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monumento
En el granadino barrio del Sacromonte, famoso por sus cuevas gitanas, se encuentra la Abadía del Sacromonte. Construida en el siglo XVII, fue consagrada como la colegiata de San Cecilio. Su situación en el monte Valparisso hace de este lugar un enclave privilegiado por sus bellas vistas. Sin duda, este edificio es imprescindible para conocer la Contrarreforma. Precisamente fue hacia 1588 cuando comenzó la historia de esta abadía. En esta fecha se encontraron una serie de hallazgos como textos y reliquias. Todos estos descubrimientos trajeron gran polémica. Aunque mucho tiempo después se descubriría que eran falsos y su finalidad era conseguir la integración política e ideológica de los moriscos, además de asentar el cristianismo. Durante años se llevó a cabo un proceso para determinar la autenticidad de las reliquias. Finalmente, fueron declaradas auténticas y en 1607 el Arzobispo de Granada D. Pedro de Castro Cabeza de Vaca y Quiñones fundaba la Colegiata de San Cecilio. En este contexto de la Contrarreforma surgieron los Montes Sacros, cuya creación se debió al franciscano Fray Bernardino Caimi. En cualquier caso, la localización de todos estos objetos religiosos convirtió el Sacromonte en centro de peregrinación. Todo ello animó a aristócratas y organizaciones corporativas a celebrar procesiones y otras manifestaciones de Fe. Así, en esta época se multiplicó la realización de cruces llegando a las 1.200. Hoy, sólo quedan cuatro. Además de las Santas Cuevas, lugar donde se encontraron las primeras reliquias, este complejo está formado por la Abadía (siglo XVII- XVIII), el Colegio Viejo de San Dioniosio del siglo XVII y el Colegio Nuevo del siglo XIX. La Abadía está consagrada a la virgen de la Asunción. La planta del proyecto inicial estaba formada por una sola nave que remataba el crucero. A partir del siglo XVIII se amplió, proyectándose una planta de cruz latina, de tres naves con capilla mayor, crucero y coro. En su interior, la nave central aparece cubierta con bóvedas de cañón y las laterales con bóvedas de arista. La riqueza decorativa es otra de sus peculiaridades. El coro, uno de sus elementos más llamativos, fue realizado por Francisco Díaz del Rivero entre 1615 y 1617. El retablo de la Capilla Mayor se ha atribuido a Blas Moreno. Entre las manifestaciones escultóricas también destaca la imagen del Cristo del Consuelo o de los Gitanos, realizado por José Risueño en 1695. Las instalaciones se completan con el Museo, donde se encuentran expuestas todas las obras que ha reunido esta fundación. De todas ellas merece la pena mencionar la llamada Virgen de la Rosa, una obra de Gerard David y uno de los mejores exponentes de pintura flamenca.
obra
Formó pareja con Monje en la orilla del mar. Hasta la fecha no había realizado obras de semejantes dimensiones. Como la anterior, fue expuesta en la Academia de Berlín en septiembre de 1810 y adquirida por Federico Guillermo III de Prusia a instancias de su hijo, el príncipe heredero del mismo nombre, quien, como Federico Guillermo IV, sería considerado "el romántico sobre el trono real". Sintomáticamente, apareció colgada bajo Monje en la orilla del mar. De esta obra, Carl Gustav Carus resaltó su inusitada profundidad espiritual. Al igual que en' Procesión al atardecer', de 1805, aparece una escena religiosa, pero aquí se trata de un funeral en un paisaje de invierno. Los monjes portan el ataúd a través de una portada gótica, en la que se puede apreciar un crucifijo flanqueado por dos pequeñas luces. Estas ruinas góticas, se han identificado con las del monasterio de Eldena, junto a la costa báltica. El camino serpentea por un cementerio cubierto de nieve, lleno de tumbas irreconocibles. Como es usual en el artista, no existen límites espaciales, no hay fondo, no hay transiciones. La línea del horizonte es de nuevo muy baja, y aparece cubierta por una espesa niebla. Las encinas se alzan sobre el cementerio como símbolo de perdurabilidad. A pesar de asemejar un bosque, ninguna encina se superpone a otra. Es un árbol sagrado desde la Antigüedad, aunque su auge como símbolo de lo germánico despegó en Alemania en el siglo XVIII. Como en Túmulo megalítico en la nieve, suele aparecer asociada a una tumba, y es reflejo de una actitud pagana y revolucionaria a un tiempo. Esta obra fue realizada en 1809 tras retornar de un viaje a Greifswald, poco antes de la muerte de su padre. El roble de la parte izquierda de la ruina procede de unos apuntes del natural realizados en Neubrandenburg durante ese viaje. Con esta obra, Friedrich traza la prolongación de su pareja, el 'Monje en la orilla del mar'. Si allí él era el monje meditabundo, solo ante la muerte, en ésta prefigura su propio funeral. Era un tema que ya había tratado en sus sepias desde 1804. La puerta hacia el más allá se abre en la fantasmagórica portada de la abadía. El espacio concebido en esta obra es inusual, puesto que aparece suspendido, bañado por la niebla. El medio plano, al estilo de su técnica, no nos lleva en transición a la distancia. Por el contrario, Friedrich retorna al sistema medieval de representar el espacio mediante la superposición de diferentes registros. La zona superior, que simboliza el reino de los cielos, es intensamente luminosa. La arquitectura gótica y el encinar representan un contraste conceptual en la mente del artista. Las ruinas son una alegoría de la religión del pasado, en oposición a la fuerza vital de las encinas y la luz celestial. Esta oposición no deja de crear un sentimiento de inquietud. La naturaleza ha vencido a la iglesia. Este "memento mori" (recuerda que has de morir) nos invita a la áscesis, a la meditación de la vanidad de las cosas humanas, como lo hacía el monje-Friedrich junto al mar. Esta obra, considerada durante todo el siglo XIX como la obra cumbre del artista, le llevó a la cima de su fama la cual, por desgracia, declinaría en tan sólo una década.
Personaje Arquitecto
Comenzó sus estudios de arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de Achille Leclére, venciendo en 1839 el Gran Prix de Roma. Fue inspector de trabajo en la Cámara de Diputados de Notre-Dame, en París en 1845 y, un año después, Abadie se encargó de la restauración de las iglesias de Brantôme y Loupiac. Sin embargo, su trabajo más importante fue la planificación de la iglesia de la Sacré- Coeur de París, eligiendo un estilo donde mezcla entre el romano y el bizantino.
termino
acepcion
Angel de Satanás que se presenta como el rey de una plaga de langostas. En el Antiguo Testamento este nombre, cuyo significado es destrucción, se asocia a Seol y Hades
Personaje Político
Fue contador de Hacienda en Cuba y Venezuela, y en 1774 regresó a España. Tras ejercer durante tres años como intendente en Palencia, regresó a la capital venezolana. De nuevo como intendente, luchó contra las injusticias y arbitrariedades que caracterizaban la economía colonial. Prueba de estos abusos fue la actuación de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, que en pleno conflicto con Gran Bretaña incrementó los costes de los productos importados. Por otra parte, se negó a comprar cacao y otras cosecha, para luego hacerlo a un precio más bajo. En esta ocasión, Abalos para impedir que los agricultores cayeran en la ruina cargó el gasto a Hacienda. Por otra parte, compró esclavos para trabajar el campo y potenciar el sector agrícola, además de permitir que la venta de frutos en el exterior.
obra
Los abanderados eran posiblemente las figuras más emblemáticas de las milicias holandesas. Normalmente eran solteros y gozaban de gran estima debido a su valor, siendo los últimos que abandonaban el campo de batalla. Esta heroica razón será por la que aparecen numerosos retratos de abanderados a lo largo del siglo XVII, vestidos siempre con sus mejores galas y portando elementos que le identifiquen como militar. El abanderado pintado por Rembrandt en 1636 posiblemente sea uno de los mejores, especulándose que podría tratarse de un retrato del propio maestro. El hombre dirige su mirada al espectador, acentuando el gesto desafiante de su brazo que se proyecta hacia el exterior. Su cabeza se recorta sobre la bandera que sirve de fondo, recibiendo un potente foco de luz procedente de la izquierda con el que acentúa el juego de volúmenes al crear zonas ensombrecidas y otras iluminadas. Los detalles de las telas están resaltados por la iluminación, mostrando la capacidad retratística de Rembrandt, especialmente en la expresividad del rostro del abanderado, pudiendo leer en sus ojos sus pensamientos y su bravuconería. El colorido es limitado pero consigue crear una amplia gama de tonalidades, obteniendo una gran riqueza cromática. Las pinceladas son aplicadas de forma rítmica y dinámica, provocando una sensación atmosférica inspirada en Tiziano y la escuela veneciana.