El Camino de Santiago, origen y recorrido

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Datos principales


Desarrollo


Santiago de Compostela es, junto con Roma y Jerusalén, uno de los centros espirituales más importantes del mundo cristiano. Según la tradición, en este lugar se encuentra la tumba de Santiago el Mayor, uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Por esta razón, la ciudad de Santiago de Compostela se va a convertir durante la Edad Media en uno de los centros de peregrinación cristiana más importantes, creándose así una vía de comunicación trascendental para la historia de Europa: el Camino de Santiago. La tradición dice que el apóstol Santiago predicó el cristianismo por la península Ibérica. Tras su martirio y muerte en Jerusalén, sus discípulos recogieron sus restos y, de manera milagrosa, una barca de piedra los llevó hasta las costas gallegas. En el siglo IX un monje llamado Pelayo descubre su tumba en un paraje conocido como Campus Stellae, la actual Compostela. Aquí se construirá la primitiva iglesia que, con el tiempo, dará lugar a la magnífica catedral actual. Entre los siglos X y XI comienzan las peregrinaciones a Compostela. El Camino partía de las ciudades francesas de Arles, Le Puy, Orleans y Vezelay. La Ruta Jacobea se introduce en España a través de Roncesvalles y Jaca. El camino discurre por tierras de Navarra, Aragón, La Rioja, Castilla y León, para atravesar Galicia y llegar a Santiago. Ésta es la ruta más popular, el llamado Camino Francés.

Pero existen otros caminos que nos llevan a Compostela. El llamado Camino del Norte discurre por el País Vasco, Cantabria y Asturias hasta llegar a Santiago cruzando la provincia de Lugo. Otra ruta cruzaba Portugal y otra, que sigue la antigua Vía de la Plata, parte de la ciudad de Sevilla para dirigirse al mismo destino. El Camino favorecerá la construcción de Europa. Millones de peregrinos a lo largo de su historia han hecho de él una vía de encuentro e intercambio cultural. A través del Camino se han propagado corrientes artísticas, económicas y culturales, como el románico o el gótico. También el Camino sirvió como vehículo de expansión de una nueva lengua, el castellano, surgida en el monasterio de San Millán de la Cogolla e impulsada por autores como Gonzalo de Berceo o Alfonso X. Poco a poco fueron tantos los que hacían el Camino, que se hizo necesario construir puentes, albergues y hospitales para ayudar a los peregrinos. Las órdenes monacales y los reyes ayudaron en esta labor, en la que destacaron personajes como San Juan de Ortega o Santo Domingo de la Calzada. El peregrino tradicional vestía de forma humilde. Llevaba una capa para defenderse del frío, un sombrero de ala ancha y unos buenos zapatos. La esportilla era una especia de bolsa para guardar los alimentos. El bordón era un palo largo que ayudaba a caminar y a espantar a las fieras. Llevaba colgando la calabaza, que servía para guardar el agua.

Para identificarse, los peregrinos cosían una concha o venera a sus ropas. El peregrino debía visitar los santuarios que encontraba a su paso, pidiendo que se le entregasen unos sellos como justificante de haber estado allí. El camino era largo y penoso, pues el peregrino pasaba frío, calor, cansancio o hambre. Además, podía caer enfermo o ser asaltado por los ladrones, sin olvidar los abusos de los posaderos. Sin embargo, el premio hacía que todo lo sufrido mereciera la pena: al llegar a Santiago, el peregrino que justificase haber completado el Camino recibía una indulgencia, es decir, era perdonado de todos sus pecados. El tramo central del Camino de Santiago transita por tierras de Castilla y León, cruzando las provincias de Burgos, Palencia y León. El Camino atraviesa muchas poblaciones importantes: Belorado, Burgos, Castrojeriz, Villalcázar, Carrión, León, Astorga y, finalmente, Ponferrada. Belorado es la primera villa castellana por la que pasa el Camino. Levantada en un barranco del río Tirón, permanece bajo la sombra de un farallón donde se alzaba un majestuoso castillo. El siguiente gran monumento del Camino es el Monasterio de San Juan de Ortega. Aquí, en uno de los puntos más inhóspitos de los Montes de Oca, fundó el Santo un hospital para los peregrinos y un complejo monástico. Burgos es nuestro siguiente lugar de destino.

El principal monumento de la ciudad es la catedral de santa María, una soberbia construcción gótica rematada por agujas. El acceso a la villa se realizaba por una puerta con aspecto de fortaleza: el Arco de Santa María. Atravesando llanuras de cereales, surcadas por pequeños arroyos, el Camino se dirige a Frómista. En esta villa palentina se alza la iglesia de San Martín, una de las mejores muestras del arte románico en la Península. Villalcázar de Sirga, o Villasirga, es la siguiente gran población del Camino. Su monumento principal es la iglesia de Santa María la Blanca, un edificio de grandes proporciones y aspecto de fortaleza. El peregrino debe dirigirse ahora hacia Carrión de los Condes. Sus calles están cuajadas de joyas artísticas en las que merece la pena detenerse. A la salida de la villa, debemos detenernos en el Monasterio de San Zoilo y pasear por su bellísimo claustro. Dejamos atrás tierras palentinas para adentrarnos en la provincia de León. En la pequeña localidad de Grajal de Campos nos encontramos con una joya poco conocida, su sólida fortaleza, construida en el siglo XVI. Sahagún es la primera localidad a la que llegamos. Aquí se alzaba el monasterio cluniacense más importante de España. Mejor conservadas están las iglesias de San Tirso y San Lorenzo. Construidas en ladrillo, sus esbeltas torres son la imagen más popular de la villa. Los páramos leoneses, cubiertos de cereal, nos llevan hasta la capital, León.

Su esplendor coincide con el auge del Camino de Santiago. La catedral, dedicada a Santa María de la Regla, preside la ciudad. Se trata de una de las joyas del gótico hispano, especialmente por la luminosidad interior que proporcionan sus más de cien ventanales. Otra de las joyas leonesas es la Colegiata de San Isidoro, edificio de mediados del siglo XII en el que se encuentra la "capilla sixtina" de la pintura románica española. De nuevo en el páramo leonés nos dirigimos a Astorga, capital de la Maragatería. Fundada en época romana, en la ciudad sobresalen dos monumentos: la catedral y el palacio episcopal. La primera fue construida en el siglo XV. El palacio episcopal, del siglo XIX, se debe al genial arquitecto catalán Antonio Gaudí. El peregrino se enfrenta ahora a los montes de León, que deberá atravesar para descender hasta la comarca del Bierzo. Es momento entonces de detenerse en su capital, Ponferrada. En un promontorio se erige el castillo de los Templarios que, majestuoso, preside la villa. Tras dejar tierras castellano-leonesas, el Camino entra en Galicia, plagada de sierras y valles salpicados de pequeñas poblaciones. A pocas jornadas de viaje, el peregrino se encuentra ya con su objetivo: la catedral de Santiago de Compostela, tumba del Santo. La catedral es una de las joyas del románico español. Sus espectaculares dimensiones asombran al viajero actual tanto como debió hacerlo al peregrino medieval. El viaje ha acabado. Atrás quedan los más de 800 kilómetros que separan Francia de Compostela. El Camino de Santiago, Calle Mayor de Europa, sigue siendo una vía por la que circulan la cultura, el conocimiento y la amistad entre los pueblos. Castilla y León, columna vertebral del Camino, ofrece a los modernos peregrinos su hospitalidad y el calor de sus gentes, de la misma forma que lleva haciéndolo durante los últimos 1.000 años.

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