Según la leyenda, el cuerpo del apóstol Santiago habría sido trasladado a España tras su ejecución en Jerusalén, siendo enterrado en la futura Compostela. La tumba del apóstol fue descubierta hacia el año 814, pero será en el siglo XI cuando se produzca el mayor auge de las peregrinaciones jacobeas, procedentes de todo el mundo conocido. Desde Francia existen cuatro rutas que se dirigen hacia los Pirineos. Las procedentes de París, Vezelay y Le Puy entran en la península Ibérica por Roncesvalles mientras que la que tiene su punto de partida en Arlés lo hace por Somport. La primera ruta, tras cruzar Roncesvalles, se dirige hacia Pamplona. La segunda ruta, tras cruzar por Somport, lleva hacia Jaca y Sangüesa. Ambas se unen en Puente la Reina, desde donde se dirige el camino hacia Estella y Viana. En tierras riojanas la vía jacobea pasa por Logroño, Nájera y Santo Domingo de la Calzada, antes de entrar en Castilla. La espectacular catedral de Burgos da la bienvenida a los peregrinos que se dirigen hacia tierras palentinas, donde encontramos dos lugares con importantes tesoros románicos: Frómista y Carrión de los Condes. En León el camino recorre sus principales ciudades y pueblos: Sahagún, la propia capital leonesa, Astorga y Ponferrada. A través de los espectaculares montes de O Cebreiro el peregrino entra en tierras gallegas. El camino discurre por Samos, Sarría y Portomarín, antes de entrar en Santiago de Compostela y poder abrazar al apóstol Santiago.
Busqueda de contenidos
video
Según la leyenda, el cuerpo del apóstol Santiago habría sido trasladado a España tras su ejecución en Jerusalén, siendo enterrado en la futura Compostela. La tumba del apóstol fue descubierta hacia el año 814, pero será en el siglo XI cuando se produzca el mayor auge de las peregrinaciones jacobeas, procedentes de todo el mundo conocido. Desde Francia existen cuatro rutas que se dirigen hacia los Pirineos. Las procedentes de París, Vezelay y Le Puy entran en la península Ibérica por Roncesvalles mientras que la que tiene su punto de partida en Arlés lo hace por Somport. La primera ruta, tras cruzar Roncesvalles, se dirige hacia Pamplona. La segunda ruta, tras cruzar por Somport, lleva hacia Jaca y Sangüesa. Ambas se unen en Puente la Reina, desde donde se dirige el camino hacia Estella y Viana. En tierras riojanas la vía jacobea pasa por Logroño, Nájera y Santo Domingo de la Calzada, antes de entrar en Castilla. La espectacular catedral de Burgos da la bienvenida a los peregrinos que se dirigen hacia tierras palentinas, donde encontramos dos lugares con importantes tesoros románicos: Frómista y Carrión de los Condes. En León el camino recorre sus principales ciudades y pueblos: Sahagún, la propia capital leonesa, Astorga y Ponferrada. A través de los espectaculares montes de O Cebreiro el peregrino entra en tierras gallegas. El camino discurre por Samos, Sarría y Portomarín, antes de entrar en Santiago de Compostela y poder abrazar al apóstol Santiago.
video
El descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago en Galicia convertirá a Compostela en el principal centro de peregrinación del oeste europeo. Santiago estuvo predicando en tierras de Hispania, y tras su muerte en Jerusalén, sus discípulos llevaron su cuerpo al lugar donde había predicado. El auge de las peregrinaciones durante la Edad Media supondrá la creación de una serie de rutas que tienen su origen en Francia y como destino la catedral compostelana. Partiendo de las ciudades francesas de Arles, Le Puy, Orleans y Vezelay, la Ruta Jacobea se introduce en España a través de Roncesvalles y Jaca. El camino discurre por tierras de Navarra, Aragón, La Rioja, Castilla y León, para atravesar Galicia y llegar a Santiago. Ésta es la ruta más popular, el llamado Camino Francés. Pero existen otros caminos que nos llevan a Compostela. El llamado Camino del Norte discurre por el País Vasco, Cantabria y Asturias hasta llegar a Santiago cruzando la provincia de Lugo. Otra ruta cruzaba Portugal y otra, que sigue la antigua Vía de la Plata, parte de la ciudad de Sevilla para dirigirse al mismo destino. El Camino irrumpe en la Península por tierras navarras. Roncesvalles es el punto de partida de nuestra ruta. Su nombre evoca la legendaria derrota sufrida por Carlomagno frente a los vascones. Desde aquí, entre bosques y pastos, el peregrino llega a Pamplona. Fundada por Pompeyo el Grande, se convertirá en la capital del próspero reino medieval de Navarra. El viajero pronto se encuentra ante su magnífica catedral gótica, construida en el siglo XIV. Nuestros pasos se dirigen ahora hacia Puente la Reina, una de las villas principales del Camino. Aquí se unen la ruta por la que estamos avanzando con la procedente de Somport. El viajero que llega desde tierras aragonesas ha dejado atrás dos importantes hitos jacobeos: Jaca y Sangüesa. Jaca fue capital del reino de Aragón y sede episcopal en el siglo XI. De esta época de esplendor aún se conserva la catedral, una de las joyas del Románico peninsular. Bordeando las estribaciones pirenaicas y siguiendo el cauce del río Aragón llegamos a Sangüesa, villa nacida por y para el Camino. Alfonso I donó a los caballeros de San Juan la iglesia de Santa María. En su fachada sur podemos contemplar uno de los mejores conjuntos escultóricos de España. El puente que da nombre a la población de Puente la Reina fue construido en el siglo XI. Tras cruzar sus siete arcos, los peregrinos se dirigen hacia Estella. Fundada por y para la peregrinación por el rey Sancho Ramírez en el año 1090, en esta villa navarra conservamos un buen número de edificios de origen medieval. Atravesando bosques y tierras de labor llegamos hasta Viana, última población de Navarra. Plaza fuerte situada en alto y sólidamente defendida, en el interior de sus murallas sobresalen importantes muestras arquitectónicas. Nuestra siguiente etapa discurre por tierras de La Rioja, tierra de ricos vinos, buena mesa y bellos parajes. Pronto llegamos a su capital, Logroño, bañada por el río Ebro. La concatedral de Santa María la Redonda fue erigida en el siglo XVI sobre una pequeña iglesia románica de planta octogonal, de ahí su apelativo. Cruzamos nuevos bosques de pinos y campos de cultivo para llegar a Nájera. Fundación musulmana, fue convertida por Sancho III de Navarra en capital de su reino tras ser conquistada. El monasterio de Santa María la Real es el edificio más importante de la ciudad. Erigido por García IV, las partes más vistosas del cenobio son de estilo gótico. Entre las sierras de la Demanda y de Cantabria, el camino nos lleva entre labrantías hasta Santo Domingo de la Calzada. Lleva el nombre de su fundador, Domingo, fundador de puentes y hospederías. La catedral fue construida durante los siglos XIII y XVI, realizándose importantes obras de reforma en estilo barroco. Campos de cereales atravesados por pequeños arroyos y dispersos robledales nos conducen a tierras de Castilla. Belorado es la primera villa castellana por la que pasa el Camino. Levantada en un barranco del río Tirón, bajo la sombra de un farallón donde se alzaba un majestuoso castillo, Belorado alberga el Centro Digital de Promoción Jacobea. El viajero debe internarse en los tupidos bosques de los Montes de Oca para llegar a San Juan de Ortega. Aquí, en uno de los puntos más inhóspitos del monte, fundó Juan de Quintanaortuño un hospital para los peregrinos y un complejo monástico. Durante toda la Edad Media este centro de peregrinación permaneció activo, si bien sin alcanzar el prestigio adquirido en época de su fundador. Burgos es nuestro siguiente lugar de destino. Fundada en el año 884 por Alfonso III, el desarrollo y la prosperidad económica de la ciudad está ligada a la Ruta Jacobea. La gran referencia visual es la Catedral de Santa María, una soberbia construcción gótica rematada por las agujas levantadas por los Colonia. Extramuros se edificaron importantes instituciones religiosas, como Las Huelgas o la cartuja de Miraflores. Atravesando llanuras de cereales, surcadas por pequeños arroyos, nuestros pasos se dirigen a Frómista. En esta villa palentina se alza la iglesia de San Martín, una de las mejores muestras del románico en la Península, a pesar de la severa restauración llevada a cabo en el siglo XIX. El peregrino se dirige ahora hacia Carrión de los Condes, cruzando por la palentina Tierra de Campos. La capital de esta región es otro de los hitos importantes de la Ruta. Sus calles están cuajadas de cruciales edificios de diferentes épocas, joyas artísticas en las que merece la pena detenerse. Dejamos atrás tierras palentinas para adentrarnos en la provincia de León. Sahagún es la primera localidad a la que llegamos. Aquí se alzaba el monasterio cluniacense más importante de España. Mejor conservadas están las iglesias de San Tirso y San Lorenzo. Construidas en ladrillo, sus esbeltas torres son la imagen más popular de la villa. Los páramos leoneses, cubiertos de cereal, nos llevan hasta la capital. León fue fundada en el año 69 de nuestra era como asentamiento legionario romano. El esplendor urbano coincide con el auge de las peregrinaciones medievales. La catedral, dedicada a Santa María de la Regla, preside la ciudad. Se trata de una de las joyas del gótico hispano, en sintonía con los templos franceses, especialmente por la luminosidad interior que proporcionan sus más de cien ventanales. Otra de las joyas leonesas es la Colegiata de San Isidoro, edificio de mediados del siglo XII en el que se encuentra la "capilla sixtina" de la pintura románica española. De nuevo en el páramo leonés nos dirigimos a Astorga, capital de la Maragatería. Fundada en época romana, en la ciudad sobresalen dos monumentos: la catedral y el palacio episcopal. La primera fue construida en el siglo XV sobre una fábrica románica y en su interior destaca el sensacional retablo de Gaspar Becerra. El palacio episcopal se debe a Antoni Gaudí, siguiendo el estilo neogótico de las obras de su primera etapa. El peregrino se enfrenta ahora a los montes de León, ascendiendo hasta la milenaria Cruz de Hierro. Desde esta cota se inicia el descenso hasta la comarca del Bierzo, deteniéndonos en su capital: Ponferrada. El nacimiento de la urbe se asocia al río que la baña, el Sil, atravesado por un puente que dio nombre a la localidad. En un promontorio se erige el castillo de los Templarios que, majestuoso, preside la villa. Una vez atravesada la fértil tierra del Bierzo iniciamos el durísimo ascenso hasta O Cebreiro. Desde aquí, Galicia se abre ante nuestros ojos. Sus tradicionales pallozas son una de las señas de identidad de la Ruta. Ahora el camino discurre por sierras y valles salpicados de pequeñas poblaciones, rodeadas de prados de hierba, tierras de labor y frondosos bosques. Imponentes monasterios, románicas iglesias o milenarios cruceiros nos reciben en las tierras del Apóstol y nos conducen hasta su lugar de enterramiento. Cerca ya de Compostela, el Camino llega al Monte do Gozo. Ante nosotros surgen por primera vez las agujas de la catedral. Llenos de alegría, nos dirigimos a su encuentro a través del barrio de los Concheiros. La Puerta Santa es nuestro destino. En el interior de la catedral podemos disfrutar de la pureza de líneas de su estilo románico, antes de llegar al punto culminante: el Pórtico de la Gloria, realizado por el Maestro Mateo. En el exterior, el peregrino se deja seducir por la fachada que Casas Novoa levantó en la plaza del Obradoiro, uno de los lugares más impactantes del recorrido. A esta plaza se abren otros edificios destacados, sensacionales muestras arquitectónicas de diferentes épocas y estilos. Tras haber recorrido los más de 800 kilómetros que separan Francia de Compostela, el moderno peregrino puede sentir en su propia piel las mismas sensaciones que aquellos romeros medievales que, para expiar sus pecados, debían viajar a la tumba del Apóstol. El tiempo parece haberse detenido. Santiago el Mayor, el Hijo del Trueno, se ha adueñado de nuestros corazones.
contexto
Un monje llamado Pelagio observó una noche una luminosidad en un desolado paraje del obispado de Iria-Flavia, actual Padrón. El monje comunicó su observación a su superior, el obispo Teodomiro, descubriéndose en el lugar indicado una cueva en cuyo interior apareció un arca de mármol donde se hallaron los restos del apóstol Santiago. ¿Por qué los restos del apóstol y no los de otro santo? La respuesta vendría dada porque Santiago es considerado el primer evangelizador de la península Ibérica. A raíz del martirio y muerte del apóstol que ocurrió en Jerusalén, sus discípulos Atanasio y Teodoro trasladaron sus restos hasta las costas gallegas a bordo de una barca y allí enterraron el cuerpo. El descubrimiento se realizó el 25 de julio del año 814 y el monarca asturiano Alfonso II se trasladó en peregrinación al lugar, mandando edificar una pequeña basílica llamada de Antealtares y un monasterio encomendado a los benedictinos. El pequeño burgo empezó a crecer hasta convertirse en Compostela, cuyo nombre deriva según la tradición de Campus Stellae en alusión a las luces que permitieron el descubrimiento. El 6 de mayo de 899 se consagraba una basílica mayor que la anterior mandada construir por Alfonso III. El descubrimiento de las reliquias del apóstol pronto se extendió por una Europa donde el culto a las reliquias se estaba convirtiendo en una obsesión al igual que la necesidad de encontrar un aglutinante que sirviera para expulsar todos los males que se cernían sobre el continente, en especial el Islam. No en balde, Santiago "colaborará" en numerosas ocasiones con los reyes cristianos en la Reconquista que se está llevando a cabo en la península y sus ejércitos combatirán valerosos al grito de "Santiago y cierra España". Las primeras peregrinaciones se realizaron entre los fieles de los reinos peninsulares. Durante el siglo X Sancho el Mayor de Navarra realizó una serie de mejoras en la ruta que enlazaba con Santiago con el objetivo de dotar de mayor seguridad a los peregrinos. Entre esas mejoras encontramos la construcción de las primeras hospederías y monasterios. Esa etapa de seguridad finalizará con las temibles razzias de Almanzor, quien alcanzó incluso la capital compostelana y se llevó las campanas de la catedral hasta Córdoba a hombros de cautivos cristianos. Avanzado el siglo X aparecen registrados los primeros peregrinos franceses. Ya podríamos hablar de un verdadero Camino de Santiago constituido por el llamado Camino Francés. Dos accesos procedentes de Canfranc y Roncesvalles se unen en Puente la Reina, que debe su nombre al puente construido para que los peregrinos cruzaran el río Arga. Desde esta villa un solo camino avanza cruzando el norte de la península Ibérica hasta su etapa final en la catedral compostelana. En el año 951 Gotescalco, el obispo de Puy, a la cabeza de una comitiva de "jacquets" aparece recogido en un manuscrito redactado por el monje Gómez de la abadía riojana de San Martín de Albelda. Es el primer testimonio de una peregrinación procedente de Francia pero será el siglo XI cuando se produzca el mayor auge de las peregrinaciones jacobeas, procedentes de todo el mundo conocido. El éxito de las peregrinaciones debemos buscarlo en las numerosas hospederías, hospitales, monasterios y abadías que pone en marcha la Orden de Cluny, dotando de mayores "comodidades" al peregrino. Otro de los promotores de las peregrinaciones será el obispo compostelano don Diego Gelmírez quien consigue que en 1095 el papa Urbano II traslade la sede episcopal desde Iria Flavia a Compostela, con categoría de "sede apostólica" al igual que Roma. Gelmírez será a la vez el promotor de la construcción de la catedral tal y como la conocemos en la actualidad. Compostela, Roma y Jerusalén se convertirán en los tres centros más importantes de peregrinación cristiana. La inseguridad continuaba siendo una de los principales problemas de la peregrinación por lo que se puso en marcha la Orden Militar de Santiago -en Cáceres durante el año 1170- cuyo objetivo sería defender a los peregrinos de los numerosos peligros que les acechaban en las rutas, especialmente los bandoleros. El siglo XII manifestó un nuevo desarrollo de las peregrinaciones mientras que en la centuria siguiente inició cierto declive aunque durante toda le Edad Media el número de peregrinos es muy elevado. Los peregrinos de una misma comarca partían en grupo para defenderse mejor de los peligros, realizando el viaje en una época en la que la climatología era más favorable o las labores menores. Antes de iniciar la peregrinación, confiaban los bienes a un monasterio cuyo abad entregaba al peregrino el bordón, la calabaza, el rosario y la escarcela. El viaje duraría el tiempo que el peregrino deseara. Para fomentar los viajes estaban exentos del pago de peajes, portazgos, pontazgos y cubiertos de la rapacidad de alcaldes, señores, mesoneros y ladrones. El peregrino era respetado y protegido tanto por la sociedad como por las autoridades. El papel desempeñado por el Camino será fundamental para los reinos españoles y para Europa ya que se producirá un fluido intercambio cultural, espiritual, económico, artístico, político o institucional entre las diferentes zonas por las que transita el camino. El arte románico en primer lugar y el gótico después penetrarán gracias al camino. Incluso los inmigrantes procedentes de Europa que se asentaban en España -llamados genéricamente francos- llegaban a través del Camino. No en balde, en reconocimiento de su trascendencia histórica y artística, el Consejo de Europa ha conferido al Camino de Santiago la calificación de Itinerario Cultural Europeo en la Declaración de Santiago del 23 de abril de 1987.
video
El Camino de Santiago es la ruta que desde la Edad Media los europeos seguían en peregrinación para llegar a Santiago de Comspostela. Aunque existían diversas variantes, el tradicional es el llamado Camino Francés. En éste, una vez pasados los Pirineos dos accesos, procedentes de Canfranc y Roncesvalles, se unen en Puente la Reina. Desde esta villa navarra una sola vía avanza cruzando el norte de la península Ibérica hasta su ansiada etapa final: la catedral compostelana. El papel desempeñado por el Camino será fundamental para los reinos españoles y para Europa. El Camino será un eje de intercambio cultural, espiritual, económico, artístico, político o institucional entre las diferentes zonas por las que transita. No en balde, en reconocimiento de su trascendencia histórica y artística, el Consejo de Europa ha conferido al Camino de Santiago la calificación de Itinerario Cultural Europeo.
obra
Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
video
Santiago de Compostela es, junto con Roma y Jerusalén, uno de los centros espirituales más importantes del mundo cristiano. Según la tradición, en este lugar se encuentra la tumba de Santiago el Mayor, uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Por esta razón, la ciudad de Santiago de Compostela se va a convertir durante la Edad Media en uno de los centros de peregrinación cristiana más importantes, creándose así una vía de comunicación trascendental para la historia de Europa: el Camino de Santiago. La tradición dice que el apóstol Santiago predicó el cristianismo por la península Ibérica. Tras su martirio y muerte en Jerusalén, sus discípulos recogieron sus restos y, de manera milagrosa, una barca de piedra los llevó hasta las costas gallegas. En el siglo IX un monje llamado Pelayo descubre su tumba en un paraje conocido como Campus Stellae, la actual Compostela. Aquí se construirá la primitiva iglesia que, con el tiempo, dará lugar a la magnífica catedral actual. Entre los siglos X y XI comienzan las peregrinaciones a Compostela. El Camino partía de las ciudades francesas de Arles, Le Puy, Orleans y Vezelay. La Ruta Jacobea se introduce en España a través de Roncesvalles y Jaca. El camino discurre por tierras de Navarra, Aragón, La Rioja, Castilla y León, para atravesar Galicia y llegar a Santiago. Ésta es la ruta más popular, el llamado Camino Francés. Pero existen otros caminos que nos llevan a Compostela. El llamado Camino del Norte discurre por el País Vasco, Cantabria y Asturias hasta llegar a Santiago cruzando la provincia de Lugo. Otra ruta cruzaba Portugal y otra, que sigue la antigua Vía de la Plata, parte de la ciudad de Sevilla para dirigirse al mismo destino. El Camino favorecerá la construcción de Europa. Millones de peregrinos a lo largo de su historia han hecho de él una vía de encuentro e intercambio cultural. A través del Camino se han propagado corrientes artísticas, económicas y culturales, como el románico o el gótico. También el Camino sirvió como vehículo de expansión de una nueva lengua, el castellano, surgida en el monasterio de San Millán de la Cogolla e impulsada por autores como Gonzalo de Berceo o Alfonso X. Poco a poco fueron tantos los que hacían el Camino, que se hizo necesario construir puentes, albergues y hospitales para ayudar a los peregrinos. Las órdenes monacales y los reyes ayudaron en esta labor, en la que destacaron personajes como San Juan de Ortega o Santo Domingo de la Calzada. El peregrino tradicional vestía de forma humilde. Llevaba una capa para defenderse del frío, un sombrero de ala ancha y unos buenos zapatos. La esportilla era una especia de bolsa para guardar los alimentos. El bordón era un palo largo que ayudaba a caminar y a espantar a las fieras. Llevaba colgando la calabaza, que servía para guardar el agua. Para identificarse, los peregrinos cosían una concha o venera a sus ropas. El peregrino debía visitar los santuarios que encontraba a su paso, pidiendo que se le entregasen unos sellos como justificante de haber estado allí. El camino era largo y penoso, pues el peregrino pasaba frío, calor, cansancio o hambre. Además, podía caer enfermo o ser asaltado por los ladrones, sin olvidar los abusos de los posaderos. Sin embargo, el premio hacía que todo lo sufrido mereciera la pena: al llegar a Santiago, el peregrino que justificase haber completado el Camino recibía una indulgencia, es decir, era perdonado de todos sus pecados. El tramo central del Camino de Santiago transita por tierras de Castilla y León, cruzando las provincias de Burgos, Palencia y León. El Camino atraviesa muchas poblaciones importantes: Belorado, Burgos, Castrojeriz, Villalcázar, Carrión, León, Astorga y, finalmente, Ponferrada. Belorado es la primera villa castellana por la que pasa el Camino. Levantada en un barranco del río Tirón, permanece bajo la sombra de un farallón donde se alzaba un majestuoso castillo. El siguiente gran monumento del Camino es el Monasterio de San Juan de Ortega. Aquí, en uno de los puntos más inhóspitos de los Montes de Oca, fundó el Santo un hospital para los peregrinos y un complejo monástico. Burgos es nuestro siguiente lugar de destino. El principal monumento de la ciudad es la catedral de santa María, una soberbia construcción gótica rematada por agujas. El acceso a la villa se realizaba por una puerta con aspecto de fortaleza: el Arco de Santa María. Atravesando llanuras de cereales, surcadas por pequeños arroyos, el Camino se dirige a Frómista. En esta villa palentina se alza la iglesia de San Martín, una de las mejores muestras del arte románico en la Península. Villalcázar de Sirga, o Villasirga, es la siguiente gran población del Camino. Su monumento principal es la iglesia de Santa María la Blanca, un edificio de grandes proporciones y aspecto de fortaleza. El peregrino debe dirigirse ahora hacia Carrión de los Condes. Sus calles están cuajadas de joyas artísticas en las que merece la pena detenerse. A la salida de la villa, debemos detenernos en el Monasterio de San Zoilo y pasear por su bellísimo claustro. Dejamos atrás tierras palentinas para adentrarnos en la provincia de León. En la pequeña localidad de Grajal de Campos nos encontramos con una joya poco conocida, su sólida fortaleza, construida en el siglo XVI. Sahagún es la primera localidad a la que llegamos. Aquí se alzaba el monasterio cluniacense más importante de España. Mejor conservadas están las iglesias de San Tirso y San Lorenzo. Construidas en ladrillo, sus esbeltas torres son la imagen más popular de la villa. Los páramos leoneses, cubiertos de cereal, nos llevan hasta la capital, León. Su esplendor coincide con el auge del Camino de Santiago. La catedral, dedicada a Santa María de la Regla, preside la ciudad. Se trata de una de las joyas del gótico hispano, especialmente por la luminosidad interior que proporcionan sus más de cien ventanales. Otra de las joyas leonesas es la Colegiata de San Isidoro, edificio de mediados del siglo XII en el que se encuentra la "capilla sixtina" de la pintura románica española. De nuevo en el páramo leonés nos dirigimos a Astorga, capital de la Maragatería. Fundada en época romana, en la ciudad sobresalen dos monumentos: la catedral y el palacio episcopal. La primera fue construida en el siglo XV. El palacio episcopal, del siglo XIX, se debe al genial arquitecto catalán Antonio Gaudí. El peregrino se enfrenta ahora a los montes de León, que deberá atravesar para descender hasta la comarca del Bierzo. Es momento entonces de detenerse en su capital, Ponferrada. En un promontorio se erige el castillo de los Templarios que, majestuoso, preside la villa. Tras dejar tierras castellano-leonesas, el Camino entra en Galicia, plagada de sierras y valles salpicados de pequeñas poblaciones. A pocas jornadas de viaje, el peregrino se encuentra ya con su objetivo: la catedral de Santiago de Compostela, tumba del Santo. La catedral es una de las joyas del románico español. Sus espectaculares dimensiones asombran al viajero actual tanto como debió hacerlo al peregrino medieval. El viaje ha acabado. Atrás quedan los más de 800 kilómetros que separan Francia de Compostela. El Camino de Santiago, Calle Mayor de Europa, sigue siendo una vía por la que circulan la cultura, el conocimiento y la amistad entre los pueblos. Castilla y León, columna vertebral del Camino, ofrece a los modernos peregrinos su hospitalidad y el calor de sus gentes, de la misma forma que lleva haciéndolo durante los últimos 1.000 años.
obra
Por estas fechas Dalí es conocido en todo el mundo. Se ha convertido en uno de los pintores más importantes del siglo XX y ha realizado múltiples exposiciones. En 1978 celebra una muestra en el Museo Guggenheim y es admitido en la Academia de Bellas Artes de París. Al año siguiente organiza una gran retrospectiva en el Centro Georges Pompidou de París y en la Tate Gallery de Londres. Sin embargo, una vez más y a pesar de encontrarnos en la última etapa de su carrera artística, Dalí vuelve a recoger un tema de su juventud. En concreto, este cuadro está basado en la obra Carne de gallina inaugural del año 1928. El artista continúa manifestando imágenes del subconsciente, no controladas y gestadas en un periodo de sueño pero ahora con otro sentido. El escenario donde se produce la acción es una constante en las obras dalinianas, es la alusión al mundo celeste. En esta ocasión, la plataforma se organiza mediante sacos de arena, a diferencia de Carne de gallina inaugural, formada a través de piedras. Existe una primera versión de esta composición bajo el mismo título, El camino del enigma (1981).
contexto
El desastre colonial y la crisis del fin de siglo producen un desgaste del decorativismo esteticista y del simbolismo en general que queda ejemplarizado en el grupo de artistas catalanes que se reúnen en la cervecería de "Els Quatre Gats" de Barcelona. Esta, inaugurada el 12 de junio de 1897, respondía a una idea de Miguel Utrillo, un pintor secundario pero ferviente modernista y fue hecha realidad por Pere Romeu, quien quiso abrir en Barcelona un local polivalente, que pudiera acoger obras teatrales, recitales de música o incluso exposiciones, según el modelo de "Le Chat Noir" de París, en el cual había actuado como cabaretier. Ocupaba los bajos de un edificio de Josep Puig i Cadafalch, muy significativo del gusto del momento, la Casa Martí, en la calle Montsió, y estaba presidido por la famosa pintura El Tandem, de Ramón Casas. En estos años, Casas disfrutará del protagonismo que había tenido Rusiñol en la época del Cau Ferrat. Mientras triunfaba el simbolismo, Casas se había mantenido fiel a corrientes más veristas, acordes con la nueva visión del entorno que, junto con Rusiñol, habían traído de París a principios de los noventa. Casas evoluciona de los temas de Montmartre a visiones más directas de la sociedad como Garrote vil (1894, Centro de Arte Reina Sofía, Madrid) o Corpus. Sortida de la processó de L'esglesia de Santa Maria (1898, Museo de Arte Moderno de Barcelona). El Casas del fin de siglo es el creador de un nuevo cartelismo muy directamente inspirado en Toulouse-Lautrec, es el dibujante de éxito de la revista "Pel i Ploma", y el que inicia una temática que le haría famoso, las manolas, que alterna con su faceta de retratista y de magnífico cronista de la sociedad catalana del momento.