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En esta viñeta podemos observar el acendrado naturalismo de las miniaturas alfonsíes, bien es verdad que, en ocasiones, sobre todo en los retratos regios, alterna con un hieratismo típicamente cortesano. Diríase una obra más tardía, enlazada con los pintores trecentistas, de no ser por la cronología de nuestros códices que son citados en el testamento regio (Alfonso muere en 1284). Este naturalismo, que he señalado en numerosas ocasiones, es descrito también en otro contexto por los autores norteamericanos E. Kosmer y J. F. Powers.
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Escena urbana del siglo XIII. Se trata de una ilustración de la Cantiga número 144, que se conserva en la Biblioteca del Monasterio de El Escorial.
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En el "códice rico" de las Cantigas se aprecia más bien una yuxtaposición, pues la organización de las páginas del texto no se intercala en absoluto con las miniaturas. En el "códice rico" se trata de la presencia de ocho viñetas en la primera cantiga (Escorial, Ms.T.1.1.) relacionados con los ocho Gozos de la Virgen, y de seis viñetas en las restantes cantigas.
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En los textos de las Cantigas y en las miniaturas del "códice rico" vemos alusiones a Alfonso X como trovador. Estas imágenes, dejando a un lado los aspectos textuales para los estudiosos de la literatura, son algo excepcional dentro de la pintura medieval tanto europea como bizantina. Alfonso X, imbuido del amor cortés, se considera vasallo de la Virgen y aparece representado como trovador de la misma en numerosas miniaturas. De pie o de rodillas, y en actitud de recitar sus alabanzas, aparece ante ellas escuchado por un grupo de oyentes, generalmente cortesanos de vestiduras elegantes que siguen con atención la expresiva mímica del monarca.
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En la viñeta 1 de la Cantiga 120 vemos al Rey recitando su poema de loor ante la Virgen María, acompañado en su recitación por varios músicos y bailarines, seguramente juglares, y escuchado por un nutrido grupo de cortesanos. El Rey aparece trovando al lado de la Virgen de rodillas e incluso parece que vaya a tocarla
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Representación de un monje en su scriptorium, miniatura de las Cantigas. Se conserva en la Biblioteca del Monasterio de El Escorial.
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CANTO A LA MADRE DE LOS DIOSES Amarillas flores abrieron la corola: Es nuestra madre, la del rostro con máscara. ¡Tu punto de partida es Tamoanchan! Amarillas flores son tus flores. Es nuestra Madre, la del rostro con máscara. ¡Tu punto de partida es Tamoanchan! Blancas flores abrieron la corola: Es nuestra Madre, la del rostro con máscara. ¡Tu punto de partida es Tamoanchan! Blancas flores son tus flores, Es nuestra Madre, la del rostro con máscara. ¡Tu punto de partida es Tamoanchan! La Diosa está sobre el redondo cacto: Es nuestra Madre, Mariposa de Obsidiana. Oh, veámosla: En las Nueve Llanuras, se nutrió con corazones de ciervos. ¡Es nuestra Madre, la Reina de la Tierra! ¡Oh, con greda nueva; con pluma nueva está embadurnada! Por los cuatro rumbos se rompieron dardos. En Cierva estás convertida. Sobre tierra de pedregal vienen a verte Xiuhnelli y Mihmich. CANTO DEL QUE ESTÁ SOBRE EL ESCUDO Y MATERNIDAD DE QUIEN TIENE LA TIERRA Sobre su escudo, de vientre pleno, fue dado a luz el Gran Guerrero. Sobre su escudo, de vientre pleno, fue dado a luz el Gran Guerrero. En la Montaña de la Serpiente es capitán, junto a la montaña se pone su rodela corta a guisa de máscara. ¡Nadie a la verdad se muestra tan viril como éste! La tierra va estremeciéndose traviesa. ¿Quién se pone su rodela corta a guisa de máscara? CANTO DE IXCOZAUHQUI En Tzonimolco, padres míos, ¡que yo no os avergüence! En Tetemocan (padres míos), ¡que yo no os avergüence! Oh, en Mecatlan, señores míos, la palma está retumbando de Chicueyocan: Casa de Magos, el Mago bajó. En Tzonimolco hay canto: nosotros hemos comenzado. En Tzonimolco hay canto: nosotros hemos comenzado. ¡He aquí que es tiempo de salir con disfraces! ¡He aquí que es tiempo de salir con disfraces! En Tzonimolco... ¡Un hombre: que ya sea ofrecido! ¡Oh, salió el sol, oh, salió el sol: que un hombre le sea ofrecido! En Tzonimolco, canto de pajes repercutiendo alterna: "Con trabajos logran enriquecer (los príncipes), hacerse dignos de gloria". ¡Oh Mujercita, convoca a la gente: Tú, la que habitas Casa de Nieblas, Lugar de Lluvia y Agua: convoca a la gente! CANTO DE LOS MIMIXCOA De Chicomóztoc enhechizado, solo emprendí la marcha. De Tzivactitlan enhechizado, solo emprendí la marcha. Yo ya nací, yo ya nací: nací con la flecha de mi cacto, nací con la flecha de mi cacto. Yo ya nací, yo ya nací: nací con mi caja de red, (nací con mi caja de red). De una mano lo cojo, de una mano lo cojo, de una mano lo cojo, de una mano lo cojo. Ah, de su mano va a coger... CANTO A XOCHIPILLI Encima del campo de juego de pelota hermosamente cante el precioso faisán: Está respondiendo a Cintéotl. Ya cantan nuestros amigos, ya canta el precioso faisán: en la noche lució Cintéotl. --"Solamente oirá mi canto el que tiene cascabeles, el que tiene rostro enmascarado solamente oirá mi canto: Cipactonalli. Pongo la ley en Tlalocan: el Proveedor de bienes (pongo la ley). En Tlalocan yo, el Proveedor, yo pongo la ley. --Oh, yo he llegado allá donde el camino se reparte: Yo sólo soy Cintéotl. ¿A dónde iré? ¿A dónde seguiré el camino? El Proveedor de Tlalocan. ¡Llueven los dioses! CANTO DE XOCHIQUÉTZAL ¿De la región de lluvia y niebla, yo Xochiquétzal, de junto allá vine? ¡Aún no! (Estoy) en la Casa de la Orilla, en Tamoanchan. Cómo llorabas tú, sacerdote de la región del viento ¡Piltzintecuhtli...! Buscaba a Xochiquetzalli. A la región de niebla de turquesa en favor de nosotros irá. CANTO DE AMÍMITL ... Casa donde están conejos: tú vienes a estar en la entrada: yo vengo a estar en la casa de armas. Párate allí: ven a pararle allí. Sólo, sólo, ay, lejos soy enviado, sólo, sólo, ay, lejos soy enviado. Sólo, sólo, ay, lejos soy enviado. Había cautivamiento: era yo enviado, ¡era yo enviado, era yo enviado, su pato! ¡era yo enviado, era yo enviado, era yo enviado, su pato! Favor de seguir la pista: éste es su patito. Favor de seguir la pista: éste es su patito. Éste es su patito. Ah, con la obsidiana me doy gusto, Ah, con la obsidiana me doy gusto, ¡Ah, con la obsidiana me doy gusto...! CANTO DE OTONTECUHTLI En Nonoalco, en Nonoalco, flor perfumada. Con pinos de escudos se va vistiendo. ¡Éste no cae! En Nonoalco, junto a las tunas del Águila (donde hay) flores de cacao, se va vistiendo. ¡Éste no cae! --Yo soy el tepaneca Cuecuexin, Yo soy Quetzalcóatl Cuecuexin: Sólo Ehécatl que arrastra que arrastra obsidiana, sólo Ehécatl que arrastra obsidiana. En tierra otomí, en tierra monoalca en tierra nahuatlaca, los mexicanos ya se procuran placer. En tierra otomí, en tierra monoalca, en tierra nahuatlaca, los mexicanos con escudos, ¡Jaja! Y con esto ya se procuran placer. CANTO DE AYOPECHTLI En un lugar, en un lugar, en la casa de Ayopechtli, con adorno de collares está dando a luz. En un lugar, en un lugar, en la casa de Ayopechtli, con adorno de collares está dando a luz. En un lugar, en su casa, los vientres maduros se hacen vida. ¡Levántate, ven; sé enviado, levántate, ven; sé enviado, levántate, ven! Levántate, ven, niño nuevo. Levántate, ven; sé enviado, levántate, ven, niño joya, levántate, ven! CANTO DE CIHUACÓATL ¡El Águila, el Águila, Quilaztli, con sangre tiene cercado el rostro, adornada está de plumas! ¡"Plumas-de-Águila" vino, vino a barrer los caminos! Ella, Sabino de Chalma, es habitante de Colhuacan. Donde se extienden los abetos, en el país de nuestro origen. La Mazorca, en divina tierra en palo de sonajas está apoyada. Espinas, espinas llenan mi mano, espinas, espinas llenan mi mano. La Mazorca, en divina tierra en palo de sonajas está apoyada. Escoba, escoba llena mi mano, escoba, escoba llena mi mano. La Mazorca, en divina tierra en palo de sonajas está apoyada. Es 13-Águila nuestra Madre, la Reina de los de Chalma: ¡su cacto es su gloria! ¡Que mi príncipe Mixcóatl me llene...! Nuestra Madre, la Guerrera, nuestra Madre, la Guerrera, el Ciervo de Colhuacan... ¡de plumas es su atavío! Ya el sol prosigue la guerra, ya el sol prosigue la guerra: sean arrastrados los hombres: ¡acabará eternamente! El Ciervo de Colhuacan... ¡de plumas es su atavío! Ah, Pluma-de-Águila, no máscara, el que sube no (tiene) máscara: ... (El Ciervo de Colhuacan: ¡de plumas es su atavío!)
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CANTO CATORZE Como se descubrio el rio del Norte, y trabajos que hasta descubrirlo padecieron: y de otras cosas que fueron sucediendo, hasta ponerse en punto de tomar possesion de la tierra Tanto se estima, sube, y se lebanta, El valor de la cosa que se emprende, Quanto es mas estimado todo aquello, Con que se alcança, adquiere, y se consigue, Traigo esto gran señor, porque se entienda, Mas bien, la gran grandeza, y excelencia, Del belico exercicio que professan, Todos aquellos Heroes valerosos, Que à trueque de trabajos, y quebrantos, Vida, y sangre compraron, y adquirieron, Solo el illustre nombre de soldados, A cuia alta excelencia le es muy proprio, El ver y trascender de todo punto, Que por demas se sufren los trabajos, Miserias, aflicciones, y fatigas, Que la sangrienta guerra trae consigo, Si enmedio de su curso sin remedio, El animo se rinde, y se acobarda, Y para no venir en tanta mengua, Zozobrando las fuerças fatigadas, Sin ver vn agradable y dulze puerto, Luego que la contenta y noble Polca, Despedida salio para su tierra, Qual suele el cazador quando à perdido, Vn rico girisalte, alcon, o sacre, Que à vozes por los cerros y vallados, Le va con grandes ansias ahuchando, Mostrandole el señuelo hasta verlo, Seguro, y en la mano, donde alegre, Sin memoria del susto ya passado, Le alaga, y le regala, y le compone, La pluma mal compuesta, y le apazigua, Assi la hermosa baruara sospecho, Que fue desalentada tras su Milco, Y nosotros señor con nueuos brios, Mas de cincuenta dias caminamos, Pesadas desuenturas padeciendo, Y por auernos sin cessar llouido, Siete largas jornadas trabajosas, En las carnes la ropa ya cozida, Ninguno de nosotros entendimos, Poder salir con vida de aquel hecho, Por escabrosas tierras anduuimos, De Alarabes, y Baruaros incultos, Y otros desiertos broncos peligrosos, Cuio tendido y espacioso suelo, Nunca jamas Christianos pies pisaron, En cuio largo tiempo consumimos, Los pobres bastimentos que sacamos, Y alimentando todos con esfuerço, Los fatigados cuerpos destroncados, Con solas raizes brutas indigestas, Contra el rigor del hado prohejando, Nuestra derrota siempre proseguimos, Ya por espesas breñas y quebradas, Por cuios brauos bosques enrredados, Las fuertes escarcelas se rasgauan, Ya por asperas cumbres lebantadas, Por cuias zimas los cauallos lasos, Por delante lleuavamos rendidos, Hijadeando, cansados, y afligidos, A pie, y de todas armas molestados, Y las hinchadas plantas ya desnudas, Descalças sin calçado se assentauan, Por riscos, y peñascos escabrosos, Ya por muy altos medanos de arena, Tan ardiente, encendida, y tan fogosa, Que de su fuerte reflexion heridos; Los miserables ojos abrasados, Dentro del duro casco se quebrauan, Y como el fin de aquello que se espera, Solo se alienta, esfuerça, y se sustenta, Con el valor y punto de esperança, Esperando hizimos los trabajos, Mas lebes, comportables, y sufribles, Y como la que es presta diligencia, Arrimada al solicito trabajo, Es madre de qualquier ventura buena, Esta se tuuo en descubrir la boca, Que aquel hastuto Baruaro nos dixo, Marcando la circunuezina tierra, Assientos, y lugares que nos puso, Quando con Milco presso le tuuimos, Y como Magallanes, por su estrecho, Assi desembocando todos fuimos, Vencidos del trabajo, y ya rendidos, De la fuerça del hado riguroso, Que con pesada mano bien cargada, Mucho quiso apretarnos y afligirnos, Quatro dias naturales se passaron, Que gota de agua todos no beuimos, Y tanto que ya ciegos los cauallos, Crueles testaradas, y, encontrones, Se dauan por los arboles sin verlos, Y nosotros qual ellos fatigados, Viuo fuego exalando, y escupiendo, Saliua mas que liga pegajosa, Desahuziados ya, y ya perdidos, La muerte casi todos desseamos, Mas la gran prouidencia condolida, Que tanto es mas beloz en socorrernos, Quanto con mas firmeza la esperamos, Al quinto abrio la puerta, y fuimos todos, Alegres arribando el brauo Rio, Del Norte, por quien todos padezimos, Cuidados y trabajos tan pesados, En cuias aguas los cauallos flacos, Dando tras pies se fueron acercando, Y zabullidas todas las cabeças, Beuieron de manera los dos dellos, Que alli juntos murieron rebentados, Y otros dos ciegos tanto se metieron, Que de la gran corriente arrebatados, Tambien murieron de agua satisfechos, Y qual suelen en publica taberna, Tenderse algunos tristes miserables, Embriagados del vino que beuieron, Assi los compañeros se quedaron, Sobre la fresca arena amollentada, Tan hinchados, hidropicos, hipatos, Assi como si sapos todos fueran, Pareciendoles poco todo el Rio, Para apagar su sed, y contentarla, Y qual si en los Eliseos campos frescos, Vbieramos llegado à refrescarnos, Assi señor nos fueron pareciendo, Todas aquellas playas y riberas, Por cuios bellos pastos los cauallos, Repastandose alegres descansauan, Los fatigados guessos quebrantados, Del pelado camino trabajoso, Y assi por aquel bosque ameno todos, Fuimos con mucho gusto discurriendo, Por frescas alamedas muy copadas, Cuias hermosas sombras apazibles, A los cansados miembros combidauan, Que cerca de sus troncos recostados, Alli junto con ellos descansasen, Por cuios verdes ramos espaciosos, Qual suelen las castissimas auejas, Con vn susurro blando y regalado, De tomillo en tomillo yr saltando, Gustando lo mejor de varias flores, Assi por estas altas arboledas, Con entonado canto regalado, Cruzauan vn millon de pajaricos, Cuios graciosos picos desembueltos, con sus arpadas lenguas alabauan Al inmenso señor que los compuso, Y aunque las aguas del gallardo Rio, En raudal muy furiosas y corrientes, Se yuan todas vertiendo y derramando, Tan mansas, suabes, blandas, y amorosas, Como si vn sossegado estanque fueran, Por anchas tablas, todas bien tendidas, Y de diuersos generos de pezes, Por excelencia rico y abundoso, Hallamos demas desto gruessa caza, De muchas grullas, ansares, y patos, Donde cebaron bien sus alcabuzes, Los hastutos monteros diligentes, Y auiendo hecho grande caza y pesca, Luego de los fogosos pedernales, El escondido fuego les sacamos, Haciendo vna gran lumbre poderosa, Y en grandes assadores, y en las brasas, De carne, y de pescado bien abasto, Pusimos a dos manos todo aquello, Que el hambriento apetito nos pedia, Para poder rendir de todo punto, Las buenas ganas, al manjar sabroso, Y como la paloma memorable, Que luego que passo la gran tormenta, El verde ramo trujo de la oliba, No de otra suerte todos nos boluimos, Colmados de contento y alegria, Que es verdadero premio del trabajo, Y luego que al exercito llegamos, Con muchas fiestas fuimos recibidos, Y porque siempre es fuerça y causa gusto, Traer à la memoria los trabajos, Miserias, y fatigas, que se sufren, Quando la dura guerra se milita, Llamado deste gusto, fue contando, El Sargento mayor à todo el campo, Presente el General, aquellos passos, Caminos, y sucessos que sufrimos, Hasta que al fin llegamos à las playas, Riberas, y alamedas deste Rio, En cuias arboledas espaciosas, Todas nuestras fatigas descansamos, Y como siempre causa grande alibio, No ser en padezer trabajos solo, Luego como acabò tomò la mano, El diestro General por dar consuelo, A los quebrantos tristes ya passados, Diziendo los trabajos que los suyos, Auian tambien sufrido y padezido, Y como vno cargò con tantas veras, Que estuuo à pique el campo de perderse, Y fue, que entrando Março caluroso, Con poderosos soles assentados, Vino à faltar el agua de manera, Que secas las gargantas miserables, Los tiernos niños, hombres, y mugeres, Traspassados, perdidos, y abrassados, Socorro al soberano Dios pedian, Por ser aqueste el vltimo remedio, Que pudieron tener en tal conflicto, Y los tristes cansados animales, Como aquellos de Ninibe rendidos, Del insaziable ayuno fatigados, Assi cuitados todos se mostrauan, Con la fuerça del tiempo que cargaua, Y como siempre acude y faborece, Su gran bondad inmensa y soberana, Al que con veras pide y le suplica, Estando el Cielo claro y muy sereno, Por vna y otra parte fue turbado, De gruessas nuues negras bien cargadas, Y sin ningun relampago ni trueno, Tanta agua derramaron y vertieron, Que los bueyes vnzidos con sus yugos, Su mortifera sed satisficieron, Y luego que el exercito afligido, Quedò por todas partes consolado, La belleza del Sol quedò con rayos, Por vna y otra parte tan tendidos, Que tan sola vna nuue no impedia, Su claro resplandor en parte alguna, Y assi por esta causa le pusieron, Al parage de aquesta santa lluuia, El agua del milagro, porque fuesse, Eterna su memoria prolongada, Y nunca para siempre se perdiesse, O soberano bien con que presteza, Socorres nuestras faltas si ponemos, Tanta fee quanta ajusta, mide y pesa, No mas que vn solo grano de mostaza, Vendito tal varato y tal empleo, No solo para que las altas nuues, Fuera de tiempo viertan grandes lluuias, Mas para que los mas pesados montes, Remueuan y lebanten sus assientos, Y la belocidad del Sol repare, Su poderoso curso, y le detenga, No mas que por mandarlo el hombre noble, A cuios pies se rinden y abassallan, Todas las cosas grandes y pequeñas, En fin como en un sugeto lebantado, Por manos tran grandiosas y admirables, Y assi parece que yua su grandeza, Lleuando aqueste campo como à suyo, Vnas vezes cargados de trabajos, Y otras de mil consuelos socorrido, Viage derecho, cierto, y verdadero, De los obreros grandes que lebantan, Heroicos edificios en su Iglesia, Pues yendo assi marchando muchos dias, Llegaron à las aguas deste Rio, Y qual aquel Troyano memorable, Que fue faborecido y amparado, Del humedo tridente de Neptuno, Despues de la tormenta y gran borrasca, Assi el Gouernador con todo el campo, Seguro y dulze puerto fue tomando, A à su mas fatigada soldadesca, Por las frescas orillas y riberas, Auierta mano dio que descansase, Y como el buen gouierno no consiste, En la que es buena industria de presente, Sino en preuenir con sazon aquello, Que puede despues darnos gran cuidado, Mandò el Gouernador que sin tardança, El Sargento saliesse y se aprestase, Con cinco compañeros escogidos, Y diestro en nadar, porque buscasen, Algun seguro vado al brauo Rio, Para que por el todo vuestro campo, Seguro y sin zozobra le passase, Y poniendo por obra aquel mandato, Salio Carabajal, y Alfonso Sanchez, Y el gran Christoual Sanchez, y Araujo-, Y yo tambien con ellos porque fuesse, El numero cumplido de los cinco, Y andando embeuecidos todos juntos, En busca de buen vado cuidadosos, De subito nos fuimos acercando, A vnos pagizos ranchos do salieron, Gran cantidad de baruaros guerreros, Y por ser todo aquello pantanoso, Y no poder valernos de las armas, Assi para los baruaros nos fuimos, Mostrandonos amigos agradables, Y como el dar al fin quebranta peñas, Dandoles de la ropa que tuuimos, Tan mansos los boluimos, y amorosos, Tanto que quatro dellos se vinieron, Y vn lindo vado à todos nos mostraron, Por cuia causa el General prudente, Mandò que a todos quatro los vistiessen, Y con mucho regalo los tratasen, Por cuia causa todos se bajaron, Y dandose de paz, trujeron juntos, Vna gran suma de pescado fresco, Y mandandoles dar vn buen retorno, Luego se procuro que se hiziesse, En vn copado, y apacible bosque, Vna graciosa Iglesia de vna naue, Capaz para que todo el campo junto, Pudiesse bien caber sin apretarse, En cuio aluergue, santo, Religioso, Cantaron vna Missa muy solemne, Y el docto Comissario con estudio, Hizo vn sermon famoso bien pensado, Y luego que acabaron los oficios, Representaron vna gran comedia, Que el noble Capitan Farfan conpuso, Cuio argumento solo fue mostrarnos El gran recibimiento que à la Iglesia, Toda la nueua Mexico hazia, Dandole el parabien de su venida, Con grande reuerencia suplicando, Las rodillas en tierra les labase, Aquella culpa con el agua Santa, Del precioso Baptismo que traian, Con cuio saludable sacramento, Muchos Baruaros vimos ya labados, Luego que por sus tierras anduuimos, Vbo solemnes fiestas agradables, De gente de acauallo bien luzida, Y por honrra de aquel illustre dia, Vna gallarda esquadra suelta yua, De aquel Capitan Cardenas famoso, Soldado de valor y de verguença, Y que muy bien señor os ha seruido, Este por entender que la jornada, No auia de ser possible se hiziesse, Quedose de manera que no pudo, Dar alcançe despues à vuestro campo, Por cuia causa dieron su estandarte, A Diego Nuñez, y con esto luego, Se tomò possesion de aquella tierra, En vuestro insigne, heroico, y alto nombre, Haziendo en esta causa cierto escrito, Que aqueste serà bien que aqui le ponga, Sin corromper la letra porque importa, Por ser del mismo General la nota,