En el Evangelio de San Juan (10, 11-14) se compara al Cristo con el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas. Esta sería la posible base documental de este trabajo en el que Murillo emplea a sus protagonistas principales: los niños, bien se trate de niños de la calle -como en Dos niños comiendo uvas y melón- o celestiales como en este caso.El Niño Jesús se sitúa en un paisaje con una referencia arquitectónica al fondo, sentado sobre algunos restos clasicistas y dirigiendo su mirada al espectador. En la mano derecha lleva la vara del pastor y con la izquierda acaricia al cordero, quien también dirige la mirada hacia nosotros. La composición se estructura con una pirámide característica del Renacimiento mientras que la pierna y la vara se ubican en diagonal para reforzar el ritmo del conjunto. La atmósfera creada gracias a la iluminación y el colorido recuerdan a la escuela veneciana, aportando el maestro sevillano una idealización de las figuras que no aparece en sus escenas costumbristas.
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La fuerte crisis sufrida por Van Gogh en febrero de 1890, afectándole casi dos meses, motivará el empleo de estampas como fuente de inspiración en los primeros días del mes de mayo, surgiendo obras como la Resurrección de Lázaro o El buen samaritano. En esta ocasión Vincent ha tomado como modelo a Delacroix, uno de sus pintores más admirados, especialmente por el empleo del color. El holandés "traduce" el original a su lenguaje, recurriendo a sus colores y a su especial manera de aplicarlos en la tela, uniendo de esta forma la tradición con la modernidad. El resultado es de gran belleza.
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Raramente realizó Rembrandt escenas de este tipo ya que no eran muy solicitadas por la clientela de Amsterdam. Así que se piensa que las hizo para estudiar las variaciones de la luz y el color sobre un mismo objeto, anticipándose a Monet y su Visión de la Catedral de Rouen. Para dar mayor realismo a la escena, ha colocado a la mujer del carnicero asomándose tras una puerta. Al ser una obra "de prueba", la pincelada es más suelta pero la preocupación por los efectos lumínicos es igual que para una escena religiosa. La luz corre por el buey abierto en canal destacando su enorme volumen del fondo oscuro. Esta luz heredada de Caravaggio se está convirtiendo en una señal de autenticidad para Rembrandt .
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La estancia en Pontoise junto a Pissarro en el verano de 1872 y la posterior estancia en Auvers junto al doctor Gachet supondrán para Cézanne la entrada en el impresionismo. En estas fechas realizará un buen número de bodegones en los que se aprecia cierta sintonía con Manet. Sin embargo, observamos algunas cuestiones en las que se distancia de Manet como la forma de pintar los manteles, al modelarlos con pesados dobleces, o la introducción de nuevos objetos como los platos de bizcochos apilados en capas. Otra novedad la encontramos en la superación de la pincelada corta y menuda, típica de la etapa impresionista, para aplicar el color ahora de manera más fluida. Las frutas que contemplamos en primer plano se disponen sobre un aparador, acompañadas de un mantel, una gran copa, una botella de licor y el plato de los bizcochos. En la balda superior del aparador encontramos varias tazas con su correspondiente plato, otra manzana adelantada hasta el borde y un azucarero. Todos estos elementos se recortan sobre el color marrón del mueble, tonalidad que sirve para destacar la monumentalidad del aparador en el conjunto. La disposición espacial es acertada al distribuir los diferentes objetos en el espacio, estableciendo un conjunto que servirá como punto de partida en la evolución pictórica del maestro.
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El bufón Calabacillas formaba parte de una serie de cuatro bufones destinada a la Torre de la Parada, de los cuales uno se ha perdido. Sus compañeros serían Francisco Lezcano y Don Diego de Acedo. Toda la serie se suele fechar en torno a 1636.Calabacillas era bufón pero no enano, como se puede apreciar en la forzada postura en la que está representado. Lo que está fuera de toda duda es el estrabismo con el que se le representa, lo que motivaba su apodo de "Bizco". Junto a él vemos unas calabazas que le dan el sobrenombre; concretamente la de la derecha tiene un repinte, muy característico del maestro que dibujaba directamente sobre el lienzo. La figura está casi atrapada en una angosta habitación, cuya esquina se puede apreciar tras la cabeza del bufón, quien, a pesar de su categoría social, no vivía nada mal ya que disfrutaba de carruaje con mula y ración correspondiente, mucho más que la mayoría de los mortales del Siglo de Oro español.La factura suelta de cuello y puños, así como las manos en ligero movimiento, nos permiten ver la evolución del arte velazqueño, en el que la sensación de aire que envuelve las figuras hace que sus contornos se desdibujen y que el color y la luz se vayan adueñando de la composición. Las pinceladas, aplicadas como sí de manchas de óleo se tratase, se dejan ver sin ningún reparo, siguiendo la estela de Tiziano.
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Este retrato también estaba inventariado en el Palacio del Buen Retiro en 1701, formando pareja con el de Cristobal de Castañeda y Pernia, fechándose ambos hacia 1636. Sin duda no estamos ante la figura del hijo natural de Felipe II, sino ante un bufón que interpretaba el papel del héroe de la batalla de Lepanto. Al fondo de la composición se aprecian muestras de una contienda naval en referencia a la importante victoria conseguida por los españoles ante los turcos.El tratamiento espacial al que recurre Velázquez es sorprendente, empleando un suelo embaldosado - característico del Renacimiento Italiano - sobre el que se sitúa la parafernalia militar. También es digno de mención la perfección en el tratamiento del rostro, con un toque nobiliario que hizo creer a algún crítico del siglo XIX que estábamos ante el retrato del Marqués de Pescara. Y es que Velázquez retrata con gran estima a los bufones. El colorido y la factura empleados por el maestro recuerdan a Tiziano, cuyas obras pudo contemplar el sevillano tanto en Italia como en Madrid. Ese sensación de atmósfera que se crea alrededor de la figura, provocando la difuminación de los contornos, será típica de la Escuela Veneciana.
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Se quiere ver en esta imagen una referencia a la expulsión de Napoleón de España por el pueblo español, peor armado y pertrechado que el temible ejército francés. Sin embargo, tampoco está del todo claro su significado.