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En 1637 Ribera realizó una nueva serie de los Cinco Sentidos de la que parecen formar parte este Bebedor, la Muchacha con un pandero y el Muchacho con una maceta de flores, representando respectivamente el gusto, el oído y el olfato. El bebedor está captado de una manera naturalista, resaltando el gesto alegre de un personaje cotidiano que lleva en su mano izquierda una botella. Viste a la moda popular, cubriendo su cabeza con un mugriento pañuelo y apreciándose los jirones de la camisa. Aunque la figura se recorta ante un fondo neutro, no observamos un acentuado tenebrismo, si bien la iluminación modela las formas. La pincelada es más rápida y empastada, sin renunciar por ello a recoger las calidades de las cosas.
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El Barroco de connotaciones caravaggistas tendió con frecuencia a los juegos ilusionistas, los trampantojos que fingen que los objetos de los cuadros prácticamente se salen de ellos. Es la característica predominante de este lienzo, en el que el borrachín nos aproxima con gran naturalidad una copa de vino, ofreciéndonosla como si nosotros también participáramos en la borrachera. El propio personaje está pintado con tanta verosimilitud y a tamaño natural que parece realmente formar parte de nuestra compañía. Este recurso fue explotado por la fuente original de los tenebristas, Caravaggio, como podemos apreciar en un cuadro de composición muy similar titulado Baco. Algunos especialistas consideran que se trataría de una representación del gusto, en la línea de las series de los sentidos pintadas por Ribera en estos años finales de la década de 1620. La efigie del medallón que porta el bebedor ha sido identificada con el príncipe Mauricio de Orange. Las pinceladas son rápidas y certeras, apreciándose claramente los trazos, renunciando el pintor paulatinamente a los detalles para interesarse por la personalidad de sus modelos, convirtiéndose Hals en uno de los mejores retratistas de su tiempo al saber captar con sus pinceles el alma de los personajes que posan ante él, de la misma manera que hacían Rembrandt o Velázquez. Las gamas cromáticas se limitan a pardos, blancos y negros pero no por ello hacen el retrato más austero, antes al contrario, al jugar con diferentes tonalidades de gran riqueza visual.
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Esta obra representa una nueva etapa en la pintura de Boccioni. Su preocupación por el movimiento en sus primeras pinturas cambia de dirección hacia imágenes estáticas y con volumen. En este sentido se parece a Cezanne y es posible que le influyera. Cezanne construía volúmenes y se basaba en formas geométricas fundamentalmente cubos, triángulos, etc. La sensación de volumen la consigue mediante el color, y emplea el amarillo que se va modificando dándonos unas tonalidades marrones. Cuando miramos el rostro del Bebedor percibimos un sentimiento de melancolía que se expresa en su postura inclinada y en sus ojos cerrados. Esta obra podría ser una nueva interpretación de uno de "Los Jugadores de Cartas" de Cezanne , aunque vemos que Boccioni utiliza mucho más el volumen.
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Se trata de uno de los lienzos más simbólicos del Romanticismo italiano realizado por Francesco Hayez, pintor de origen veneciano pero que pasará la mayor parte de su vida en Milán, donde dirigirá la Academia de Brera. Su impecable y hábil técnica pictórica, apreciada sobre todo en los retratos que realiza, ha llevado a los expertos a comparar a Hayez con Ingres. Esta obra está impregnada de un fuerte sentimentalismo melodrámatico lo que se relaciona con las óperas de Giuseppe Verdi.
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Este grupo escultórico fue realizado en 1886 dentro del diseño inicial de las Puertas del Infierno y exhibido en el Salón de 1898. Existen otras versiones del mismo, siendo la más famosa la de la Tate Gallery de Londres. La composición revela una de las características más distintivas de Rodin: la no utilización de un punto de vista único, sino la visualización del conjunto desde varios observatorios. La pieza resultante, considerada como la obra más relevante de su autor, se dio a conocer por primera vez en París, en 1887.
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Toulouse-Lautrec recibió a finales de 1892 el encargo de decorar el salón principal del prostíbulo situado en la rue d´Amboise. Para ello diseñó 16 paneles al estilo Luis XV, situando en el centro un óvalo con el retrato de las mujeres que trabajaban en el local. El lesbianismo de la mayor parte de las chicas del burdel le llevó a la elaboración de una serie de trabajos donde se mezclan prostitución y lesbianismo, dos de sus temas favoritos, tratados con infinito cariño y naturalidad. En la cama o esta imagen que contemplamos son dos buenos ejemplos de esta serie donde Henri vuelve a mostrarse como un cronista fotográfico de la noche parisina decimonónica. Las dos mujeres son contempladas por el pintor sin ninguna reserva, poniendo de manifiesto su cariño eliminando todo tipo de tapujos. Ambas figuras se ubican en posturas escorzadas, empleando Lautrec una línea dominadora de la composición para aplicar el color de manera rápida, en cortos y violentos trazos que parecen relacionados con el Puntillismo. El contacto con la pintura impresionista lo encontramos en la utilización de sombras coloreadas, preferentemente malvas, que se distribuyen por las dos mujeres. El contraste de tonalidades claras y oscuras es otro elemento a tener en cuenta en este cartón, uno de los más atractivos del artista.
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La obra más famosa de Klimt es El Beso, exhibida por primera vez en la Exposición de Arte de 1908 junto a Las Tres Edades de la Mujer. En esa muestra se titulaba Los Amantes y fue adquirida al finalizar la exposición por el ministro de Educación, doctor Marchet, para la Galería Austrica, lo que fue interpretado como un "excelente servicio a nuestro arte moderno" por Ludwig Hevesi. La obra recibió una entusiasta crítica desde el primer momento, convirtiéndose en uno de los símbolos de la Secession, a pesar de estar ya roto el grupo.Las figuras de los amantes están representadas ante un fondo dorado que enlaza con los iconos bizantinos y rusos. La pareja se abraza ante un reducido prado repleto de florecillas, siendo difícil interpretar si están arrodillados o de pie. Ese prado finaliza de forma brusca, como si el pintor quisiera situar a los amantes al borde del precipicio. La pareja se enmarca también con una aureola dorada, vistiendo ambas figuras de ese color, adornadas sus vestimentas con rectángulos negros y grises el hombre -interpretados por Schorske como un símbolo fálico- y círculos de colores el de la mujer. El ceñido vestido nos presenta claramente las formas femeninas, dejando ver piernas, hombros y brazos, sujetándose la joven con los dedos de los pies para evitar el precipicio. Su cabeza presenta una escorzada postura, inclinada hacia atrás y vuelta de lado, mirando hacia la perspectiva del espectador a pesar de sus ojos cerrados. El hombre también presenta una escorzada postura, sujetando con sus manos la cabeza de la amada, dejando ver sólo la cabeza coronada de flores. Su ancho cuerpo y su actitud de dominio son dos elementos claves en la composición, interpretada por buena parte de los especialistas como una escena protagonizada por el propio Klimt y su buena amiga Emile Flöge.Quizá el elemento más extraño sea el precipicio, símbolo de peligro al que podía dirigirse la relación, por lo que la mujer se aferra con sus pies a la pradera. El gesto de la mujer también ha sido interpretado como rechazo ante la agresión al que la somete el hombre, intentando evitar el dominio masculino sin un resultado positivo. ¿Podríamos considerar, en este caso, una muestra del "fracaso" de la lucha femenina por la emancipación que ya se estaba dando en aquellos momentos?Sin embargo, a lo largo de la carrera de Klimt se repite esta temática en varias ocasiones: El Amor, la Filosofía, el Friso Beethoven, el Friso Stoclet, interpretándose como el símbolo de la reconciliación de los sexos, sin personalizar en la figura del artista y Emile.Estilísticamente, nos encontramos en la obra que corona la llamada "fase dorada", etapa dominada por el decorativismo en la que las líneas sinuosas se adueñan del conjunto. La perspectiva tradicional tiende a desaparecer ante el empleo de la bidimensionalidad. Como si de un caleidoscopio se tratara, Klimt emplea sucesivas piezas de colores que recuerdan a los mosaicos de Ravena por los que el maestro sentía especial admiración. El resultado es una obra con la que el maestro alcanza el cenit de su arte.
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Con esta obra, Brancusi rompe definitivamente con su producción anterior, reduciendo la figura a la más mínima expresión anecdótica, preocupándose de factores exclusivamente escultóricas como el volumen, la textura o la masa. Los personajes aquí representados, a modo casi de ídolos primitivos, se unen en un mismo bloque de piedra, tallada con tosquedad.
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El Bhagavad Gita o solamente Gita (Canción del bendito) forma parte del poema épico Mahabharata, escrito en sánscrito. Se trata éste de uno de los libros más sagrados del hinduismo, en el que se cuenta uno de los pasajes del Mahabharata, aquél en el que el héroe Arjuna, después de ganar en varias batallas, siente pesar por luchar contra sus parientes. Las dudas sobre su acción le hacen soltar su arco y pedir consejo a su primo Krisna, encarnación de Vishnu, quien le responde que la búsqueda de la justicia y la rectitud (dharma) justifica la lucha, si antes no han tenido efecto los medios pacíficos. Esta conversación entre Arjuna y Krisna, de dieciocho capítulos, es lo que constituye el Bhagavad Gita. La relación entre ambos personajes simboliza el camino de liberación del alma humana mediante su acercamiento a la verdad y lo divino. Arjuna representa a un alma humana perdida y desorientada, quien se acerca al dios para buscar respuestas a las preguntas que le atormentan y recibe de éste su sabiduría. El desinterés de los actos, la devoción y el conocimiento se postulan a lo largo del poema como herramientas para la liberación del alma y el acercamiento a lo divino. Algunas interpretaciones de la obra han defendido que estas actitudes constituyen tres vías paralelas de un mismo camino, mientras que otros han opinado que se trata de tres aspectos diferentes de la entrega amorosa al dios.
contexto
La villa de Bilbao nace como tal en época medieval. Asentamiento primitivo interesante debido a su buena situación a orillas del Cantábrico y del Nervión, parece ser que estas primeras gentes medievales se dedican a la pesca y la agricultura. A esta población de la margen derecha es a la que el señor de Vizcaya, Diego López de Haro, concede en 1300 el título de villa. La primitiva población ya era un punto importante del Camino de Santiago de la costa. Se beneficiaba así de la actividad económica que el Camino generaba, fundamentalmente de carácter mercantil. Pero el gran despegue del Bilbao medieval se produce gracias a su privilegiada situación geográfica. Salida natural hacia el Cantábrico de los productos de la Meseta castellana, Bilbao era la puerta de entrada de las mercaderías de Francia, Inglaterra y Flandes y de salida de la lana castellana y el hierro vasco. Su puerto fue, pues, uno de los más importantes de la Península en este periodo, situación que se consolidó con la creación, en 1511, del Consulado de Comercio y Casa de Contratación de Bilbao, gracias a la reina Juana. Además, de su importancia da fe el hecho de que le fuera dado el título de Villa y Noble por Fernando el Católico en 1475. Tan pujante economía hizo de Bilbao una de las mayores ciudades peninsulares en época tardomedieval, a la que acudían mercaderes de toda Europa. Sus astilleros construían gran número de barcos, que facilitaron el despegue del comercio castellano y catalanoaragonés. De este periodo datan algunos edificios, como su catedral, dedicada a Santiago, obra gótica de fines del siglo XIV restaurada en 1571 tras sufrir un incendio, o la iglesia de San Antón, de principios del siglo XV.