Capítulo 79 Trata en este capítulo del rresçibimiento <que> hizieron al rrey Ahuitzotl y a todos sus prençipales <que> benían de la guerra y de los rrico presentes que le dieron los prençipales de Guaxaca y los otros pueblos, y como llegó a Mex<i>co Llegado el rrey Ahuitzotl y su campo a Guaxaca, binieron a rresçibirle todos los prençipales de Guaxaca y los çapotecas y los de Coaxtlahuacan y los de Piaztlan. <En>toldaron las salas con grandes rramadas de rrosas y flores, luego les dieron aguamanos a los tres reyes de Mexico, Tezcuco, Tacuba. Comieron de muchos géneros de biandas, cacao, flores, rrosas, perfumadores. Descansado un rrato, le trujeron presentes de preçiada plumería, esmeraldas, otros muchos géneros de piedras chalchihuitl, cañutillos de pluma grueso llenos de oro en poluo y amoxqueadores de muy linda plumería de colores. Descansado algunos días, partieron de allí, llegaron al pueblo de tepeacas, y de la mesma manera que fue rresçibido en Guaxaca le rresçibieron allí con sobra de presentes y, rresçibido, llama al mayordomo mayor de Tepeaca, díxole: "¿Qué tanta rropa ay de mi tributo y otras cosas?" Dixo <que> 108r abía abundante de todos los del tributo a él presentado. Mandóle que ygualmente rrepartiese <en>tre los dos rreyes, el de Aculhuacan y el de tepanecas, todo lo rrestante de sus tributos, lo qual fue hecho así. Partidos de allí, llegados al pueblo de Yçucar, házenles muy gran rresçibimiento conforme a los otros pueblos hizieron. Asentados en el palaçio, comieron él y los dos rreyes y luego dieron a todos los demás prençipales mexicanos. Acabados de comer, le pusieron <en> la cabeça guirnaldas a los tres rreyes y muy rricas flores, como quier que allí nasçen y se crían mucho número de rrosas y flores, y luego los perfumaderos muy galanos. Y de allí partió el rrey, <en>bió mensajeros a Chalco <que> yba allá a descansar un día o dos. Teníanle ya puestos en los caminos paradas de arcos enrramados con flores. Fuéronle a rresçibir en Cuixtepec <en> una fuente con unos buhíos rricamente adornados, luego les pusieron a los tres rreyes guirnaldas de flores y bandas de rrosas y flores, danles luego <en> las manos flores muy rricas y perfumaderos dorados. Y acabados de comer, partieron del monte, llegaron al pueblo de Amaquemeca, adonde fueron muy bien serbidos de todo lo que a tales rreyes conbenía. Descansado, otro día de muy gran mañana partieron. Llegaron a Tlalmanalco, cabeçera de todo Chalco y en Tlapechhuacan le hizieron gran rresçibimiento con mucho rregozixo. Acabados de comer, partieron de allí, fueron a hazer noche en Tlapitzahuayan. Adonde estaua el templo de Tezcatlypuca, allí le binieron a rresçibir los saçerdotes del templo, todos <en>bixados. Y acabauan todos de hazer çerimonias a<n>te el templo de Tezcatlypuca, punçadas las orejas, lleuaron sus costales de blanco copal, sahumerio, y sus braseros <en> las manos, començándole a sahumar, y el rrey les agradeçió su buen rresçibimi<ento> e les encargó tubiesen espeçial cuenta y cuidado de los templos de los dioses y de que hiziesen su penitençia continnua con jemidos, lágrimas, "que es la onrra de n<uest>ros dioses". Agradeçiendo los saçerdotes el abiso, se entrarom en el templo a descansar, después decha su oraçión al templo y sahumado al ydolo de palo de Tezcatlypuca. Acabado de sahumarle, pide le dem un güeso de tiguere muy agudo, comiença luego de hazer de sí mismo sacrifiçio punçándose las puntas de las orejas y molledos y espinillas, para exemplo de todos los rreyes benideros y de todos prençipales suyos, le ymitasen en ser deboto a los dioses ynfernales. Baxado, ba al pueblo de Yztapalapa y junto al çerro estaua el templo de Huitzilopochtli. Hizo la misma oraçión y començó a hazer sacrifiçio de su propia persona punçándose <en> las orexas, braços, piernas, según que el otro sacrifiçio. Y llegado a Mexicatzinco, se subió en el templo de la misma figura del dios Huitzilopochtli y hizo el sacrifiçio de su propia persona conforme a los otros dioses ya d<ic>hos. Començando a caminar para Mexico Tenuchtitlan, a esta sazón tenía Çihuacoatl muchos mensajeros, de cada ora uno. <En>tendido abía salido de Mexicatzinco y llorado allí todos, 108v allí los antiguos biexos, abuelos y bisagüelos, la destruiçión de ellos por los de Culhuacan quando el casamiento de la hija del rrey de Culhuacan con Acamapich, rrey primero, o su padre, por bien <en>tenderlo, según que al prençipio se declaró, partieron de allí para Mexico Tenuchtitlam. Prebenidos los biexos prençipales que no abían ydo a la guerra, les abisa para este solenne rresçibimiento del rrey y de todos los otros rreyes, y senadores mexicanos fuesen a este gran rreçibimiento e luego, hecho, mandó a los saçerdotes de todos los templos estubiese el templo muy barrido y adornado e que ençima del templo estubiesen las bozinas y atabales e <que> fuesen muy golpeadas haziendo rresonido grande de alegría, señal benían el rrey, capitanes balerosos mexicanos, a cabo de tanto tiempo, <que> las mugeres, biexos, moços, moças abían estado en penitençias con lágrimas, sacrifiçios, se alegrasen, çesasen las tristezas. E asimismo fueron juntados todos los tequihuaques, achcacauchtin y cuauhhuehuetque, <que> son los adestradores de los moços de guerra, se juntasen y pusiesen rringle como proçesión y los saçerdotes en medio, aguardando fuese ora al entrar de la çiudad el rrey. Y los biexos llamados cuauhhuehuetque, era cosa donosa de beer la ynbençión y manera: todos de una dibisa, traxe, las caras <en>bixadas, ahumadas y los pies orexeras de un latón que paresçían de oro, y beçoleras, unas piedras betadas de pardo, con rrodelas <en> las manos yzquierda y <en> la derecha unos bordones, los pañetes colorados, con sus calabaçillos de piçiete, puestos en orden <en> la parte que llaman Xoloco, que agora es la puente de Sancto Antonio, adonde fue el rresçibimi<ento> de Don Fernando Cortés, capitán general de la gente española, quan <en>tró primera bez <en> la çiudad de Mexico y se toparon con el rrey Monteçuma, como adelante se dirá. Adonde entran los soldados delanteros, <que> benían por su orden, muy conçertados, començando a <en>trar por la çiudad, lleuando la delantera un capitán con una diuisa y tanta plumería que casi le cubría todo el cuerpo, armado con su ychcahuipil, rrodela, espadarte y de todo punto adereçado, con su beçolera, orexera de oro fino. A la postre benía el rrey Ahuitzotl con una gran sonbrera de muy largas y anchas plumas, manera de grande amoxqueador, alrrededor dél todos los balerosos capitanes mexicanos ya declarados sus nombres. Llegado a Xoloco, le saludan y hazen gran rreuerençia y humillaçión los biexos con una prolixa prática, rrindiéndole graçias y parabién de su buena benida y bitoria grande y, llegados los saçerdotes, le hazen rreuerençia y le sahuman con los ynçensarios haziéndole otro largo parlamento, de cada templo sus saçerdotes que están <en> los barrios tlilancalco, Yupico, Huitznahuac, Tlamatzinco, Coatlan, Tzonmolco, Tezcacoac, Atenpan, Tlacatecpan, Yzquitlan, Napantectla<n>, Chililico. En llegando a las gradas del templo de Huitzilopochtli, tocan luego los que estauan ençima de las açoteas de los templos las bozinas caracoles y atabales, házenle una muy larga oraçión abía llegado a la casa 109r y templo del dios Huitzilopochtli adon hizieron penitençia y sacrifiçios sus antepasados, abuelos y padres, los rreyes Acamapich, Huitzilihuitl, Chimalpopoca, Ytzcoatl, Huehue Moteçuma "y u<uest>ros hermanos mayores, Axayacatl y Tiçoçic. Agora bos, señor, yd y hazed lo que a buen rrey es obligado a hazer de oraçión al tetzahuitl Huitzilopochtli". Llegado a los pies del Huitzilopochtli, besada la tierra con el dedo de su mano, danle luego quatro codornizes y con la sangre de ellas roçía el ydolo y las paredes, pide luego le den un güeso agudo de tiguere muy delgado y comiença a hazerse sacrifiçio <en> su persona sangrándose de las puntas de las orejas, braços, <en> los molledos y muslos, pantorrillas. Baxa luego del templo y cómo estauan por su ordenança, como en proçesión, fuero<n> al gran palaçio adonde, a la puerta del palaçio, le llegó a saludar su abuelo Çihuacoatl, <que> lo estauan teniendo de braços quatro prençipales biexos, que por ser mucha su bexez no se podía tener, <que> los que era de más de çiento y beinte años. Y haze una larga oraçión al rrey el Çihuacoatl dándole el parabién de su buena benida con la buena bentura de la bitoria <que> ubo con los enemigos, diziéndole: "Hijo, llegado sois a este tular y cañaueral çerrado desta gran laguna de agua azul (matlalatl), taxpalatl, lago temeroso adonde hierue el agua salada y dulçe, lugar de pescado y abes bolantes, y la gran culebra buela y silua temerosamente, comedero y lugar de la gran águila, Mexico Tenuchtitlan, fundado de los aztecas chichimecas, fundadores nombrados, sus casas, Acaçitli, casas y lugares de la liebre de carrizo, fueron estos nombrados Tençacatetl y Xomimitl, agua tigreada rreberdegiente, asiento de la laguna mexicana de sauzes, y por esto los primeros fundadores así llamados, Ahuexotl y Huicton y Tenoch, flor de los chichimecas mexitin, que son agora mexicanos, adonde su primer asiento fue Chapultepec y luego en Acocolco, y en este çerro está figurado u<uest>ro abuelo Huitzilihuitl". Bista la larga oraçion del biexo, tan eloquente de antigüedad fundado y nonbram<iento> de antiguos fundadores y rreyes, hízole gran rreuerençia y salutaçión a su padre y abuelo, agradeçiéndole con mucho <en>caresçimiento su boluntad, diziendo no ser capaz ni meresçedor de tanta alabança tan profunda y eloquente, en espeçial de la persona de tanto y tan alto balor, siendo él muchacho, niño, criado <en> sus braços. Sentados y trayendo aguamanos, comió con los dos rreyes y el biexo Çihuacoatl y todos los prençipales mexicanos. Luego binieron los mayordomos y le dieron armas, diuisas rricas de mucha plumería, beçoleras, orexeras de oro y rrodela dorada y espadarte de finas nabanjas y luego a lado derecho le pusieron su justiçia, <que> hera un arco y flechas y su antigua diuisa, tozcocoli cuaxolotl, una cabeça con un pescueço largo que paresçía perro sin orejas, de fino oro, y otras diuisas llamadas oçelotzitzimitl y xoxouhqui cuextecatl, de preçiada plumería y otra <que> llaman yztac huixtecatl, que todas éstas ganó <en> las guerras <que> bençió de enemigos, y rrodelas en medio figuradas, tozmiquiztli y quetzalxicalcoliuhqui, y luego muchas y diferentes maneras de mantas rricas, pañetes, cotaras doradas. 109v Después de le aber adornado y rrepresentado lo que le pertenesçía de su bitoria, le hazem los mayordomos una larga oraçión. Concluido con ellos, dixo a su tío abuelo Çihuacoatl que hiziese dar y rrepartir a todos los prençipales que abían ydo a la guerra armas, diuisas, rropas como a ellos perteneçía y conbenía. Llamó Çihuacoatl, dixo: "Llamá a todos los prençipales mexicanos en el palaçio, <que> bengan ante el rrey". E, llamados, binieron todos, que nenguno quedó. Después de le auer saludado al rrey, saludaron al biexo. Dixo el biexo Çihuacoatl: "Tomá, señores, esto que es de la cosecha del tetzahuitl Huitzilopochtli, que tanbién es cosecha de los mexicanos". Començó primero en Cuauhnochtli, le dio la dibisa del cuaxolotl, con todo el aparato de que a la guerra conbenía; luego a Tlacateccatl y Tlacochcalcatl, <que> le dieron la diuisa de quetzalpatzactli; finalmente, para abreuir, a todos los prençipales dieron a cada uno su debisa y armas conforme a los otros señores. Acabados los prençipales, fueron llamados todos los cuachicme y otomi y tequihuaques, les fueron dados diuisas y armas y rropas y, acabados, todos rrinden las gragias al rrey por la merçed <que> les hizieron.
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Capítulo 8 De cómo Motecuçoma embió sus encantadores y maléficus para que empeciesen a los españoles Después de lo arriba dicho, luego Motecuçoma juntó algunos adivinos y algunos principalejos, y los embió al puerto donde estavan los españoles para que procurasen que no les faltase comida y todo lo que demandasen, y para que mirasen diligentemente para que le diesen la relación de todo lo que pasava; y embió con ellos algunos captivos para que sacrificasen delante del dios que venía, si viesen que convenía, y si demandasen sangre para beber. Fueron aquellos embaxadores y llegaron a donde estavan los españoles, y ofreciéronles tortillas rociadas con sangre humana. Como vieron los españoles aquella comida, tuvieron grande asco de ella; començaron a escupir y abominarla, porque hedía el pan con la sangre. Esto se hizo por mandado de Motecuçoma, y él lo mandó hazer porque tenía que aquéllos eran dioses que venían del cielo, y los negros pensaron que eran dioses negros. Todos ellos comieron el pan blanco que llevavan sin sangre, y los huevos y aves, y la fruta que los presentaron, y recivieron también comida para los cavallos. Embió Motecuçoma a aquellos adivinos, agureros y nigrománticos, para que mirasen si podrían hazer contra ellos algún encantamiento o hechizería para con que enfermasen o muriesen o se bolviesen. Y éstos hizieron todas sus diligencias como Motecuçoma les havía mandado contra los españoles; pero ninguna cosa les aprovechó ni tuvo efecto, y ansí se bolvieron a dar las nuevas a Motecuçoma de lo que havía pasado; dixéronle que aquella gente que havían visto era muy fuerte, y que ellos no eran nadie para contra ellos. Luego Motecuçoma, embió otros mensajeros y embaxadores principales y calpisques para que fuesen adonde estavan los españoles, y mandólos, so pena de muerte, que con gran diligencia procurasen todo lo que les fuesen necesario a los españoles, ansí para en la mar como para en la tierra. Fueron estos mensajeros con gran priesa, y hizieron todo lo que Motecuçoma les mandó; por todo el camino procuravan de proveer a los españoles de todo lo necesario, y servíanlos con gran diligencia.
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Capítulo 80 Trata en este capítulo como los mexicanos fueron contra los pueblos de Xoconuchco y Xolotlam y maçateecatl y Ayotlan, quatro pueblos grandes, y puestas a la suxeçión y corona del ymperio mexicano Pasados algunos días <que> los naturales de los pueblos rrezién ganados de Tecuantepec, Xochtecatl, y Amaxtlan y Tlacuilulan, Acapetlahuacan fueron suxetos a la corona mexicana, para aber de cumplir y dar su tributo de oro y pedrería rrica, plumas anchas, se juntaron los tratantes de estos pueblos, mercaderes nonbrados oztomeca (harrieros), fueron a este rresgate a los pueblos desbiados de los suyos, todos costeanos, naturales de la costa de la mar. Confederados todos estos para el cumplimiento de su tributo para la corona mexicana, fueron a Xolotlam y a Oyotlam, Maçatlam, Xoconuchco. Llegados a estos pueblos, se juntan <en>tre ellos e les dizen: "Y bosotros, ¿qué queréis en n<uest>ros pueblos? ¿No soys bençidos y basallos de los de Culhuacan, mexicanos, que por buestro bençimiento emos perdido nosotros? Agora abéis todos de morir, que nenguno a de quedar". Y con esto, los mataron. Y dos moços de ellos se escaparon y binieron notiçia a sus tierras y de allí bienen a Mexico Tenuchtitlan a dar abiso del susçeso hecho de sus basallos los mercaderes, tratantes. <En>tendido por Çihuacoatl, fuese al palaçio del rrey Ahuitzotl y contádole todo como abía pasado el propio o propios mensajeros al rrey, preguntó Ahuitzotl que quántos eran los pueblos <que> tal destruiçion hizieron <en> sus basallos. Dixeron que eran Xoconuchco y xolotecas y ayotecas y los maçatecas. Oydo por Ahuitzotl, dixo que <en>biasen luego a dar abiso a los rreyes de Aculhuacan y tepanecas para <que> luego diesen orden de juntar sus campos para esta guerra contra aquellos crueles y malos costeanos. Dixo Çihuacoatl <que> hera muy bien ansí, luego hizo llamar a Cuauhnochtli, dixo que hiziese juntar luego a todos los pren 110r prençipales para <que> fuesen con <en>baxadas a los pueblos comarcanos a dar abiso se junte y haga campo cada uno dellos <en> breue tiempo. Tomado abiso, los mensajeros partieron luego al rey de Aculhuacan y al de tepanecas, los quales mensajeros llegaron a los rreyes, explicada la <en>baxada, dixeron <que> la obedeçian y en su cumplimiento que luego aperçibirían su campo y matalotaxe con la breuedad posible. Lo mesmo rrespondió el de tepanecas y los <en>baxadores fueron bien rresçibidos y se les dieron rropas según <que> hera uso y costumbre entre los rreyes a los tales <en>baxadores. E luego fueron a todos los pueblos comarcanas y montañeses, otomís, de todos los pueblos sujetos a la corona mexicana, de manera que en ocho días naturales fueron mensajeros a todos los pueblos con abiso. De que fueron bueltos los mensajeros, hizieron luego llamar a todos los capitanes prençipales mexicanos, dieron orden para <que> la gente mexicana se aperçibiesen, començasen adereçar armas de ychcahuipiles, rrodelas, espadartes de muy agudos pedernales y nabanjas. Llegados los dos rreyes a Mexico Tenuchtitla<n>, fueron a hazer rreuerençia a los rreyes Ahuitzotl y a Çihuacoatl. Después de les aber explicado el caso y causas de la guerra, llamó al mayordomo mayor (Petlacalcatl), dixo truxese dibisas y armas muy rricas con mucha y muy preçiada plumería y espadartes de muy agudos pedernales y nabanjas y dádoselo a los rreyes, les dieron a cada çinco cargas de mantas de todo género y bestidos prençipales. Abiendo rresçibido estos presentes, fueron despedidos para yr priesa a sus campos conforme abían dexado mandado, con sobra de todo género de matalotaje, para el camino largo como era, para los costeanos de Soconuzco y Cozcatlan y los demás pueblos, según queda d<ic>ho arriba. Y los mexicanos a gran priesa adereçar armas fuertes y cotaras, y los mançebos, y comida mucha, los mançebos yban a los barrios cada día al exerçiçio de las armas a la scuela de armas, telpochcalco, adonde los achcacauhtin les <en>sayaban con balerosos ánimos las maneras de conbatir. Dan luego abiso a los prençipales mexicanos Tlacateeccatl, Tlacochcalcatl, Hezhuahuacatl, Tezcacoacatl, Tlilancalqui, Tocuiltecatl, Cuauhnochtli, Atlixcatl, dízeles Ahuitzotl: "Mandan <que> comiençen a caminar los de los pueblos lexanos con la delantera, que nosotros yremos como rretaguardia, los mexicanos". Començando a caminar los pueblos, m<an>dó luego Ahuitzotl mouer su jente por delante y el carruaxe, por lleuar los prençipales a la persona y personas de los rreyes en medio. Y así, començando a caminar, llegaron a hazer noche a Chalco, abiendo dexado mandado que nenguno quedase <en> Mexico, por ser negoçio de mucha ymportançia, y a la buelta <que> boluiesen, al que hallasen que por negligençia no fue le abían de enpozar y a palos matarlo aunque más prençipal fuese, saluo los biexos y niños y saçerdotes y perfumadores de ynçensarios (tlenamacaque). Llegados a Chalco, le salieron a rresçibir los de Chalco al rrey Ahuitzotl en Cocotitlan. Después de le auer saludado con muchas cariçias, le dan mucho género de rrosas, flores, perfumadores y danle de comer de todo género de comidas y cacao, y el aposento, dormitorio de los tres rreyes paramentado de muy rricas y galanas mantas, y sus aposentos <en>calados y braseros con lumbre y carbón por el frío que allí haze por estar al pie de la Sierra Neuada y bolcán. E otro día, al despedirles, dixo: "Mirá, 110v hermanos y señores, que abéis de yr comigo y en guarda de n<uest>ras personas, como tan balerosos hombres como sois, y buestro campo baya adelante". Y en todos los pueblos que llegauan le hazían solenne rresçibimiento con sobra de comidas. Llegado el rrey a Guaxaca, le rresçiben como a tal su rrey y señor. Tras ellos binieron los prençipales de la costa <que> fueron agrabiados sus basallos y amigos, y abiéndole hecho grande ofresçimiento con presentes costosos y de gran balor, descansados allí dos días del camino, queriéndose partir, le presentaron muy rricas diuisas, rrodelas, espadartes, plumería abentaxada, de ellas para <que> las rrepartiese <en>tre los rreyes. Binieron los de la costa y le dixeron a Ahuitzotl: "Señor y rrey n<uest>ro, beis aquí lo que an allegado u<uest>ros basallos de estas rricas armas y diuisas conbinientes a la persona rreal u<uest>ra". Y abiendo bisto la suprema rriqueza de los costeanos, con liçençia de Ahuitzotl tomaron la mano y hablaron, con rrendirles las graçias los prençipales mexicanos. Hizo llamar a los prençipales de los dos rreyes, dióles y rrepartióles de las armas, dibisas rricas porque les pertenesçia como a tales baledores de la corona mexicana. Otro día dixo Ahuitzotl a Tlacochcalcatl que abisase a todos los prençipales <que> yban derechos a parar a Tecuantepec y allí rreformarían y conçertarían su campo. Oydo todos, començaron luego de caminar y cada pueblo de por sí marchauan por su orden y en llegando al dormitorio, lo <que> yban dela<n>teros hazían con toda breuedad buhíos para el rrey y para todos los prençipales, en cada un pueblo su cuidado. Benían luego las comidas y çenas conforme trayan sus mayordomos de sus pueblos y comunidades. Llegados a Teguantepec, les salen los prençipales a rresçibir los más abentajadamente que ellos pudieron y, <en>trados <en> su pueblo, rreposaron <en> buenos palaçios, lleuándolo los prençipales del pueblo con un palio muy grande todo de rrica plumería, que jamás tal bieron. Començáronle luego a presentar el tributo <que> heran obligados, de más supremo balor que ellos alcançaron tener, y todo género de armas y diuisas de muy gran rriqueza, con lunas de oro en las rrodelas y <en> las diuisas. Pusiéronle luego su señorío, <que> llaman teocuitla yxcuaamatl, <que> <e>s una media mitra de papel senbrado de mui rrica pedrería de balor. Otro tanto de armas dieron a todos los prençipales mexicanos, y los asentaderos todos de cueros de tigueres adobados, como quier tierra de más tigueres que allí no los ay a la rredonda de toda la Nueua España, por eso ansí yntitulado el nombre del pueblo, Teguantepec, silletas, colchones para dormir de los propios y mantas de pluma negra y blanca, <que> sirben de fraçadas, <que> llaman yhuitilmatli. Habláronle otro día al rrey que aquellos presentes eran de los quatro pueblos suyos, Teguantepec, Yzhuatlan, Xochitecas, Chiltepec, Amaxtlan, e les dixo Ahuitzotl que se aperçibiesen con toda la breuedad posible, que nenguno quedase <en> los pueblos, pues era para yr a tomar bengança de los traidores, matadores crueles. Llegados a los puertos y sujetos de los enemigos llamado Maçatlam, hazen allí fuertes y tiendas, buhíos muy rrezios, fuertes, y toman luego la diuisa del rrei de preçiada 111r plumería del rrey Ahuitzotl, <que> hera un cuaxolotl de oro muy luçido, ençima de la tienda y xacal del Ahuitzotl le ponen por señal estar y rresidir allí el rrey Ahuitzotl. Y a la rredonda de la tienda pusieron sus tiendas todos prençipales mexicanos y cada un pueblo les fueron señalados sitios, lugares, para si algún rrebato les diesen los enemigos acudiesen a fauoresçerle luego. Otro día mandó el rrey Ahuitzotl que todos los prençipales de cada un pueblo animasen a sus soldados y basallos dándoles berdaderas esperanças del bençimiento de los enemigos, posponiéndoles delante el poco ser y balor de ellos y lo mucho que an de ganar y las miserias, lástimas, pobrezas que <en> sus tierras tienen y pasan, obligándolos a tener y poseer rriquezas para siempre. Y abiéndolos animado a todos los pueblos a cada uno por sí, otro día acometen tan balerosamente al pueblo de Maçatlan <que> llegado medio día era acabado de destruirle todo, y los biexos, niños, mugeres se huyeron a los ásperos montes y quebradas, que allá no les faltó trabaxos de tantos animales, y la gente que allí murieron, por allí tierra cálida y de tanto número de animales. Dan otro día tras de ayotecatl y quedó tan destruido que no ubo con quien pelear. Y ban luego a Xolotlan, por lo consiguiente. E juntados todos los pueblos de los costeanos <en> uno, dixeron los de Xoconochco: "Ya nosotros tenemos n<uest>ra culpa y meresçido, que por nosotros an muerto la multitud de tanta gente de n<uest>ros quatro pueblos y acabarán de morir tantos biexos y biexas, mugeres, niños, por aber muerto a sus basallos de Culhua y de las otras costas, sus basallos; y tenemos gran culpa dello. ¿Qué podemos agora hazer ni dezir sino que nos conformemos todos quatro pueblos y les rroguemos con la paz ofresçiéndonos por sus basallos y tributarios? Y ansí escaparán las bidas tanta suma de biexos, biexas, mugeres, niños". Conformados todos, determinan de <en>biar su mensajero a los mexicanos.
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Capítulo 81 Como los de Xoconuchco y los otro quatro pueblos <que> <e>staua alçados contra los de Teguantepec, biendo la total destruiçión de ellos, determinan com rruegos darse de paz, y fueron rresçibidos a la corona mexicana Juntados todos los prençipales de los quatro pueblos destruidos, confederados <en> uno, ofresçiéndose por sus basallos y de darle luego su tributo de oro, piedras preçiosas, plumería en abundançia, páxaros de toda suerte de lindeza sus pellexos de ellos y cacao de todas maneras, cueros de tigueres. E otro día, después de auer juntado todo aquello, fueron delante del conbate del pueblo y <en> un alto dan bozes muy altas diziendo que conosçia<n> ser culpantes <en> su herror, que çesasen las muertes, que ellos se dauan por basallos de la corona mexicana y q<uen> señal de ello <que> luego por delante traerían su tributo y que jamás faltarían, e darían <en> tributo oro, esmeraldas y otras muchas maneras de chalchihuitl rricos, plumería muy rrica ancha y pellexos de todo género de páxaros, por los mexicanos deseado, cueros de tigueres adouados, chalchihuitl de otras colores y maneras, cristal muy blanco y esmaltado de colores y cacao de todo género, "que esto es lo que en estas costas se haze y cría y tenemos y tratamos". 111v Los mexicanos, rrebeldes y crueles, dizen: "No, que sois bellacos, que de esta bes abéis todos de morir y no auer memoria de estos quatro pueblos buestros". Tornan a bozear los de Soconuxco, dizen: "Señores mexicanos, ya ban muriendo los biexos y biexas, mugeres, niños. Acabados de matar, ¿quién os a de seruir y tributar y cultiuar lo que agora nos proferimos a daros para siempre?" Los mexicanos mandaron sosegar la gente toda. Tornaron a bozear los costeanos: "Alliende de lo que tenemos proferido daros, daremos otros más géneros de piedras y piedra de la muy menuda <que> llaman tlapapalxihuitl, y diferentes maneras de cacao, caracoles tigreados, azules, amarillos y blancos". Y con esto, alçan un llanto llorando amargamente. Dixo el rrey Ahuitzotl: "Señores mexicanos, condoleos de estos miserables de la costa. Çese ya crueldad n<uest>ra contra ellos". Y así, sosegó luego el campo mexicano. Llamó a los biexos llamados cuauhhuehuetques, díxoles: "Dezildes a los costeanos <que> se norabuena y que soseguemos, con yten que de lo que tienem prometido, de todo ello no an de faltar cosa alguna, so pena de no quedar uno ni nenguno con bida". Dixeron dixeron <que> son de ello muy contentos, y con esto, del todo çesó el campo y se rrecogieron. Con este sosiego baxaron de los montes trayendo por delante todo lo que ansí abían prometido y mucho más de lo que prometieron <en> mantas rricas y algodó de todo género y cargas de todo género de frutas, abes. Luego, acabado de presentarlo delante todo lo que en adelante abían de tributar, lebantáronse los mexicanos prençipales, tomaron la mano por el rrey Ahuitzotl, dixéronles: "Sea norabuena, hijos de las costas naturales. Guardá el derecho de la promesa <que> tenéis puesta y guardá u<uest>ras tierras y declará agora bosotros hasta adónde llegan u<uest>ros límites y moxones, términos de buestros pueblos". Rrespondieron los de Xoconuxco y los demás pueblos, dixeron al rrey Ahuitzotl <que> sus términos y moxones confinan con los naturales de los pueblos de Guatimala, montes y rríos, <que> son muy grandes, ásperos los montes, temerosos de tigueres grandes, sirpientes yantas, rríos muy caudalosos, y asimismo confinan con pueblos de los de Nalpopocayan, <que>stán asentados a las orillas del Monte del Bolcán, que allí está Tlacochcalcatl y Tlatlatepecatl, "que están muy lexos, apartados más de sesenta leguas de ellos y sus montes y nuestros, y no <en>tramos <en> sus tierras porque somos enemigos, que son crueles". Dixo Ahuitzotl que tubiesen espeçial cuidado de guardar sus tierras, haziendas, y cuidado al seruiçio y tributo del tetzahuitl Huitzilopochtli, y que mediante abía de <en>trar en aquellas tierras y suxetallas a serbidumbre, como es de su propio ofiçio y cargo el suxeto de estrangeros, que a eso bino de lexos tierras, a estar en medio de todo este mundo, yrlo ganando y descubriendo para <que> le rreconozcan todas las nasçiones del mundo y sujetos a él, "y a esto se crían, nasçem los de la naçión mexicana para el ganar y atraer a ellos y a n<uest>ro dios Huitzilopochtli basallaxe. Y nosotros <en> tiempos emos de benir a suxeçión, que está predestinado por él propio; el quándo y cómo él solo lo saue y otro no". Y así, con esto, se despidió de ellos. Otro día començó a marchar el campo mexicano por su orden según que binieron, cada 112r pueblo con su gente, muy en orden, con mucho sosiego, <que> cubrían dos leguas según benían desparramados, cargados de matalotaxe y rropa. Y caminando por los caminos, en dondequiera que llegauan les salían a rresçibir con muchas flores, rrosas, perfumaderos muy galanos, muchos géneros de comidas para todos los prençipales y capitanes, muchos buhiyos enrramados de rrosa, flores, esto en todos los pueblos de los caminos, según que entre ellos era uso y costumbre, hasta llegar a la gran çiudad de Mexico Tenuchtitlam. Llegado, con la homrra que otras bezes les salían a rresçibir prençipales, biexos y saçerdotes del templo y templos. Se subió a lo alto del templo de Huitzilopochtli, tomó un ancho y agudo güeso de tiguere y comengó ante el Huitzilopochtli a hazerle sacrifiçio de su propia persona y sangre de las orexas, braços, espinillas, haziendo grandes rreuerençias, besando y comiendo tierra de los pies del ydolo o demonio, y luego le sahúma al demonio y acabado, le traen codornizes y degollándolos delante del ydolo, le rroçia con la sangre de ellos y con los otros codornizes salpica el templo <en> las quatro partes del mundo, oriente y poniente, norte y sur, y baxado de lo alto, se ba a su palaçio, adonde es muy bien rresçibido del biexo Çihuacoatl, adonde le amonesta aber pasado tantos trabaxos en los caminos, montes, rríos, pasando malas noches, malos rratos, cançansio, hambre, soles, ayres, y pues era <en> seruiçio y aumento del tetzahuitl Huitzilopochtli. Con esto le dexó descansar e luego, otros días en adelante, benían muchos señores de diueros pueblos a darle el parabién de su buena benida, trayéndolee muchos presentes, según y cómo adelante tenemos rreferido. Otro día fallesçió el biexo Çihuacoatl teniendo de hedad mas de çiento y beinte años, y acabado de le çelebrar su <en>tierro y quemazón de su cuerpo, <que> lo sintió mucho el rrey Ahuitzotl, pusieron <en> su lugar a su hijo Tlilpotonqui, Çihuacotal por sobrenonbre. Y luego dio abiso el Tlilpotonqui Çihuacoatl a los chinanpanecas y dentro de la çiudad sembrasen <en> los camellones mucha cantidad de maíz, frisol, calabaças, rrosas de çempoalxochitl, acaxuchitl, chile, tomate y muchos arboles, <que> floresçiese la gran çiudad de Mexico desde lexos, y así fue hecho, que no paresçia la çiudad desde tres quatro leguas sino un laberintio huerto florido, deleitoso, alegre, contento al beerle. Dende a pocos días le bino <en> pensamiento al Ahuitzotl de hazer traer el agua <que> llaman Acuecuexatl, de Cuyuacan y así, la <en>bió a pedir a los prençipales y al señor de Cuyuacan, Tzotzoma. Llegados a Cuyuacan los mensajeros, abiendo explicado su demanda, dixo el rrey Tzotzoma: "<En> lo que toca a la demanda del agua, es berdad que ay muchos géneros de agua en estos montes deste pueblo de Cuyuacan. Que para lo que quiere es para su beuer, que le bastaua la que beue de Chapultepec sin alborotar estos ojos tan grandes de agua y en espeçial la que demanda del Acuecuexatl, que no bale nada y es muy peligrosa, porque muchas bezes la an bisto heruer con tanta furia y braueza que da espanto a los que la ben y oyen. Y es la mayor lástima del mundo de beer tanto número de mexicanos 112v que <en> la gran çiudad ay, mugeres, biexos, niños: ¿a dónde an de yr descarriados? Yd, señores, con esto y si no, como más su boluntad fuere. Obedeçeremos a lleuarla". Con esta rrespuesta que oyó, Ahuitzotl se ençendió en gran yra y coraxe y dixo: "¿Cómo se atreue el serranillo (milaacatontli) a <en>biarme a mí tal rrespuesta sabiendo que en guerra y fuera de ella es mi basallo? Pues sea norabuena. Aguárdeme, que allá boy". Luego <en>bió a llamar a Tlilancalqui y a Tlacochteuctli, Cuauhnochtli, díxoles: "Yd luego a Cuyuacan y matá al rrey Tzotzoma. Ponelde el cuerpo debaxo de la tierra. Beremos <qué> harán los de Cuyuacan". Y así, fueron luego a Cuyuacan y lleuaron çinco o seis tequihuaques, balientes hombres. Llegados allá, dizen los prençipales quieren beer al señor Tzotzoma. Dixeron los prençipales de Cuyuacan descansasen pues benían de parte del rrey Ahuitzotl. <En> tanto <que> lo fueron a llamar dixerom los prençipales mexicanos a los tequihuaques: "Sabréis, amigos, que este Tzotzoma es bellaco yngromántico. Guardaldo bien". Y así, le rrodearon la casa. Dixo el mensajero <que> le fue a llamar, dixo: "Señores mexicanos, dize que <en>tréis allá dentro". Y <en>trando dentro, <en> su trono y silla hallan una muy poderosa águila, que cobraron gran espanto los mexicanos. Rreculando atrás tornaron a beer al águila, hallaron <en> su silleta asentado un poderoso tiguere. Los mexicanos, más espantados de esto, boluieron a mirarse los unos a los otros. Tornaron a beer terçera bez, bieron una muy grande culebra temerosa que echaua mucho humo de las narizes. Los mexicanos, más espantados de esto, boluiendo a beerle hallan un gran fuego, <que> las llamas dél salían hasta la portada del palaçio, muy caliente y herbiente, que la chimenea que allí estaua le sobrepuxaua lo que salía del gran fuego. Acabado esto, dixo el Tzotzoma: "Quiero dar descanso a mi coraçón y ponerme <en> manos de estos prençipales". Llamólos que <en>trasen donde él estaua. Abiéndole saludado, se puso rricas mantas, pañetes, cotaras doradas y puso <en> su pescueço una soga, aliende que el Tlacochteuctli le dixo: "Señor, esta manta rrica os da y presenta el rrey Ahuitzotl" y poniéndole la manta, le pone luego una soga al pescueço, y luego lo ahogaron allí y luego de muerto le saludan los mexicanos, diziéndole: "Ya, señor, yréis a descansar con los señores de las sierras y montes, <que> fueron Teçoçomoctli y Chimalpupuca y Maxtlaton, que rrigieron y gouernaron estos montes y pueblos. Quedaos con Dios", como si biuo fuera, ansí le saludaron. Y se despidieron dél y se boluieron los mexicanos a dar abiso al rrey Ahuitzotl. Y acabado que acabó de morir el Tzotzoma, del caño <que> habían hecho para lleuar el agua de Acuecuexatl començó luego a correr en tanta manera que cada rrato sobrepuxauaa el salir y correr el agua, tan blanca y tan fría que era espanto, <que> benía por donde le abía<n> hecho camino y cano tan fuerte los naturales tezcucanos, Azcapuçalco, Tacuba, Cuyuacan, Suchimilco, los quatro pueblos <que> llaman chinanpanecas, <que> unos traían cal, otros piedra, otros teteçontlalli, otros teçoquitl, para labrar el caño que aú no benía por él sino 113r sino por un caño abaxo <que> yba a dar a la gran laguna mexicana. Y labrauan la labor del caño tantas nasçiones, gentes de pueblos que paresçían hormigas los yridios. Dixo el Ahuitzotl a los tepanecas de Cuyuacan: "No tan solamente Acuecuexatl a de yr a Mexico, sino tanbién la que llamáis Xuchcaatl y el agua <que> llamáis bosotros Tlilatl, <que> se an de abrir todos los ojos y lagos de estas aguas".
contexto
Capítulo 82 Trata en este capítulo como Ahuitzotl, rrey, después de acabado el caño de agua llamó a Teuctlamacazqui, díxole <que> fuese a rrescibir el agua Acuecuexatl y fuese <en> figura del dios Chalchiuhtliycue, y lo hizo así Oydo por el Teuctlamacazqui el mandato de Ahuitzotl, fue luego y <en>bixóse y tiznóse la cara, con una chamarrilla justa azul, y se tiñó la frente de azul asimismo y en la cabeça se puso su trançado de garçotas blancas y beçoleras y orexeras de chalchihuitl y <en> los braços sartales como los que traen las mugeres por corales, y lleuaua <en> las manos lo que ellos llaman omichicahuaztli, que es un cuerno de benado aserrado <que> biene sonando, <que> le dan con un caracol, <que> le llamamos sonajas, y un costal traía <que> benía lleno de poluos azules, y cotaras a lo antiguo, y todos los saçerdotes con él, rrebestidos y adornados casi de la misma manera. Y yendo como en proçesión, llegaron al sitio <que> llaman Maçatlan, lleuando los saçerdotes codornizes y papel de la tierra y copal blanco ancho y ulli (batel negro) que se haze y cría a la orilla de la mar. Y llegando el agua que benía llamada Acuecuexatl, començó a degollar codornizes el Teuctlamacazqui y acabado de rroçiar con la sangre dellas el agua, tomó luego el ynçensario y le echó copal y le sahumó el agua. Y luego tomó, que estaua ensartado como un asador, el ule y le puxo en el brasero y de lo que goteaua, como haze el toçino asado, començó a salpicar en el agua. Acabado, tomó el Teuctlamacazqui su bozina o corneta de caracol y le tocó rrezio y luego se hincó de rrodillas y beuió la agua de bruças; luego començaron todos los demás saçerdotes a tocar sus bozinas. Acabado <que> acabó de beuer el agua, le saluda, diziéndole: "Seáis, señora, muy bien benida, que bengo a rresçibiros, porque llegaréis a u<uest>ra casa en el medio del tular y cañaueral, Mexico Tenuchtitlan". Acabada su plática, toma de los poluos azules <que> traía en el costalillo y començólos a senbrar por el agua <que> benía. Acabado, comiença de tocar las sonajas del güexo <que> llaman omichicahuaztli y comenzó de benirse con el agua adelante, y luego binieron los cantores del dios de las aguas, llamados tlalocacuicanine, benían tañendo y cantando con un teponaztli y atambor. Paresçe <que> bino con el agua una culebra algo gruesa, bíuora y sanguixuelas negras (acuecueachin). Con ellas començaron de benir otras bíuoras mayores y menores y mucho pescado blanco, rranas y xohuiles, axolotes y otras sabandixuelas, atecocolin. Y llegando el agua en Acachinango, que agoras y está allí una albarrada y allí una hermita de Santisteuan, estauan ya allí adereçados muchos muchachos <en>bixados y tiznadas las caras y todos de la propia manera que bino el Teuctlamacazqui. Estando allí toda la más de la gente mexicana, toman a un niño de aquellos y ábrenle el pecho con un nabaxón y rroçían el agua con la sangre calliente, y trayendo el agua el coraçón del niño, començó luego de heruer el agua y a multiplicarse el agua <en> tanta manera <que> sobrepuxó una puente de madera adonde pasaban las gentes, que es de notar este misterio, ora agrabio a N<uest>ro Señor y Rredentor XesuX<rist>o, ora ser alguna per 113v permisión <que> hizo el Malo para traer más engañadas a estas gentes gentiles de naçión. Llegada el agua en Xoloco, degüellan otro niño y hazen lo propio que el primero. Y allí <en> la puente tenían una canoa puesta adonde benía a caer el agua y corría por todas partes lleuando un caño del agua para Palaçio. Llegado a Huitzilam, que agora es el ospital de N<uest>ra Señora, salta allí el agua por otro caño y se deriba y parte, y allí tanbién fue degollado otro muchacho y sacrificado al agua. Y fue derecho, pasando por el palaçio rreal, fue a caer el agua <en> la parte <que> llaman Apahuazcan, que agora es el barrio de Tlatelulco Santiago, en el albarrada que agora está allí detrás de la hermita de la Asumçión de N<uest>ra Señora, y allí sacrificaron otro niño, usando de crueldad ynnumana enemiga de la clemençia y piedad de XesuX<rist>o N<uest>ro Señor. Llegada el agua y corriendo con más ympitu que al prençi<pi>o, dixo el rrey Ahuitzotl a sus prençipales: "Ya, señores, es benida el agua Acuecuexatl. Será bien <que> la bamos a beer". Y adornóse el Ahuitzotl muy rrica y costosamente conforme como a tal rrey <que> hera y lleuando en su cuerpo y traxes muy abentaxadamente, con su corona <en> la frente, cotaras con correas y cadena de oro, que jamás tal se abía puesto, traía <en> la mano derecha una caña con una bola en medio de pluma blanca, y como bido el agua, luego se hincó de rrodillas y besó la tierra delante dél e luego la presentó una rrosa y un perfumador y yetl y la sahumó con copal y le rroçiaron la sangre de unas codornizes, e le comiença a dezir al agua, como si fuera persona biuiente: "Señora, seáis muy bienbenida a u<uest>ra casa y asiento del tetzahuitl Huitzilopochtli, seáis, señora diosa llamada del agua, Chalchiuhtliycuee, que aquí ampareréis y fauoresçeréis y traeréis a cuestas estas pobres gentes de buestros hijos y basallos que de bos se an de fauoresçer para su sustento humano, de u<uest>ros frutos, que de bos proçederán muchos géneros de bastimiento y bolantes abes de diruas maneras". Y el agua benía con más braueza y con mucho más multiplique de ella, cada ora más, y en dentro de quarenta días y cuarenta noches se hinchió el agua la gran laguna, <que> yba cubriendo ya el çerro <que> llaman Tepeçingo, que está en medio de la laguna, adonde sale agua calliente, que agora son baños de <en>fermos y otras muchas gentes fuera de <en>fermedad. Y biendo Monteçuma o su sobrino, por mejor dezir, Ahuitzotl, la braueza del agua, <que> sobrepuxó el lugar <que> llaman Pantitlan, que es un lago en medio de la laguna mexicana adonde estaua un ojo de agua, y allí <en>traua el agua <que> <e>staua ençima de esta gran laguna y entrauan tan furioso <que> se lleuaua tras sí las canoas grandes com los yndios pescadores. Y para rredimir, este rrey lo mandó estacar de unas muy gordas estacas de enzina y <en> los tiempos que no llouía, <que> fue en tiempo del biexo Monteçuma, que en dos años no llouió en estas partes, que ubo mucha hambre y mortad, para su rremedio lo estacó y le presentó una piedra labrada que era el primer cuauhxicalli de sacrifiçio, un poco más pequeña <que> la que está agora <en> la plaça junto a la Yglesia Mayor, y con esta piedra hizo sacrifiçio en esta laguna el Monteçuma biexo, pidiendo agua y allí, en aquel ojo de agua y sumidero, echó y arrojó a los nasçidos <que> llamamos blancos, <que> llaman los yndios tlacaztalli, y asimismo arrojó allí a las personas <que> tenían de naçión como dos cabeças <en> una, o les llamamos agora nosotros cabeçudos, y arrojó tanbiém allí enanos y corcobados, todos estos biuos, <en>tendiendo que amansauan con 114r con aquel sacrifiçio ynhumano al tetzahuitl Huitzilopochtli, siendo esta la boluntad del muy alto y soberano Dios, que debió de ser quando la gran hanbre d España, agora dozientos años, <que> fue en general. Tornando, pues, a n<uest>ra materia, biendo que cada día benían los pescadores diziendo <que> se iba ya anegando Mexico a más andar, llamó Ahuitzotl a todos los prençipales mexicanos, díxoles: "Mis padres y abuelos y tíos, los rreyes pasados abían propuesto de hazer una fuerça contra el agua que está en esta gran laguna por si algún día puxare o heruiere el agua estemos rreparados de ella. Y para esto querría, señores, mandar hazer esta fortaleza y rreparo, y para ello con la breuedad fuesen n<uest>ros mensajeros a todas las nasçiones de n<uest>ra corte y corona suxeta, biniesen con materiales de piedra y estacas y le rreparasen su furia de esta agua". Oyda la plática los prençipales mexicanos, fueron luego <en>biados los mensajeros a todos los pueblos. Oyda la breuedad dello, binieron luego los prençipales con piedra pesada y estacas, abiendo tasado y rrepartido ygualmente la mayor parte a Mexico Tenuchtitlan y Tezcuco y Tacuba y luego, por su orden, que se començó desde Coyonacazco hasta Yztapalapan, llegando a rraíz y çerca del peñol de las aguas callientes y el çerro de Tepeapulco, por mitad de la gran laguna, quedando dentro de la gran laguna lo que llaman Pantitlan, adonde oy día está çercado con estacas muy gruesas y junto a ello la gran piedra del sacrifiçio, dibuxados en ella los dioses antiguos, y esta çerca es de larga como quatro leguas, de dos estados era de altura lo que agora no está, que con los tiempos se a disminuido, que no ay más de sola piedra derramada. Y como bido Ahuitzotl que pues no eran bastantes a hazer más por la mucha agua que abía hondable, dixo que bastaua aquello para rresistir el agua, que cada día creçia a más. Dixéronle sus basallos que ya no podían sofrir ny soportar el agua, que <en>traua ya <en> los aposentos, dormitorios y cozinas, <que> se querían yr a biuir a otros pueblos por<que> los sembrados y camellones <que> tenían de maíz senbrado era ya todo perdido y anegado, qué abían de comer ellos y sus hijos. Y ansi, con esto, se començaron a yr mucha cantidad de mexicano con sus mugeres y hijos y desparramado por los pueblos comarcanos. E le dixeron los prençipales mexicanos: "Aunque los boluamos a traer, ¿qué an de comer ellos y sus mugeres y hijos?" Estando en esta confusión el Ahuitzotl, temió <que> lo matarían los mexicanos. Dixo uno de los prençipales biexos: "Señor, hazé una cosa y se que <en>biéis a llamar al rrey Neçahualpilli, porque ya sabéis que es grande ningromántico y saue en el çielo y <en>l ynfierno y muchos secretos sabe de los dioses. Ynterrogalde que para esta nesçesidad os ayude, que bea de qué manera podremos çerrar el agua de Acuecuexatl". Dixo Ahuitzotl <que> luego fuesen a llamarle. Benido <que> bino, consultóle con el trauajo presente del agua <que> llaman Acuecuexatl y Xochcaatl y Tlilatl, "y no tenemos rremedio nenguno para desaguar esta laguna, y la çiudad anegada y desbaratada, la gente mexicana a biuir a otros pueblos y el rremedio de esto os pido. "Dixo Neçahualpilli: "Agora, señor, os quexáis y teméis. No se mirara adelante este ynconbiniente, pues de ello fuistes abisado por el desdichado rrey Tzotzoma de Cuyuacan, <que> lo matestes por ello. ¿Qué rremedio os puedo, señor, agora dar para este temor que tenéis? Señor, yo no hallo otro rremedio sino <que> luego bengan y parezcan todos quantos busos ay que sauen y <en>tienden la salidas, <en>tradas de las aguas, ojos, manantiales, y benidos <que> sean, <en>tre dentro del Acuecuexatl y bean de qué manera está, como se podrá çerrar y rremediar. Y para ello será menester mucho copal, papel, olli y piedras preçiosas, oro, mantas muy rricas de todo género para el sacrifiçio. 114v Y an de traer los rreyes <que> binieren muchas codornizes, rriquezas de oro, piedras de gran balor y papel y, sobre todo, an de morir allí, en el sacrifiçio del agua, prençipales. Quiçás con esto aplacará y se çerrará. Con esto luego fueron mensajeros a todos los pueblos suxetos a hazer traer sus tributos y tesoros de piedras preçiosas y oro, copal, papel, olli, codornizes para el sacrifiçios. Benidos <que> fueron de todas las partidas, binieron asimismo muchos buzos de Cuitlabac, Suchimilco, Tlacochcalco, que agora es Chalco Atengo, Ayoçingo.
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Capítulo 83 En este capítulo trata como <en>traron buzos dentro del ojo de agua Acuecuexatl, haziendo gran sacrifiçio de gentes que allí mataron, y summa de piedras preçiosas y papel, copall, ulli que lleuaron para çerrarlo Llegados los tres rreyes y benidos quinze busos, llegaron al ojo de agua que llaman Acuecuexatl, llegaron al bordo dél todos los saçerdotes rrebestidos, tiznados y bixados los cuerpos de colores azules, <en> las manos sus ynçensarios y mucho copal, y todos <en> figura de Tlaloc, dios de las aguas. Y llegados estos saçerdotes todos juntos y començando a sahumar el agua y arroxalde copale atado con papel y ulli, se desnudan <en> un prouiso los saçerdotes y beuido un trago de agua, se bañan a la orilla; y los buzos, antes de entrar dentro, tiznaron y umtaron el agua con colores azules y con el ulli prieto. Entraron dentro. Abían colgado maromas gruesas, sogas grandes de çient estados, adonde yban atados piedras azuleadas <que> llaman ytztapaltetl y otras piedras azules; y en comemçando a tocar las bozinas los saçerdotes, se arronjan en el agua los buzos todos jumtos y acabados de entrar, comiençan luego a tomar aquellos hijos de prençipales llamados tlacateuctli y abriéndoles los pechos con los nabaxones, les sacan los coraçones y los arronjas en el agua dentro y salpican toda el agua con la sangre de los ynoçentes muchachos, y luego los saçerdotes se comiençan a sangrar de las orejas, braços, espinillas, y con esto el agua començó de heruer a borbollones y dende a más de media ora çerró el heruor. Y acabauan de çerrar los tres ojos de agua los buzos y salieron fuera uno en poz de otro hasta que todos salieron y <en>tonçes no se oyó más rruido de agua, quedaron çerrados todos tres ojos de agua. Ahuitzotl de contento les dio a los buzos a cada diez cargas de muy rricas mantas de las de a ocho y a diez braças de largo y de menos y les dio summa de rriquezas y esclauos <que> heran del rrey Ahuitzotl. Otro día mandó <que> luego fuesen a los pueblos de Aculhuacan y Chaleo, Suchimilco, Cuyuacan e que en cada uno de los d<ic>hos hiziesen ocho mill canoas, otras tantas Chalco, ny mas ni menos Suchimilco y Cuyuacan. Acabadas, <que> heran todas nauhxiquipilli (treinta y dos mill canoas), llegadas a Mexico, hizo llamar Ahuitzotl a todos los prençipales mexicanos. Después de les aber perdido perdón, conosçiendo su culpa, que como muchacho <que> hera <que> lo tubo <en> poco el traer el agua temerosa a Mexico, <en>tendiendo la destruiçión de los mexicanos y la grande hambre que por su causa abía benido y los árboles de açiprezes (ahuehuetl) perdidos y sauzes, les rrogó le perdonasen, <que> lo hechasen a su niñez y poco <en>tendimiento. Y dióles a cada uno una canoa en que poner sus hatos y dormir, y que en el ynter menguaba el agua hechasen çéspedes junto a sus casas. Y dio a los demás naturales de sus tributos mucha cantidad de mantas, güeipiles, de los rreales tributos y hizo traer ochoçientas mill cargas de maíz para los mexicanos de todas las partes y lugares çercanas 115r de Mexico, por tributo, y mucha cantidad de chile, tomate, abes, caça del monte, benados, conexos, liebres, gallinas monteses, codornizes para dar contento a los mexicanos. Y de los otros pueblos binieron a cortar çéspedes y traer tierra rrehinchiendo <en> las partes más menesterosas, que estas rreliquias oy día paresçen y paresçerán mientras fuere mundo fuere, y así, los de los montes çercanos truxeron ynfinitos morillos de los montes para yrlo estando; y oy paresçen esta antigüedad, que no abrá más de çiento y beinte y ocho años, poco más o m<eno>s, <que> serían del nasçimiento de N<uest>ro Rredemtor XesuX<rist>o por el año de 1470 a<ño>s. Boluiendo a n<uest>ro propósito, biendo los mexicanos el rreparo y aberse caído las casas rreales y aberse acoxido al templo de Huitzilopochtli, después <que> ubieron estacado la tecpan y palaçio, se labró y fundó de nueuo otra bes a trueco y sudor de los forasteros, sin premio alguno. Acabado de labrar el palaçio, luego se dio orden para otro tanto las casas de los señores y mexicanos y sus comunidades, y así, poco a poco, se rrehinchió, diziendo cada día los mexicanos <que> hellos no lo abían de hazer, que no era su cargo ni ofiçio, sino conquistar, cortar nabanjas y pedernales y endereçar baras para dardos y saetas, y esto es lo que por momentos aguardan la gente mexicana. Con esto se <en>tretubo algunos días, que no dexarían de pasar más de dos años, y con dolor <que> tenía <en> su coraçón de las sorrostradas de los mexicanos por la notable nesçedad <que> hizo del Acuecuexatl, bínole a la memoria su muerte y así, con esto, hizo llamar a al mayordomo mayor (Petlacalcatl), díxole: "Llamame a todos los canteros y albañís, <que> luego bengante mí". Benidos <que> fueron, les mandó <que> hiziesen <en> su nombre y labrasen la figura del dios llamado Totec, <que> fue dios mançebo murió malogrado en el mundo antes <que> fuese al rreyno del ymfierno, que a de estar en pie parado con una rrodela y <en> la mano unas sonajas de hueso, <que> llaman omichicahuaz, y trançado con un trançado de preçiada plumería, <que> llaman tlauhquecholtzontli, y les dio pintado de la manera que abía de ser, <que> buscasen la mejor piedra de peña <que> ubiese en Chapultepec. Acabado, le binieron abisar para <que> lo fuese a beer y fue luego allá y lo bido <en>buelto <en> unas mantas nueuas y lo descobixaron luego y bido la figura, de que holgó en estremo y díxoles <que>staba conforme a su deseo y boluntad, y dixoles: "En esta figura mía os acordaréis bosotros de mí, y los que preçedieren en este rreyno berán aquí figurado mi figura y nombre". Y gratificóles su trabaxo y dende algunos días, <que> serían ya muy pocos, por lleuar postema de pesar de las so<rr>ostradas <que> le dieron los mexicanos, bino a morir. Dende a pocos días <que> ubieron dado notiçia de la muerte del rrey Ahuitzotl sus basallos a los dos rreyes de Aculhuacan y de tepanecas, chalcas, Suchimilco y a todos los demás pueblos grandes y pequeños, que para esto <en>bió muchos mensajeros el nuebo Çihuacoatl Tlilpotonqui a Aculhuacan al rrey Neçahualpilli, cómo abía fallesçido el rrey Ahuitzotl teuctli, que le rrogauan y suplicauan Çihuacoatl Tlilpotonqui y todos los señores prençipales mexicanos se biniese al entierro y onrras del rrey Ahuitzotl, que fenesçió la bida suya, que por pocos días abía tenida puesta la bida y gozado poco el amistad de los mexicanos y el señorío de ellos, "y agora está en conpañía de sus padres, abuelos, hermanos, los rreyes pasados, Acamapich, Huitzilihuiutl, Chimalpupuca y Ytzcoatl, Motecçuma, Axayacatl, Tiçoçic teuctli, que ya luego en la parte postrera, 115v Xiuhmohuayan (al eterno del olbido), en Chicnauhmictlan (al noueno ynfierno), q<ue> ya dexó su cargo y trabaxo de este mundo". Rrespondió el Neçahualpilli al mensajero mexicano: "Seáis muy bien llegado. Agradesco la buena boluntad de los señores mexicanos con esta triste y dolorosa <en>baxada que desde <en>bían sus lágrimas y sospiros, y condolézcome de ellos como a tales berdaderos amigos de los rreyes difumtos que ya están descansando en Apochquiahuayucan <en> las partes escuras izquierdas, adonde no ay calles ni callexones ni sendas de guía, en el nobeno ynfierno, y llegó al lugar adonde está Tzomtemoc Mictlanteuctli, el señor del ynfierno, y adonde está la muger de este señor, llamada Micteccaçihuatl, que es la autora de la muerte, todos prençipales de los ynfiernos y escuridad". Y con esto, se bino con el mensajero y todos sus prençipales aculhuaques con él para la gran çiudad de Mexico Tenuchtitlam trayendo por delante los que truxeros de las guerras, <que> son esclauos, para con ellos morir en el sacrifiçio de las onrras del rrey Ahuitzotl. Llegado a la çiudad, base derecho a donde estaua el cuerpo muerto del rrey, lleuando por delante los esclauos y dízele al cueerpo, como si biuo fuera: "Señor y rrey mançebo, prençipal señor, descansad, pues abéis dexado el cargo del ymperio mexicano y prençipales tenuchcas, adonde aguardauas y rresçibíades <en> compañía y por su mandato del tetzahuitl Huitzilopochtli, y dexastes u<uest>ra patria y naçión mexicana, y queda sin bos el ymperio a scuras y <en> tinieblas, adonde con u<uest>ro trabaxo limpiastes, barristes el sitio, lugar y silla del tiempo, noche, ayre, señalado el nombre Titlacahuan (<Que> somos todos sus esclauos de este señor)". Con estas y otras muchas y largas palabras concluyó la prolixa oraçión del cuerpo muerto y con esto le ofresçió los miserables esclauos, diziendo: "Beis aquí, señor, estos hijos del sol y páxaros alindados, galanos, çacuan, que delante de bos yrám como a basallos u<uest>ros al balle de Ximohuayan, al eterno del olbido". Y acabado el rrey Neçahualpilli, començó luego el rrey de tepanecas la mesma oraçión larga, prolixa y ofresçió, ni mas ni menos, esclauos para el sacrifiçio de sus onrras. Acabado, <en>traron luego los chalcas y hizieron otra larga y prolixa oraçión. <En>traron luego unos, salidos otros, <en>trados de todos los pueblos çercanos y de diez y quinze y beinte leguas, las mesmas oraçiones d<ic>has, e le ofresçían esmeraldas y otras piedras muy rricas y oro para <que> fuese aconpañado el cuerpo quando le quemaron <en> lugar de sepoltura, como adelante se dirá, y mantas para <que> fuese <en>buelto a la sepoltura, <que> todo ello fue quemado. Al cabo y a la postre de todos binieron los de Santiago Tlatelulco y le hizieron su oraçión al cuerpo, exortatoria, eloquente, bien sentida, e truxeron con sus tesoros esclauos para aconpañar el cuerpo y sacrificallos, y preséntanle luego con <que> fue adornado el cuerpo difunto mucho chalchihuitl y teocuitlachayahuac cozcatl (cadena de oro con una medalla a manera de Agnus Dei, alrredor dello caxcabeles de oro a lo antiguo) y teocuitlayxcua amatl, el señorío o corona frontalera de oro, esmaltado de pedrería le pusieron <en> la cabeça, y braçeletes de pies dorados, banda dorada cargada de muy preçiada plumería de muchas colores, y todos los estrados de cueros de benado y de tigueres adouados, muy grandes, de lo que ofresçieron todos los prençipales de todos los pueblos. Y adornado muy bien el cuerpo, le ponen luego un braçalete de oro con ynfinita pedrería y pluma de la muy ancha, 116r de la más preçiada de la costa, y los que le bistieron fueron los dos rreyes Neçahualpilli y Totoquihuaztli, e luego le <en>bixan el cuerpo y puestos pañetes labrados a las marabillas y una manta <que> llaman teoxiuhayatl, de rred azul, cargada de pedrería <en> los ñudos dél, y le pusieron su trançado <en> medio de la cabeça con un trançado dorado y plumería muy rrica, beçolera de esmeralda, orexera de oro fino. Y los biexos cuachicme y otomi y cuauhhuehuetque fueron adornados. Y hizieron los saçerdotes de los templos una tumba muy alta que llaman tlacochcalli y otra <que> llaman tzihuaccalli, adonde estar y ponerse el cuerpo del rrey, todo de madera teñida y pintada. Tomáronlo y lleuáronle el cuerpo y lu pusieron en el tzihuaccalli y tlacochcalli y comiençan luego de cantar los saçerdotes un canto triste sin teponaztli, y traíanle todos los prençipales, <que> serían más de sesenta personas, por el peso de la tumba o casa de madera, y banlo a poner a los pies de Huitzilopochtli. Tocan luego los saçerdotes las bozinas de caracoles y comiençan de ponerle luego a la rredonda mucha madera seca, <que> llaman teocuahuitl y pegádole fuego y haziendo mucha brasa y mucha lumbrera, truxeron a los miserables esclauos bestidos todos de las rropas <que> solía traer el rrey Ahuitzotl, con la mesma plumería, trançados, braçeletes, orexeras, beçoleras de pedrería y oro, pañetes, cotaras doradas; finalmente, fueron todos adereçados y bestidos con las mesmas armas y diuisas <que> fueron del rrey. Y puesto el gran teponaztle, música <que> hera del rrey, tomaron a uno de los pobres esclauos, pusiéronle ençima del teponaztle biquiarriba, diziéndole: "Hijo mío, yd con u<uest>ro amo y señor a gozar de la bienabenturada estançia de Xinmoayan, al seteno ynfierno, dende para siempre descansaréis". Y luego le abrían el pecho teniendo seys o siete saçerdotes y el mayoral le sacaua el coraçón. Y todo el día y toda la noche ardía el cuerpo del rrey con los coraçones de los miserables esclauos <que> heran sin culpa, e otro día yban todos los prençipales y los saçerdotes al templo y coxían toda la çeniza del rrey <en> unas mantas muy rricas e lo <en>terraua en el lado del cuauhxicalco, degolladero de ynoçentes y miserables o descanso y alegría del demonio, por mejor le así nombrar. Acabado el entierro de los poluos, estando los prençipales mexicanos todos presentes, estando asentando juntos todos los prençipales señores de Chalco, Suchimilco y los chinanpanecas, finalmente, todos los demás de los forasteros, estando tres asientos y lugares en un estrado de cueros de tiguere, el de en medio bazío y los de los lados asentados los dos rreyes, hizo callar toda la gente el rrey Neçahualpilli y propuso esta prática.
contexto
Capítulo 84 Trata como después de aberle hecho sepoltura al rrey Ahuitzotl, se elixió por rrey de la gran Ciudad de Mexico Tenuchtitlam a Tlacochcalcatl Monteçuma el Moço, y como le elixieron por tal rrey Dixo el rrey Neçehualpilli a todos los mexicanos juntos: "Ya sabéis, señores mexicanos, que soy de u<uest>ra casa y corte, que rrigo y mando como bosotros y estee rrey que está aquí, y <que> somos basallos todos a la corona e ymperio mexicano. Antes que se bayan todos estos señores prençipales forasteros quisiera <que> no estubiese esta corona, ymperio mexicano, a scuras, <en> tinieblas, sino mucha su 116v su claridad, como gran señora y cabeça de todo este mundo, que, en fin, es ymperio y de no auer claridad en él podría ser <que> los nueuamente <en>trados a la corona se rrebelasen sustrayéndose; alliende que estamos çercados de muchos enemigos n<uest>ros, como son los tlaxcaltecas, tliliuhquitepas, Mechuacan y otras muchas muy grandes prouinçias de enemigos atreueerse an a benir sobre nosotros; alliende <que> ban muchos mexicanos y de n<uest>ros basallos a los tratos, grangerías de mercadurías y sustento umano, pasarlo an mal y aun yrán con rriesgo de las bidas. Quisiera, señores, para <que> no tomaran trabaxo u<uest>ros amigos los mexicanos de caminar al llamamiento de los que están presentes, todo los señores, <que> se elixesen un rrey, el que bosotros los señores mexicanos más u<uest>ra boluntad fuere y pertenesçiente, <que> tomase esta gran carga de rregir, gouernar este ymperio, gran rrepública mexicana, por estas y otras cosas muy ymportantes a la cabeça del mundo, Mexico Tenuchtitlam. Señalá, señores, con el dedo, dezid a éste queremos, a éste señalamos por tal n<uest>ro rrey y señor, pues sabéis, señores, que se crían y son ya criados muchos de los señores hijos de los rreyes pasados, que algunos se an hecho cantores, otros cuachicmee, otros otomi y los demás ban tomando u<uest>ros nombres y rrenombres de TIaacateccatl, Tlacochcalcatl, Ticocyahuacatl, Acolhuacatl, Hezhuahuacatl, otros muchos y otros menores, <que> están y rresiden <en> la casa prençipal de los rreyes en calmecac, que allí les <en>señan los saçerdotes el rregir, gouernar el mundo, que éstos tales son hijos de los rreyes <que> fueron, de Axayacatl teteuctli y Tiçoçic. A uno de éstos, señores, podéis señalar y elegir por tal rrey y señor n<uest>ro y de n<uest>ro gran ymperio mexicano. Y esto es lo que e d<ic>ho. Agora, señores, proponé u<uest>ro acuerdo y cauildo". Lebantóse uno de los mexicanos, dixo: "Señores, lo que dize el señor rrey de Tezcuco y Tacuba es la mera berdad, que ay muchos herederos hijos de rreyes pasados y son niños los que al presente son; que elixamos y pongamos rrey muchacho, yrá este ymperio diminuyendo a menos, y de que daremos nota a los enemigos n<uest>ros, <que> son los de Tlaxcala, Huexoçingo, Cholula, tliliuhquitepecas, Meztitlam, Mechuacan, chichimecos y costeanos. Es menester <que> se ponga el cargo de este ymperio <en> persona baronil, de hedad, sagaz, prudençia, manso, cruel, para los buenos clemençia, para los malos crueldad, <que> teman el castigo n<uest>ro, obedescan n<uest>ros llamamientos a los tienpos menesterosos, largueza, franqueza que de sí salga. Y digo con esto más, que començemos de los herederos los hijos mayores que de ellos quedaron, que de los hijos del rrey Axayacatl el uno es llamado Teçoçomoctli, el segundo llamado Matlatzincatl, terçero llamado Yupihuehuetl, quarto Macuilmalinal, quinto llamado Coyoltzilin, sesto llamado Monteçuma, sétimo su primo hermano, Oyxtlilcuechahuac, otauo y su primo, Çeçepatic, nobeno Teyohualpachoa, y éstos de nenguno dellos no son muchachos sino mançebos de buena hedad de treinta años y son ya todos tequihuaques, mayorales, <en> las guerras todos se ponen beçoleras, orexeras de oro, trançados de colores con pluma rrica abentaxada, como tales señores tenidos de tal rrey sus hijos. Y los hijos que dexó el rrey Tiçoçic teuctli, el uno llamado Tezcatlpupuca, segundo Ymactlacuia, terçero Mauhcaxochitl, quarto Tepehua, quinto Chalchiuhquiauh, sesto Nahuacatl, setimo Cuitlachihuitl, y todos 117r asimismo tequihuaques balerosos, mançebos tequihuaques y con cargos preminentes <en> la rrepública y <en> las guerras. Y los hijos de este rrey de agora Ahuitzotl, el uno llamado Matlaxihuitl, segundo Atlixcatl, terçero Macuilmalinal, y estos tanbién son ya mançebos hechos y con cargo <en> la rrepública y guerras". <En>tonçes dixeron los dos rreyes, Neçahualpilli y Totoquihuaztli, con los doze eletores del ymperio, Tlacochcalcatl y el nuebo Çihuacoatl, Tlilpotonqui, con todos los otros, conformados con los dos rreyes, <que> se escoxiese y nombrase y fuese el rrey Tlacochcalcatl Motecçuma, hijo heredero del rrey Ayaxaca, "porque no es muchacho sino hombre hecho de treinta y quatro años. A éste nos conbiene y conbiene a la rrepública mexicana que rrija, gouierne, tome a cargo y a cuestas este ymperio, que es baleroso mançebo y baliente, ábil, y trae como tal soldado trançado el cauello con preçiada plumería, beçolera, orexera de oro y trae abentaxada dibisa y armas, espadarte y rrodela". Rrespondieron con los rreyes que ansí le abían bisto por las obras y con los ojos corporales, <que> fuese él el nonbrado y señalado, Tlacochcalcatl Monteçuma. Conformados <en> uno los doze del ymperio, teniendo junto a la chimenea allí el brasero y lumbre y copal en una xícara de nequén azul, que paresçía berdaderamente xícara de tupida <que>staua, <que> llaman top?xicalli, y un punçón de hueso de tiguere aparexado y otro de hueso de león y el ynçensario y preçiada manta muy rrica y pañetes, cotaras doradas y la corona <que> llaman xiuhhuitzolli, que es una media mitra <que> se pone desde la frente y detrás del colodrillo se ata con una sotil trença, ba rrematando en delgado como el corte de un escarpín de lienço, fueron luego todos como estauan, los dos rreyes y los doze eletores, por el Monteçuma a calmecac y le truxeron, diziéndole: "Bamos, señor, a buestro rreal palaçio a tomar u<uest>ra silla y asiento"; todos los quales le estauan esperando a la puerta de la gran sala, diziéndole los rreyes: "Seáis, señor, muy bien benido. Lleuáronlo luego junto a la chimenea, <que> <e>staua allí lumbre, y allí le hazen una larga oraçión diziéndole que con el acuerdo de los rreyes y boluntad del senado y mediante la boluntad del que es ayre, noche, agua y tiempos, el señor que es de su albredrío, <que> somos sus esclauos, "os tiene elexido y nombrado por rrey y monarca de este ymperio mexicano y de todas las nasçiones suxetas a él", con otras muchas exortaçiones, como fino oro o esmeralda le pusierom, y juramentándole de tener abastada, limpia, muy frequentada la casa y templo del tetzahuitl Huitzilopochtli. Díchole esto, le tomaron de las manos los dos rreyes y lo hizieron asentar <en> su trono y luego le tresquilaron conforme a los rreyes y luego le aguxeraron la ternilla de la naris y le pusieron un muy sotil y delgado cañutillo de oro, <que> llaman acapitzactli, y luego le çiñeron un tecomatillo para dezir o significar de tener piçiete en él, que es esfuerço para los caminos, orexera, beçolera de oro y una manta de rred azul, como una toca delgada con mucha pedrería muy menuda, rrica, y pañetes muy rricos, costosos, unas cotaras doradas y azul y la corona del señorío. Acabado, le sahúman con el ynçensario, luego le saludan los dos rreyes, nombrándole emperador de Mexico Tenuchtitlam. Y luego ban los doze eletores del ymperio, le proponen una muy larga oraçión y del parabién su monarchía, trono y señorío, diziéndole: "Ya amanesçió, que estáuamos en escuridad y tinieblas. Agora rreluze el ymperio como espexo con rrayos". 117v Y la oraçión <que> se le hizo fue muy larga, prolixa, con muy delicadas y sentidas palabras, adbertiéndole cómo a de rregir, gouernar la rrepública mexicana, "mirar y boluer por los basallos de tetzahuitl Huitzilopochtli, que es cargo para no dormir; beer, <en>tender cómo a de ser serbido, adorado, rreuerençiado, <en> loores y sacrifiçios al tetzahuitl Huitzilopochtli; y los basallos rresçibidos como a tales tributarios, aposentándolos, bistiéndolos, dándoles lo nesçesario para las bueltas de sus tierras; a los enemigos, contra ellos mucho ánimo y mucha clemençia, con alagos, dádiuas, para <que> bengan en rreconosçimiento sin ynterés; los templos, sobre todo, más abentaxados a omrra del Titlacahuan (De quien somos esclauos); con los biexos, biexas, mucho amor, dándoles para el sustento humano; rregalados los prençipales, teniéndolos en mucho y dándoles la onrra que meresçen, llamarlos cada día a palaçio, coman con bos, ganándoles las boluntades, que en ellos está el sustener el ymperio buenos consejeros, buenos amigos, <que> por ellos os es dado el asiento, silla, estrados, omrra, señorío, mando y ser. Y sobre todas estas cosas de abisos, consexos, el tener espeçial cuidado de lebantaron a medianoche, <que> llaman yohualitqui Mamalhuaztli (las Llaues <que> llaman de San Pedro) de las estrellas del çielo, Çitlaltlachtli, el Norte y su rrueda, y Tianquiztli (las Cabrillas), la Estrella del Alacrán figurado (Colotlyxayac), <que> son significadas las quatro partes del mundo guiadas por el çielo; y al tiempo <que> ba ya amaneçiendo, tener gran cuenta con la estrella Xonecuilli, que es la <En>comienda de Santiago, <que> es la que está por parte del sur hazia a las Yndias y chinos; y tener q<uen>ta con el Luzero de la mañana; y al alborada, <que> llaman Tlahuizcalpanteuctli, os abéis de bañar y hazer sacrifiçio, <en>bixaros de negro, abéis luego de hazer luego penitençia de punçaros, sacaros sangre <en> las orexas y molledos, piernas, tomar luego el ynçensario, antes <que> le hechéis el sahumerio de copal, mirar hazia al nobeno çielo y sahumar. Cargo de los montes, sierras, aguas: estén los caminos usados, limpios, barridos, en espeçial adonde se an de hazer los sacrifiçios de penitencia de sangre, <que> los saçerdotes hazen cada día; y cuenta <en> las partes que ay manatiales y ojos de agua y cuebas de agua, sean guardadas como la de n<uest>ra madre <que> llaman Ayauhcalco (que está agora allí el rrepartidero de çacate y labrado ençima y çegado está la hermita de Sancto Tomas Apóstol), que en estas y otras partes hazen su penitençia y sacrifiçio los saçerdotes. Y estos abisos os damos, mançebo, señor prençipal, hijo tan amado de esta esclareçida rrepublicana y de nosotros, u<uest>ros basallos". Con esto, concluyeron los dos rreyes, dexando el cargo a la rrepública le consolasen y abisasen de otras cosas nesçesaria al gouierno y mando del rreyno e ymperio mexicano. E prosiguió adelante el señor de Tacuba, Totoquihuaztli, dixo: "Tan, hijo n<uest>ro, <en>tenderéis que detrás de estas sierras y montes están n<uest>ros enemigos y enemigos del tetzahuitl Huitzilopochtli, los de Tlaxcalan, Huexotzinco, Chulula y Tliliuhquitepec y Yopitzinco, Michuacan, chichimecas y Meztitlam y Cuextlan y los otros costeanos Anahuac. Todos estos abéis de conquistar, 118r ganar y adquerir, suxetar al templo de Huitzilopochtli, que u<uest>ro ofiçio a de ser hazer espadartes, rrodelas, tostar baras y endereçallas y hazer ychahuipiles, para tener y gozar esta silla de este ymperio; que para aber de gozar y comer el bocado a de ir mezclado y rrebuelto de miel y hiel, y con dolor y amargura. El mandar, con prudençia, mirada y rrecadamente, con abiso, con acuerdo de los mayores, para no caer <en> torpezas, desatinos, si no mirá quán caro le costó a u<uest>ro tío el rrey pasado de traer rrepentinamente el agua de Acuecuexatl, que oy dura <en> la rrepública mexicana el dolor, lástima de beerse perdidos totalmente por ello la rrepública; bisitando los quatro barrios de esta rrepública personalmente, a Moyotlan, Teopan, Atzacualco, Cuepopan, que son partes adonde salen y crían, dotrinan las águilas, tigueres, leones osados de los buenos soldados y buena rrepública". Rrespondió el rrey Monteçuma, rrindió las graçias a todos en general con mucha prudençia y como ábil hombre que era.
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Capítulo 85 Tratará en este capítulo como después de aber rresçibido la corona del ymperio el rrey Monteçuma y las leyes que a de guar, haze luego sacrifiçio de su persona <en> señal de penitençia, y como comeneó a gouernar Acabado de hazer su parlamento a los dos rreyes y a toda la rrepública mexicana, pidió le truxesen dos punças, una de hueso de tiguere, otra de león, muy agudos. Se punçó otra bes las puntas de las orexas, molledos, espinillas en el asiento de la lunbrera adonde estaua la chimenea y tomó luego codornizes y les cortó las cabeças y con la sangre salpicó la lunbre y sahumó luego la hoguera. Y fuese luego y subió al templo de Huitzilopochtli; abiendo besado la tierra con el dedo de su mano a los pies del ydolo, començó otra bes de se punçar las orexas y braços y espinillas. Luego tomó codornizes y las degolló y con la sangre salpicó el templo del ydolo y tomó, acabado esto, el ynçensario y sahumó al ydolo Huitzilopochtli y luego a todas quatro partes del templo, dentro, como en quatro partes, y hecha rreberençia, se baxó para los rreales palaçios y con él todos los rreyes y prençipales mexicano <que> le acompañauan. Acabados de comer, tornan a subir al templo sin llegar las quatro gradas más adonde estaua el gran ydolo, sino sólo a la piedra rredonda <que> llaman cuauhxicalco, brasero y caño de sangre, como estaua aguxerada toda la piedra colaua mucha sangre y <en>trauan por el aguxero muchos coraçones umanos, y allí hizo otra bes sacrifiçio y degolló codornizes allí. Llegados a su palaçio, despedidos los rreyes, dixo un día a Çihuacoatl Tlilpotonqui: "Lo que tengo acordado es que de otra manera llegauan y benían los mandones y mensajeros la rrepública mexicana, en espeçial los <en>baxadores y correos y mensajeros cortos que el rrey mi tío Ahuitzotl tenía. Quisiera que descansaran y fuesen elexidos, puestos otros <en> su lugar, y fuesen de los quatro barrios de Moyotlan y Teopan y Atzacualco y Cuepopan, que estubiesen y asistiesen <en> las casas prençipales de las casas llamadas huehuecalli (que es casas de común o comunidad), que estén el mayordomo della junto a esta casa. Y los que quiera <que> fueran elegidos son los hijos de los señores y prençipales mexicanos. Y algunos dellos 118v tubieron y tienen oy día <en> sus esclauas hijos; ya éstos son prençipales. Y para <que> se tengan cuenta con los hijos de los señores mexicanos y hijos de rreyes <que> an sido, que éstos permanescan y sean <en>baxadores, como prençipales que son, y <en>tren en este rreal palaçio prençipales y no maçehuales. Y tanbién que estos hijos y prençipales pobres, olbidados, que permanezcan y no que por<que> sea tequihua o achcauhtli o cuachic, otomi, siendo miserable maçehual, balga y abentaxe a los prençipales señores mexicanos y hijos de rreyes <que> fueron, <que> somos muchos y oluidados, si no mirá la conparaçión: poned una muy rrica esmeralda <en>tremedias de unas piedras a chalchihuitl, que paresçerá la una con las otras <que> sola la una rrelumbra, las otras paresçen piedras de los montes. Así, por esta manera quisiera hazer y <en>salçar a señores olbidados y que descansen lo <que> heran y tenían puestos los señores Ahuitzotl y u<uest>ro padre Çihuacoatzin". Y fue tan larga la prática y tan fundada, para prueua dello truxo muchas conparaçiones, que por su prolixidad no se escriben. Díxole Cihuacoatl: "Ya, señor, abéis d<ic>ho por cosa muy clara lo que todo buen <en>tendimiento puede ymaginar ni pensar. Quiero, señor, con u<uest>ra liçençia, hazer en el palaçio comunt de prençipales, llamar a todos los prençipales de los quatro barrios, darles a <en>tender este berdadero camino y <en>dereçalles la berdad de ello". E ydo, llamó a todo el senado mexicano, díxoles lo que mandaua el Tlacateuctli Monteçuma, los quales, <en>tendida la boluntad de el rrey, contentos de ello. Fue luego Çihuacoatl a la rresoluçión dello al rrey y dixo: "No los quiero agora de los mayores, sino de obra de diez a doze años y de este tamaño", y dio una bara a conforme, "para ser yndustriados <en>señados a toda ynclinaçión buena y rretórica muy eloquente, como dezir pares del rrey". Benidos ante el Çihuacoatl, como segunda persona del rrey, haze a los muchachos una rretórica eloquente de la manera que an de hazer el serbiçio personal cada día al Huitzilopochtli y al rrey, haziendo ellos la oraçión primero de noche antes de amanesçer y <en>señarse a la penitencia de sacrifiçio y luego barrer el templo; de allí benir al palaçio rreal y antes que amanesca estar de todo punto barrido y rregado. Y tener gran cuenta con sus bestidos y calçados. Y cada çinco días tenelle su zebratana y arco para holgarse un rrato y descaxsar el cuerpo, su trançado, su espexo, sus medallas, cadenas muy conçertadamente. "Y <en>traréis allá adonde están las mugeres a beer que an menester y traérselo a ellas. Osí dalle al rrey de almorzar o çenar, el cacao, las rrosas, los perfumadores, la umildad, rreuere<n>çia, y xamás miralle a la cara so pena de muerte. Darle priesa a las <que> sirben y asisten <en> la cozina, hazer a los mayordomos que lo tengan muy cumplido. Mirá de la manera que <en>tráis allá dentro, que ay allá muchas señoras de balor y muchas esclauas. Mirá que en nada erréis, por<que> luego a la ora seréis consumidos sin <que> lo sepa ánima biuiente y después todo u<uest>ro linaxe desterrados, afrentados, sus casas derribadas y aun, si traiçión alguno cometiere contra alguna muger de palaçio, 119r las casas de buestros padres serán destruidos y ellos totalmente y sembradas de sal las casas". Rrespondieron los muchachos mayores dándoles muchas graçias a los señores prençipales; que tomarán muy de coro los abisos, castigos, exemplo, doctrina; que se rregirán co mucha orden y conçierto. Y con ellos <en>tró en el palaçio Çihuacoatl Tlilpotonqui. Díxole el rrey: "Traeldos acá dentro". Y si buena dotrina, abisos, exemplos, espantos les dieron los prençipales, muchos más les dio el rrey Monteçuma, habiéndolos y teniéndolos como a berdaderos hijos, e que, sobre todas cosas, le tratasen berdad y no le trastocasen palabras, ni biniesen corriendo ni sudando ni tartamudeasen, y fidelidad, criança, bergüença, temor, cuidado en su casa, so pena que el que en alguna le coxiese le abía de flechar luego y <en>terrallo <en> un rrincón. Rrespondieron los muchachos cabizbaxos con mucha umildad, pocas palabras, que guardarán, cunplirán a la letra su rreal mandamiento sin exçeder punto, como leales basallos suyos. E andado los tiempos, con los temores y <en>señamientos, hablauan tan cortés y sublimado los muchachos, con todas las demás birtudes, y fueron y preualesçieron <en> tanto grado <que> binieron a ser señores de los preminentes <que> tubo <en> su casa y corte este gran emperador, <que> sobrepuxó en mandos y señoríos y fue el más temido rrey <que> ubo desde la fundaçión de Tenuchtitla<n>, como adelante se dirá. Y oy día se toman por los antiguos el guardar la ley, cumplir la palabra o morir por ello, en espeçial y tocante a la judicatura de las leyes, ordenanças que puso, que murieron muchos mexicanos por exçederlas y, como tan temido fue, nenguno exçedió sus m<andamient>os ni sus leyes. Y porque biene a propósito, en otro libro de leyes y pasat<ie>mpos <que> tubo y merçedes <que> hizo en ellas, diré una muy graçiosa. Fuese a holgar, como berano <que> hera, adonde más fertilidad y frescura y rrosales abía, lleuando beinte y çinco señores prençipales mexicanos aposentados en su palaçio <que> tenía en Atlacuhuayan, que agora es Tacubaya. Dixo a los señores que se estubiesen quedos. <En>tró solo <en> una güerta a caça de páxaros con una zebratana. Mató acaso un páxaro, trailo <en> la mano. Holgóse de beer los maizales floridos, acaso bido una maçorca ya creçida, tomóle boluntad de coxerla y tomóla <en> la mano. <En>trando <en> la casa del dueño para mostrársela como la lleuaba con su liçençia, no halló a ánima biuiente por el gran temor que todos dél tenían, que quando caminaua por una calle dauan pregón nenguno saliese, <que> salía el rrey. Y así, el dueño de la güerta, como de lexos le bido lleuar la maçorca, tomó atreuimiento y házese topadizo con él dentro de la güerta. Después de le aber hecho muy gran rreuerençia, le dixo: "Señor, tan alto y tan poderoso, ¿cómo me lleuáis dos maçorcas mías hurtadas? ¿Bos, señor, no pusistes que el que hurtare una maçorca o su balor que muriese por ello?" Dixo Monteçuma: "Así es berdad". Dixo el ortelano: "Pues ¿cómo, señor, quebrantaste tu ley?" <En>tonçes le dixo al ortelano: "Peccado, cata aquí tus maçorcas". Y el ortelano dixo: "Señor, no es por ello, <que> tuyo es y la güerta y yo y mis hijos y muger, sino por dezirte esta graçia donosa". Rreplicó Monteçuma que no, sino 119v que pues no quería las dos maçorcas, <que> tomase su manta de rred de pedrería, <que> llaman xiuhayatl, <que> bale un gran pueblo la rriqueza. Tanto porfió el rrey <que> la tomase, tomóla el ortelano y dixo: "Señor, yo la tomo y te la guardaré". Y con esto, fuese a los suyos. Preguntándole por ella dixo <que> le abían salteádola. Bisto el alboroto <que> sobre ella se hazía, díxoles <que> so pena de muerte nenguno se mobiese a ello. Llegado a Mexico al palaçio, otro día de mañana, estando todos los grandes señores con él, <en>bió a un prençipal <que> fuese a Tlacubaya y preguntase por fulano Xochitlacotzin y se lo truxesem y con pena de la bida le enojasen de palabra ni de hecho. Llegado a su casa del ortelano, que preguntando por el nombre dio con él, díxole: "Andá luego <que> bamos, <que> te llama el emperador Monteçuma". El miserable yndio con gran temor quiso huir. Prometióle el prençipal y le otorgó la bida. Con esto lleuólo en prezençia de Monteçuma, díxole: "Seas bien benido. ¿Qué es de mi manta?" Dixo a los señores: "Este me salteó mi manta". Alborotados los prençipales, los hizo sosegar y díxoles: "Este miserable es de más ánimo y fortaleza que nenguno de quantos aquí estamos, porque se atreuió, <que> yo abía quebrantado mis leyes y dixo la berdad. A estos tales quiero yo <que> me digan las berdades y no rregaladas palabras". Y así, bisto que adónd estaua baço de señor prençipal, fuele d<ic>ho que en muchos pueblos, y diziendo que en Suchimilço estaua baco, dixo a todos los señores <que> le lleuasen y metiesen, amparasen en el pueblo, <que> hera su deudo y pariente y de su casa. Los prençipales le dieron la casa prençipal de Olac por suya y oy día se jatan de dezir los de aquella casa son y fueron deudos del emperador Monteçuma. Tornando a n<uest>ro propósito, digo.
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Capítulo 86 Trata en este capítulo como Monteçuma, rrey, fue sus gentes contra los pueblos de Nopalla y ycpactepecas porque no querían tributar a la corona mexicana, y como fue él em persona con su poder Para aber de çelebrar su fiesta y coronaçión el rrey Monteçuma, que segundaron <en>baxadores para los pueblos de Nopalam y huicpactepecas a que tributasen a la corona mexicana, y como por segunda bez no quisieron obedeçer, dixo Monteçuma <que> hiziesen llamami<ento>s a los rreyes de Aculhuacan y tepanecas y chalcas, suchimilcas y a todas las demás prouinçias y pueblos comarcanos y a los mexicanos, <que> luego se aperçiban con armas de rrodelas, espadartes, deuisas, porras, homdas para yr sobre estas gentes, y sea con breuedad. Y así, fueron por mensajeros de los rreyes y demás pueblos Tlacateecatl y Tlacochcalcatl, Acolnahuacatl, Ezhuahuacatl, Ticocyahuacatl, Tezcacohuacatl, Tocuiltecatl y los <que> llaman generales de las de las guerras, Cuauhnochtli, Tlilancalqui; los quales, según uso y costunbre, <en> llegando fueron bien rresçibidos y les dieron de bestir y con buen despacho de ser presto con toda su gente y armas, y por lo consiguiente, todos de cada parte y pueblo. Bueltos con buen despacho, biniendo luego los rreyes los primeros a oyr el mandato de 120r del rrey para esta guerra, despachados los rreyes para lo que conbiene a esta guerra, proueyeron de todo lo nesçesario a ella, en espeçial el matalotaxe, <que> ha de yr de sobra por ser largo el camino. Y los mexicanos mandaron que se juntasen los tequihuaques conquistadores, cuauhhuehuetques, achcauhtin, otomi de los quatro barrios de Moyotlan, Teopan, Atzacualco, Cuepopan, <que> se juntasen <en> las escuelas de guerras y ayuntamientos a exerçitar las armas y rrepresentallas la bondad y fineza de ellas, sobre todo espadartes de nabaxa y pedernales, baras tostadas arroxadizas (tlatzontectli); y la junta de hombres hechos usados en guerras y nuebos mançebos prinçipiantes, unos con otros, esforçarse para esta guerra y encomendados muy bien; y la breuedad y sobra de matalotaxe, armas abentajadas. Se dio pregón <que> uno ni nenguno quedase <en> la çiudad de Mexico por negligençia y descuido, pereza, so pena que a la buelta del campo contra enemigos abía de ser afrendo públicamente y desterrado para otros rreinos. Y así, otro día començó a marchar el campo mexicano y luego con abiso de todos partieron de todas partes con sus escuadrones, cada pueblo su capitán y armas, fardaxe, a la postre los mantenimientos, matalotajes. A la postre partió el rrey Monteçuma con todos los prençipales capitanes baleros de Mexico. Dos días antes partieron mensajeros para dar abiso por los pueblos que por el camino abían de pasar tubiesen todos los bastimientos <que< heran nesçesarios so las graues penas que sulen yncurrir a los rremisos en este caso, sobre todo las graçias, merçedes que les abían de ofresçer de rropas al rrey y a todos los prençipales mexicanos. Y llegando al primer pueblo, le rresçiben con rrosas, perfumadores galanos, guirnaldas, cadenas de todo género de rrosas. Y fue aposentado solo <en> un palaçio y en otro palaçio el rrey de Acolhuacan, <en> otro el rrey de Tacuba, con aquellas largas oraçiones y ofresçimientos tan encaresçidos fue rresçibido, y cada uno <en> su estançia y lugar conforme las calidades de cada campo. Abiéndoles dado de comer y beuer a todos ellos, dixo Monteçuma a su mayordomo (Petlacalcatl) que le truxese a él del matalotaxe que él traía, que no quería comer de los manjares delicados de aquellas gentes sino ásperos, duros. Acabado con esto, les dieron sus basallos muchas rropas de todo género para el camino y cotaras para los prençipales, e al despedirles dixo: "Mirá que quando de allá boluamos <en>biaré mis mensajeros para que salgáis a rresçibirnos. Y con esto, fueros despedidos y començó a marchar el campo, y por lo consiguiente le hazían y rresçibían <en> todos los caminos y pueblos que descansauan, hasta llegar adonde lleuauan la determinaçion. Llegados a Nopalla y en Yepactepec, dixo Monteçuma a Cuauhnochtle, capitán, <que> luego 120v aprestase a los dos rreyes y a todos los demás prençipales de todos los pueblos haziéndoles la oraçión que es costumbre antes de entrar <en> batalla, poniéndoles ánimo baleroso, proponiéndoles la gloria <que> se alcança en esta bitoria y que los que en ella muriesen yban derechos al descanso perpetuo con el Titlacahuan y los dioses Tlo?tlateuctli y Xiuhteuctli, dioses de los areis, llubias, noches. E con esto, llamaron luego a los biexos cuauhhuehuetques, tequihuaques, cuachicme, otomi. Manda luego que den abiso a todas las naçiones que si alcançaren bitoria contra sus enemigos que maten sus esclauos, sino <que> los lleuen presos y biuos a la gran çiudad de Mexico. E luego mandó que los soldados balientes que son astutos en guerras, que se escogiesen los más balientes dellos y fuesen a las <en>tradas, salidas del los pueblos de los enemigos a ber las calles, casas, fortalesas que tienen "y por dónde <en>traremos, <que> bamos con derecho camino", e que nenguno hiziese rruydo ni diese bozes so pena que por ello moriese, "que sería causa de desbaratar el campo y dar lugar a los enemigos de aprouecharse de nosotros y matarnos". Y con esto, y de los escogidos les dierom para yr apretados <en> los cuerpos mantas y rrodelas, espadartes finas de nabanxas y pedernales. Y llegados a medianoche, yendo tan secretamente que hasta la casa rreal <en>traron y contaron las calles y sus <en>tradas, salidas y subieron ençima del templo de sus dioses y por lleuar señal y testimonio de ello y ser creídos, <en>trauan tan sotilmente que les tomauan a las mugeres que dormían sus criaturas con sus cunas, otros mayorçitos, <en>boluiéndolos <en> mantas por lleuarlos abrigados, que no llorasen; otros traían los braços de las piedras de moleer (metlapiles). Y con esto, se salieron muy sotilmente de los pueblos y antes de amanesçer se ban a las tiendas del rrey Monteçuma al qual les estaua esperando armado de todas armas, con una diuisa de muy rrica plumería y <en>sima una abe, la pluma dél muy rrica, rrelumbrante, <que> llaman tlauhquecholtontec, yba puesta que paresçía <que> yba bolando, y debaxo un atanborçillo dorado muy rresplandeçiente, trançado con una pluma arriba de la abe arriba d<ic>ha, y una rrodela dorada de los costeanos, muy fuerte, y una sonaxa (omichicahuaz), y un espadarte de fuerte nabaxa ancha cortadora. Y al salir del Luzero de la mañana, lleuando aquellas señas <que> truxeron, dan un alarido a la primera gente <en> señal que luego saliesen y siguiesen a los que abían a mirar y atalayar el pueblo. Arrancan todos con mucho conçierto de cada escuadrón de cada pueblo, muy en orden, <en>tretexidos los tequihuaques y cuachic, otomi y cuauhhuehuetques, de suerte <que> yban como un rrezio paredón cada rringlera. Y como lleuó la delantera el rrey Monteçuma, se subió <en> un gran paredón de la fortaleza de los enemigos. Subido allí, comiença a tocar el atanborçillo dorado y de quando en quando las sonaxas, animando a los mexicanos. Cobraron tanto ánimo con esto los campos que fueron como rrayos y comiençan de matar tantos de los enemigos que no dexauan biexo ni biexa, moças, criaturas, que todos yban por un rrazero. Comiençan de quemar casas y luego el templo, que lo asolaron y derribaron, que paresçían los pueblos 121r humo que sale del bolcán. Eran las siete de la mañana. Con esto, comiençan de cautiuar hombres, mugeres, niños y derribándoles las casas. Biendo tanta destruçion, dan bozes los miserables yndios otomíes bençidos, con tantas lágrimas que enterneçían los coraçones, diziendo: "Señores mexicanos, condoleçeos de nosotros, que os tributaremos. Bastan ya las muertes de tantos biexos, biexas, mugeres, niños, que con los muertos y los cautiuos que lleuáis no quedamos la sesta parte de los que éramos". Rresponden los mexicanos diziendo: "No, bellacos, que abéis de morir todos mala muerte". Y no çesando la crueldad de los mexicanos, tornan luego a rrogar con mucha clemençia y umildad, pidiendo misericordia, que harían y cumplirían su tributo, que allí estaua, y <en>biarom cargas de mantas <que> llaman cuachtli y fardos de algodón, fardos de chile, fardos de pepita. Y las bozes que dauan eras los propios señores de los dos pueblos. Dixéronle al rrey Monteçuma: "Señor, ¿qué os paresçe de estos miserables? ¿Abrase clemençia de ellos?" Dixo Monteçuma: "Pues que así es, hazed çesar a toda la gente con presteza y con temor, no usen más crueldad". Y así, çesarom los mexicanos con esta manda y temor del rrey Monteçuma. Y çesado, mandó <que> biniesen ante él los nopaltecas e nicpactepecas. Con esto, paresçierom ante él con todos los tributos que prometieron y hecha su obidiençia, le hazen asiento como a rrey <que> hera y danle de comer a él y a todos los preçipales señores. E luego dixo el rrey a Tlacochteuctli: "Dezid a los dos señores rreyes y a todos los demás prençipales y señores capitanes de todos los pueblos que comiençen a marchar y lleuen delante poco a poco y con bien a los presos, no se les huyan por el camino, e les den cumplidamente todo lo nesçesario, no mueran de hambre, pues ellos por su esfuerço y balor, tomando trabaxo, an acabado y cumplido su obligaçion y an benido a dar çebo al sol y al Xiuhpilli, dios de los campos y berduras, y a Cuauhtleehuanitl, dios de los montes, <que> ba sobre n<uest>ras cabeças; <que> lleguen con bien a sus tierras a la prezençia de sus padres, madres, mugeres, hermanas o hijos los <que> los tienen, los quales estarán <en> lágrimas y ayunas y sacrifiçios por nosotros". Y ansí, començaron a marchar, <en>biando primero mensajeros para todos los pueblos que les saliesen a rresçibir con dones y bastimientos para todo el campo en mucha abundançia.
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Capítulo 87 Trata en este capítulo como le rresçibieron al rrey Monteçuma <en> los pueblos comarcanos abentaxadamente desde Chalco hasta <en>trar en Tenuch<t>itla<n> Llegando el campo al pueblo de Chimalhuacan le rresçibieron los chalcas que rresiden <en> los Montes del Bolcán y Sierra Neuada con ynfinita rrosa, flores de muchas y diuersas maneras, perfumadores. Por ser ya noche no ubo preste hasta otro día <que> llegó Amaquemeca, <que> binieron los de Tenango, Tlalmanalco, Çihuateopan, Tlalpilcan, Atzacuayolan, todos los quales y de cada pueblo abiéndole rresçibido con flores, rrosas, perfumadores y todo género de muy delicadas biandas, breuajes de muy buen cacao, fruta. Después, de cada pueblo su tributo, <que> tubieron casi otro campo de cargas de todo género de rropa. Llegando ante el Monteçuma los prençipales llamados por él, les abisa le bengan a rresçibir todos, que no queden <en> la 121v <en> la çiudad de Mexico hombre de cuenta que sal a rresçibirle, so las penas q<ue> los tales rreyes suelen poner y castigar. Llegados a Mexico los <en>baxadores y llegados los <en>baxadores a Mexico, hecha su rrelaçión a Çihuacoatl Tlilpotonqui, su lugartiniente de Monteçuma, y a todos los calpixques (mayordomos), le rresçibiese con muchos géneros de flores, rrosas, perfumaderos y todo género de rropa, comidas de todo género y cacao muy bueno. Y an de yr luego allá en Tlapitzahuayan <en> saliendo <que> salga de Chalco. Llegados a la parte d<ic>ha, otro día llegó allí Monteçuma, adonde le rresçibieron con mucho plazer y rregozixo con muy largas oraçiones eloquentes los biejos, muy encaresçidas, diziendo los biexos: "¡O bienauenturados de nosotros pobres, poluo y lodo <que> somos, <que> te emos bisto con salud! Bienes cansado, trauajado de los ásperos caminos, montes, llubias, ayres, soles que as padeçido. Descansad, señor y hijo, nieto tan amado de los mexicanos". Acabado de comer, le bienen a rresçibir los comarcanos de la gran laguna nonbrados atemhuaquee, biexos y biexas cargados y <en> las manos pescado, rranas, yzcahuitle, tecuitlatl (lama berde de la laguna), michpilli, axayacatl (moxcas de la laguna), todo género de patos. Agradesçiólo mucho Monteçuma, mandó a los mayordomos <que> les diesen de comer y beuer y les diesen a los biexos rrosas y perfumadores, y llamó a todos los mayordomos <que> le truxesen mantas y pañetes (maxtlatl), y dio y rrepartió a los pobres pescadores, y a sus mugeres, naguas, hueipiles. Y con esto, començó de marchar el campo y Monteçuma a la postre de todos. Ya los esclauos presos estauan cautibos estauan puestos en dos rringleras, <que>, començando a <en>trar por Maçatlan, comiençan luego los pobres cautiuos a dar siluos con dolorosas bozes y cantan muy alto <en> su lengua, <que> hera grande conpasión y lástima hazelles cantar contra su boluntad. Y los que abían quedado, biexos y saçerdotes, <en> la çiudad comiençan de rresonar ençima de el templo de Huitzilopochtli las cornetas de caracol y atabales <en> todos los templos de los dioses. Luego se pusieron los biexos llamados quauhhuehuetque por dos rringleras, todos con trançados colorados de cuero y beçoleras de piedras pardas, orexeras de caracoles, lleuando puestos ychcahuipiles, sus rrodelas y bordones <en> lugar de espadartes, y por el mesmo estilo los llamados achcacauhtin, maestros de armas, todos con sus calabasillos de tabaco o beleño (piçiete), y <en> sus manos ynçensarios con lumbre y costalillos de copal. Y puestos en Xoloco, començaron a <en>trar primero los cautiuos. Llegados los cautiuos, les saludan los biexos y los demás, diziéndoles: "Seáis muy bien benidos, los hijos del sol, y abéis llegado al asiento y lugar y casa del gran señor Huitzilopochtli, Mexico Tenuchtitlan". Y así, luego los lleuan a los pies del gran ydolo Huitzilopochtli e bienen a rresçibirlos luego los saçerdotes de los templos, benían tocando sus bozinas de caracoles, y de uno <en> uno los cautiuos, arrodillados delante del ydolo, comían con un dedo la tierra del suelo de sus pies. Baxados de allí, los lleuan a una gran sala llamada cuauhcalco (casa fuerte del águila). Rresçibido a Monteçuma <en> la parte <que> llaman Yxhuacan, traíanlo sahumando hasta la gran plaça y llegado allí, comiençan luego de tocar mucho número de cornetas de los caracoles. 122r Y subido Monteçuma a lo alto del templo de Huitzilopochtli, haze luego sacrifiçio punçándose con un hueso delgado de tiguere <en> las puntas de las orejas y molledos y espinillas. Tomó luego el ynçensario y començó luego de sahumar al ydolo. Baxado de allí, al <en>trar de su palaçio le dizen los señores y prençipales de Tezcuco y Tacuba: "Señor, descansad el cuerpo y piernas, que benís cansado, pues fuistes a hazer lo que sois obligado como esclauo del tetzahuitl Huitzilopochtli. Y así, por su orden, los que abían ydo con él a la guerra se despiden dél y se han a descansar a sus casas, diziéndole: "Ya, señor, abéis cumplido con u<uest>ra obligaçión en el serbiçio de Tlalteuctli, el prençipal de la tierra y al sol, y a Xiuhpilli, el prençipal del berano y berduras, Cuauhtleehuanic "tocpac quiztiuh" (pasa como águila bolante sobre nuestras cabeças), señoreadores de todos los mortales. Y pues el gran señor ansí a sido seruido, señor, descansad, <que> bamos a descansar a n<uest>ras casas, descansad, buen señor y rrey n<uest>ro". Agradesçióles mucho su trabaxo y ofresçimiento de los prençipales mexicanos Monteçuma y antes que se fuesen les dio de comer a todos los prençipales capitanes mexicanos y luego les dio a todos rropas para ellos y luego binieron los mandones y prençipales de los quatro barrios de Moyotlan y Teopam y Atzacualco y Cuepopan con muchas mantas y rrosas y pañetes al rrey Monteçuma, lo qual hazía rrepartir <en>tre los soldados que con él abían ydo a la guerra, quedando todos contentos dél, y le agradeçían sus grandes magnifiçençias y largas merçedes, en espeçial a las biexas pobres.