Capítulo 7 De la relación que dieron a Motecuçoma los mensajeros que bolvieron de los navíos Hecho lo que arriba es dicho, dieron la relación a Motecuçoma de todo lo que havían visto y oído, y dieron la relación de la comida que comían y de las armas que usavan, y de todo lo que les aconteció con los españoles. Oída Motecuçoma la relación que le dieron sus embaxadores, espantóse mucho y començó a temer. Maravillóse de la comida de los españoles y de oír negocio del artillería, especialmente de los truenos que quiebran las orejas y del hedor de la pólvora, que parece cosa infernal, y del fuego que echan por la boca, y del golpe de la pelota que desmenuza un árbol de golpe, y de la relación que le dieron de las armas muy fuertes que usavan, así ofensivas como defensivas, como son cosoletes, cotas, celadas, etc., espadas, ballestas, arcabuces, lanças, etc. También de la relación de los cavallos y de la grandeza de ellos, y cómo subían en ellos los españoles armados, que no se les parecían más de las cara, y de cómo tenían las caras blancas y los ojos garços, y los cabellos rosos y las barbas largas, y de cómo venían algunos negros entre ellos que tenían los cabellos crespos y prietos. También le dieron relación de lo que comían los españoles, y de los perros que traían, y de la manera que eran, y de la ferociadad que mostravan, y de la color que tenían. Oída esta relación, Motecuçoma espantóse y començó a temer y a desmayarse y a sentir angustia.
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Capítulo 7 De la manera que tenían en contar los años Los de México o los de esta Nueva España, en su infidelidad, solían contar los años por cierta rueda con cuatro señales o figuras, conforme a las cuatro partes del mundo, de manera que cada año se contava con la figura que era de cada una de las dichas cuatro partes. Los nombres que tuvieron puestos a las cuatro partes del mundo son éstos: uitzlampa, que es el mediodía o austro; tlapcopa, que es el oriente; mictlampa, que es el septentrión; cioatlampa, que es el occidente o poniente. Los nombres de las figuras dedicadas a las cuatro partes son éstos: tochtli, que es "conejo" y era dedicada a uitztlampa, que es mediodía o austro; ácatl, que es "caña", era dedicada al oriente; técpatl, que es "pedernal", dedicada a saptentrión; calli, que es "casa", dedicada al occidente o poniente. Ansí que el principio de los años era la figura de conejo, de esta manera: ce tochtli, "un conejo", y luego ume ácatl, que es "dos cañas", y luego ei técpatl, que es "tres pedernales", y luego naui calli, que es "cuatro casas"; y ansí se van multiplicando los números de cada nombre o figura hasta los treze. Y acabados cincuenta y dos años, tornava la cuenta a ce tochtli. Acatl, que es "la caña", figura dedicada era al oriente, que llamavan tlapcopa, id est tlauilcopa, casi "hazia la lumbre o al sol". Técpatl, que es "pedernal", figura era dedicada a mictlampa, casi "hazia el infierno", porque creían que a la parte de septentrión los difunctos se ivan, por lo cual en la supersticón que hazían a los difunctos cubiertos con las mantas y atados los cuerpos, hazíanlos assentar buelta la cara a septentrión o mictlampa. La cuarta figura era "la casa", y era dedicada para occidente o poniente, al cual llamavan cioatlampa, que es casi "hazia la casa de las mugeres", porque tenían opinión que en el poniente viven las mugeres difunctas, que son diosas; y en el oriente biven los hombres. Los hombres sanctos que biven en la casa del sol, desde el oriente le van haziendo fiesta al sol cada día que sale, hasta llegar al mediodía; las mugeres defunctas que llaman cioapipiltin, que las tienen por diosas, parten del occidente y vanle a recebir al mediodía, y llévanle con fiesta hasta el occidente. Ansí que cada una de las dichas cuatro figuras por la dicha orden, de treze en treze años, comiençan la cuenta de los años. Y todas las cuatro, multiplicándose, llegan al número trezeno, diciendo: ce tochtli, ume ácatl, ei técpatl, naui calli, 5 tochtli, 6 ácatl, 7 técpatl, 8 calli, etc., y con treze vezes cuatro concluyen los cincuenta y dos años. Acabados los cincuenta y dos años, según dicho es, tornava la cuenta otra vez a ce tochtli, que era figura a la parte de mediodía, que llamavan uitztlampa. Y cuando se bolvía el dicho ce tochtli, todos temían de la hambre, porque creían que era señal de grande hambre.
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Capítulo 70 Trata en este capítulo como llegaron los mensajeros que abían ydo a los otros seis pueblos de los enemigos con los prençipales de ellos a la solene coronaçión del rrey Ahuitzotl, y fiestas y sacrifiçios <que> se hizieron Llegados los mensajeros que abían ydo a Tecoac y Tliliuhquitepec, traían consigo a los prençipales de los d<ic>hos pueblos y llegaron a medianoche a la casa de Petlacalcatl (mayordomo mayor de Tenuchtitlan). Dixéronle: "Somos los mensajeros de los pueblos de Çacatlan y los demás pueblos". Dixo el mayordomo: "Seáis bien benidos. Quiero luego dar notiçia al rrey Ahuitzotl". Luego <que> lo <en>tendió Ahuitzotl, hízoles <en>trar y dixéronle la buena <en>baxada <que> hizieron, como traían consigo a los prençipales de los tres pueblos, Tecoac y Tliliuhquitepec y Çacatlan, a los quales les mandó a los mayordomos tubiesen espeçial cuenta y cuidado de ellos de dalles todo lo neçesario y rropas, comidas, muy abentaxadamente, flores, rrosas, perfumaderos. Otro día de noche llegaron los de Meztitlan, mensajeros que allá abían ydo y a Mechuacan y Yupitzinco, los quales dixeron como traían a los de Meztitlan solos. E otro día bino el mensajero <que> fue a Mechuacan: como llegaron a Mechuacan y las cariçias <que> les hizo el rrey Camacoyahuac y como para el cumplimiento benían sus prençipales, de que se holgó mucho dello Ahuizotl, rrey, y dixo a Çihuacoatli: "Ya no aguardamos más de un pueblo". Mandó luego <que> les diesen de comer muy abentaxadamente a los prençipales de Mechuacan. E luego otro día llegaron los mensajeros de Yupitzinco y fueron derechos a casa de Petlacalcatl como estaua d<ic>ho y mandado al prinçipio, y traían consigo a los de Yupitzinco y como llegaron a medianoche, luego a la ora lo fueron a hazer sauer Ahuitzotl y a su tío Çihuacoatl Tlacaeleltzin. Otro día que amanesçió mandó al 93v al mayordomo rreal (Petlacalcatl) diese todo lo nesçesario a los de Yupitzinco y a todos los demás, a causa <que> heran enemigos era bien hazerles mucha onrra. Y los unos ni los otros no sabían si estauan en el ymperio mexicano, <que> <e>stauan muy ocultos, ni nengún mexicano lo sabía, saluo los mensajeros y los mayordomos, según la pena de muerte tenían si se supiesem. E otro día el rrey Ahuitzotl <en>bió a llamar al biexo Çihuacoatl y llegado ante él, hecho su salua, díxole: "Señor y padre mío, ya me paresçe <que> son llegados a todos los que aguardáuarnos". Hizo llamar a todos los mensajeros prençipales mexicanos, díxoles que cada uno explicase su <en>baxada del rresçibimiento y boluntad con que fueron rresçibidos <en> las partes, lugares, pueblos, señores, y así, por escusar prolixidades, uno a uno rrelataron cada uno su <en>baxada, casi conformados <en> la buena boluntad y obedeçimiento de tan alto rrey, binieron <en> sus nombres sus prençipales más priuados, los quales estauan ocultos <en> las casas de los mayordomos de la corte mexicana, de que quedaron el rrey Ahuitzotl y Çihuacoatl muy contentos. Mandó el rrey Ahuitzotl dar y hazer merçedes a los mexicanos mensajeros, y explicando los <que> heran al llamamiento de Huexotzinco, Cholulan, Tlaxcalam, Tecoac, Tliliuhquitepec, Çacatlam, Meztitlan, Mechuacan: "De todos estos pueblos y señores bienen, y truximos sus más priuados prençipales a la solenne fiesta del tetzahuitl Huitzilopochtli, Moyucuya, Titlacahuan (El de su albedrío, <que> Somos sus esclauos)". Y Ahuitzotl preguntaua por estenso de la calidad de sus personas, casas, templos, puliçía, bailes, danças, usos, maneras de comer, y más se estrañó <en> sauer que las mugeres de los prençipales dauam de comer y seruían a los mexicanos, y las maneras del beuer cacao como allí se daua y hera de su cosecha, géneros diuersos de rrosas, flores, que abentaxa a los pueblos de Cuernabaca, Guaxtepec, y las maneras y géneros de frutas, de que holgó mucho Ahuitzotl de sauer y <en>tender los usos, maneras tan diferentes. Finalmente, muy largos en las merçedes <que> les dieron. Dixo Çihuacoatl a los mensajeros la grandeza y ardid <que> tubieron de <en>trar tan lexanas tierras, que aquello era obligaçión obligatoria en quanto al obedeçimiento de la cabeça del ymperio, prençipalmente Huitzilopochtli, y a su rrey y señor Ahuitzotl, que lo propio hizieron a<n>tes de las conquistas los antiguos mexicanos sus padres y antepasados en los pueblos de Azcapuçalco y Cuyuacan, Xochimilco, Chalco, Cuetlaxtlan, <que> bieron otras semexantes y espantosas cosas <en>tre ellos. Y así, con esto, les mandaron dar de bestir a ellos y a sus mugeres y hijos por su trabaxo. E salidos los mensajeros mexicanos, quedan tratando Ahuitzotl y Çihuacoatl como los rreyes pasados "nenguno tubo tanta bentura como agora boz, que <en> boz se bino acabar la labor del alto templo y a buestro llamamiento benir tantos enemigos de tantos pueblos y para la çelebraçión de esta honrra y fiesta del tetzahuitl Huitzilopochtli y coronaçión y labatorio u<uest>ro, tanta sunma de catiuos de diuersos pueblos, catiuos que an ofresçido para esta fiesta. Querría <que> se pusiesen el día en quatro partes yguales: <en> la parte <que> sale el sol una cuarta parte, otra quarta parte al poniente, 94r y de norte a sur otras dos partes, que fuesen de uno <en> uno ofresçidos al dios; y, pues ay muchos, que durase los quatro días, y en todos ellos muchas franquezas, merçedes a todos los señores y prençipales de todos los pueblos, en espeçial a los nueue pueblos de n<uest>ros enemigos; y estén muy frontero de los miradores, y al cabo el grande y solenne areito (mitote) general para concluir esta onrra y fiesta". Dixo el rrey Ahuitzotl: "Señor, de la manera que tenéis d<ic>ho y ordenado ansí de haga, para <que> bean los de Huexoçingo, Cholula y Tlaxcala y todos los demás pueblos y enemigos n<uest>ros". Acabado esto, llaman a Petlacalcatl (mayordomo mayor), díxole: "Mirá <que> mañana es la fiesta. Estaréis con todos u<uest>ros tributos de rropa el primero, para dar a todos los prençipales y señores, y luego berná, acabado bos, el mayordomo de Chinantla y luego el de Coayxtlahuacan, luego el de Tuchpanecatl y luego el de Tuchtepec, luego el de Tziuhcoacatl y el de Tlatlauhquitepec y luego el de Tepeacac y luego el de Piaztlan, luego el de Tlaapan y Tlalcoçauhtitlam y el de Chiauhtla y el de Cohuixco, Tepecuacuilcatl, Teotliztacan, y Nochtepec, Tzacualpan, Cuauhnahuac, Yauhtepec, Guaxtepec, Yacapichtl, Matlatzinco y Xocotitlam, Xilotepec, Atucpan, Xochimilco, con todos los chinanpanecas, eçeto los de Azcapuçalco, Cuyuacan, Chalco, Cuauhtitlan, con todos los otros traseros, <que> serán los postreros". El tributo de Cuetlaxtlan hera para el ornato de prençipales: beçoleras de esmeraldas, orexeras de oro, frentaleras de papel, que así le nonbran, dorado, teocuitla yxcuaamatl (bandas anchas doradas), collarejos de las gargantas de los pies para señores (yoxipepetlactli), trançaderas de cauello con plumería rrica, trançadera de abes, de águila la plumería, trançaderas de abes doradas <que> llaman çacuantlalpiloni, beçoleras de oro senzillo, beçoleras berdes de piedras rricas, beçoleras de cristal, otras beçoleras de piedras de diferentes maneras, amoxqueadores de pluma muy rrica con las lunas de en medio de oro, cueros de tigueres muy bien adouados, y leones, louos, onças, mucho género de mantas muy rricas de muchas y diuersas colores labradas y mucha sunma de pañetes labrados de ynfinitas maneras de labores y colores y en ellas puestos y labrados la figura de los dioses, como es Xochiquetzal y Quetzalcoatl y Piltzinteuctli, estos para los señores y prençipales más altos que los otros; y luego mantas largas delgadas de a beinte braças de largas y de a diez braças y de a ocho y de a quatro y de a dos braças, y las mantas de todo género de labores diferentes, a las marauillas galanas; y naguas muy rricas para las mugeres de los señores, hueipiles, y las naguas, <que> las nonbran chiconcueitl y tetenacacocueitl, hueipiles <que> llaman y nonbran xoxoloyo y maipiloyo, y otros labrados de ynfinitas labores, que es lo que acostumbran a hazer y traer las mugeres de señores y de prençipales y no las maçehuales como agora usan tan comúnmente en general, que era con graues penas la que se quería abentaxar a traerlo, y lo consiguiente los honbres que eran comunes y llanos no traían puestas mantas labradas sino blanca o de nequén, ni traía cotaras ni pañete (maxtlatl) de lienço sino de nequén, so graues penas, saluo que aunque 94v aunque fuese mançebo y ubiese ydo a guerras y alcançado bitoria, ubiese hecho presa de cautiuo, a estos tales nada les hera prohibido, a<n>tes entrauan en el palaçio y aconpañauan al rrey y a sus prençipales y capitanes. E luego estaua a punto todo lo demás de tributos, como eran cargas de cacao y teonacaztli, que agora llaman hueinacaztli, piñas, maçorcas de cacao, fardos de algodón y de chile, pepita, xarros de miel de abexas, tecomates, xícaras, todo lo qual manifestaron los mayordomos para las merçedes de los estrangeros benedizos y en espeçial para los enemigos, y para los sahumerios mucho copal blanco, colores de colorado, azul, berde para pinturas de perfumaderos y paredes, y papel blanco para el sacrifiçio, y nabanjas agudas para degollar y abrir a los ofresçidos a muerte. Estauan apartados los pellexos y cueros pequeños de las abes y pájaros muertos, la cosa más preçiada <en>tre los prençipales, <que> heran xiuhtototl y tzinitzcan, tlauhquechol, çacuan, tuztli, pilihuitl, chamolli, cuauhyhuitl, cuauhtlachcayotl, que no se le pueden declarar a la significaçión e ymitaçión de que pueden ser conparados sino a los páxaros comunes de agora, que son tlauhtototl, que es un páxaro encarnado que es mayor <que> los que llaman cardenales, y elototl, azul como una fina seda, el tlauhquechol y tzinitzcan del tamaño de un gorrión, tan rresplandeçiente como los <que> llaman quetzalhuitzitzil, sinzones <en> lengua castellana y tarasca. Todo esto dedicado al serbiçio y personaje de el tetzahuitl Huitzilopochtli.
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Capítulo 72 Trata en este capítulo las grandes crueldades de tanta gente que mataron los rreyes y los saçerdotes del templo, presente el Huitzilopochtli, ydolo de piedra; y, acabadas las crueldades, corónase el rrey y acaban con grande alegría de todos las crueldades ynnumanas contra los ynoçentes Lebantados de mañana, estaua el çerro todo de arriba abaxo todo enrramado y de muchas rrosas y flores, de todo género de rrosas, los trezientos y sesenta escalones con que subían a lo alto del templo de Huitzilopochtli. Subido Ahuitzotl, se puso frontero del ydolo. Ya se a dicho otras bezes este templo estaua puesto y çerro adonde fueron las casas de Alonso de Abila y Don Luis de Castilla hasta las casas de A<n>tonio de la Mota. En cuadra estaua mirando el ydolo a la parte del sur, <que> llaman los yndios mictlampa, mirando hazia el Marquesado. Y las gentes por las plaças, açoteas, que paresçían moxcas sobre la miel y llegauan las gentes, mirando a los que abían de sacrificar, desde Huitzilopochco hasta el çerro que agora de N<uest>ra Señora de Guadalupe y desde la Güerta del Marqués del Balleü hasta la çiudad, <que> se abrían juntado de gentes más de seis u ocho millones, por ser cosa que jamás se bido ni se berá y de tanta crueldad. Subido Ahuitzotl en la piedra del degolladero, paróze luego allí. Luego se puso en el brasero Çihuacoatl con su nabaxón <en> la mano derecha y el rrey Neçahualcoyutl o Neçahualpilli se subió ençima de la piedra <que> llaman Yupico, y el rrey Totoquihuaztli subió <en>çima de la piedra <que> <e>stá frontero del Huitznahuac, con sus nabajones todos quatro, y tras ellos subieron y los saçerdotes subieron todos los que traían figuras de los dioses con sus nabaxones. Se partieron 96v en dos partes. El que tomó la figura de Huitzilopochtli se subiló <en> su açotea y alto de el templo, y Tlalocateuctli y Quetzalcoatl y Opochtli e Ytzpapalotl, estos an de ayudar al rrey Ahuitzotl, que an de degollar con él y abrir cuerpos todo juntos, y el llamado Apanteuctli y el Çactlamatzin y Tonçi e Yzquitecatl y Chicnauhecatl an de ayudar a degollar con el Çihuacoatl, que an de estar en el cuauhxicalco, y los que an de ayudar a Neçahualpilli en Yupico es el uno Yuhualahua, y al Totoquihuaztli le a<n> de ayudar Coatlycuec ençima del Huitznahuac del tenplo. Y allá amaneçe, no amaneçe, estando cada uno <en> sus lugares, o mataderos, a mejor dezir, los saçerdotes comiençan de tocar las cornetas, <que> son, como es d<ic>ho, el tecçiztli, un caracol grande o bozina de hueso blanco, que atemorizaua las carnes al <que> lo oya, y golpean juntamente el teponaztli y el atanbor grande <que> llamam tlalpanhuehuetl, y las sonajas (ayacachtli) y golpean el hueso de la tortuga <que> llaman ayotl, y los cuernos de benados aserrados como dientes de perro que dizen chicahuaztli, y esto <en> todos los templos adonde an de degollar. Y estauan los degolladores que estauan <en> las partes de los barrios que llaman Coatlan, Tzonmolco, Apanteuctlan, Yupiico, Molloco, Chililico, Xochicalco, Huitznahuac, Tlamatzinco, Natenpan, Tezcacoac, Yzquitlan, Tecpantzinco, Cuauhquiahuac, Acatlyacapan. Y <en> saliendo <que> salió el sol, comiençan de <en>bixar a los que abían de morir con albayalde (tiçatl) y enplumalles las cabeças y, hechos esto, los suben <en> los altos de los templos y primero en el de Huitzilopochtli y mapan man? los que están dedicados a sus manos. Y los quatro <que> an de acarrear a los miserables condenados estauan <en>bixados de negro, ahumados, prietos, <en>bixados de almagro pies y manos, paresçían a los mesmos demonios, <que> solo la bista de ellos estauan a los que los mirauan. Estaua parado el Ahuitzotl, rrey, ençima del tuchcatl, una piedra figurada una figura <que> <e>staua y tenía torçida la cabeça, y <en> sus espaldas estaua parado el rrey y a los pies del rrey degollauan. Arrebatan los tiznados como diablos de los coxedores a uno y <en>tre quatro de ellos tiéndenle boquiarriba estirándolo todos quatro. Llegado el Ahuitzotl, come tierra del suelo, como dezir umillaçión al diablo, con su dedo de enmedio y luego mira a quatro partes del mundo, de oriente a poniente, de norte a sur, el nabaxón <en> la mano, tirando rreziamente los quatro demonios, le mete el nabaxón por el coraçón y, abierto, le ba rronpiendo hasta <que> be el coraçón del miserable penitente, y le saca el coraçón <en> un ymprouiso, lo <en>seña a las quatro partes del mundo, que es el mayor y más abominable crueldad y peccado que se puede cometer a la magestad ymmensa de XesuX<rist>o, y luego el Ahuitzotl otro tanto con otro coraçón, una mano casi saltando el coraçón <en> las manos, y luego los coraçones les ban dando a los tlamacazque, saçerdotes, y como se les ban dando coraçones, ellos a todo correr ban hechando en el aguxero de la piedra <que> llaman cuauhxicalli, que está aguxerado una bara en rredondo, que oy día esta piedra del demonio <en>frente de la Iglesia Mayor, y los saçerdotes tanbién, <en> tomando el coraçón <en> las manos, de la sangre <que> ba<n> goteando ban salpicando las quatro partes del mundo. Y abiendo muerto y degollado a muchos miserables, el rrey, por que no se enfríe la sangre, descansa el rrey Ahuitzotl y toma luego el nabaxón del rrey el de la figura de Hui, 97r el que abía tomado la figura de Huitzilopochtli, <que> hera uno de los saçerdotes. Comiença luego a degollar y abrir cuerpos umanos y sacar coraçones, con tanta crueldad ynhumana. Y estando cansado asimismo el de la figura de Huitzilopochtli, tomó luego otro el nabaxón de Tlaloc, y haziendo la cruel carniçería o <en> cansándose este, bino luego Quetzalcoatl; éste degolló y abrió más cuerpos <que> los otros por ser mançebo dispuesto, menbrudo. Y todos los coraçones yban echando en el chalchiuhxicalco. Cansado éste, tomó luego el nabaxón el Opochtli, saçerdote. Y estos eran los que ayudauan al rrey Ahuitzotl. Y los que ayudauan a Çihuacoatl eran çinco, y por no cansar al letor ni escreuir tantas y tan crueles abominables diabluras hechas y guiadas del mismo diablo Satanás, enemigo del género umano. Cansado Neçahualpilli, tomó el nabaxón otro llamado Mixcuahuac y luego otro llamado Yuhualahua y luego otro Totonquihuaztli. De este ydolo Orneteuctli y su templo estaua el rrey Totoquihuaztli, y así, por su orden, como los otros rreyes. <En> cansándose, luego benía uno de los saçerdotes y començaba a hazer carniçería a corderos ynoçentes. Y estaua ya el templo, açotea y frontera de su altar de Huitzilopochtli que corría la sangre de los ynoçentes que paresçía dos fuentesillas de agua, todo tinto <en> sangre, que Ahuitzotl y Neçahualpilli y Totoquihuaztli y el demonio berdadero, Çihuacoatl, <que> todas estas ynbençiones y crueldades ordenaua, tenían los braços y pechos, piernas, rrostros tintos <en> sangre, que paresçe <que> <e>stauan bestidos de grana, y lo propio estauan todos los templos de Coatlan y Tzonmolco, Tezcacoac y Molloco y Naapateuctli y Tlamatzinco y Tecpantzinco e Yzquitlan y Cuauhquiahuac, la gran plaça Suchicalco y Tecpantzinco y Acatlyacapan, <que> todas estas casas y templos estauan coloradas de la sangre que <en> las paredes tenían, después de les auer a los ydolos untado los labios o las bocas de sangre y las manos luego todas las paredes, que el templo de las monjas <que> llaman çihuateocalli lo propio estaua tinto <en> sangre. Estas monjas llamauan çihuatlamaçeuhque. Eran como treinta de ellas o quarenta moças de buena edad de quinze a beinte años. Serbían <que> se leuantauan después de medianoche todas y con sus escobas barrían el templo de Huitzilopuchtli y todas las gradas hasta abaxo y las rregauan, luego yban a hazer oraçión o umillaçión al Huitzilopochtli, suplicándole les diese un conmodo de serbirle o casarse honrradamente. Y ayunaban a pan y agua cada quatro días por espaçio de un año. Cumplido el año, el saçerdote mayoral miraua el rreportorio del día que cunplió su año de 360 días y el planeta o dios que rreynaua aquel día y semana, por él bía y declaraua de tener bentura de casar con un prençipal rrico, baleroso o capitán o soldado o mercader tratante o labrador, o ser desdichada, <que> todas eran ynbençiones sacadas del demonio, nada berdadero. Tornando a n<uest>ra ystoria de la carniçería y crueldad de los rreyes, que duró las muertes y cruel carniçería quatro días naturales, estaua ya hediendo la sangre y los coraçones de los muertos porque los cuerpos y tripas lleuauan luego a hechar en medio de la laguna mexicana detrás de un peñol <que> llaman Tepetzinco, y hecháuanlos en un ojo de agua que corre por debaxo de las 97v benas y entrañas de la tierra, que llaman Pantitlam, que oy día está y paresçe y está a la rredonda estacado de estacas muy gruesas, que allí echauan, quando abía hanbre o no llouía, los nasçidos <que> llaman blancos, que de blancos no been, y a las personas que tenían señales, como dezir cabeça partida o dos cabeças, que a estos llamauan y llaman oy día los naturales tlacaystalli y ontecuezcomayo, porque las cabeças de estos cuerpos ynoçentes las plantauan <en> las paredes del templo de Huitzilopochtli, <en> las tres paredes de dentro. Y quando Don Fernando Cortés, capitán, bino a la conquista de esta Nueua España afirman dos soldados de aquel tiempo aber contado sesenta y dos mill calabernas de sacrificados yndios, de que se quedó admirado y espantado el capitán Don Fernando Cortés. Boluiendo, pues, a n<uest>ro propósito, estaua la çiudad hediendo de la sangre y muertos y cabeças de los yndios de tziuhcoacas y tamapachcas y tuçapanecas. Y los conbidados enemigos, que eran los de Huexoçingo, Cholula, Tlaxcala, tecoacas, tliliuhquitepecas, Meztitlan y los de Mechuacan, Yopitzinco, <que> heran de nueue pueblos, estauan en el mejor miradero de todos, que estauan <en> lo alto del templo de çihuatecpan, muy escondidos y en muy gran secreto todos los quatro días. A cabo de estos quatro días, dixo Çihuacoatl al rrey Ahuitzotl: "Ya, hijo y señor, an bisto n<uest>ros conbidados esta onrra de Huitzilopochtli. Es menester que, como enemigos n<uest>ros <que> son, se bayan y cuenten <en> sus tierras lo que an bisto. Démosles muy preçiadas rrodelas doradas, espadartes de pedernal y nabaxones muy fuertes, mantas muy rricas, a cada beinte bestidos, cada bestido con su beçolera de oro y de esmeraldas y de otras piedras muy rricas, de ánbar claro, de cristal y de otras azules y berdes, con cada beinte trançaderas doradas, con plumería de abes pequeñas rricas, cotaras, pañetes (maxtlatl), que cosa no les falte, y matalotaxe. Y báyanlos a dexar hasta sus términos y lleuen <en> las manos sendos amoxqueadores de pluma muy rrica y debisas, braçeletes con mucha plumería". Dixo Ahuitzotl, rrey, <que> fuese mucho de norabuena. Y dado abiso de ello al mayordomo mayor (Petlacalcatl), traídolo todo ante ellos, fueron personalmente el Ahuitzotl y Çihuacoatl al palaçio y templo de çihuatecpan y, hecha el Çihuacoatl a ellos todos una larga y prolixa oraçión, a los enemigos conbidados, les dan a cada uno conforme está d<ic>ho, a cada beinte pares de bestidos <en>teros con todo lo demás d<ic>ho de que los prençipales más abentajados de Huexoçingo, Cholula, Tlaxcalan y Mechuacan, hecho el agradesçimiento, se despidieron, y les dieron a cada diez mexicanos, los pusiesen hasta la rraya de sus términos y tierras. Otro día, después de auer despachado a los forasteros enemigos, hizieron llamar a todos los prençipales mexicanos capitanes y el Ahuitzotl y Çihuacoatl de su mano dio rrodelas, espadartes, diuisas, mantas rricas, braçeletes, beçoleras, orejeras, cotaras doradas y mantas de todas maneras. Acabado los prençipales, ban luego los cuachic y luego los segundos ditados otomis y luego los biexos cuauhhuehuetque y tequihuaques. Acabados estos, se mandaron rrenouar las paredes del tzompanctli, adonde estauan puestas las cabeças de los muertos en los 98r templos adonde fueron muertos los miserables yndios sin culpa, sólo por el contento que de ello rresçibía el Huitzilopochtli y lleuar almas al ynfierno. Y los dos rreyes, el de Aculhuacan y el de tepanecas, que quedaron a la postre, les començaron a dar bestidos, rrodelas doradas y en medio con medias lunas de oro y piedras de gran balor, mucha y muy rrica plumería, braçeletes de oro esmaltadas, cubiertas de esmeraldas, alrrededor bandas doradas (matemecatl), trançaderas de cuero doradas y <en> los ñudos piedras de mucho balor, beçoleras de oro fino y de piedras muy rricas, orejeras de oro y de piedras rricas. <En> las gargantas de los pies les pusieron cueros dorados con mucha pedrería, cotaras doradas, pañetes, <en> los cabos como caxcabeles de oro fino, frentaleras cubiertas de piedras preçiosas a a<n>bos a dos rreyes. Acabados de adornar sus personas, les dan muchas graçias de muy largas oraçiones prolixas, que su prolixidad no atañen a esta obra. Después de esto dixo Ahuitzotl a Çihuaco: "Señor y padre mío, pobres de los mayordomos, alcançen parte de esta fiesta y de estas merçedes". Y así, luego, por mandado de Çihuacoatl, fueron benidos a<n>te él todos y uno a uno les fueron dando tanto y tan cumplido como a los que más, de todo género de cosas, todo a cumplimiento <en>tero de un rrey, <que> fue franqueza grande de Ahuitzotl y Çihuacoatl. Solos abían quedado los saçerdotes de los templos y, llamados por Ahuitzotl, después de les aber hecho Çihuacoatl parlamento, les dieron rropas de mucha estima y balor, saluo rrodelas y espadartes, y para ellos hizo llamar Ahuitzotl a todos los mayordomos les hizo traer a cada çinco cargas de muy rricas mantas, <que> se trujeron para ellos dozientas cargas de todo género de mantas rricas, naguas, hueipiles. Acabados los çaçerdotes, hizo llamar a los mayorales de los barrios, <que> truxesen consigo los balerosos mançebos <que> hizieron presa <en> la guerra de Meztitlan, y asimismo fueron dados rrodelas, espadartes, rropas, no de tanto balor como a los prençipales, sino comunes. Y con esto se acabó la fiesta con baile, areito (y mitote).
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Capítulo 73 Trata en este capítulo como el rrey Ahuitzotl y Çihuacoatl <en>biaron a los pueblos de Teloloapan a ber y tantear y <en>tender dellos estar soalçados y no querer rreconosçer a rrey nenguno, y como hizieron gente para ellos Acabadas las fiestas de la coronaçión de Ahuitzotl, rrey de Mexico, dixo un día Çihuacoatl a Ahuitzotl: "Señor, ya sabéis y <en>tendéis que los que adornan y rresplandeçen esta gran çiudad es los ofiçiales de obras mecanicas, como son plateros, canteros, albañís, pescadores, petateros, loçeros, plateros y lapidarios, cortadores de las piedras finas, y en espeçial los tratantes, harrieros y mercaderes, y éstos estimó muy mucho mi buen hermano Monteçuma Ylhuicamina, rrey <que> fue de Mexico, que para beer los Pueblos y beer y <en>tender de la calidad y trato de gentes, primero los ynbiaua a sus tratos y grangerías. Agora, señor, están muy çerrados los pueblos de Teloloapan. Será bien que <en>biemos a beer qué hazen, como no quisieron benir a n<uest>ra fiesta. Están muy sobre sí, que no rreconosçen a señor nenguno". Oydo, Ahuitzotl dixo: "Sea mucho de norabuena. <En>biemos a personas pláticas y <en>tendidas a ello". Y así, fueron quatro prençipales y ocho yndios con ellos a manera de mercaderes. Y llegando 98v a los términos y pueblo de Teticpac, salieron a ellos los de Teticpac, dixéronles: "Señores, ¿a dónde bais? ¿Quién soys bosotros?" Rrespondieron los mexicanos: "Somos tratantes. Bamos a Teloloapan". Dixeron los de Teticpac: "Pues, señores, bolueos, que están çerrados, que no quieren tener por bezinos a nadie ni beer ni rreconosçer señor nenguno". Dixeron los mexicanos: "Todabía queremos beer si podemos <en>trar"; y así, fueron. Y el camino grande y ancho que solía ser lo çerraron con hoyancos, maderos gruesos atrauesados, mucho magué seco y espinos, que no hallauan adónde ni por dónde <en>trar. Y con esto, se boluieron los mexicanos a Mexico y cuéntanles a Ahuitzotl y a Çihuacoatl lo que pasaua. Dixo Çihuacoatl: "Daxaldos por agora. Quiçás boluerán sobre sí y rreconosçerám lo que abían profesado quando la guerra de Toluca. Bamos agora a hazer merçedes a estos tratantes que están en esta çiudad y ofiçiales, pues, como bemos, por momentos los emos menester". Y ansí, llamaron a Petlacalcatl (mayordomo) <que> trujesen él y todos sus conpañeros, demás mayordomos, truxesen toda la rropa rrestante que abía quedado y, traídolo todo ante ellos, llamó a Cuauhnochtli y a Tlilancalqui e les dixo: "Tomad todas esas rropas y <en>tre todos esos ofiçiales que ante nosotros an benido a n<uest>ro llamamiento, que uno ni nenguno quede y, acabados de dar, hazeldes largo y solenne parlamento y graçias de n<uest>ra parte, conforme al <en>tendimiento, y abilidad u<uest>ra". Y hecho esto, quedando toda la çiudad muy contentos, dándoles graçias a los señores y rrey Ahuitzotl y a Çihuacoatl. Acabado esto, habla Çihuacoatl al rrey Ahuitzotl sobre <que> se dé abiso a los dos rreyes y a todos los comarcanos uezinos, bengan a oyr lo que será de esta guerra contra los rrebeldes de Teloloapan. Y así, fueron quatro prençipales mexicanos a ser <en>baxadores a todas partes y a los demás lexos pueblos fueron otros seis Prençipales a estos llamamientos. Llegados a Tezcuco ante el rrey Neçahualpilli, oyda la <en>baxada, rrespondió <que> fuese mucho de norabuena, que llamaría y aperçibiría a toda su gentes con toda la breuedad posible. Lo propio dixo el rrey de tepanecas, Totoquihuaztli. Bueltos los mensajeros a Ahuitzotl y a Çihuacoatl, esplicadas las enbaxadas <que> lleuaron del aperçibimiento y presteza, llegaron los demás prençipales <que> fueron con estas <en>baxadas de Culhuacan, Cuitlahuac, Mizquic, Chalco y los chicnauhtecas, Yztapalapam, Mexicaçingo, Huitzilopochco, Cuernabaca, Guaxtepec, Yauhtepec y Acapichtlan y los de los pueblos abaxo <que> llaman Coayxtlahuacan y todos los otros hasta Tulançingo, Meztitlan y los de las sierras de Toluca, Malinalco y montes de Xiquipilco. Bueltos, dizen con la breuedad y presteza serán en un campo ayuntados por los caminos de Malinalco, aguardando el exérçito, mexicano. Con las cuales rrespuestas fueron estos rreyes Ahuitzotl y Çihuacoatl contentos, e dixo Ahuitzotl a un capitán mexicano que començasen a marchar el campo de los estranjeros e que les aguardasen <en> la parte <que> llaman Nochtepec, e a los mexicanos les mandaron que ninguno saliese de la çiudad si no fuese muy bien adereçado y cumplido de armas, espadarte fuerte de pedernal o nabanja y rro 99r rrodela, cota de ychcahuipill, caxco de ychcahuipilli, porra buena colgada <en> la çinta, dos pares de cotaras. Luego otro día al alua, se leuantan los <que> llaman achcacauhtin, mayorales y maestros, hazen juntar como escuelas en cada un barrio <que> llaman telpochcalli, y esaminados todos los mançebos escoxidos y muchos mançebos que no abían ydo, de uer tan luzido campo armados según aquellos tiempos usança, y ban con los otros y les lleuauan el matalotaxe y armas por beer la manera de la batalla, para ellos en otra ocasión estar <en>terado del ánimo, coraxe, destreza, ardides, sotilezas en el arte militar. E luego otro día, de gran mañana, començó a marchar el campo mexicano y llegados a Teticpac, en Nuchtepec, sosegaron allí aguardando a todos los demás gentes <que> benían. Llegados todos los pueblos y capitanes a Teticpac, llegó a la postre Monteçuma o su sobrino <en> su lugar, Ahuitzotl, con todos los prençipales mexicanos capitanes y cuachic y otomi, tequihuaques conquistadores. Llegado Ahuitzotl a Teticpac, dixo al capitán Cuauhnochtli: "Dezildes a los dos rreyes Neçahualpilli y Totoquihuaztli que a ellos les caue de linpiar y hazer camino de aquí a donde bamos". Rrespondieron los dos capitanes, dixeron <que> los dos rreyes no binieron por ser biexos, sino sus capitanes y gentes. Dixo Ahuitzotl: "Pues a esos sus generales se les notificad <que> luego lo pongan por obra". Luego que en prezençia del rrey Ahuitzotl binieron los prençipales de Aculhuacan y su general y los de tepanecas, les començó a rreñir y amenazar que no abía de ser ya audiençia ni cabildo la cabeçera de Tezcuco ni Tacuba, que los daría por presos <en> sus casas y pueblos e que no abían de ser señores ni rreuerençiados e les quitaría sus rregalos <que> les dauan de rrosas y perfumaderos. Y con esto, le dieron los de Aculhuacan y Tacuba muchas graçias, rrogándole perdonase a los dos rreyes. Y mandó luego Ahuitzotl a Tlacochcalcatl que dixese al general de Aculhuacan y Tacuba que mandase escoxer la gente que conbenía para <que> fuesen a ber y tantear las <en>tradas, salidas y por dónde les ofenderían a los enemigos. Oydo esto, fueron escoxidos dozientos honbres con sendos capitanes armados y a medianoche partieron con la luna, <en>traron por los montes, e díxoles el general mexicano: "Bais a sólo a beer a Teloloapan". Dixeron los soldados de Tezcuco: "Tanbién sabemos los sujetos çercanos a él, <que> son Oztoman y Alahuiztlan, y estos son pueblos muy grandes y de mucha gente <en> cada uno de ellos". Tornaron a rreplicar los otros que adelante fueron <que> bieron, con el de Teloloapan, tres pueblos muy grandes con un solo camino ancho en cada uno de ellos. E con este abiso mandó aperçibir Ahuitzotl a todos los capitanes de todos los pueblos, <que> luego fuesen amanesçer <en> las cazerías de Teloloapan, que estubiesen a punto. Y ansí, como fue después de medianoche, tocando la bozina de caracol o concha tecçiztli, luego llamaron al arma, començaron de caminar a la sorda por los caminos y sendas que abían hecho y labrado. Llegados, estando ya çerca, después de les aber hecho largos parlamentos quitándoles todo temor, poniéndoles delante la bitoria, dexante trauajos, hanbres, nesçesidad que <en> sus casas pasan y poniéndoles delante la gran ganançia 99v que les rredundaría con la bitoria y de ser tenidos y alcançar del rrey tributos, sentarse en el palaçio con los grandes. Y así, luego començáronlos a poner los más esforçados y balientes moços y <en>tremeter <en>tre tres o quatro nuebos soldados un cuachic, un otomi, porque si cayese el nouel en manos de algún enemigo baliente, tomase la enpresa el tal cuachic, otomi teuctli. Y puestos en orden, armado el rrey Ahuitzotl, tomó su debisa berde con plumería y <en>sima de la diuisa su señal y arma, un atanborçillo dorado, mandó al campo de Aculhuacan tomase el un camino algo apartado y otro el de Tlalhuacapan Totoquihuaztli, "y los mexicanos tengo de lleuar con delantera y comigo, segundos, los de Chalca y luego tras dellos otros ya d<ic>hos, los de las tierras de Coayxtlahuacan y montañeses tuluqueños, todos por su orden, unos en pos de otros, muy bien ordenados y <en>tretexidos los fuertes soldados, de cada un pueblo su orden".
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Capítulo 74 Trata como fueron bençidos y muertos los de Teloloapan y binieron a la obidiençia y basallaxe de la corona del ymperio mexicano En biendo que bieron el campo mexicano los de Teloloapan alçaron un alarido y bozería diziendo: "¡Mueran estos mexicanos!", y los mexicanos, como yban muy de sobreabiso, no acometieron tan de rrezio, porque no se subiesen a los çerros, haziendo que couardauan y, como llegaron los demás canpos <que> benían apartados del campo mexicano, coxiéronles las espaldas, y danles tanta priesa y tanta grita que subía la bozería al çielo, apellidando: ¡Mexico, Mexico!, ¡Chalco, Chalco!, ¡Aculhuacan!, ¡Tacuba!, conforme el pueblo <que> hera; y tanta priesa les dieron que yban matando, hiriendo y no prendían a nadie, y los capitanes mexicanos les dauan tantas bozes a los pueblos de Tezcuco, Tacuba, Suchimilco <que> corriesen con gram priesa, llegan con tan gran rruydo <que> hera espanto, y corrían los arroyos pequeños de sangre y cuerpos muertos, <que> los traseros los yban pisando y rresbalando <en> la sangre de los miserables de Teloloapan. Y los prençipales de ellos desde un çerrillo agrio dan bozes pidiendo misericordia, diziendo: "Señores mexicanos, çesen ya las muertes, que nos sometemos al ymperio mexicano, que en estas tierras se haze el cacao y miel, algodón, mantas, chile, pepita, todo género de fruta, que es todos estos pueblos rrosales y huertas, y lo que nos mandardes daremos". E díxoles Ahuitzotl: "¿Prometéis de guardar y cunplir lo que abéis d<ic>ho y prometido?" Tornaron a rreplicar que sin eçeder un punto lo guardarán y cunplirán. Haze luego audiençia y acuerdo Ahuitzotl con todos los capitanes mexicanos sobre ello y, abidos su acuerdo, manda çesar el conbate <en>tre todos los capitanes e luego se entran en el pueblo los prençipales y capitanes en el palaçio de ellos. Bienen luego los yndios de Teloloapan y danles de comer cunplidamente y preséntanles maçorcas de cacao, frutas de todo género y cantarillos de miell de abexas. Comiençan luego de benir fardos o cargas de cacao, mantas, papel y mantas de a quatro braças muy rricas, pepita, chile <en> fardos, e dízenle a Ahuitzotl 100r Ahuitzotl, rrey, que el tributo de su cacao an de ser <en> cada un año quatroçientas cargas, "y lo emos de lleuar cargado a los palaçios de Mexico Tenuchtitlam, y diez cargas de muy finas mantas, çinco cargas de naguas rricas para mugeres, otras çinco cargas de hueipiles; y con esto serbiremos, pues otra cosa aquí no se haze y cría, ni más tratamos". Con esto fue Ahuitzotl contento y sosegáronlos y baxaron de las sierras las mugeres, biexos, niños. E preguntó Ahuitzotl a los de Teloloapan que quántos pueblos son los rrebeldes y alçados. Rrespondieron que el pueblo de los de Oztoman, que es grande, les abía persuadido alçarse, que no estauan lexos de ellos, y los de Alahuiztlan por lo consiguiente. Dixeron los de Teloloapan que pues era su padre y madre Mexico Tenuchtitlan que los quería lleuar y guiar, e mandóles Ahuitzotl que antes que de allí partiesen hiziesen matalotaje todo lo que más pudiesen. Y hecho esto y baxados todos los que estauam subidos <en> las sierras, que de el gran espanto de morir no abían osado de baxar a sus casas, e a terçero día, partieron de allí lleuando los de Teloloapan el matalotaxe: pinole con chile y ahuachpinolli, chilpinole, benado <en> barbacoa asado, biscocho. Comiençan de caminar, guiándolos los del pueblo de Teloloapan <en> todos los caminos que tenían donde <en>trauan y salían los de Oztoman. Llegados a bista del pueblo, se comiençan aperçibir y ordenar en sus rringleras y ordenanças, <en>tretexiendo los balerosos soldados con los bisoños para el ayuda y amparo de ellos. Dan pregón general que a fuego y sangre, que nenguno quedase a bida, ni muger ni criatura, y que la mitad por medio de los barones dexasen biuos para lleuar a Mexico y los demás todos muriesen; y por lo consiguiente y al tenor, a los de Alahuiztlam. Llegados, <en>bían a los de Teloloapan a dezirles <que> se biniesen de paz por escusar muertes de mugeres, niños, biexos, que con esto y darse por basallos los dexarían. Y como los de Oztoman bieron benir a los de teloloapanecas les dixeron que querían <que> se fuesen para bellacos, que no explicasen <en>baxada alguna, que ellos y los mexicanos abían de morir todos y cautiuar y tener por sus basallos a los de Teloloapan. Rreplicaron los de Teloloapan, dixeron: "Si por bosotros no fuera no biniéramos a lo que emos benido, morir y con fuerça tributar. ¿Nosotros no eramos amigos de los mexicanos? Quando benían a sus grangerías les dáuarnos aguamanos, de comer, beuer cacao muy bueno, y ellos nos querían y tratauan como a hermanos y a hijos, <que> nos traían de lo que se haze <en> la laguna mexicana, patos salados, pescado, rranas, johuiles, yzcahuitle, y finalmente todo allá se haze y cría, y por bosotros lo emos perdido; y agora que de fuerça los emos de querer y rrebençiar y rregalar". E dijeron los de Oztoman que no abían de tributar, que antes querían morir muerte mala. Con esto alçan un alarido y los de Teloloapan le explican la rrespuesta de los de Oztoman. Manda luego el rrey Ahuitzotl. Oydo el sonido de la corneta o caracol, alçan los mexicanos un alarido tan grande y acometen tan balerosamente çerca de su propio pueblo, y en llegando muy çerca de ellos ban diziendo a bozes: "Aquí en u<uest>ras tierras os emos de desollar y lleuar u<uest>ros cueros a Mexico". Y con esto, acometem 100v tan fuertemente que les rrompieron su muro y fortaleza, paredón muy ancho, y luego, como llegan, le ponen fuego al templo de los de Oztoman, comiençan de matar en ellos como si fuesen pollos. Daua bozes el rrey Ahuitzotl diziendo: "No mueran los muchachos y muchachas, que esos lleuaremos a Mexico, y todos los demás que no quede nenguno a bida, y los mançebos y moças yrán a Mexico de por sí para la onrra del tetzahuitl Huitzilopochtli". Dicho esto, no çesauan las otras naçiones de prender y atar, y las mugeres, moças, niños alçauan gemidos, bozes llamando a sus padres y madres, y los mexicanos muy <en>carniçados de matar a sus padres y madres y a ellos de prenderlos. Hecho esto, descansaron, teniendo delante su presa, que nenguna piedad abía en ellos. Llegáronse los de Teloloapan, dizen al rrey Ahuitzotl: "Señor, bien será que luego esta noche se pierda y consunma el pueblo de Lahuiztlan". Rrespondió el rrey Ahuitzotl, díxoles: "Tanbién quiero <que> bais a ellos y les digáis de mi parte que se bengan a mí, <que>scuse muertes de tantas gentes, mugeres, niños, biexos, que les haré buen tratamiento". Dicho esto, al cuarto del alua llegan a las fortalezas de los de Alahuiztlan y les explican la <en>baxada. Oydo por ellos, rresponden que qué dezían ellos, que no querían, sino que su pueblo y ellos abían de acabar todos las bidas antes <que> ser tributarios de nadie, "y pues una bez tomamos n<uest>ras armas <en> las manos, <que> ya es por demás dexallas sosegar, sino exerçitallas <en> los mexicanos". Bueltos los mensajeros, les dizen a Ahuitzotl que no quieren sino morir. Manda luego Ahuitzotl <que> tomen luego las armas todos e dixéronle los prençipales mexicanos capitanes que no del todo los acabasen de matar, <que>stauan pobres los mexicanos, caminando tan largo camino, cansados, sino que <en> la guerra, después de muerto a los balientes y biexos, biexas, los moços, moças, niños lleuasen presos por sus esclauos para el prouecho dellos, <que> no fuese <en> balde su trabaxo, de que fueron el rrey Ahuitzotl y prençipales muy contentos. Dexando asolado el pueblo de Alahuiztlan, buelben otra bes a segundarles con la paz y bisto no querer, dixeron que eran por demás palabras y con esto, alçan una bozería y grita y los mexicanos con profunda rrabia arremeten a ellos. Y el rrey Ahuitzotl con todos los balerosos prençipales, yendo en medio, bio benir para él un baleroso chichimeca y base el uno para el otro, y el rrey, con una furibunda rrabia de beer que le benía cometer, hurtándole el cuerpo y el golpe, rrebuelue a él y de una grande cuchillada le abrió la cabeça en dos partes, <que> los prençipales se espantaron de beerle hazer tal golpe. Y con esto cobró tanto animo y esfuerço que yba <en>tremedias de los suyos, que de uno o dos golpes los dexaua atrás muertos. Fue tanta la matança que corrían arroyelos de sangre en delgaditos cañuelos de tierra adonde corría la sangre, que uno ni nenguno quedó a bida, todos rrebueltos los cuerpos, biexos, moços, muchachos, biexas, moças, niñas. Quedó asolado el pueblo. 101r Dexando primero los que luego al prençipio fueron prendiendo todos los pueblos, dixo Ahuitzotl que los cautiuos de cada pueblo se contasen todos y contados los cuerpos muertos y los cautiuos, se hallaron quarenta y dos mill, "macuilxiquipilli ypan macuiltzontli" Tornando a rrecontar bien los presos, se hallaron otros dos mill más, <que> fueron quarenta y cuatro mill por todos, con dozientas donzellas más. Bisto esto los de Teloloapan y los de Oztoman, comiençan de llorar a<n>te el rrey Ahuitzotl, diziendo: "Señor, esto está acabado y es gran lástima dexar tanta summa de cacao por cojer <en> las sementeras de los muertos y presos. Mandad <que> se coxa y se lleue y la summa de géneros de frutales". Dixo Ahuitzotl <que> le plazía y hecho esto, biene marchando el campo con la presa y despoxo. Llegan al pueblo de Çunpahuacan y allí le binieron a rresçibir los uezinos de Cuyuacan y luego binieron a este rresçibimiento los de Nuchtepec, y Tzacualpa y Teotlyztaque y Tasco y los de Ychcateopan y Çicozcatlan, Yztapa, Coatepec, finalmente, todos los pueblos de aquellas partes, con bastimentos.
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Capítulo 75 De los presentes <que> presentaron al rrey Ahuitzotl los señores de los pueblos del camino y como <en>bió Ahuitzotl mensajeros a Çihuacoatl dándole grande alegría por la solene bitoria q<ue> alcançó con los enemigos y de los pueblos de las costas, y del gran rresçibimiento <que> le hizieron en Tenuchtitlan Llegado al pueblo de Malinalco, descansado, otro día, estando sentado <en> una silla de cuero de tiguere aforrado y un estrado de cuero de leóm y su arco con flechas en el suelo a manderecha, señal de su justiçia, le dieron aguamanos y le truxeron muchos géneros de comida y cacao, rrosas, pefumaderos, y a todos los señores mexicanos. Se pusieron todos los prençipales en rringlera, <en> las manos traían, como estauan çerca sus pueblos, mantas muy rricas, se las presentaron Ahuitzotl, rrey, y a sus pies, por su orden, fueron poniéndole presentes de mantas de todos géneros y maxtlatl, pañetes muy bien labrados. Tras de esto ban poniendo de todo género de mantas llanas de algodón y de nequén, cotaras, cantarillos de miel de abexas. Les ofresçen parlamentos largos y prolixos tocantes a su biaxe y bitoria y de su buelta a descansar a su casa y corte. E llegado a Tlapulco, bienen todos los pueblos y prençipales de ellos hazerle rresçibimiento a Ahuitzotl, los de Tenançingo, Ocuilan y xochiacque, Atlatlauhcan, Tzoquiçinga, Coatepec, Xalatlauhco. En llegando allí, de dan de comer y beuer, luego los presentes, como en Malinalco, al tenor de ello y conforme la gente y calidad de cada un pueblo, de mantas, pañetes, cotaras, muchas aues, mucha caça biua de los montes, panales de miel <que> llaman mimiahuatl, y xomilli <que> se cría <en> los magués, para comer tostados <en> brasas, gusanos de madera <que> llaman cuauhocuillin, y bino de la sustançia de la çereza <que> llaman capoloctli, y bino de tunas como bino tinto, gallos y gallinas monteses, benados, liebres, conexos biuos, zebratanas para caça de páxaros. Otro día llega en Acaxochic, que agora es Sancta Fee, y de allí hizo mensajeros a Çihuacoatl y cuéntanle de la manera <que> fue las batallas de los pueblos bençidos y la total destruiçión del otro pueblo, que ánima biuiente quedó con bida de los <que> heran de aquel pueblo de Alahuiztlan. E manda luego llamar a 101v y juntar a todos los cuacuacuiltin, que abisasen a todos los <que> hazen penitençia, <que> son sahumadores, los que están en calmecac, para <que> bayan al rresçibimiento del rrey Ahuitzotl. Y así, luego fueron con ellos los saçerdotes, según <que> era uso y costumbre, los quales llegan otro día de mañana en Acaxochic y después de le auer sahumado, le hazen muy larga y prolixa prática <en> loor y alabança de su buena bentura. Después de esto le dan rrosas, flores, perfumaderos y de comer. Luego los prençipales mexicanos Acolhuacatl, Ticocyahuacatl, Huitznahuatlailotlac, Tocuilteccatl, Ezhuahuacatl, Tezcacoacatl, Tlacochcalcatl, les rrinde las graçias por Ahuitzotl. Y llegados a Maçatzintamalco, le rresçibieron los mayorales y maestros de la guerra <que> llaman achcacauhtin, los quales traían trançados los cauellos con hilo como de pauilo de belas. Llegado a Mexico Tenuchtitlan, base derecho al templo de Huitzilopochtli y hincado de rrodillas a sus pies, besó la tierra y después tras él todos los prençipales. Y baxado de allí, se ha derecho a su palaçio y le biene a topar Çihuacoatl y le abraça, dize: "Mançebo, hijo mío benturoso, llegado abéis a u<uest>ra casa y corte en este cañaberal y tular de esta laguna adonde está y asiste el tetzahuitl Huitzilopochtli, y os ben buestros mexicanos libre y sano, <que> fuistes <en> contra de los hijos del sol, ayre, tierra, biento, de los pueblos enemigos; que, <en> fin, es este n<uest>ro cargo y ofiçio para tener este ymperio em pie y sustentarlo, y aquí aguardaréis a todas las nasçiones del mundo, y darles de comer y bestir como al prençipio juramentaron y prometieron guardar y cunplir, y guardaron y cumplieron, u<uest>ros antepasados rreyes y padres antiguos". Acabado esto, le dan aguamanos y come como a tal rrey pertenesçía, luego rras y perfumaderos (y hietl). Y luego los cautiuos benían cantando y bailando y con harto temor y subidos a la casa y templo del gran diablo Huitzilopochtli, rrodean su casa y luego rrodean la gran piedra del cuaxicalli o pozo o brazero ynfernal. <Hecho> esto, se baxan a los palaçios del Ahuitzotl y antes que abaxasen comiençan a tocar las bozinas <en> todos los templos y luego los atabales y con esto hazen rreuerençia al Çihuacoatl y les agradeçe su benida, házeles un parlamento breue y luego los cautiuos comiençan de bailar en el patio de palaçio. Házenles dar de comer luego muy cumplidamente y cacao muy bueno de lo que ellos beuían <en> sus tierras y luego rrosas y perfumaderos. Llamó luego Çihuacoatl a Petlacalcatl (mayordomo mayor), <en>cargóles muy mucho <que> los guardasen, tubiesen en guarda y fuesen muy bien tratados, hartos y contentos, como tales hijos del sol, e dixo luego Çihuacoatl al rrey: "Señor, bien es que pues estos n<uest>ros hijos y bezinos trujeron sus presos y cautiuos, que es bien <que> se les gratifique su trabaxo y se les den de bestir en rreconpensa dello". Dixo el rrey: "Pues lo abéis mandado". Hizieron benir a los mayordomos, <que> trujesen las cargas de mantas, pañetes, cotaras y se les rrepartió <en>tre todos ellos, que uno ni nenguno quedó, <que> todos fueron muy contentos. Y poco a poco se fueron despidiendo los prençipales y maçehuales. 102r Y los cautiuos de Teloloapan y de Oztoman y Alahuatlan se rrepartieron <en>tre todos los mayordomos para la guarda y sustento de ellos para su t<ie>mpo. Y andando días, fueron los de los tres pueblos rrepartidos, <que> fueron sacrificados <en> tres partes ençima del templo de Huitzilopochtli y en el brasero o xícara y <en> las gradas al altar del Mictlanteuctli, como se dirá adelante. A cabo de seis meses pasados, dixo Çihuacoatl al rrey Ahuitzotl: "Hijo y rrey, señor, lo que agora estoy considerando en mí, aquellos dos pueblos que totalmente fuistes a perder y a destruir por la ynobidiençia de Huitzilopochtli y corona de este ynperio mexicano, <que> son Oztoman y Alahuiztlan, es gran lástima que todos los árboles de cacao, frutas, tierras, casas se queden yermas, y para que del todo no se pierda, quisiera, hijo, pues son hechos, plantados por el tetzahuitl". Y Ahuitzotl rrespondió: "Sea como más mandardes". Dixo Çihuacoatl: "Si no, mirá, hijo, rrecorré la corónica de este reyno, beréis como <en> la destruiçión <que> hizo mi hermano el rrey Monteçuma luego proueímos <que> fuesen a poblar y ennobleçer los pueblos de Guaxaca y Yancuitlan, Cuzcatlan. Conbiene agora que lo propio se haga y <en>tiendan u<uest>ra <en>baxada y mía los pueblos comarcanos". Llamó luego al prinçipal Tlilancalqui, díxole Çihuacoatl y Ahuitzotl, rrey: "Yréis a n<uest>ro llamamiento <que> benga el rrey Neçahualpilli, señor de los de Aculhuacan y luego yréis a Tlalhuaccapan, señor de tepanecas, de Tacuba, Totoquihuaztli, que bengan acá a oyr çierta <en>baxada <que> les quiero encargar". Tomada liçençia, fue luego a Tezcuco; explicada su <en>baxada al rrey Neçahualpilli, rresçibiólo con buena boluntad, díxole: "Descansá". Después de aber comido conforme al rrey pertenesçía, diole después de bestir al mensajero y luego se partió y <en>barcó <en> una canoa y bino a la çiudad de Mexico Tenuchtitlan. Llegado el mensajero a la çiudad de Tacuba, explicada su <en>baxada, obedeçió luego y dio de bestir al mismo mensajero y partió luego para la çiudad de Mexico. Llegados a la prezençia del rrey Ahuitzotl y Çihuacoatl, hecha su rreberençia y acatamiento, besando con el dedo la tierra, señal de amor y rreuerençia, dixo Çihuacoatl, después de les aber saludo, quedando los quatro solos, como <en> las tierras <que> fueron los señores, "el rrey Ahuitzotl que está presente y bosotros y los mexicanos y demás gentes a destruir por aber sido ynnobidientes rrebeldes al dios Huitzilopochtli y a la corona del ymperio mexicano los de la costa de Teloloapan, Oztoman, Alahuiztlam, como los de Teloloapan la mitad por medio de la gente murió y los de los dos pueblos fue destruido a rraso rroso belloso, que no quedó persona biuiente ni piante. Es menester que bosotros como braços y cabega de gouierno y nosotros los mexicanos señalemos, pongamos basallos n<uest>ros que pueblen aquellas tierras tan fértiles de casas, rrosales, huertas y cacahuatales, arboleda de toda fruta, miel algodón, que es y son tierras muy biçiosas". Rrespondieron anbos rreyes que era justo y que era dolor dexar tan noble tierra y tanta fertilidad como en ellas: "Y esta como a ymitaçión de lo <que> hizo n<uest>ro buen rrey y hermano Monteçuma <en> la destruiçión de las tierras y gentes de Guaxaca, Yancuitlam, Cuzcatlan y lo demás 102v de aquellas, tierras, <en>biamos a n<uest>ros basallos y de todas partes fueron, que son los que agora presiden, multiplicam, <que> heran de estas partes, todos mexicanos, aculhuaques, Tacuba, Cuyuacan, Azcapuçalco, Xuchimilco, Chalco. Y lo propio se haga agora, porque aya memoria de nosotros, que después de pasados de esta bida, los nasçidos y nasçerán y fueren y criaran y a ellos se <en>tenderán, que bien apartados estaremos de ellos, que agora estamos obligados a esto por<que> lo tiene, guarda, rrige, gouierna n<uest>ro amado nieto Ahuitzotl que está presente, que es niño, criatur, y berá y <en>tenderá el tiempo de la bida suya, <que> ha guiado por n<uest>ro modelo, orden y estilo".
contexto
Capítulo 76 Trata en este capítulo como fueron conbenidos y conçertados fuesen de cada çiudad del rreyno a dozientos basallos a poblar los dos pueblos de Oztoman y Alahuiztlan, y fueron y poblaron y rrepartieron ygualmente Pedía Çihuacoatl que él quería dar quatroçientos mexicanos casados para la poblazón de los d<ic>hos pueblos e que Neçahualpilli, rrey, pusiese otros quatroçientos, y el de tepanecas otros tantos. Tomó la mano Neçahualpilli, dixo a Çihuacoatl y Ahuitzotl, rrey, <que> hera mucha gente aquella, que abían de yr de otros muchos pueblos mucha gente, que de las tres çiudades fuesen a cada dozientos casados. Y así, fueron tentos los tres rreyes. Acabada esta plática, diéronles aguamanos y comieron todos tres de conformidad, y la comida, como a ellos perteneçía. No abía cuenta si era biernes o sáuado, sino <que> siempre y a la continnua comían abes de todo género y con deseo pescado blanco y rranas, xuhuiles <que> se crían dentro de la laguna mexicana y <en>tre cañauerales y tulares. Acabados de comer, les dan de bestir a los dos rreyes muy supremas rropas, siete, ocho pares de todo género de bestidos con cotaras doradas, pañetes, beçoleras, orexeras de oro y piedras muy rricas, y con esto fueron despedidos a dar orden de <en>biar y escojer los dozientos pobladores que cada uno dellos dan. Y asimismo llamó a todos los prençipales mexicanos, dixo a Ezhuahuacatl y a Tocuiltecatl que éstos llamasen a todos los prençipales y mandones de los quatro barrios, achcautli, tequihuaques, otomi, para <que> se les mandase de cada barrio diesen tantos pobladores <que> fuesen en número de dozientos, otros tantos en el barrio de Tlatelulco. Y así, fueron luego mensajeros a todos los pueblos de Coatlalpan y a la Tierra Caliente que agora llaman del Marquesado, Chalco, Xochimilco, Cuitlabaca, Mizquic, Culhuacan, Yztapalapan y a Matlatzinco y montes, Xilotepec, Chiapan, Maçahuacan, Xocotitlan, Xiquipilco, Cuahuacan, Çila, Ocuilan, finalmente, de todos los pueblos sujetos a a la corona mexicana. Y para ello fueron con baras y poder del rrey, que es una caña con dos ñudos de pluma, fueron Aculhuacatl, Huitznahuatlailotlac, Tocuiltecatl, Chalchiuhtepehua, Mixcoatlaylotlac, 103r Hezhuahuacatl, Tlacochcalcatl, Natlauhcatl, todos los quales con el mesmo poder del rrey Ahuitzotl fueron a todos los pueblos susod<ic>hos sujetos, a conforme gente tiene cada uno, tantos pobres miserables fuesen por pobladores adonde fueran rricos y señores absolutos de las tierras yermas de Oztoman y Alahuiztlam, tierras, güertas muy fértiles de rríos, aguas, fuentes, lago, cacahuatales, frutales, montes, casas despobladas de los que murieron <en> la guerra con tanta crueldad, no perdonando a niños, mugeres, biexos, <que> todos fueron por un rrazero, sin nenguna culpa, muertos con ta<n>ta crueldad; y de todos los pueblos <que> la gente de allá binieren con un mayoral <en>tre ellos <que> los rriga, guíe, adiestre en los asientos, sosiego, consuelos de las mugeres, niños; <que> fueren de cada un pueblo beinte casados y un mayoral casado con ellos an de yr. Hechas las <en>baxadas, fueron contentos <en> todos los pueblos suxetos a la corona de Mexico. Binieron los enbaxadores y, abiéndoles dado cuenta de su <en>baxada a todos los pueblos con el mesmo mando y sonido del rrey Ahuitzotl y de Çihuacoatl Tlacaelel, les agradeçieron su trabaxo y <en>biados a descansar a sus casas todos ellos. Dixo Çihuacoatl a Ahuitzotl, rrey: "Hijo y señor, agora rresta que bengan estos dos señores de Aculhuacan y de tepanecas para <que> se eligan dos señores y gouernadores <que> sean perpetuo señores y sus hijos y deçindientes en ambos pueblos despoblados, Oztoman y Alahuiztlam". Dixo Ahuitzotl: "Señor, yo soi muchacho, estoy <en> u<uest>ra mano. ¿Cómo tengo de hazer ni guiar eso si bos no lo hazéis, pues soys mi padre y señor?" Llamó luego Çihuacoatl a Tlilancalqui, díxole: "Hazé benir a todos los prençipales". Luego llegados a<n>te él, les propone Çihuacoatl, dízeles: "Ya os es notorio, amigos y señores, como ya todos los llamados de todos los pueblos bienen ya. N<uest>ros hijos los mexicanos están ya escoxidos para ser pobladores y agora rresta que entre bosotros todos señaléis dos señores que an de ser señores absolutos, ser gouernadores de los pueblos de Oztoman y Alahuiztlan, <que> sean mexicanos y no de Aculhuacan ni tepanecas, sino que n<uest>ros mexicanos sean señores y no otros, como siempre lo emos nosotros sido de todas las nasçiones del mundo". Oydo esto por los prençipales, dixo el uno dellos que querían <en>tre ellos hazer acuerdo y cabildo. Fueron, llegados a sus consistorios y juntas adonde suelen, <que> llaman telpochcalco; rremitióse allí abisasen de esto a las estançias de Yztacalco y Popotlan, Coatlayauhcam, Acolhuacan, rresumido tan larga prolixidad, de los mexicanos y acolhuaques, Tacuba <que> fuesen de las quatro estançias sujetas de Yztacalco, Popotlan, Coatlayauhcan, Acolnahuac, beinte casados prençipales e que no fuesen otros de otros pueblos, rresumido en esto. Paresçidos ante los dos rreyes, Ahuitzotl y Çihuacoatl, dízenles lo que queda rresumido y los que eran y se nombraron, de que se holgaron los rreyes. E paresçidos ante ellos, les proponen una larga oraçión rrogatiua, como ellos abían de ser señores de los tres pueblos de Teloloapan, Oztoman, Alahuiztlam, ellos y sus hijos y diçindientes, e que en dos años prime, 103v en cada seis meses, les <en>biarían para ellos y sus mugeres, hijos, rropas de barón y mugeriles y quinientas cargas de todo género de mantas, e <que> los demás que quedaron de Teloloapan an de serbirles y senbrarla sus sementeras, labrar sus cacahuatales, frutales, y dende a çinco años en adelante <en>biar sus tributos como los propios <que> heran de antes. Y con esto, fueron muy contentos y luego les dieron a cada uno de los beinte, a cada, çinco pares de bestidos, otros tantos a sus mugeres, y les dieron y señalaron a cada uno çinco o seis personas <que> lleuasen sus cargas y metates de moler, xícaras, chiquibites, tecomates, cántaros, hasta <en>tender y sauer de la calidad de la tierra. "Y asimismo <en>tended que no bais tan solamente bosotros, porque ban de dentro de Mexico Tenuchtitlan de los quatro barrios, Moyotlan, Teopan, Atzcualco, Tlocalpan, y ban asimismo gente de Aculhuacan y de Tacuba, Suchimilco y los chinanpanecas, Chalco, de los pueblos de Tierra Calliente, Coayxtlahuacan, Tolucan y otros muchos pueblos, <que> lleuan sus prençipales caudillos, y bosotros abéis de ser señores de todos ellos". Juntados todos de todos los pueblos, se hallaron nueue mill casados y <en>tre ellos se rrepartieron en tres partes, a cada tres mill en cada pueblo. Y hizo llamar el Ahuitzotl a todos los mayordomos, <que> hiziesen traer de bestir para todas aquellas gentes, hombre y mugeres. Acabados todos de bestir, <en> su prezençia de los rreyes todos quatro, Ahuitzotl y Çihuacoatl y Neçahualpilli y Totoquihuaztli, abiéndoles consolado a todos, se partieron lleuando la guía tres señores prençipales de Mexico, otros dos de Tezcuco y de Tacuba y de todos los demás pueblos, a cada, uno; los quales se boluieron después de los aber dexado y rrepartido <en> tres pueblos, estando sosegados y contentos. Dentro de quatro meses se boluieron los prençipales señores, a los quales les dexaron muy encargados <que> biesen y rresçibiesen quando allá se biesen o llegasen los mexicanos, comarcanos y sujetos a la corona de Mexico, harrieros tratantes, dándoles todo lo nesçesario, pues <en>tendían eran como <en>baxadores y miradores de los pueblos, y con esto el buen tratamiento de sus basallos y bezinos çercanos de las costas, y que estubiesen muy sobre abiso con los uezinos <que> tienen çerca, los de Mechuacan, que son enemigos capitales de los mexicanos. Con esto y com dezilles que se jatasen siempre de ser mexicanos y por tales abidos, temidos, benidos y llegados al paraxe de "tultzalan, acatzalan", benedizos, chichimeca, biejos, antiguos", de "tuxpalatl, matlalatl yn inepanian, atlatlaya<n> michin, ypan mani coatl yçomocayan, cuauhtli y tlacuayan, Mexico Tenuchtitlan", como dezir, "en el agua clara como la pluma rrica dorada, azul, una agua sobre otra, adonde hierue y espuma el agua, asiento de pescado, adonde silua la gran culebra, en el comedero de la águila caudal, situado Mexico Tenuchtitlan". E luego, d<ic>ho esto, començaron a caminar por su orden, saliendo de una calle, pasando el templo, arrodillándose todos, umillándose al Huitzilopochtli, yendo por la puerta del gran palaçio, 104r guiándolos cada çiento un mayoral <que> llaman tecnenenque, achcacauhtin tequihuaques, y esto con un rresonido de gemidos, lloros, solloços, que dauam gran dolor y conpasión, en espeçial unas mugeres con otras, lleuando cargadas las mugeres sus criaturas pequeñas y los mayorçillos lleuauan de braço, cargados los maridos de sus rropas y esteras en que dormir, tomando la delantera los tamemes para boluerse otra bes con los prençipales, yendo primero los mexicanos, tras ellos los de Aculhuacan y luego tepanecas, Coatlalpan, los de Tierra Calliente, Chalco y los de las chinanpas y los de Nauhteuctli, Cuauhtla, monteros, Matlatzinco, Ocuilan, Tenançingo, Maçahuacan, Xocotitlan, Chiapan, Xilotepec, Xiquipilco, Cuahuacan, con todos los demás pueblos. Aquel día hizieron noche en Xalatlauhco. Bienen luego a rresçibirlos todos los pueblos de por allí comarcanos con muchos bastimentos de comidas, munchísimas rramadas, <que> se juntaron para este rresçibimiento ocho pueblos de gentes con dobladas comidas y rropas <que> les dieron con expreso mandato del Ahuitzotl. Y <en> todas las partes <que> llegauan a hazer noche, <en> todos ellos de cada un pueblo su comida, mantas, rrosas, perfumaderos. Llegados a Teloloapan, parten la gente <en> tres partes ygualmente y las casas que de antes abía hechas de los muertos, las mejores tomaron los mexicanos. Y asimismo de los pueblos çercanos a ellos mandaron lleuasen maíz, frisol, huauhtli, chile, tomate, pepita y sus xícaras, cántaros, metates, tecomates, esteras (petates). Pasados dos, quatro meses de su llegada, abiendo rrenobado casas, arado tierras y sembrado, limpiado los árboles de cacao, <que> cosa no faltó de hazer, se despidieron de cellos los mayorales achcacauhtin. E llegados a Mexico Tenuchtitlan todos los que abían ydo a dexarlos, de cada un pueblo, uno, rrelatan su llegada y asiento y contento con que quedauan, de que quedó Ahuitzotl muy consolado y Çihuacoatl en espeçial; holgaron de que <en> los tres pueblos de Teloloapan, Oztoman, Alahuiztlan todos tres mexicanos y sus mayores dellos, los de Tezcuco y Tacuba. Y presentan luego lo que truxeron de los pueblos: cacao, algodón, cantarillos de miel y frutas de todo género. Acabado esto, les ponen mesa y comen muy cumplidamente y luego les dieron rropas y se fueron a sus casas a descansar.
contexto
Capítulo 77 Tratará en este capítulo como por aber muerto los yndios de la costa nonbrados Juchtlan, Amaxtlan, Yzhuatlan, Miahuatla, Tecuautepec, Xolotla<n> a los mercaderes mexicanos mataron, fueron contra ellos y los bençieron y mataron, quedaron por basallos de la corona mexicana Juntáronse como <en>tre ellos es uso y costumbre los tratantes, mercaderes, harrieros, nombrados oztomeca, de Mexico Tenuchtitlan y de Aculhuacan, Cuauhtitlam y Tultitlam, tepanecas, Tenayuca, Cuitlachtepec, Xuchimilco, Cuitlahuac, Mizquiz, Chalco, todos mercaderes, para aber de hazer biaxe y camino largo, como era <en> los pueblos arriba d<ic>hos de la costa, a traer cacao, plumería, oro, piedras preçiosas, cueros adouados de tigueres, pajaros pequeños de preçiadas plumas. Llegados a los pueblos de ellos, pregúntanles: "¿Qué queréis bosotros aquí? ¿De dónde sois?" Rrespondieron los mexicanos: "No queremos más de hazer noche en u<uest>ro pueblo, <que> somos unos miserables tratantes <que> buscamos n<uest>ras bidas, y somos de lexos tierras". Con esto quedaron yndignados 104v y júntanse mucha gente para matallos aquella noche. <En>tendido por los mexicanos, júntanse todos <en> uno, que estauan distintos, apartados. Y aunque estauan sobre bela, después de medianoche dan con ellos, estando durmiendo, <que> los mataron a todos y aunque quisieron huirse de entre sus manos no pudieron, y ansí, murieron todos, saluo uno <que> se hizo como uno dellos y escapó aquella noche, <que> bino amanesçer diez leguas del pueblo y pueblos. Todos los demás murieron, y rrobaron y lleuaron los cuerpos de ellos arrojar <en> un rrío grande y por no yr tan lexos los hecharon <en> unas barrancas adonde auras y animales comieron los cuerpos. Hecho esto, entendiendo que nenguno escapó, rreparten el despoxo <en>tre los quatro pueblos. Llegado a Mexico el que escapó, llegado al palaçio, haze la rrelaçión del suseso <que> hizieron, estando presente a esta rrelaçión Çihuacoatl. Dixo Ahuitzotl: "Seáis muy bien benido. Fuistes a dexar a mis padres, abuelos, amigos, lleuando <en> sus coraçones gran dolor, pasando tantos trauajos, soles, aguas, montes, rríos, pasando con harto dolor y temor por junto y a bista de animales, y salistes y escapástes bos de <en>tre las manos de los traidores, salteadores. No an de ser ansí perdidos ni olbidados, que los coraçones, ojos, uñas aclama<n>. Dexaldos agora con este contento por agora, que contra ellos se a de hazer muy cruel bengança y por cada un mexicano an de morir dos mill traidores. Descansad, amigo". Hizo dar de comer y beuer <en> su prezençia y diole rrosas, flores, perfumaderos y diole mucha rropa para bestir. Hizo llamar a Tlacateeccatl y Atlixcatl, Tlacochcalcatl, Ezhuahuacatl, Acolnahuatl, Tlilancalqui, Tezcacoacatl, Tocuiltecatl, Huitznahuatlailotlac. Juntos todos en el palaçio, dixo Çihuacoatl a Cuauhnochtli: "Yd y benga a oyr una <en>baxada que a benido al rrey de Aculhuacan, Neçahualpilli, y al rrey de tepanecas, Totoquihuaztli, para <que> se haga la total destruiçión de los de la costa". Fueron luego mensajeros a llamarlos, los quales, oydo ser llamados por los rreyes de Mexico, binieron luego a Tenuchtitlam. Llegados todos quatro rreyes <en> uno, començó de rrelatar Ahuitzotl la mala nueba <que> truxo uno de los puchtecas mexicanos, diziendo cómo los malos traidores de la costa mataron a todos los mercaderes de Mexico y Aculhuacan, tepanecas, chalcas, suchimilcas, finalmente de todos los pueblos, y, muertos, les rrobaron y arronjaron los cuerpos <en> unos rríos y peñas adonde auras y animales comieron sus cuerpos, <que> son los de Xochtlam y Amaxtlan, Yzhuatlan, Xolotlan, y todos ellos están en arma para los <que> fuesen contra ellos alliende, <que> se hizo con ellos el pueblo de Soconuchco y Coatzacualco, chinantecatl, ayoteccatl. Oydo por los rreyes sus hermanos y basallos murieron, rresçibieron muy grande pesar y creçióles el coraje, rresponden al rrey Ahuitzotl con clemençia y blandamente, animándole, proponen, determinan <que> no a menester mucho aguardar, "sino <que> luego a la ora se haga gente de todos los pueblos suxetos de esta rreal corona y de las n<uest>ras, que no a de quedar nengún mançebo, por bisoño <que> sea. Nosotros bamos con u<uest>ra liçençia luego a la ora a poner por obra n<uest>ro campo cada uno y bos, gran señor, bayan luego buestros mensajeros a todos los pueblos sujetos". 105r Despedidos del rrey Ahuitzotl y de Çihuacoatl Tlacaeleltzin, llegados a sus tierras, el rrey Neçahualpilli haze llamar a todos sus prençipales de todos los pueblos a él suxetos y sus capitanes y balientes hombres, házeles una larga oraçión sobre las muertes de sus hermanos, padres, deudos, hijos suyos, que con tanta crueldad y traiçión mataron los yndios de la costa de los quatro pueblos arriba d<ic>hos, y para balerse se an cofederado otros quatro pueblos con ellos. "Y manda el rrey Ahuitzotl, y nosotros <en> su rreal nombre, que dentro de ocho días naturales se junten en campo todos los sujetos a la corona de Acolhuacan". Los quales d<ic>hos prençipales, oydo, <en>tendido, se alborotaron de pesar, luego propusieron de morir <en> la demanda. Y lo propio el rrey de tepanecas. Mandaron luego aperçibir y adereçar al armas, rrodelas, espadartes, matalotaxe, bizcocho (tlaxcaltotopochtli), maíz toztado y molido con chian, que es pinole, chile molido seco, frisol molido, cacao molido seco (cacahuapinole). Andaban cada día los mexicanos <en> sus barrios, cada un día dos oras de ocupaçión en el exerçiçio de las armas, que adestrauan a los mançebos y a los que otras bezes abían ydo a la guerra, y aperçibiendo armas y matalotaxe abundante. Y asimismo fueron a ello mensajeros a todos los pueblos de Cuyuacan, Suchimilco, Mizquic, Cuitlahuac, Culhuacan y Nachteuctli, <que> son los de Yztapalapan, Mexicaçingo, Huitzilopochco, Chalco, Tlalhuic, de los de Tierra Calliente, que es todo el Marquesado, y fuera del Matlatzinco y los montes, Tenançingo, Malinalco, Ocuillan, Xilotepec, Chiapa, Xocotitlan, Maçahuacan Xiquipilco, Cuahuacan, en efeto, hasta los pueblos de Tulançingo y Otomíes y Meztitlam fueron de todo abisados con la breuedad, y sobra de matalotaxe, por ser largo el camino. Comiençan luego de tomar el camino los mexicanos, como siempre tomar la delantera e yr guiando a al campo, abriendo caminos, rreconosçiendo tierras, de manera que quedó la çiudad de Mexico que paresçía despoblada, <que> uno ny nenguno paresçía sino mugeres. Acabado de salir todos, dende a quatro días començaron luego las mugeres casadas y moças de hedad y las monjas y saçerdotes y los perfumadores todos de ayunar y los saçerdotes y bendedores de fuego y perfumaderos de hazer sacrifiçios cada quatro días delante del Huitzilopochtli, sacándose sangre de las puntas de las lenguas y de las orexas y molledos de los braços y muslos, y las mugeres todas desde aquel día no se lauauan las caras ni las manos ni la cabeça ni se bañauan, <que> tenían las caras y manos, piernas, bien suzias, mugrientas. Y <en> unos aposentillos como dezir oratorios, <que> llaman calpolco, tenían colgadas las mantas rricas de sus maridos y hermanos, <que> llaman omatl, y sus ydolos de Quetzalcoatl y diosas Huixtoçihuatl y Atlantonan y el que llaman Yxtliltoyahua y Chalchiuhcuec y huesos de los sacrificados abidos de las guerras ("malli yomio"), y los dioses de las guerras (Malteteo), y antes que salga el Luzero de la mañana hazen lumbre y lleuan <en> sus brazerillos o ynçensarios y, echado dentro copal, sahuman a los dioses y a las diosas y a los huesos y rropas de sus maridos. 105v Era hazer aquella rrogatiua a los dioses de las guerras o demonios naturales a que diesen bitoria a sus maridos. Acabado esto, házenles de almorzar a los dioses o demonios, hazen unas tortillas blancas grandes <que> llaman papalotlaxcalli, y gusanos de magués <en> salmuera, tostados <en> comales, <que> llaman xonecuilin y mecocuilli, y tueztan un poco de maíz y le muelen, <que> llaman yzquiotl, y lo baten <en> una xícara azul nueua y lo ponen a los dioses para que lo beuan. Acabado esto, comiença de llorar delante de los dioses, solloçando, sospirando, diziendo: "Señores, n<uest>ros señores de las aguas, bientos, tierras, pobre de aquellos u<uest>ros çierbos y basallos, las águilas, tigueres, soldados que os ban a traer de las yeruas pequeñas, chicas, de los bençidos para u<uest>ra pequeña ofrenda y sacrifiçio, que ban por mí a traerme naguas, güeipiles. Tanpoco ba a traer el sustento de n<uest>ros hijos, tanpoco ban cargados con mercaderías a tratos para ellos, sino por bos, mi buen señor, como tal que sois, que sois el ayre, noche, u<uest>ro propio albedrío, querer, <que> somos tus esclauos (Titlacahuan). Condoleos de buestro sirbo, mi marido, <que> ba con soledad, tristeza de nosotros". Y esto hazen todas las mugeres casadas cada quatro días. Tornando a nuestro propósito, llegado el campo mexicano a Guaxaca, llamaron a los prençipales de todos los pueblos que luego, "oydo n<uest>ra <en>baxada, <que> luego se aperçiban de armas y matalotaxe abentaxado, que bamos a las costas del mar, <que> luego estén todos los nonohualcas dentro de terçero día <en> un campo, señalen capitanes". E asimesmo dixeron a los otlatecas y a los yzhuatecas se aperçibiesen luego a esta guerra e que nenguno traiga esclauo preso, sino <que> todos an de morir a fuego y sangre, todos, chicos y grandes. Y al partir de términos de Guaxaca hizo llamamientos y juntas los mexicanos en prezençia de Ahuitzotl, rrey, <que> todos los que prendiesen y cautibasen no abían de yr a Mexico nenguno, que estauan muy lexos, sino que todos abían de morir, <que> uno ni nenguno. E llegados a miahuatecas, otomíes y parte de los yzhuatecas, biendo <que> bieron el campo mexicano, comiençan un alarido y bozes que paresçía <que> se hundían los çerros y collados y dan tan rrezio con ellos que comiençan de morir ynfinitos. Dende a dos oras, dan bozes, diziendo: "Señores mexicanos, basta ya la crueldad u<uest>ra, çesen buestras fuerças baroniles y descansen u<uest>ras armas, que nosotros de estos pueblos que daremos n<uest>ro tributo, <que>s lo que ay en estas costas, que es el chalchihuitl, piedras de esmeraldas de diferentes maneras y preçiada plumería, otros géneros menudas de piedra rrica, caracoles, tecomates rricos, pluma blanca muy rrica". Entonçes hizieron çesar el conbate a todas las gentes. <En>tonçes, acabado de çesar el conbate, los cautiuos que abían prendido todos los mataron y los mançebos <que> habían hecho presa de cautiuos, <en> señal de bitoria, los trasquilan el cauello dexándole detrás de la cabeça un manoxo para trançar el cauello y ponerle pluma rrica, y el que abía prendido dos o tres le tresquilauan como a cuachic, con una cresta de cauello y detrás su tran 106r çado para atalle plumería rrica. De allí ban a Xolotlam y a Maxtlan y a Teguantepec. Dixeron a los de Ahuatla y yzhuatecas que por mandado del rrey Ahuitzotl que llegasen ellos primero o fuesen guías por los caminos de los tres pueblos y, llegados a Ayotecco, dan abiso los yzhuatecas a Ahuitzotl, rrey. Llegados a sus términos, da abiso Ahuitzotl luego otro día, a<n>tes del alua, an de acometer a los enemigos tan balerosamente que quando benga el día claro no aya memoria dellos. Y los capitanes, abiendo animado cada capitán sus soldados como <en>tre ellos es uso y costumbre, poniéndoles delante estauan ya en "tlachinol atempan", abiendo animado cada cuadrilla su gente, como tales capitanes suelen hazer a su gente, posponiéndoles delante el poco ser del mundo y el gran balor y nonbradía de morir <en> campo florido (xuchiyooyoc). Abadas estas oraçiones de los capitanes a sus soldados, abiendo disflemado la lágrima con sollosos, gemidos, se lebantan y se abraçan unos a otros como despidiéndose de xamás boluer a berse los unos a los otros, pospuesto de morir o bençer. Començáronse a armar de sus armas y tiñirse las piernas y las caras de negro por se conosçer los unos de los, y capitanes y sus soldados lo mesmo, <que> se conosçiesen.
contexto
Capítulo 78 Trata en este capítulo como <en>traron en batalla los mexicanos y los de la costa de tres pueblos y sus sujetos, como fueron rrotos y bençidos los de las costas Acabados de armar todo el campo, se armó el rrey Ahuitzotl, tomó la cota del ychcahuipill y çeñir el cuerpo muy bien con unas mantas rricas y pañetes delgadas, tomó luego su rrodela y <en> la mano un espadarte de rrezias nabanjas agudas y tomó luego su debisa y se siñó con él, lleuando por la misma diuisa un atanborçillo dorado <en> lo alto de la plumería, y trançarse luego el cabello de la media cabeça con plumería rrica, y tomó una banda atrauesada (matemecatl), y <en> las gargantas de los pies unos cueros doradorados <que> llaman ycxipepetlactli. Binieron luego a<n>te él sus prençipales y padres amparadores suyos, Tlacateecatl Atlixcatl, Tlacochcalcatl, Ticocyahuacatl, Nezhuahuatl, Tocuiltecatl, Acolnahuacatl, Tezcacoacatl, Tlilancalqui, Cuauhnochtli, Huitznahuatlailotlac, Chalchiuhtepehua, Hueyteuctli, Tlacahuepan, Chahuacuee teuctli, Hueiotomitl, Achcauhcuachic, todos estos balientes prençipales y señores tomaron en medio al rrey Ahuitzotl, lleuando por delante a todos los tequihuaques y cuauhhuehuetques, cuachicmes y otomies, ansí nombrados, mexicanos, soldados biexos, lleuando los delanteros <en> las diuisas <que> lleuan como carguillas de plumería un temalacatl como rrueda de molino, señal lleuauan el cuauhxicalli donde degollauan los presos en guerras, los quales todos <en>bixadas de negro las caras y piernas por el rreconosçimiento de ellos, y los prençipales <en>bixadas las caras y el rrey de un betún como azeite amarillo y negro rrebelto, llamado tecoçahuitl. Llegados todos los capitanes, les propone Ahuitzotl como buen capitán el grande ánimo de los soldados y como no se descuiden de entrejerse un soldado biexo <en>tremedias de quatro bisoños 106v soldados nuebos, llebando gran cargo los soldados biexos de no pelear ellos, sino yr ayudando a los bisoños y si caso <en>trebiniese algún enemigo baliente señalado, <en>tonçes tomase él la enpresa; todos fuesen con este cuidado muy bien ordenados por sus rringleras y por su orden. Abiendo los generales y prençipales juramentádose adonde su rrey muriese morir todos por él, con esto el rrey tocó el atanborçillo con una barilla. Comiençan luego todos los soldados a golpear sus rrodelas con sus espadartes y tras él una bozería tan alta que rretumbauan los montes y llanos, y abalánçanse luego a los enemigos tan balerosamente. Llegados çerca de sus enemigos, alçan ellos otra bozería, los balientes anahuacas que estauan <en> la delantera, y los nahuatatos dellos <en> la lengua mexicana dezíam a bozes: "Mexicanos, tezcucanos, Tacuba, Suchimilco y los demás <que> benís, no bolueréis más a u<uest>ras tierras, aquí abéis de morir todos". Y el campo mexicano con pocas palabras: "Ea, hermanos, a fuego y sangre". Otros dezían: "Esta y no más, mexicanos, <que> solo queda esto". No hazían los de la costa sino amenazarles y los mexicanos acométenlos tan furiosamente que los prençipales delanteros quedaron tendidos en el suelo y los traseros <que> benían los acabauan de matar, y tantos murieron que se espantaron. La manera de armas <que> traían los de la costa, tan rricos y tan costosos <que> los bisoños soldados yban despojando los cuerpos <que> traían plumería muy rriquísima, <que> llaman quetzalmanalli, y las diuisas, una esmeralda rredonda como un espexo <que> rrelumbraua su fineza, <que> llaman xiuhtezcatl. Otro traían a las espaldas de sus armas que llaman yacaocuil, alrrededor fino oro, y <en> las narizes traían piedras, otros oro, y la rrodela en medio una muy rrica piedra berde, senbrado de piedras finas alrredor de ella, <que> llaman xiuhchimal, y con que hería era un dardo o bara, <en> la punta un agudo pedernal. Y los que traseros benían, benían garganteando, rremedando abes o páxaros rricos, los quales, todos estos muertos, dan tras de los bisoños costeanos. Alçan una bozería las mugeres y los biexos diziendo: "Balerosos señores mexicanos, çese ya u<uest>ra furia, sosieguen u<uest>ros coraçones, condoleos de estos pobres de la costa, de estos de Tecuantepec y de los juxtecatl y los de Amaxtlan". Y con esto, mandan los mayores tequihuaques a todas las gentes que sosegasen, no matasen más gente. Y con esto, todos se sentaron en el suelo a escuchar lo que dezían e díxoles el propio rrey rrey Ahuitzotl: "¿Qué dezís?, que a lo <que> yo bengo es que no a de auer más gente en estas costas, que nenguno a de quedar a bida". Rreplicaron los de la costa, dixeron: "Señores n<uest>ros, dexadnos hablar. Daremos n<uest>ros tributos de todo lo que se haze en estas costas, que serán chalchihuitl de todas maneras y colores y otras llamadas teoxihuitl, pequeñas, para senbrarlas en cosas muy rricas y mucho oro, plumería de la más rrica <que> se cría en todo el mundo y páxaros muy galanos, las plumas de ellos, llamados xiuhtototl, tlalquechol y tzinitzcan y çacuan, cueros de tigueres adouados, de leones y louos grandes 107r y otras piedras betadas de muchas y diferentes colores. Oyda la gran rriqueza que se proferían dar de tributo los costeanos, dixo Monteçuma a los mexicanos: "Bueno esta postura y su rriqueza. Sosiegue y descanse el campo mexicano". Dixeron los señores prençipales mexicanos: "Ya nos paresçe <que> basta la bengança en ellos, que de quatro partes no queda la una; espeçialmente ser tan rrica y balerosa tierra como es ésta, para <que> tornen a multiplicar". Muchos mexicanos <en>carniçados tornauan a la batalla, hasta <que> los capitanes con unos pesados bastones los sosegaron. Benidos a descansar <en> sus pueblos, dixo Ahuitzotl: "Dezilde <que> traigan del primer tributo, que lo quiero beer". Contentos los prençipales costeanos e truxeron esmeraldas muy finas y otros chalchihuitl berdes, azules y de todas maneras <en>treueradas y betadas gran sunma de ellos, y luego trujeron unas piedras de ámbar claro, otros cuaxados, amoxqueadores de muy preçiada plumería y señoríos de los que ponen los rreyes <en> las frentes, <que> llaman teocuitlayxcua amatl, dorados, senbrados en ellos piedras preçiosas muy menudas que rrelumbrauan mucho, muchos cueros de tigueres, toda suerte y manera de pluma menuda de colores y pellexos de los páxaros tan rricos arriba declarados. Con esto, llamó a todos los prençipales todos juntos e les dixo: "Señores y hermanos, ¿qué os paresçe a bosotros de esto?" Dixeron ellos: "Señor, propia persona u<uest>ra, pies, manos, coraçón, trauajo, cansançios os cuesta. A nosotros nos paresçe muy bien y que les deuéis de perdonar a tantos biexos, biexas, niños de cuna, y hazerles m<erçe>d de sus tierras, teniendo ellos espeçial cuidado de su tributo abentaxado. Y de esto que aquí está presente rrepartáis conforme u<uest>ro alto meresçimiento". Y <en>tonçes Ahuitl tomó en nombre del tetzahuitl Huitzilopochtli de las esmeraldas muy rricas y la plumería más preçiada y los señoríos de los rreyes y bandas y braçaletes dorados de los pies y la plumería de los rricos y galanos páxaros nombrados y los mexores cueros de tigueres adouados. Rrepartió luego para el rrey de Aculhuacan, otro tanto luego para el rrey de Tacuba. Con esto les dexaron muy <en>cargado el tributo continnuo de cada un año. Y así, se partieron los rreyes, lleuando ellos la delantera y luego començó a marchar el campo, y <en> la primera jornada <que> llegaron <en>bió Ahuitzotl mensajeros prençipales con esta nueua y bitoria y sujeçión de los costeanos de los tres grandes pueblos arriba d<ic>hos. Con esto partieron a caminar los mensajeros de día y de noche a toda priesa. Llegados los mensajeros a Mexico Tenuchtitlan, explican la enbaxada al biexo Çihuacoatl Tlacaeleltzin, dixo: "Señor, la <en>baxada n<uest>ra es hazeros sauer como los pueblos de la costa de la Gran Mar del çielo, <que> son tres pueblos muy grandes, están destruidos y muerta la mitad de la gente de ellos y los rrestantes puestos en la corona de este ymperio mexicano. Son los pueblos Tecuantepec, Xochtlam, Amaxtlam, Tlacuilolan suxetos, Acapetlahuacan. Y de los rréditos, rrentas, como de despoxo hizo rrepartir el rrey Ahuitzotl lo primero prençipal lo <que> hera dedicado al tetzahuitl Huitzilopochtli y la otra terçia partió, adxudicó 107v adxudicó al rrey Neçahualpilli de Aculhuacan, la otra terçia parte al rrey de tepanecas, Totoquihuaztli, y las sobras de este despoxo se adxudicó a los mexicanos". Mandáronles dar muy bien de comer y beuer de muy buen cacao y rrosas, perfumaderos y rropas, cotaras, pañetes rricos, como para prençipales pertenesçía. Hizo luego Çihuacoatl llamar a los prençipales que abían quedado <en> la corte que no fueron a la guerra, fuesen por mensajeros a los pueblos de Chalco, Yçucar, Tepeaca, Acatlam, Tepexic, Tonalan, Piaztla y a los de Guaxaca y todos los de Coayxtlahuacan, çapotecas, bayan a rresçibir al rrey Ahuitzotl y al campo mexicano con abundantes comidas de todo género, muchas rropas y rriquezas. Los quales mensajeros partieron, llamados teuctitlantin, lleuauan <en> las manos unos amoxqueadores, <en> las manos, y sus bordones, señal son mensajeros. Llegados a los pueblos, oyda la <en>baxada, se puso en obra el matalotaxe para todo el exérçito y campo mexicano y quando llegaron los mensajeros, antes de <en>trar <en> los pueblos, se enbixaban y tiznaban las caras y los pies, como dar a <en>tender benir cansados y con mandato rreal. Llegados con toda priesa a todos los pueblos, al d<ic>ho efecto y en cada un pueblo les dauan de bestir y calçar cotaras y esteras de palmas para su biaxe, para el sol y para su dormir. Bueltos los mensajeros a la çiudad de Mexico Tenuchtitlan, dan cuenta de su <en>baxada a todos los pueblos <que> fueron. Hizo Çihuacoatl darles de comer y beuer y dioles rropas galanas y plumería rrica para ellos, mantas, cacao, xícaras, tecomates, cueros de leones para dormir <en> los caminos, meçedores de cacao anchos de tortugas, rrosas y flores de Tierra Calliente. E luego los mensajeros dixeron a Çihuacoatl los presentes <que> les dieron los de Guaxaca y otros pueblos, de que holgó Çihuacoatl de les aber manifestado sus dádiuas de los estranjeros, y hízolos yr a descansar a sus casas.