al sur. Implícitamente, las Islas Afortunadas quedaban para entretener a Castilla. Pero el poder temporal del Pontífice tenía sentido cuando se trataba de pueblos infieles y la concesión territorial iba seguida de una obligación evangelizadora. En este sentido, Calixto III, un año después, en la bula Inter Caetera concedió a la Orden de Cristo Lusitana todo el poder y jurisdicción espiritual sobre la región reservada a Portugal. Estas bulas son un precedente claro de las que se darán a los Reyes Católicos cuarenta años después, tras el descubrimiento de América. Entre 1454 y 1474 reina en Castilla Enrique IV, a quien se acusa de debilidad y abulia. No supo dominar a la nobleza, ni tampoco se enfrentó a Portugal como debiera haberlo hecho. Los intereses del Océano quedan, ahora más que nunca, a merced de la iniciativa particular de los puertos andaluces. Dos referencias de un contemporáneo, Alonso de Palencia, nos aclaran muy bien como se desarrollan los acontecimientos en el Atlántico: La osadía de estos envalentonados marineros a que dio pábulo la apatía del rey Don Enrique, les impulsó a atacara los barcos de pesca andaluces que por las costas del mar de Marruecos empleaban las redes llamadas jábegas para sacar cierto pescado, muy abundante en las aguas próximas a Tánger. Pronto se apoderaron de muchos de aquellos barcos con sus tripulantes y aparejos. Como se ve, los problemas pesqueros de la zona vienen de antiguo. Mas no todo era sufrir tales atropellos. Ahí queda a réplica, en la más estricta correspondencia: tres o cuatro pescadores de Palos, curtidos en las cosas del mar, habían refrenado la ferocidad portuguesa, apresándoles muchas embarcaciones al regreso de Etiopía, dando muerte a la tripulación y apoderándose de las mercaderías, esclavos y esclavas que traían... Los hombres de Palos fueron ganando fama de intrépidos y expertos marineros. No parece casualidad que la flota que descubre América parta de ahí. A la muerte de Enrique IV estalla en Castilla la guerra civil. Los partidarios de Isabel la Católica y los de Juana la Beltraneja, a quien apoya Portugal, se enfrentan durante cinco años (1474-79) por la sucesión al trono castellano. Y la guerra se hace notar tanto en Castilla como en el Océano. La actividad marítima de los Reyes Católicos no ofrece grandes variantes con respecto a la que Andalucía había vivido en años anteriores, si bien Castilla reclama ahora su derecho a Guinea, e incita a los marineros del sur a comerciar e interceptar a sus rivales portugueses. ¡Qué más querían oír aquellos! Si en tiempos de paz lo hacían siempre que podían, ahora con más motivo. Por lo demás, el resultado es el mismo: los portugueses capturan a los castellanos y éstos hacen lo mismo con los portugueses. La suerte de las armas es alterna, aunque parece seguro que la mejor organización lusitana sacaría mayores ventajas, dice Pérez Embid. El 4 de septiembre de 1479 se firmaba en Alca?ovas el Tratado de las paces, más conocido como el Tratado de Alca?ovas-Toledo (1479-1480) entre Castilla y Portugal, que ponía fin a las hostilidades. La ratificación de lo pactado la harán los Reyes Católicos al año siguiente en Toledo (marzo de 1480). Aparte de regular el problema dinástico28 entre los dos reinos, interesa destacar aquí el segundo acuerdo o tratado de paz perpetua que ponía fin a la rivalidad hispano-portuguesa en el Atlántico. Por él se reservan a Portugal los archipiélagos de Azores, Madera y Cabo Verde; todas las tierras descubiertas y por descubrir al sur de las Canarias y el control absoluto de la navegación en el Océano camino de Guinea o Contra Guinea, bajo compromiso de los Reyes Católicos de no enviar navíos e incluso defender que ningún súbdito acuda a esos mares y tierras a negociar o descubrir sin permiso del rey portugués. Castilla, por su parte, puede navegar tranquilamente hasta Canarias y controlar todo el archipiélago. Entre otras muchas cláusulas concertadas bien se puede terminar este apartado resaltando aquélla que establecía que los marineros que no cumpliesen la repartición del Océano fueran considerados como prisioneros de guerra, de manera que si los navegantes portugueses encontraban a algunos españoles o de cualquier otra nación los apresaran y echasen al mar para que mueran luego naturalmente. Muchos puertos andaluces y también portugueses estaban preparados --no sería presunción decir que los mejor preparados de Europa --para hacer la travesía atlántica más gloriosa y trascendental de la historia: el descubrimiento de América. Diversas circunstancias decidieron en favor de Castilla. Pudo haberlo protagonizado igualmente Portugal. Pero de cualquier manera, se llevó a cabo desde un puerto (Palos) del Golfo de Cádiz. Y esos aires, ese mar y ese ambiente es el primero que respira Colón cuando llega a Portugal.