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Datos principales
Desarrollo
Capítulo 81 Como los de Xoconuchco y los otro quatro pueblos staua alçados contra los de Teguantepec, biendo la total destruiçión de ellos, determinan com rruegos darse de paz, y fueron rresçibidos a la corona mexicana Juntados todos los prençipales de los quatro pueblos destruidos, confederados uno, ofresçiéndose por sus basallos y de darle luego su tributo de oro, piedras preçiosas, plumería en abundançia, páxaros de toda suerte de lindeza sus pellexos de ellos y cacao de todas maneras, cueros de tigueres. E otro día, después de auer juntado todo aquello, fueron delante del conbate del pueblo y un alto dan bozes muy altas diziendo que conosçia ser culpantes su herror, que çesasen las muertes, que ellos se dauan por basallos de la corona mexicana y q señal de ello luego por delante traerían su tributo y que jamás faltarían, e darían tributo oro, esmeraldas y otras muchas maneras de chalchihuitl rricos, plumería muy rrica ancha y pellexos de todo género de páxaros, por los mexicanos deseado, cueros de tigueres adouados, chalchihuitl de otras colores y maneras, cristal muy blanco y esmaltado de colores y cacao de todo género, "que esto es lo que en estas costas se haze y cría y tenemos y tratamos". 111v Los mexicanos, rrebeldes y crueles, dizen: "No, que sois bellacos, que de esta bes abéis todos de morir y no auer memoria de estos quatro pueblos buestros". Tornan a bozear los de Soconuxco, dizen: "Señores mexicanos, ya ban muriendo los biexos y biexas, mugeres, niños.
Acabados de matar, ¿quién os a de seruir y tributar y cultiuar lo que agora nos proferimos a daros para siempre?" Los mexicanos mandaron sosegar la gente toda. Tornaron a bozear los costeanos: "Alliende de lo que tenemos proferido daros, daremos otros más géneros de piedras y piedra de la muy menuda llaman tlapapalxihuitl, y diferentes maneras de cacao, caracoles tigreados, azules, amarillos y blancos". Y con esto, alçan un llanto llorando amargamente. Dixo el rrey Ahuitzotl: "Señores mexicanos, condoleos de estos miserables de la costa. Çese ya crueldad nra contra ellos". Y así, sosegó luego el campo mexicano. Llamó a los biexos llamados cuauhhuehuetques, díxoles: "Dezildes a los costeanos se norabuena y que soseguemos, con yten que de lo que tienem prometido, de todo ello no an de faltar cosa alguna, so pena de no quedar uno ni nenguno con bida". Dixeron dixeron son de ello muy contentos, y con esto, del todo çesó el campo y se rrecogieron. Con este sosiego baxaron de los montes trayendo por delante todo lo que ansí abían prometido y mucho más de lo que prometieron mantas rricas y algodó de todo género y cargas de todo género de frutas, abes. Luego, acabado de presentarlo delante todo lo que en adelante abían de tributar, lebantáronse los mexicanos prençipales, tomaron la mano por el rrey Ahuitzotl, dixéronles: "Sea norabuena, hijos de las costas naturales. Guardá el derecho de la promesa tenéis puesta y guardá uras tierras y declará agora bosotros hasta adónde llegan uros límites y moxones, términos de buestros pueblos".
Rrespondieron los de Xoconuxco y los demás pueblos, dixeron al rrey Ahuitzotl sus términos y moxones confinan con los naturales de los pueblos de Guatimala, montes y rríos, son muy grandes, ásperos los montes, temerosos de tigueres grandes, sirpientes yantas, rríos muy caudalosos, y asimismo confinan con pueblos de los de Nalpopocayan, stán asentados a las orillas del Monte del Bolcán, que allí está Tlacochcalcatl y Tlatlatepecatl, "que están muy lexos, apartados más de sesenta leguas de ellos y sus montes y nuestros, y no tramos sus tierras porque somos enemigos, que son crueles". Dixo Ahuitzotl que tubiesen espeçial cuidado de guardar sus tierras, haziendas, y cuidado al seruiçio y tributo del tetzahuitl Huitzilopochtli, y que mediante abía de trar en aquellas tierras y suxetallas a serbidumbre, como es de su propio ofiçio y cargo el suxeto de estrangeros, que a eso bino de lexos tierras, a estar en medio de todo este mundo, yrlo ganando y descubriendo para le rreconozcan todas las nasçiones del mundo y sujetos a él, "y a esto se crían, nasçem los de la naçión mexicana para el ganar y atraer a ellos y a nro dios Huitzilopochtli basallaxe. Y nosotros tiempos emos de benir a suxeçión, que está predestinado por él propio; el quándo y cómo él solo lo saue y otro no". Y así, con esto, se despidió de ellos. Otro día començó a marchar el campo mexicano por su orden según que binieron, cada 112r pueblo con su gente, muy en orden, con mucho sosiego, cubrían dos leguas según benían desparramados, cargados de matalotaxe y rropa.
Y caminando por los caminos, en dondequiera que llegauan les salían a rresçibir con muchas flores, rrosas, perfumaderos muy galanos, muchos géneros de comidas para todos los prençipales y capitanes, muchos buhiyos enrramados de rrosa, flores, esto en todos los pueblos de los caminos, según que entre ellos era uso y costumbre, hasta llegar a la gran çiudad de Mexico Tenuchtitlam. Llegado, con la homrra que otras bezes les salían a rresçibir prençipales, biexos y saçerdotes del templo y templos. Se subió a lo alto del templo de Huitzilopochtli, tomó un ancho y agudo güeso de tiguere y comengó ante el Huitzilopochtli a hazerle sacrifiçio de su propia persona y sangre de las orexas, braços, espinillas, haziendo grandes rreuerençias, besando y comiendo tierra de los pies del ydolo o demonio, y luego le sahúma al demonio y acabado, le traen codornizes y degollándolos delante del ydolo, le rroçia con la sangre de ellos y con los otros codornizes salpica el templo las quatro partes del mundo, oriente y poniente, norte y sur, y baxado de lo alto, se ba a su palaçio, adonde es muy bien rresçibido del biexo Çihuacoatl, adonde le amonesta aber pasado tantos trabaxos en los caminos, montes, rríos, pasando malas noches, malos rratos, cançansio, hambre, soles, ayres, y pues era seruiçio y aumento del tetzahuitl Huitzilopochtli. Con esto le dexó descansar e luego, otros días en adelante, benían muchos señores de diueros pueblos a darle el parabién de su buena benida, trayéndolee muchos presentes, según y cómo adelante tenemos rreferido.
Otro día fallesçió el biexo Çihuacoatl teniendo de hedad mas de çiento y beinte años, y acabado de le çelebrar sutierro y quemazón de su cuerpo, lo sintió mucho el rrey Ahuitzotl, pusieron su lugar a su hijo Tlilpotonqui, Çihuacotal por sobrenonbre. Y luego dio abiso el Tlilpotonqui Çihuacoatl a los chinanpanecas y dentro de la çiudad sembrasen los camellones mucha cantidad de maíz, frisol, calabaças, rrosas de çempoalxochitl, acaxuchitl, chile, tomate y muchos arboles, floresçiese la gran çiudad de Mexico desde lexos, y así fue hecho, que no paresçia la çiudad desde tres quatro leguas sino un laberintio huerto florido, deleitoso, alegre, contento al beerle. Dende a pocos días le bino pensamiento al Ahuitzotl de hazer traer el agua llaman Acuecuexatl, de Cuyuacan y así, la bió a pedir a los prençipales y al señor de Cuyuacan, Tzotzoma. Llegados a Cuyuacan los mensajeros, abiendo explicado su demanda, dixo el rrey Tzotzoma: " lo que toca a la demanda del agua, es berdad que ay muchos géneros de agua en estos montes deste pueblo de Cuyuacan. Que para lo que quiere es para su beuer, que le bastaua la que beue de Chapultepec sin alborotar estos ojos tan grandes de agua y en espeçial la que demanda del Acuecuexatl, que no bale nada y es muy peligrosa, porque muchas bezes la an bisto heruer con tanta furia y braueza que da espanto a los que la ben y oyen. Y es la mayor lástima del mundo de beer tanto número de mexicanos 112v que la gran çiudad ay, mugeres, biexos, niños: ¿a dónde an de yr descarriados? Yd, señores, con esto y si no, como más su boluntad fuere.
Obedeçeremos a lleuarla". Con esta rrespuesta que oyó, Ahuitzotl se ençendió en gran yra y coraxe y dixo: "¿Cómo se atreue el serranillo (milaacatontli) abiarme a mí tal rrespuesta sabiendo que en guerra y fuera de ella es mi basallo? Pues sea norabuena. Aguárdeme, que allá boy". Luego bió a llamar a Tlilancalqui y a Tlacochteuctli, Cuauhnochtli, díxoles: "Yd luego a Cuyuacan y matá al rrey Tzotzoma. Ponelde el cuerpo debaxo de la tierra. Beremos harán los de Cuyuacan". Y así, fueron luego a Cuyuacan y lleuaron çinco o seis tequihuaques, balientes hombres. Llegados allá, dizen los prençipales quieren beer al señor Tzotzoma. Dixeron los prençipales de Cuyuacan descansasen pues benían de parte del rrey Ahuitzotl. tanto lo fueron a llamar dixerom los prençipales mexicanos a los tequihuaques: "Sabréis, amigos, que este Tzotzoma es bellaco yngromántico. Guardaldo bien". Y así, le rrodearon la casa. Dixo el mensajero le fue a llamar, dixo: "Señores mexicanos, dize que tréis allá dentro". Y trando dentro, su trono y silla hallan una muy poderosa águila, que cobraron gran espanto los mexicanos. Rreculando atrás tornaron a beer al águila, hallaron su silleta asentado un poderoso tiguere. Los mexicanos, más espantados de esto, boluieron a mirarse los unos a los otros. Tornaron a beer terçera bez, bieron una muy grande culebra temerosa que echaua mucho humo de las narizes. Los mexicanos, más espantados de esto, boluiendo a beerle hallan un gran fuego, las llamas dél salían hasta la portada del palaçio, muy caliente y herbiente, que la chimenea que allí estaua le sobrepuxaua lo que salía del gran fuego.
Acabado esto, dixo el Tzotzoma: "Quiero dar descanso a mi coraçón y ponerme manos de estos prençipales". Llamólos que trasen donde él estaua. Abiéndole saludado, se puso rricas mantas, pañetes, cotaras doradas y puso su pescueço una soga, aliende que el Tlacochteuctli le dixo: "Señor, esta manta rrica os da y presenta el rrey Ahuitzotl" y poniéndole la manta, le pone luego una soga al pescueço, y luego lo ahogaron allí y luego de muerto le saludan los mexicanos, diziéndole: "Ya, señor, yréis a descansar con los señores de las sierras y montes, fueron Teçoçomoctli y Chimalpupuca y Maxtlaton, que rrigieron y gouernaron estos montes y pueblos. Quedaos con Dios", como si biuo fuera, ansí le saludaron. Y se despidieron dél y se boluieron los mexicanos a dar abiso al rrey Ahuitzotl. Y acabado que acabó de morir el Tzotzoma, del caño habían hecho para lleuar el agua de Acuecuexatl començó luego a correr en tanta manera que cada rrato sobrepuxauaa el salir y correr el agua, tan blanca y tan fría que era espanto, benía por donde le abía hecho camino y cano tan fuerte los naturales tezcucanos, Azcapuçalco, Tacuba, Cuyuacan, Suchimilco, los quatro pueblos llaman chinanpanecas, unos traían cal, otros piedra, otros teteçontlalli, otros teçoquitl, para labrar el caño que aú no benía por él sino 113r sino por un caño abaxo yba a dar a la gran laguna mexicana. Y labrauan la labor del caño tantas nasçiones, gentes de pueblos que paresçían hormigas los yridios. Dixo el Ahuitzotl a los tepanecas de Cuyuacan: "No tan solamente Acuecuexatl a de yr a Mexico, sino tanbién la que llamáis Xuchcaatl y el agua llamáis bosotros Tlilatl, se an de abrir todos los ojos y lagos de estas aguas".
Acabados de matar, ¿quién os a de seruir y tributar y cultiuar lo que agora nos proferimos a daros para siempre?" Los mexicanos mandaron sosegar la gente toda. Tornaron a bozear los costeanos: "Alliende de lo que tenemos proferido daros, daremos otros más géneros de piedras y piedra de la muy menuda
Rrespondieron los de Xoconuxco y los demás pueblos, dixeron al rrey Ahuitzotl
Y caminando por los caminos, en dondequiera que llegauan les salían a rresçibir con muchas flores, rrosas, perfumaderos muy galanos, muchos géneros de comidas para todos los prençipales y capitanes, muchos buhiyos enrramados de rrosa, flores, esto en todos los pueblos de los caminos, según que entre ellos era uso y costumbre, hasta llegar a la gran çiudad de Mexico Tenuchtitlam. Llegado, con la homrra que otras bezes les salían a rresçibir prençipales, biexos y saçerdotes del templo y templos. Se subió a lo alto del templo de Huitzilopochtli, tomó un ancho y agudo güeso de tiguere y comengó ante el Huitzilopochtli a hazerle sacrifiçio de su propia persona y sangre de las orexas, braços, espinillas, haziendo grandes rreuerençias, besando y comiendo tierra de los pies del ydolo o demonio, y luego le sahúma al demonio y acabado, le traen codornizes y degollándolos delante del ydolo, le rroçia con la sangre de ellos y con los otros codornizes salpica el templo
Otro día fallesçió el biexo Çihuacoatl teniendo de hedad mas de çiento y beinte años, y acabado de le çelebrar su
Obedeçeremos a lleuarla". Con esta rrespuesta que oyó, Ahuitzotl se ençendió en gran yra y coraxe y dixo: "¿Cómo se atreue el serranillo (milaacatontli) a
Acabado esto, dixo el Tzotzoma: "Quiero dar descanso a mi coraçón y ponerme