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Personaje Político
Siguiendo la política iniciada por el fundador de la XII Dinastía, Amenemhat I, Amenemhat IV fue nombrado corregente por su padre Amenemhat III en los últimos años de su reinado. Alcanzado el trono, durante los diez años de reinado mantiene las líneas generales marcadas por su padre, aunque apenas poseamos vestigios. Parece que su fallecimiento sin descendencia permitió el ascenso al trono de la reina Sobekneferuré-Neferusobek.
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A la muerte de Mineptah se abre una grave crisis sucesoria, resuelta con el nombramiento de Amennes. Los especialistas consideran a Amennes un usurpador, pero no existe acuerdo en cómo alcanzó el poder. No se mantuvo mucho en el trono y fue destronado por Mineptah-Siptah, otro usurpador.
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Amenofis I va a continuar la labor de su padre, Ahmosis, siendo considerado uno de los grandes faraones egipcios. La capital del país seguirá siendo Tebas, embellecida con numerosos monumentos gracias a la política desarrollada por los faraones, desde donde se procede al fortalecimiento de la administración central y la consolidación de un potente ejército vinculado directamente al faraón No existen muchos datos sobre la política exterior de Amenofis I, pero se considera que continuaría la labor iniciada por su padre. Posiblemente alcanzaría las fronteras del Eufrates por el este, mientras que en el sur llegaría hasta la ciudad nubia de Ombos, apuntándose también una campaña en la zona libia. Podemos decir, sin equivocarnos, que Amenofis I establecerá las bases del imperio egipcio, lo que motivará un enriquecimiento del país del que se beneficiarán todas las clases sociales, incluso las más humildes. El aumento del poder adquisitivo favorecerá el desarrollo del gusto por lo suntuoso y el lujo, produciéndose un refinamiento digno de destacar. La muerte de Amenofis I, casado con Merytamón, abrirá una vez más un conflicto sucesorio, resuelto tras largos años con el nombramiento de Tutmosis I.
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Un año antes de fallecer, Tutmosis III asoció a su hijo Amenofis al trono para evitar conflictos sucesorios como el que él había vivido con su tía Hatshepsut. Cuando Amenofis II alcanzó la corona blanca del Alto Egipto y la corona roja del Bajo Egipto continuó la política de su padre, alcanzando una prosperidad y felicidad difícilmente superable en reinados posteriores. Buena prueba de ello son los numerosos monumentos levantados en los casi veinticinco años de reinado. La política exterior viene determinada por el mantenimiento del orden en Asia. Aprovechando la muerte de Tutmosis III los príncipes asiáticos se rebelaron contra el nuevo faraón. La energía y el valor atlético de Amenofis II sirvieron para poner rápidamente punto final a la revuelta. En el séptimo año de su reinado se repite el conflicto. Tuvo su origen en Siria y la ciudad de Shemesh-Edom fue destruida por Amenofis como represalia. Tras un recorrido por la zona pacificando el país, el faraón regresó a Menfis con "550 nobles sirios y 240 de sus mujeres, 640 cananeos, 232 príncipes, 323 princesas y 270 mujeres" según nos cuentan los textos. Pero la paz sólo duró dos años ya que estalló una nueva revuelta que fue sofocada de nuevo por Amenofis con valor. La región de Siria era sometida y siete príncipes sirios colgados en Tebas. De esta manera Amenofis consiguió el respeto de sus vecinos, llegando a Egipto príncipes mitanios cargando sobre sus hombros los pesados tributos con los que honrar al faraón. Tras el fallecimiento de Amenofis II será su hijo Tutmosis IV quien le suceda.
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Cuando Amenofis III subió al trono de Egipto se encontró con una situación inmejorable: era el país más poderoso y rico del mundo conocido, siendo la autoridad real respetada y reconocida por todos los demás soberanos. El Imperio Egipto era intocable, llegando tributos y presentes de todos los lugares conocidos. Esta riqueza y prosperidad económica trajo consigo un excesivo desarrollo del lujo como se manifiesta en las construcciones de la época, erigidas por el arquitecto Amenhotep que alcanzará la divinidad. Amenofis procura mantener su preponderancia asiática a través de una intensa actividad diplomática y de matrimonios dinásticos. Su enlace con Tiy, posiblemente una princesa asiática, no será muy acertado ya que se convertirá en una negativa influencia para el soberano. Para afianzar la alianza con el reino de Mitanni casó con dos princesas llamadas Kilugepa y Tadugepa. También se casó con una princesa babilónica. La ausencia de práctica militar por parte de Amenofis es considerada como una de las causas que provocará la caída del Imperio en los próximos 50 años. Su negativa a realizar visitas de inspección a las tierras sirias motivaría el germen de una conflictiva situación. Amenofis confiaba en la fidelidad que le debían brindar los príncipes enemigos educados en la corte egipcia, práctica habitual desde época de Amenofis I. La subida al trono hitita de Suppiluliuma traerá complicaciones ya que invadirá Mitanni. El rey Tushratta solicitará ayuda a Amenofis III logrando la expulsión de los hititas del país de Mitanni. Pero Suppiluliuma cambió de estrategia y consideró necesario la expulsión de los egipcios de Asia como su objetivo prioritario. Inició una labor de atracción de los descontentos como los reyes de Qadesh y de Amurru. Los aliados iniciaron la conquista de los puertos fenicios y de la zona norte de Siria lo que no motivó el envío de tropas por parte del faraón. En plena efervescencia militar en Asia fallece Amenofis III, dejando en el trono a Amenofis IV más conocido por Akhenatón al poner en marcha una complicada reforma religiosa.
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Estatua osírica, aunque de este dios Amenofis IV sólo tiene la postura rígida y los brazos cruzados sobre el pecho, sosteniendo las insignias de la realeza. Pero el rey se presenta vestido tal y como es, como un ser vivo. Los egiptólogos clásicos no saben como calificar a esta primera manera de arte de Amarna, si de genialidad o de brutalité.
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El sucesor de Amenofis III será su hijo Amenofis IV. Su reinado ha pasado a la historia envuelto en un halo de controversia debido a las transformaciones culturales y religiosas que se llevan a cabo. El reinado de Amenofis IV duró apenas veinte años, manifestándose en él una verdadera revolución religiosa al sustituir el culto de Amón por el de Atón. La religión de Amón era demasiado exclusivista de Egipto en un momento de máxima expansión territorial en Asia y de unión interracial. Con el fin de dotar al crisol de pueblos que vivían en sus fronteras de un dios único y valido para todos, Amenofis eligió el disco solar como el dios de una nueva religión, llamándole Atón. Bien es cierto que ya en época de sus antepasados Tutmosis IV y Amenofis III se había empezado a desarrollar el culto a Atón pero Amenofis IV lo institucionaliza. Esta revolución religiosa tiene también ciertas causas políticas ya que el clero de Amón había alcanzado el techo del poder político. Por esta razón, Amenofis abandonó Tebas y creó una nueva capital en la zona central de Egipto llamada Akhet-Atón - la actual Tell el-Amarna -, cambiando su propio nombre por el de Akhenatón. La nueva religión era de tendencia monoteísta y francamente simple. Atón estaba presente en todas las cosas y se le hacían ofrendas directamente, en un patio descubierto. El rey era el pontífice supremo de Atón y su "profeta" ya que sólo él conocía la doctrina, la interpretaba y la transmitía a los discípulos. El amor a la naturaleza, la alegría de vivir y el pacifismo son las características más representativas de la nueva fe. Desde este momento, Akhenatón se dedicó a perseguir la antigua religión de Amón, borrando su nombre de las cartelas, suprimiéndose el culto de los demás dioses. El final de este "cisma" parece que llegó por influencia de la reina madre Tiy, quien convenció a su hijo para alcanzar una reconciliación con el clero de Amón. Esto provocó la separación de la reina Nefertiti, una de las más firmes seguidoras del nuevo culto. Para calmar los ánimos, Akhenatón nombró corregente a su yerno Semenkhkare, falleciendo al poco tiempo. En cuanto a la política exterior del rey pacifista, nos encontramos con un grave momento del imperio asiático. Los hititas estaban configurando una gran alianza contra Egipto y ampliaban sus territorios sin encontrar apenas resistencia. Los aliados egipcios solicitaban su ayuda infructuosamente mientras los hititas tomaban buena parte de Siria y Palestina. Egipto veía como su imperio pasaba a manos hititas, quienes se convertían en soberanos de la zona norte de Asia. La respuesta vendrá de manos del general Horemheb quien realizó una campaña en Palestina con éxito, por lo que la zona meridional de Asia permanecía en poder de Egipto. La crisis vivida en tiempos de Akhenatón dejará una larga secuela en las tierras egipcias, recuperando el papel preponderante en la política internacional en tiempos de Ramsés II.
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El América es uno de los primeros portaaviones en no llevar cañones convencionales, ya que se quería que fuese una versión mejorada y más grande de la clase Forrestal. Fue botado por primera vez en 1964, portando consigo un Centro de Información de Combate equipado con un sonar montado en la proa. Participó en la Guerra del Golfo (1991) y, actualmente, el América y sus hermanos son los buques de guerra de propulsión convencional más grandes todavía en servicio.