El tema del café-concert será muy tratado por Degas. Así surgen imágenes tan famosas como Concierto en el Ambassadeurs o la Canción del perro. El artista también realizaría numerosos estudios preparatorios para esas obras como éste que aquí apreciamos, uno de los más atractivos en el que se nos muestra a dos jóvenes interpretando una canción, con vestidos diferentes pero en actitud parecida. El seguro trazo del artista a la hora de realizar sus diseños trae, una vez más, el recuerdo del gran Ingres, que tanto admiró Degas en su juventud.
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Personaje
Pintor
Simone Cantarini, llamado Il Pesarese, nació en Pésaro en 1612. Se formó en la órbita del clasicismo de Guido Reni, en cuyo taller trabajó tres años. En 1639 Cantarini regresó a Pésaro, realizando composiciones en las que se aprecia cierto naturalismo. Desde 1642 reelaboró muy personalmente los temas de Annibale Carracci. Falleció en Verona en 1648.
obra
Junto con los toros, la gran obsesión de Romero de Torres era el flamenco. Él mismo decía que hubiera preferido ser el cantaor Juan Breva antes que el pintor Leonardo da Vinci. En su juventud no dudó en abandonar la pintura para practicar el arte del cante flamenco en bares y tabernas, llegando a tener una calidad contrastada. Tal era su afición que incluso tenía un guitarrista particular, Juanillo el Chocolatero. En febrero de 1930, cuando ya estaba muy enfermo, Romero pinta esta obra titulada Cante Hondo. En ella se idealizan todos los ingredientes que se aluden en el cante flamenco: el amor -en la pareja de la derecha-, los celos -en la escena inferior-, la muerte -en la escena del fondo-, la religión, las pasiones, etc. La composición se puede estructurar en tres partes: en el centro, y como eje de la escena, aparece la diosa Fatalidad, encarnada en la figura desnuda de la modelo Asunción Boue -que también protagonizaba Naranjas y limones-, majestuosa, como una escultura de bronce sobre trono de platería cordobesa. Bajo el signo hierático e invariable de la Fatalidad o el sino giran todos los sentimientos y las pasiones del ser humano: los celos, el amor y la muerte. En el primer plano, el amante loco de amor acuchilla y mata a navajazos a la mujer que quiere. A la derecha, otra mujer arrodillada besa apasionadamente a un hombre. Al fondo, y sobre el alfeizar de una gran ventana abierta al campo, contemplamos el blanco ataúd adornado con toques de azul de una joven muerta. A ambos lados del féretro lloran dos jóvenes -para estas figuras posaron las hijas del pintor-. Sobre el alfeizar un perro -Pacheco, el can del artista- aúlla desconsolado. En el fondo podemos contemplar un paisaje imaginario bajo un tempestuoso cielo. Romero de Torres parece preludiar su cercana muerte en esta obra, mostrándonos a sus hijos llorando, su galgo aullando y sus temas favoritos juntos: la belleza femenina desnuda, el cante flamenco, los celos, la pasión, la muerte, ... En suma, el Cante Hondo.
obra
En 1813 se produce un hecho trágico para Sajonia. A comienzos de verano, Napoleón ocupa Dresde. Para evitar el contacto con los franceses el patriota Friedrich se traslada al sur de la ciudad, a la llamada Suiza Sajona, al Elbsandsteingebirge. En este retiro permanecerá hasta que las tropas imperiales abandonen la ciudad de Dresde en noviembre del mismo año. Aunque, a diferencia de Kersting, no tomó parte en el combate, cooperó económicamente con la resistencia alemana. Allí, durante junio y julio realizará numerosos dibujos de su entorno rocoso y boscoso, evocador de un pasado legendario germánico. Uno de los lugares en los que se detuvo fue Krippen, en donde realizó esta cuidada acuarela el "19 de Julio de 1813", según consta en la parte inferior izquierda. La disposición de esta cantera de piedra arenisca en forma de cueva es similar a la reflejada en dos obras realizadas en esta época y lugar, Tumbas de héroes antiguos y Cueva y monumento funerario, imbuidas de espíritu nacionalista.
obra
Uno de los lugares favoritos para Cézanne en los últimos años de la década de 1890 será la cantera de Bibémus, lugar en el que podía pintar las rocas de la abandonada explotación o realizar vistas de la montaña Sainte-Victoire. En este lienzo que contemplamos, el maestro pretende introducir la unidad en el aparente caos de la rocas, las cuales se amontonan unas sobre otras y sobre ellas crece la vegetación. La estructura geométrica de las grandes piezas de piedra se agolpan hacia el primer plano y apenas permiten contemplar una pequeña parte del cielo, aportando una ligera sensación ensoñadora al conjunto, reforzada por las tonalidades anaranjadas empleadas. Siguiendo la línea iniciada por Cézanne tras trabajar en el estilo impresionista, será el color el vehículo con el que se pretende configurar las formas y los volúmenes, anticipando con esta forma de trabajar el cubismo.